Crepúsculo del Amanecer

Autor: mili
Género: Romance
Fecha Creación: 09/02/2011
Fecha Actualización: 18/07/2011
Finalizado: SI
Votos: 10
Comentarios: 40
Visitas: 121188
Capítulos: 45

FIC TERMINADO

¿Puede uno darse cuenta de que nuestras decisiones tienen un por qué y una consecuencia? Siempre nos dejamos llevar por los impulsos, pero hay veces que eso lastima a quien más amamos, cuando eso pasa... que hacemos?

recomendado por LunaNuevaMeyer : 4puntos :D

Si se quieren pasar, les dejo el link de mi otro fic :D

http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=1766&id_capitulo=18

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 24: Dieta Rubí

 

Mi panza parecía un continente propio, con luz, estrellas y sol. Edward me consentía en TODO. Ya demasiado. Y cada día me llenaba mas de dicha. Tenía tres razones para estarlo, la primera: Edward era mío, la segunda: mi esposo encontró la forma de comunicarse con nuestro bebé, y la tercera: al parecer ya estaba más del lado de los no vivos que de los humanos.

Todo pasaba rápido, si caía en la cuenta, estaba a poco de tener en brazos a un angelito con la cara de Edward, aunque él decía que sería una nena.

“Instinto de padre” había citado.

-Edward, deja tranquilo a MI bebé.

-Es nuestro!, o sea… de Bella y mío, Alice basta!

Mis labios se entreabrieron dejando escapar unas carcajadas. Alice no dejaba en paz a mi abdomen, desde que vio que nos podíamos comunicar con el.

-Una última vez…-rogó levantándome del sofá de la sala.

Parecía un juguete, pasaba de brazo en brazo, de los fuertes y esbeltos de mi esposo a los estilizados y femeninos de mi cuñada y mejor amiga.

-Una y listo. Mi bebé quiere dormir.

Edward puso los ojos en blanco, sorprendido, con su sonrisa torcida.

Alice intentó llevarme a la cocina, pero él se lo impidió.

-¿Qué sucede?-pregunté frunciendo el ceño.

Nadie hablaba, desde que quedé embarazada los silencios se hicieron constantes, no de mala manera, pero me molestaba.

Bajé la vista a donde mis brazos se trababan delicadamente sobre mi regazo.

-Repite eso.

-¿Qué cosa?

-Ahora, repite lo que escuchas.

Alice alzó las manos en una mueca exagerada, alegría saltando de sus ojos.

-Bella!

-¿Me pueden explicar que pasa?

-Carlisle, Esme…-gritó para sus espaldas mi cuñada-Vengan todo rápido!

Edward se tiró en el brazo del sofá atrayendo su rostro al mío. Bueno… mientras esperaba que vengan todos… No… Me estaba haciendo distraer a propósito.

Me solté, no por gusto, sino por necesidad.

Ahg, todavía no me entraba el gusto a la sangre, no tanto su sabor sino su aspecto, rojo… en un vaso a tono.

-Tómala.

-Ya sé, es lo que quiere mi Edward bebé.

-Bella!

-Edward, cariño-tomé mi tiempo para terminar el vaso lleno del líquido pastoso lo mas naturalmente posible-¿Puedes dejar de decir “Bella!” y no responder mi pregunta?

Volvió a besarme. Cuando me safé, insistí.

-¿No entiendes amor?

Negué.

-Ay Bella…-suspiró Alice-es que tienes un don.

Dejé el vaso en la cocina. Me ruboricé cuando me percaté de que varios pares de ojos ambarinos clavaban la vista en mí.

-¿Ya soy vampiro?

Edward canturreó la nana, una nueva, supongo que la compuso para nuestro bebé.

-Le gusta.

-A quién no le gustas-murmuré.

-Pues el bebé, te prefiere… Mira, cuando hablas y escucha tu voz. ¿No sientes como se mueve?

-¿Cómo sabes?

-Di algo.

-Algo-bromeé.

Edward jugaba con los lazos celestes de la blusa que llevaba puesta, y rozó tiernamente mi ombligo. El bebé se movió.

-Quiero comer algo.

Comí la porción de pizza que me dio. Estaba rica, podría dedicarse sin problemas a ser chef, no lo hacía nada mal para ser un vampiro.

-¿Edward?

-Dime…

-Creo que no era yo quien quería pizza, ¿Puede ser el bebé?

Asintió solemnemente. Ahora entendía, ese era mi don… waw…

-No me lo dijiste!

Me sobresalté cuando oí el timbre. Edward sonrió.

Le indicó a Alice que me lleve, con una excusa de… “ir de compras”. Aunque ya casi nada me entraba.

Para qué ir a una tienda de ropas cuando tu mejor amiga y cuñada tiene una no? Fui su maniquí por unas horas, a decir verdad me divertí. Supongo que ayudó que Alice haya cerrado el local solo para nosotras dándoles el día libre a sus empleadas.

-Pruébate este

No está mal… Pensé, era un vestido suelta, con tiritas blancas, y un lazo debajo del busto, cayendo delicadamente hasta arriba de las rodillas. Gracias al cielo, Alice me dejó comprar zapatillas y NO tacones. Fue un alivio.

No sé como entramos en su bonito auto amarillo, entre miles de bolsas y cajas, y mi panza.

-¡¿Qué haría de no ser por la cafetería de mi tienda Bella?!-murmuró sonriendo, arreglándose el maquillaje frente al espejo.

Me sentí culpable, es que tenía hambre, un antojo… El bebé quedó satisfecho cuando terminé mi porción de tarta de manzana. Eso me dio sed… Alice llevaba en su cartera una ración de mi dieta rubí, por si “acaso”. Hoy fue un por si acaso más fuerte. Como una necesidad.

-ALICE!-gruñí apretando mi abdomen en gesto protector.-VE MÁS DESPACIO!

Frenó, y me tranquilicé.

-Cierto! Perdón Bella, es que me había olvidado de que…-vaciló-No, nada. Descuida.

-¿Perdón? Habla YA.

Le subió a la radio, fingiendo que no me escuchaba, era inútil creerme eso, los oídos de los vampiros eran mas perceptivos y delicados que el de los humanos, podían escuchar casi todo.

-Bella, no hagas eso, Dios-se disculpó apresuradamente cuando amenazaba con bajar, aparté unas bolsas enormes, y llegué a la puerta del Porsh amarillo.-Ya, te lo diré. Sólo quédate quieta, que si te pasa algo, Edward me cuelga. No es broma!

-Alice, es que ya estamos en la calle que da entrada a mi casa-sonreí.-Pero escucho. Ahora.

-Tuve una visión, donde… bueno, ya no eres humana.-con esfuerzo me acerqué al respaldo del asiento delantero de la emoción-Y eso no es una novedad no? Fue todo muy lindo Bella… tú bien pálida, con los ojos rojos, y Edward… y el bebé…

-¿Puedes ir al grano?-encontré a Edward espiando por la ventana de la planta alta hacia nosotras, su rostro… perfecto-Edward ya casi baja.

-Eso me recordó a otra cosa que no te conté por completo, culpa de mi hermano-le lanzó una mirada llena de rencor-Ya vale, la primera, sigo con la visión, falta poco para que eso paso, quiero decir… ya era verano, en el sueño, y estamos en verano justamente.-se empezó a acelerar todo, sacudiendo las manos en forma graciosa-Lo siento, es que no veo las horas de ser tía, tía con todas las letras.

Sentí un dolor leve a los costados de mi cadera, respiré hondo y pasó para dar lugar a otra más intensa.

-¿Estás bien?-se preocupó dejando la charla a mitad de camino-Bueno, lo otro era que con Edward armamos unas teorías, creo que me ganó, la de que tienes cierto don o habilidad de saber qué necesitan las personas, y una conexión innegable con tu bebé. Eso de sentir cuándo quiere algo y qué es lo que desea, sin la necesidad de que lo digamos alguno de nosotros, y es que a decir verdad, la capa de tu piel es durísima, y yo no puedo atravesarla ni de lejos, Edward es el más próximo después de ti, por supuesto. La manera en que diferencias cuando es el bebé quien quiere algo y no tú, o cuando calmas las ansias de Edward, no sé. Eres única Bella, y hay que tener cuidado con eso, porque si tienes esa virtud contigo no quiero imaginar cuánto aumentará cuando seas de los nuestros. Y algunos querrán tenerte. Lo sabes.

-Yo quiero a Edward únicamente, no hay dudas…-musité preocupada, apenas se me entendió porque casi no la escuchaba, me dolía demasiado el costado. Un dolor que punzaba. Se iba, y volvía multiplicado, como en los primeros meses.

-Bella, estás pálida, y con escalofríos.-se asustó por mi aspecto desesperado.

Me mareé casi a punto de perder la conciencia, llevé mis manos a mi cuello, algo me estrangulaba, me impedía respirar bien, no era el bebé. Él estaba bien. Era algo conmigo. Algo malo.

-Llama a Edward.-supliqué.

 

 

 

Capítulo 23: ¿Ansias de... Deseo o de sangre? Capítulo 25: Ambar chocolate

 
14442156 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10759 usuarios