Aunque Calle mi Voz...

Autor: princesavespa
Género: Romance
Fecha Creación: 01/06/2015
Fecha Actualización: 10/06/2015
Finalizado: NO
Votos: 2
Comentarios: 4
Visitas: 7062
Capítulos: 5

Bella era una chica normal hasta que su hermana abandona a su esposo e hijo y ella toma la responsabilidad de cuidar de ellos, cambiando su vida radicalmente. Edward, al verse abandonado por su esposa, se siente perdido. Pero la ayuda invaluable e inesperada de su cuñada hará que resurja cosas que creía perdidas para siempre. ¿Podrán encontrar las palabras, aun en el silencio?


Los personajes de esta historia le pertenecen a Stephanie Meyer, yo solo los utilizo para contar historias que suceden en mi mente.

 

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Capítulo 3: Capítulo 3

Capítulo 3

 

Tres años después…

 

-Nate, cariño no corras-. Pidió Bella mientras entraban a casa.

-¡Quiero mostrarle a papá lo que compramos!- respondió el niño de casi cuatro años corriendo hacia el estudio de su padre e ignorando completamente a su tía.

-¡No lo interrumpas!- insistió, pero ya era tarde, Nate había entrado y ya se encontraba mostrándole el nuevo juguete que Bella le había regalado: un robot con luces y que andaba solo. Sabía que Edward la retaría por seguir gastando dinero, que no tenía, en su ahijado, pero en realidad no le importaba.

-¡Wow, campeón!- Edward observó el juguete-. Es realmente asombroso.

-¡Y las luces se encienden y luego se apagan y el robot gira y gira!- grito emocionado el niño.

-¿Le agradeciste a la tía por el regalo?- pregunto Edward.

-¡Claro que sí, papá!- el pequeño asintió efusivamente moviendo de arriba hacia abajo su cabecita, aun semi cubierta por el grueso gorro de lana que Bella le había puesto, el invierno azotaba con fuerza en el pueblo.

Nate era igualmente parecido a él y a Tanya. Tenía su color de ojos y de piel, pero el cabello era rubio rojizo, similar al de su madre y lo tenía con pequeños rulos que bailaban en cada movimiento del niño.

Pero su carácter era similar al de su hermano Emmett. Siempre alegre, dispuesto a jugar a toda hora y a comer en todo momento.

Edward agradecía que el niño hubiese resultado así. La desaparición temprana de su madre podría haberlo marcado de por vida. Aunque claro, Nate aún era muy pequeño como para poder saber como se sentía en realidad.

Edward desabrigo a su hijo y tomándolo en brazos se dirigió hacia la cocina, donde seguramente estaría Bella preparando algo de cenar.

Desde que Tanya los había dejado, Bella había tomado como tarea personal cuidar de ellos. Iba casi todos los días a verlos, varias veces a la semana llevaba a Nate a casa los padres de Edward, Carlisle y Esme, para que pudiera pasar tiempo con ellos y mismo a casa de su madre, para lo mismo. Edward se había quedado solo administrando la tienda, mientras que Alice organizaba las clases que se dictaban en ella, por lo que la mayoría del tiempo estaba trabajando. Pero Nate casi ni notaba su ausencia. Él iba a retirarlo del Kínder todas las tardes, lo llevaba a la tienda y ahí esperaban a Bella, tomaba clases de dibujo con su tía o simplemente, se sentaba junto a su padre mientras este intentaba enseñarle a tocar algún instrumento.

Nate era un niño amado y feliz.

-Bella…- comenzó a decir Edward.

-No me interesa-. Lo interrumpió la chica, sabiendo lo que le iba a decir-. Lo vimos, le gusto y se lo compré. Ya, Edward.- dio por terminada la charla, mientras ponía la carne en el horno-. Bien, la comida esta cociéndose, te traje leche porque noté que no tenían más y mañana a la tarde, Nate tiene turno con el doctor Penn.- enumeró mientras caminaba hacia la sala-. Me tengo que ir-. Miro a Edward-. Ese niño de verdad necesita un baño-. Dijo señalando la ropa llena de tierra por haber estado jugando en el parque.

-¿Qué sería de nosotros sin la tía?- le pregunto a su hijo que respondió levantando sus hombritos-. Si, yo tampoco lo sé, hijo.

-Por Dios-. Bella revoleo sus ojos hacia arriba y se acerco a su cuñado  y sobrino.- Coman todo lo que les hice-. Beso sonoramente la mejilla del niño y le dio un abrazo a Edward-. Los quiero, nos vemos mañana.

-También te queremos, Bells-. Dijo Edward mientras la veía irse-. Gracias, como siempre eres asombrosa.

-Lo sé-. Le sonrió desde la puerta-. Descansen.- Y sin decir nada más, salió de la casa.

Cuidar de Edward y Nate era algo tan simple para ella como respirar.

Sabía que no tenía porqué hacerlo, de hecho todo el mundo se lo decía, pero desde la partida de su hermana, Bella no había podido dejarlos solos.

Edward quiso romper todo cuanto había delante de él al enterarse de que su esposa lo había dejado por otro. A él y a su hijo. Entendía que no lo amara, pero Nate… el no tenía la culpa.

Inmediatamente, Emmett y Jasper, el novio de Alice, sus abogados personales, habían arreglado los papeles que indicaban el abandono del hogar y la tenencia absoluta de Edward sobre Nathaniel.

En esos tres años, Tanya solo se había comunicado ocasionalmente con su padre, pero luego de las intensas insistencias del hombre porque regresara, dejo de llamar.

La relación con Bella se arruino completamente y ella ya no pensaba en Tanya como en su hermana, sino como la ex mujer de Edward, nada más.

Una vez que llego a su casa, Bella fue a darse un baño. Amaba a su sobrino, pero la dejaba agotada. Eso y el trabajo en el estudio que cada vez incrementaba más, aunque no así su salario.

Una vez que salió de la ducha y comió algo rápidamente, se acostó en su cama a ver algo de televisión mientras esperaba que el sueño llegara en todo su esplendor.

Cuando casi estaba quedándose dormida, sonó su teléfono.

-¿Rose?- saludo Bella a su amiga.

-Hola, Bella-. Respondió animadamente la chica del otro lado- ¿Estabas durmiendo?

-Casi-. Admitió.

-Recién son las nueve de la noche, Bella…- la reprendió del otro lado.

-Lo sé, Rosey…-suspiro- estuve toda la tarde con Nate.

-¿Qué vamos a hacer contigo, amiga?- Bella podía imaginar a su amiga, sentada en uno de los sillones de la casa que compartía con su esposo, enrollando un cabello en su dedo-. Sé que amas a Nate, por supuesto que yo también amo a ese niño- cabe mencionar que Rosalie estaba casada con Emmett, el hermano de Edward.- Pero no puedes vivir tu vida a través de ellos.- incluyó a Edward en la ecuación-. Sabes que los amo, pero es verdad.

-No vivo mi vida a través de ellos, Rosalie-. Se quejo Bella-. Pero sabes que Edward no puede solo con el niño, la tienda, la casa…

-Y no esta solo, nos tiene a todos nosotros.

-Pero Nate esta acostumbrado a hacer las cosas conmigo…

-Isabella, no quiero tener esta charla contigo de nuevo-. Si bien el tono de voz de Rose era calmo, Bella sabía que se estaba enfadado-. Te llamaba para otra cosa.

-Dime, amiga-. Respondió.

-Mañana a la noche, no hagas planes.

-¿Qué tienes pensado?- pregunto pensando en que seria alguna salida de chicas con ella y Alice, como solían hacer.

-Hay una cena en el estudio donde trabajan los muchachos-. Dijo haciendo referencia al estudio de abogados donde Emmett y Jasper eran abogados adjuntos-. Y vendrás con nosotras.

-¿Ah si?

-Sí.- no le dio tiempo a objetar-. Ponte algo sexy, pasaremos con Emmett por ti a las siete.

-¿Puedo negarme?

-No.- resolvió cortantemente.- Insisto en lo sexy-. Agrego Rose-. Ponte ese vestido que te regalo Alice para tu cumpleaños.

-¿El negro sumamente escotado?

-Exacto-. Acordó Rose-. Tienes atributos y debes mostrarlos.

-Dios Santo-. Se quejó Bella-. ¿Qué planes tienen para mí?

- Una noche de diversión, creo que sobrevivirás-. Suspiro-. A las siete, Bells-. Le recordó-. Que descanses.

-Tu también, mi capitán-. Bromeo. Bella solía llamarla así cuando le daba órdenes, cosa que solía ocurrir bastante seguido. Rose no era de las que sugerían amablemente como Alice.

Una vez que cortó la comunicación, Bella se dispuso a dormir.

Conocía a sus amigas, seguramente tendrían algo planeado, pero la realidad era que no tenía ganas de pensar ni preocuparse antes de tiempo, por lo que se fue a dormir sin pensar en el mañana.

 

 
   

 

 

 

La tarde siguiente, a las seis y cuarenta y cinco, Bella estaba parada frente al espejo del baño contemplándose.

Se había puesto el vestido que Alice le había obsequiado para su cumpleaños, pero lo había acomodado de manera que el prominente escote no resultara tan desubicado. Lo acompaño con unos zapatos negros simples y una cartera estilo sobre color roja que combinaba con su abrigo largo de igual color. Si bien no era de tener demasiadas cosas ostentosas, para su trabajo debía vestirse bien, por lo que siempre invertía un pequeño capital de su salario para aumentar su vestidor.

Se peino recogiendo su cabello de lado y dejándolo suelto del otro y se maquillo generosamente sin que quede burdo. Un poco de perfume y estaba lista.

-Nada mal, Bells-. Dijo mirándose al espejo. Podría decirse que se veía sexy.

Eran casi las siete cuando sonó el timbre de su casa.

Tomando el abrigo, abrió la puerta.

-¡Edward!- se sorprendió al ver a su cuñado en la entrada.- ¿Qué haces aquí?

-¡Cielos!- respondió Edward al verla así vestida-. Estas deslumbrante, Bella.- le dijo gratamente sorprendido.

-Exageras-. Le respondió la chica sonriéndole.- Es solo un poco más de arreglo de lo normal.

-No quisiera que suene mal, pero es bastante más arreglo del normal-. Le dijo esbozando una media sonrisa-. Asumo que estas saliendo…

-Tu cuñada me invito a la cena que hacen en el estudio de los muchachos-. Dijo intentando no pensar demasiado en el asunto-. Podría apostar que por las ordenes de Rosalie sobre mi vestimenta, van a presentarme a alguien.- Bella conocía de memoria las estrategias de sus amigas. En otro momento hubiese luchado contra ellas, pero la realidad era que necesitaba salir y no veía nada de malo en conocer a alguien nuevo. Por lo general las chicas tenían buenas intenciones y le presentaban amigos o conocidos de alguien, pero nunca habían acertado en sus gustos. Tampoco era que fuera demasiado pretensiosa, solo quería a alguien que deseara formar una familia y que fuera serio, pero dado que a su alrededor cada matrimonio que conocía, salvo el de los Cullen mayores, eran un desastre. Rose y Emmett se habían casado hacía poco tiempo, por lo que todo era color de rosa, aún.- ¿Paso algo con Nate?- le pregunto haciéndose un lado y dejándolo entrar a la casa.

-Nate esta con mi madre en casa-. Explico Edward-. Pensaba en pasarte a buscar, comprar algo de comida e ir a casa a ver unas películas, si tenías ganas.- negó con la cabeza-. Pero debí llamarte antes, lo siento.

-No lo sientas-. Dijo la chica haciendo un gesto con la mano-. Creéme, esa idea me parece mucho más atractiva que ir a esa fiesta, pero creo que si no voy…

-Te matarán, lo sé-. Le sonrió.- Bien, iré a casa así mi madre puede irse-. Se acercó a Bella y le dio un beso en la mejilla-. Creo que quien sea que te presenten esta noche estará de lo más encantado.

-Ya, deja de decir tonterías-. Le devolvió el saludo a Edward- ¿Almorzamos mañana?- le pregunto.

-Sabes donde vivimos-. Le respondió abriendo la puerta de casa. Estaba saliendo cuando se choco con Emmett-. ¡Hey!- lo saludo- ¿Cómo estas, hermano?- le pregunto.

-¡Eddy!- Emmett abrazo a su hermano-. Aquí me ves, vestido a lo James Bond para ir a una fiesta a la que no quiero ir.

-Somos dos, Emm-. Respondió Bella mientras se ponía el saco.

-Déjame ayudarte-. Edward se adelanto para colocarle el saco-. Listo.

-Gracias-. Le sonrió agradecida-. Bien, vámonos antes que tu esposa venga a buscarnos.

-Me envió a mí porque dijo que si te negabas, te sujetara y te metiera al auto, fuera como fuera.

-Siempre tan gentil-. Dijo Bella sarcásticamente.

-Nos vemos mañana, Bells-. Edward salió de la casa y detrás de él, Bella y Emmett lo siguieron.

-Hasta mañana-. Respondió Bella.

Edward vio como entraba al auto de Emmett y este arrancaba para irse a la fiesta. Recordaba cuando solía ir a las fiestas con sus hermanos… parecía tanto tiempo atrás y solo eran unos años.

Sonrió para si y comenzó a caminar para su casa.

Estaba asombrado por el aspecto de Bella.

Si bien, para el siempre había sido una chica muy bonita, esa noche había visto a una hermosa mujer.

La casa de Bella estaba cerca de la suya, por lo que había ido caminando, pensando ir con ella hacia el centro a buscar algo para comer, pero solo no le apetecía, así que decidió que esa noche comerían pizza con Nate.

Estaba algo desilusionado.

La idea de pasar un rato con Isabella siempre era algo que le agradaba.

Desde hacía algún tiempo, Edward se había dado cuenta que sentía algo por ella.

Quizás fuera por la manera en la que ella cuidaba de ellos, o el amor que tenía por Nate, o simplemente porque era alguien a quien quería mucho, él sabía que no era alguien más.

Pero no estaba en sus planes decirle nada.

Ella tenía todo el derecho a conocer a alguien que le ofreciera todo lo que él no podía, horas libres, salidas románticas y sobre todo, ningún drama emocional.

Además, era la hermana de su ex esposa, era imposible.

Una vez que su madre se hubiese ido, Nate bañado y la pizza llegada, Edward y su hijo pusieron una película y se acomodaron para verla.

-Que mal que la tía no pudo venir-. Se lamento el niño.

-Estoy de acuerdo, pequeño-. Acordó Edward pensando en lo bonita que se veía Bella esa noche-. Pero la tía tenía planes.

-Con nosotros se divierte más-. Aseguro Nate mientras se acomodaba apoyando su cabecita en las piernas de su padre.

-Eso espero…- agrego por lo bajo Edward.

Internamente se sentía un egoísta ya que esperaba que, otra vez, su hermana y cuñada se equivocaran al presentarle a alguien.

El problema era que, esta vez, el equivocado era él.

Capítulo 2: Capítulo 2 Capítulo 4: Capítulo 4

 


 


 
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