CORAZÓN ATRAPADO

Autor: bellsamy
Género: Suspense
Fecha Creación: 23/07/2012
Fecha Actualización: 07/03/2014
Finalizado: NO
Votos: 11
Comentarios: 17
Visitas: 9316
Capítulos: 6

BELLA ESTA CASA CON ARO VULTURI , QUIEN ES UN POLICIA RECONOCIDO,ESTE TIENE UNA HIJA Y UN GRAN SECRETO QUE TIENE QUE VER CON LOS CULLEN, ALLI BELLA CONOCERA AL VERDADERO ARO Y ENCONTRARA EL AMOR DE EDWARD

 

¿QUE PASARA? AVERIGUALO!!

Disclaimer: los personajes no me pertenecen, los personajes pertenecen a Stephenie Meyer

 

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Capítulo 4: IV PARTE

Pov Edward

Yo Edward Cullen, hijo de uno de los empresarios más exitosos de los EEUU y heredero de un gran imperio, me encontraba aquí, en mi casa, observando a la esposa de Aro, el hombre que más le había hecho daño a mi familia.

Mi hermanita menor, Alice Cullen de 24 años, estaba junto a mi, ella en actitud desafiante y altanera, la observaba con todo su odio, todo el odio que había estado guardando para los Vulturi y en especial para Aro; ella furiosa amenazaba a Isabella, quien parecia nerviosa, no observaba a Alice, había concentrado su vista en el suelo; al acercarse mi hermana Isabella se inco y comenzo a sollozar.

-No por...Favor…no me golpees- decia.

Alice se detuvo de inmediato y me observo sorprendida, Isabella seguía balbuceando las mismas palabras, me agache a observarla, ella parecia en shock, Alice la habia asustado o estaba finguiendo, eso no me sorprenderia, el maldito de Aro la había enviado aquí para cobrarse lo que le habiamos hecho, aunque el había prometido no tener represalias contra mi familia.

Isabella comenzo a hiperventilar, la observé, luego mire a Alice, quien me pidio que me acercara a Isabella para comprobar que estuviera bien o para corroborar que fuera una farsa, de pronto su llanto se intencifico y comenzo a gritar desesperada- ¡NO ME GOLPEES!-.

La levante rápido y la llame con calma en repetidas oportunidades pero no obtuve respuesta, solo necesitaba que reaccionara, no era muy conveniente que continuara gritando, los niños y la familia se alarmarian.

Intente ponerla totalmente de pie, su cuerpo delgado y frágil empezó a estremecerme en mis brazos, posteriormente, sus extremidades se tornaron rígidas y por segundos elásticas.

Isabella parecia ida, alejada de cada palabra de presión que utilizaba para obligarla a volver a la realidad, frustrado observé a mi hermana, en un asentimiento de cabeza ella entendio mi pedido, necesitaba llevarla a casa de nuevo y revisarla, algo me decía que esta mujer no estaba bien; resignado la tome en brazos y la adentre a la casa.

-Alice la llevaré a mi habitación, distraélos- le ordene a mi hermana.

Ella entró en la casa a gran velocidad y yo tuve que hacerlo un poco más despacio mientras Isabella seguía retorciendose en mis brazos.

Al llegar a la sala de visitas, noté que todos seguían aún reunidos, por tanto la estrategia de Alice para no ser vistos había fallado, mi padre, Carlisle Cullen, me observó sorprendido.

-Hijo- me llamo mi madre.

-Padre no sé que le pasa a la profesora, al parecer es una especie de crisis nerviosa me atrevería a pensar - dije entrecortadamente, observando con cautela a mi padre para que no revelara la identidad de aquella mujer.

Mi padre se levanto de inmediato y me indico que la pusiera en el gran sofa de la sala.

-Estará mejor en mi habitación- le dije caminando más rapido en dirección a la misma, la cual estaba ubicada en la primera planta de la casa, era la única que se encontraba alli.

Con urgencia mi padre me obligo a dejarla en mi cama y la atendio, Alice llegó a los pocos segundos observó a la entrada en donde mi madre, Emmett y Rosalie aguardaban con angustia.

Mi padre nos obligo a salir de la habitación, al cerrar la puerta, noté la presencia de mis lindos sobrinos, quienes me invadieron con sus preguntas.

-Tío Edward, ¿Bella se va a morir?- me preguntó Tamara asustada.

-No mi princesa, es solo que esta un poquito enferma- trate de tranquilizarla.

-¿Y por qué solo la cura el abuelito, mi papi dice que tu tambien eres doctor?- dijo Tommy acercandose a su hermana.

-¿Qué fue lo que sucedió Edward?- me dijo mi madre con rostro severo, ese que pocas veces ocupaba su expresión

-Ustedes ya conocían a Isabella, ¿no es cierto?- nos acuso a Alice y a mi en voz tan baja que solo pudimos escucharla mi hermana y yo.

Alice quien estaba a mis espaldas se giro para encontrarse con mi mirada, los dos asentimos como niños pequeños ante la afirmación de nuestra madre.

-Es la esposa de Aro- dijo Alice en voz monocorde y suave, pero no lo suficiente como para que Emmett y Rosalie la escucharan.

Mi madre se llevo las manos a la boca sorprendida, nos observó con duda y luego con una mirada le indico a Emmett que sacará a los gemelos del salón, mi hermano en un asentimiento se dirigio a mis sobrinos con voz mimada y los convencio de ir a jugar videojuegos, mientras esperaban que mi padre terminara de examinar a Isabella; no puede evitar reírme ante la expresión de mi hermano para convencer a mis sobrinos.

-¿Qué te parece tan gracioso Edward Anthony Cullen Masen?- pregunto mi madre sería.

-Lo siento madre, solo que debes admitir que tienes un hijo demasiado ridículo- dije tratando de contener la risa.

-Esta situación es muy sería Edward, comportáte como el jefe de esta familia- me reprendio mi madre.

-Esta bien, lo siento- me disculpe recobrando la seriedad que me caracterizaba.

-¿Qué haremos?-pregunto Jasper mientras la pequeña Mary le tomaba su rubio cabello y jugueteaba con el, como solía hacerlo desde sus pocos meses de vida.

-¿Qué hace la esposa de Aro aqui? ¿Acaso no es la profesora de mis nietos?- cuestiono mi madre.

-Se supone- respondimos Alice y yo al unisolo mientras Emmett regresaba junto con Rosalie.

-Dejamos a los niños con Nana Kate- dijo Rosalie abrazando a Emmett con una expresión de preocupación.

-¿Alguien nos puede explicar que hace ella aquí?- reitero mi madre.

-No lo sé, madre, ella solo era la profesora de los niños, lleva dos años con ellos- dijo Emmett.

-¿Alguno sabía que era la misma persona?- cuestionó mi padre entrando a la sala de estar.

Guarde silencio.

-Edward- presiono mi padre.

-Si bueno… note hace unos dias que ella era la Bella de la que Tommy y Tamara hablaban tanto, el día que fui a recogerlos, no relacione nada, pero al parecer ella si lo hizo-

-Edward, como que no relacionaste nada, acaso no es obvio que algo escondemos cuando llegas tú precisamente por ellos y tu apellido es Cullen y el mio McCarthy…además ellos te dicen tío? Acaso necesitas algo más para sospechar- me recriminó Emmett.

-Lo siento debi prestar mas atención a los detalles- me defendi- se que ahora vendrá Aro por ella, asi que todos deben irse- dije convencido tratando de disculparme.

- No me gusta la presencia de esa mujer aquí, temo por mis nietos- dijo mi madre aflijida.

-Los sacaré de aquí, íran todos a la casa de la playa, cuando las cosas se calmen, podrán volver- dije decidido.

-¡No, iremos todos o nadie se ira!- exclamo mi madre.

-Lo siento mamá esta es mi responsabilidad, sabes que soy el jefe de esta familia y es una orden- dije y me retire de la sala de estar.

Observe el pasillo que llevaba a mi habitación, este era el momento que tal vez había estado esperando, años atrás se había pronosticado está guerra, y aunque sospechará cuales iban a ser los resultados, solo estaba seguro de una cosa, Aro pagaría una a una todas las cosas que había hecho contra mi familia.

En momentos como este odiaba mi estupidez en algunas ocasiones, Emmett tenía razón, como no me había fijado en los detalles, por eso ahora mismo mi familia tenía que huir de las garras de Aro nuevamente.

Camine por los pasillos, hasta llegar a mi habitación; en ella, yacía la causante de todos mis problemas actuales, aquella maldita mujer que había venido a dañar a mi familia, entonces una diabolica idea se me atrevesó, en mi cinturón, reposaba un arma, aquella que me había defendido en tantas oportunidades, mi apreciada amiga, me ayudaría a desaserme de la maldita mujer de Aro, con esto Aro pagaría una a una sus deudas con mi familia.

Decidido abri la puerta, saque el arma y le apunte.

Isabella, dormida en mi cama, ni se inmuto ante mi amenaza, toque el gatillo desesperado, tenía que matarla esa sería la solución.

Había disparado esta arma en diferentes oportunidades y aquí, ahora, frente a mi víctima, tan frágil y bella, no podía, algo en mi interior me decía que ella no merecía morir y mi cabeza me reclamaba todo lo contrario.

Aturdido después de unos minutos alli de pie aun con el arma en el aire la baje, la guarde y me arrodille sintiendome un cobarde, le había fallado a mi familia, a mi hermana, ahora solo me merecia la muerte.

-¿De verdad no me matarás?- dijo de pronto Isabella sentada en el borde de la cama.

Negué con lágrimas en los ojos.

Ella me observó con curiosidad.

-¿Me dirías por que lloras?- cuestionó ella.

Negué de nuevo.

-No entiendo que es lo que sucede entre tu familia y Aro, yo…solo quiero saber la verdad- me dijo observandome con seriedad.

No respondi nada.

-Edward… ¿necesito la verdad?- guarde silencio- no entiendo por que me secuestraron, tampoco que sucede entre ustedes y Aro, y sabes…no me interesa morir, solo quiero saber que pasa, si me dices me iré lejos y te juro que jamás volveras a saber de mi- dijo muy segura.

La observé sorprendido.

Un móvil irrumpio nuestra conversación.

-Rayos, es… Aro…- dijo contrariada.

Me levanté apresuradamente y volvi a apuntarle con el arma, no estaba seguro si mi familia ya se había marchado y no iba a permitir que ella revelara su paradero con ellos aquí.

Sin importar mi amenaza ella contesto.

-hola- saludo sin ánimo y con un tono de voz aspero.

Guardo silencio por unos minutos.

-Aro no estaré en casa, estaré en casa de Angela en Forks, no quiero verte, me haces daño- dijo sollozando.

-Ya no me importa quien eres, o que haces o quienes son los Cullen, ya no me importa nada Aro, alejate de mi- le dijo de nuevo.

Guardó de nuevo silencio y me observó suplicante, como si necesitará algo de mí.

Al captar su mirada, me sorprendi, era como si algo nuevo estuviese surgiendo en mi corazón y aquel odio iracional que le tenía, se hubiese esfumado con solo la conexión de nuestras miradas.

Soprendido y anonadado sacudí mi cabeza de lado a lado para alejar las absurdas ideas que se formaron en mi mente.

No supe el momento exacto en el que ella corto la llamada, lo que me alerto fue su llanto desmedido.

Se veía tan inocente y destrozada que decidí darle privacidad, por lo que emprendi mi salida de la habitación.

-No te vayas- me pidio en un leve susurro.

Me gire para observarla, parecia un poco mas calmada.

-Quiero que me escuches, solo por esta vez, no se que pensarás de todo esto ni yo misma sé ni que pensar, pero Edward… tan solo quiero que me escuches un momento- me pidio suplicante.

Quise correr de allí, sabía que si seguía escuchando aquellas suplicas no tardaría en ceder.

Ella vacilo y volvio a la cama, me quedé paralizado, sin pronunciar palabra, no sabía exactamente que decir, quería oirla, saber que pensaba, pero no necesitaba meterme en más líos, mi familia entera estaba implicada en mis malas desiciones, no podía permitir que ninguno sufriera algún daño por mi causa.

La respiración acompasada de Isabella me saco de mi encimismamiento, despacio y tratando de no hacer ruido me acerque a su delicado cuerpo, pude sentí su olor a fresías, provenía de su cabello, me concentre por unos momentos en su rostro con pequeñas arrugas en la frente, de pronto puede detallar en el, unos rastros rojos en sus pomulos, inquieto me acerque para tener una mejor vista, trate de no tocarla pero aquella marca me llamaba, quería analizar el origen de esas huellas.

Isabella se removio inquieta, giro su cuerpo dejando al descubierto parte de sus brazos y muñecas, su cuello, delicado y fino, tenia rastros negros en el, sus muñecas poseian los mismo rastros; intrigado por aquellas marcas, las palpe una a una, con cuidado de no ir a despertarla, al parecer la dosis de tranquilizantes que le había suministrado mi padre había sido lo bastante fuerte para que logrará dormir de nuevo.

De hecho me había sorprendido bastante, el ver que había despertado tan pronto.

Me senté al borde de la cama alejandome del cuerpo de aquella mujer, no entendia que era lo que me sucedia pero necesitaba estar cerca de ella, me angustiaba verla allí, tan indefensa, dolida y casi destruida, algo en mi interior me decía que todo aquello era verdad, que su dolor era sincero, que ella era inocente de todo aquello que giraba entorno a su vida.

Poco a poco me senti muy cansado, verla dormir, me había agotado a mi también, inconsiente del lugar en donde me vencía el sueño, deje que este se apoderara de mi, llevando a una fantasía de la cual Isabella Swan de Vulturi, la esposa de mi peor enemigo era la protagonista.

En aquel sueño recorde aquella canción que tanto repetia Alice, “lo mejor que hay en mi vida, de Andres Cepeda”, aquella que le cantaba a Jasper con tanta pasión…

“Quien me puede prohibir que yo mencione tu aire, quien me puede prohibir que te sueñe por las noches. Quien nos puede dividir si este amor es diferente y te juro que no hay nadie que me aleje ya de ti, quien va a robarme esos momentos de felicidad infinita. Quien va prohibirme que te quiera y que tu seas siempre mia y aunque yo juro entre nosotros, para mi no estas prohibida. Quien va a prohibirme que te entregue lo mejor que hay en mi vida. Cuando no quede en este mundo una persona que te quiera aquí estare para decirte que te espero hasta que muera y te repito una y mil veces para mi no estas prohibida quien va a prohibirme que te entregue lo mejor que hay en mi vida, quien me puede prohibir que te extrañe cuando faltas es que yo no se fingir y si no estas no tengo alas quien me puede prohibir que por ti pierda la calma quien me puede prohibir que te regale mi alma, quien va a robarme esos momentos de felicidad infinita, quien va a prohibrme que te quiera y que tu seas siempre mia Y aunque haya un punto entre nosotros para mi no estas prohibida, quien va a prohibirme que te entregue lo mejor que hay en mi vida, cuando no quede en este mundo una persona que te quiera, aquí estare para decirte que te espero hasta que muera y te repito una y mil veces para mi no estas prohibida, quien va a prohibirme que te entregue lo mejor que hay en mi vida,  lo mejor que hay en mi vida.”

De pronto aparecio Bella, esa mujer que no parecia la esposa de Aro, esa que solo sonreía dulcemente, aquella que lograba hacer latir mi corazón más rápido, aquella que me había estremecido el día en que la vi en su salón de clases, jugando con esos pequeños.

No podía negarlo, cuando la había tenido cautiva me había parecido insignificante, pero aquel día en su escuela, ya no era simplemente la esposa de Aro, ella era una mujer y una muy bella, por eso había ignorado su peligro, no me importaba, desde ese día la había seguido cada día, desde ese día me había obsecionado con ella, desde ese día, me había enamorado de ella, ella no estaba prohibida o por lo menos eso queria creer; ella era esa mujer que necesitaba para existir.

Asustado brinque de la cama al escuchar el timbre de mi movil, pero de la impresión no lograba encontrarlo, recordaba cada palabra que había alimentado en mi sueño, no podía ser cierto, había preferido cegarme por una ilusión de amor y había dejado a mi familia en peligro, ella tenía que morir, tal vez luego me mataría yo, pero sabía muy bien que ella no era para mi, ella era de Aro.

-¿Edward…sucede algo?- cuestiono ella angustiada.

Desorientado la observe – mi movil- dije entre bostezos.

-Edward…- balbuceo Bella acercandose a mi y posando sus labios sobre los mios con pasión.

Capítulo 3: III PARTE Capítulo 5: V PARTE

 


 


 
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