(Cristina)
Cuando la clase termino guarde mis cosas y salí esperando a Troy, lo encontré junto a tres chicos más, pensé en darme la vuelta y dejarlo tranquilo hasta que él me vio y empezó a llamarme.
-chicos les presento a mi nueva amiga Cristina-me presento Troy poniendo su brazo alrededor de mi.
-soy Caleb, ellos son Dylan y Ryan-se presentó un chico alto moreno de ojos café. Dylan era pelirrojo de ojos verdes y Ryan castaño de ojos azules. Eran muy guapos la verdad
-es un gusto-sonreí amable. Juntos nos dirigimos a la cafetería, estaba un poco incómoda puesto que Troy no había sacado su brazo de encima.
-bien y Cristina ¿de dónde vienes?-pregunto Caleb después que nos sentamos todos en una mesa con nuestras bandejas.
-de New York, mis padres querían un cambio-dije tomando de mi jugo. Estos chicos eran agradables, quedamos en ir a la playa el viernes después de clase. Veía una gran amistad.
En mi recorrido de la escuela a mi casa fue tranquilo, Caleb se ofreció a llevarme pero preferí caminar y así poder conocer un poco más la reserva. En New York era difícil caminar sin que te empujaran o con el temor a que te asaltaran.
Al doblar por una esquina vi una pequeña cafetería, decidí entrar, mis padres seguramente estaban en su trabajo y no tenía ánimo de cocinar.
-hola buenas me da un sándwich, un panecillo y un latte de vainilla por favor. Todo para llevar-le dije al mesero mientras me sentaba a esperar, regreso con mi orden unos minutos después.
Estaba escuchando count on me de Bruno Mars, estaba en la mejor parte cuando sentí un crujido en el límite del bosque.
-no deberías entrar al bosque, chiquilla-una voz me detuvo, no me di cuenta que estaba entrando al bosque.
-emm ¿okey? Y no me llames chiquilla. Chiquillo-remarque la palabra de como él me había llamado.
-okey-dijo con una sonrisa divertida. Por primera vez voltee a verlo, era muy alto debería media 1.90 o un poco más, tenía la piel bronceada, cabello negro como la tinta y ojos chocolate, me quede hipnotizada con ellos y él de los míos.
-ammm, gracias por la advertencia, adiós chiquillo-dije rompiendo el silencio que se había convertido.
Al llegar a mi casa, me puse un pijama y me senté a comer mi pequeño almuerzo viendo Netflix.
|