Sálvame (+18)

Autor: PrincessCullen
Género: Romance
Fecha Creación: 06/08/2013
Fecha Actualización: 25/05/2018
Finalizado: SI
Votos: 16
Comentarios: 51
Visitas: 47468
Capítulos: 15

-¡¡¡Tú me engañas!!! - Gritó acercándose a mí, con sus ojos llenos de furia.

- Claro que no, por favor... Sabes que jamás lo haría. Yo te quiero. - Lágrimas corrían por mis mejillas. Dios… ¿cuánto más tendría que aguantar esto? 

- Mentira... ¡Me engañas!... ¡Te revuelcas con el primero que se te aparece! - Volvió a gritar empujándome contra la pared. Mis músculos no reaccionaban, estaba asustada, no era la primera vez que lo veía así, pero hoy estaba peor. Mucho más enfadado que las veces anteriores.

- Eso no es cierto... - Lloré, las palabras salían entrecortadas de mi boca. Casi forzadas.

- ¡¡¡Eres una cualquiera!!! – Gritó de nuevo y estampó su puño contra mi mejilla. Lo último que sentí fue la sangre saliendo de mis labios.

Nota: Los recuerdos y los sueños de los personajes, los podrán encontrar en letra Cursiva. Mensajes de texto y llamadas telefónicas en Negrita. 

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Declaimer: Todos los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, pero la trama es de mi autoría. (Fic protegido por SafeCreative)

 

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Capítulo 9: Confusión.

Sálvame.

Capítulo 9: Confusión.

 

BELLA POV

 

Mientras me vestía, pensaba en los hechos extraños que habían sucedido a lo largo de la semana, mi marido se iba a las seis de la mañana y no regresaba sino hasta pasada la media noche, o si llegaba temprano se encerraba en su despacho y de ahí no salía.  Sí, muy extraño.

 

Eso sin mencionar que no me había puesto ni un dedo encima desde hacía casi dos meses, algo que me tenía totalmente sorprendida y un poco aliviada, podía usar mis mejores prendas sin preocuparme de tener que tapar un moretón o algo así.  

 

Otra cosa que rondaba por mi cabeza, era el hecho de pillar a Anthony salir del despacho de Paul, muy sospechoso, lo había interrogado pero justo cuando perdía la paciencia, mi teléfono había sonado, cuando fui a cogerlo, él se despidió diciendo que tenía cosas que hacer y prometiendo volver pronto. Promesa que hasta ahora no ha cumplido, y eso que fue la semana pasada.  Bueno… ya le preguntaré luego.

 

En eso, sonó mi teléfono.

 

-¿Aló? –respondí sin ver el identificador.

 

-Bella, estoy afuera. ¿Ya estás lista? –Mierda, Rose.

 

-Ah, no. Ya casi termino. Espérame.

 

Colgué  toda prisa y terminé de arreglarme. Alisé mi cabello con mis dedos y tomé mi bolso junto con las llaves, al salir, ella estaba ahí con su descapotable rojo, esperándome deslumbrante con una amplia sonrisa en sus labios. Le devolví la sonrisa, me encantaba salir con ella, era tan divertida y abierta, una gran amiga, sin duda.  Nos saludamos y rápido nos fuimos.

 

-¿Cómo va todo? –cuestionó preocupada como siempre. Le sonreí.

 

-Excelente, nada de qué preocuparse.

 

-Bueno, ¿y Paul? No he sabido de él en un buen tiempo.  Ha de tener mucho trabajo, ¿no? –se notaba su ceño levemente fruncido.

 

-Bueno, sí, supongo. Sale temprano y llega tarde. –Me encogí de hombros.- Esa es su rutina desde hace más o menos un mes y medio.

 

-Oh –fue todo lo que dijo.

 

El resto del trayecto lo hicimos en silencio,  cuando llegamos al centro comercial, estacionó y nos dirigimos a los elevadores, una vez entre los pasillos del gran CC, íbamos hablando de nosotras mientras veíamos las vitrinas de las tiendas, una en particular llamó nuestra atención, nos miramos, reíamos en complicidad y entramos.

 

Una hora más tarde salimos con cinco bolsas cada una, yo no paraba de reírme de las ocurrencias de mi hermano, mi cuñada las relataba con demostración y todo y no podía ser más divertida. Así estuvimos unas horas hasta que nos decidimos tomar un descanso, fuimos hacía la zona de la feria y tomamos asiento mientras decidíamos que comer. Al final, fue pizza.

 

Mientras comíamos, hablábamos de trivialidades, evitaba por completo que me contara sobre sus citas románticas con mi hermano, no eran tema de mi agrado porque me recordaban mi miseria de matrimonio.  Matrimonio…, como había soñado yo con casarme, y lo había hecho sí, con Paul. Él me había enamorado de la idea del amor y había caído por completo, ahora entendía mi error, nunca debí casarme con él, sin conocerlo complemente, como me arrepentía de mi error, como me criticaba a mi misma por haber sido tan estúpida, tan inocente, tan… ingenua.

 

-¿Bella, me estás oyendo? –Rose agitaba su mano delante de mis ojos. Parpadee un par de veces y asentí.

 

-Sí, sí… perdón. –me sonrió y siguió hablando de cómo le había ido en su última sesión de fotos.

 

A eso de las seis de la tarde decidimos irnos, nos despedimos y cada una tomó su camino, mientras yo conducía camino a mi casa pensaba en lo poco que me quería a mí misma, era así, no podía mentirme, ¿quién se dejaría golpear por su marido si tan solo se quisiera un poquito? Nadie.  

 

Pero hablando claro, ¿a quién podría decirle? ¿A mi mamá? Posiblemente me mandaría a internar en un siquiátrico antes de ayudarme o si quiera averiguar si en realidad digo la verdad. Mi padre queda descartado de una, mi pobre padre siempre había sido el títere de la arpía de mi madre y no es por hablar, pero el muy tonto ni cuenta se daba de que ella lo utilizaba para sus fines ‘malvados’. A mi hermano por descontado que no, mataría a Paul y tampoco quiero algo así. ¿A Rose? No, de inmediato se lo diría a Emmett y bueno… ya sabemos lo que este haría.

 

Del resto, no tenía a nadie más, no tenía amigos, familia, nadie. Estaba sola.

 

Anthony… susurró mi cabeza y casi me doy de trancazos contra el volante. ¿Qué disparate es ese? ¿Decirle a Anthony? Sí, claro. Ni siquiera lo conozco lo suficiente para decirle Thony o algún otro estúpido apodo. Idiota, Bella, eres una idiota.

 

Cuando llegué a casa, me asusté, las luces estaban encendidas, apagué el auto y miré a los lados. El auto de Paul no estaba, ¿qué demonios…? Me bajé completamente asustada del auto, saqué las llaves de mi bolso y caminé a la entrada, ni siquiera tuve tiempo a meter la llave en la cerradura, ya Paul estaba ahí, abriéndome la puerta. Dios… estoy muerta.

 

-Isabella… qué bueno que hayas llegado. Estaba realmente preocupado… por ti. –murmuró con la voz tan baja que creí que no podría oírlo, pero si lo hacía, tal vez debido a la cercanía en la que nos encontrábamos. Me tomó de la mano, cerró sus dedos alrededor de los míos y me haló dentro de la casa. Cerró de un portazo.

 

-¡¿Dónde coño estabas?! ¡Son casi las siete de la noche! –gritó exasperado, caminando delante de mí de lado a lado como un poseso.

 

-Yo fui de compras con Rose, como siempre. –susurré bajando la cabeza. Humillante, lo sé.

 

-¡¿Quién te dio permiso para salir de esta casa?! ¡¿Quién?! –tragué. Por favor, que no me golpee. Por favor, que no me golpee. Por favor, que no me golpee… Ese era mi ahora, mantra interno.

 

-Yo…, lo siento. De vedad.

 

Un golpe.

 

Abrí los ojos y Paul tenía su puño contra la puerta, tras de mí. Abrí la boca sorprendida, no me había golpeado a mí, había golpeado la puerta. ¿Cómo era posible?

 

-Tienes suerte de que no pueda tocarte… -su voz baja volvió a causarme un calosfrío. Un momento, ¿cómo que no podía tocarme? ¿De qué coño estaba hablando? – Sólo será un tiempo… Luego podré molerte a golpes… -continuó hablando, yo cada vez estaba más asustada.

 

¿Qué?

 

-Recuerda, Bella… -tomó mi mentón entre sus dedos, acercó su boca a la mía… - Eres mía… -terminó de decir y plantó un beso brusco sobre mis labios. No correspondí de inmediato, pero su urgencia me tomó por sorpresa así que después de algunos segundos, moví mis labios sobre los suyos. Él se separó rápidamente, con una sonrisa irónica en sus labios.

 

-Así me gusta… -y se fue.

 

Quedé aturdida un par de minutos y cuando volví a tener el alma dentro del cuerpo, me obligué a caminar hacia la habitación. Las piernas me temblaban, al igual que el resto del cuerpo. Dios… Necesitaba una ducha.

 

EDWARD POV

 

Entré a la oficina de Riley con una gran sonrisa en mis labios, cuando me vio frunció el ceño.

 

-¿Y a ti qué te pasa?

 

-Lo tenemos, Riley. Tenemos a McGregor, tenemos pruebas. –le tendí la carpeta donde habían varias fotos y algunos documentos.

 

-¿De qué demonios estás hablando? –preguntó incrédulo, ojeando el contenido de la carpeta, rápidamente.

 

-Metieron la pata, él y sus socios. El día ese de la entrega de ‘mercancía’ Bree y yo seguimos a uno de los socios de Paul y él nos llevó a la ratonera que tienen por “oficina” –hice comillas con mis dedos.- Son unos idiotas, estaban esperando un gran cargamento, pero algo se les complicó y tenían que ir a retirarlo ellos mismos. Les seguimos ¿y adivina qué? Están metidos hasta el cuello.

 

-¿De qué estamos hablando, exactamente?

 

-De todo, Riley, de todo. ¡Drogas, mujeres, niños, armas! Todo.

 

Se quedó pensativo un momento y luego se puso de pie, aventando la carpeta sobre su escritorio.

 

-Tengo que irme.

 

Entonces me dejó en su oficina. 

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Gracias a todas las que me han apoyado con esta historia. Sus votos y comentarios son maravillosos y me ayudan a seguir con esto, las adoro a todas, muchas gracias. LAS AMO: 

 

Besos. 

 

PrincessCullen. 

Capítulo 8: Impotente. Capítulo 10: En la piel de Paul.

 
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