Amnesia

Autor: Lily_cullen
Género: Romance
Fecha Creación: 19/12/2017
Fecha Actualización: 23/02/2018
Finalizado: SI
Votos: 2
Comentarios: 18
Visitas: 38994
Capítulos: 21

La pulcra y ordenada vida de la estudiante de psicología Isabella Swan, toma un giro hacia la locura cuando encuentra el tema perfecto para su tesis de amnesia –un hombre joven, sin ningún recuerdo de su vida anterior con una acusación de asesinato.

Contra todo sentido común, Isabella se siente atraída por él como una polilla a una llama. Tal vez es que él es tan masculino, aún esposado a la cama del hospital, que podría pasar por un anuncio de colonia –Perfume de Locura. O tal vez es porque ha pasado demasiadas noches solitarias estudiando. De cualquier manera, está  decidida a ayudarlo a resolver el misterio de su pasado. Comienza a desentrañar quien era antes con sus tatuajes crípticos, y sus pinturas que gritan sobre un pasado oscuro como sus únicas pistas. Cuando ella finalmente descubre su secreto no sabe cuál es el verdadero él, el amante tierno del cual se ha enamorado o el hombre atormentado con un pasado oscuro.

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Los personajes le pertenecen a Stephanie Meyer. La historia le pertenece a la autora Kendall Ryan del libro Unreavel me. Yo solo lo adapte con los personajes de Edward & Bella. 

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Capítulo 18:

Ni Logan ni yo hablamos acerca de habernos visto fuera de la cafetería. Comenzaba a creer que no me había visto, pero una mañana unos días después, cuando me iba, le había dicho que iría a tomar un café con mis amigos, se volvió hacía mí y me dijo—: Saluda a Tyler de mi parte.

 

Se me formó un nudo en el estómago por los nervios. Me había visto, pero ninguno de los dos estaba dispuesto a admitir lo que iba a hacer esa mañana, eso era en ambos sentidos. Hacer las cosas de esta manera se sentía como si lo estuviera engañando, pero necesitaba respuestas. Algo me hacía querer investigarlo. Había compartido libremente mi cama con él.

 

Simplemente asentí con la cabeza débilmente, salí por la puerta y caminé rápidamente todo el camino hasta la cafetería. Cuando entré ni Tyler ni Bree habían llegado, así que me dirigí a la fila para ordenar. Pedí un té, esperando que pudiera calmarme, pero estaba demasiado nerviosa para beber algo y se enfrió rápidamente en la mesa. Finalmente las campanas de la entrada sonaron y alcé la mirada para ver llegar a Tyler y Bree.

 

Bree estaba exactamente como la recordaba, con sus largas trenzas enmarañadas con un aspecto desaliñado. Me puse de pie y agité ambas manos sin saber qué otra cosa hacer. Estaba hecha un manojo de nervios.

 

Tyler no me había dicho mucho, solo que Bree había reconocido las pinturas y quería encontrarse conmigo, cosa que hizo que, lo que fuera esto, pareciera más siniestro.

 

—¿Entonces conoces al chico de la pintura? —le pregunté, incapaz de guardar siquiera un nanosegundo de silencio.

 

—Sí, ese es Edward.

 

—Edward —repetí. El nombre se sentía extraño en mi boca.

 

—Sí, Edward Masen, el profesor más joven de Historia del Arte que ha trabajado en Northwestern. —Historia del Arte, las piezas en mi cabeza hacían click—. ¿Qué más sabes de él?

 

Bree se mordió el labio. —¿Tyler, podrías ir a pedirnos unos cafés?

 

Él asintió con la cabeza y se levantó de la mesa.

 

Bree suspiró y continúo. —Estoy segura de que hay dos lados de cada historia. —Retorcía las manos sobre la mesa—. La relación de Logan con él era apasionada pero inestable. Se conocieron en Memphis, donde Edward fue contratado para pintar un mural de un bar un verano hace un par de años. Logan es una artista también y estaba ahí para un seminario de verano.

 

Mi estómago estaba tenso de tantos nervios y puse mis manos sobre mi regazo, esperando a que continuara.

 

—¿Entonces, dónde está Logan ahora? ¿Siguen juntos? —Si tuviera la oportunidad de ayudar a Logan. . . Edward, me corregí, a recuperar su identidad, lo haría. Aunque la verdad significara el final de mi relación con él.

 

Bree suspiró. —Las cosas terminaron mal entre ellos y no estoy segura de cuánto le gustaría a Logan que te dijera, tengo que consultarlo primero con ella.

 

No me atreví a preguntar nada más, no estaba preparada para que mi mundo se derrumbara de repente.

 

Garabateé mi número de teléfono, correo electrónico y dirección debajo de un viejo recibo de Bree. —Por favor. Hazme saber cualquier cosa que puedas.

 

Ella asintió. —Lo haré.

 

Tuve la creciente necesidad de buscar a Edward en internet con mi teléfono. Incluso aunque lo estaba investigando a sus espaldas, que era donde yo había dibujado la línea, pero casi me mató no hacerlo de camino a casa. Me puse los auriculares y ajusté el volumen para evitar pensar.

 

No fui a casa de inmediato. No podía hacerle frente a Logan, o a Edward, o a quién demonios fuera. Demasiados pensamientos se arremolinaban en mi mente. ¿Qué pasó exactamente entre él y Logan? ¿Su relación significaba que era gay y que solamente estaba. . . confundido conmigo? ¿Cómo es que terminó un profesor de Historia del arte en un almacén sucio ese día? Aún con esta nueva información, todavía había muchas preguntas sin respuesta.

 

Me senté en el tren y me puse a escuchar mi música, mirando por la ventana con la vista perdida mientras que miles de pensamientos corrían por mi cabeza. Mantuve los auriculares firmemente en su lugar para desalentar a cualquier extraño hablador.

 

Más tarde, me encontré andando por Lakeshore Drive, pero cuando las parejas paseando cogidos de la mano se hicieron demasiado numerosas, hui por una calle lateral. Disfruté de un cono de helado de chocolate cuando me di cuenta de que no había comido nada en todo el día. Entonces, para evitar ir a casa todavía, me aventuré en una linda boutique y me compré dos blusas y un par de jeans.

 

Cuando supe que no podía evitar por más tiempo la situación con Logan/Edward, finalmente tomé el tren para ir a casa.

 

Entré y dejé las bolsas con la ropa en el suelo. —¿Logan? —grité. Parecía que no había nadie en el apartamento.

 

—En la cocina —gritó él.

 

Su voz me calmó instantáneamente. ¿Qué era lo que yo tanto temía? Éramos perfectos juntos. Me aferré a la pequeña esperanza de que todo terminaría bien. Me apoyé en el marco de la puerta de la cocina, mirándole mientras ponía unas pechugas de pollo ligeramente enharinadas a fuego lento en una sartén con mantequilla.

 

Levantó la vista y sonrió. —Encontré una receta en internet de Pollo Marsala. —Le puso un puñado de champiñones en rodajas y esparció un chorro de vino Marsala en la sartén.

 

—Huele de maravilla. —El aroma a ajo que salía de mi cocina me hacía la boca agua.

 

Se lavó y secó las manos en el fregadero—. Ven aquí, nena.

 

Obedecí y caminé silenciosamente hacía él.

 

Me tomó entre sus brazos y me besó en la boca. —¿Por qué te fuiste durante todo el día? —murmuró.

 

—Lo siento. Simplemente tenía que salir.

 

Se apartó un poco y me estudió con una expresión confusa. Acababa de abrir la boca para hablar cuando un ligero toque en la puerta captó nuestra atención.

 

—¿Quién podría ser? —pregunté mientras me alejaba de él para ir abrir la puerta.

 

Los toques continuaron hasta que llegué a la puerta y la abrí.

 

Había una mujer frente a mí con aspecto cansado. Era delgada y menuda, con cabello negro y piel olivácea. Tuve una molesta sensación y me tomó solo un segundo hacer la conexión; era la mujer de las pinturas.

 

Me quedé allí de pie con la boca abierta. Ella era una belleza impresionante ¿Qué estaba haciendo aquí?

 

—¿Está. . . mmm está Edward aquí? —Se puso de puntillas para echar un vistazo al apartamento.

 

—¿Quién eres? —No pretendí que mi tono de voz sonara rencoroso; simplemente se coló en la pregunta.

 

—Soy Logan. —Sonrío tan deslumbrantemente que hizo que se me debilitaran las rodillas y se me revolviera el estómago. ¡Mierda! ¿Ésta era Logan?

 

Edward tuvo que oír su voz desde el otro cuarto, porque cuando me volví estaba ahí de pie con un trapo de cocina en el hombro y su cara era una mezcla de emociones.

 

—Edward. —Su voz se quebró y corrió hacía él, saltando a sus brazos, haciendo que chocaran los dos contra el suelo con un ruido sordo. Pegó su cuerpo al de él, atacando su boca y rostro con besos. Parecía aturdido, pero no la aparto.

 

Era enfermizo verlo, pero como con un accidente automovilístico, no podía apartar la mirada.

 

Después de varios segundos de apabullarle en el suelo, él se levantó y la ayudó a levantarse. Sus mejillas estaban enrojecidas y sus labios húmedos. Ella se colgó de su costado como un cachorrito necesitado.

 

No me había dado cuenta, pero las lágrimas que se habían acumulado en mis ojos estaban amenazando con desbordarse.

 

Él le habló en voz baja y le indicó que se sentara en la sala de estar, mientras me guiaba hasta la cocina.

 

El pollo cocinado a fuego lento con salsa de vino, nuestra cena romántica para dos, se acababa de convertir en una incómoda fiesta para tres. O tal vez aún sería una cita para dos —ellos dos.

 

Me tomó entre sus brazos y me abrazó. Un sollozo ahogado escapó de mi garganta.

 

—Edward. Tú nombre es Edward —le dije.

 

Él asintió con la cabeza, el recuerdo cruzó por su rostro—. Sí, Edward.

 

Lágrimas escaparon de mis ojos, resbalando por mis mejillas.

 

Me palmeó la espalda y luego me soltó—. Lo siento, Bella, pero te importa si yo. . . —Inclinó la cabeza hacía la sala de estar.

 

Mi corazón se encogió dolorosamente dentro de mi pecho—. Por supuesto, ve con ella.

 

Agarré mi bolso y hui del apartamento, incapaz de ser testigo de su conmovedora reunión. Él tenía su nombre tatuado en su maldito brazo. No harías eso por alguien a quien no amaras realmente.

 

Me dirigí directamente hacía el bar de la esquina que había al final de la calle. Necesitaba alcohol y lo necesitaba ahora.

Capítulo 17: Capítulo 19:

 
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