Más allá del Amanecer

Autor: RenesmeeCullenSwan
Género: + 18
Fecha Creación: 30/07/2014
Fecha Actualización: 31/07/2014
Finalizado: NO
Votos: 7
Comentarios: 7
Visitas: 5115
Capítulos: 4

Renesmee ha vivido con su familia en Montana, casi toda su vida. Al cumplir los 7 años, claro con apariencia de 18 años, quiere un regalo muy especial. Conocer Forks, el hogar que fue de su madre. Pero no solo conocerá un pequeño pueblo. Además conocerá el Amor...

 

Hola a todas, antes que nada quisiera aclarar que está historia no es mía. Esta historia la leí hace como tres años, pero al parecer la eliminaron, por eso la quiero compartir con ustedes, espero y les guste...

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Capítulo 3: Encuentro

POV Renesmee

—Hola, mamá, ¿cómo va todo?

—Extrañándote cielo, todo está muy bien por aquí.

—¿Y papá?

—Muy bien, está junto a mí. Cuéntanos, ¿Cómo la estás pasando?

—¡Genial! Sue es muy amable conmigo y el abuelo también por supuesto. Ayer fui a visitar a Caroline, y hoy nos juntamos de nuevo. Es su cumpleaños, así que saldremos esta noche.

—Veo que estas muy emocionada, que te diviertas y recuerda lo que te dijimos —advirtió con su tono maternal.

—Si mamá, no se me olvida. ¿Me pasas a papá?

—¿Cómo está mi otro tesoro? —preguntó dulcemente.

—Hola papá, estoy bien, solo quería saludarlos y mantenerlos al tanto como prometí.

—¿Así que sales esta noche?

—Si, como le dije a mamá es el cumpleaños de Caroline.

—¿Adónde irán?

Diez segundos, todo un record. Sabía perfectamente que en cualquier momento, sacaría a relucir su vena “padre celoso sobre protector”. Así que mentí.

—Es una salida de chicas, somos Caroline unas amigas y yo.

—Pero no me dices a donde irán —suspiró melodramáticamente—. Solo recuerda ser prudente cariño.

—Lo sé, papá, los amo y saludos a todos.

—Adiós princesa —dijo mi padre.

—Recuerda volver a llamar —escuché hablar a mi madre.

—Lo prometo.

Eran las ocho de la noche cuando Alan llego por mí a casa de mi abuelo. La noche estaba encapotada con nubes oscuras y dispuestas a bañar el pueblo con su lluvia habitual. El abuelo Charlie recibió al hermano de Caroline mientras yo terminaba de preparar un pequeño bolso con mis cosas.

—Pasa muchacho —le escuché desde mi cuarto.

—Buenas noches soy Alan hermano de Caroline.

—Mucho gusto, soy Charlie el tío de Renesmee.

Frente a todos el abuelo Charlie era mi tío, no podía decir que era mi abuelo, ya que Bella —mi madre— era su única hija y hace solo siete años que se había casado y marchado de Forks. Además de no tener mucha pinta de abuelo para una chica que aparentaba tener 18 años.

—Un placer respondió Alan.

—Mi sobrina está terminando de preparar sus cosas, toma asiento.

—No hace falta tío, ya nos vamos —dije emocionada sosteniendo mi mochila color púrpura.

—Pero cuál es la prisa Renesmee, ¿no me vas a contar dónde vas?

—Es una fiesta de pijamas, en casa de mi amiga —afirmé mostrando mi bolso.

—Ya veo. Intentare ser un tío moderno, pórtate bien y llama mañana temprano. Te encargo mucho a mi sobrina Alan.

Alan retrocedió unos pasos ante la seria mirada de mi abuelo Charlie. Y eso que era solo un humano.

—Por supuesto señor, no tienes por qué preocuparte, la traeré yo mismo de regreso.

—Ya Charlie, deja a Renesmee ir con Alan —dijo Sue guiñándome un ojo.

Me despedí de mi abuelo y de Sue con un beso en la mejilla y tome la mano de Alan para escabullirnos dentro su automóvil.

Cuando el motor ronroneo, Alan me miraba con una sonrisa pícara.

—¿Qué? —le pregunté mientras el auto se perdía en la carretera.

—¿Fiesta de pijamas? —musitó levantando una ceja.

—-Sí —sonreí—, prefiero una pequeña mentira que un torrente de preguntas.

—Comprendo, te cuidan mucho.

—Demasiado para mi gusto: ¿adónde vas?, ¿con quién?, ¿a qué hora vuelves?, no hagas esto, no hagas lo otro —me vuelven loca.

Alan soltó una carcajada y sacudió la cabeza.

—No te preocupes, hoy te vas a divertir como nunca, el lugar al que vamos esta increíble.

Cuando llegamos a su casa Caroline, estaba terminando de arreglarse. Lucia muy bonita, llevaba un lindo vestido azul sin tirantes, unas sandalias negras con plataformas y su pelo medio recogido caía en tenues ondas sobre su hombro.

—¡Feliz cumpleaños amiga! —dije mientras la abrazaba y me apartaba para ver su aspecto increíble. Luego le di mi obsequio.

—Muchas gracias, no tenías que comprarme nada, suficiente con que estés aquí para celebrar conmigo.

Caroline tomo la pequeña caja plateada, la abrió y se sorprendió al ver la gargantilla y el juego de aros.

—Es precioso. Me los pondré ahora mismo.

Mi tía Alice tenía un gusto exquisito para las joyas. La gargantilla era de oro blanco con una dimita piedra al final.

—No debiste molestarte Renesmee, espero que no hallas gastado mucho.

—Es un solo regalo, acéptalo y no cuestiones o me ofenderé. Me voy a preparar enseguida te alcanzo.

—Tranquila todavía tenemos tiempo.

Pase a su tocador, mientras ella acababa de retocarse. Tomo mi pequeño bolso y saque mis cosas. Esta noche usaría un ajustado pantalón de cuero negro, con una blusa blanca de mis favoritas. También me pondría mis zapatos, regalo de mi madrina Rosalie.

Mientras mi ropa caía al suelo, recordé mi última salida con tía Alice al centro comercial. Hace unas semanas, había insistido en que comprara este atuendo. Un maniquí lo portaba en la vidriera de la tienda más exclusiva de Montana. Me queje alegando que era inútil comprar algo que no iba a usar. Mi papá era demasiado anticuado y no permitiría que su “niña” saliera a la calle, usando algo que no dejaba nada a la imaginación. Pero nadie le ganaba a tía Alice. Entró lo compro, pago y coloco la bolsa entre mis dedos. Mi tía se empeñó en que siempre tendría alguna ocasión para ponérmelo.

¿Lo habría visto venir?, sonreí ante la idea.

Modele mi cabello con un rizador para hacer más pronunciados mis rizos naturales. Deje mi pelo suelto y los bucles cubrieron mi espalda hasta la cintura.

Finalmente me maquille como tía Rosalie, me había enseñado. Sombra plateada en mis parpados, delineador negro en mis ojos, un poco de mascara, un toque de rubor y por supuesto brillo labial transparente.

Estaba lista.

Cuando salí Alan me esperaba en el corredor, apoyado contra la pared, se encontró con mi mirada y sonrío.

—¡Cielos! los Ángeles se escapan del cielo —exclamó abriendo sus ojos azules de manera teatral.

Me ruborice un poco y le devolví la sonrisa.

—Gracias, tú también no estas nada mal.

Para nada mal. Llevaba unos Jean oscuros, camisa blanca y una campera de cuero marrón. Su pelo rubio estaba despeinado, pero le quedaba perfecto. Estaba muy guapo.

—Vamos, Caroline nos espera en el auto —me tomo de la mano y como todo un caballero me escolto a su coche.

Cuando subimos Caroline también alabo mi vestuario.

—¿Alan donde dejaste a Renesmee? Oh ¿eres tu amiga? —preguntó fingiendo sorpresa—. Te has tirado 5 años encima, después debes darme algunos consejos.

—Cuando quieras señora exagerada.

La disco se encontraba a hora del pueblo. El lugar era extraordinario, la pista de baile se encontraba en el centro y el piso cambiaba de diseño gracias a las luces dispersas en él. A su alrededor estaban ubicadas unas cuantas mesas pequeñas, algunos sillones de cuero y pequeños bancos. Pantallas gigantes colgaban en las paredes del fondo en donde se podían ver distintos videos musicales de hip hop. A pocos metros de la entrada estaba ubicada una gran barra, en la cual se exhibían diferentes tragos exóticos.

—Es asombroso, Caroline.

—He venido muchas veces te va a gustar.

—La música esta genial, ya tengo ganas de bailar.

—Espero que así sea, pero me prometes que primero bailas conmigo —me aclaró Alan.

—Por supuesto que te concedo el primer baile galán —bromeé haciéndolo girar.

La gente no tarda en llenar el lugar, Alan se encontró con unos amigos y nos dijo que después nos alcanzaba. Antes  de marcharse me tomo por la cintura y susurro en mi oído que no me iba a dejar tranquila hasta que bailara con él. Yo le sonríe y le di un beso en la mejilla, antes de hacer mi promesa con mi mano en mi corazón.

Seguí a Caroline, hasta el lugar donde siempre ocupaban con su novio y sus amigos cada vez que venían aquí.

—No deberías ser tan cariñosa con mi hermano —musitó rodando los ojos.

—Deberías saber que es solo un juego entre Alan y yo, a tu hermano le encanta coquetear conmigo, pero es solo eso, nada más.

—Y a ti te encanta que haga eso.

—No lo voy a negar —susurré encogiéndome de hombros.

Nos esperaban tres personas, una pareja y un chico, que por la forma en que devoro a Caroline supuse que era su novio Seth.

Ella literalmente se abalanzo sobre él. Y por supuesto él no tardo en rodearla con sus brazos y besarla con pasión. Por diez segundos eternos, me sentí fuera de lugar.

Mi amiga se sonrojo mientras giraba hacia mí para presentarme con ellos.

—Ella es mi  mejor amiga Renesmee.

—Renesmee, ellos son Jared y Kim —señaló a la pareja—, y él es Seth mi novio.

—Hola, un placer —dije algo cohibida.

—Así que tú eres Renesmee, la famosa amiga de mi chica —intervinó Seth mientras pasaba un brazo sobre los hombros de Caroline.

—¿Famosa?, espero que allá hablado bien de mí —bromeé.

—Por supuesto, y debo decir que estoy un poco celoso por eso. Me gusta ser su centro de atención.

—¿Celoso? —sonreí— Caroline no hace más que hablar de ti en sus mails o cuando hablamos por teléfono.

Seth sonrío y volvió a besarla. Yo volví a sentirme algo incomoda entre ambas parejitas. Estos hombres no les quitaban los ojos de encima a sus parejas. Actuaban con suma posesividad y buscaban contacto continuamente. Si Caroline o Kim se alejaban un poco de ellos. Inmediatamente, ambos cambiaban su posición hacia ella.

Estuvimos un largo tiempo hablando, me preguntaron que me parecía Forks, cuanto tiempo me quedaría, y me aclararon que no me tenía que ir sin antes visitar la Push. Era su reserva, siempre se juntaban allí alrededor de una fogata a contar historias o realizar alguna fiesta nocturna, hasta bien entrado el Amanecer. Luego de superar algo la enorme química entre las parejitas, comencé a sentirme más cómoda. Todos eran agradables, Kim la novia de Jared era una poco tímida pero no menos amigable que el resto.

—¿Por qué no vino Jake, Seth? —preguntó Caroline.

—Va a venir, solo tenía que recoger a Maia. Nos alcanzará más tarde.

—Ah…

Caroline era un libro abierto y no fue fácil ver su desagrado. A mi amiga le incomodaba la presencia de esa chica.

—Ya se amor, pero que quieres que le dijera, es su novia —le susurró él.

Seth fue por unas bebidas. Me acerque a Caroline para aliviar la atención y curiosear sobre la tal Maia. Era su cumpleaños y no era justo que se amargara por terceros.

—Es que es una pesada —confesó con un suspiro. Luego bajo más la voz para que Jared y Kim no la escucharan. Realmente valdría la pena, si los dos tórtolas no estuvieran en su burbuja. Maia no es de la Push, todos son muy amables allí, se mudó hace casi dos años a la reserva y desde unos meses sale con Jake. Además es un poco rara.

—¿Rara?, ¿por qué?

—Mmm… No sé a veces te trata de una forma y otras es completamente diferente. Sumado a que es una demente con Jake, lo cela demasiado, pobre…

—¿Pobre? Ningún hombre esta con una mujer a la fuerza. Claro, a menos que la embarace y el suegro lo apunte con arma para que se case con su hija. Pero ya no estamos en esos tiempos. Por lo tanto, si tu amigo esta con ella supongo que es porque le gusta ¿no?

—No lo entiendes, cuando esta con él, es toda amabilidad y encanto. Pero si alguien se le acerca e invade su territorio, ella se trastorna. En fin… —me miró con esos ojos azules especuladores—. Tenía la esperanza de… —se calló pero capte sus intenciones.

—O sea que me trajiste aquí para que tu amigo deje a su novia la loca —pregunté con los ojos entrecerrados.

—Por supuesto que no, vinimos a celebrar nuestro cumpleaños. El lugar esta asombroso o ¿no?, pero si además congeniaras con Jake, sería estupendo —musitó con picardía.

—¿Desde cuando eres Cupido?

—Es muy amable, gracioso y divertido. Sin mencionar que es guapo. Ya verás cuando te lo presente.

—Tu amigo debería pagarte, lo vendes muy bien —apunté con sarcasmo. Ahora entendía por qué no quería que coqueteara con Alan.

—No te enojes, olvida lo que te dije. Con Maia, el plan ya se vino abajo —suspiró.

—Por lo menos lo reconoces —me reí.

Seth regreso con las bebidas y tomo su lugar. Caroline se sentó en su regazo y coloco su cabeza sobre su pecho mientras este besaba su coronilla. Jared y Kim estaban tomados de la mano y mientras él le hablaba a Kim al oído esta reía y se sonrojaba.

Ambas parejas se miraban con adoración y sobre todo mucho amor. Me recordaban mucho a los lazos que unían a los miembros de mi familia. Por un momento sentí un poco de envidia, últimamente me  preguntaba si algún día encontraría a alguien que me mirara de esa misma forma, un amor que no necesita expresarse con palabras, porque con una mirada te lo dice todo —suspiré ante la situación—. Apenas tenía siete años y nunca había pensado en el amor. Solo me interesaba tener amigos y divertirme. Tío Emmett, molestaba constantemente a mi padre preguntándose cuando mis hormonas comenzarían a alterarse.

La música cambio y comenzó a sonar una famosa canción de hip hop, una de mis favoritas. En ese instante, Alan apareció y saludo a los demás y luego se dirigió a mí.

—Lo prometiste.

—Y siempre cumplo mis promesas —le aclaré.

Tanta miel a mi alrededor, ya comenzaba a empalagarme.

Nos ubicamos en el centro de la pista y comenzamos a bailar. Me acerque a su oído y le grité.

—Vamos a darles una clases a los presentes —me reto haciéndome girar varias veces.

Sin duda era un bailarín estupendo y no tardamos en acoplarnos muy bien.

 

POV Jacob

—Soy hermosa ¿no? —preguntó Maia, mientras giraba en frente de mí.

—-Eres muy hermosa.

Sonrío satisfecha. Camino de manera sugerente y coloco ambas manos en mis mejillas. Su boca se acercó para besarme con audacia. Su lengua se enredó con la mía y no tarde en responder, tomándola por la cintura y  apretándola fuerte contra mi pecho.

—Te amo —susurró.

Maia era muy demostrativa, en sus sentimientos hacia mí. Podríamos tener público, pero eso no la detenía. Era osada, atrevida, caliente y muy celosa. Si no fuera por ese último detalle seriamos la pareja perfecta.

Deshice nuestro abrazo y le di un último beso en sus labios.

—Llegaremos tarde.

Subimos a mi auto y nos dirigimos a Port Ángeles, en el lugar donde siempre nos juntábamos con los chicos.

—¿Cuál es la celebración?

—Es el cumpleaños de Caroline, pensé que te lo había dicho.

—Oh, sí, ya lo recuerdo.

—Donde tienes la cabeza —pregunté divertido.

—Pues en ti por supuesto —me contestó tomando mi mano derecha entre sus dedos.

Me reí y continúe manejando. A veces me sorprendía la simpleza de  sus respuestas. Creo que ella me daba más de lo que merecía a lo mejor era yo quien esperaba menos. La realidad es que a pesar de llevar un tiempo junto, todavía no me entregaba completamente a nuestra relación. Estaba acostumbrado a dar solo fragmentos de mí.

Los chicos nos esperaban en nuestra mesa de siempre. No era de extrañar verlos en lo suyo y que no notaran cuando Maia y yo nos acercamos.

—Hola Caroline felicidades —dije mientras la abrazaba.

—¡Jake!, por fin pensé que ya no vendrían.

—Sí, Maia seguía probándose vestidos seguro que no estaríamos acá.

—Solo fueron cinco, sabes que soy un poquito indecisa.

—¿Un poquito? —puse los ojos en blanco. Odiaba acompañarla al centro comercial tardaba horas dando vueltas y volviendo locas a las vendedoras. Muchas veces no compraba nada.

—¿Cuantos años cumples Caroline? —preguntó mi novia.

—Dieciocho, ya soy mayor —sonrió con satisfacción la novia de Seth.

—Seguro, pero siempre serás la más joven del grupo de todos modos —murmuró Maia.

Caroline la miró con cara de pocos amigos. En momentos como estos quisiera que se cerrara su sensual boquita y guardara algunos comentarios.

Tal vez era cierto Caroline era la más joven de todos, pero era muy madura. A veces más que Maia con sus comentarios insidiosos.

—También celebramos el cumpleaños de la amiga de Caroline, cumplió los 18 hace unos días —comentó Seth.

—Recuerdo que lo comentaste en taller. ¿Dónde está?

—Está bailando con Alan. Desde aquí pueden verlos —dijo señalando la pista.

Mis ojos viajaron al centro de la pista. Las luces apenas dejaban entrever los rostros de todos los que se movían sin parar. Alan y su acompañante parecían una pareja profesional de baile. Ella llevaba su largo cabello ondulado, el cual se movía libre de un lado para otro. Eran muy coordinados y sus movimientos  sincronizados. La joven bailaba muy sensual a su alrededor, pegando su cuerpo y alejándolo, como si estuviera tentándolo en el proceso. Sin duda él no la estaba pasando nada mal. Me recordaba a las bailarinas que salen en algunos videos de hip hop,  que transmiten en MTV.

—¿Qué tanto miras, Jacob? —gruñó Maia en mi oído.

Cuando me gire para responderle, me di cuenta que todos estaban inmersos en sus conversaciones y otros asuntos propios de machos imprimados. Maia destilaba veneno en sus ojos.

—Solo veía como bailan Alan y su amiga.

—Me parece que solo mirabas a la exhibicionista.

La miré seriamente. No podía creer que me estuviera haciendo una escena de celos por ver bailar a alguien.

—Son ideas tuyas —contesté disgustado.

—Sí, claro… —murmuró con sarcasmo—. La comías con la mirada.

—Voy por unas cervezas. Tengo la garganta seca.

—No huyas Jacob —masculló haciendo ese chasquido con su boca.

Odiaba cuando se ponía así. Fui hasta la barra y aproveche para tomar un trago solo. Últimamente las salidas en grupo eran una tortura. Ya ni podía contar con Seth cuando estaba con Caroline. La imprimación los atontaba y hasta podría decir que la testosterona disminuía. Eran como gatitos con sus mujeres.

—Quiero de vuelta a mis amigos —mascullé sintiéndome un idiota egoísta.

Mientras acababa de tragos mi cerveza y pedía otra para el camino, pude ver como el camino que había recorrido hasta la barra, se tornaba más estrecho a cada segundo.

Era imposible volver por allí, demasiada gente.

—¡Rayos!

Atravesé por medio de la pista con esos enormes vasos de cervezas. Camine por el centro esquivando la muchedumbre y cientos de cuerpos sudorosos. Mis sentidos eran muy buenos, pero hacer malabares no se me daba bastante bien. Trate de girar bruscamente para esquivar a una pareja que en segundos chocaría conmigo. Un vaso se me fue de las manos y cayó encima de una muchacha que surgió de la nada.

Mis ojos fueron a su blusa, ahora empapada de cerveza.

“Eres un Imbécil, Jacob”.

En el momento en que me iba a disculpar fue cuando sucedió… alce la mirada para encontrarme con sus ojos, eran de un profundo color chocolate, a pesar que me miraban con una especie de reproche y rabia contenida, eran los más hermosos que había visto en mi vida.

Todo encajo en segundos… yo había cambiado.

 

Capítulo 2: Forks Capítulo 4: Amor por ti y para ti

 


 


 
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