Más allá del Amanecer

Autor: RenesmeeCullenSwan
Género: + 18
Fecha Creación: 30/07/2014
Fecha Actualización: 31/07/2014
Finalizado: NO
Votos: 7
Comentarios: 7
Visitas: 5106
Capítulos: 4

Renesmee ha vivido con su familia en Montana, casi toda su vida. Al cumplir los 7 años, claro con apariencia de 18 años, quiere un regalo muy especial. Conocer Forks, el hogar que fue de su madre. Pero no solo conocerá un pequeño pueblo. Además conocerá el Amor...

 

Hola a todas, antes que nada quisiera aclarar que está historia no es mía. Esta historia la leí hace como tres años, pero al parecer la eliminaron, por eso la quiero compartir con ustedes, espero y les guste...

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 1: Mi Regalo

POV Renesmee

—¡Renesmee!, alguien vino a visitarte —la estridente voz provenía de la sala de mi rústica residencia.

Abrí la puerta de mi habitación y corrí a una velocidad poco normal para un humano cualquiera. Sin embargo, pero no tenía que preocuparme ya que estaba en mi lugar seguro y podía ser yo misma.

Cuando mis pies se posaron en el suelo de madera de la sala,  me encontré con una personita muy personal para mí: Mi abuelo Charlie.

—¡Abuelo! —grité saltando a sus brazos ya listos para abrazarme. Si no fuera porque mi madre se encontraba a su lado, lo hubiera arrojado al suelo con mi efusivo abrazo.

—¡Renesmee, cuidado! tu abuelo no es tan resistente como nosotros —me recordó intentando sonar severa.

—Upss… lo siento mamá. Perdón, perdón abuelito.

—Descuida mi niña, tampoco soy tan frágil para no disfrutar del abrazo de mi nieta preferida —me sonrió elevando su bigote

—Eso será porque soy tu única nieta —le aclaré besando su mejilla. El bigote me produjo cosquillas en mi piel, como era frecuente

La casa resplandecía con las decoraciones de mi tía Alice. Me había desvelado hasta muy entrada la madrugada para decorar cada rincón. Sin duda, era una buena aprendiz y casi podía superar a mi tía en lo referido organización de eventos.

Hoy trece de septiembre, celebrábamos el cumpleaños de mamá, y como  ya una marcada tradición en estos últimos años, el abuelo Charlie se escapaba para  visitarnos.

Mi abuela Esme, acerco unos bocadillos a la sala. Charlie tomo asiento y me acurruque a su lado. Papá y mamá, se ubicaron en frente con sus manos enlazadas. El resto de mis tíos y abuelos se dispersaron a nuestro alrededor, en tanto ponía al tanto al recién llegado de las últimas noticias.

Mi mente, como en tantas oportunidades se remontó tiempo atrás. En aquella oportunidad, tenía un año de vida y en apariencia unos cinco. Como hoy,  festejábamos el primer año como inmortal de mi mamá y con mi inocencia cometí una gran imprudencia.

Tía Alice, como lo marcaba una de sus vocaciones, se encargó de hacer una gran fiesta. Decoro, toda mi casa, con velas blancas y flores del mismo color. El lugar quedo precioso con ese aroma y la débil luz. Ese día había muchas personas importantes. Amigos y parientes que solían acompañarnos en fechas destacadas. Desde Alaska acudieron mis tíos: Tanya, Irina, Kate, Eleazar y Carmen. De Brasil, asistieron Huilen y su sobrino Nahuel, además de algunos amigos lejanos de la familia.

Fue una de mis celebraciones favoritas. Recuerdo haber bailado mucho con todos y probado bocadillos deliciosos. La fiesta era perfecta, a pesar que a mamá no le gustaban mucho y solía verla triste cuando se hallaba sola.

Días antes de la celebración mientras jugaba en el jardín trasero de la casa. Me encontré con mi mamá y tía Rosalie a unos metros de donde yo giraba y giraba sobre el césped.

No hizo falta que me acercara demasiado para oír la tristeza en la voz de  mamá. Mis sentidos eran poderosos y mi mente comprendía muy bien lo que me rodeaba.

—Extraño mucho a mi padre —susurró mi mamá.

—Bella, sabias que si escogías estar con Edward, tenías que abandonar muchas cosas, entre ellas a tus padres y a tus amigos.

—Lo sé… Y no me arrepiento. Solo son estas fechas, donde me pongo como una tonta melancólica, pero sé que él está bien y seguro.

—Por supuesto… y recuerda que no está solo.

—Eso si… es un alivio que Sue, allá entrado en su vida

—No tienes por qué preocuparte. Has lo usual, busca tu agenda y llámalo.

—Lo haré más tarde, tendré que decirle que sigo con exámenes en la universidad y no puedo visitarlo.

—Es lo mejor Bella, y cambia esa cara antes que regrese Edward.

—Tienes razón, gracias Rosalie. Siempre estas aguantando mis tonterías de vieja humana

—Ni lo digas, para eso somos una familia.

En ese momento me sentí muy apenada por mamá y pensé en como devolver su sonrisa a su rostro. Corrí a su habitación, busque en su mesita de noche  y tome la agenda que le obsequió tía Alice. Dentro, se encontraban algunas fotografías. Entre ellas, las de mis abuelos Charlie y Reneé. Cuando localice el número del abuelo, no dude en llamarlo.

Todo era un juego para mí y era habitual con tío Emmett, practicar voces diferentes, cuando jugábamos a los investigadores. Tome un pañuelo de seda y como me había explicado, lo coloque en el auricular del teléfono. Le dije que era una amiga de la familia, intente  cambiar  la voz, aunque no  resulto muy bien al principio, parecía no creerme pero logre convencerlo. Le informe que estaba cordialmente invitado a la fiesta de cumpleaños de su hija.

Durante los días restantes para la celebración trate de cuidar mis pensamientos para que mi padre no se diera cuenta y estropeara mi sorpresa. Tía Alice, era una experta en eso y junto con tío Emmett, tenían mucha práctica para ayudarme a sortear la vigilancia de mi padre. Mamá y Papá, no deseaban que fuera una niña malcriada y constantemente, regañaban a mis tíos cuando sobrepasaban los límites en obsequios y travesuras. Los tres éramos un trío ejemplar para ocultar cosas.

El gran día llego. Todo se hallaba listo, mi madre me había comprado un hermoso vestido rojo, tía Rosalie peino mi cabello y lo recogió con un gran moño del mismo color de mi prenda nueva. Todos decían que era una muñeca o la princesita de un cuento.

El reloj marcaban las diez en punto tocaron la puerta. Aquella noche era  cálida y había muchas estrellas en el cielo. Papá y Mamá, habían llegado hace cinco minutos de una última caza.  Tía Alice fue a recibir al misterioso invitado.

Y sucedió… un silencio interrumpió la algarabía, desatada tan solo minutos atrás.  Parecía que alguien hubiera detenido el tiempo. Solo se escuchó mi voz, cuando corrí hacia él.

—¡Abuelo, Llegaste! —vocifere mientras abrazaba sus piernas. Él se balanceo con mi osadía y coloco una mano en mis rizos. Luego se quedó tieso ante me reacción.

—¿Papá? —susurro mi madre.

—¿Bella? —pronuncio sorprendido.

Luego bajo la vista para mirarme, y levantando una ceja y hablo.

—¿Abuelo?

Lo siguiente que recuerdo, fue una charla muy larga en la biblioteca.

Por supuesto, la fiesta acabo en ese mismo instante. Mis abuelos se disculparon con los invitados y ellos tuvieron que retirarse.

Yo me quede con tía Rosalie en la sala, me senté en su regazo y oculte mi cabeza en su pecho. Los demás no tardaron en acompañarnos, mientras esperábamos a que terminaran la conversación entre mis padres y el abuelo Charlie.

Suspiré muy fuerte mientras preguntaba:

—Estoy en problemas ¿no?

—No debiste llamar a tu abuelito, Renesmee —respondió tía Rosalie.

—Quería darle una sorpresa a mamá —sollocé—. El otro día las escuche hablar en el jardín y ella estaba muy triste. Y ahora está enojada conmigo.

En ese momento no pude contener las lágrimas y comencé a llorar. Mi abuelita Esme, me abrazo y me pidió que me tranquilizara, mientras acariciaba mi espalda.

—No, Renesmee, no llores, tu madre te ama y no se enfadara contigo.

Suspiró.

—A veces pienso que tus padres deberían hablar más contigo sobre algunas cosas y explicarte para que se evitaran episodios como este.

—Edward, quiere mantenerla dentro de una burbuja y eso no es bueno para ella —exclamó tío Emmett.

—Edward y Bella son sus padres Emmett, y saben bien cuando y en qué forma deberán hablar ciertos asuntos con Renesmee —afirmó el abuelo Carlisle.

—Solo digo que es bueno que Renesmee conozca todo lo que la rodea y como es nuestra realidad —musitó tío Emmett.

Después de casi una hora, mamá salió de la biblioteca. No pude evitarlo y salte de los brazos de mi abuela y anduve hacia ella.

—Perdón mami, es mi culpa, te quería dar un regalo de cumpleaños especial, pero hice todo mal. Y ahora estas enojada conmigo.

Mi madre limpio mis mejillas y me abrazo muy fuerte.

—No te preocupes mi cielo, no estoy enojada contigo.

Luego tomo mi mano y me dijo que alguien quería conocerme. Entramos a la biblioteca, mi papá estaba sentado en uno de los sofás, su rostro permanecía sereno.

El abuelo Charlie en cambio estaba muy serio, de pie al lado del escritorio. Eso me asusto mucho y me escondí atrás de mi mamá.

De repente mi abuelo sonrió y me busco con la mirada cuando dijo:

—Hola, Renesmee, ¿no vas a saludarme?

Mi miedo se esfumo y corrí de nuevo hacia él, quien me tomo en sus brazos y me susurro al oído:

—Eres muy hermosa y es un placer conocerte.

Desde aquel día el abuelo Charlie se fue integrando poco a poco a nuestra vida. No pedía demasiada información, siempre dejaba en claro que con lo que ya sabía era suficiente. Nos visitaba dos o tres veces al año, todo dependía si el trabajo se lo permitía, y como hoy era el cumpleaños de su hija, nuevamente se encontraba con nosotros.

Mi abuelo nos habló sobre Sue, su trabajo y el pueblo. Mamá le pregunto sobre el clima, si seguía igual… “¿todo verde?”, como ella lo recordaba.

Todos sonrieron ante su pregunta.

—Sí, hija, eso no ha cambiado. Siempre es lo mismo, mucho verde, nubes por todo el cielo y mucha lluvia —declaró.

Respiré fuertemente y comencé a divagar en mi cabeza recordando, lo mucho que me gusta la lluvia. Adoro el sonido que produce cuando cae sobre el tejado cuando duermo. El olor del césped mojado  y el aire no son lo mismo después de llover. Simplemente todo es más puro.

Sin embargo, lo  que pone mis nervios de punta son las tormentas, los truenos me inquietan y a veces me provocan pesadillas.

—¿En qué piensas cariño? —musitó el abuelo Charlie.

—Quiero conocer Forks, sería un lindo regalo de cumpleaños atrasado ¿no? —confesé esperanzada.

—Por mi encantado, todavía se encuentra a tu disposición la habitación que solía ser de tu madre. Sue y yo,  casi siempre estamos solos y nos vendría bien tu compañía.

—¡Genial! —grité emocionada—. ¿Puedo ir mamá, papá?

Ambos intercambiaron miradas por un momento.

—Por favor… —supliqué utilizando ese parpadeo que me sacaba de problemas—. Además quiero ver a mi amiga, hace más de un año que Caroline se fue, y solo hablamos por teléfono. Sin mencionar que es unos días es su cumpleaños.

Papá entorno sus ojos de manera suspicaz.

—Hija hace tres días decidiste festejar tu cumpleaños con tus amigos de la academia, y si mal no recuerdo prometiste que este fin de semana lo celebrarías con nosotros. Alice tiene todo listo.

Tomé aire y miré a mi tía, con mi mejor cara de sufrimiento. Mi padre sonrió ante mi actuación.

—Tía… ¿verdad que a ti no te importa, no?

Me miró con sus ojos entrecerrados.

—-Si me miras así…. está bien —gruñó.

—Gracias tía —exclamé abalanzándome sobre ella para abrazarla.

Y sin pensar dije:

—Te prometo que cuando regrese renovaremos juntas todo mi armario.

Mis palabras hicieron magia y una gran sonrisa surgió en su rostro.

—Ok, ya lo prometiste —insistió.

—Por supuesto —le confirmé.

Abandone la sala y  corrí a llamar a Caroline, quien se puso muy contenta. Me aseguro que lo pasaríamos genial y celebraríamos juntas nuestros cumpleaños, aunque el mío ya hubiera pasado hace tres días.

El resto del día  deje mis locuras a un lado y pase un tiempo en familia. Vimos algunos videos de mis tantas presentaciones en la academia de arte a la cual asistía desde hace tres años.

—Eres brillante Renesmee. Esa escuela es muy buena, tocas muy bien el piano y el violín —expresó con orgullo el abuelo Charlie.

—Gracias abuelo, pero también es obra de las clases particulares que tomo con papá.

—No es cierto cariño, eres muy buena alumna y tienes mucho talento —dijo mi padre.

Cuando terminaron mi concierto, empezaron mis presentaciones de baile, uno de mis pasatiempos favoritos desde niña.

—¿Qué clase de baile es eso? —pregunto el abuelo Charlie con el ceño fruncido.

—-Es hip hop, abuelo.

—¿Y… se baila así con esos movimientos y esa poca ropa?

Me sonroje ante su comentario anticuado. Podría hacer fila y unirse al club de papá.

 

Tío Emmett al ver mi reacción se carcajeo.

—¿Qué? dije algo malo, o estoy ¿desactualizado? —inquirió el abuelo Charlie

—Para nada —habló el tío Emmett—. Es que Edward puso la misma cara cuando lo vio en vivo y en directo —esta vez su risa se escuchó por toda la casa.

—¿No eres muy chica Renesmee para esa clase de bailes? —me cuestiono mi abuelo.

—Tú también no, por favor… ya tengo suficiente con que papá sea un controlador compulsivo.

—¡Ey!… eso no es cierto, solo me preocupo por ti —comento el arrogando un almohadón a tío Emmett.

Puse los ojos en blanco, siempre trata de quitarle importancia a las cosas.

—¿Preocuparte? —sonrió mi tío—. Solo hace falta que le pongas una correa. Renesmee, cuando te marches aprovecha y pórtate muy mal. Se una niña con apariencia adolescente problemática. Tus padres siempre han sido muy aburridos.

—¡Cállate, Emmett! —gruño papá.

Mi tío Emmett continúo riendo y me guiño un ojo. Nos llevábamos increíble, siempre cuando salíamos juntos, me dejaba hacer todo lo que quería.

—Bueno Renesmee, hablando de la edad, ¿cuántos años cumpliste, cielo? Es que creces tan deprisa… —musitó mi abuelo.

—Oficialmente cumplí 7 años, pero en años humanos y según los documentos que consiguió mi tío Jasper, ya tengo 18 años. Puedo hacer lo que quiera —dije con gran satisfacción.

—Momento señorita, eso no es cierto —refunfuñó mi madre.

—No he terminado mamá. Puedo hacer lo que quiera, siempre y cuando sea prudente —aclaré.

—Recuerda lo que te dije —murmuró tío Emmett.

Mamá inmediatamente le lanzó una mirada furibunda, mientras volvía a sonreírle y sin que nadie me prestara atención, le guiñaba un ojo.

Continuamos hablando hasta bien tarde. Esa la noche mis tías acondicionaron la habitación de huéspedes para el abuelo Charlie. Cuando el sueño me reclamo salude a mi familia y me dirigí a mi cuarto a descansar. Realmente estaba muy agotada y no tenía muchos ánimos de preparar mi maleta, así que deje la tarea a una especialista: Mi tía Alice. Mañana temprano saldría al pueblo de mi abuelo.

Cuando desperté, todos ya estaban en el comedor o esparcidos en cualquier área de la casa. Mi madre se encontraba inmersa en una charla con su padre.

—Tu desayuno está listo —señalo la abuela Esme.

—Gracias abuela.

Tome mi cereal y me senté  junto a los demás.

—¿Cómo están todos en La Push, papá?

—Muy bien, la verdad no se mucho, lo poco que conozco es a través de Seth.

—¿Y Leah?

—Se marchó a estudiar a Canadá.

—¿A Canadá? —preguntó desconcertada mi madre.

—Sí, conoció a un turista en la playa, hace unos meses. Fue algo repentino y se marchó con él. Realmente extraño si me preguntan, dicen que fue amor a primera vista. Pero Sue y Seth la apoyaron en su decisión.

El abuelo Charlie no se dio cuenta, pero yo percibí en mis padres algo extraño sostuvieron, sus miradas como si entendieran de qué hablaba el abuelo. No había dudas que algo comprendían acerca de la misteriosa relación de la hija de Sue con su enamorado.

—Termina el desayuno hija —apuntó papá al notar mi atención en él y mamá.

—¿Y los demás? —cuestiono mamá.

—Todos están bien, nada nuevo.

—Ah… ok.

—¿Hija si quieres saber de Jacob porque no lo dices? —expresó el abuelo Charlie.

Papá se envaro y mi madre solo se mordió el labio mientras suspiraba apesadumbrada.

No fue difícil notar melancolía y tristeza en los dorados ojos de mi madre.

—¿Quién es Jacob? —pregunté.

—Es un viejo amigo de tu madre —musitó papá.

—Yo diría un viejo enamorado de mi cuñadita —aclaró tío Emmett, quien miró mi cereal e hizo una mueca de asco.

—Emmett —bufó papá.

—¿Qué?, Oh vamos Edward no me vas a decir que estas celoso, después de todo Bella te escogió a ti. Y tuvieron a este hermoso retoño —dijo sacudiendo mi cabello.

—¿Y qué paso, mamá?, Tu amigo ¿se enojó porque lo rechazaste?

Mi madre no dijo nada, pero sus emociones se traslucían a la perfección en su bello rostro.

—Ves lo que provocas Emmett con tus comentarios.

—Emmett no dijo nada malo —sonrió mamá apretando la mano de mi padre. Entrelazaron sus dedos y él la besó en los labios rápidamente. Mi abuelo carraspeo.

—Entonces, mamá, ¿mi pregunta te molesto?

—No cariño. Te voy a responder, lo que paso no fue eso, Jacob y yo fuimos muy buenos amigos, pero tomamos caminos diferentes, eso es todo. Él fue muy bueno con nosotros y guardo un bonito recuerdo de nuestra amistad.

Después sonrió de nuevo y mi abuelo siguió hablando sobre su amigo, aunque menciono que no sabía mucho, porque no frecuentaba La Push y lo poco que sabía de él se lo comentaba Seth, el hijo de Sue.

Tío Emmett, tomo su lugar en la sala y comenzó una partida de futbol con tío Jasper. Mis abuelos Carlisle y Charlie iniciaron una plática y yo ayude a mi abuela Esme con los platos sucios. Mamá y papá, siguieron en su burbuja como siempre.

Dos horas más tarde,  nos acompañaron al aeropuerto al abuelo Charlie y a mí.

Me despedí de todos con besos y abrazos, esa fue la parte más dura y difícil. Mamá me envolvió en sus brazos y papá nos abarco a ambas dentro de los suyos. Casi no podía respirar, pero tampoco me queje. Me recordaron que fuera muy prudente y obedeciera al abuelo, además de llamar todos los días por teléfono y que no hiciera caso de los consejos de tío Emmett. Me reí con esto último.

Subí al avión muy entusiasmada, por fin conocería el pueblo donde nació mi madre y del que tanto había escuchado.

En unas horas estaría en Forks…

 

Capítulo 2: Forks

 


 


 
14428513 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10746 usuarios