A la mañana siguiente, cuando Charlie abrió la puerta de su casa, halló junto a la misma un carrete de algodón con una tarjeta del rey que decía así:

“Dile a la SABIA de tu hija que haga dos velas para mi velero con este carrete de algodón para mañana, o de lo contrario los enviare al calabozo”

—¡Oh! ¿Qué vamos hacer, hija mía?—

Bella guardó el carrete de algodón en el bolsillo de su delantal y contestó:

—     No te inquietes, padre— y después de escribir una nota en el dorso de la tarjeta de visita de Edward añadió:

—     Lleva este mensaje a palacio—

Entonces rompió una rama del manzano y se la entrego a su papá junto con la nota que decía lo siguiente:

“Como sabe mi padre es muy pobre y no puede permitirse el lujo de comprarme un torno y un telar. Pero si el buen rey quisiera hacerme un torno y un telar con esta rama, con mucho gusto confeccionaría para él unas velas con el carrete de algodón”

Cuando Edward leyó el mensaje dijo en voz alta:

—     ¡Pero qué lista es esa chica! — y a continuación llamó a un mensajero para ordenarle:— Lleva esta copa de vino a la mísera hacienda que hay de camino al norte. Dile a la joven que vive allí que si es capaz de vaciar el mar con esta copa de vino para mañana por la mañana, ¡me casare con ella!—

Cuando Bella recibió el mensaje soltó una carcajada. Luego cogió el taburete de debajo de la mesa de la cocina, pidió la mensajero su caballo y partió hacia el palacio.

Inclinándose respetuosamente ante rey dejo el taburete en el suelo y dijo:

—     Querido Edward, toda Inglaterra te ama y yo te amo más que toda Inglaterra. Nada me complacería más que cumplir lo que ordenas. Pero me va resultar un tanto difícil vaciar mar en una noche. —

—     ¡Ajá!— exclamó Edward— De modo que no eres tan lista como pretendes, ¿eh?—

—     No, no, no soy nada lista. Desde luego puedo vaciar el mar. Pero cuando haya terminado de vaciarlo, los ríos empezarán a llenarlo de nuevo. Así que si tu eres capaz de represar todos los ríos del mundo con este taburete, yo vaciare el mar para ti con esta copa de vino —

Edward sonrió lleno de gozó y exclamó:

—     Tu padre tenía razón. Eres mas sabia que yo, y como yo soy lo bastante listo para comprender que serás un excelente esposa, ¡me casaré contigo hoy mismo!—

Bella ladeo la cabeza pensativamente y contestó:

—     Podría casarme contigo si me prometes una cosa—

—     ¿Cómo? ¡Serás descarada! Esta bien ¿Qué quieres?—

—     Promete que si algún día te cansa de mi y me hechas de tu lado, permites que me lleve lo que más quiero de este palacio—

—     ¿Eso es todo? Pues corre a vestirte. Te estaré aguardando en la iglesia.

Así fue como la humilde hija del campesino se convirtió en la reina de toda Inglaterra. Y la pareja vivió feliz por muchos años.