Un amor perdido... ¿por siempre?

Autor: Sasha_amane
Género: Romance
Fecha Creación: 26/06/2015
Fecha Actualización: 30/06/2015
Finalizado: NO
Votos: 3
Comentarios: 0
Visitas: 6069
Capítulos: 4

A pocos días de la boda, Bella descubre a Alice y a Edward en una situación muy desagradable. Sintiéndose devastada, toma la decisión de empezar una nueva vida en otra ciudad, sin embargo, el rencor la obliga a quedarse y a idear una venganza junto a su hermana mayor. Edward, por su parte, tratará de reconquistar al amor de su vida y enmendar aquel error que sigue sin comprender.

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Esta historia también la pueden encontrar en fanfiction, con el usuario Mary1996z2. Espero que alguna chica que lee fics aquí le guste n.n 

 

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Capítulo 1: DESILUSIÓN

Un amor perdido… ¿por siempre?

Capítulo 1: Desilusión

Isabella aparcó en el primer sitio libre que encontró. Al sacar la llave, apoyó la frente contra el volante y sin poder evitarlo soltó un grito de angustia, de rabia e impotencia por lo que había tenido que presenciar minutos antes.

-¿Por qué?— masculló—. ¿Por qué me pasa esto a mí?— profirió otro grito más fuerte que el anterior pero como tenía las ventanas del auto cerradas y llovía a cántaros, nadie la escucharía.

Esto te sucede por confiar ciegamente en él, por no haberle hecho caso a Tanya, le respondió su subconsciente. Su hermana le había advertido que Edward siempre fue un mujeriego y que se la pensara dos veces antes de aceptar su proposición de matrimonio. Pero, como siempre, decidió hacer oídos sordos a lo que Tanya le decía y escuchar a su torpe y enamorado corazón.

El sonido de su celular la sacó de sus pensamientos. Al ver la pantalla se sintió decepcionada ya que no era una llamada de Edward sino… de Tanya.

-Hola— respondió con voz temblorosa.

-Bella ¿dónde demonios estás? ¡es tu despedida de soltera!— exclamó.

-Tanya…— dijo Isabella con un hilo de voz y eso alertó más a su hermana mayor.

-¿Qué tienes, bebé?— le preguntó—. ¿Qué pasó?

Algo horrible, Tan.

-¡¿Te pasó algo?! ¿estás lastimada? ¡Respóndeme Isabella!

Si no fuera por la situación de mierda en la que se encontraba, Bella se habría reído de su sobreprotectora hermana. Tanya se había tomado demasiado en serio su papel de hermana mayor desde que sus padres murieron en un accidente automovilístico hacía cinco años. Por aquel entonces Tanya tenía dieciocho años e Isabella quince; ésta última había quedado completamente destrozada y por lo tanto, Tanya tuvo que dejar de ir a fiestas a las que solía asistir para dedicarse en cuerpo y alma a su hermana menor. Se encargó también de que nadie la lastimara y le rompiera el corazón, pero finalmente, sus esfuerzos fueron en vano. El corazón de Isabella estaba completamente destrozado y pisoteado por Edward y por Alice, quien había sido su mejor amiga de toda la vida.

-¡Isabella!— gritó Tanya al otro lado de la línea.

-Edward… me engañó— contestó simplemente—. Estoy—hizo una pausa para mirar a su alrededor—… estacionada en Newton´s , la tienda de artículos deportivos…

-Voy para allá— dijo su hermana inmediatamente antes de colgar.

Isabella subió los pies al asiento y se abrazó a sus piernas, llorando desconsoladamente. Había depositado toda su confianza en aquel hombre que parecía ser su príncipe azul a pesar de las advertencias de Tanya. Lo que presenció en aquel departamento había sido horrendo, algo que si había llegado a considerar al principio de su relación pero con el pasar del tiempo y el amor de Edward ese pensamiento se había disipado. Que estúpida había llegado a ser.

Su teléfono volvió a sonar y pensando que se trataba de Tanya, contestó.

-¡Mi amor!— exclamó Edward antes de que Isabella pudiese decir algo—. Déjame explicarte lo que…

-¡NO QUIERO QUE ME EXPLIQUES NADA, MALDITO POCO HOMBRE!— bramó Isabella y el llanto que le siguió a aquel grito fue incontrolable. Edward también lloraba pero su sufrimiento no era nada en comparación con lo que ella estaba sintiendo.

-Te juro que pensé que…

-¡DÉJAME EN PAZ, PARA MÍ ESTÁS MUERTO! ¿ME ESCUCHASTE?— lo interrumpió tajantemente para después colgarle. El celular continúo sonando y cada vez que lo hacía, los fragmentos del corazón de Isabella se estrujaban de dolor un poco más.

Unos minutos más tarde, alguien dio golpecitos a su ventana. Tanya llevaba en las manos un paraguas morado pero aun así, Bella abrió rápidamente y se abrazó a su hermana con todas sus fuerzas. Tanya soltó el paraguas sin importarle que ambas se mojaran y comenzó a llorar junto a ella a pesar de que no estaba enterada de toda la historia.

-Me engañó, Tanya— el hablar se le dificultaba debido al llanto.

-Lo odio— sollozó Tanya—. Voy a matarlo, ¡voy a matarlo!— su hermana la soltó y cogió el paraguas para dárselo a Isabella—. Sube al otro asiento, yo conduciré e iremos a casa

-Está bien— Bella asintió levemente y con paso desganado se dirigió hacia el otro extremo del auto. Tanya se deslizó en el asiento del conductor y le abrió la puerta.

Isabella cerró el paraguas y se introdujo en el vehículo. No tardaron mucho en llegar a casa ya que Newton´s quedaba bastante cerca de esta. A pesar del dolor, una parte de su cerebro se preguntaba cómo había conseguido llegar hasta allí sin matarse y no encontró explicación razonable, simplemente había sido un milagro.

-¡La fiesta se acabó!— vociferó Tanya al entrar en la sala la cual estaba hermosamente decorada. Bella hizo un puchero al ver las flores, la comida y el gracioso pastel que hacía alusión a lo que celebraban y echó a correr hacia su habitación. El grupo de amigas que tenían en común las miraron boquiabiertas por el aspecto que tenían.

-¡¿Por qué?!— gritó Bella contra la almohada. La puerta se abrió y segundos después sintió una cálida caricia en la espalda.

-Hermosa, no soporto verte así— le susurró Tanya. Isabella se puso boca arriba y se sentó para luego hacerle un espacio a su hermana.

-Fue ho… horrible, Tanya— tartamudeó.

-¿Qué fue lo que pasó?— cuestionó Tanya mientras se sentaba.

-Te enojarás— gimió Bella, abrazando de nuevo sus piernas para evitar romperse en pedazos.

-No haré nada— prometió Tanya, cruzando los dedos sin que Bella se diese cuenta.

Isabella tomó una bocanada de aire antes de comenzar a relatar lo que había ocurrido y mientras lo hacía, su cruel mente recordó nítidamente las cosas que la llevaron a descubrir a Edward.

-Me tengo que ir, cielo— le susurró Edward después de hacer el amor. Ambos se rieron como dos adolescentes ya que eran conscientes del riesgo que corrían. Si Tanya llegaba a descubrirlos, ardería Troya.

-Está bien, Ed, te amo— contestó Bella mientras lo veía vestirse.

-Yo más, princesa— respondió él, mandándole un beso. Cuando estuvo completamente vestido, se acercó a ella y la besó apasionadamente. El corazón de Bella comenzó a palpitar muy deprisa y deseaba seguir besándolo por más tiempo pero se vio obligada a cortar el beso por falta de aire.

-Debes irte, Tanya debe estar por llegar— masculló. Edward asintió y depositó un último beso en su frente antes de salir.

Bella se mordió los labios al pensar en el magnífico encuentro que habían tenido. Estaba muy enamorada del hombre que tres meses atrás le había pedido matrimonio en el lugar donde se conocieron y no quería dejarlo ir.

Se levantó rápidamente y se dirigió al baño para darse una ducha, no sin antes ordenar un poco la cama para que no fuese tan obvio lo que acababa de pasar en ella. No dejó de sonreír como idiota mientras se duchaba ya que estaba sumamente feliz. Cuando Edward se escapaba de sus obligaciones- que era en muy pocas ocasiones porque era médico residente y en sus días libres trabajaba en el consultorio de su padre- la hacía suya de una forma increíble, como si no hubiese un mañana y esa noche no había sido la excepción.

-¡Nena, traje comida china! — Bella se sobresaltó al escuchar la voz de su hermana afuera del baño.

-¡Gracias Tan!— respondió Isabella—. Ahora voy…

-Está bien…

Escuchó que Tanya salió de la habitación y Bella suspiró con alivio ya que no la habían descubierto. Al salir de la ducha tomó su toalla y se secó; luego se puso la ropa interior y un cómodo pijama que consistía en un pantalón con estampado de flores y una blusa de tirantes vieja.

Aun se secaba el cabello con la toalla cuando entró en la cocina. Tanya estaba de espaldas a ella buscando vasos en uno de los armarios y al girarse gritó.

-¡Bella, me asustaste!

-Así tendrás la conciencia— se rió Bella.

-Creo tener la conciencia más limpia que la tuya— respondió con una sonrisa socarrona—. He visto tu cama y el olor de tu habitación me indica que Edward tuvo un día libre o de plano se escapó de su padre…

-Pero que demo…. — Isabella se quedó boquiabierta. No entendía como Tanya podía saberlo sin armar un escándalo.

-A menos que tengas un amante— añadió Tanya, riéndose de su cara—. Pero sé que eso es imposible, estás muerta por él

-Si lo sabes ¿cómo es que no me estás gritando? El mes pasado nos dijiste hasta lo de que nos íbamos a morir…

-Lo sé, pero el mes pasado Edward no tenía mi confianza. Aun no la tiene por completo, pero ya me está convenciendo de que realmente te quiere… además, hoy tuvieron la decencia de hacerlo sin que yo estuviera en casa. Aquella vez yo si estaba

-A mí no me engañas, disfrutaste de un buen polvo y te sientes culpable, por eso no me estás regañando— la acusó Bella. Tanya se ruborizó pero terminó asintiendo. 

-Está bien, me descubriste ¿contenta? Vi a Dimitri — gruñó—. Una chica responsable como yo también tiene necesidades.

-Ya lo sé, hermanita—Bella se acercó a su hermana y le dio un sonoro beso en la mejilla—. Eres la mejor hermana de todo el mundo ¿lo sabías?…

-Lo sé…— respondió ella con fingida arrogancia.

Mientras comían, Tanya decidió preguntarle a Isabella:

-¿Ya le dijiste a Edward que estás embarazada?

-No, aun no tengo el valor para decírselo— admitió Bella, avergonzada—. Supongo que se lo diré el sábado.

-El sábado es la boda— Tanya entrecerró los ojos.

-¿Y eso qué? No quiero que se ponga más nervioso de lo que ya está…

-Bella, él se va a poner feliz, estoy más que segura.

-Vaya, que cambio… recuerdo que cuando Edward me pidió matrimonio me dijiste que lo pensara dos veces, que él era un hombre irresponsable, mujeriego…

-Lo sé, cuando empezaste a salir con él mis amigas me dijeron que ese tipo era todo un Don Juan, pero en este tiempo digamos que se ha ganado mi confianza, aunque claro, jamás bajaré la guardia. Si ese cabrón llegara a lastimarte te juro que lo castraré y destrozare su precioso Volvo.

-Lo matarías con lo del Volvo— Isabella soltó una carcajada—. Creo que prefiere ser un eunuco antes que ver a su auto con el más mínimo rasguño

-Eunuco, eso me recuerda que Game of Thrones está por empezar…— Tanya se bajó rápidamente del taburete y prácticamente se teletransportó a la sala. Isabella puso los ojos en blanco y empezó a limpiar la cocina—. ¡Vete a dormir, Bella, yo limpio!— le gritó su hermana.

-Gracias— respondió Bella mientras tomaba la toalla que había dejado encima de la barra de la cocina y se dirigió a su cuarto. Se recostó en la cama y comenzó a acariciar su vientre que aún estaba plano porque solo tenía seis semanas—. ¿Crees que debemos decirle a papi antes de la boda?— le preguntó con un tono de voz bastante meloso. Amaba a su bebé con toda el alma pero en ocasiones olvidaba que estaba embarazada ya que no había presentado casi ningún síntoma.

Miró su mesita de noche y se percató de que el celular de Edward estaba sobre está. Rodó los ojos a la vez que sonreía y lo tomó entre sus manos. Llamó al departamento de Edward y este contestó al primer tono.

-¿Hola?— respondió Edward.

-Amor, olvidaste el celular en mi casa—Bella soltó una risita y su prometido se echó a reír.

-Demonios, ahora comprendes el miedo que le tengo a tu hermana. Olvidé a uno de mis bebés…

-Pensé que te pondrías nervioso y vendrías corriendo a recuperarlo antes de que espíe tus mensajes…

-Tengo ganas de ir corriendo a tu casa, pero no para recuperar mí celular— dijo con tono seductor e Isabella supo a qué se refería—. Pero por desgracia no puedo, debo levantarme temprano mañana para ir al consultorio de mi padre…

-Que lastima— Bella hizo un puchero—. Realmente quería que vinieras

-Si sigues así vas a convencerme— gruñó Edward—. No soporto estar lejos de ti

-Ni yo.

-¡Edward!— se escuchó el grito de Alice al otro lado de la línea e Isabella se rió.

¿Qué pasó, Alice?— le preguntó Edward.

-Hay un insecto en el baño, quiero que lo mates.

-Bueno, cielo, te dejo por ahora. Tu amiga es una cobarde, si alguien llama contestas y si es algo importante me avisas ¿de acuerdo?

-Mañana puedo llevártelo— le sugirió Isabella.

-Hum… me parece bien. Mi padre cerrará el consultorio a las cinco porque es su aniversario con mamá…

-¿De verdad? — exclamó Isabella con emoción.

-Sí, podemos salir a cenar, mi cielo, pero antes podemos hacer un par de cosas…— sugirió.

-Me encanta la idea, amor…— contestó Bella—. ¿Pero no le molestará a Alice?

-Mañana saldrá con su novio— susurró Edward—. Bueno, amor, ahora si te dejo. Alice me matará…

-Está bien, cariño. Mañana tengo un trabajo en equipo con Jessica y voy a desocuparme a las siete, me pasaré por tu departamento a esa hora…

-Claro, cielo… nos vemos mañana. Te amo con todo mí ser…

-Yo te amo más…

-Eso es imposible, nena— se rió él y segundos después colgó debido a los gritos histéricos de Alice. Bella tomó su celular el cual también estaba en su mesita de noche y mandó un WhatsApp a Alice.

"Alice, pude escuchar tus gritos por el teléfono. No seas exagerada, es solo un bichito"

"No exagero, Bells, es una araña enorme ¬¬" respondió su amiga.

Isabella bostezó y colocó los celulares nuevamente sobre la mesita de noche. Abrazó a Milly, un oso de peluche que Edward le había obsequiado cuando cumplieron su primer mes de novios y se dispuso a dormir pero antes de que pudiera cerrar los ojos, Tanya tocó la puerta de su habitación.

-Bella ¿ya estás dormida?— preguntó desde afuera.

-No, pasa— contestó Bella y Tanya entró.

-Olvidé decirte que te he organizado una despedida de soltera.

-¿Qué?— exclamó Bella—. Pero Edward y yo vamos a ir a cenar…

-Pues debes cancelarlo, bebé… ya he organizado todo.

-¿Por qué no me dijiste antes, Tan?— reprochó Bella y el puchero que hizo Tanya hizo que su enfado se evaporara al instante.

-Perdón, pero…

-No te preocupes, nena. Me encanta la idea de tener una despedida de soltera…

Tanya gritó de felicidad y se sentó de un salto en la cama cual niña pequeña.

-Te la vas a pasar genial— aseguró Tanya con una sonrisa pícara.

-Nada de bailarines— Isabella entrecerró los ojos.

-Ash… eres una aguafiestas— su hermana le gruñó pero después ambas se echaron a reír—. Pero está bien, nada de bailarines

-Bueno, llamaré a Edward para decirle que no podemos ir a cenar, pero de todos modos después de salir de la biblioteca tengo que pasar a su departamento a llevarle el celular porque se le olvidó

-¿Y qué esperas para revisarlo?— Tanya tenía un brillo desquiciado en los ojos y Bella la miró asustada.

-Por supuesto que no lo haré, yo respeto la privacidad de Edward…

-Bueno si tú no lo haces, lo haré yo…

-No— Isabella se cruzó de brazos.

-Vamos, Bella… yo quiero saber si este tipo te engaña o no.

-Tanya, te he dicho cientos de veces que Edward no me haría tal cosa. Me ama— afirmó Bella, totalmente convencida de sus palabras.

-Tú confías en él ciegamente pero yo no. Vamos, nadie se dará cuenta— volvió a hacer otro puchero y Bella se acostó de nuevo.

-Haz lo que quieras— murmuró.

Tanya se levantó de la cama y tomó el celular de Edward de la mesita de noche y empezó a revisarlo. Isabella sabía que lo que hacía su hermana estaba bastante mal pero no pudo evitar sentirse inquieta cuando Tanya frunció el ceño.

-Solo son mensajes tuyos, de Alice y de su familia— dijo ella sin suavizar su gesto. Isabella sonrió ampliamente.

-Te lo dije, Tan, no encontrarás nada allí…

-Lo sé, pero no me gusta su relación con Alice y menos el que vivan juntos

-Tanya, te recuerdo que ellos ya vivían juntos desde antes de que Edward estuviese conmigo porque a ambos estudian medicina…

-Edward ya terminó sus estudios, debió buscarse otro sitio

-Tanya, el hospital donde Edward hace su residencia está solo a cinco cuadras del departamento, sería estúpido buscar otro lugar, además, nos vamos a casar el sábado. Edward ve a Alice como una hermana…

-Una hermana con la que se pudo haber acostado— dijo Tanya con tono mordaz.

-Alice es mi mejor amiga desde la primaria, la conozco y ella también ve a Edward como un hermano. Si hubiese pasado algo entre ella y Edward no me lo habría presentado para que nos conociéramos…

-Bueno, tienes razón, tienes razón…

-Eres muy desconfiada, hermanita. Deberías relajarte— le aconsejó Bella y su hermana suspiró.

-No puedo evitarlo. Es mi deber protegerte desde que mis padres murieron, no quiero que nadie te lastime. Odio verte sufrir y si alguien te hace daño lo destrozaré

-Lo sé, Tan. Yo haría lo mismo por ti, si Dimitri te hiciera daño le cortaría las pelotas y se las haría tragar

Ambas hermanas se carcajearon un buen rato y finalmente decidieron dormir juntas esa noche como cuando eran pequeñas.

A la mañana siguiente, Bella estuvo a punto de faltar a clases ya que le dio un fuerte dolor de cabeza. No se alarmó ya que su ginecólogo le había explicado sobre los síntomas que podría sufrir y el dolor de cabeza matutino estaba incluido.

Isabella se apresuró a vestirse y desayunar ya que se le estaba haciendo tarde. Cogió las llaves de su Mustang, el cual le había regalado Tanya en su cumpleaños dieciocho y salió de la casa. Por fortuna las dos no tenían ningún problema económico ya que el seguro de vida de sus padres y su herencia les había dejado suficiente dinero como para mantenerse un buen tiempo, y Tanya, que estudiaba diseño y costura, tomó la decisión de abrir una pequeño taller de costura antes de concluir sus estudios. Como era tan buena en lo que hacía pronto empezó a ganar popularidad y comenzó a necesitar más gente y talleres. De la noche a la mañana se convirtió en una reconocida diseñadora de modas e Isabella estaba sumamente orgullosa de los logros de su hermana. Tenía asegurado un puesto en el área administrativa de la casa de modas Swan ya que estudiaba contaduría.

A pesar de obtener ganancias millonarias, Tanya e Isabella eran unas chicas sencillas que preferían vivir sin grandes lujos- a excepción de sus autos ya que Tanya tenía una rara afición por estos- y donar gran parte del dinero a la caridad. Su casa estaba ubicada en uno de los vecindarios más tranquilos de Seattle y era solo de un piso ya que Isabella sentía fobia por las escaleras a raíz de un accidente a los quince años que dañó uno de sus tobillos y que provocó que dejase el ballet. No era su grande sueño ser bailarina pero era muy buena y habría llegado muy lejos de no ser por su caída.

Sus clases pasaron rápidamente y a la hora de la salida decidió dejar un mensaje de voz a la casa de Edward avisándole que no podrían salir a cenar porque Tanya le estaba organizando una despedida de soltera. Como esperaba, no le contestó rápidamente. El consultorio de Carlisle, su suegro, no se encontraba jamás vacío ya que era un excelente médico y sobre todo, una persona amable. Él y su esposa Esme eran los mejores suegros que una chica podría desear y la consideraban parte de la familia Cullen desde el día en que Edward se los presentó.

-Odio estos proyectos— se quejó Jessica después de terminar el trabajo. Ya eran las seis de la tarde y en un principio acordaron que no se quedarían tanto tiempo pero como el plan de salir con Edward había quedado cancelado ambas decidieron quedarse a terminar el proyecto—. Pero me alegra haber hecho este contigo. Tú si sabes hacer las cosas…

-¿No prefieres hacer equipo con tu novio? — preguntó Isabella, riéndose.

-Amo a Mike, pero definitivamente es un asco para este tipo de cosas— Jessica hizo una mueca de horror—. Además, siempre termino haciendo el trabajo sola cuando estoy con él…

-Me lo imagino— Bella puso los ojos en blanco.

Las dos estudiantes al salir de la biblioteca charlaron un poco antes de despedirse. Bella miró su celular y tenía dos mensajes: uno de Edward y otro de su hermana. Abrió primero el mensaje cuyo remitente era el amor de su vida, quien le había agarrado el celular a Alice para poder contestar.

"No me enfadaré solo si prometes que no harás nada malo…" Isabella sonrió. Su novio era muy celoso.

Quiso contestarle pero pensó en una idea mejor. Tanya le había dicho que llegara a las ocho a casa y aun eran las seis por lo que podría darle una sorpresa a Edward. Seguramente estaría en su departamento y si no lo estaba podría esperarlo un rato adentro ya que tenía las llaves. Edward compartía todo con ella y le había demostrado siempre que no tenía nada que ocultarle y que podía sorprenderlo sin temor a encontrarse ninguna escena desagradable.

Con esos agradables pensamientos, Isabella subió a su auto y se dirigió al departamento de su novio. La vida definitivamente le sonreía de nuevo; tenía al hombre más hermoso tanto en físico como en personalidad, la mejor hermana del mundo, amigos verdaderos y excelentes notas en la universidad. Para cerrar con broche de oro: estaba a pocos días de convertirse en la señora Cullen. Habría preferido que sus padres aun siguiesen vivos pero Bella con el tiempo encontró resignación y tenía la certeza de que sus padres, estuviesen donde estuviesen, le darían su apoyo y la cuidarían.

Quince minutos más tarde, aparcaba afuera del edificio donde Edward y su amiga vivían. Al llegar a la entrada saludó a James, el guardia, quien era un hombre de aproximadamente sesenta años que se llevaba bien con casi todos los inquilinos, incluyendo a Edward.

-Tienes suerte, Edward regresó temprano— le dijo James con una amable sonrisa.

-Gracias, James… ¿cómo sigues de tu pierna?

-Estoy mucho mejor, ya no me duele— respondió él con orgullo.

-Me alegro mucho— Bella sonrió sinceramente.

Intercambiaron un par de palabras más e Isabella subió hasta el departamento de Edward por el elevador ya que ni estando loca subiría las escaleras, siempre las evitaba y más desde que se enteró de su embarazo.

-Vamos a sorprender a papi— susurró a su bebé antes de tocar la puerta. Como nadie respondió, decidió sacar las llaves y abrir.

Al entrar hizo una mueca de disgusto ya que no había nadie en el departamento. Avanzó unos cuantos pasos más y entonces escuchó la voz de su novio.

-Alice, esto no debe repetirse de nuevo ¿me has entendido? No sé cómo mierda accedí a esto. Amo a Bella…— Edward parecía angustiado y el corazón de Bella comenzó a palpitar a una velocidad alarmante—. ¿Qué hicimos?— sollozó.

-Por favor déjala y démonos una oportunidad. Hacer el amor contigo me ha hecho darme cuenta de cuanto te amo…

"Hacer el amor" esa pequeña frase resonó una y otra vez en la mente de Isabella. Su peor temor al estar con Edward se había vuelto realidad… la había engañado.

No quiso escuchar más, simplemente actuó. Abrió la puerta del cuarto y se encontró con una imagen que para ella había sido imposible de imaginar minutos antes. Alice y Edward estaban completamente desnudos en medio de la habitación y su "mejor amiga" abrazaba a su prometido como si su vida dependiera de eso. Edward intentaba apartarse pero cuando vio a Bella los amantes se quedaron paralizados.

-¡¿CÓMO PUDISTE HACERME ESTO?!— bramó Isabella y las primeras lágrimas que derramaría por su traición salieron abruptamente de sus ojos.

-Bella, mi niña, déjame explicarte— imploró Edward mientras apartaba a Alice con una brusquedad impresionante.

-¿Qué me vas a explicar?— Bella rió sarcásticamente—. ¿Qué esto no es lo que parece?

-No, no puedo hacer eso porque si es lo que parece… no sé qué demonios pasaba por mi cabeza— Edward intentó acercarse pero Isabella retrocedió y gritó histéricamente.

-¡NO ME TOQUES! Y TÚ— señaló a una pálida Alice—. ¡ERES UNA MALDITA PUTA! Jasper se va a enterar de esto...

-Bella, por favor— suplicó Alice—. No se lo digas tú, yo lo haré. Le diré que amo a Edward, que no sé qué me ocurría cuando decidí presentártelo.

-Aparte de zorra, cínica— Isabella se abalanzó hacia ella para golpearla pero Edward la rodeó con sus brazos.

-Dejaré que hablen a solas— masculló Alice antes de salir.

-¡Suéltame!— gritó Isabella mientras se retorcía en los brazos de Edward.

-No, mi vida, escúchame— gimoteó Edward—. Yo te amo, creí que eras tú quien me besaba al principio y no sé cómo terminamos haciendo esto…

-¡No te creo nada!

Isabella perdió la fuerza en las piernas y ambos cayeron al piso, llorando como niños pequeños. El olor que emanaba el cuerpo de Edward- el que horas antes la reconfortaba- le provocaba náuseas porque estaba mezclado con el de Alice o eso le pareció percibir a Bella.

-Te amo con toda mi alma, Isabella— dijo su ex prometido. A partir de aquel momento daba por terminada su relación.

-Yo te amaba ¿cómo pudiste?— musitó Isabella y en ese momento sintió una arcada. Sin poderlo evitar vomitó sobre Edward quien gritó con angustia en lugar de asquearse.

-¡Bella, mi amor…!

Isabella enrojeció de vergüenza a pesar de que no debía sentirla.

-Necesito ir al baño— mintió y su ex prometido asintió antes de ayudarla a levantarse. Isabella aparentó tranquilidad mientras se limpiaba la boca. No pudo contenerse y entonces lo hizo: alzó la pierna y su pie impactó contra el aparato reproductor de Edward quien cayó de rodillas al suelo con el rostro crispado por el dolor. Bella lo miró un momento con nostalgia por el futuro tan hermoso que ese hombre representaba y que ahora estaba definitivamente perdido. El rencor no tardó en hacer acto de presencia otra vez y pateó a Edward en el torso, provocando que él tosiera frenéticamente—. ¡VETE AL DIABLO, MALDITO CERDO!— exclamó antes de salir de la habitación porque si no lo hacía, terminaría matándolo.

Bella salió del departamento vociferando miles de maldiciones lo cual llamó la atención de algunos vecinos y del portero cuando salió. James le preguntó que sucedía y Bella dio media vuelta para encararlo.

-¡Dígale a ese malparido que en su puta vida me vuelva a buscar!— ordenó Isabella haciendo palidecer a James.

Se marchó rápidamente del lugar y se estremeció cuando escuchó un trueno. Una especie de sopor se apoderó de ella en cuanto entró a su auto. Las lágrimas se deslizaban por sus mejillas pero no sollozaba, estaba inmóvil, con la garganta adolorida por los gritos que había proferido y con el corazón hecho añicos. Estuvo un buen rato sin moverse pero finalmente salió de su letargo y encendió el auto.

-¿Por qué me hiciste esto, mi amor?— chilló mientras conducía—. ¿Por qué?

Isabella se sobresaltó cuando Tanya comenzó a gritar.

-¡Voy a matar a Edward!— juró mientras se ponía de pie—. ¡Dame la dirección de ese desgraciado!

-No vale la pena, Tan— susurró Bella—. Creo que yo lo dejé estéril con la patada que le di.

-Pero solo lo pateaste, yo me encargaré de que no vuelva a saber lo que es tener un pene…

Isabella no sonrió ni siquiera un poco lo cual enfureció aún más a Tanya. Cuando Bella no se reía de sus amenazas era porque realmente estaba destruida. La mente de la mayor de las Swan, viajó cinco años atrás cuando sus padres recién habían fallecido y Bella estaba sumamente devastada. Tanya juró protegerla de todo sufrimiento, compensarla por el dolor que había pasado pero de nuevo los ojos color chocolate de Bella estaban inundados de lágrimas de dolor y de otro sentimiento nuevo… desilusión.

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Espero que les guste :D este fic solo durará diez capis :3 o un poquito más, todo depende de que se me ocurra jajaja. 

Capítulo 2: VENGANZA

 


 


 
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