Si chic@s, sabia que lo estabais esperandoooooo
POV BELLA
Otro lunes más, como siempre Jane pasaba por mí y pasábamos el día juntas en la escuela. Reíamos mucho juntas y éramos verdaderas amigas.
El tema de conversación estrella entre toda la gente era la reciente marcha de Jacob; los hombres se sentían aliviados mientras que algunas lloraban por la marcha de “su amor”…
Edward apareció en el salón mientras Jane y yo comíamos. Se acercó con decisión a nosotras y me dijo:
- Hoy a las 16:00 en la torre dl mirador norte. Si llegas tarde, te mato – se le notaba nervioso.
Y tal como vino se fue; Jane y yo nos miramos incrédulas.
- ¿Tienes una cita con Cullen? – me preguntó con tristeza en la voz.
- ¿Yo? Qué va, sabes que no hay nada que me tenga aquí más que tú – le sonreí y ella me devolvió la sonrisa.
A las 15:00 salimos y fui al restaurant, tenía turno con Alice de 15:30 a 20:30. Me sentía nerviosa pensando si Edward estaría esperando.
Eran las 20:45 cuando habíamos terminado de barrer y recoger todo. Miré por la ventana y vi que estaba nevando. Suspiré.
- No… no puede ser…
- ¿Qué te pasa amiga? – preguntó Alice - llevas toda la tarde mirando el reloj y suspirando. ¿Tienes una cita? – Me guiñó el ojo.
- Alice, ¿Alguien esperaría 5 horas bajo la nieve por una promesa que realmente no se hizo?
- Pufff, solamente un loco lo haría ¿Por qué preguntas?
- Por nada… Vámonos a casa Alice.
Estábamos en la calle bajo el paraguas en silencio, pensé en Edward…
- Ese loco idiota… - murmuré – Me tengo que ir.
- Pero Bella, ¿dónde vas?
- Me están esperando – le grité mientras corría.
Corrí lo más rápido que pude, incluso para mí que era una atleta becada se me hacía difícil y empezaba a faltarme el aire, el frio y la nieve no ayudaban. Llegué en un tiempo récord a la torre, estaba completamente nevada. Miré a todos los lados y no vi a nadie…
Después de todo no sería tan idiota… Antes de irme eché un nuevo vistazo y me fijé en una figura sentada en un escalón. Un gran abrigo negro cubierto en parte por nieve. Me puse en frente de él y me miró a los ojos.
- ¿Qué hora te crees que es? – su voz era de enfado pero sus ojos me miraban tiernamente.
- Eso te lo debería preguntar yo a ti. ¿Tienes idea de la hora que es? ¿No tienes nada mejor qué hacer?
- Te dije que estarías muerta si llegabas tarde.
- Nunca te prometí que vendría – le dije desafiándole.
- Pero ahora ya estás aquí – me dijo agachando la cabeza.
- Vine a ver si estabas aquí. ¿Qué hubiera pasado si no hubiera venido?
- No importa, ahora estás aquí ¿no? Además es tu culpa que esté aquí congelándome – empezó a toser.
- Vamos levántate – le dije agarrándole del brazo – iremos a comprar un té caliente al mirador para que entres en calor y no te enfermes.
Al levantarle se tambaleaba un poco. Le agarré bien dejando caer el paraguas al suelo. Quedamos abrazados durante unos segundos y nos apartamos abruptamente.
Entramos en la estación del teleférico del mirador. Tenían una máquina expendedora de cafés e infusiones. Saqué dos tés y le di uno a Edward que me miró extrañado.
- Bébetelo, este té cuesta 26 dólares – le dije.
- Eh plebeya ¿Ahora también me quieres estafar? De todos modos no voy a beberme esto.
- Ya solo cállate y bébelo – le dije con fastidio. Él se limitó a olerlo con desconfianza - ¿Quieres que te enseñe por qué cuesta 26 dólares?
Salí hacia la parte exterior de la estación del teleférico, donde la gente esperaba para subir al teleférico, y me senté. Edward se sentó a mi lado y dio unos sorbos al té, parecía satisfecho.
- ¡Wow! Esto es precioso – dijo con una gran sonrisa en la cara.
- ¿Ves? Tenía razón ¿o no? – frente a nosotros teníamos las mejores vistas de la ciudad que se iluminaba por los carteles y neones. En el cielo millones de estrellas brillaban. – Es igual que un té en un “Sky-lounge” de un hotel, sólo que más barato.
- Tsk tsk tsk – Chasqueó mientras movía la cabeza negando – Ahora entiendo por qué eres pobre.
- ¿QUÉ? – le respondí con rabia.
- Haces mal los cálculos. Serían 31.80 dólares, debes incluir los impuestos y propinas. – me dejó helada, había hecho ese cálculo casi instantáneamente.
- Supongo que lo llevas en el ADN ¿no? – Le sonreí – ¿Has visto cuantas estrellas?
- JAJAJAJAJA – rio – no seas boba, no todo son estrellas. La mayoría son simples satélites.
- ¿Eres idiota? ¿De verdad crees que hay tantos satélites?
- Pues claro chica estúpida.
- Estúpido
- Tonta
- Tu eres más tonto
De pronto todas las luces se apagaron. Nos dimos la vuelta y fuimos hacia la puerta. Estaba cerrada con un candado desde fuera y por más que lo intentamos no pudimos abrir. Empecé a desesperarme
- Tranquila Bella, llamaré a alguien para que nos saque.
- Mi madre me va a matar… - sentía miedo de Reneé, era la madre más dulce del mundo pero enfadada… te perseguía por toda la casa con la zapatilla en la mano, tenía buena puntería.
- Mierda – exclamó Edward viendo su teléfono – no tengo señal aquí arriba. ¿Tú tienes señal?
- Edward… yo no tengo teléfono. Soy pobre, ¿recuerdas?
Nos quedamos unos minutos en silencio.
- Todo esto es tu culpa, tú y tu té – dijo Edward enfadado.
- ¿Mi culpa? ¿Quién es aquí el que esperó como un idiota varias horas bajo la nieve?
- ¡Lo hice porque no quise rendirme! Supe que acabarías llegando. Además, ¡es la primera vez que espero a alguien! – no supe responderle - ¿Qué hacemos ahora?
- No lo sé Cullen, supongo que no nos queda más que esperar. Mejor metámonos en el teleférico.
Entramos en él y nos sentamos en el suelo uno en cada extremo de la cabina. Edward empezó a toser.
- Tal vez… deberíamos sentarnos juntos. Por el calor y eso… - le dije con vergüenza.
No contestó, así que me acerqué lo justo y necesario. Le cogí las manos, estaban heladas por lo que se las froté.
- Lo siento – le dije con la cabeza gacha
- ¿Por qué? – me dijo separando sus manos de las mías para posarlas en mis mejillas.
- Todo esto es mi culpa…- una lágrima cayó y él la recogió con su pulgar.
- Por fin lo admites – rio.
- Pero es que no te entiendo Edward, ¿Por qué esperaste tanto? Tienes tanta gente a tu servicio, podrías haber hecho que me buscaran y me trajeran, no sería la primera vez que me secuestras.
- Yo… intenté… sólo quería hacerlo por mí mismo, digamos que al nivel de un plebeyo. – se quedó en silencio unos segundos – Bella… yo…
Nos acercábamos poco a poco sentí un calor en mis labios, era su aliento. Mi cuerpo no respondía a mi cabeza.
- Ed… - intenté decirle que se apartara pero me agarró fuertemente y me besó en la comisura de los labios. Fue un beso muy tierno y lleno de sentimiento que me hizo sentir querida por primera vez en mi vida. Al separarnos nos quedamos mirándonos unos segundos hasta que habló.
- Tranquila Bella, no tengo prisa – me miró con dulzura – sólo quiero que sepas que yo te… yo te…
De golpe se tiró encima de mí, estábamos los dos en el suelo.
- ¿Qué haces? – no respondió – Tu… ¡Imbécil quítate! ¿Realmente quieres hacer “esto” en esta situación? - siguió sin responder, de hecho no se movía. Solo sentía su respiración en mi cuello.
Conseguí moverle a un lado pero no se movía, empezó a toser de nuevo,
- ¿Qué te pasa Cullen? – de dije con preocupación. Le levanté como pude y lo apoyé sentado en la esquina. Seguía tosiendo y tiritando de frio. Puse mi mano en su frente y noté que ardía – eres tonto o qué… estas ardiendo.
Me quité el gorro y la bufanda y se lo puse. Abrí mi mochila y saqué una manta que llevaba dentro, ya que tenía pensado pasar la noche en casa de Alice. Le envolví con ella.
- ¿Bella? – murmuró Edward.
- Cállate, si no te mantienes calentito enfermarás más – no le importó se destapó y me abrazó quedando sentada con mi espalda en su pecho. Luego nos tapó a ambos.
No dijimos nada y nos quedamos dormidos casi al instante.
Los primeros rayos de luz me despertaron y me di cuenta que estaba abrazada al cuello de Edward con nuestros labios a escasos centímetros de distancia.
Me quedé observándole, se le veía muy hermoso, como un dios griego. Nunca me había parado a apreciar que era tan bello. Incluso podría decir que más que Jacob…
Pensar en Jacob me volvió a la realidad. Me aparté de él y se despertó. No nos dijimos nada en todo el rato y en un par de horas nos habían sacado de allí.
- Sube al coche Bella, te llevaré a casa.
- No es necesario – le dije sin mirarlo – iré caminando y pensando en la excusa que tendré que ponerle a mi madre, seguro que sabe que no pasé la noche donde Alice.
- Quizás yo puedo ayudarte a pensar en una excusa – me dijo en el oído – Puedes decirle a tu madre que hemos pasado la noche juntos… - terminó riendo a lo que le respondí con un golpe en la espinilla para apartarlo.
- Serás…. – maldijo mientras saltaba a la pata coja. Me fui con la cabeza bien alta ignorando sus quejidos.
Al llegar a casa dudé… ¿sería capaz de decirle la verdad a Reneé? Sólo me quedaba entrar y suplicar por su perdón. Entré por la puerta y allí estaba de pie mirándome. Me tiré al suelo de rodillas y rogué.
- Lo siento mamá y papá, no volverá a pasar nunca más. Perdonadme.
- Hija, no hay nada que perdonar, sino todo lo contrario. El Joven Edward ha estado aquí y nos ha contado todo. Cómo quedasteis encerrados y que le cuidaste cuando te diste cuenta que había enfermado. Estoy orgullosa de ti hija, pero no vuelvas a asustarme ¿de acuerdo?
- ¡Hermana, hermana! – dijo Seth agarrándome – Mira qué nos ha traído Edward, es mi nuevo hermano mayor.
No podía creer, había un plasma nuevo y una consola PS4 nuevecita con muchísimos juegos.
- ¿Mamá? – Pregunté Incrédula – ¿Ha comprado mi perdón por un plasma y una videoconsola?
- Bueno hija… - se sonrojó avergonzada – También hay una lavadora, secadora y nevera nuevas….
Dios mío, mi madre vendida… No podía creer que el poder “persuasivo” de Edward Cullen le afectara también a ella.
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