UN AMOR DELICIOSO

Autor: paoswan
Género: + 18
Fecha Creación: 07/08/2013
Fecha Actualización: 15/08/2013
Finalizado: NO
Votos: 4
Comentarios: 6
Visitas: 5850
Capítulos: 6

Bella ha conocido a Edward en la clase de cocina a la que se ha apuntado con la intención de ser capaz de cocinar algo comestible. Él es guapo, inteligente y domina las artes culinarias…
A pesar de ello, no es lo suficientemente perfecto como para que Bella no le encuentre alguna carencia, real o inventada, que le permita justificar su reticencia hacia él. Ya que ella no está interesada en romances apasionados con hombres atractivos y educados, ¡JA! Al menos eso es lo que Bella insiste en repetirse con muy poco éxito.

terminaran encontrando un amor delicioso....

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La historia no es mia es una adaptacion de la obra del mismo nombre de la autora Olga Salar quise compartirla con ustedes.... espero que les guste...

muchos besos y espero sus opiniones... gracias por leerme...

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Capítulo 1: CAPITULO 1

CAPITULO 1:

 

 

Bella estaba de bastante mal humor, algo que venía siendo habitual cada viernes de cinco a siete de la tarde. Exactamente desde que entraba en el curso de cocina al que se había matriculado, con la esperanza de aprender a cocinar algo medio decente, y que su hermano Emmet, dejara de burlarse de sus inexistentes dotes culinarias. Dicho malhumor desaparecía en cuanto dejaba de ver a cierto compañero hiperperfecto que la sacaba de quicio y que para más señas se había convertido en su compañero de mesa.

 

Lástima que su primera impresión hubiese sido tan equivocada, se lamentó mientras recogía su cabello largo en una coleta, y se ponía el delantal blanco que todos llevaban. La primera vez que lo vio se quedó prendada de sus ojos verdes y su sonrisa traviesa, incluso rezó para que el profesor los pusiera juntos. Lo lamentable radicó en que esa fuera la primera vez, en sus veintiocho años, que el todopoderoso la escuchaba. Y es que

Edward Cullen podía estar buenísimo y destilar encanto por cada poro de su piel, pero era un prepotente de mucho cuidado, o al menos esa era la impresión que había sacado Bella tras dos breves conversaciones con él, y unas cuantas horas de pie a su lado disfrutando de sus elegantes movimientos y del delicioso perfume de su aftershave.

 

Durante su primera charla, había tardado dos segundos, tras responder a su amable saludo, en preguntarle si era escocesa, algo que le molestó de un modo exagerado ya que ella no tenía ningún acento que la delatara.

En su segunda conversación se había jactado de tener buena mano en la cocina, consciente de lo mal que se le daba a ella:

 

—Creo que lo estás haciendo mal. —Le dijo con suavidad inclinándose sobre ella, que era unos buenos veinte centímetros más pequeña—, tienes que batir primero los huevos.

—Te equivocas. —Le cortó ceñuda.

—Creo que no. —Le dedicó una sonrisa arrebatadora y siguió batiendo sus huevos.

—Bueno pues yo estoy segura de que lo haces, así que gano yo. —Le espetó con muy poca amabilidad. ¡¿Por qué narices tenía que estar tan bueno?!

 

Él se rió divertido, aunque la tendencia tremendista de Bella confundió su alegría con burla.

 

 —No sabía que era una competición, ni mucho menos que hubiera un vencedor.

—Explicó con la mirada clavada en sus rosados labios.

—Siempre hay un ganador. Deberías saberlo.

 

Edward se calló, la chica era morena y menuda, pero el brillo de decisión que había en sus ojos la engrandecía. Además lo único que pretendía al hablarle era conocerla, entablar una amistad, dar pie para poder invitarla a una copa al terminar las

clases…

 

Para nada molestarla o conseguir que le odiara. Era demasiado bonita para odiarle, él quería comenzar con una copa, después una cena y tal vez surgía entre ellos algo más…

 

De momento él ya se sentía cautivado.

 

Apartó la mirada de la carita de hada que le miraba preguntándose si era mentalmente cuerdo, y siguió con la receta, con la convicción de que iba a ser imposible que esa mujer aceptara tomarse algo diferente al cianuro con él, por supuesto ella se limitaría a servírselo, pensó riendo.

 

Cada uno terminó su plato, por supuesto el de Bella fue un desastre mientras que el de él no solo tenía un aspecto delicioso, sino que sabía de igual manera. Y eso mismo fue el detonante de su abierta animadversión por su compañero.

A Bella no le gustaba perder, pero todavía le gustaba menos hacerlo ante un hombre educado y atractivo que parecía capaz de hacer cualquier cosa sin apenas concentración.

Y es que mientras que ella se había matriculado en el curso de cocina para principiantes y hacía honor a su estatus de novata, él era diestro y elegante hasta para batir los malditos huevos. De manera que Bella aventuró que el único motivo que lo había traído hasta allí era su interés por ligar con alguna de las chicas que asistían a la clase de cocina. Como si él necesitara alguna ayuda extra para conseguir a una mujer, le recriminó su conciencia, pero la acalló decidida a no dejarse convencer, ni siquiera por ella misma.

 

De las quince personas que asistían al curso, cuatro eran hombres jóvenes que se pasaban más tiempo mirando a las asistentes femeninas que leyendo las recetas, o poniéndolas en práctica. Siendo justa —algo que en ese instante le molestaba enormemente ser, Edward no entraba en ese grupo.

 

Respiro varias veces antes de adentrarse en el aula, entre el fastidio y el malhumor, se filtraba el nerviosismo. En cuanto pisó la enorme cocina se dio cuenta de que su compañero todavía no había llegado, algo extraño dado su extrema puntualidad británica.

 

Intentando ocupar su tiempo en algo más útil que mirar hacia la puerta para ver si entraba, se puso a revisar la receta que iban a preparar esa tarde: pollo al horno a la mostaza con miel. Frunció el ceño, así a priori el título no conseguía que se le hiciera la boca agua. Desvió su atención hacia la hoja de ingredientes:

 

Pollo al horno a la mostaza con miel

1 pollo entero

4 patatas medianas

1 taza de miel

1/2 taza de mostaza

Sal a gusto

1 ajo

Perejil

Aceite de oliva

1 cebolla

1 vaso de caldo de verduras sin sal

 

Con la lista delante, el pollo al horno a la mostaza con miel, mejoraba un poco.

No obstante, no quiso hacerse ilusiones, seguramente acabaría poniéndole azúcar en lugar de sal, o algo peor, quemándolo para diversión de toda la clase, que cada viernes esperaban sus recetas con entusiasmo.

 

Por más que se regañó a sí misma por ser incapaz de centrarse en pelar las patatas, Bella se pasó los siguientes quince minutos mirando a la puerta a ver si finalmente Edward aparecía. No fue así. El tiempo pasó, los alumnos retrasados llegaron, pero su compañero no entró por la puerta del aula.

 

Comenzó a sentirse incómoda ante su inesperado interés, ¿no había decidido ya que no le caía bien? ¿Por qué narices estaba tan pendiente de si asistía o no? Acabó por justificarse alegando que con él cerca la clase de cocina era más amena. Cuando Edward estaba todo era más entretenido. Las dos horas que duraba la clase se le pasaban veloces poniéndole mala cara o refunfuñando por lo perfectos que eran sus platos.

El que fuera un hombre atractivo que además olía maravillosamente bien, no tenía nada que ver con sus ganas de verle. Nada de nada.

 

Capítulo 2: CAPITULO 2

 
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