Tus Imperfecciones Mi Perfección (+18)

Autor: AliceJoziCullen
Género: Romance
Fecha Creación: 07/11/2010
Fecha Actualización: 30/01/2011
Finalizado: SI
Votos: 47
Comentarios: 81
Visitas: 144880
Capítulos: 26

FIC FINALIZADO!!

"Edward Cullen creyó tener una vida perfecta a sus 25 años. La llegada de una nueva persona a su hogar, le demuestra que la perfección no está en lo externo y lo hace replantearse todo su entorno y defender lo que nunca creyó posible; la belleza interna"

Antes de continuar quiero aclara que este fic no es mio, en teoria ,sino de PAM3.C.S con la cual me he comunicado y cuento con su total autorizacion, espero que lo disfruten igual que yo ¡Comenten y voten plis!

Bueno chikas me alegraaa q les aia gustadoo este fickk enserio no tienen ni ideaaa i bueno nada maz me keda dezirles q grax x los votos i toodoo :) si kieren leer otros ficks q bueno estoi escribiendo aka les doi los nombres i los link:

- PASIONES PROHIBIDAS (+18)

- LA SEGUNDA OPORTUNIDAD DE BREE

- MUNDOS DIFERENTES... UN MISMO SENTIMIENTO

Si kieren pueden pasarse por mi blog: www.alicejozicullen-fanfiction.blogspot.com

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Capítulo 9:

Ed.-

...

Sin poder evitarlo. El cierre de la puerta principal, al irse Isabella. Me había producido una especie de angustia que no podía controlar. Desde niño había tenido esa especie de trauma al estar en soledad cuando algún problema me aquejaba. Recuerdo a mi madre durmiendo conmigo cuando, en ese tiempo, las nimiedades del colegio o universidad parecían querer enterrarme vivo ¡Y la extrañé! Extrañé volver a tener quince años y ser, a pesar de las burlas de Alice, el niño consentido

Miré a mí alrededor… Parecía estar todo en orden, pero la procesión estaba por dentro…

Los días anteriores no era nada, yo no era nada. Había bebido más que en mi adolescencia. Y me había hecho acompañar por chicas que con mucho esfuerzo, podía recordar su nombre a la media hora de haber estado en su compañía ¡Era una vergüenza!

Había querido pagarle a Tanya con la misma moneda. Estar con otras, buscar una respuesta a la pregunta que me carcomía ¿Por qué me había engañado? Pero no la encontraba, quizás porque lo único que había logrado hacer, era juntar mi boca con las de ellas… Pero llegar a la cama, era imposible… Y era ahí donde mi cabeza comenzaba a atormentarme…

Quizás la respuesta era simple… En nuestra relación, sólo una parte había entregado todo con sentimiento… Y ese, era yo ¡No. Ella!

Subí las escaleras y cuando iba a entrar a mi cuarto, me arrepentí. Quedé con el pomo de la puerta en mis manos y fui incapaz de girarlo. La habitación seguía como la había dejado el mismo día en que mi maldito mundo se había venido abajo, y era un recordatorio constante que todo cuanto había construido, se desmoronaba cada día en que sabía algo más o mi mente procesaba algún detalle que me hacía una mala jugada…

Di media vuelta y caminé por el pasillo. Mi cuerpo me estaba pidiendo a gritos un descanso. Había dormido nada los últimos días y al parecer ya no daba aguante.

Me pare frente a la habitación que Isabella ocupaba. Necesitaba recostarme, así que abrí la puerta decidido. Una ráfaga de aroma que no había notado con anterioridad, me golpeó. Era un efluvio suave, pero a la vez potente ¡Extraña combinación de palabras! Pero así podía percibirlo.

Había dejado todo en perfecto orden durante las horas pasadas y dejé vagar mi mirada por sus pertenencias. La puerta del closet estaba abierta y observé la variedad de pañoletas que colgaban de una percha. Inevitablemente mi memoria rememoró las marcas que había descubierto en su cuerpo y volví a preguntarme ¿Qué las habría producido?

Me recosté sobre la cama y en un extraño movimiento, mi cabeza se giró sobre la almohada. Mi nariz se enterró en ella, absorbiendo el perfume esparcido en ellas ¿Cómo era que nunca me había percatado de lo adictivo que era su olor? Reí sin humor, cuando la contestación fue que jamás me había dado el tiempo de estar cerca de ella. Porque la miraba inferior…la veía insignificante…en comparación a ella.

Desperté desorientado. No recordaba siquiera haberme dormido en algún momento. Dirigí mi vista hacia la ventana y aun era de día. Me levanté y me fui directo a mi reloj de muñeca, eran las ocho ¿Pero de la mañana o la tarde?. Encendí la TV y me sorprendí al enterarme que era un nuevo día. Había dormido casi trece horas ¿Cómo? Ni yo mismo lo sabía.

El rostro que me mostró el espejo, luego de una buena ducha y de rasurar la barba de días. Distaba mucho de lo que veía cada día que pasaba de la semana anterior…

Sentí entre tanto silencio el cerrojo de una puerta, la que me parecía ser la principal. Así que me apresuré a abandonar el cuarto de baño. Miré la habitación, no tenía tiempo de ordenarla, pero tampoco creía que Isabella volviera, así que me mudaría temporalmente aquí. Aunque al parecer ya lo había hecho…mi visita había sido rápida a mi cuarto y había trasladado variadas pertenencias aquí.

Comencé a bajar las escaleras y me paralicé. Jasper estaba de pié frente a la puerta. No había hablado con él desde que había pasado todo y esperaba como era de pensar, que lo primero que recibiría por parte de él, era un buen puñetazo.

- Bella me dio las llaves.- explicó sin mirarme.- Traje sus cosas. Al parecer quiere volver aquí. Creo que la entiendo.- sus ojos conectaron por primer vez con los míos.- Ver una sombra de lo que era Alice, no es agradable para nadie

No me estaba criticando directamente. Más yo mismo lo hice al entender sus palabras. Ella se había sentido traicionada por mí, y era así. Yo era el causante, de que Alice fuera otra, que su desdicha afectara al resto también.

- Yo…- decir lo siento, me sonaba a exiguo

- No te afanes en buscar disculpas conmigo a tu comportamiento.- detuvo mis palabras.- Lo único que voy a decirte, es que si piensas seguir con tu ceguera. Mantente lejos de Alice

- ¿Por qué dices eso?

- Bárbara habló con Alice y por lo que le comentó. Tu relación con ella sigue como si nada

- Las cosas no se hablan por teléfono.- rebatí

- Y los engaños y mentiras no son buena compañía.- sermoneó.- Cuando Alice me contó lo que había pasado… ¡Pf!... Te aseguro que si cualquier otra persona me hubiera dicho aquello. De seguro le sacaba un diente del golpe certero que le hubiera dado, por haber hablado mal de mi cuñado y amigo. De alguien a quien es mi familia

Mi mirada seguía inclinada al suelo. Sus palabras no hacían más que seguir haciendo camino en mi herida.

- No se si volverás con Tanya, si seguirás solo o lo que quieras hacer.- puntualizó.- Pero te diré algo lo quieras oír o no… Pon en una balanza lo bueno y lo malo, y toma en base a eso tus decisiones. Mira lo que haz hecho por tu gusto y el de ella, y ve cual pesa más. Las relaciones Edward, no se miden por todo lo que das en forma independiente. Se sopesan por lo que ambos han ido construyendo. Y tengo la impresión que aquí el único que haz dado eres tú. Haz dado de ti y haz dado para ella. La relación es vínculo, no desconexión

Iba a hablar, pero él dejó las cosas que traía en el suelo y se dirigió a la puerta…

- Bella es una gran persona y con un gran corazón.- dijo de espaldas a mí.- No la arruines a ella también. Sé como la trataban tu y Tanya. Y sin embargo, ella se siente en deuda contigo…- sonrió leve.- Aprovecha esto y trata de reencontrarte con lo que eras antes. Ella puede ayudarte, puede darle valor a cosas que para ti son insignificantes…pero que te llevarán a ser mejor de lo que tu mujer te convirtió. No mires el cascarón, mira su contenido. Puede convertirte en millonario.

Dicen que una palabra puede doler más que un golpe. Hoy lo había comprobado…

Llegué a la empresa pasado el mediodía. Tampoco había tenido ánimos de presentarme los días pasados. La secretaria me observó extraña, estoy seguro que incluso estuvo a punto de preguntar la razón de mi ausencia. Pero le envié una mirada con el mensaje explícito que mejor se guardara sus cuestionamientos. Ingresé a la oficina y sólo se encontraba Jacob, lo que agradecí. Al menos era más centrado que Emmet y menos curioso.

- Hola.- saludé y pasé a dejar mi chaqueta

- Hola.- me miró y sacudió su cabeza.- Sé que no te gusta que cuestionen tus decisiones, pero creo que no responder a las llamadas que te hicimos durante toda la semana pasada. Ha sido bastante irresponsable

- No estuve en casa.- mentí a medias

- Me quedó claro. Leah casi tiró tu puerta dando golpes, el otro día que fuimos a saber de ti. Ni Alice supo darnos una información.- la sola alusión a mi hermana, envió una punzada

- Tenía algunos inconvenientes.- en ese momento la puerta se abrió

- Ho…- Emmet dejó a medias su saludo y caminó a grandes zancadas hacia mí.- ¡¿Qué mierda de bicho te picó a ti?.- me tomó por mi camisa y me elevó

- Emmet. Cálmate.- pidió Jacob

- ¡No me calmo y una mierda!.- bramó.- ¡¿Te das cuenta lo que hiciste? ¡¿Hasta cuando te comportarás como un pendejo?

- Suéltame. Y no sé de hablas.- me deshice de su agarre

- Sabes de lo que hablo.- me siseo.- Estuve con Alice ¡¿Qué mierda tienes en la cabeza?

- ¿Alguien puede explicarme que pasa?.- pidió Jacob, sin entender nada

- ¿Le cuentas tú, tu gran hazaña o yo?.- preguntó en tono irónico Emmet

- No tengo idea de que hablas. Y por lo demás los problemas que tenga son de mi incumbencia. No de propiedad pública.- espeté molesto

- ¡Pasan a ser de mi incumbencia cuando no sé si te va a ocurrir regalarle esta empresa!.- rugió nuevamente

- ¿Regalar la empresa? ¿Quieren decirme de qué hablan?.- pidió nuevamente Jacob

- ¡Que aquí tu querido amigo, le cedió la mitad de los derechos de la empresa de Alice a la zorra que tiene como novia!.-

En un movimiento rápido me giré y planté un golpe en su cara con todas mis fuerzas. Emmet se balanceó, pero no calló y me inyectó sus ojos coléricos. Pero de pronto me dí cuenta de la estupidez que había hecho ¡Había golpeado a mi mejor amigo! ¿Qué imbecilidad había hecho?

- Emmet. Yo…lo sien-…-

No alcancé a formular mi disculpa, cuando el puño de Emmet esta vez, impactó de lleno en mi ojo izquierdo. Yéndome de espalda contra todo lo que aparecía en mi camino de retroceso.

- ¡¿Qué les pasa?.- gritó Jacob. Mirándonos alternadamente

- Ahora nada.- sonrió Emmet.- Esa fue por Alice. Y una advertencia por si decides dártelas de galán nuevamente con tu noviecita. ¡Te juro! Que si me entero de algo más. No verás la luz al menos en un mes. Me encargaré de dejarte cerrados los dos ojos.

Y salió azotando la puerta con toda la furia que tenía. Jacob salió de la oficina y regresó al rato con una bolsa con hielos. Yo aun seguía en el piso y me extendió su mano sin decir palabra alguna. Así mismo nos mantuvimos por largo rato, el cual no sabia si ponerme el hielo en el maldito ojo que me ardía o la muñeca con la que había golpeado a Emmet, que punzaba como mil demonios.

- ¿Es cierto lo que dijo Emmet?.

Durante las siguientes horas ni Jacob ni yo, habíamos mediado palabra alguna. Emmet no había regresado y yo estaba pendiente de ocupar mi mente con todo el trabajo que tenía retrasado por mi ausencia. Pero como era de esperar, en algún momento volvería el tema que nos había hecho enfrascarnos en una pelea de animales…y ahora era el momento.

- Ya no.- dije tirando los planos en mis manos y girándome hacia él

- ¿Cómo es eso de "Ya no"?.- puntualizó, gesticulando comillas

- Lo hice… Traspasé la mitad de la empresa que Alice me había ofrecido años atrás.- suspiré.- Pero anulé todo

- No te molestes, pero…- me sonrió y negó.- Creo que de haberlo sabido antes. Yo mismo le hubiera pedido a Emmet que te entintara el otro ojo.

- Supongo que me lo merezco

- ¿Qué gatilló todo esto Edward?.- cuestionó serio

- No quiero hablar del tema Jacob.- me excusé

- Pues yo creo que teniendo en cuenta la amistad que supongo, nos une. Deberías confiar más en nosotros.- espetó Emmet, apareciendo nuevamente por la puerta

Suspiré y agaché la cabeza. No se trataba de falta de confianza, pero… Al parecer, Isabella tenía razón en sus palabras. No quería enfrentar el tema con nadie, porque estaba conciente cual sería la acotación, al menos en este momento de parte de mis amigos ¡Te lo dijimos! Y aunque no lo admitiera, estaba desesperadamente intentando buscar una coartada que exculpara de todo a Tanya. Me negaba a enfrentar la realidad ¡No quería esta realidad!

- Tuvimos una discusión con Tanya a causa de…mis celos.- comencé.- Le pedí perdón, luego que comprendiera que mis celos eran infundados.- bufé.- Y quise demostrar con hechos mi arrepentimiento. Así como también, que no se volvería a repetir

Esperé a que me interrumpieran, pero los dos estaban atentos a lo que decía. Así que continué

- Ahí vino lo del traspaso. Habíamos hablado con Tanya sobre la idea que tenía de comenzar algo, un negocio propio. Sé que es difícil en el mundo que se desenvuelve y creí que de esa forma, la ayudaría

- ¿Cómo?.- inquirió en tono hostil Emmet.- ¿Quitándole el esfuerzo de años a tu hermana?

- No lo pensé de esa forma.- me defendí.- En realidad…en ese momento no pensé en nada. Sólo…en Tanya.- admití.- Creí que era una forma de demostrar que lo nuestro era mas fuerte. Y una forma que Alice…y los demás…comenzaran a respetar a mi novia. Y también que estando en una empresa conocida, le sería más fácil abrirse camino

- ¡Que considerado!.- explotó Emmet.- A costa de tu hermana ¿No te pusiste a pensar que tu noviecita podría arruinar a tu hermana?

No respondí, porque a pesar de todo lo que había pasado y sabido. Mi ceguera o enamoramiento me hacía desistir y negarme a esa idea. Ella no sería capaz de hacer eso ¿O sí? Ni yo mismo sabía la respuesta a eso

Parecía como si después de decir todo eso, me hubiera sacado un peso de encima. Pero al mismo tiempo me encogí esperando el próximo golpe de Emmet, el cual no llegó. Con vergüenza, debía reconocerlo, levanté mi mirada hacia mis amigos. Cada uno estaba perdido en sus pensamientos, teniendo en sus caras una cuota de rabia y sobre todo decepción.

- Hay algo que no entiendo.- habló Jacob.- Hasta ahí todo bien. Pero por lo que entiendo, tu decisión estaba tomada ¿Por qué escucho hablar de…Tanya con en forma rara? ¿Acaso no fue por ella?

- Porque…- me callé sin saber como enfrentar esa parte.

Quizás sonaba estúpido lo que estaba en mi cabeza en ese momento. Incluso parecía que mi lado sensible estaba haciendo aparición. Pero quería poder cerrar mi boca y salir de ahí, guardándome esa parte para mí. Tenía la maldita y absurda sensación, que una vez las palabras salieran de mí…todo se haría real. Fruncí mis labios ¡Todo era real! Pero aun seguía eso en mí… la esperanza que tan solo fuera un mal sueño…

- Alice te mostró una verdad indiscutible. No quiero decir te lo dije, pero…- Emmet dejó su frase inconclusa

- Ok. No necesito más explicación. Presumo saber a que se refiere Emmet. Creo que es hora de irnos.- sentenció Jacob y se lo agradecí en silencio.

Tomé mis cosas y con un asentimiento de cabeza, salí de la empresa. Manejé lento a casa, mil y una idea se arremolinaban en mi mente, hasta que decidí mi próximo paso y tomé el camino que me dirigiría allí.

- Panino Edar.- gritó Amy cuando me vio en la puerta.- ¡Mi panino!.- anunció con el mismo grito

- Hola Amy.- la saludé. La tomé en brazos y la cargué al interior de la casa

- A tío a jugal a Amy.- sonreí. Era la típica frase que siempre repetía

- ¡Amy! ¿Quién…?.- Alice dejó su pregunta a medias cuando me vio de pié en su sala

- Mi panino.- Amy rodeó con sus bracitos mi cuello

- Hola Alice.- musité suave. Su rostro se volvió frío

- Si haz venido a visitar a tu ahijada. Pueden jugar aquí. Yo estoy ocupada y tengo cosas que hacer.- se dio vuelta para irse

- Amy ve arriba. Luego te alcanzo.- asintió y la dejé en el piso

Caminé con dirección a la que ocupaba como su oficina. Me paré en el umbral de la puerta…Alice estaba de espaldas mirando hacia la ventana que daba a su jardín. Entendí que sus palabras solo habían sido para no estar conmigo. Me fui acercando de a poco, en el momento que di el primer paso dentro de la habitación, supe que ella estaba conciente de mi presencia.

- Si haz venido a ver a Amy, creo que deberías aprovechar el tiempo. Ella se va temprano a la cama y ya son las siete y algo.- comenzó a moverse de un lado a otro, sin darme la cara

- He venido a ver a…toda mi familia.- bisbise

- No quiero ser grosera, pero fui clara contigo ese día.- se volteó y sus brillantes ojos me mostraron su dolor.- Y no quiero repetir mis palabras. Fueron tan lacerantes para ti, como para mí. Pero no puedo pretender como si nada hubiera ocurrido. Eras mi único hermano. Ya no tengo nada.- fue tajante y cruda en sus palabras

- Alice…-

- Ya te he dicho Edward.- me cortó.- Amy se irá pronto a la cama. Es mejor que aproveches el tiempo con tu sobrina. No…no hay nada más que pueda interesarte aquí. Así como yo quisiera que tú visita fuera corta.-

Parecía como si mis pies se hubieran anclado al piso. Sus palabras eran ácidas, pero podía sentir el dolor en ellas al expresarlas ¡El maldito dolor que yo había causado! Observé su rostro, en apariencia impávido…pero la conocía, esos ojos no mentían y ella estaba destrozada por dentro, al igual que yo.

Tuve la intención de dar vuelta e irme, sin embargo, en vez de eso y para su asombro. Mi camino se dirigió a ella y sin darle tiempo a hablar, la tomé y la abracé ¡Era mi hermana por Dios! ¿En qué mierda tenía mi cabeza cuando había actuado sin recordar que amaba a mi misma sangre más que a nada en el mundo? Ella no respondió mi abrazo, pero no por eso, cedí mi fuerza… Apoyé mi cabeza sobre le tope de la suya y su silencioso sollozo abrió las llaves cerradas con refuerzo de mis ojos.

Permanecí un rato así, sin decir nada, pero queriendo transmitir todo con mi abrazo. Miré en un momento la entrada del lugar donde estábamos y me percaté que Jasper nos observaba sin mediar palabra desde ahí. Reticente y sin fuerzas, me separé de ella. Tomé su cara en mis manos y limpié sus lágrimas. Viendo esos ojos verdes como los míos, que ahora estaban enrojecidos por mi estupidez. Besé su frente y emprendí mi retirada…

- Te quiero…- dije con la voz rota y ronca.- Perdóname. No pensé…

Y sin más. Salí de ahí sin esperar contestación alguna…

Llegué a casa. Todo estaba a obscuras por lo que presumí que Isabella no habría llegado o quizás se había arrepentido de volver. Subí las escaleras, y por si se daba, saqué todas mis cosas de su habitación y las devolví a la mía. En la cual no estuve más de diez minutos.

Registré en mi bolsillo y encontré la cajetilla de cigarros que había comprado en esas noches sin sentido de la semana anterior. La tomé y salí por la cocina a la parte trasera de la casa. Prendí uno y traté de despejar mi mente…

¿Quién había aportado más a esta relación? Había sido la pregunta de Jasper. Refregué mi rostro con impaciencia al tener la claridad delante de mis ojos ¡Siempre había sido yo! ¡El que aportaba a esta relación, era yo! ¡Yo por ella y yo por mí! Todo el mundo había tratado de decírmelo y yo no había querido enfrentar la verdad. Me había aferrado a lo que ella me ofrecía, pero yo necesitaba mucho más…sin embargo, resignado aceptaba su cuota de entrega.

Mi mente fue a nuestro primer tiempo juntos. En ese tiempo, ella era perfecta. Lo que todo hombre quisiera a su lado. Con el tiempo, sin si quiera darme cuenta hasta ahora, las cosas habían dado un vuelco enorme. Y yo me había volcado con ella a esas transformaciones. Me había acomodado a ella…no había sido un ajuste equiparado, era solo yo…a lo que ella quería.

¿Desde cuando serían las mentiras? ¿Desde qué momento ella me habría cambiado? Los primeros días, buscaba como poseso alguna falla en mí. Más con los días y las últimas conversaciones, creo haber dado con la respuesta. Haberme convertido en su monigote. ¡Esa era mi único y gran error!

- Hola.- me giré al escuchar la voz de Isabella tras mío

- Hola.- la saludé, pero no lograba ver su rostro al estar a contra luz, que se colaba por la puerta

- Pensé que no había nadie. Pero luego vi la luz encendida y vine a ver

- Llegué hace un rato.-

Me quedé observando los destellos rojizos que destilaba el brillante cabello achocolatado de ella. Que obviamente tampoco había notado con anterioridad.

- ¿Quieres…comer algo?.- preguntó en forma tímida

- Aun no. Gracias.- le sonreí

- Ehm…este… ¿Ha llegado alguien?.- consultó de repente

- No. No ha venido nadie ¿Por qué?.- inquirí extrañado

- Es que entré a la habitación que ocupo y al parecer alguien ha dormido ahí. Por eso.-

Agradecí que la noche estuviera oscura. Podía sentir mi cara arder de la vergüenza ¿Cómo le decía que en mi cuarto no podía dormir y por eso había tomado por asalto, el suyo?

- Fui…yo.- admití con el rojo intenso de mi cara

- Huh. Ehm, ok.-

- No podía dormir en mi habitación y decidí buscar otro lugar.- expliqué.- Tu habitación era la única acomodada para dormitar un momento. Lo siento.- susurré al final

- No te preocupes. Es tu casa y puedes ir donde quieras

- Igual. Esa es tu habitación

Un silencio espeso se instaló entre ambos. No sabía muy bien que decir y de pronto la vi sentarse a mi lado y aferrar su chaqueta, la noche estaba un tanto helada y más estando a la intemperie. Prendí otro cigarrillo, eran como el quinto que fumaba en tan poco rato, pero no sabía como actuar aun con ella.

- ¿Qué le pasó a tu ojo?.- preguntó cuando el resplandor del fuego iluminó mi cara.- Estoy segura de no haberte visto ese morado

- Esta vez no tuve que ir a buscarlo.- dije divertido.- Llegó gratuito a mi.- ella sonrió junto conmigo.- Fue Emmet

- ¿Emmet? ¡Vaya! No sabía que aquí en Chicago se estilaba demostrar el afecto de esa forma.- bromeó, arrancando mis primeras risas sinceras en días

- ¡Es el estilo Emmet!.- secundé su broma. De pronto movió su pelo y nuevamente su efluvio me llegó. No pude evitar mi siguiente pregunta.- ¿Qué perfume usas?

- Ninguno.- frunció su seño, en desconcierto.- ¿Por qué?

- Tu habitación tenía un aroma característico.- comenté

- Quizás es mi shampoo. Es floral y su aroma es fuerte. Tengo perfumes, pero no me gusta usarlos.-

No se en que momento lo hice, pero me acerqué a oler su pelo y ella al ver mi movimiento, se inclinó más a mi. Quedando su cara junta a la mía. Me sorprendió la suavidad de su piel y la calidez de la misma. Inspiré con fuerza el aroma que expelía su cabello…dándome cuenta que llevaba más del tiempo necesario, con mi rostro en casi la curvatura de su cuello. Un calor en aumento por parte de ella, me hizo separarme. Al tiempo que el teléfono de la casa comenzaba su sonido molesto nuevamente.

- Yo…yo voy.- habló nerviosa y se paró en forma rápida

Me quise golpear el otro ojo yo mismo en alguna pared cercana ¿Qué creía que estaba haciendo? De seguro poco menos había quedado ante ella como un acosador, o peor aun, un jodido pervertido. Era obvio que se levantara así de asustada y nerviosa. Primero la trataba como un trapo sucio, me reía a costa de ella, la ignoraba. Luego con el paso de varias cosas le hablaba y ahora, poco menos le mordía el cuello como un vampiro sediento…

- Es para ti.- cortó ella el hilo de mis pensamientos. Con una expresión extraña en el rostro

- Gracias.- tomé el teléfono sin preguntar quien era siquiera.- Hola

- Hola amor.- escuché la voz de Tanya al otro lado de la línea

- Hola.- hice una mueca e Isabella entró a la cocina para darme privacidad

- Te extraño bebé.- dijo melosa.- ¿Por qué haz estado tan ocupado que no me haz llamado? Tienes que darte un tiempo. Soy tu novia

- He tenido trabajo Tanya. Tengo que concentrarme en lo que hago.- dije cortante

- Tus prioridades siempre me han tenido primero a mí ¿Acaso aun estas molesto por haber tenido que venir acá? Bebé tu sabes que fue tu hermana la que me puso entre la espada y la pared.- contuve el aire por sus acusaciones. Estaba seguro que las cosas distaban mucho de ser así

- Claro. No te preocupes. Es tu trabajo.- omití decirle todo lo que quería

- ¿Y como se ha portado Miss Piggie?.- se burló de Isabella, haciendo alusión a la cerdita que salía en un programa de TV, años atrás

Estalló en risas al otro lado. Y me visualicé tiempo atrás. Hubiera hecho lo mismo y nuestra conversación, se hubiera referido todo el tiempo a la búsqueda de apodos y más defectos para ella. Miré por la ventana a Isabella…estaba sentada observando la TV, pero de forma ausente y me di cuenta que…prefería estar con ella que hablando con Tanya. No se por qué razón, pero al recordar las risas sinceras que me había arrancado poco rato atrás, extrañé sentirme de esa manera. Olvidar un tiempo mi martirio y embriagarme con ese aroma, que había descubierto…actuaba como un tranquilizante en mí…

- Tanya tengo que dejarte. Sonó el timbre y debe ser algo importante.- me excusé para terminar la conversación

- ¿El timbre? ¿Es eso más importante que yo? ¿Y acaso esa no puede abrir?.- chilló con su tono altanero

- No recuerdo haber contratado servidumbre.- dije duro

- ¿Es una crítica?.- preguntó con voz ácida

- Es un comentario.- le rebatí.- Tengo que dejarte. Adiós

Corté sin esperar respuesta de ella y pasé por la cocina como alma que lleva el diablo. No miré a Isabella, seguí mi camino hacia donde quería llegar. Tomé el cable del teléfono y lo arranqué de cuajo, llegando a sacar la caja adosada a la pared. Sabía que volvería a llamar y no quería volver a escuchar su voz. Así que era preferible, quedar sin comunicación, que estar oyendo el molestoso ruido que profesaba.

Volví mi vista a la sombra que reflejaba la silueta del cuerpo de pié bajo el umbral de la puerta. Isabella me miraba entre asombrada y desconcertada.

- Me molesta el sonido del teléfono.- me encogí de hombros

- Ok.- susurró aun mirando el cable cortado en mis manos

- ¿Cenaste?.- pregunté, intentando cambiar el tema

- No. Yo…este…iba a hacerlo ahora.- respondió titubeante.

Me percaté que estaba en una lucha, de si continuar con lo que quisiera decir o no.

- ¿Tú…cenaste?.- indagó luego de unos minutos. Mordiendo su labio inferior

- No. Te estaba esperando.- dije seguro…

No mentía. Conciente o inconciente, me di cuenta que había estado esperando que ella llegara. Una sonrisa surcó sus labios y asintió entrando nuevamente en la cocina. La seguí y la vi rebuscar en los muebles que allí adornaban la estancia.

- ¿Buscas algo?.- cuestioné parándome a su lado

- Voy a tener que cocinar. La comida que dejé ayer, olvidamos ponerla en la nevera y está incomible

- Podemos pedir.- me alejé para tomar mi móvil y llamar, pero ella sujetó mi mano

- Me gusta cocinar.- afirmó.- Me siento más cercana a mi casa.- susurró nostálgica

Tomé la mano que descansaba sobre la mía. Me miró con sorpresa y di un leve apretón en ella, en forma de reconfortarla. Deslicé mi pulgar por el suave dorso de su mano…y una idea loca y descabellada pasó por mi mente. Sonreí ante eso y ella me miró curiosa

- ¿Con quien cocinabas en tu casa de Forks?.- inquirí aun sonriendo

- Sola.- dijo frunciendo su entrecejo

- ¿Aceptarías un asistente?.- le propuse, ya riendo abiertamente. Ella abrió sus ojos asombrada a más no poder

- ¿T-tu…t-tu…q-qué?.- tartamudeó en shock

- ¿Tan malo es?.- fruncí mis labios y me hice el ofendido

- ¡No! N-no…no es eso. Pero… ¿Alguna…vez haz cocinado?.-

- Ehm, la verdad no.- fui sincero.- Pero…creo que es tiempo que aprenda a no morirme de hambre cuando el Restaurante de comida rápida esté cerrado y no tenga a ninguna dama de Forks que me alimente.- comenté divertido por su cara de sorpresa

- O-ok. Entonces empecemos.- recién ahí caímos en cuenta que nuestras manos seguían unidas. Nos separamos al instante

- ¡Umm! ¿Qué hago?.- dije totalmente perdido

- Lo primero es lavarte esas manos. Supongo que devolviste el golpe y al menos le haz sacado una gota de sangre a Emmet.- profirió entretenida. Negué haciendo unas muecas.- Vale. Creo que debes tomar clases de defensa personal, antes que termines morado completamente.

- Lo tomaré en cuenta.- la apunté con mi dedo. Me quedé ahí y la miré poner sus manos en jarra y mirarme con una ceja alzada.- ¿Qué pasa?.- estaba perdido

- A lavarse las manos ¿O era broma lo de cocinar juntos?.- Negué.- Entonces. Manos limpias y te enseño, sino, no hay trato.

- Te pareces a Esme.- dije al verla en plan mandón

- Puedo llegar a ser peor que ella. Te lo aseguro.- me advirtió

Salí con una sonrisa en mis labios de la cocina y me dirigí al baño. Mientras lavaba mis manos, me pregunté… ¿Cuándo había sido la última vez que una cosa tan cotidiana me había entusiasmado? No recordé. Seguramente muchos años atrás. Y… ¿Cuándo una sonrisa sincera por hacer algo sin esperar agradar a alguien, se había implantado en mis labios? Dos años atrás… Suspiré y sacudí mi cabeza. Era hora de volver a ser yo… Era hora de volver a darle valor a las cosas insignificantes, como había dicho Jasper… Y el cocinar, podía ser un comienzo… Aunque preveía, que terminaríamos pidiendo nuevamente…

...

Continuará...

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Bueno aunq me daa penita komo sufre EDYYY esta aprendiendo la leccion jejeje iii siiii q esta aprendiendoooo asta esta mas bueno kon BELLITA jeje

ESPERO SUS COMENT I VOTITOS SI? EJEJ BYEEE BEZITOZ

Capítulo 8: Capítulo 10:

 
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