Tus Imperfecciones Mi Perfección (+18)

Autor: AliceJoziCullen
Género: Romance
Fecha Creación: 07/11/2010
Fecha Actualización: 30/01/2011
Finalizado: SI
Votos: 47
Comentarios: 81
Visitas: 144895
Capítulos: 26

FIC FINALIZADO!!

"Edward Cullen creyó tener una vida perfecta a sus 25 años. La llegada de una nueva persona a su hogar, le demuestra que la perfección no está en lo externo y lo hace replantearse todo su entorno y defender lo que nunca creyó posible; la belleza interna"

Antes de continuar quiero aclara que este fic no es mio, en teoria ,sino de PAM3.C.S con la cual me he comunicado y cuento con su total autorizacion, espero que lo disfruten igual que yo ¡Comenten y voten plis!

Bueno chikas me alegraaa q les aia gustadoo este fickk enserio no tienen ni ideaaa i bueno nada maz me keda dezirles q grax x los votos i toodoo :) si kieren leer otros ficks q bueno estoi escribiendo aka les doi los nombres i los link:

- PASIONES PROHIBIDAS (+18)

- LA SEGUNDA OPORTUNIDAD DE BREE

- MUNDOS DIFERENTES... UN MISMO SENTIMIENTO

Si kieren pueden pasarse por mi blog: www.alicejozicullen-fanfiction.blogspot.com

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Capítulo 25: Epílogo

Recomendación Musical: Alannis Morrissette - "That I Would Be Good"

Be.-

...

Entré a la habitación tratando se ser silenciosa. Los últimos rayos de sol iluminaban la habitación hasta hacerla totalmente anaranjada. Miré el bulto en la cama y me acerqué hasta allí, tomando una silla y sentándome a su lado… Las mantas cubrían su pecho y de paso el vendaje que rodeaba casi la mitad de su cuerpo. Suspiré largamente y otra vez volví a sentir esa opresión en el pecho que parecía no dejarme respirar… Las palabras de mi maestra de Ética resonaban en mi cabeza, pero por más que intentaba, no le encontraba lógica "No deben dejarse vencer por sus emociones, ellas quedan fuera del lugar en el que estén" ¿Pero cómo hacerlo?

- Señorita Bella.- esa voz me trajo de vuelta al presente. Lo miré y le sonreí

- Hola.- hablé igual que él, bajito

- ¿Por qué tiene esa carita triste?.- el nudo en mi pecho se acrecentó y la voz de mi maestra cobró fuerza "Ellos no pueden verlos débiles"

- Por nada. Estoy un poquito cansada ¿Y tu cómo estás?

- Adormecido.- respondió con una sonrisa que demostró sus palabras

- Entonces duerme.- me levanté y acaricié su frente con mi mano.- Recuerda portarte bien.- le hice prometer

- Usted no debería irse nunca. Su esposo me cae mal.- refunfuñó

- ¿Por qué te cae mal mi esposo?.- me reí por esa última palabra. Él era solo mi novio, pero no iba a explicarle eso a un niño de 7 años

- Porque la está llevando lejos de mí.- gimoteó

- Kevin, él no me está llevando. Es solo que mi tiempo aquí como estudiante ha terminado. Y además debo volver con mi familia, así como lo harás tu en unos días más.- le contesté lo mismo que a todos los otros chicos

- ¿Vendrá a verme algún día?.- preguntó esperanzado, y no fui quien para romperlas

- Por supuesto que sí, y tú me irás a ver con tus papas cuando puedas.- sus ojos azules se iluminaron y su sonrisa se amplió

Me despedí de él aguantando las lágrimas, no debía llorar delante de mis pacientes. Aun cuando fuese la última vez quizás que lo volviera a ver. Kevin era un chico irlandés, con el que menos me costaba conversar por su idioma, sin embargo, lo que más me había hecho acercarme a él, era la similitud que teníamos en nuestras vidas, aunque la suya lo había golpeado mucho antes que a mí. Su cuerpo había quedado casi totalmente dañado con la quemadura que había sufrido en una reunión familiar y por haber corrido muy cerca de las llamas que calentaban un recipiente con agua.

Era hijo único y solamente tenía 7 años de vida. Recordaba perfectamente el primer día que me habían asignado ese caso, como alumna de último año en calidad de interna. Había llorado desde el mismo momento en que había puesto un pié fuera de este Hospital y no había parado hasta el otro día. Edward en forma paciente, como era él, me había consolado y preguntado si realmente me sentía capaz de sobrellevar esto en mi vida futura. Esa había sido la primera vez que me había cuestionado mi carrera, y no había sido la única.

- ¿Lista para volver a casa?.- preguntó Jane, que acariciaba su ya prominente vientre

- Ni un poco, pero allá está mi vida.- sonreí con nostalgia

- Nuestro hogar siempre estará abierto para ti y Edward.- Chris ahora era un hombre más maduro.- Y tomate muchas fotos el día de la titulación. Quiero ver las caras de todos vestidos con esos horrendos trajes. Menos mal nosotros nos hemos liberados de parecer pingüinos en exhibición.- aunque no tanto, rectifiqué mentalmente

- ¿Qué me quedará a mí entonces?.- pregunté señalando mis curvas, que seguían siendo las mismas de hace 7 años

- Imagíname a mi Bella, de seguro parecería un pingüino con sobrepeso.- rió Jane apuntando su redondez momentánea

Salimos de aquel lugar que me había acogido por el último año. Nos habían ofrecido una oportunidad de trabajo inmediatamente luego de haber aprobado todos los ramos de estudio. Yo había declinado de forma inmediata, extrañaba a mi familia y amigos, Jane también había declinado en forma momentánea por su avanzado embarazo, Y Chris había sido el único que aceptar, teniendo en cuenta que mi amiga había tenido un embarazo complicado los primeros meses y no se sentía en condiciones de realizar un viaje tan largo como el de regreso a nuestro país.

- En dos meses y medio más te quiero aquí ¡Me oíste!.- ordenó mi amiga, mientras esperábamos el abordaje de mi avión, luego de registrar mi equipaje

- Lo haré.- asentí obediente

- Y si no vienen, ten por seguro que iré allí y los traeré de los pelos. Mi hijo no se quedará sin padrinos por nada del mundo. Aunque tenga que traerlos amordazados, estarán aquí para cuando nazca y su bautizo.- mi amigo fue más explícito en su amenaza

- No tendrás que dejarme calva.- me reí de él.- Edward estará feliz de volver. Además deberá viajar de vez en cuando para venir a ver el funcionamiento de la sucursal

- ¡Te voy a extrañar tanto!.- gimoteó Jane y se tiró a mis brazos llorando amargamente. Chris rodó sus ojos y ausentemente comenzó a acariciar su espalda

- Yo también amiga. Mucho.- mis lágrimas tampoco se hicieron esperar y escuché el bufido de Chris. Jane se soltó bruscamente y lo encaró, algo muy común últimamente

- Te recuerdo que si estoy así.- indicó su cara mojada por el llanto.- Y así.- ahora apuntó su vientre.- Es nada más y nada menos que por ¡Tu culpa!.- su pequeño dedo lo pinchó con fuerza en el pecho

- Amor…- mi amigo tomó su tono meloso para salir del aprieto, pero esta vez no funcionó

- ¡Amor, nada!.- gritó Jane atrayendo la mirada de los demás pasajeros.- ¡Fuiste tú quien usó un maldito preservativo que tenías guardado desde que tu madre se olvidó de su usarlo con tu padre y viniste tú a este mundo!.- no pude evitar mi risa al ver la cara de mi amigo totalmente en llamas

- Jane, te recuerdo que no estamos en nuestro país y nos pueden deportar por cualquier cosa.- susurró demasiado bajo

- ¡Que te deporten por irresponsable!.- siguió gritando mi amiga.- ¡Un maldito preservativo, ni eso sabes hacer bien! O perdón, eso es lo único que haces bien.- con sus diez dedos indicó su vientre.

- Adiós a mi carrera prometedora de médico. Estoy seguro que más de alguien revivirá este momento cuando mi hermosa cara salga en alguna revista por mis logros universales. Seré conocido como el médico que usó un preservativo vencido.- tiró sus brazos al cielo dramáticamente, y mi amiga de un momento a otro pasó de la rabia a la risa "Malditas hormonas", escuché murmurar a Chris, justo en el momento que por los altoparlantes se anunciaba mi vuelo

Me relajé cuando el avión despegó totalmente. Había descubierto desde la primera vez que no se me daba muy bien el no poder tener mis pies adosados a tierra firme por muchas horas, y lamentablemente Edward no estaba a mi lado para tratar de calmar mis nervios. El había regresado hacía ya un mes, y yo me había quedado un tiempo más a petición de Jane y de los directores del Hospital para monitorear por un poco más la salud de los que habían sido mis pacientes durante mi internado… Pensar en Edward volvió a traer esa sonrisa tonta en mi cara, como cada vez que su imagen abarcaba toda mi cabeza

¡Mi Edward!

No había sido fácil el comienzo en estas tierras lejanas que dejaba atrás. Edward no había podido en los primeros tres años instalarse en un rubro parecido a lo que él estaba acostumbrado a hacer y para lo que había estudiado. Pero nunca pude escuchar una queja de su parte o ver una mala cara dirigida a mi por no estar en su mundo… El simplemente se conformó con lo que se le presentaba en el camino, y decía que mientras nos sirviera para vivir en forma digna, era suficiente… Una chica que había conocido en mis estudios le había ofrecido trabajo en el negocio de su padre, que era básicamente como vendedor de automóviles, totalmente nada que ver con su profesión, pero él sonriente lo había aceptado.

Luego de esos tres años, habían comenzado las conversaciones y vistas de Emmett. Hasta que por fin me habían dado la noticia esperada. Ampliarían su empresa hasta estas latitudes, asociándose con un chico radicado en el país y Edward nuevamente se dedicaría a la arquitectura, que era una de sus mayores pasiones… Desde ahí todo había comenzado a sonreír para nosotros, de cierto modo, pues nunca nos habíamos dejado abatir por las complicaciones que se nos presentaba en el camino, todo gracias a la hermosa relación que habíamos construido con paciencia y amor durante el tiempo… No todo había sido color de rosa, y nuestros caracteres descubiertos con el tiempo, muchas veces nos pasaban malas jugadas, pero como decía Esme… "No hay relación perfecta, sino no sería verdadera"

En un movimiento repentino, un brillo en mi mano me hizo volver mi vista a ella. El hermoso y sencillo anillo que Edward había puesto en ella hacía solo un mes atrás me hizo sonreír de oreja a oreja… Había sido el mismo día en que mis emociones habían estado al tope con la ceremonia que nos habían obsequiado en la Universidad, la primera y única visita que mis padres habían hecho hasta aquí y por supuesto su petición de formar una familia juntos para toda la vida. No había habido una fecha exacta, pero tampoco la sentía necesaria… El día que fuera, sería perfecto, incluso si era en cien años más. Porque nuestro amor no necesitaba de papeles para saber que sería eternamente, solo nos necesitaba a los dos…

El sueño me venció de un momento a otro, hasta cuando la azafata me comunicó que ya estaba en casa nuevamente...

- ¡Amor!.- grité por sobre todo el bullicio del aeropuerto y corrí donde me esperaba Edward

- ¡Preciosa!.- abrió sus brazos y me tiré como imán hacia él.- Te extrañé tanto preciosa.- susurró contra mi cuello

- Yo también.- levanté mi cara y planté un desesperado beso en sus labios

- ¡Ew! Hay niños presentes.- exclamó una aguda voz que hizo separarnos

- ¿Qué le haz hecho a tu cabello?.- pregunté en shock al ver desaparecida la cabellera rubia de Amy

- Mi tía Rose y tío Em me han dicho que esto es fashion.- sonrió y movió sus dedos sobre su cabeza.

Ahora entendía las constantes quejas de Alice cada vez que me llamaba. Amy estaba por cumplir sus 10 años, pero se había convertido en una señorita demasiado agrandada para su corta edad, y Rose tenía mucha influencia en ella… Reía con cada cosa que me contaba mi cuñada, pero viéndola ahora en vivo y en directo, realmente entendía los lloriqueos de la pequeña duende… Su vestimenta no era para nada de una pequeña princesa, y su cabello ahora no medía más que unos centímetros… Miré tras ella, y una muy sonriente Montse vestía muy parecido a ella, con la diferencia que parecía haberse comprado unas tallas más grandes. Obviamente no era así, ella lo había sacado del que suponía, era un renovado armario de su hermana mayor.

- Montse se ha convertido en un clon de Amy.- respondió mi pregunta Edward.- Y si Amy ha cortado su cabello, a Alice se le ha caído de las impresiones.- sonrió

- Hola tía Bella ¿Me veo fachon?.- preguntó Montse, tratando de imitar a su hermana. Tuve que reírme de buena gana

- Muy fashion.- asentí mirando a Edward que rodó sus ojos

- No sé si yo me estoy poniendo muy viejo o definitivamente el mundo ha enloquecido. Son unas pequeñas demonios en cuerpos de niñas.- mascullo mientras salíamos del aeropuerto a su auto

- No sabría responderte.- dije cuando abrió la puerta para mí. Me miró entrecerrando sus ojos

- Gracias.- dijo sarcásticamente.- Pensé que escucharía algo como no eres viejo Edward.- pinchó mi cintura con su dedo

- Edward, eres un viejito cada día más.- me burle de él y la cara que ponía.- Pero un viejito cada día más hermoso y mío.- besé sus labios y me subí de un salto al auto

- Te salvaste porque te amo.- me advirtió con su dedo al tiempo que cerraba la puerta y se encaminaba a su lado del auto

Mientras nos dirigíamos a la casa de los padres de Edward, observábamos a las chicas en el asiento trasero. Escuchar hablar a Amy, era como estar en presencia de un pequeño Emmett, definitivamente ese hombre jamás maduraría y en vez de eso, contagiaría a todo quien se le acercara en su seguidor… Jasper casi se había muerto al saber de la peor forma de la relación de su hermana con Emmett. Los había encontrado muy cariñosos en la habitación de Rose, y lo peor no era eso; sino que pasaban las 4 de la mañana y nuestro amigo había entrado al estilo Romeo, por la ventana… Desde ese día, todas las ventanas de la casa tenían una resistente protección metálica, como si eso fuera a intimidar al gran oso.

- ¡Bella!.- gritó un pequeño remolino rojo, en cuanto me bajé del auto.- Amiga y cuñada, que bueno que estas aquí ¡Te he extrañado tanto! No sabes todo lo que tengo que contarte ¿Ya viste a estas niñas?.- en ese momento Montse y Amy pasaron por nuestro lado rodando sus ojos

- Las veo.- contesté entre sonriente y asombrada

- ¡Van a dejarme calva, Bella! ¡Y todo es culpa de Emmett y Rose!.- siguió refunfuñando

- Hola Bella, bienvenida a casa nuevamente.- saludó un siempre afable Jasper.- ¿Qué tal todo?

- Excelente.- sonreí y correspondí su abrazo.- Sólo extrañando

- ¡Bellita!.- antes de reaccionar me vi envuelta en dos tremendos brazos y dando vueltas en círculos

- Hola Emmett, yo también me alegro de verte.- palmee su pecho una vez que pisé suelo firme nuevamente

- No todos tenemos el mismo sentimiento.- masculló Alice y pasó por nuestro lado con sus manos en las caderas

- ¿Qué haz hecho Emmett?.- pregunté divertida

Se encogió de hombros y mostró su cara más inocente… Entramos a casa y antes de observar los cambios en ella o poder rememorar cada momento precioso vivido aquí, fueron mis padres quienes tuvieron toda mi atención. No hacía mucho que los había visto, pero ahora era distinto, era como estar en casa nuevamente; aunque técnicamente ésta era la casa de Edward y nos encontrábamos muy lejos de Forks… Luego fue el turno de Rose, Carlisle, Esme y finalmente Jacob y Leah. El pequeño Jacob Jr., se encontraba demasiado absorto persiguiendo a Montse que huía de él en forma despavorida

Mientras todo el mundo conversaba y me preguntaban nuevamente sobre nuestra estadía por el Viejo Mundo, mi atención estaba en cada uno de ellos. La relación de Rose y Emmett que tanto les había costado. Emmett había tenido que demostrar con dientes y uñas que realmente estaba interesado en Rose y en dejar su vida libre de tantos años… Jacob y Leah aun disfrutaban de la maravilla de ser padres, y aunque tenían planes de agrandar la familia, parecía como si la paternidad solo los hubiese envuelto el día anterior… Mis padres y los de Edward seguían siendo mis mayores ejemplos a seguir. Jasper con Alice, seguían irradiando esa complicidad de cada mirada que se otorgaban.

Y estaba Edward, lo veía reírse y conversar en forma animada relatando todos nuestros sucesos juntos por otras tierras. Sabía que su eterna sonrisa se debía a estar de vuelta entre los suyos, en su mundo y en el que pensábamos crear ambos… Habíamos sabido de Tanya mientras estábamos por España, a través de revistas del espectáculo. Muchas veces me picó el bichito de los celos al observar a mi novio leer reportajes en torno a ella, pero su único comentario era que se alegraba de que al fin ambos hubiesen alcanzado el grado máximo de felicidad, obviamente él más que nadie… Y ahí mi alma volvía a mi cuerpo. El me amaba…

- ¿Qué tanto piensas hija?.- preguntó mi padre y Edward inmediatamente volteó a verme

- Solo estoy feliz de estar acá.- sonreí

- Nosotros también estamos felices de tener a nuestros hijos de vuelta.- comentó Esme

- ¿Ya haz pensado en el lugar donde te gustaría trabajar?.- preguntó Carlisle

Sabía a qué venía su pregunta, con Edward nos miramos y eso bastó para saber que estábamos en la misma sintonía. Carlisle me había ofrecido ubicarme algún lugar en el mismo donde él se desempeñaba como médico, pero yo tenía otros planes y mis planes estaban ligados básicamente a alcanzar mis metas por mi propia voluntad, y no por ser la novia del hijo de o algo similar.

- Si, tengo todo claro.- contesté mientras Edward apretaba cariñosamente mi mano

- Bella, si tu quieres yo puedo…- negué de inmediato

- Te agradezco una enormidad tus preocupaciones Carlisle, pero quiero empezar por mí misma. Quizás me costará un poco de principio, pero nada en esta vida se da fácil

- Está bien.- asintió.- Pero no dudes en acudir a mi si necesitas algo

- Gracias.- dije de corazón

- ¡¿Qué es eso?.- chilló Rose de pronto y todos volteamos en distintas direcciones tratando de ubicar lo que la había impresionado.- ¡Tu mano!.- volvió a gritar, y caí en cuenta lo que había llamado su atención, mi anillo

- ¡¿Van a casarse?.- Esme, mi madre y Alice se sincronizaron para preguntar emocionadas

- Algún día.- contesté cohibida por su expectación

- Pronto.- añadió Edward para mi sorpresa. Lo miré buscando respuestas.- Se que no necesitamos papeles, pero es lo que he esperado todos estos años.- sonrió acariciando con su dedo mi anillo

- Edward está viejito Bella.- interrumpió Emmett. Rodé mis ojos y Edward le gruñó

- Tu también.- lo apuntó con fuerza Rose

- ¡Podrían hacer una boda doble!.- chilló Alice, poniéndose de pié y dando saltos por todos lados, con Jasper a su espalda intentando calmar su fulgor

- ¡Hey, hey, hey! Detente ahí enana.- protestó Emmett.- Yo amo a Rose, pero no estoy tan desesperado como Eddie para atarse la soga al cuello

- ¿Eso piensas de casarte conmigo?.- increpó Rose totalmente cabreada, y vi a Emmett tragar saliva audiblemente.

- Que feo hermano.- comenzó Jake.- Creo que es el peor modo de ver la unión eterna con la persona que amas.- trataba de ocultar su sonrisa y Em quería asesinarlo

- Nunca te creí capaz de eso Emmy.- fue el turno de Leah.- Tu que siempre dijiste que cuando encontraras a la mujer de tu vida no lo dudarías un solo momento.- los ojos de Emmett no podían estar mas ensanchados

- Rose.- Edward negó poniendo rostro triste.- Creo que deberías pensar mejor las cosas. Quizás mi amigo acá, no es la persona que haz esperado

- Sabía que no eras para mi hermana.- Jasper parecía indignado de verdad, y no solo por simple diversión

- ¡Está bien!.- gritó Emmett al verse acorralado. Y el puchero que había mantenido Rose en todo momento comenzaba a desvanecerse poco a poco.- Nos casaremos.- anunció con un hilo de voz

- ¡Siiiiiiiiiiiiii!.- fue el grito de triunfo de la rubia despampanante que se lanzó encima de él

- ¡Oh, mierda! En qué me metí.- mascullo Emmett asomando su cabeza por el cabello de Rose

- Parece que hay personas mas apuradas que nosotros.- me reí y le comenté a Edward con mi cabeza apoyada en su hombro

- Una boda doble no es mala idea.- murmuró como pensándolo. Levanté mi mirada hacia él y su rostro era de total concentración.- Quiero esa soga en mi cuello lo más pronto posible.- rió gesticulando una correa en su cuello

- Tu ya la tienes.- hice un mohín.- No se ve, pero la tienes y en la placa dice claramente, propiedad de Bella Swan.- sonreí orgullosa para luego darle un tierno beso.

La soga no estaba en su cuello, estaba en su corazón. Y se entrelazaba con la mía que le pertenecía a él… Una unión indisoluble…

Estaba comenzando a sentir el mismo nerviosismo que había vivido el día de mi graduación. Esto era un paso más y uno tremendamente importante, pero la mirada escrutadora del hombre frente a mi, estaba haciendo estragos la valentía con que había concurrido a mi primera entrevista de trabajo… Leía mi carta de presentación y cada tanto su mirada apreciativa se volvía a mi y vestimenta, creía yo. Alisé por sexta vez desde que había entrado a esta oficina mi falda y mi chaqueta negra, la que según Alice me haría lucir más esbelta. No me había importado cuando lo había dicho, pero al solo entrar al pasillo donde esperaban las demás postulantes al cargo, le había tomado real importancia.

- Según tu historial médico, aquí me señala que hace algunos años atrás tuviste que realizarte una cirugía. Cuéntame un poco de eso.- fruncí el ceño por su inquietud.

- Cuando niña tuve un accidente que me dejó marcas en el cuerpo. Fue una quemadura.- dije brevemente

- Entiendo.- murmuró y volvió a hojear los papeles.- ¿Tuviste algún tipo de tratamiento psicológico?

- Si, durante varios años.- respondí nuevamente escueta

- ¿Por qué razón decidiste intervenirte después de tantos años?

- Por una cuestión económica y personal en segundo plano.- me removí inquieta. Estaba segura que mi entrevista sería ligada a mi desempeño como estudiante pasante en España o mis inquietudes y aspiraciones en el cargo

- ¿Por qué decidiste estudiar una carrera que estaba tan ligada a la situación que te marcó?.

- Porque yo no tuve muchas oportunidades para cambiar mi condición, y quiero poder contribuir a que ese mismo hecho no pase por otras personas.- suspiró largo y se reclinó en su silla

- Isabella.- pronunció lento.- No depende de ti cambiar el mundo.

- Lo sé.- estuve de acuerdo. El negó muy suavemente

- No, no lo sabes. Estudiaste medicina y te especializaste en cirugía porque tenías la convicción de que podías remediar la situación de las personas que se vieran afectadas por tu mismo accidente, pero no es así.- zanjó crudo.- No somos súper héroes, solo somos médicos intentado ayudar a quienes solicitan nuestra labor, pero todo tiene un límite.

La misma duda y miedo que había sentido en mis primeros meses de internado, volvían como ráfagas de hielo a mi cabeza. Él estaba siendo claro en su planteamiento, y por más que me gustara corregirlo, mi mente sabía que llevaba razón. Que yo no podría cambiar la condición de Kevin, por ejemplo, con solo mi deseo de recuperar su cuerpo y su vida. Lamentablemente, las personas como yo, que habían vivido tan terrible experiencia no podíamos asistir a un médico y pedir que nos operaran. Lo primero era mostrar cuando dinero portábamos en nuestro bolsillo y desde ahí comenzar a trazar las líneas de lo que se podría hacer. Una balanza entre el dinero y las posibilidades.

- ¿Entonces?.- apremié

- Me temo que éste no es el lugar que estás buscando para ejercer tu profesión, y es más, con mucho pesar diría que no escogiste bien tu área laboral.- mi sangre hirvió en ese instante

- Es decir, traduzco sus palabras, que el juramento que yo realicé ¿Me lo tengo que meter donde?.- elevé mi voz con rabia

- No contestaré a esa vulgaridad.- se levantó al mismo tiempo que yo lo hacía

- Por supuesto que no lo hará, porque si no le ponen un cheque que lleve los demasiados ceros que usted pide para ejercer su carrera, no tiene moral para rebatir mi punto ¿Dónde guardó usted el juramento de médico? ¿Lo recuerda acaso? ¿La vida y calidad de vida del paciente ante todo?

- Salga inmediatamente de mi oficina.- indicó con su mano la puerta de salida

- No se moleste, soy yo la que no me quedo un solo minuto más en esta oficina y en este lugar. Aunque tengo una última pregunta ¿Usted me niega el puesto por eso o porque la persona que solicita usted debe tener las medidas de una modelo?

- No se de qué habla.- arregló el nudo de su corbata

- Claro.- dije sarcásticamente.- Nadie vio la familiaridad con la que saludaba a las rubias despampanantes que están allí afuera y nadie vio como trataba de ubicar el mejor escote o más limitada falda.- arranqué mi carpeta de su escritorio.- Hasta nunca

Salí sin mirar atrás de allí y sintiendo el nudo en mi garganta. Al parecer todos habían escuchado nuestro animado intercambio de palabras, porque cual de todas las chicas que esperaban su entrevista estaban con los ojos abiertos de par en par… Cuando por fin el aire fresco tocó mi rostro me sentí mejor… Caminé por largo rato hasta llegar a un parque, donde me quité los molestos tacones y mis pies se sintieron libres de avanzar por el pasto… No muy lejos me dejé caer y pude pensar en lo que había hecho. No estaba bien, yo sabía muy bien que con mis kilos demás, muchas veces debería ceder el puesto a alguien que midiera 90- 60- 90

Pero ¿Por qué?

Si yo era capaz de dar lo mismo que ellas… Era un mundo injusto, y para peor, me había tocado crecer en él… Estaba segura que de haber nombrado siquiera el apellido Cullen, el hombre idiota ese hubiese reaccionado muy distinto, incluso si yo no cumplía sus estándares. Pero quería crecer por mí y por lo que yo pudiese alcanzar. No quería el día de mañana sentirme frustrada por tener siempre la etiqueta de un Cullen detrás de mí… Tuve que reírme de todo, de las excusas por no contratarme y de mi arrebato en torno a la igualdad de oportunidades en cuanto al físico. Estaba todo entrelazado, yo no era tonta para creer que solamente mi accidente y mi filosofía de vida eran la causante de mi no contratación….

El zumbido de algo llamó mi atención. Toqué mi cartera y recordé que lo había dejado en silencio mientras estaba hablando con ese idiota petulante y poco profesional. Ah, además de un sinvergüenza con título.

- Hola.- saludé lo más animada que podía

- Hola preciosa ¿Cómo te fue?.- hice una mueca antes de responder. Edward se oía tan animado y la noche anterior había apostado que me iría bien

- Mal.- contesté simplemente.- El trabajo no era para mí por mi accidente, mi intervención, mi forma de ver la vida y mis medidas o mi peso, como quieras entenderlo

- ¿Qué?.- escuché la incredulidad en la voz de Edward

- Eso.- sentí mis ojos picar y enseguida las lágrimas correr por mi cara. Sorbí mi nariz y oí ruido del otro lado

- ¿Dónde estás?.- preguntó frenético

- No es necesario que vengas Edward, iré a casa en unos minutos

- Por supuesto que es necesario. Dime donde estas, estoy manejando.- entre llanto sonreí. Mi héroe personal venía a mi rescate

- En un parque a pocas cuadras de la entrevista.- murmuré al fin

- Ya sé donde es. Espérame allí… Y Bella… Te amo, no lo olvides

- Yo también.- contesté con un hilo de voz para perderme llorando hasta que llegara

Media hora después sentí como un auto estacionaba muy cerca de mí, me puse de pié y sin equivocarme él estaba allí. Ni siquiera tuvo que preguntar nada, solamente se acercó corriendo y me estrechó en sus brazos ¡Paz! Eso fue el primer sentimiento que me embargo al sentir su calor junto a mí… Era mi refugio y mi lugar feliz, del que nunca más quería salir… Y después de todos mis pensamientos negativos en este rato, volvía a creer en mí y en lo que tenía. Porque estaba segura que por algo Dios me había regalado a una persona como él, y si había sido así, estaba segura que podía con muchas cosas más…

- No importa lo que haya pasado. Tu vales mucho más que todas las estupideces que puede haber dicho ese imbécil ¿Estamos?.- tomó mi cara entre sus manos y me hizo mirarlo fijamente

- Si.- susurré. Secó mis lágrimas con sus pulgares y me besó tan tierno que mi corazón reaccionó de inmediato

- Muchas personas pasan por cosas así amor. El mundo laboral no es para nada un lugar feliz, pero tienes que estar clara en lo que vales para dejar pasar los obstáculos y seguir adelante

- Eran todas mujeres estupendas.- murmuré recordando todas aquellas chicas con cuerpos de infarto, en comparación mía

- ¿Perdón?.- inquirió molesto

- Que ellas…- intenté repetir, pero su mirada me hizo congelar mis palabras

- Veamos.- quitó sus manos de mí y las ubicó una en su cadera y otra en su frente.- ¿Te estás comparando, erróneamente tengo que decirlo, con otras mujeres por su físico?

- Edward, está claro que el director estaba buscando excusas para no dejarme a mí, en lugar de las otras mujeres que eran diosas en cuerpos humanos.- respondí irritada

- Te desconozco y me decepcionas.- dije secamente, dejándome estupefacta.- ¿Cuántas veces no me viste cometer el mismo error que estás haciendo tu ahora?

- Es distinto…- me defendí

- ¿Así? ¿Por qué?.- me quede sin palabras.- Bella, yo fui un idiota que se dejó llevar por lo que ofrecía una vista preciosa ¿Y? ¿Qué gané? Nada. Y ahora vienes tú, la misma mujer fuerte y perseverante que me enseñó a mirar mas allá de lo que ocultaba la piel, a decirme ¿Qué un par de kilos menos son mejores que tú?.- estaba enfadado

- El director lo pensaba.- rebatí, ya con pocas fuerzas

- El director es una mierda sin cabeza, al igual que todas las demás que estaban allí tratando de impresionar con sus escotes y sus piernas largas con una minúscula prenda en ellas.

- Ellas…- de pronto, algo cayó en mí ¿Cómo sabía el de sus escotes y sus piernas largas? Ok, yo había hablado de sus físicos, pero no de su vestimenta.- ¿Cómo sabes tú que llevaban escotes y faldas cortas?.- Edward cambió sus ojos de enfado por unos de sorpresa y luego arrepentimiento.- ¿Qué hiciste?.- hablé con voz demasiado pausada

- Ir a…conversar algunas cosas…con…él.- tartamudeó en un murmullo

- Edward…- comencé, pero su rostro compungido me hizo declinar mi rabieta.- ¿Por qué eres tan sobre protector?.- cuestioné intentando parecer seria

- Porque tu me salvaste a mí, ya te lo he dicho… Y mientras esté en mis manos hacerlo por ti, lo haré.- encogió sus hombros y en vez de ver a un hombre de casi 32 años, me pareció ver a un niño

- Que sea la última vez.- agité mi dedo hacia él

- Y que sea la última vez que te escucho compararte con otras mujeres por el físico o por lo que sea.- entrecerré mis ojos a él.- Es un trato justo.- ladeó su cabeza y elevó sus cejas

- Está bien.- cedí. Sonrió y me abrazó

- Igual, me regocijé al verlo a punto de mearse en sus pantalones cuando entré sin autorización a su consulta.- rió mientras caminábamos a su auto

- ¿Debo suponer qué fue lo que le dijiste? ¿Palabra mágica?.- lo miré divertida

- Carlisle Cullen.- mostró todos sus blancos dientes. Rodé mis ojos y negué con mi cabeza. Al parecer, el apellido Cullen ya estaba grabado en mi frente a fuego.

- ¿Entonces?.- pregunté al chico frente a mí

- Nunca debemos olvidar nuestros valores y por sobre todo, recordar por qué hemos escogido esta carrera

- ¿Y cuál es tu respuesta para eso?.- volví a cuestionarlo

- La salud y vida del paciente será mi prioridad por sobre todas las cosas

El timbre sonó y sonreí cuando mi alumno expulsó todo el aire que había contenido en el examen oral que le estaba realizando. Con un asentimiento de cabeza le indiqué que podía salir del aula, tomó sus cosas y en menos de un minuto salió corriendo de allí… Miré la silueta que se encontraba recostada en la puerta y rodé mis ojos, parecía que todavía se creía un alumno de esta Universidad, pues en tanto el timbre sonaba indicando que la hora había terminado, era el primero en abandonar la sala a paso rápido.

- ¿Lista para una larga reunión de maestros?.- preguntó frunciendo sus labios. Al parecer, era él quien no estaba listo

- Creo que mucho más que tú.- me reí pasando por su lado

- Extraño esos años en que mi vida era otra.

- En que tu vida se basaba en fiestas, mujeres y reprobar ¿Esa?.- Demetri me miró alzando una ceja, pero finalmente aceptó lo que decía

- ¿A qué hora es tu reunión de la que me hablaste?.

- Te recuerdo que soy una mujer felizmente comprometida.- elevé mi mano y le enseñe mi anillo

- Graciosa.- masculló.- Yo también soy un hombre felizmente mandado por su mujer, solo te lo decía para acercarte

- Edward vendrá por mí

En ese momento entramos a la sala de reuniones. Todos los docentes ya estaban allí, así que nos ubicamos al final de la larga mesa. Llevaba solo un par de meses ejerciendo como docente en la misma Universidad en que había estudiado por los primeros 6 meses de mi carrera, una resolución que había tomado después de mucho pensar en las prioridades que los actuales médicos determinaban para llevar a cabo su carrera y mucho más luego de esa primera entrevista de trabajo… Demetri también trabajaba acá, y así nos habíamos vuelto a reencontrar, ya que cada vez que él había viajado a ver a Jane, no nos habíamos visto para nada.

Ahora era un hombre maduro y felizmente dominado por otra chica que ejercía su misma profesión, abogacía. A Edward no le había hecho mucha gracia aquello en un principio, pero posteriormente lo había aceptado, esperaba… La reunión se extendió por unas cuantas horas, y cuando finalmente concluyó, estaba casi a la par corriendo fuera del establecimiento con Demetri… Edward me esperaba recostado en su auto, inclinó su cabeza en un saludo serio hacia Demetri y luego su sonrisa de siempre hizo aparición para mí.

- ¿Lista?.- preguntó mientras manejaba con una de mis manos en la suya

- Nerviosa.- sonreí

- Carlisle está más entusiasmado que un niño pequeño.- dijo jocoso

- ¿El doctor Hayes habrá llegado?.- cuestioné comenzando a sentir los nervios

- El y sus médicos están aquí.- tranquilizó

Llegamos al Hospital y en cuanto aparcó nos bajamos caminando presurosos por los pasillos. En el último pasillo mi emoción se desbordó y la mujer que se encontraba frente a mí, tocó el hombro del niño que volteó y salió corriendo a mi encuentro. Lo mantuve abrazado a mi por largos minutos, hasta que Carlisle asomó por la puerta y nos saludó a todos, dándonos la bienvenida e invitándonos a pasar a su oficina… Dentro de ella estaban todos los médicos reunidos, a los cuales saludé uno a uno.

- Bien, la operación está totalmente definida Isabella. Los resultados de los exámenes que se le realizaron a Kevin han salido favorables.- mi sonrisa se ensanchó aun más

- ¿Podré volver a jugar con mis amigos?.- preguntó él emocionado y feliz

- Luego de un par de meses será así.- me acuclillé a su altura.

Luego de haberle conversado a Carlisle la situación de Kevin, habíamos hecho todos los contactos posibles para poder darle la cirugía que necesitaba. Y ahí entraba en acción el Hospital del Dotor Hayes, aquel médico que había conocido Edward la primera vez que habíamos viajado juntos a Forks.

- Deberá internarse la próxima semana.- acotó uno de los médicos.- Y también quisiéramos hablar con usted.- me señaló

- Por supuesto.- me alejé un poco donde estaba él y el Señor Hayes

- Creo que usted está al tanto de la labor que realizamos nosotros en el Hospital con las personas que han sufrido algún tipo de accidentes y que lamentablemente el servicio no logra darles solución por sus escasos recursos ¿Verdad?

- Así es. Edward me comentó sobre ello cuando tuvo que realizar los planos y coordinar la construcción de su Hospital.- Hayes asintió sonriente

- Y estamos muy agradecidos por el apoyo que nos brindó. Somos un conjunto de médicos que pretendemos mejorar la calidad de vida de nuestros pacientes más vulnerables del país o de otros lugares.- señaló con su barbilla a Kevin.- Pero sin duda alguna, el incentivo que mes a mes hemos recibido de los benefactores que él nos consiguió y los que hemos cautivado nosotros mismos, ha sido de gran ayuda. Somos una cadena

- Lo sé.- dije orgullosa de todo lo que Edward, Alice y los demás venían haciendo de tantos años hasta acá. Desde que yo me había podido operar gracias a él

- Es por eso que queremos extenderle una invitación a usted Isabella. Que se una a nuestro cuerpo médico, y así podamos contar con alguien más que lleve y transmita nuestra particular forma de ver la medicina. Como un arte de la sanación y no como una transacción de dinero y salud.- me costó procesar lo que me estaban diciendo, y de pronto comencé a entender una a una sus palabras ¡Dios! ¡Un trabajo! ¡Y como yo lo pensaba!

- ¡Encantada!.- chillé causando la risa de los demás, incluso una que reconocí muy bien…

Me voltee y él estaba allí. La persona que más creía en mí y que más me apoyaba en mi forma de pensar. Porque a pesar de todo lo que había vivido en mi vida, aquí estaba el camino a seguir. Habían personas que como yo, creían que podíamos hacer mucho más por la gente sin importar cual fuera su apellido o su cuenta en el banco… Y también creían que el físico no decía nada en mi capacidad. Que mi cabeza, no tenía relación con cuanto midiera mi cuerpo…

Porque los kilos demás, eran la imperfección que había traído la perfección de mi novio a mí… El mismo que en estos momentos me daba el beso más perfecto del mundo, de siempre…

...

Fin...

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¿Que tal el epilogo? les gusto? daleee si q si no? buenoo espero q les gusteee ia saben lo d siempre COMENTEN, VOTEN i si les gusta RECOMIENDENLO* Bueno tambn les ago una invitazion a q se pazen por mis otros ficks, espero q me den su apoyoo con ellos jeje..

- MUNDOS DIFERENTES... UN MISMO SENTIMIENTO (EyB humanos)

- LA SEGUNDA OPORTUNIDAD DE BREE

Espero su apoyoo y votos y comente.. byee los kierooo i nos leeremos prontooo byeee =)

Capítulo 24: Capítulo 26: EPILOGO II (final)

 
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