Edward Cullen esta atrapado en la vida, congelado en el tiempo, el un inmortal Pura sangre convertido por una seductora mujer que escapo al morderlo, el juro vengarse de ella, años despues en el mismo lugar, en la misma fecha conoce a una mujer identica a su creadora, el decide tomar su venganza, torturarla lentamente, hacerla sufrir e ir matando todo sentimiento de su corazon hasta dejarla vacia para luego matarla.... ¿Pero y si fuese la mujer equivocada?
Cien años después, la misma plaza, la misma hora y el mismo hombre, convertido en un inmortal.
Aquel joven se convirtió en un hombre, en un depredador, otra bestia. Live Hill estaba llena de ellas, en aquel pueblo parecía que nunca iba a envejecer. El tiempo no pasaba por aquellas murallas de piedra ni por las gárgolas del castillo. Seguía joven y atractiva para todos los que la visitaban.
Live Hill era el centro del turismo para las agencias de viajes, una hermosa villa llena de creencias y mitología, una villa victoriana.
El joven se había convertido en un asesino por naturaleza, aunque él no quisiera hacerlo estaba en su instinto, la sangre era lo único que importaba, para las criaturas como el, convertidos en inmortales por Pura sangre, el tiempo era relativo. Mientras existiese la oscuridad y la sangre humana todo estaría bien.
Ahora sentado en aquella fuente, en la misma época de su conversión, miraba la nieve caer y adornar aquella plaza convirtiéndola en hielo y hermosura.
en la misma plaza en donde Edward fue condenado, la encontró, estaba sentada en la fuente. El pasado y el presente se encontraron de nuevo en una danza de odio y confusión.
Tenía un vestido rojo, rasgado, ¿Una gitana? Su sangre…. Su sangre era, era un tabú para los inmortales. Ella estaba Sucia.
Sus curvas sensuales, y cuando ella se puso frente a frente al notar su presencia, él pensó que moriría, aquella mirada aceituna, esos labios rojos, ese gesto felino. Pero había algo diferente y el no podía notarlo. Era ella, pero de otra forma. No importaba, la haría pagar, así se muriera por poseerla, la castigaría, la torturaría y la marcaria.
Ella lo miraba confundido, ¿No lo recordaba?, no recordaba a aquel joven al que condeno, pues entonces la haría recordar.
En un movimiento rápido la tuvo inmovilizada contra el suelo, ella intentaba forcejar e incluso le dio una buena patada, pero nada le detendría de su propósito.
— ¿Quién eres? —pregunto ella furiosa intentando salirse de su agarre.