Desperté, la luz de la luna que se colaba por la ventana iluminaba todo a mí alrededor. El miedo impedía que pensara, las sombras me rodeaban como criaturas fantasmales. No sabía qué hacer, no sabía quién era, toda mi vida era una mentira, lo único verdadero que tenía, yo misma me había encargado de perderlo y todo, por mi estúpido orgullo, por idiota había perdido al amor de mi vida.
Quería pensar en lo que había pasado pero mi mente se negaba a eso porque dolía, dolía y mucho el recordar como mi vida, mis 17 años de vida se habían convertido en polvo en solo un día, pero sabía que tenía que calmarme y pensar con claridad las cosas para actuar de la mejor manera posible.