LADRÓN DE ALCOBAS One Shoot (+18)

Autor: ec07
Género: Romance
Fecha Creación: 20/04/2013
Fecha Actualización: 28/10/2013
Finalizado: SI
Votos: 26
Comentarios: 53
Visitas: 24063
Capítulos: 2

POV EDWARD Y BELLA

Edward Cullen es el conocido “ladrón de alcobas” por todos los medios informativos, perseguido hasta el cansancio por Charlie Swan, se mueve en las altas sociedades como un pez en el agua, pero nunca ha sido posible que lo atrapen, hasta que el jefe de policía le tiende una trampa utilizando su arma secreta, Isabella Swan su inocente hija.

 

Bien dicen que no hay dos sin tres, así que aquí tienen mi tercer one shoot, espero les guste y lo hagan saber con sus comentarios y/o votos, les cuento que no me inspiré en nada en particular, solo surgió.

 

Los personajes son de S. Meyer pero el encuentro es de mi loca cabeza.

 

Dejo los enlaces de mis otros fics por si quieren pasar a leer.

CASAMIENTO POR INTERES (Finalizado) http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=1776

MI ANGEL DESNUDO One Shoot (Finalizado) http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=1946

NO PIENSO HACERTE MUJER (Finalizado) http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=2228

MENTIRAS, ENGAÑOS Y UN AMOR (En proceso) http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=2451

LIZZIE, EL ESPEJO DE TUS FANTASÍAS (En proceso) http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=2493

YO SOLO QUERÍA UNA TAZA DE AZÚCAR One Shoot (Finalizado) http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=2775

LADRÓN DE ALCOBAS (+18) One Shoot (Finalizado) http://lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=3734

QUERIDO SANTA… (+18) One Shoot (Ganador concurso Nav.13) http://lunanuevameyer.com/salacullen?id_relato=4084

 

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Gracias. Erika./ec07.

 

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Capítulo 1: Principio y final. POV Edward.

 -¿estás segura?.-le pregunté con mi cuerpo completamente tenso por el momento tan especial en que nos encontrábamos.

 

-como nunca.-contestó casi sin voz, permaneciendo bajo mi cuerpo inmóvil, paralizada ya que sus manos ni siquiera me acariciaban.

 

Una última embestida y rompí en mil pedazos su inocencia, la sentí temblar y mi ego voló elevándose a lo más alto, era el primero, el único en estar dentro de su cuerpo, allí donde todo era calor abrazador y tan estrecho que dolía, en ese momento un grito de Isabella hizo que dejara de lado mis pensamientos e intentos de quedarme quieto para que se acostumbrara al intruso o sea a mí.

 

-aaaaaahhhh, duele, duele, duele no quiero, no quiero más…-intentaba tapar su boca con una sola mano, ya que con la otra sostenía el peso para no aplastarla.

 

-por favor, ya pasará, está tu padre en casa.-ella luchaba y entre mis dedos seguía gritando.

 

-idiota duele mucho…suéltame.

 

Pasó lo que tenía que pasar cuando uno juega con fuego, se quema, así que me quemé, apareció Charlie con una escopeta en la puerta del cuarto de Isabella.

 

-¿que sucede?…¡Dios!.-dijo cuando pudo, luego de encender la luz, ver lo que sucedía.-Cullen apártate de mi hija, imbécil hijo de puta, como te atreves a someter a mi hija, es mi hija.-gritaba desesperado apuntándome con la escopeta.

 

Salí de ese lugar donde pensé por unos segundos que me encontraba tan bien, para levantarme con toda la dignidad que me fue posible, ya que entraba en la habitación, René la mamá de Isabella, quién apenas me vio se tapo la cara en un gesto de horror.

 

Lo primero que encontré fue un almohadón para tapar mi vergüenza, lo que causó gracia solo para mis adentros y por una milésima de segundo fue que era rojo, con forma de corazón, puntillas blancas en todo el contorno y dos dibujos de ositos cariñosos en el frente, pero cumplía su cometido, solo fueron milésimas de segundo porque la escopeta apuntaba directamente a mi hombría.

 

-Charlie…-dijo Isabella quién se había envuelto en las sábanas y se paró entre su padre y mis partes más preciadas, mis bolas.-no se te ocurra dispararle a mis ositos…-claro que la hombría de Edward desaparezca no tenía problemas, lo más importante en su vida al parecer eran sus ositos.

 

-Bella…-intenté reprenderla por su comentario, le gustaba que le dijeran así y después de haber casi compartido un buen rato me parecía que no le molestaría, me interrumpió, bueno a decir verdad casi me gritó.

 

-cállate Edward.-no solo me gritó, habló serio y me miró intimidante, aunque le agradecía que se hubiera puesto entre mi más preciado pene y su horrendo padre con escopeta, no me gustaba que las mujeres me gritaran, de todos modos me guardé mis comentarios sin soltar sus ositos.

 

-que tienes que decir a tu favor antes de que se acabe tu descendencia.-dijo un Charlie muy enojado, quién no, si fuera padre y encontrara a un hombre en la cama de mi hija mientras yo duermo tranquilo en el cuarto contiguo, creo que también estaría enojado jaja.

 

-yo…-ESPEREN, ESPEREN, retrocedamos, me imagino que querrán saber ¿porque? y ¿cómo? llegué a encontrarme en esta situación….

 

Como lo imaginé, comencemos por el principio.

 

Me llamo Edward Cullen, tengo 24 años, ojos color verde claro, pelo indomable de un color muy parecido al bronce, mido un poco más de 1,80, delgado, bien formado ya que me encantan los deportes y uno en especial que se ha convertido en mi perdición.

 

Estando en la universidad frente a una novatada fue que surgió el mal llamado “Ladrón de alcobas”, así me llaman los medios, pero en realidad yo me siento más como un “casanova” o mejor dicho un “gigoló”, debido a que cobro con cada encuentro, lo hago más para despistar ya que el dinero nunca me faltó ni me falta.

 

El jefe de policía Charlie Swan es el que está encargado de mi caso, al parecer no es bueno que uno se cuele por las ventanas de las alcobas de las mujeres, para darles placer y cobrar por el trabajo.

 

Creo que hace unos cuatro años, si mal no recuerdo que me persigue, sin éxito, me ha tendido unas cuantas trampas y la última su hija, que ni en mi más lejano pensamiento pensé que fuera una trampa y que todo estuviera arreglado desde antes con su papá, resultó ser que la inocencia no le quita la inteligencia.

 

En todos estos años de escabullirme en las alcobas de cualquier mujer he tenido muchas satisfacciones, he corrido en varias oportunidades y ha estado Swan cerca muy cerca, pero nunca tanto como para terminar en su celda o frente a un juez.

 

Puede que muchas personas lo llamen suerte o que he aprendido a cuidarme, claro que fue cuando en una oportunidad terminé con el corazón en la garganta ante la cercanía del jefe de policía y un rozón de bala, diríamos que me escapé como el anca de un piojo, salvándome por un pelo, desde ese día cambié mi modus operandi.

 

Recuerdo las primeras veces, era al azar, terminaba con cualquiera, hasta que decidí hacerlo como Dios manda, con todas las de la ley, jaja, bueno eso de lado, por alguna extraña razón cuando hablaba con alguna mujer todo se extendía sin necesidad de publicarlo en un diario, aunque después aparecía diciendo que eran las últimas noticias.

 

Para ponerlos al día les cuento por arriba lo sucedido justo hasta la mañana del viernes, ese día en que terminé en la cama de la inocente hija del jefe Swan y me llevé tremenda sorpresa.

 

Como dije todo comenzó como un juego, luego de a poquito se fue tornando en algo profesional, las mujeres que necesitaran el servicio del “Ladrón de alcobas” ponían en su ventana una cinta verde, lo se, es extraño, al principio pensé en rojo, pero para la pasión estaba yo, así que quedaba la esperanza de las mujeres de ser visitadas, ellas mismas eligieron el verde, también los rumores eran que combinaban con el color de mis ojos, de última no importaba solo era una forma de saber quién estaba dispuesta.

 

Por lo que cobraba, en realidad que era un poco elevado, solo esparcía mis servicios en las altas sociedades, principalmente en los complejos de habitaciones costosas, conjuntos de casas de no más de dos pisos, porque era un deportista, pero no un gato para trepar por los edificios, yo vivía en uno, que casi cuatro más alejado estaba el jefe de policía, ¿porque?, bien, digamos que su esposa había resultado ser muy rica y él no quería dejar de trabajar en lo que le gustaba, aunque estos años había pasado mal por no atraparme, en definitiva nos conocíamos y conocía a toda su familia, su hija era una niña y nunca me había fijado en ella, hasta esa fatídica noche.

 

Bueno como dije, las interesadas ponían una cinta verde en su ventana, al principio elegía la que se me ocurriera, pasaba, miraba y si no me gustaba salía casi corriendo, hasta que Charlie tendió su primera trampa, al verme casi atrapado decidí que debía estudiar a la persona necesitada antes de entrar, tenía los medios y el lugar, ¿porque no hacerlo?.

 

Tuve varios sustos, no lo niego, primero la trampa de Charlie.

 

Primer susto:

 

Pusieron en una ventana la cinta verde, nada fuera de lo normal, una casa donde nunca había estado y que sabía no pertenecía a nadie conocido, trepé por un árbol que costó unas cuantas maldiciones, ya que no había luz en el lugar y la noche se había empeñado en estar muy oscura, me di unas dos o tres veces con ramas por la cara, haciendo que por unos momentos pensara que debía desistir, pero se ve que no pensé en esto como una advertencia de que no todo estaba bien, logré con un salto asirme del marco de la ventana que permanecía abierta para mí, todo en su interior sin luz, maldecía nuevamente cuando me di de lleno en la canilla del pie derecho contra una silla, que quién diablos sabe porque estaba allí, con mi ruido encendieron la luz y en realidad estaba la esposa de Swan en la cama.

 

Vale aclarar que nunca entraba sin la cara cubierta, usaba un pasamontañas esos que dejan los labios, nariz y los ojos al descubierto, en toda la noche no me deshacía de él a menos que la mujer apagara la luz y no pudiera reconocerme luego, aunque con los servicios cumplidos sabía que ninguna me delataría o delataba nunca.

 

Siempre las dejaba muy bien paradas frente al resto de los hombres o la sociedad en sí, de común acuerdo las amarraba a su cama e informaban a la policía que las obligaba a hacer una transferencia en mi celular para una cuenta que no se podía rastrear, así que por más que no me gustara mucho estaba con mujeres casadas o comprometidas, pagaban de igual forma que cualquier otra mujer y recibían mis servicios completos, ¿porque hacer diferencias?.

 

Como decía cuando divisé que se trataba de René que esperaba por mi en la cama, reaccioné, ellos no conocían mi identidad por dicho motivo no tenían idea que los conocía, tan rápido como pude salí de ese lugar, me agarré de una rama, balanceé un poco y caí de lleno al piso, apenas me pude incorporar porque tropecé por lo alto y terminé sentado, sentí como una bala proveniente de la ventana, donde asomaba un enojado Charlie, rozaba mis pantalones, para mi suerte no me lastimó solo agujereó mis amados jeans, corrí como pude y llegué a tiempo a la moto que la usaba como escape aunque estuviera en una casa muy cerca de la mía.

 

Aparecieron de todos lados patrullas y policías armados, los fui esquivando y perdiendo en el correr del trayecto a cada patrulla o policía, tuve que saltar las rejas del complejo, porque los porteros estaban enterados y las cerraron, para mi suerte caí como todo un profesional del salto en moto, dejando a Charlie haciendo prácticamente un berrinche por no poder llevar a cabo su trampa o no lograr atraparme y a mi sorprendido por semejante escape al muy estilo película, aunque lo quisiera sabía que nunca lo podría repetir de la misma forma.

 

Desde ese día estudiaba la casa y averiguaba de forma muy profesional quién vivía allí, de todas formas no fue de mucha ayuda, porque tuve otros sustos jaja.

 

Segundo susto:

 

Habían pasado unos meses de todo lo sucedido con Swan, pasó a ser solo un susto y salía todo relativamente bien.

 

Esa noche el ladrón de alcobas estaría haciendo de las suyas, por dicho motivo estudié mi siguiente victima, era una muchacha rubia de ojos claros muy bonita, nunca me importó la edad pero tampoco salía con abuelitas o señoras que triplicaran mi edad y mucho menos con menores.

 

Luego de un buen baño, vestirme y acicalarme para la ocasión, poniéndome el perfume que era afrodisíaco para las féminas del lugar, salí en la moto que tenía como en una especie de baticueva, me faltaba Alfred y completaba la escena, pero la gran diferencia, trabajaba solo.

 

La casa era de una sola planta y el ventanal donde tenía que ingresar daba al ala sur pasando por la piscina, gracias a mis plegarias no se encontraban los perros sueltos, porque ya me había cansado de disparar no solo de Swan, sino de cada miserable perro.

 

Todas tenían esos que tienes miedo de pisar, pero que se colgaban de mis talones sin ganas de soltar, jaja una vez volví y la mujer que yacía satisfecha preguntó con horror si quería más, la tranquilicé diciendo que siguiera descansando si apartaba su perro de mis jeans, levanté levemente mi pierna, para que viera en mis talones el perro, su perro, que comenzó a patalear desesperado cuando lo elevé en el aire, pero sin aflojar el agarre de sus mandíbulas, estoy seguro que esto solo me pasaba a mí.…

 

Me abrí paso por un cortinado muy blanco y sedoso, apenas pude divisar de quién se trataba me paralicé como un niño, no tenía idea que hacer en estos momentos, porque nunca nadie me dijo o explicó que podía llegar a tener frente a frente con un camisón transparente a mi hermana, había revisado de quién se trataba la casa y era de otra persona, claro que después en la noche me enteré que era de una amiga de Alice, ¿quieren saber como salí de esa tremenda situación?, ni yo mismo lo se, cuando lentamente se acercó, no sabía si reír o llorar, si gritarle que mierda estaba haciendo o salir corriendo, claro que no sucedió nada de nada, era mi hermana, tomé el celular sin que se diera cuenta y mientras hablaba sensual hice que sonara, no quería irme espantado y herir sus sentimientos.

 

-disculpa bebé.-traté de simular mi voz y aclararle que me parecía una nena para estar solicitando semejante servicio.-me están avisando que la policía está cerca, en otra ocasión será.

 

Su cara fue de decepción, mientras que yo me retorcía la cabeza pensando como le diría a mis padres para que no la dejaran salir más, era mi hermanita.-¿no te gusto?.-preguntó haciendo un pequeño puchero y jugando con el borde de su camisón.

 

-no es eso, es que realmente me tengo que ir o terminaré en la cárcel.-lloraba y nunca me gustó ver a una mujer llorar, mucho menos a mi hermana y por un tipo que era yo.

 

Me sorprendió contestando.-no te gusto, porque ni un besito me das de despedida.-ni que me parta un rayo nunca besaría a mi hermanita, por lo menos en los labios.

 

Me acerqué y le di un pequeño beso en la mejilla, que hizo que llorara mucho más que antes y le aclaré en el oído.-eres muy bonita no tienes que pagar por sexo, encuentra a quién te quiera y haz el amor.-me sonrió un poco con su cara bañada en lágrimas y me fui, menuda suerte la mía.

 

Esa noche no solo me quedé sin acción sino que muy enojado, con todo, con esta vida que llevaba pero que no quería abandonar y con mi hermana, como se le ocurrió pagar a un tipo que no conoce para estar en la cama, de pensarlo me recorría un escalofrío todo el cuerpo, hasta donde yo estaba enterado era virgen y odiaba la forma que buscó para empezar su vida sexual.

 

Recorrí varias calles antes de llegar a casa, para mi suerte Alice hablaba con mamá en la cocina y no se dieron cuenta que llegué, ella le contaba en llanto que el ladrón de alcobas era una mierda, que ni siquiera la besó, que hasta parecía un hermano a un hombre, la charla duró mucho rato y yo terminé por los pisos con los calificativos que pusieron entre las dos, lo bueno es que mi mamá le levantó el ánimo y terminó saliendo a un bar con unas amigas, ese día conoció al amor de su vida, Jasper Hale, por lo menos algo bueno surgió de este susto y yo pensando que lo ocultaría, pero todo lo contrario, todos sabían que por el rechazo del ladrón de alcobas se habían conocido.

 

Tercer susto:

 

Creo que el último que contaré, por mi bien, había logrado por un buen tiempo ningún susto, pero como dicen no hay dos sin tres, esta no era la excepción, estudié la casa a donde me dirigía por más de cuatro veces, sabía que se trataba de una morocha de curvas peligrosas, voluptuosa e inteligente, raro en una mujer, por esas cualidades era obvio que tenía esposo, un tipo que siempre estaba rodeado de modelos sensuales y se jactaba de ser un macho con todas las letras, cosa que dudaba ya que su mujer había dejado una cinta verde en el balcón cuando él no estaba en la casa.

 

Trepé al mejor estilo gato por una enredadera, que no puedo negar olía muy bien, eso me excitaba mucho más de lo que pensaba, el ventanal que servía de puerta para la habitación estaba cerrado pero sin llave, abrí lentamente y pude divisar con la poca luz que había un bulto en la cama.

 

De solo pensar en las fotos que había obtenido de esa diosa que esperaba por mí en la cama, ya estaba hirviendo y enterado que apenas tocara cualquier parte de mi cuerpo con sus manos, tendría una erección que dolería por atención, mis fosas nasales se estaban deleitando del aroma sutil que había en el ambiente, hasta que como la mejor película de terror donde aparece de repente el asesino a punto de matarte, pasó exactamente lo que tenía que pasar, encendieron la luz.

 

Como se habrán dado cuenta no era la esposa quién esperaba por mí en la cama, sino el esposo y no era porque se había enterado del supuesto engaño que se encontraba allí, todo lo contrario, sin dejar de mirarme hacía poses sensuales mostrando su trasero que estaba tapado, para mi suerte, con una sunga leopardo, no lo aguanté, rompí en carcajadas muy sonoras y el pobre me miraba desconcertado.

 

No podía parar de reír, sostenía mi estómago de forma fuerte y era imposible calmarme, al pensar en la pantalla que se había creado este hombre para la sociedad y su esposa, siendo simplemente infeliz y buscando los servicios de un desconocido para pasar el rato disfrutando realmente de lo que era, de su realidad, no mencioné palabras, hice una seña con la mano despidiéndome, di la vuelta lentamente e iba a salir cuando escuché en tono de amenaza.

 

-espero que mantengas la boca cerrada.-asentí echando una última mirada y me fui por donde vine.

 

No puedo negar que pasé varios días de buen humor y tratando de no encontrarme con esa inusual pareja por ningún lado o terminaría delatándome al reír sin parar, hasta el día de hoy si veo algo estampado en estilo leopardo no me contengo.

 

Viernes 7 AM:

 

Sonaba sin parar el celular con un sonido penetrante, avisando que era la hora de despertar e ir a correr, como lo hacía todas las mañanas.

 

Retumbaba en mi oído derecho y por más que manoteé para apagarlo no lo encontraba, me acordé que en la noche terminé durmiendo mientras escuchaba música del celular, por ello se había quedado entre las sábanas, en el último rinconcito donde me digné a mirar.

 

Cuando logré encontrar el condenado aparato, presionaba la pantalla donde dice desconectar y no tenía suerte, que día tendría hoy, aunque lo tendría que haber tomado como un indicio lo rechacé, era muy cabezota y no aprendería nunca.

 

Una placentera ducha, ropa deportiva, mi infaltable gorro de visera, una botella con refrescante agua y decidí que mejor a correr era salir en bicicleta, hice cerca de diez kilómetros y me renové por completo, llegué a desayunar con mis padres, Alice se levantaba muy tarde ya que se encontraba de vacaciones en el instituto.

 

-¿todo bien hijo?.

 

-si papá excelente.-suspiré hondo, el día estaba estupendo, el sol entraba por las ventanas iluminando el comedor, excelente.

 

-¿para cuando los nietos?.-preguntó mamá, nunca se cansaba de plantear el mismo tema.

 

Casi me atraganto con el jugo.-nunca en mi vida me casaré y mucho menos tendré hijos, soy soltero empedernido y no existe la mujer que me cambie.-hablé muy convencido con el tema.

 

-vamos hijo nunca digas nunca, además soy tu madre no pierdo las esperanzas.

 

-no te preocupes mamá que te saldrán canas, serás abuela por Alice o sino adopta los hijos de Emmet, es mi primo, pero cuenta como un hermano.-traté de desviar el tema, ¿porque tenía que ser yo?.

 

-¿no te cansas de estar solo?.-preguntó papá.

 

-nunca estoy solo.-le aclaré despreocupado mientras pasaba mermelada por una tostada, que miraba con detenimiento y se había quemado en las orillas un poco más de lo normal, interesante.

 

-no hablo de aventuras en las noches.-por dos segundos lo miré a los ojos desviándolos de mi interesante tostada, pero se notaba que no sospechaba nada, así que me tranquilicé.

 

-esta bien papá.-traté de cambiar de tema y dejarlos tranquilos al darles la razón.-lo tendré en cuenta.-pero para mis adentros sabía que nunca me atraparían, tanto sea para una boda o al salir de una alcoba.

 

-jaja no dejaré el tema hijo, soy tu mamá y espero de corazón que algún día me sorprendas.-habló mamá sabiendo como era con esto del casamiento o tener nietos.

 

-estoy por salir al hospital, ¿me llevarías? se rompió el auto ayer y no estará pronto hasta el medio día.-pidió mi papá.

 

-no hay problema, me voy en media hora.-tomé la tostada y después de darle un buen sorbo a mi café salí rumbo a la habitación comiendo el resto.

 

Cuando ingresé al cuarto todo estaba arreglado, hasta el traje que me pondría en el día de hoy yacía sobre la cama, terminé de tragar el último pedazo que degustaba en mi boca.

 

Pasé al baño y cuando miro mi reflejo en el espejo noto que la remera blanca tenía un manchón de mermelada, sonriendo por mi torpeza, recogí el resto del dulce con mi dedo índice y lo llevé a mi boca para chuparlo hasta que ya no tuviera rastros de dulzura.

 

Pronto comprendí que necesitaba salir esa noche con urgencia, la mermelada era de duraznos, enseguida las imágenes de la fruta inundaron mi pensamiento sin previo aviso, la piel aterciopelada, su sabor dulce y afrodisíaco, comparándolos con los pechos de una mujer, por eso tomé ambos celulares y los guardé entre los papeles de la oficina, necesitaba planear lo de esta noche, el ladrón de alcobas entraría en acción.

 

El trayecto a la oficina no tuvo inconvenientes, los temas con papá fueron los mismos de siempre, los que compartíamos, clima, trabajo, deporte y alguna que otra mujer que pensaba presentarme para no quedar como un solterón empedernido, lo que no entendían en mi familia es que era así por elección y quería permanecer así durante toda la vida si era posible.

 

En la oficina era uno de los directores junto con Emmet mi primo y por eso tenía el privilegio de la privacidad, pasé por secretaría le pedí a Kate me pusiera al tanto de todo el itinerario del día de hoy y me acompañó hasta el escritorio.

 

Para mi suerte no era un día de esos pesados, por lo que pedí no me molestaran por una hora más o menos para poner en orden un tema personal, la empresa se encargaba de computación y vigilancia por medio de cámaras de seguridad, por ello tenía acceso a muchas redes que ayudaban a mi cometido, conocer a mi víctima jaja y estar seguro de no entrar en casas equivocadas, aunque no fue de mucha ayuda esa noche, no lo sabía.

 

Ni bien se cerró la puerta de mi escritorio, saqué la computadora personal que guardaba bajo llave y conecté el celular del ladrón de alcobas, comenzó el proceso para detectar las cintas verdes y las dueñas de la misma.

 

Giré lentamente en la silla, pensativo y decidiendo a quién visitaría en el día de hoy, porque estaba seguro que necesitaba esta salida y la haría sin falta.

 

Como continuaba cargando puntos verdes en el mapa, con una sonrisa que decía “tengo para elegir”, me levanté y serví un vaso de agua, mientras aflojaba un poco la corbata y desprendía los botones del saco, necesitaba estar cómodo para este trabajo.

 

Regresé a mi lugar, moví el ratón porque la pantalla estaba negra con las letras Cullen saltando y cambiando de colores, mis pies cruzados sobre el escritorio y comencé con el arduo, pero placentero trabajo.

 

Lo primero que llamó mi atención fue que en el complejo donde vivía, habían dos cintas verdes, después de todo era mejor para el día de hoy que fuera alguien que viviera cerca así pasaría más tiempo con ella.

 

Desplegué el sistema que me otorgaba los datos de las dos posibles visitas, una se trataba de Irina, la conocía de hablar un par de veces y me parecía muy simpática, además de voluptuosa, desesperadamente sexy y apetecible, huy necesitaba esta visita, la otra participante era la casa de Rosalie, la esposa de Emmet, sonreí porque ese fin de semana vendría su prima de visita y estaba más que seguro que no estaría Rose en la cama, pero para no tentar al diablo y que volviera a salir todo mal, decidí que visitaría a Irina.

 

Para no terminar en la cárcel al equivocarme, ya que a Irina no la veía desde un par de meses, revisé las cámaras de los dos últimos días y la vi, ingresando a su casa tan bella como siempre, pero no pude reprimir una carcajada que enseguida tapé con las manos para que no pensaran en la empresa que estaba loco, en su balcón no había una cinta verde sino tres, seguro que estaba tan desesperada como lo estaba yo en este momento, Edward Cullen en acción, bueno mejor dicho, el Ladrón de alcobas en acción por triplicado.

 

Guardé todo un poco ansioso, quería que llegara la tarde y poder ir a transformarme para disfrutar de esa mujer que no podía dejar de pensar, era rubia de facciones delicadas, bien formada, sola y lo más importante dispuesta a pasar una noche inolvidable que valiera por tres, ingresé una nota en el celular del ladrón, “llevar muchos preservativos, noche muy muy muy movida”.

 

Luego de una mañana y tarde muy atareada, ya que se incorporó a la empresa un satélite para una mayor eficacia en nuestro trabajo, nos estuvieron enseñando las configuraciones del sistema y dando charlas explicativas para los empleados que instalaban el mismo en los complejos, llegó el momento ansiado, subido a mi volvo iba rumbo a casa sonriendo y escuchando música movida a todo lo que dan los oídos, había bajado la ventanilla y me sentía más libre que nunca al entrar el aire chocando con fuerza sobre mi rostro por la velocidad que llevaba en esos momentos.

 

Llegué sin multas por velocidad o ruidos sonoros extraños, vale decir que en el complejo, cuando ingresabas al mismo te pedían que en las calles interiores la velocidad no pasara de 40 km/h y la música en volumen 1, reglas que todos acataban por tres metros antes y tres metros después de la casilla del vigilante.

 

Aparqué a un lado del auto de mi padre, que al parecer ya estaba funcionando bien, tenía tatuada en mi cara una sonrisa que no se quitaría con facilidad, sentía que esa era la noche que disfrutaría a pleno como no lo había hecho hace años atrás.

 

Ingresé a la casa por la cocina y Sue estaba organizando una pequeña cena, lo que no pasó desapercibido por mí, no quería invitados en casa que se fueran tarde y tuviera que entretener con charlas incómodas, ya que papá o mamá traían mujeres solteras para ver si llegaban a interesarme.

 

Hasta mi hermanita había caído en su juego por varios fines de semana, trayendo a sus amigas del instituto para que les prestara atención, pero mi hermana tenía 17 años como todas sus amigas y lo último que podría hacer es estar con una menor, sobre todo inexperta.

 

Intenté pasar desapercibido por la sala rumbo a mi cuarto, pero fue en vano, la familia Délani estaba presente con mi pesadilla, Tania, según ella habíamos sido novios por años, pero quién la hacía entender que solo fueron unos meses que compartimos la cama sin otras promesas, claro que si por algún segundo pasó por mi cabeza algo más con Tania, se terminó cuando llegué a su casa como el ladrón de alcobas, no solo te puede dar satisfacciones ser el ladrón de alcobas, también puedes tomarlo como una maldición, nunca sabes a quién encontraras y como influirá en ti la persona que espera por placer.

 

En el caso de Tania todo terminó mal, claro que ella nunca se enteró que era el culpable, seguía diciendo que la habían sometido y robado, ese cuentito que servía a muchas mujeres no iba conmigo, ya que conocía toda la historia y había estado allí sabiendo que no solo se entregó voluntariamente sino que lo disfrutó a pleno, me esmeré ya que sabía nunca más estaríamos juntos, creo que estos detalles son los que me han hecho más frío.

 

-mi amor, al fin llegas, ya me tenías preocupada.-se colgó de mi cuello e intentó besarme, cosa que logré no hiciera.

 

-por favor Tania.-la aparté un poco brusco, se que debí tratarla mejor, pero ya me sacaba la forma de insistir que tenía.-buenas noches.-saludé a cada miembro de la familia de a uno, hasta que llegué a Eleazar, su papá.

 

No soltó el agarre de su mano sobre la mía y habló tranquilo.-buenas noches Edward, por favor te pido no la trates así, es complicado toda la situación después de lo que pasó.

 

-entiendo Eleazar, pero entiende que con Tania nunca fuimos el uno para el otro, era cuestión de tiempo.

 

-¿no tiene nada que ver con el ladrón de alcobas?.-habló bajito sin que escucharan el resto de los presentes.

 

-te aseguro que no.-traté de ser convincente y para mi suerte lo logré.

 

-está bien, no te detengo, se que su relación no influye con la amistad que tienen nuestras familias.

 

-me dejas tranquilo, los aprecio mucho a todos.-logré ir hasta mi cuarto y después de una ducha refrescante salí en ropa cómoda, tendría una noche larga y no solo por lo que pensaba hacer.

 

Tania me sorprendió durante toda la noche, no se si habló con su papá porque se tranquilizó y tenía temas amenos a pesar de que no me perdía de vista y la forma en que me miraba sabía no era solo de amigos, pero no puedo negar que me gustó que no fuera absorbente, hasta llegué a pensar que podríamos salir algún día, bueno a lo mejor no tanto.

 

A las 11 de la noche se fueron, por fin, claro que con promesas a Tania de que la llamaría si me sentía solo y quería pasar un buen rato, nunca habló de novios o algo más pero se sabía que hablaba de sexo sin que sus padres escucharan, la pasaba bien con ella así que lo pensaría.

 

Me despedí de mis padres y de Alice para ir a mi cuarto a cambiarme.

 

-¿saldrás hijo?.

 

-si papá voy por unos tragos, es viernes y sabes que no puedo quedarme, es rutina.-levanté las cejas logrando que papá sonriera.

 

-jaja, ahora se llama rutina.-se burló mi padre y dejaron que me vistiera.

 

Una nueva ducha para no tener rastros de ninguna mujer por más pequeño que fuera, ropa para matar, oscura y con los detalles de siempre, el pasamontañas en el bolsillo trasero, las llaves de la moto y auto, claro que primero salía en el volvo y lo dejaba en la baticueva jaja.

 

Tomé el rumbo a la casa de Irina, muy cerca escondí la moto, que solo la encendí por unas cuadras, entre unos árboles y arbustos del lugar.

 

Miré mi atuendo por última vez, me coloqué los guantes que dejan los dedos libres para poder trepar, ya que la habitación que contenía mis tres cintas verdes provenía del balcón.

 

Para mi suerte a un costado de mi objetivo se encontraba una escalera que llegaba justo al lugar. Una voz interior me dijo.-¿usted no desconfiaría señor?.-había subido un escalón y lo bajé casi de inmediato para volver a subir mucho más entusiasmado, cuando vi que las tres cintas se elevaban levemente por el viento, no tenía que ser nada malo, solo era necesidad por parte de Irina y yo no puedo negar que me encontraba igual o peor que ella.

 

Luego de subir, tomé las cintas y noté que se encontraba entre abierta la puerta del balcón, por lo que sonreí como tonto, mientras me sacaba los guantes antes de entrar.

 

La habitación olía demasiado bien, tendría que preguntarle que clase de sahumerio o incienso puso en el lugar porque lograba que me sintiera excitado, aunque podría ser por el tiempo que estuve imaginando a Irina en esta situación.

 

Me acerqué a la cama, rocé sus piernas y escuché cuando en un susurro decía.-hola, te esperaba.

 

-es tu día de suerte.-aclaré en voz sensual.-por triplicado.-acoté cuando recordé que no dejó solo una cinta, sino tres.

 

-lamento decepcionarte pero creo que es tu día de suerte.-enfatizó la palabra tu.

 

No se podía ver nada específico, solo a grandes rasgos el lugar, sentí que se movió en la cama y pensé que encendería la luz, pero me equivoqué, en ese momento que presionó al parecer un control en sus manos, las puertas por donde entré a su habitación se cerraron con cerrojo en un ruido sordo y hasta podría decir aterrador, ¿tendría que correr otra vez?, ¿me quedaría con las ganas?, no podía ser que tuviera esta suerte, no hoy al menos.

 

No seguí con mis cavilaciones que tenían un buen, en el mal sentido de la palabra, presentimiento porque se encendió la luz, no estaba equivocado, parecía una trampa y nunca pensé que Charlie llegaría a utilizar a su hija en su afán de atraparme, ¿tan desesperado se encontraba?.

 

-tienes razón es mi día de suerte.-dije apartándome de Isabella y dirigiéndome a su ventanal.-si no quieres que rompa el cristal, abre la puerta.

 

-no por favor, no te vayas.-dijo incorporándose un poco en la cama y logrando que se me perdieran por unos segundos los ojos en su cuerpo, ¿desde cuando dejó de ser una niña?.

 

-eres la hija de Swan, quieres que me quede a esperarlo porque se retrasó.-le dije bromeando.-se acaba mi paciencia chiquita.

 

-te crees que no se quién soy.-se paró y por Dios como se encontraba vestida o mejor dicho casi vestida, céntrate Cullen, volvió a decir mi voz interior.-lo se y por eso te llamé.

 

-pues tuviste suerte, me viste y puedes quedar contenta.-di la vuelta ya que la miraba a su deliciosa cara, en realidad a sus piernas o pechos, todavía no sabía cual tocar primero, vete antes de que sea tarde. Levanté el puño para romper el cristal cuando me detuvo.

 

-por favor…-comenzó a llorar, Dios santo no podía ver a una mujer llorar era mi debilidad.-mi papá no sabe nada.

 

Bajé el puño y la enfrenté.-¿porque tendría que creer en ti?.-¿porque le preguntaba, acaso quería quedarme?.

 

Sorbía su nariz y recordé que se trataba de una niña.-lo conoces y sabes que me tiene encerrada en una jaula de cristal, voy a un colegio de chicas y no salgo los fines de semana, quiero saber que se siente estar con un hombre.-levantó su mirada y no puedo negar que era hermosa y sus ojos chocolate hipnotizaban sin proponerlo, como si te derritieras cuando los fijaba en ti.

 

-¿porque yo?, no quiere decir que me quedaré porque nunca salí con una virgen.-ups demasiada información, pero quería saber que pasaba por su mente que solicitó mis servicios y que hacía en esta casa si no le pertenecía.

 

-los trabajadores de mi casa son todas mujeres y no soy lesbiana.-aclaró un poco rápido e hizo que sonriera.-además me gustaría darle un escarmiento a mi padre, piensa… no es emocionante saber que soy su hija.

 

-huy muy emocionante, descontando que me encerrarán de por vida, por pervertir a una menor y virgen, estás loca.-hice ademanes con mis manos para que me entendiera, era muy peligroso y emocionante a la vez.-buenas noches y te sugiero que encuentres a alguien que te quiera.

 

Volví a levantar mi puño y otra vez me sorprendió.-por favor Edward no te vayas, necesito hacerlo y quiero hacerlo.

 

-¿como me llamaste?.-por unos segundos me paralicé, pero no podía ser que Isabella supiera quién era, si fuera así Charlie estaría enterado y en cuanto a mí ya estaría en la cárcel, ¿porque se estaría demorando?, ¿sería verdad lo que decía Isabella?.

 

-se quién eres y tengo pruebas.-habló suave acariciando las palabras.

 

-jaja.-reí fingido.-claro y por eso me tengo que quedar.-traté de que no notara mi nerviosismo por si decía la verdad.

 

-no quieres hacerlo por las buenas, entonces será por las malas, donde se te ocurra irte, le diré a mi padre quién eres y le entregaré las pruebas.

 

-desvarías Isabella.-dije manteniendo la misma postura de antes.

 

-¿quieres comprobarlo?.-NO quise gritar, pero me contuve y continuó hablando muy tranquila, ¿donde estaba su llanto de hace un rato?.-hace mucho que lo se, aunque no puedo negar que lo comprobé cuando no quisiste estar con tu hermana, luego te he seguido y obtuve varias fotos, la más linda…-sonrió recordando para ella, yo no sabía que hacer.-es cuando bajas del balcón que está frente a este y te pones el pasamontañas sonriendo.-suspiró, mi Dios que habré hecho para merecer esto, porque para nada había una pizca de buen presentimiento con Isabella.

 

-se supone que estás encerrada, ¿como me seguiste?.-necesitaba saber y comprobar si decía la verdad, ¿sería posible?.

 

-serán los genes-se encogió de hombros.-soy hija de Charlie, tengo mis métodos.-habló muy orgullosa y yo qué, era la hija de Swan.

 

-esta no es tu casa.

 

-nos mudamos hace dos días, Irina se iba de viaje por dos años y mamá estaba fascinada con esta casa.-aclaró.

 

-quiere decir que tu padre…

 

-duerme al lado.-su carita de inocente me hacía desviar de mi cometido, salir corriendo de su habitación lo antes posible.-lo pensaste mejor, tienes tres cosas que ganar.

 

-¿tres cosas?.-dije cruzándome de brazos recostado en su ventanal o sea mi escape, ¿porque me quedaba?.

 

-uno.-levantó su dedo índice.-será la primera vez de ambos, porque me dijiste que nunca estuviste con una virgen.-se mordió el labio inferior y se sonrojó, por favor que hice.-dos.-volvió a mostrar el número con sus dedos.-estarás con la hija de tu peor enemigo y en su casa.-sonrió cuando terminó de aclararlo.-tres y último.-volvió a mostrar sus dedos.-obtendrás su dinero, crees que es poco.

 

-tentador.-le hablé en tono sensual, pero sabiendo que no me interesaba y ella se dio cuenta.

 

-por favor Edward hazme el amor, quiero que seas el primero.-me miró a los ojos en espera de una respuesta, pero no podía dejar de sonrojarse por su osadía, tenía la impresión que era la primera vez que hablaba con un hombre de esto y en voz alta.

 

Resignado por el momento, me saqué el pasamontañas y llegué al lugar donde esperaba Isabella, sentada en la cama.

 

-nunca sería hacer el amor, para eso tiene que existir sentimientos y no los hay.

 

Bajó su mirada y habló en un susurro.-te amo desde hace mucho, antes de saber quién eras.

 

Cuando reaccioné me di cuenta que estaba arrodillado frente a Isabella y le había tomado la barbilla para que me mirara, necesitaba ser hipnotizado otra vez por su ojos y descubrí que su contacto no me era indiferente, todo lo contrario se volvió adictivo apenas la rocé, ¿que me estaba sucediendo?, donde estaba este hombre frío que permanecía a mi lado todo el tiempo, esto no sería sexo pero no lo admitiría, mi corazón latía fuerte y seguro que me cayó mal la comida por el revoltijo que sentía en mi estómago.

 

Saltamos ambos cuando tocaron la puerta, alejándonos de un beso que al parecer era inevitable por lo cerca que nos encontrábamos.

 

-debajo de la cama.-ordenó.

 

Lo intenté por última vez, para no decir que no hice nada y dejar mi conciencia tranquila.-abre el balcón y te espero allí.

 

-soy virgen no tonta Edward.-sonreí y me devolvió una sonrisa, que Diablos me estaba haciendo esta niña, porque era una niña.

 

Muy obediente me escondí bajo la cama de Isabella Swan mi perdición desde que ingresé a la habitación.

 

Volvieron a golpear, se levantó despacio y abrió la puerta, como era de imaginarse se trataba de Charlie.

 

-¿que pasa Charlie?.-le decía a su padre ¿Charlie?.

 

-¿todo bien hija?, no atendías, pensaba entrar.

 

-si, todo bien.

 

-¿que haces vestida así?.-lograba ver los pies de Charlie caminar hasta el balcón y tocar la cerradura de las puertas para verificar que se encontraran cerradas, lo estaban sino yo me hubiera ido hace rato, me dieron ganas de decirle.

 

-me acabo de dar una ducha porque no podía dormir, ahora tengo sueño, vuelve a tu cuarto, además… es una bata.-al parecer se puso una bata antes de abrir la puerta, menos mal sino su padre moriría de un ataque al corazón y no tendría quién me persiguiera, ya que estaba con un conjunto de encaje que no dejaba nada a la imaginación.

 

-¿una ducha?.

 

-si, una ducha con agua en el baño.-le habló como si fuera un niño y no entendiera.

 

-no me tomes el pelo, soy tu padre y vine porque escuché voces.

 

-había encendido la tele, porque como dije, no podía dormir, acabo de apagarla.

 

-está bien, disculpa estoy nervioso estos días.-sentí cuando le daba un beso a su hija y luego cerraba la puerta.

 

-ya puedes salir.

 

-¿me dejarás ir?.-volví a insistir, pero en el fondo quería que se negara, me gustaba su forma de ser, como contestaba siendo entre tímida pero imponiéndose, además había removido mi corazón al confesar su amor.

 

-hoy se cumplen mis sueños, no los tuyos.-volvió a sonreír y quedé idiotizado, si creo que ese era el mejor calificativo para mí.-que decidiste, ¿te quedas?.-continuaba parada cerca de la puerta y puso sus manos en la cintura.

 

Sonreí de lado y logré que se sonrojara, hasta puedo decir que llegué a intimidarla o quizás deslumbrarla, saqué el celular y se lo tendí.-digita el número de cuenta junto con el pin.

 

-puedo saber cuanto retiraras.-dijo mientras ponía los datos que le solicité.

 

-no, me quedaré y recibirás tu regalo, no es tu dinero para que saber.

 

Se encogió de hombros y aclaró.-solo preguntaba para hablar de algo, creo que estoy nerviosa.

 

-no pasará nada de lo que no quieras.-asintió y me devolvió el celular levemente temblando.

 

Saqué el dinero de siempre, no le cobré más o menos por quién se trataba, de todos formas siempre lo donaba en donaciones anónimas apenas llegaba a casa para no quedarme con dinero que pueda comprometerme o utilizarse como pruebas.

 

-bien.-dijo, noté que movía un pie adelante y atrás notando su nerviosismo.

 

-las pruebas.-le dije.

 

-después que estés conmigo.-sonreí porque no encontraba forma de engañarla o hacer que se doblegara un poco, me tocaba a mí hacerlo y Dios si que quería.

 

Guardé el celular en el bolsillo de mis jeans, no importaba mucho donde lo dejara ya que terminaríamos desnudos ambos, no me gustaba estar con una chica sin que se quitara toda la ropa, para rapiditos que estuvieran con el novio, yo me tomaba el tiempo para que sintieran todo y en todas partes de su cuerpo, no cambiaría porque ella era virgen, aunque apenas terminé de pensar en esa palabra mi corazón inevitablemente comenzó a latir mucho más fuerte, lo que faltaba no solo quería ser el primero estaba nervioso y ansioso de serlo lo antes posible.

 

Despacio acorté la distancia, pero a medida que me acercaba ella retrocedía, sonreí negando levemente con mi cabeza.-¿no quieres?.-quién entiende a las mujeres en este momento, aunque su respuesta me dejó callado.

 

Sonrojada, encontrándose atrapada entre la puerta y la cercanía de mi cuerpo, apenas habló.-es que no se besar.

 

-¿quieres que sea el primero?.-que tonto me estaba volviendo, que clase de pregunta es si quería que fuera el primero si para eso me convocó, asintió mirando el piso.

 

Lentamente y de forma tierna, la tomé de la cintura y tiré de ella literalmente hablando, como si se tratara de un adhesivo pegado a la puerta, cuando sintió cada centímetro de mi cuerpo pegado al suyo tembló y no pude evitar mirarla con adoración, no solo era hermosa e inocente se estaba entregando a mí en cuerpo y alma, porque me amaba.

 

Pegar mis labios a los suyos, nunca pensé fuera tan irreal, juro que me encontraba tan nervioso como lo estaba ella, sentía el calor de sus mejillas y noté que no solo la besaba probando lentamente sus labios, sino que había cerrado los ojos para que fuera más profundo, desde cuando hacía esto con una mujer siendo el Ladrón de alcobas.

 

Por más que insistí en profundizar el beso, creo que no reaccionaba, porque no permitía que lo hiciera, hasta que comencé a dejar sus hombros al descubierto que logré lo que proponía, abrió su boca por la impresión o el roce de mis manos sobre su piel, que se estremecía de forma notable y palpable.

 

Si pensé que sus labios eran tocar el cielo, su sabor lo superó, sumado a que llevó sus manos a mi cuello y comenzó a mover su lengua dentro de mi boca, aprendía rápido y eso me gustaba.

 

Cuando la bata llegó a chocar con nuestros pies, me aparté solo unos centímetros para observarla, nunca había prestado atención al cuerpo de Isabella al pensarla como niña y amiga de mi hermana, aunque ahora que lo tenía a mi alcance, no había rastros de niña por donde lo mirara.

 

-no dejes de besarme.-dijo sonrojada.

 

La volví a besar pero en esta oportunidad fue más intenso y apasionado, así como correspondido, no solo con su boca sino con sus manos y caricias.

 

Permití que me sacara la remera por arriba de mi cabeza, temblorosamente acarició cada centímetro de mi pecho, al principio pensé en frenarla pero porque no dejarla explorar el cuerpo del sexo opuesto, después de todo era su primera vez.

 

Cuando ambas manos llegaron al botón de mis jeans, levantó su mirada y al encontrarse son la mía pidió permiso para seguir, asentí a su pregunta no formulada.

 

Siempre tuve mucho autocontrol, pero con Isabella nada era normal, todo me sucedía como si fuera mi primera vez y no la suya, apenas sus manos bajaron el cierre, mi cuerpo comenzó a reaccionar como si fuera un adolescente con las hormonas a flor de piel y que con un simple roce se enciende.

 

-huy… es…-dijo señalando mis boxers ya que había logrado que perdiera mis jeans hasta mis rodillas.

 

-es el comienzo de tu noche.-sonrió nerviosa.

 

Me deshice del resto de mi ropa quedando solo en boxers, volví a tenerla en mis brazos, acaricié su espalda mientras seguía la batalla interna en nuestras bocas, al desprender su sujetador intentó apartarse pero enseguida continuó con sus caricias cuando notó que no se lo permití, ni se lo permitiría.

 

La dirigí a la cama, porque me parecía que necesitábamos estar cómodos y era el mejor modo, abrió sus ojos de más cuando mis besos dejaron sus labios para continuar por todo su cuerpo, gimió al sentirme en su cuello.

 

-ssshhhh por favor recuerda a tu padre.-le susurré al oído y eso generó cosquillas que contuvo con su mano.-¿tienes cosquillas?.

 

-sip, no sigas a menos que quieras que no pare de reír.-eso me pareció muy inocente por el tono de voz que utilizó y recordé que era una niña, debía tenerlo presente para no tratarla con brusquedad, se merecía algo mejor.

 

-lo tendré en cuenta si permaneces callada.-asintió y continué con mi trabajo, lograr que se excitara al máximo y pidiera que fuera más allá.

 

El poder que sentía al tocarla o besarla, nunca lo había sentido, era extraño y gratificante a la vez, saber que era al primero en tocarla, que cada gemido o agitación las estaba generando yo con lo que hiciera, sus senos eran perfectos, tamaño justo y sabor irresistible, besé cada centímetro de su piel expuesta y acaricié donde me era un poco imposible llegar, retiré suavemente su ropa interior y la tuve solo para mis ojos.

 

Olvidé por completo quién era y donde me encontraba o mejor dicho con quién me encontraba haciendo de las mías.

 

Muy a mi pesar me aparté de sus senos que eran y serían toda la vida mi perdición, ¿mi vida?, de donde salieron esas palabras, continué por sus costillas con tal lentitud que parecía las estaba contando para saber si le faltaba alguna, besé su diminuta cintura, regocijándome con su estremecimiento y movimientos descontrolados, sus manos permanecían a los lados estáticas así como sus piernas que no lograba separar ni unos centímetros para poder perderme en su intimidad.

 

Continué con mis besos por sus piernas y besé cada dedo del pie logrando una hermosa sonrisa, otro de sus gestos que me tenía idiotizado, primero su mirada que derretía al contacto, su cuerpo delicioso, pecaminoso a la vez y ahora su sonrisa, simplemente tierna y sensual.

 

Intenté nuevamente abrir sus piernas ejerciendo poca fuerza en ambas rodillas pero no lograba hacerlo, no se daba cuenta que quería estuviera tan excitada que no razonara y se dejara llevar, necesitaba que lo permitiera.

 

-déjate llevar Isabella.

 

Se incorporó levemente con cara de susto.-¿a donde?, pensé que lo haríamos aquí.

 

Sonreí ante sus palabras.-al edén del placer y te aseguro que es un viaje sin retorno.

 

Sonrió nerviosa, sonrojada al máximo y volvió a su posición cuando se dio cuenta de su error.-perdón.

 

-no lo hagas.-no quería me pidiera perdón si era yo el culpable de su error por no explicarme.-solo abre tus piernas.

 

Suspiró varias veces en un sonido audible para luego relajarse y dejar que la acariciara, lentamente y de forma superficial para no asustarla o ponerla más nerviosa de lo que ya se encontraba.

 

Me acerqué despacio y al encontrarme tan cerca y con sus piernas expuestas noté que el olor a su sexo golpeó fuerte mis fosas nasales aflorando el deseo, logrando una erección en tiempo record, me gustaba primero que sintieran mis caricias para luego excitarme, pero como me encontraba en estos momentos todo se iría al carajo si no la tenía sometida bajo mi cuerpo, tuve que utilizar todo mi autocontrol y pedir prestado un poco a la cordura para no hacerlo y terminar la noche antes de empezarla.

 

Su intimidad estaba casi depilada por completo, lo que no esperaba es que se me hiciera agua la boca solo con mirarla, abrí lentamente sus labios con mi mano derecha y la observé, estaba agitada, sonrojada, su cabeza levemente atrás y con los ojos cerrados disfrutando cada roce.

 

Lentamente pasé mi lengua en toda su longitud, se tensó y casi cierra sus piernas, por favor que no se daba cuenta de mis intenciones, ¿no estaría sintiendo placer?, por momentos me asusté, estaría perdiendo mis habilidades con las mujeres o era simplemente que me asustaba saber que estaría grabado en su memoria de por vida al ser el primero.

 

Me abracé literalmente hablando de sus piernas, para que no las cerrara, la miré a los ojos y lo que dijo noté que hasta ella se sorprendió al decirlo en voz alta.-¿que estás haciendo?.

 

-probándote.-le dije en un tono inocente.-y puedo asegurarte que eres exquisita.

 

-¿con un beso ahí?.-preguntó sonrojándose violentamente.

 

-en donde vives niña y que ha hecho contigo Swan.

 

-en mi caja de cristal.-dijo casi encogiéndose de hombros.

 

-espero no te arrepientas de haber abierto tu puerta.-negó enérgicamente.-se llama sexo oral y también puedes hacerlo.-volvió a negar de la misma manera y sonreímos ambos cuando lo hizo, demasiado para su primera vez, pero tenía que probar para conocer el resultado.

 

Volví a mi trabajo inicial, lamí nuevamente y mordí lo más suave posible, logré que gimiera alto.-shhh.-asintió cerrando su boca dando la sensación de que no podía respirar solo por la nariz, apretó con ambas manos las sábanas y sorprendentemente abrió en toda su extensión sus piernas, dejándome no solo deleitarme con su belleza, sino trabajar tranquilo, ¿trabajar?, en estos momentos ya no sabía si lo hacía, si quería darle placer por puro gusto y de la manera más tierna posible, en definitiva eso no era trabajo.

 

Quería quedar grabado a fuego en su cuerpo y fuego era lo que desprendía su centro en estos momentos, comenzando a emanar su excitación exquisita, generando un volcán entre mis piernas, Cullen concéntrate, dijo mi yo interior, desde cuando dejé de ser el Ladrón de alcobas, creo que desde que pisé esta habitación.

 

Cuando noté que su clítoris estaba más sensible, deslicé solo un dedo en su interior, lógicamente se tensó por no esperarlo y no saber nada sobre hacer el amor.

 

-Isabella tranquila.

 

Asintió nuevamente y trató de concentrarse.-Bella, por favor, dime Bella, así me gusta que me llamen.-habló un poco agitada y levantando mi ego mucho más, yo era el culpable de su estado y me gustaba mucho, por primera vez quería que la noche durara una eternidad.

 

Sonreí y seguí con mi cometido, darle placer para que sintiera el primer orgasmo de su vida y que estuviera tan mojada y dilatada como fuera posible, logrando que la penetración no le doliera tanto.

 

Verla temblar al llegar al clímax, es algo que no tiene descripción, sumado a su sabor que no tenía comparación.-Ah Dios…-habló en un susurro.

 

-Edward, por favor, dime Edward, así me gusta que me llamen.-dije sus mismas palabras y continué absorbiendo su cuerpo que en esos momentos me pertenecía, acababa de pedirle que me llamara por mi nombre, era definitivo estaba perdido.

 

-Edward, eso fue…fue….-sonreímos ambos al notar que no sabía como describirlo, le pasó lo mismo que a mí, estábamos sincronizados, armonizados sintiendo lo mismo, nunca pensé que me sucedería algo así con una mujer.

 

-date la vuelta.-le pedí.

 

-¿porque?.

 

-deja de cuestionar y hazlo…, por favor.-agregué el por favor porque no me sentí bien al imponerme, ¿que me pasaba?.

 

Giró despacio y cuando estuvo boca abajo preguntó.-así está bien.

 

-si.-sonreí ante su miedo a lo que vendría, solo quería que sintiera mis besos por todo su cuerpo y caricias que lograran no me olvidara nunca.

 

Lentamente retiré su cabello de la espalda a la derecha acariciando en el proceso, hice contacto con su cuerpo y sin darme cuenta me estaba restregando en su trasero, ya no podía con el deseo de poseerla y sabía que necesitaba más tiempo, de donde puta lo sacaría antes de acabar en los boxers.

 

Tembló pero no dijo nada, ni siquiera se movió, besé su cuello y continué por sus hombros tan despacio como mi desesperación lo permitía, su piel se estremecía de forma tan notoria que me sentí como un mortal corrompiendo un ángel, ¿lo haría? aún sabiendo que podía terminar en la cárcel por ser menor, si, esa era la respuesta a mi pregunta, no solo lo quería hacer, lo necesitaba, la necesitaba.

 

Su piel era sedosa y olía de maravilla, nublaba los sentidos, cuando ya no hubo lugar donde besar o acariciar, hice que diera la vuelta nuevamente, pero sin pedirlo con palabras, sino con gestos que comprendió al instante.

 

Estaba a unos milímetros de su apetitosa boca, cuando habló.-ahora puedo acariciarte.

 

-¿que?.-no entendía nada, las mujeres con las que estaba lo menos que querían es darme placer, sino que yo se los proporcionara sin límites, que pretendía Isabella hacer conmigo, lo peor es que yo la dejaría.

 

Hablaba entre cortado, por la agitación y los nervios al decirlo en voz alta.-es que quiero mirarte… y desnudarte para… mi rar te…-se mordió el labio inferior cuando terminó de decirlo y morí mil veces antes ese inocente gesto.

 

Obedecí como todo un imbécil, quedé recostado en la cama y ella semi sentada, le temblaban las manos pero sus caricias encendía al máximo posible mi piel, no me besó solo observaba donde sus manos tocaban mi cuerpo, hasta que llegó a los boxers y casi exploto.

 

-Isabella no aguanto más, por favor.

 

-¿no aguantas?.-preguntó intrigada.

 

-acabaré en mi ropa si sigues tocándome y mirándome así.-sonrió apenas, pero se notó que estaba contenta por ser la culpable de mi excitación.

 

Terminé de desvestirme como pude y a velocidad vampírica, tome un preservativo de mis jeans, que gracias a Dios estaban cerca y sin perder tiempo me lo coloqué.

 

Isabella no me perdió de vista en cada movimiento, pero al conectar mi mirada con la suya se sonrojó y bajó su cabeza, apenada.

 

Suspiré para controlarme y subí a su cuerpo despacio, tratando de no aplastarla o asustarla si me desesperaba.

 

Abrí sus piernas con las mías y en esta oportunidad me dejó que la acomodara a mi antojo, acaricié con mi pene su entrada mientras me perdía en un beso intenso, permanecía quieta pero correspondía a mis besos.

 

Hice presión intentando ser tierno y que sintiera un poco de afecto, se tensó como era de esperarse, pero permaneció callada y quieta, solo se escuchaba su errática respiración.

 

Volví a embestirla, pero era tan estrecha que me era casi imposible hacerlo de una sola vez, la miré a los ojos y tuve la necesidad de preguntar por si quería desistir de esta locura, aunque en mi interior no quería hacer la pregunta, la hice de todos modos.

 

-¿estás segura?.-le pregunté con mi cuerpo completamente tenso por el momento tan especial en que nos encontrábamos.

 

-como nunca.-contestó casi sin voz, permaneciendo bajo mi cuerpo inmóvil, paralizada ya que sus manos ni siquiera me acariciaban.

 

Una última embestida y rompí en mil pedazos su inocencia, la sentí temblar y mi ego voló elevándose a lo más alto, era el primero, el único en estar dentro de su cuerpo, allí donde todo era calor abrazador y tan estrecho que dolía, en ese momento un grito de Isabella hizo que dejara de lado mis pensamientos e intentos de quedarme quieto para que se acostumbrara al intruso o sea a mí.

 

-aaaaaahhhh, duele, duele, duele no quiero, no quiero más…-intentaba tapar su boca con una sola mano, ya que con la otra sostenía el peso para no aplastarla.

 

-por favor, ya pasará, está tu padre en casa.-ella luchaba y entre mis dedos seguía gritando.

 

-idiota duele mucho…suéltame.

 

Pasó lo que tenía que pasar cuando uno juega con fuego, se quema, así que me quemé, apareció Charlie con una escopeta en la puerta del cuarto de Isabella.

 

-¿que sucede?…¡Dios!.-dijo cuando pudo, luego de encender la luz, ver lo que sucedía.-Cullen apártate de mi hija, imbécil hijo de puta, como te atreves a someter a mi hija, es mi hija.-gritaba desesperado apuntándome con la escopeta.

 

Salí de ese lugar donde pensé por unos segundos que me encontraba tan bien, para levantarme con toda la dignidad que me fue posible, ya que entraba en la habitación, René la mamá de Isabella, quién apenas me vio se tapo la cara en un gesto de horror.

 

Lo primero que encontré fue un almohadón para tapar mi vergüenza, lo que causó gracia solo para mis adentros y por una milésima de segundo fue que era rojo, con forma de corazón, puntillas blancas en todo el contorno y dos dibujos de ositos cariñosos en el frente, pero cumplía su cometido, solo fueron milésimas de segundo porque la escopeta apuntaba directamente a mi hombría.

 

-Charlie…-dijo Isabella quién se había envuelto en las sábanas y se paró entre su padre y mis partes más preciadas, mis bolas.-no se te ocurra dispararle a mis ositos…-claro que la hombría de Edward desaparezca no tenía problemas, lo más importante en su vida al parecer eran sus ositos.

 

-Bella…-intenté reprenderla por su comentario, le gustaba que le dijeran así y después de haber casi compartido un buen rato me parecía que no le molestaría, me interrumpió, bueno a decir verdad casi me gritó.

 

-cállate Edward.-no solo me gritó, habló serio y me miró intimidante, aunque le agradecía que se hubiera puesto entre mi más preciado pene y su horrendo padre con escopeta, no me gustaba que las mujeres me gritaran, de todos modos me guardé mis comentarios sin soltar sus ositos.

 

-que tienes que decir a tu favor antes de que se acabe tu descendencia.-dijo un Charlie muy enojado, quién no, si fuera padre y encontrara a un hombre en la cama de mi hija mientras yo duermo tranquilo en el cuarto contiguo, creo que también estaría enojado jaja.

 

-yo…-me paralicé internamente y preguntando, ahora que mierda le diría, disculpa Charlie, estoy en tu casa por extorsión para que tu bebé no me delate frente a ti, pero ¿ahora que?, ya estaba frente a Charlie y lo único que podía mirar eran mis jeans donde asomaba el celular del Ladrón de alcobas y varios preservativos esparcidos en el piso, que momento por Dios.

 

Estaba atrapado sin salida y lo peor es que ya había cometido el delito, su hija ya no era tan inocente o pura.

 

-papá yo te lo explicaré.-dijo una Bella muy tranquila mientras que con su mano derecha desviaba la escopeta que su padre estaba empeñado en apuntar a sus ositos.

 

-huy esto se pone bueno, acabas de llamarme papá.-dijo Charlie más tranquilo y sentándose en el borde de la cama.-siéntate Cullen.-ordenó, al parecer así hablaban los Swan.

 

Por un momento lo miré extrañado, pensé que me mataría, pero creo que me esperaban los calabozos más oscuros que existieran y sin vista, lo peor nunca más una mujer, nunca más su hija.

 

-Edward, papá se llama Edward.-aclaró.

 

Le sonrió de forma muy falsa, lo noté yo que no lo conocía.-está bien, Edward.-señaló la cama un poco lejos de donde él estaba.-por favor siéntate que René está espantada viéndote el trasero por el espejo.

 

Automáticamente miré a mis espaldas y tenía toda la razón Charlie, Bella tenía un espejo de cuerpo completo justo allí y podía ver mi trasero, casi me sonrojo pero en mi cabeza habían problemas mucho más grandes que me viera el trasero René, quería que se me ocurriera algo creíble para no terminar en la cárcel.

 

Cuando todos estábamos sentados, René a un lado de Charlie y Bella frente a mí en un sillón que apenas apoyó su trasero hizo un gesto de dolor y Charlie gruñó muy fuerte e intimidante, ya estaba no solo atrapado sino enterrado bajo tierra como seis metros para que no reviviera.

 

-Bella te escucho y espero que sea una buena explicación o sabes que le espera a este imbécil.

 

-papá.-lo reprendió, suspiró, arregló el nudo de la sábana junto a su seno izquierdo y empezó con su historia dejándonos a todos helados, me incluyo por partida doble.-con Edward salimos hace más de seis meses.-su padre la miró pidiendo más explicaciones, yo también las quería.-lo hacemos a escondidas porque tú no me dejas ni ir a la esquina sola, nos amamos.

 

-que linda explicación, ¿no te parece René?.-dijo Charlie hablando de forma muy despectiva, mi aparente suegra asintió con miedo.-¿porque te revuelcas con él?, vez el motivo de no dejarte salir, que te enseñan en ese puto colegio que paga tu madre.

 

-Charlie.-le dijo René y posó una mano en su pierna para que se tranquilizara, por suerte surtió efecto.

 

-¿porque lo hiciste?, porque se nota que fue la primera vez, ¿dime, que tenías en la cabeza hija?.-habló más tranquilo.

 

-papá, lo amo y hoy me pidió matrimonio, nos comprometimos.-dijo extendiendo su mano y mostrando semejante anillo, ¿de donde mierda salió ese anillo de compromiso?, ¿esto era una trampa?, ¿de quién?.

 

-¿que?.-gritamos los tres, me incluyo porque estaba más que sorprendido, por lo que Charlie me miró enojado.

 

-perdón, es que no sabía que se lo contaría así.-dije hundiéndome mucho más por mis palabras, ¿que estaba haciendo esta mujer?.

 

-hayyyyyyy no lo puedo creer, mi bebé se casará, por favor que alguien me pellizque,  porque lo tenías tan escondido, ni a tu madre le cuentas, voy a llamar a Esme estará que salta como yo, tenemos que preparar todo, quiero que se casen lo antes posible.

 

Quedé más que paralizado, hasta sentí un frío recorrer mi cuerpo, no estaba muerto pero me sentía casi de la misma forma, ¿llamaría a mi madre?, si que estaba más que perdido, pero en el fondo me encontraba feliz por darle el gusto a mis padres y a mí, aunque no la había elegido, fue ella quién lo hizo, Isabella era Isabella no cualquier mujer, ella era mía.

 

-tu.-preguntó serio Charlie señalándome con su escopeta, que le pasaba a este hombre no podía usar sus manos.-quiero tu palabra de que esto no es un juego para ti, que te casarás con mi hija, porque la quieres.

 

Miré a cada uno, René saltaba de la alegría y se notaba que estaba imaginando la boda de su hija, con…con… conmigo, Bella esperaba mi respuesta impaciente y sonriendo de forma tímida, un diablo vestido de ángel y por último Charlie, mi verdugo.-tiene mi palabra, nos casaremos.-casi no me salió la voz, pero creo que hubieran escuchado cualquier cosa que incluyera casamiento con su hija, porque escucharon cada maldita palabra.

 

René salió corriendo mientras decía que llamaría a Esme sin importar la hora porque era un gran acontecimiento, Bella suspiró aliviada, Charlie estaba un poco raro, pero era entendible, encontró a su hija haciendo el amor con su novio en su propia casa y yo… yo, que puedo decir venían a mi cabeza muchas cosas pero todas se desvanecieron cuando Bella pidió a su padre nos dejara solos para vestirnos.

 

-papá nos dejarías vestir, es un poco incómoda esta situación.

 

Charlie se levantó lentamente y vio el pasamontañas que estaba cerca de la ventana, lo tomó en su mano y casi nos gritó.-¿que significa esto?.

 

-es mi culpa.-volvió a salvarme Bella.

 

-¿tu culpa?, Bella por favor no soy idiota.

 

-papá era mi fantasía, quería hacer el amor con el Ladrón de alcobas y Edward accedió, porque me quiere mucho.-jodida explicación, como dije lo inocente no le quita la inteligencia, aunque con sus palabras me ¿hundiera?, estaba seguro que quería hundirme en ella otra vez.

 

-fantasía…-dijo en un susurro y se pasó la mano por la cara terminando por sus cabellos.-hija, pensé cualquier cosa, como se te ocurre tener fantasías con el ladrón más buscado por tu padre.-se señaló y luego miró en mi dirección, preguntó.-¿estás seguro que la quieres?.-asentí un poco rápido, por lo menos creyó en su hija.-que pregunta la mía, jaja, como no la vas a querer si te vistes como el ladrón de alcobas solo para cumplir sus fantasías, muchacho.-llegó donde me encontraba y palmeó mi hombro.-tienes el cielo ganado.

 

Dio la vuelta y se fue, con el cuerpo fuera aclaró.-no más fantasías por esta noche.

 

-no papá.-aclaró sonrojada.

 

Cerró la puerta y yo solo pensaba en ese dicho que dice, si no puedes con el enemigo úneteles, lo que nunca pensé que tendría ese significado, unirse en casamiento con la hija de mi policía personal.

 

Bien dicen, ladrón buscado en algún momento es ladrón cazado, pero no en el sentido de atrapado, aunque en parte tenían razón, yo diciendo que por suerte o porque había estado cuidándome al máximo, nunca me cazarían, pasó, Charlie no solo me atrapó me llevó frente a un juez y no precisamente uno penal, sino de paz.

 

Ultimo susto:

 

Me casaría con Isabella, la inocente hija del jefe de policía Swan, jodida trampa se montó Charlie, porque estaba completamente seguro que esto no era pura casualidad y lo averiguaría...

 

FIN.

 

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Yapa (extra)

 

-¿que es todo esto?.-le dije enfrentándola.

 

-nos casaremos no estás feliz.-me miró con unos ojitos que casi muero y me desvío del tema, concéntrate, dijo mi voz interior.

 

-que parte de no te quiero no entendiste.-ni yo lo creí, sabía que no me era indiferente.-esto es una locura.-de la cual mi mamá estaría saltando en estos momentos, ¿que le diría?, la amo mamá, ¿la amo?.

 

Hizo un puchero fingido y habló.-está bien, si no quieres puedo llamar a mi padre y te lleva preso.

 

-en definitiva estás loca.-le dije, si realmente me quería debía pelear por mí y demostrarme su amor.

 

-elige Edward, un casamiento para toda la vida, porque no pienso divorciarme.-wow.-o encerrado por violador.

 

-no te violé.-le dije desafiante, me gustaba la primera opción solo mía por siempre.

 

-lo se, pero mi papá es el jefe de policía y soy la única hija que tiene, además de ser menor.

 

Me acerqué a donde se encontraba y hablé pegado a sus labios.-está bien, nos casaremos.-cuando intentó besarme, di la vuelta y la dejé pagando, aunque el que se quedó con más ganas fui yo.-tengo unas preguntas.

 

Suspiró por lo que había sucedido.-¿cuales?.-habló agitada por mí, elevando el ego.

 

-¿quién planeó la trampa?, porque esto no es pura casualidad.

 

-yo.-dijo jugando con sus manos en el regazo, continuaba sentada en el sillón.

 

-astuta, debo reconocer que me atrapaste.-sonrió y la imité porque era hermosa e hipnotizante su sonrisa, unas de mis favoritas.

 

-no fue nada fácil.-se atrevió a decir.

 

-otra.-asintió.-¿realmente te dolió tanto como para gritar?.-necesitaba saber si había sido un bruto.

 

-no, pero de otra forma Charlie no vendría.-negué con la cabeza sopesando lo sucedido, en definitiva se trataba de un ángel disfrazado, pero estaba más tranquilo por no haberla lastimado.

 

-¿sabe quién soy?, tu padre.-debía preguntar.

 

-no, hasta que entró en la habitación.

 

-¿porque motivo no me mató o atrapó?.-me había perdido.

 

-hice un trato con él.-me dejó callado, tan inocente que es, pero conocía en carne propia la forma que tenía de hacer tratos.

 

Se levantó y vino a donde me encontraba, tomó el almohadón de ositos y lo tiró al piso.

 

-¿que pretendes Isabella?.

 

-Bella, te dije que me llames Bella.

 

-¿Bella que quieres?, tu padre dijo que nada de fantasías.-le aclaré entregado a la situación, porque si Swan bajó mi erección a punta de escopeta ella la estaba despertando con solo mirarme.

 

Dejó caer la sábana que cubría su perfecto cuerpo que me pertenecía y apoyó ambas manos en mi pecho para tirarme sobre la cama y hablar sonriendo.-creo… que ya sentí el dolor, ahora es el turno de saber como se siente el placer.-joder, porque yo en este momento me sentía totalmente opuesto a ella, ya estaba experimentando el placer durante todo este tiempo y a partir de ahora seguro experimentaría el dolor.

 

¿Dolor?, ¿dolor por enseñarle a mi mujer sobre el placer del sexo?, no, disfrutaría haciéndole el amor… tomé su firme trasero y deslicé ambas manos por los muslos situándola sobre mí despierto cuerpo y besándola con intensidad…

 

Charlie me atrapó, pero seguro que salí ganando, me quedé con su inocente hija….

 

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Hola a todos, se que es un poco extraño pero me gustaría comentaran para conocer si les gustó y sobre todo si quieren que haga como los otros dos one shoots, ambos pov y epílogo.

 

Los espero con sus comentarios y votos.

 

Saludos y gracias por leerme.

 

Erika.

 

Capítulo 2: Principio y final. POV Bella.

 


 


 
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