CORAZÓN IMPREDECIBLE (+18)

Autor: Isabella_256
Género: Romance
Fecha Creación: 30/11/2012
Fecha Actualización: 18/12/2015
Finalizado: SI
Votos: 30
Comentarios: 97
Visitas: 110432
Capítulos: 24

Se conocieron de forma accidental, su amistad se forjó con el tiempo y se enamoraron sin darse cuenta.

El corazón al igual que el amor son impredecibles... ¿Lograran Edward y Bella superar todos los obstáculos y alcanzar la felicidad...

 

Los personajes son propiedad de Stephanie Meyer pero la historia es escrita por mi y es producto de mi loca imaginación por favor no publicar en esta página o en cualquier otra sin mi autorización.

Las invito a pasar por mi nueva historia

SIEMPRE TUYA (+18)

 

Además les invito a pasar por mi fic (Dando clic en el título del fic)

AMOR POR CONTRATO (+18) (En proceso)

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Capítulo 22: El Gran Día

Hola chicos y chicas. Lo siento muchísimo sé deben querer matarme pero tengo un empleo ¡Pueden creerlo! Solo es temporal pero entre el empleo la casa y mi hijo que empezó clases de natación a penas y tengo tiempo de respirar si no fuera por el apoyo de mi marido (TE AMO MI AMOR), ya me habría vuelto loca. Me hubiera gustado poder ofrecerles dos capítulos pero solo tuve tiempo de escribir este. No los canso más y aquí les dejo el capi espero que lo disfruten.

 

 

– Ya deja de hacerme reír – dije tomándolo de las manos para evitar que Edward siguiera haciéndome cosquillas.

– Ya por favor sabes bien que si Alice se entera de que te dejé entrar y pasamos la noche juntos me va a matar – continué.

Mañana era el gran día, la boda se celebraría al medio día así que Esme insistió en que era mejor que pasemos la noche en su casa y no en nuestro apartamento.

Alice por otro lado se había empeñado en que Edward durmiera en su antigua habitación y yo en una de las de huéspedes para que pudiera dormir sin interrupciones así estaría descansada y fresca para el día siguiente, además el novio no debía ver a la novia antes de la boda. Pero Edward no resistió la tentación y se escabulló hasta mi habitación a media noche y aquí estábamos desnudos sobre la cama después de haber hecho el amor de forma apasionada riendo y jugueteando sin poder creer lo que haríamos en menos de doce horas.

– No puedo esperar por que seas mía – dijo suavemente en mi oído mientras acariciaba lentamente mi vientre y con su nariz aspiraba en mi cabello.

– Ya soy tuya y lo sabes – le respondí sonriéndole.

– Si pero en menos de doce horas lo serás ante Dios y la ley y todos lo sabrán – dijo girando rápidamente presionándome contra el colchón y su cuerpo.

Sus labios apasionados se unieron a los míos despertando nuevamente el deseo en mi.

– Te amo… me has dado todo cuanto he soñado y más, has aceptado ser mi esposa y me darás un hijo… me has hecho el hombre más feliz del mundo – dijo contra mis labios.

– No más de lo que yo te amo a ti, gracias por hacerme tan feliz – dije y tomándolo del rostro lo atraje a mis labios para amarnos nuevamente.

 

************

– ¡No lo puedo creer! – gritó Alice sobresaltándonos a ambos y yo pensé ¡Demonios nos quedamos dormidos!...

– Por lo visto es imposible lograr que ustedes mantengan sus manos fuera del otro, entre otras cosas… – dijo señalándonos y yo me cubrí aun más con la sábana.

– Por favor Alice no seas exagerada – dijo Edward exasperado por las quejas de su hermana.

– Alice ya sé que estás muy enojada y lo lamento pero podrías darnos unos minutos – dije completamente sonrojada.

Alice abrió la boca para replicar pero la volvió a cerrar, se giró sobre sus talones y salió de la habitación azotando la puerta desahogando así su frustración.

– No le hagas caso en un momento se olvidará de todo en cuanto encuentre a alguien más a quien fastidiar – dijo Edward levantándose de la cama mientras tomaba su ropa y se vestía rápidamente ante mi atenta mirada.

– Te veré en el altar – dijo antes de besarme suavemente en los labios.

– Yo seré la de blanco – le dije cuando ya estaba en la puerta y salió de la habitación otorgándome una de esas sonrisas que robaban el aliento.

 

***************

– Alice ya es suficiente, para o no podré respirar – dije para detener sus esfuerzos de ajustar aun más las cintas del corsé de mi vestido.

– Lista ahora ya puedes mirarte al espejo – dijo con entusiasmo.

Al mirarme en el espejo me resultaba difícil creer que era yo la misma que se encontraba frente al espejo, Alice había recogido parte de mi cabello y el resto caía sobre mis hombros y espalda en una cascada de suaves rizos, mi maquillaje era muy natural resaltando mis ojos y mi vestido ¡Oh por Dios!... era aun más hermoso de lo que lo recordaba.

El corsé del hermoso vestido estilo princesa estaba lleno de pedrería colocada de manera cuidadosa y exquisita resaltando sobre todo los bordes del pecho en corte corazón, el largo y fino velo junto con la delicada tiara eran el detalle perfecto para complementarlo todo.

– Bella ya es hora – dijo Rose desde la puerta acompañada de Ángela.

– ¡Oh por Dios estás hermosa! – dijeron a la par.

– Edward se Morirá cuando te vea – dijo Rose.

– Si pero creo que debes bajar antes de que le dé un infarto ya llevan media hora de retraso y Edward está muy nervioso caminando de un lado a otro – dijo Ángela cariñosamente.

– Si, es verdad es muy gracioso – se burló Rose.

– Tu padre te espera al pie de la escalera – dijo Ángela

– Bien chicas llegó la hora – dije prácticamente sin aliento.

– Lista hija – dijo mi padre ofreciéndome su brazo cuando bajé de la escalera.

Yo solo asentí sin poder pronunciar ni una sola palabra y empezamos a avanzar hacia las puertas francesa que nos llevaban al enorme jardín.

Mi estómago estaba hecho nudos y mi pulso estaba desatado por la puesta en escena, me sentía nerviosa y fuera de lugar hasta que empezamos a caminar por la alfombra roja en el improvisado corredor y pude ver a Edward parado al final en el altar frente a una hermosa pérgola de flores, todos mis temores desaparecieron y lo único que quería era llegar hasta él.

Todos los invitados se levantaron de sus sillas cubiertas de satén blanco al escuchar la marcha nupcial, Esme, Alice y mi madre habían hecho un magnífico trabajo con la decoración.

Cuando llego el momento de decir nuestros votos terminé de pronunciar los míos con los ojos llenos de lágrimas de emoción ante la apasionada y tierna mirada de Edward.

Al llegar el momento del beso nuestros labios se unieron fue como si todo el mundo se desvaneciera a nuestro alrededor y solo quedáramos él y yo, sus labios dulces y apasionados me hicieron perder la noción del tiempo y el espacio no fue sino hasta que nuestros espectadores rompieron en aplausos que nos vimos forzados a salir de nuestra burbuja personal.

El resto de la velada fue perfecta el día había sido hermoso y soleado, el crepúsculo se extendía ante nosotros coloreando el cielo con hermosos tonos naranja y púrpura dándole el final perfecto a un día perfecto.

– Lista señora Cullen – dijo Edward con su radiante sonrisa cuando bajé las escaleras en un elegante pero sexy vestido beige.

– Más que lista señor Cullen – dije correspondiendo a su enorme sonrisa.

Después de la interminable fila de personas que querían despedirse de nosotros y desearnos felicidades estábamos listos para partir.

– ¿Me dirás de una vez por todas a donde vamos? – dije superada por mi curiosidad.

– No sea impaciente señora Cullen, ya lo sabrá – dijo sonriéndome de esa forma en que lo hacía cuando está completamente emocionado.

– Francia… casi grité en el aeropuerto cuando estábamos a punto de abordar.

– Te va a encantar la Costa Azul – dijo y yo me encontraba abrumada ante la revelación que me acababa de hacer.

El vuelo fue muy confortable, prácticamente no sentí las horas de vuelo ya que el cansancio de la fiesta y el hecho de que no descansé mucho la noche anterior me pasaron factura y dormí durante gran parte del trayecto.

Inmediatamente después de desembarcar y recoger nuestro equipaje tomamos un taxi hasta nuestro hotel.

– Edward esto es… – dije intentando describir el encanto de lo que se extendía ante nosotros sin encontrar palabras para hacerlo.

– Lo sé es hermoso – dijo abrazándome por la espalda y apoyando su mentón en mi hombro.

Nos encontrábamos en Niza una de las ciudades más glamorosas de la Costa Azul o Riviera Francesa, la zona contaba con un clima ideal, playas bellísimas, montañas y palmeras.

Los días en aquel paraíso eran maravillosos pasábamos el día tendidos en la playa, nadando, corriendo y riendo o simplemente nos quedábamos gran parte del día en la cama amándonos y disfrutando al máximo de nuestro tiempo a solas, vistamos museos, fuimos de caminata en los hermosos ríos y cañones de la zona y visitamos lugares históricos de la era cristiana, todo era absolutamente perfecto era la luna de miel que cualquier chica soñaría.

– No puedo creer que esta sea nuestra última noche en Niza, este lugar es hermoso – dije mirando la hermosa puesta de sol mientras Edward y yo caminabas de la mano por la playa.

– Si es lugar bellísimo y si tú lo deseas podremos volver en otra ocasión cuando la familia haya crecido – dijo colocando su mano sobre mi vientre.

– Además aun tengo una sorpresa para ti esta noche – dijo acariciando mi mejilla.

– Y no me dirás de que se trata ¿verdad? – dije enarcando una ceja.

– Claro que no si te lo digo ya no será una sorpresa – dijo con su sonrisa traviesa adornándole el rostro.

– Aun faltan un para horas para la cena porque no descansas un poco hasta entonces – sugirió Edward ya en nuestra habitación sabiendo que últimamente dormía más de lo habitual.

– Si me gustaría – dije y en un momento estábamos acurrucados en la cama y me deje ir en un placentero sueño.

Al despertar ya estaba oscuro y me sentía algo aturdida, encendí la luz y recordé la cena con Edward y a la vez me pregunté donde estaría.

Caminé hasta el baño con el propósito de darme una ducha pero la bañera estaba llena y el delicioso aroma de las sales aromáticas inundaba la habitación y sobre el lavamanos había una nota.

“Disfrute su baño y arréglese señora Cullen la espero en la recepción no tarde mucho.

Con amor.

Tu esposo E.C.”

El agua era muy relajante pero debía ser breve así que salí y me envolví en una toalla y sequé mi cabello hasta dejarlo completamente lizo para luego dirigirme hacia el armario para buscar el vestido coctel de color azul que Edward me había comprado hacía un par de días.

Después de vestirme y maquillarme ligeramente me puse mis tacones tomé mi bolso y salí disparada a su encuentro.

Al llegar a la recepción allí estaba él con una y camisa blanca con los puños desabotonados al igual que los tres primeros botones dando una maravillosa vista de su pecho y pantalón del mismo color se veía hermoso y relajado con ese look playero sonriéndome.

– ¿Lista señora Cullen? – dijo ofreciéndome su brazo.

– Lista señor Cullen – dije tomándolo.

Salimos del hotel y subimos al auto que Edward había rentado para nuestra estadía y condujo por alrededor de veinte minutos pero de repente se detuvo, bajo del auto caminando hasta llegar a mi puerta, la abrió y me tendió su mano para ayudarme a bajar y al igual que en mi graduación saco de su bolsillo un antifaz y me cubrió los ojos, luego comenzamos a caminar tomados de la mano por unos cuantos minutos más, riendo ante mi impaciencia que de seguro se reflejaba en mi rostro.

– Listo señora Cullen ya puede ver – dijo mientras me quitaba el antifaz.

Después de parpadear rápidamente para que mis ojos se acostumbraran a la brillante luz de las antorchas pude apreciar lo que había preparado mi esposo para mí y un jadeo de sorpresa se escapó de mis labios.

– Edward gracias es bellísimo – dije en un susurro.

– Usted lo merece señora Cullen – dijo reverentemente.

Yo solo pude sonreír ante sus palabras y admirar la enorme, hermosa y solitaria carpa árabe en colores beige y dorado que se extendía delante de nosotros en la playa desierta otorgándonos privacidad pero a la vez permitiendo que nos deleitáramos con una hermosa vista nocturna del océano bañado por la luz de la luna llena.

La mesa cubierta con largos manteles y servilletas en los mismos colores de la carpa con un hermoso ramo de orquídeas exóticas en el centro y un mesero esperando por nosotros junto a ella con la cena servida.

Del otro lado de la carpa sábanas y cojines dorados sobre la arena daban la impresión de una improvisada cama y junto a ella una pequeña mesa con una fuente dorada llena de fruta fresca.

Tomó mi mano y me guío hacia la mesa, abrió la silla y me ayudó a sentarme apenas empezamos el mesero desapareció discretamente, la cena estuvo deliciosa complementada con el inmejorable acompañante junto a mí.

– ¿Te gustó la sorpresa? – preguntó tomando mi mano.

– Me encanto, fue una maravillosa sorpresa.

– Me haces tan feliz – dijo acariciando suavemente mi mejilla.

– Ven aquí – dijo y tomando mi mano me condujo hasta los cojines en el piso.

Me ayudó a recostarme y me quitó mis zapatos acariciando mis pies y mis tobillos al quitar cada uno, escaló sobre mí hasta alcanzar mis labios besándolos de forma lenta pero profunda.

– Este lugar es nuestro por el resto de la noche y pienso aprovecharlo – dijo susurrando contra mis labios y presionando su erección contra mi cuerpo despertando todas mis alocadas hormonas.

Sus labios y los míos proyectando todo el amor y el deseo que sentíamos el uno por el otro mis manos se perdieron bajo su camisa acariciando los músculos de su espalda y se la quite por la cabeza de un tirón mientras las suyas se perdían bajo mi vestido acariciando mis muslos presionándolos y arañándolos suavemente.

Mi corazón palpitaba rápidamente, mi sangre quemaba bajo mis venas tanto que podía sentir mi sangre latiendo en mis oídos, nuestras respiraciones se habían convertido en jadeos.

La noche era cálida y la suave brisa marina acariciaba nuestras sensibles pieles haciendo de la experiencia algo aun más erótico.

Un gemido escapo de mi labios cuando sus manos alcanzaron su objetivo e introdujo dos de sus dedos moviéndolos en lentas y tormentosas caricias.

Sus caricias aceleraban cada vez más y yo estaba perdida en un mar de sensaciones hasta que él retiró su mano y me ayudó a sentarme para bajar el cierre de mi vestido deslizándolo por mis brazos para luego continuar con mi brazier.

Sus labios devoraron mis senos de inmediato mientras que me recostaba nuevamente y con suavidad sobre los cojines, sus labios se deslizaron bajando por mi estómago y mi vientre quitando mi vestido a su paso mordisqueando suavemente mis caderas mientras terminabas su tarea haciendo que me retorciera de deseo.

– Eres tan hermosa Bella – dijo mirándome con devoción mientras se despojaba de sus últimas prendas.

Empezó besando mi rodilla para luego deslizar sus labios por la parte interna de mi muslo derecho hasta llegar a mi intimidad besando y succionando hasta volverme loca y dejarme sin aliento para luego volver a mis labios y perderse en mi cuerpo gimiendo juntos ante la deliciosa sensación de nuestros cuerpos unidos mientras él se movía dentro de mí y yo flexionaba mis caderas para recibirlo en cada movimiento hasta que cada vez se volvieron más rápidos a medida que nuestros cuerpos pedían por más, hasta que hayamos juntos nuestra liberación en un poderoso orgasmo.

Edward se desplomó sobre mí por unos segundos antes de empezar a repartir besos lentamente por todo mi rostro.

– ¿Acaso tienes idea de cuánto te amo? – preguntó suavemente casi en un susurro.

– Espero que me ames tanto como yo a ti y si es así nuestro amor sería invencible.

– Pues entonces lo es – dijo sonriendo para luego depositar un casto beso en mis labios.

– Lo es – dije en afirmación mientras me acomodaba a su lado.

– ¿Quieres regresar al hotel? – pregunto mientras jugueteaba con un mechón de mi cabello.

– ¿No podemos quedarnos aquí? – pregunté tímidamente – creí que habias dicho que esto sería nuestro durante toda la noche y me gustaría ver el amanecer contigo.

– Como quieras – dijo sonriéndome – ahora duerme un poco dijo cubriéndome con la sábana.

 

***********

– Despierta dormilona – susurró Edward en mi oído y parpadeando rápidamente le obedecí.

– El sol está a punto de salir y dijiste que lo querías ver – continuó y yo solo asentí.

Nos vestimos rápidamente y cuando estuvimos listos y sentados en la orilla con los brazos de Edward a mi alrededor.

El sol hizo su aparición coloreando el cielo en tonos rojizos y naranja bañándonos lentamente con su luz.

– Es tan hermoso… no puedo creer que se haya terminado – dije suspirando con melancolía.

– No se ha terminado es apenas el comienzo – dijo tomando mi rostro entre sus manos – nos espera una vida juntos llena de momentos como estos.

– Te amo – fue lo único que respondí llena de felicidad por la promesa que encerraba en sus palabras.

 

 

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Bueno chicos y chicas espero que les haya gustado el capi y lo hayan disfrutado mucho pues lo escribí con mucho cariño. Gracias a quienes siempre comentan HANSVULTURI_85 muchas gracias por tu apoyo mi amor, GINNADECULLEN, NOE, EC07, millón gracia por su apoyo para mí es muy importante. Por fa dejen sus votos y comentarios ya saben que me encanta conocer su opinión. Los quiero mucho, espero que nos podamos ver el sábado y mil disculpas de nuevo por mi desaparición. Besitooossss…

 

 

Capítulo 21: Felicidad Capítulo 23: Sucesos

 
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