la boda OS

Autor: churry
Género: Romance
Fecha Creación: 27/08/2012
Fecha Actualización: 17/09/2012
Finalizado: SI
Votos: 2
Comentarios: 1
Visitas: 3012
Capítulos: 1

una boda, una proposición, una noche inolvidable, con una mujer inolvidable


ESTA BASADA EN UN CAPITULO DE UNA SERIE LLAMADA "COMO CONOCÍ A VUESTRA MADRE".

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Capítulo 1: LA BODA

 Edward P.O.V.

Ahí me encontraba yo, en el banquete de la boda de la amiga de mi hermana, sentado en una mesa mirando como todos bailan felices a mí alrededor.

-          Edward, me estas escuchando – me dijo Tanya tirando de mi brazo.

-          No, perdona – me disculpé.

-          Te decía que me tengo que ir, me ha llamado mi jefe, dice que es importante – se levantó y cogió su bolso – siento dejarte solo – yo negué.

-          Tranquila, no pasa nada – no la miré ya que mi mirada estaba fija en unos ojos color chocolate que me miraban fijamente.

-          Adiós – se despidió, pero yo ya no la hacía caso, yo estaba en mi mundo, pensando en esa belleza que acompañaban sus ojos.

Ella desvió la mirada, privándome de la vista que tenía, esperé ansioso a que volviese a mirar, pero no lo hizo. No se de donde saqué el valor para acercarme a ella y sentarme a su lado.

-          ¿Qué hace una preciosidad como tú aquí sola? – pregunté captando su atención.

-          Aprovechar la noche – me dedicó una sonrisa – de momento no me va muy bien – soltó una risa que me cautivó.

-          Creo que puedo hacer algo para arreglarlo – me levanté y estiré mi mano – bailas conmigo – la ofrecí.

-          Encantada – dijo agarrando mi mano.

-          Pasamos un rato bailando, sin seguir el ritmo, simplemente mirándonos a los ojos, con las manos unidas. Cuando nos cansamos, volvimos a la mesa entre risa.

-           Bailas realmente bien –la alagué.

-          Por lo visto, eres el único que lo piensa – ambos reímos ante su comentario.

Quise pedirle el número de teléfono, no quería dejarla escapar, entonces me d cuenta de que no sabía su nombre, que no sabia nada de ella, ni ella de mi, así que decidí presentarme.

-          Bueno, esto tendría que haberlo hecho antes – me miró extrañada – me llamo E… - pero me interrumpió.

-          No me lo digas – me pidió – toda noche romántica, todo momento bonito es destrozado por el mañana – dijo haciendo que mi interés por ella aumentase – por qué no vivimos esta noche como si no hubiese una mañana, sin compromisos, para que cuando seamos mayores recordemos esta noche como la mejor de nuestras vidas – yo asentí.

-          Tienes razón, cada momento romántico que he vivido fue perfecto mientras duró, pero siempre acaba, disfrutemos de esta noche – concordé con ella, no tenía nada que perder por probar.

-          Pero sin nombre – m pidió – llámame Marsina – yo solté una risa por su mote.

-          Tu a mi Sersicha – dije lo primero que cruzó por mi mente.

De pronto apareció Jasper.

-          Edward, me llevo a Alice a casa que se encuentra mal – dijo Jasper desvelando mi nombre.

Ella y yo rompimos a reír.

-          Me llamo Edward Cullen– me presenté de nuevo, ella sonrió.

-          Yo Isabella Swan, pero dime bella – me contestó – bueno, ¿y cómo es que ninguna de las madrinas han caído en tus redes? – preguntó divertida.

-          No me interesaba ninguna – dije quitándole importancia – si hubiese usado mis encantos con alguna, ya lo sabrían todos – ella rio ante mi comentario.

-          ¿y cuáles son esos encantos? – me preguntó.

Yo miré alrededor y me fijé en una botella de champan y agarrándola del brazo.

-          Ven, te quiero enseñar algo – recorrimos la habitación corriendo.

-          Espera – nos paró – me llevo esto – dijo cogiendo el ramo de la boda – le estoy haciendo un favor a muchas mujer – dijo ganándose mi risa.

Reanudamos nuestro camino y cuando llegamos al pasillo que llevaba a las distintas salas de celebraciones de la planta baja del hotel donde se celebraba la boda.

-          Haz lo primero que se te ocurra, no pienses – la susurré cerca del oído.-          Toma – se quitó lo zapatos y me los dio y salió corriendo por el pasillo gritando, yo no pude hacer otra cosa que seguirla.

Cuando llegué junto a ella, que tenía un rubor precioso en la cara.

-          Ven – agarré de nuevo su mano y la llevé a una habitación que había visto antes.

Entramos dentro, todo estaba tapado por mantas blanca, la solté la mano y anduve hasta un mueble en medio de la habitación, lo destapé, debajo había un piano negro.

Dejé los zapatos y la botella sobre el piano y me senté y comencé a tocar una canción que me sabía de memoria, estaba tan concentrado que no me di cuenta de que Bella se sentó a mi lado hasta que terminé y ella aplaudió haciendo que una sonrisa apareciese por mis labios.

-          ¿Te ha gustado? – la pregunté.

-          ¿estas de broma?, me ha encantado – me dedicó un sonrisa.

-          Gracias – la dije.

-          Bueno, yo ya he hecho lo primero que ha pasado por mi mente, ahora te toca a ti, no pienses – me susurró.

Cogí la botella de champan la agité y la abrí y bebí de ella, me manché enteró.

-          Yo también quiero – se quejó.

Ella abrió la boca cuando la puse el chorro de champan, acabamos los dos empapados en champan.

-          Siempre quise hacer esto  - la dije cuando la botella se acabó.

-          Ha estado bien – admitió ella sonriendo – toca otra – dijo refiriéndose al piano.

Yo la hice caso y me senté para tocar otra, ella se sentó a mi lado y observó como tocaba el piano y cuando acabé me volvió a aplaudir.

-          Es una canción preciosa – me dijo – perfecta para bailar – se levantó y me agarró del brazo.

-          Si yo bailo, no hay música – ella negó.

-          Pues tarareamos, pero no me vas a dejar sola bailando – dijo haciendo un puchero adorable.

-          Venga, vamos – nos pusimos en medio de la sala y empezamos a bailar mientras yo tarareaba.

Hubo un momento en el que nuestras miradas se conectaron, yo alterné mi vista de sus ojos a sus labios, me acerqué lentamente, y cuando nuestros labios estuvieron a milímetros ella se separó un poco.

-          Lo mejor del primer beso, es lo que ocurre antes, los momentos antes a que los labios se junten – me susurró – vivamos ese momento, pero sin el beso – yo asentí.

Volvimos a juntarnos lentamente, yo tenía pensado besarla, pero cuando nuestros labios se rozaron ella se separó y me sonrió.

-          Voy al servicio – dijo saliendo de la habitación, dejándome con las ganas de sentir sus labios.

Me acerqué al piano, cogí la botella de champan y me bebí el champan que quedaba, que eran unas gotas. Cuando volvió iba mirando el reloj.

-          Edward tengo que irme – se acercó a mi.

-          Concédeme un ultimo baile – la pedí, ella asintió y empezamos ha bailar – sabes, al final, si tendré un mal recuerdo –

-          ¿cuál? – me preguntó preocupado.

-          A ti, saliendo por la puerta – vi como sonreía.

-          Tengo una idea – dijo separándose – cierra los ojos y cuenta hasta 5 – me pidió.

La hice caso y cerré los ojos, 1, 2, 3, 4 y 5 y abrí los ojos y ya no estaba, la sonrisa que adornaba mi cara se borró, ya no tendría el recuerdo de su salida, pero ella tampoco estaba.

Ella tenía razón, fue una noche que siempre recordaría, lo que no esperaba es que fuese con añoranza.

 

 

 

Por la mañana me desperté por la mañana con un agujero en el pecho, sentía como todo se desmoronaba a mi alrededor, con pesadez me levanté y caminé a la cocina, cogí una botella de whisky  y me senté pensando en ella, en su aroma, en su belleza, en su todo, nunca pensé que extrañaría a nadie como lo estoy haciendo ahora, no quise admitirlo ayer delante de ella, y ahora es tarde, me había enamorado de ella, de tal forma que dolía.

-          Buenos días hermanito – dijo Alice bajando las escaleras.

-          Que tiene de buenos – le pegué un trago a la botella.

-          ¿Qué pretendes?, desayunar alcohol – dijo divertida.

-          No, lo que pretendo es olvidar – contesté.

-          ¿Tan mal lo pasaste? – se sentó a mi lado.

-          Al contrario Alice –

-          Explícate – me pidió.

Le conté toda la historia con lujo de detalles,  cuando terminé de relatar ella me abrazó.

-          Lo siento tanto Edward – la devolví el abrazo.

-          Tengo que encontrarla Alice, sé que la dije que sería solo una noche, pero necesito encontrarle y decirla que la amo – tomé otro trago del whisky.

-          Te entiendo y te voy a ayudar – me quitó la botella – empezando por esto – la guardó de nuevo.

-          ¿Qué tienes pensado? – dije un poco más animado.

-          Por qué no llamas a Rosalie – me tendió el teléfono – la novia – aclaró viendo mi cara – seguro que sale en la lista – yo asentí y marqué el teléfono que me dictó.

-          ¿sí? – pregunto una voz femenina al otro lado.

-          ¿Eres Rosalie? – que pregunta más estúpida, me auto regañe.

-          Si, ¿Quién pregunta? – dijo extrañada.

-          Soy el hermano de Alice, Edward – me presenté.

-          A Edward, menos mal, ya me estaba preocupando, ¿a que se debe tu llamada?- dijo más relajada.

-          Necesito que me digas una cosa de una de las invitadas– la expliqué– se llama Isabella–

-          No me suena Edward, en todo caso ahora pregunto a emmet– me dijo amablemente.

-          Gracias, adiós – y colgué.

-          ¿Qué dice? – preguntó Alice curiosa.

-          Que ahora llamarán, pero de momento no se acuerda – ella sonrió.

-          Mira el lado positivo, si no la encuentras, tendrás le recuerdo de la noche, eso de, la noche perfecta, sin un mañana – esas palabras me hicieron pensar.

-          Alice, no voy a buscarla – ella me miró confundida – tienes razón, lo que hicimos anoche fue simplemente, para que no fuese estropeado por un mañana, si yo la busco y la encuentro, habrá un mañana y la noche dejará de tener sentido – ella asintió, aunque sabía que no me entendía – si el destino quiere que la encuentre, la encontraré – ella volvió a asentir, pero sin entender nada, se fue a ir pero se giró y me dijo.

-          Una cosa, esta noche viene la hermana de Emmett ha cenar – me dijo.

-          ¿Emmett? – pregunté.

-          Si, Emmett Swan – de pronto llamó Rosalie al teléfono.

-          Edward ya se quien es…- pero la interrumpí.

-          Déjalo, no me lo digas – y colgué de nuevo.

 

 

Rosalie P.O.V. (unos minutos antes)

-          ¿Quién era cariño? – preguntó Emmett mientras se acercaba a mi.

-          Edward, que me preguntaba por una invitada – mi miro extrañado.

-          ¿Quién es Edward? – preguntó celoso, yo le abracé.

-          Tranquilo, es el hermano de Alice, me preguntaba por una tal Isabella, pero no me suena haberla puesto en la lista – de pronto Emmett empezó a reír ¿Qué ocurre? –

-          No la pusiste tú, la puse yo, la única Isabella que había en la lista era mi hermana, Isabella Swan – yo rompí a reír y cogí el teléfono para avisar a Edward, pero entonces se me ocurrió darle una sorpresa, así que antes de que me lo cogiese, colgué y llamé a Isabella Swan, bella como gusta que la llamen

-          ¿si? – preguntó un triste voz.

-          Hola bella, soy Rosalie – saludé – mira, alguien me a contado que anoche te lo pásate muy bien, ¿no? – noté a Emmett a mi lado, abrazándome y susurrándome al oído.

-          Date prisa o perderemos el avión, yo no quiero pasar mi luna de miel en el aeropuerto – yo sonreí ante su comentario.

-          Le conoces – dijo ansiosa, yo solté una carcajada.

-          Era mi boda, ¿no? – dije a modo de afirmación.

-          ¿Dónde está?, ¿quién es?... – comenzó a soltar preguntas como una loca.

-          Solo te digo que cuanto antes vallas a comer, antes le … - no me dio tiempo a acabar la frase, ya había colgado el teléfono.

Si que estaba ansiosa.

 

 

Edward P.O.V

Estaba en la cocina con Alice, cocinando espagueti para la invitada, intentaba centrarme en la comida, pero mi cabeza estaba en la boda, la noche anterior, concretamente el momento en el que casi nos besamos, la frustración me recorría, me autocastigaba por no haber desobedecido las ordenes de “nada de un final”, simplemente para tener el recuerdo de sus labios sobre los míos. Mis pensamientos se vieron interrumpidos por el timbre de la puerta, miré el reloj, la amiga de Alice tendría que llegar en una hora, ¿quién sería?

-          Abre tú – me pidió Alice.

Me limpié las manos y me quité el delante, fui a la puerta y abrí la puerta, y ahí estaba ella, peor no me dio tiempo a reaccionar, ya que sin apenas darme cuenta, sus labios estaban sobre los míos, mis manos en sus caderas, y la suya en mi nuca, acercándome más a ella, parecía desesperada.

-          ¿anoche te dejaste algo? – dijo cuando nos separamos.

-          ¿el qué? – pregunté intentado averiguar que era, pero no recordaba.

-          A mi – y volvió a juntar sus labios con los míos.

En ese beso nos la agonía que habíamos sentido al perdernos, la alegría al rencontrarnos, pero sobre todo, nos demostrábamos ese amor que surgió de la manera mas extraña y imprevista, pero eso no importaba.

 

FIN

 

 

 


lo siento mucho, no colgué ien la historia, aquí está el final.


 


 


 
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