Ayúdame a sanar (+18) Short-Fic.

Autor: dianacullenblack
Género: Romance
Fecha Creación: 14/07/2012
Fecha Actualización: 26/07/2013
Finalizado: SI
Votos: 16
Comentarios: 40
Visitas: 44322
Capítulos: 15

La traición se interpuso en la relación de Bella y Edward... para luego hacerlo Damon Salvatore.

M por Lemmons Shortfic. B&D&Ex OoC ¡Todos Humanos! BxD .

Los personajes pertenecen a Stephanie Meyer y L.J Smith. La historia es propiedad de Gissbella De Salvatore yo solo publico con su autorizacion.

TERMINADO

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Capítulo 1: Engaño .

Ayúdame a sanar . . _

-1-_

Engaño . .

Me acomodé nuevamente en la cama y miré hacia el reloj que tenía en la mesa de luz. Eran las tres y media de la madrugada y Edward no venía. Me incorporé y me quedé sentada. Últimamente esto pasaba muy a menudo para mi disgusto. Edward se estaba comportando raro últimamente; se iba temprano en las mañanas no la llamaba durante el día y llegaba tarde en las noches… si es que llegaba. Puse los pies en el suelo y me levanté para caminar hacia el baño, cuando llegué prendí la luz y fui hasta el lavado. Abrí el grifo y puse mis manos debajo del agua haciendo un hueco con ellas para retenerla y luego la llevé a mi cara. Me apoyé en el lavado y suspiré cerrando los ojos.

Recordé el día en que conocí Edward. Era nueva en el Instituto de Forks y todos me miraban curiosamente. Los hermanos Cullen eran los estudiantes más populares junto con los Hale. Yo nunca había sido popular porque no tenía la belleza ni la coordinación apropiadas. Edward Cullen era el más popular, tanto por su increíble rostro y cuerpo de adonis como por el hecho de que no tenía novia. Jamás había pensado que alguien como él se hubiera fijado en mí. Pero lo hizo. Yo volaba en una nube en esos tiempos, extasiada de haberlo atraído y que me quisiera tanto como yo a él. A mi padre no le había hecho mucha gracia porque yo recién me había mudado con él pero lo aceptó porque nos veía enamorados. Conocí a sus padres luego de unas semanas, a quienes adoré. A sus hermanos los había conocido en el Instituto y nos llevábamos muy bien, de hecho, Alice, su hermana pequeña, seguía siendo mi mejor amiga. Rosalie también lo era aunque al principio yo no le caía muy bien.

Sequé mi rostro con una toalla y volví a la habitación. Nuestro departamento estaba en el centro de Seattle así que podía escuchar el tráfico en el exterior aunque fueran casi las cuatro de la madrugada.

Fui a la cocina y abrí el refrigerador mirando y escogiendo un helado de chocolate. Lo saqué y fui hacia la isla, buscando una cuchara y sentándome en un taburete. Comencé a comer el helado ausentemente porque mis pensamientos me absorbían. No podía ocultarlo más porque me haría mucho más daño; yo sabía que sucedía entre Edward y yo pero no había querido aceptarlo aunque fuera muy evidente. Se nos estaba acabando el amor. Sentí a mis ojos humedecerse. ¿Qué nos había sucedido? ¡Estábamos tan enamorados! Solté la cuchara y el chocolate en la isla y volví al dormitorio pensando en nosotros. Habíamos terminados el Instituto muy enamorados, habíamos ido a la Universidad y nuestro amor había sobrevivido, luego nos habíamos venido a Seattle a vivir juntos empezando nuestra vida de pareja más seriamente que antes… y ahí se nos acabó todo. Miré nuevamente el reloj que decía que eran las cuatro y veinte de la madrugada, y Edward no llegaba.

Necesitaba despejar mi mente. Fui hacia mi escritorio donde estaba mi bolso y saqué un manuscrito. Me había graduado de editora y había empezado a trabajar en una editorial de muy buena reputación.

Fui hacia la cama y me pasé una hora leyendo. Comprendí que la autora era buena. Su escritura era romántica, divertida y algunas veces atrevida. Miré nuevamente en reloj. Las cinco y veinticinco de la mañana. ¿Y si le había sucedido algo? Seattle era una ciudad grande y había ladrones… tomé el celular que estaba debajo de la almohada y marqué su número. Un tono, nada. Otro tono, nada. Otro tono, nada. Otro tono, nada. Iba a colgar y a llamar a los hospitales o a la policía cuando me atendió. Suspiré de alivio. Alivio que se convirtió en dolor e incredulidad cuando escuche la voz de otra mujer detrás de la línea.

―¿Hola? ―la femenina voz era suave y parecía adormilada y cansada―. ¿Quién habla? ―mi voz quedó en mi garganta mientras yo luchaba por sacarla―. ¿Hola? ―volvió a repetir la mujer.

―¿Se encuentra Edward? ―traté de que mi voz sonara calmada.

―Mmm. Está durmiendo. Espere que lo despierto ―se escuchó el sonido de algo crujir y su voz―. Eddy, cariño ―alguien gruñó. Un hombre―. Eddy, te llaman ―otro gruñido―. Lo siento, está cansado, si quiere puedo ―corté.

Las lágrimas caían por mi rostro bañándome las mejillas y cuello. Edward tenía a otra mujer. La realidad me golpeó como una bola de demolición. Edward tenía otra mujer. Rodé sobre mi espalda y me incorporé sollozando. Pronto tuve que rodear mis piernas con las manos y apretarme porque sentía que me desarmaba. Edward tenía otra mujer.

Mi corazón me dolía como si se me estuviera desgarrando. ¿Por qué? ¿En qué le había fallado? ¿Qué había hecho mal? ¿Qué no había hecho por él? Caí de costado, acurrucándome aún más y tomé su almohada para oler su aroma… y las lágrimas y los sollozos aumentaron cuando me di cuenta de que no había aroma al que oler porque hacía tiempo que no dormía en nuestra cama.

Apreté los dientes al entender que hacía meses que no hacíamos el amor ni me tocaba. Sentí rabia; él le daba a otra lo que a mí no. El celular sonó a mis espaldas. No atendí. Siguieron insistiendo y a la cuarta llamada me enfurecí tanto que lo aventé contra la pared haciendo que estallara en partes. Me levanté de la cama hecha una furia, llegué hasta el ropero y lo abrí. Allí, en la parte de Edward, sí estaba su aroma. Pero ahora poco me importaba aquello. Tuve la necesidad de quemar sus ropas, de quemarlo a él… Respiré profundamente y me calmé. Yo no era una asesina.

Me vestí rápidamente y fui al baño a peinarme. Luego tomé mis llaves y salí de nuestro departamento. Necesitaba aire. Caminé por el pasillo y llegué hasta el ascensor. Pulsé varias veces el botón y en unos cinco segundos las puertas se estaban abriendo. Entré y volví a apretar el botón que me llevaría hacia el estacionamiento. En unos cinco minutos me estaba subiendo a mi auto. .

~oOo~ .

Los colores del ocaso resplandecían ante mis ojos. Había vagado todo el día por Seattle atrayendo muchas miradas preocupantes; debía parecer una loca. En esos momentos me encontraba sentada en unos de los bancos de una plaza mirando hacia el horizonte.

Mi mente no paraba de pensar en Edward y en su… ramera. Mi mente había pasado del dolor a la furia y de la furia a un odio frío. No sabía cómo iba a hacer pero Edward iba a pagarlo. Le había entregado todo, mi vida, mi amor, mis sueños… y él ni siquiera había tenido la valentía para decirme lo que estaba sucediendo mientras se acostaba con ella… y no sabía cuantas más habrían habido antes de ella.

Me levanté y comencé a caminar nuevamente; parecía que era lo único que me había mantenido calmada esa tarde. No sabía donde había aparcado el coche y tampoco me importaba ya que había sido un regalo de Edward.

Quizás le daría las llaves al primero que aparezca. Al anochecer llegué a las puertas de un bar y ni siquiera lo pensé, simplemente entré. El calor de los cuerpos que llenaban el bar me golpeó apenas di un paso dentro, la música estaba alta pero no tanto como para no escuchar las voces de las personas mientras conversaban o reían. Caminé a lo largo de la barra hasta encontrar un lugar vacío y me senté.

―¿Qué te sirvo, muñeca? ―preguntó en muchacho que estaba del otro lado, limpiando un vaso. A pesar de todo el lugar parecía limpio.

―Un whisky ―pedí, aunque nunca lo hubiera probado―. Doble-Él me miró y sonrió.

―Claro. -Como dije, nunca había probado el whisky, pero me gustó el ardor en mi garganta. Me gustó mucho porque luego de lo que me pareció una hora o más mi mente estaba un poco mareada. Y yo estaba bailando con un hombre. Muy pegados pero no me importó. Sentía sus manos en mi cintura y las mías en su pecho, encima de la suave tela.

―¿Quieres ir a un lugar más… privado? ―preguntó en mi oído. Alcé mi rostro para ver al dueño de aquella voz ronca. Su cabello era corto, negro y tan lacio que parecía líquido. Su rostro parecía ser cincelado por el más fantástico de los escultores; su piel era pálida, sus ojos azules eran como el cielo oscurecido, sus pómulos eran altos y su boca sensual. Su cuerpo era grande y de hombros anchos. Me apretó más contra él y mi cuerpo se encendió.

―Vamos ―contesté sin aliento. No me importaba nada. Quería que apagara ese fuego y vi la promesa de hacerlo en sus ojos. Me tomó de la mano y salimos de allí hacia el frío de la noche pero pronto me sentí cobijada dentro de su auto.

Una alarma se encendió en mi mente cuando salimos del estacionamiento prácticamente derrapando. ¿Y si era un loco? ¿Un secuestrador? ¿O un violador? Reconsideré el pensamiento y me di cuenta de que el muchacho no tendría necesidad de violar a nadie. Y si era un violador… creí que aunque lo fuera era él quien tenía que cuidarse de mí.

Llegamos a un edificio sofisticado. Entramos y fuimos directo al elevador y una vez las puertas de metal se cerraron me lancé sobre él. Su boca era suave y caliente, sus labios me besaban con maestría y me pegó más a él.

Enterré mis manos en su cabello y él me acorraló contra una de las paredes para sacarme la blusa y empezar a dejar besos húmedos en mi cuello. Gemí y sus labios volvieron sobre los míos. El elevador se detuvo y las puertas se abrieron.

Salimos como pudimos sin dejar de besarnos. Mi espalda chocó contra la pared y le quité la chaqueta negra. Mi mente se dio cuenta de que vestía todo de negro. Llegamos a una puerta y él sacó unas llaves del bolsillo para abrirla. Lo hizo y me arrastró hasta adentro, cerrando la puerta.

Guié mis manos hacia su camisa y no tuve paciencia con los botones así que de un rápido movimiento los arranqué haciendo que volaran por todas partes. Él sonrió, encantado. Me tomó del trasero y me levantó haciendo que yo rodease su cintura con mis piernas. Se puso en movimiento mientras yo me ocupaba de su cuello pero pronto me sentí caer sobre algo mullido.Una cama. Estando encima de mí le saqué la camisa y me quedé sin aliento al ver su pecho bien formado. Pasé mis manos por él y luego por sus musculosos brazos.

Él gruñó y se dirigió hacia mi jean así que pronto estuve en ropa interior. ¿Era yo o hacía calor? Acarició mis piernas, subiendo por mis caderas y llegando al broche de mi sujetador, luego sentí mis senos libres su mirada ardiente. Bajó su cabeza y sentí su boca en mi pecho derecho. Lancé un gritito de sorpresa y luego cerré los ojos con placer mientras sentía a sus dientes y lengua trabajar.

Pasé mis manos por su ancha espalda mientras gemía y lo arañé, queriendo llamar su atención aunque solo pareció alentarlo a seguir. Creí que podría haber tenido un orgasmo en ese momento pero me controlé y no lo permití. Lo aparte de mis pechos y el gruñó enojado.

―Quítate los pantalones ―mi voz salió estrangulada por el deseo.

Me hizo caso inmediatamente; se puso de pie y se desabrochó los pantalones sin dejar de mirarme. Se los sacó junto con los bóxers y mis ojos se abrieron como platos cuando vi su miembro. ¡Éste hombre iba a matarme de placer! Sonrió, como si supiera lo que estaba pensando y volvió a la cama.

No me resistí y lo hice caer en ella de espaldas mientras yo gateaba hasta quedar encima de él, a horcajadas. Me sentía poderosa. Me incliné y besé su poderoso pecho, lamiéndolo y mordiéndolo. Sus ojos llameaban de deseo y no lo pude evitar: me acomodé hasta sentirlo y bajé hasta que me llenara por completo. Ambos dimos un grito ahogado. ¡Eran tan grande! Miré sus ojos y empecé a moverme lentamente. El gruñó nuevamente y me tomó de la cintura ayudándome a hacerlo, aumentando la velocidad… se incorporó y sin dejar de moverme pasé mis brazos por su cuello atrayéndolo hacia mí mientras él enterró su rostro en el mío, mordisqueándolo.

En unos segundos más ambos jadeábamos por nuestros rápidos movimientos y yo ya me sentía llegar mientras temblaba… Salió de mí en un movimiento brusco y yo chillé. ¿Acaso estaba loco? Él sonrió de forma maligna antes de darnos vuelta, quedando él encima de mí para embestirme de una sola estocada. Jadee y él comenzó a entrar y salir para torturarme.

―Por favor ―lloriquee como una nena.

―¿Por favor qué? ―preguntó él con la voz ronca mientras seguía torturándome.

―Hazme llegar… -Entró en mí y comenzó a moverse lentamente, aumentado la fricción. Me agarró de las nalgas y se enterró más en mí causando que yo le rodeara la cintura con mis piernas. Empecé a moverme con él, yendo a su encuentro en un baile sensual y placentero. Pronto el ritmo aumentó y mis músculos se tensaron, sentí fuego en mi bajo vientre y llegué al clímax en un grito ahogado, acompañada por él que volvió a enterrar su rostro en mi cuello para sofocar su grito y me mordió. Nos quedamos allí, él encima de mí, ambos sudados y jadeando.

Salió de mí y rodó por la cama. Pasaron unos cuantos minutos hasta que nuestras respiraciones se calmaron. ¡Había sido sensacional! Nunca nadie además de Edward me había tocado y él mismo ya no lo hacía hace rato, pero el hombre allí a mi lado había cumplido todas mis expectativas y más. Me empecé a sentir somnolienta pero sentí un aliento en mi pezón izquierdo que hizo que se pusiera duro.

Abrí los ojos para encontrarme con los suyos. Se acercó a mí y me besó lenta y profundamente. Luego de unos minutos sentí su erección en mi abdomen. Abrí los ojos y él me sonrió malignamente.

―¿Lista para la segunda ronda? ―y ambos rodamos por el colchón. .

~oOo~ .

El olor a tocino y café me despertó por la mañana. Me di vuelta y me desperecé, sintiendo dolor en mis partes íntimas. Abrí mis ojos lentamente y me encontré desnuda y sola en la cama, la cual estaba revuelta.

Miré hacia los lados y me acordé de la noche anterior. Mis mejillas se calentaron. ¿Qué había hecho? ¡Me había acostado con un desconocido! Me levanté rápidamente para luego lanzar un quejido. Me dolía la mayoría del cuerpo por la actividad nocturna. Me sonrojé aun más cuando recordé las poses con las que disfrutamos… me levanté de la cama antes de que mis mejillas se incendiaran y busqué mi ropa, la cual no encontré así que lo primero que vi fue una camisa de él.No lo pensé dos veces y me la puse. Me llegaba hasta un poquito más allá de los muslos. Caminé por un pasillo y escuché la música de jazz provenir de algún lugar del departamento. La seguí y me guió hacia la cocina donde me encontré a mi… acompañante cocinando el desayuno. Se dio vuelta para mirarme cuando sintió mi presencia y me sonrió apreciativamente mientras recorría mi figura casi desnuda.

―Hola, extraña ―me saludó.

bien aqui otra historia de twilight y vampire diaries

es propiedad de 

Ayúdame a sanar

Capítulo 2: Al descubierto

 
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