Los amaré por siempre (One-Shot)

Autor: fiofio
Género: Drama
Fecha Creación: 29/04/2012
Fecha Actualización: 01/08/2012
Finalizado: SI
Votos: 3
Comentarios: 6
Visitas: 4526
Capítulos: 1

 

Edward:

Es probable que nunca llegues a leer esta carta, pero de todas formas quise aferrarme a la idea de que algún día al menos preguntarías por mí a tus hermanos.

Solo quería que sepas que en el fondo de mi corazón agradezco que no estuvieras a mi lado en mis últimos momentos, no hubiera podido resistir que me vieras así. Si bien ahora sé que no me amas, y que probablemente nunca lo hiciste, de todas formas no habría resistido ver tus hermosos ojos cargados de lastima.

Lástima. Eso es lo único que sientes todos quienes me rodean, hay días que no lo soporto y que los obligo a dejarme sola ya que si bien es cierto que yo no elegí un destino tan doloroso de todas formas lo prefiero porque sé que mi vida se acabara pronto y es la única forma en que dejare de sufrir tu ausencia.

Lamento mucho no haber sido suficiente para ti, para merecerte, pero tú si fuiste todo lo que yo desee y me regalaste los momentos más felices de mi corta vida.

Adiós mi amado Edward.

Tuya siempre, Bella.

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Capítulo 1:

Me sentía como un vehículo en piloto automático, caminaba porque debía hacerlo, respiraba por pura inercia, incluso mis lagrimas ya habían comenzado a derramarse sin que yo terminara de asimilar la noticia.

Me encontraba saliendo del hospital de Forks donde acababan de darme los resultados de unos estudios que Carlisle sugirió a mi medico se me practicaran. Según el padre de mi novio y mejores amigos, el último tiempo me había visto extraña, más torpe de lo normal, muy pálida y mucho más delgada. Accedí a hacerme los estudios con la única condición de que no alarmara a Edward, mi novio, ni a ninguno de mis amigos.

El Dr. Gerandy acababa de corroborar las sospechas de mi suegro, incluso me practico una tomografía para corroborarlo, tenía un tumor en la cabeza, el tumor en si era inoperable por el lugar en que se encontraba, pero me garantizaba una buena calidad de vida si comenzaba de inmediato con un tratamiento de quimioterapia. Lo único que pude hacer fue salir corriendo se ese lugar, se suponía que yo me iría a la universidad de Los Ángeles en un mes, no que me quedaría aquí haciendo un tratamiento de radiación para tratar de salvar mi vida, así no debían de ser las cosas, yo no había hecho nada en mi vida para merecer algo así, siempre fui una alumna aplicada, protegí a mi madre, acompañe a mi padre, ayude a mis amigos. Es que a caso había un límite de felicidad? A caso no se podía tener un buen novio, buenos amigos y padres que te amen al mismo tiempo? Porque me pasaba esto? Que se suponía que debía hacer? Abandonarlo todo para vivir unos años más o seguir a mis amigos y conformarme con solo unos mese de vida?

Qué clase de persona egoísta era preguntándome esas cosas, debía pensar en mis padres, en lo que sufrirían, aunque de todas formas sufrirían, ver a su hija deteriorarse día a día, minuto a minuto peleando contra una enfermedad que tarde o temprano la acabaría.

Para ese momento me encontraba sentada en la cabina de mi camioneta, con los ojos anegados en lágrimas y completamente empapada por culpa de la tormenta que caía de forma insistente. Encendí el estruendoso motor, no me importo el sonido ni el mojado asfalto, solo conduje en dirección a mi casa sin prestar la mas mínima atención al camino o el trafico, media hora más tarde estaba aparcando en la puerta de mi hogar y para mi gran sorpresa ahí estaba el, mi Edward, tome aire por un par de segundos, deje que mis pulmones se llenaran hasta que estuvieron a punto de explotar, limpie mis lagrimas y procure sonreír aunque sabía que él no se lo creería.

-              Hola Bella. –me saludo al acercarse cuando abrí la puerta.

-              Hola Ed. –dije tratando de tragar el nudo de mi garganta.

-              Que sucede? –pregunto asustado, era obvio que lo notaria.

-              Nada importante. –mentí.

-              Bella!

-              Es solo que discutí con Renee, sigue insistiendo en que pase el resto del verano con ella. –si bien era una mentira tenia parte de verdad, ya que mi madre si estaba insistente con ese asunto.

-              Bella creo que deberías aceptar su propuesta. –en ese momento me di cuenta de que me estaba mirando de forma extraña.

-              No quiero estar un mes lejos de ti.

-              Creo que tenemos que hablar. –mi corazón se requebrajo, esas palabras nunca eran buenas si venían de tu pareja.

-              Que va mal Edward?

-              Nosotros, ya no soporto esto, he tratado de ajustarme a ti y por eso deje de ser yo mismo, me iré a estudiar al exterior y no quiero que me esperes Bella porque yo no pensare en ti mientras esté lejos. –no podía procesar sus palabras, me negaba a hacerlo, esto tenía que ser una pesadilla, la mas horrible de las pesadillas, el no me podía estar haciendo esto, no hoy.

-              Te prometo que cambiare, hare lo que tú quieras, pero por favor no te alejes de mí.

-              Es problema seguiría siendo el mismo, ninguno de los dos sería feliz simulando ser lo que el otro espera.

-              Por favor Edward no me hagas esto, no ahora.

-              Conocerás nuevos chicos en la universidad, te olvidaras de mí al segundo día.

-              Me mentías cada vez que decías que me amabas?

-              No de forma consciente, solo no sabía el verdadero significado de mis palabras.

-              Es que ahora lo conoces? Ahora amas a alguien Edward?

-              No Bella, ahora sé que esto que siento por ti no es amor, es una fuerte amistad, que hemos tenido desde siempre, más el gusto de pasar tempo junto a ti. –miro su reloj con gesto algo aburrido.

-              Estas apurado? –no pude evitar preguntarlo.

-              A decir verdad sí, mi vuelo sale dentro de dos horas y tengo que pasar por mi casa a buscar las maletas, tú demora retraso un poco mis planes.

-              Tu familia sabia que te vas?

-              No seas infantil Bells, mi familia nada tiene que ver con la nuestro. Ahora si me disculpas se me hace tarde. –se acerco a mí, deposito un beso en mi frente y se fue a su auto.

-              Edward! –lo llame antes de que cerrara la puerta, solo me miro esperando a que continuara- No estaré aquí cuando regreses. –y realmente no lo estaría porque esto fue el suceso determinante para mi decisión.

-              No espero que lo hagas. –cerro la puerta del flamante volvo y arranco a gran velocidad.
Tuve que arrastrarme para llegar al interior de mi casa. Mi cabeza daba vueltas, mi corazón latía de forma alarmante, mis pulmones apenas recibían oxigena y unas pequeñas gotas de sangre comenzaron a caer de mi nariz. Luego solo recuerdo que el piso comenzó a girar y mi visión se obscureció hasta que perdí la conciencia.



Mis parpados pesaban mucho más de lo normal, un molesto pitido no me dejaba volver a dormir y como aun estaba cansada abrí los ojos con la determinación de ubicarlo y silenciarlo, me leve una gran sorpresa al abrir los ojos y encontrarme en una habitación completamente blanca y olor a alcohol, enfoque mejor mi vista para estudiar el entorno, las luces del techo eran fluorescentes, al lado derecho de la dura cama se encontraba una serie de aparatos médicos e incluso tenía un pequeño tuvo de oxigeno en mi nariz, era obvio que estaba en un hospital, aunque no tenía la menor idea de cómo había llegado. La puerta se abrió llamando toda mi atención, una enfermera con uniforme blanco la atravesó, venía muy concentrada leyendo una planilla por lo que no noto que la observaba. Cuando por fin me vio a la cara su boca se abrió formando una o y casi se le caen las cosas de las manos.

-              Mi niña por fin despiertas, no sabes todas las personas que están preocupadas por ti. –me dijo la amable mujer mirándome a los ojos con ternura y otro sentimiento que no supe identificar.

-              Hola. –dije en un susurro, mi vos sonó tan patosa y mi garganta estaba tan seca que solo pude preguntarme cuanto tiempo llevaría acostada en esa cama.

-              Iré a buscar a tu medico. –se apresuro a decir y abandono rápidamente la habitación.
Trate de aclararme la garganta para al menos poder hablar mejor. La puerta volvió a abrirse, por ella entro la misma enfermera seguida del Dr. Gerandy, pude ver como el hombre respiraba aliviado al ver que realmente estaba despierta.

-              Bella que alegría me da verte al fin despierta, no sabes lo preocupados que nos tenías a todos. –lastima que ese “todos” no incluía a la persona que ya mas quiero a mi lada, pensé para mis adentros.

-              Cuanto tiempo llevo en esta cama?

-              Cuatro días. –el ya debía estar quien sabe dónde. No pienses en esas cosas tonta, no ahora, me grite a mí misma.

-              Que fue lo que me paso?

-              Horas más tardes de venir a mi consulta te encontraron inconsciente en la sala de tu casa.

-              Ya le dijo a mi padre de mi enfermedad?

-              Si, el mismo día que te trajeron. Estábamos esperando a que despertaras para comenzar con el tratamiento.

-              Que tratamiento?

-              La quimio Bella.

-              Yo no me hare eso. –vi como la cara del Dr. se ponía una mas blanca que un papel, en sus ojos solo había duda.

-              Bella ese tratamiento es tu única oportunidad de seguir con vida.

-              Ya lo sé. –miro a la enfermera de forma significante, esta salió rápidamente de la habitación.

-              Sabes que siendo mayor no podemos hacer nada sin tu autorización y cuando tu padre vuelva a decidir por ti ya será tarde. No le hagas esto a Charlie Bella, no te lo hagas a ti. –me rogo.

-              La decisión está tomada. –dije firme.
En ese momento llamaron a la puerta, el Dr. abrió y por esta entraron Charlie y Renee. A mi madre se le llenaron los ojos de lagrimas al verme, mi padre miro al cielo como agradeciéndole a Dios. Los dos caminaron rápidamente hasta estar a mi lado.

-              Como estas nena? –me pregunto mama entre lagrimas.

-              Estoy bien mama, con ganas de regresar a casa. –los dos se miraron.

-              Eso no podrá ser Bells, no por ahora al menos. –dijo mi padre algo triste.

-              Por eso mismo los mande a llamar. –ahora entendía porque la enfermera salió tan apurada.

-              Que sucede? –preguntaron los dos al mismo tiempo.

-              Bella se rehúsa a recibir tratamiento. –todos me miraron como esperando que dijera que era solo una broma de mal gusto.

-              Hija quieres explicar que sucede? –pidió Charlie después de unos segundos de tenso silencio.

-              Es verdad papa, no me hare ese tratamiento, no quiero eso para mí.

-              Que es lo que no quieres para ti, la vida?

-              Charlie! –lo regaño mi madre.

-              Lo que no quiero es vivir en este hospital por meses para después ser como una flor que no pueda recibir ni la mas mínima corriente de aire, vivir con la lastima de todas, incluso ustedes, mis padres, me miran con lastima en este momento.

-              Bella cariño…

-              No mama, la decisión está tomada y es definitiva.

-              Por favor Bella, piénsalo.

-              Que no hay nada que pensar! –grite enfurecida. Los monitores que me rodeaban estallaron en fuertes pitidos y mi cabeza dolió como si alguien taladrara mi cerebro.

-              Bella? hija estas bien? –preguntaban mis padres preocupados.

-              Deben retirarse, lo lamento mucho, en serio. –decía el doctor mientras sacaba a mis padres de la habitación, dos enfermeros mas entraron e inyectaron algo en la vía intravenosa que estaba en mi brazo, segundos después volvía a sumergirme en la inconsciencia.


Volvía a despertar bajo la brillante luz blanca. Sentí a alguien apretar mi mano fuertemente. Abrí los ojos rápidamente llena de esperanzas, si era el que se encontraba ahí solo por lastima, vendita lastima. A mi lado se encontraba Emmett mirando a la ventana, su cara era de cansancio, con unas pronunciadas ojeras y expresión de fatiga.
Me aclare un poco la garganta silenciosamente antes de hablar, esta vez ya sabía que mi voz sonaría patosa.

-              Hola grandulón. –rápidamente centro su atención en mi.

-              Bella? Bellita! Por fin despertaste pequeña, no sabes lo preocupados que nos has tenido.

-              Lo lamento hermanito, tenía mucho sueño. –mi chiste no le hizo ninguna gracia, solo me respondió con una mueca.

-              Eso no es gracioso Bells. –saco teléfono del bolsillo y mando un mensaje de texto.

-              Cuantos días llevo en el hospital?

-              Hoy hace una semana. –su voz se escuchaba igual de cansada.

-              Cuando se van a Los Ángeles?

-              Esto… bueno… respecto a eso ha habido un pequeño cambio de planes. –se puso muy nervioso.

-              Que “cambio de planes”?

-              Todos estuvimos de acuerdo en que… -un par de golpecitos enérgicos a la puerta lo interrumpieron.

-              Podemos pasar? –pregunto la pequeña Alice asomando su cabeza por la puerta.

-              Claro adelante. –dijo Em claramente feliz por haber sido salvado en el último segundo. En ese momento entraron Alice, Jasper y Rosalie.

-              Hola pequeña, como te sientes? –me pregunto Jas parándose a mi lado derecho, donde antes estaba Emmett.

-              Mejor de lo que parece. –le asegure con una sonrisa. Todos se miraron entre ellos incómodos.

-              Supongo que ya todos saben lo que me sucede. –los cuatro asintieron, a Alice se le llenaron los ojos de lagrimas.

-              Porque no quieres el tratamiento Bells? –pregunto Rose tímidamente.

-              Porque no Rose, ese tratamiento es solo una forma de alargar mi sufrimiento, y el de todos los que me quieren.

-              No queremos perderte. –dijo la pequeña duende que ya era un mar de lagrimas.

-              Nunca me perderás Alice, ustedes son mis mejores amigos, eso nunca cambiara.

-              Pero ya no estarás con nosotros. –dijo Em tratando de ser fuerte.

-              Siempre estaré con ustedes, en sus recuerdos, en las anécdotas y en sus corazones, la única diferencia es que sus recuerdos serán con una Bella con cabello, con vida, alegre. –yo también estaba llorando, ellos eran mis amigos y sabia que desde hoy hasta el día de mi muerte cada atardecer seria una nueva despedida.

-              Yo prefiero estar más tiempo a tu lado Bella –dijo Rose entre sollozos-, no me importa tu pelo ni tener que verte en esta cama, te queremos a ti.

-              Como yo los quiero a ustedes, pero no me pidan eso chicos, por favor no lo hagan porque no podre soportarlo. –Alice se arrojo a mis brazos, la abrace fuertemente sin dudarlo un momento, los demás se unieron a nuestro abrazo transformándolo en uno grupal.

-              Nadie quiso llamar a Edward por si querías hacerlo tú misma. –dijo Alice cuando nos separamos.

-              No! tu hermano se fue, ahora está haciendo lo que él quiere y con quien quiere, no lo quiero aquí! No quiero que sepa lo que me pasa! –me descontrole sin poder evitarlo.

-              Shh, tranquila Bells, si tu no lo quieres aquí el no vendrá. –me aseguro Jasper mirando a Alice y Emmett con el seño fruncido.

-              Gracias Jas. –seguimos hablando de cosas triviales, me comentaron que Renee había tenido que ir a Jacksonville a encargarse de unos asuntos de trabajo y que Charlie estaba en la comisaria, había querido tomarse licencia pero el Dr. le sugirió que dejara los días para mas adelante, para cuando sean realmente necesarios. Para mi suerte también me entere que en un par de días me darían de alta, tendría que tomar mucha medicación pero estaría en casa, o al menos parte del día, Esme se ofreció para pasar el día conmigo, mientras mi padre estaba en el trabajo, según los chicos Charlie acepto muy agradecido, y por eso pasaría el día en la casa Cullen. Otra cosa que me entere, y no me hizo ninguna gracia, fue que los chicos se cambiaron a la universidad de Seattle, era obvio que el hecho de que los aceptaran a solo cinco semanas del comienzo de clases se debía a la nueva biblioteca, cortesía Carlisle Cullen. Nadie volvió a nombrarlo, lo agradecí.
Una hora más tarde una enfermera vino a cambiar mi suero y los hizo salir, dijo que debía de estar tranquila y que tanta compañía no seria buena.

Dos días después abandone el hospital, no ser antes haber sido evaluada psicológicamente por mi “tendencia suicida”, o eso dijo al menos el terapeuta cuando le mencione que no quería someterme al único tratamiento que “salvaría” mi vida.
De nuevo en casa mi rutina se vio un poco cambiada, todas las mañanas desayunaba con mi padre, el desayuno que el preparaba, luego me llevaba a la casa Cullen donde pasaba el día con Esme y los chicos, en la tarde mi padre cenaba conmigo en casa de Esme y luego regresábamos a nuestra casa. Un detalle que no me paso inadvertido fue la forma en que todos me miraban, solo había pena en sus ojos, además de que siempre estaban preocupándose porque nunca quedara sola, preguntaban constantemente como me encontraba e incluso llamaban a Carlisle cada vez tropezaba.
Por esas razones fue que luego de cinco días hable con mi padre y le dije que no volvería a quedarme con Esme hasta que los chicos no hayan comenzado sus clases, le explique que esos chicos que me rodeaban ya no eran mis amigos de siempre, si no que se comportaban como cuatro niñeras a quienes acababan de encomendarle un bebe o incluso un perrito recién nacido. Charlie no estuvo de acuerdo, incluso quiso tomarse licencia por esas seis semanas, pero se lo prohibí, algo me decía que mi padre no se negaría a nada que le pidiera o incluso ordenara, y por indicación del médico no podía hacerme discutir o mantener enfrentamientos, mi cabeza era una bomba de tiempo a la que no era bueno probar.
Y si le llame bomba de tiempo ya que mientras estaba en el hospital me dijeron que cuando me desmaye en la sala de casa ese día, me di un fuerte golpe en la cabeza, lo que empeoro aun más mi situación ya bastante mala.
Las chicas se molestaron cuando se enteraron de que ya no me tendrían todo el día como barbie Bella, pero al igual que Charlie, y que todos, no discutieron conmigo. Ahora venían a visitarme a casa, llegaban luego de la hora del almuerzo y se quedaban hasta la hora en que mi padre regresaba. Las semanas fueron pasando y el comienzo de clases llego. Al haber escogido una universidad tan cercana los chicos seguirían viviendo en sus respectivas casas, por lo que no nos distanciaríamos.
Con el comienzo de clases también regreso mi rutina de pasar el día con Esme, ella siempre había sido muy buena conmigo y desde que la conocí me adopto como una hija más, es por eso que el día con ella me lo pasaba muy bien. Por lo general cuando llegaba en la mañana la acompañaba a hacer las compras, luego cocinábamos junta, esperábamos a Carlisle para comer, después del almuerzo yo me recostaba una hora, al levantarme la ayudaba con sus tareas, o pretendía hacerlo, después preparábamos la cena y comíamos con Carlisle y Charlie. Si es cierto parece que describo la vida de un niño, pero así eran las casas ahora y sabia que no quedaba más que resignarse.
Los días se fueron convirtiendo en semanas y las semanas en meses, y con el paso del tiempo yo era consciente de mi deterioro, habían cosas muy sencillas que comenzaban a dificultarse para mí, como los números, ya no podía resolver ni el más fácil de los problemas. Después del cuarto mes me comenzaron a alimentar por intravenosa, eso se debía a que todo lo que comía lo vomitaba al instante, mis padres se encontraban de licencia en sus respectivos empleos, ahora los dos estaban siempre conmigo aunque en ocasiones ni me enteraba si estaba sola o acompañada ya que frecuentemente caía en sueños pesados y no despertaba por días.
A diario veía llorar a las personas que me querían, veía el miedo en sus ojos por pensar en que un día me dormiría y ya nunca más despertaría, veía el alivio cuando volvía a abrir mis ojos.
Me sentía culpable y despreciable, como es que podía afirmar amar a estas personas y hacerlas pasar por todo esto, como es que podía ver a diario su sufrimiento y no hacer nada.
Para el quinto mes el agotamiento ya se había apoderado de todos, ahora me encontraba en el hospital esperando que los últimos granos de arena cayeran en mi reloj. Nadie se quería separar de mi, todos, al igual que yo, sabían que la próxima vez que quedara inconsciente ya no habría retorno. Todos se veían tristes constantemente, sus rostros no tenían ni un atisbo de felicidad, sus ojeras llegaban hasta los pómulos y sus voces solo eran el reflejo del cansancio que manifestaban sus cuerpos. Ya nada era igual, ya nadie reía o bromeaba, ahora solo lloraban y temían.
La mañana del diecinueve de diciembre supe que es día había llegado, supe que mis fuerzas se habían extinto por completo, después de hoy todo habría terminado.
Me encontraba sola con Renee en la habitación, Charlie estaba en la cafetería y los demás aun no habían llegado.

-              Podrías llamarlos a todos? –le pedí a mi madre. Mi voz era un débil susurro.

-              Que sucede hija? –me pregunto preocupada.

-              Nada, solo necesito hablar con todos. –mi madre me miro a los ojos durante unos segundo, llegue a ver como el llanto la dominaba antes de que abandonara la habitación.
Veinte minutos después todos estaba alrededor de mi cama, algunos me miraban con algo de intriga y los demás sufrían en silencio.

-              Ustedes son las personas que amo.

-              Nosotros también te amamos Bells. –dijo Emmett.

-              Déjame terminar por favor –no tena fuerzas para una larga charla-. Ustedes son mis amigos y familiares, mis hermanos y padres, todo lo que he tenido siempre y los que me regalaron los momentos más felices de mi vida, que aunque algo corta fue dichosa –mi mama y Esme comenzaron a llorar-. Les debo mucho a todos ustedes, ante todo les debo una disculpa, por todo lo que los hice sufrir, eso nunca fue mi intención, se que fui el ser más egoísta del mundo con ustedes, las personas que siempre me amaron sin pedir nada a cambio, espero algún día puedan perdonarme, por todo. También lamento mucho no poder estar a su lado ese día, pero nunca duden que siempre estaré en sus corazones acompañándolos en los maravillosos momentos que aun les quedan por vivir y en esos no tan buenos. Ninguno de ustedes volverá a estar solo, nunca, porque yo siempre estaré para iluminar su camino y guiarlos en los peores momentos. El momento de la despedida ha llegado –en ese momento ya todos llorábamos-. Alice, mi pequeña duende, eres la persona más tierna que existe en el mundo, tengo el honor de decir que he sido tu amiga y que te amo como a la hermanita que nunca tuve. Rose, tú también eres mi amiga, aunque he de admitir que al principio de diste un poco de miedo, al momento en que vi un pequeño atisbo de tu corazón te ame, eres esa hermana mayor que te guía en los momentos malos y siempre está ahí cuando la necesitas, gracias amiga. Emmett, mi hermano oso, no imaginas como extrañare tus abrazos y tus bromas, mi pequeño hermano encerrado en el cuerpo de un hombre, te quiero Em y por favor cuida a la rubia por mí. Jasper, mi hermano protector, el que siempre piensa en los demás antes que en sí mismo, compañero eterno de travesuras, gracias Jas, gracias por concederme el increíble honor de ser tu amiga, gracias por abrirte a mí. Por favor tu cuida de Alice, ella te necesitara mucho en estos días, no la dejes descargarse con las tarjetas de Carlisle. Esme y Carlisle, mis segundos padres, cuidaron de mi sin ninguna obligación de hacerlo, me abrieron las puertas de su casa y las de su corazón, me trasmitieron su amor incondicional y desinteresado, además de darme a los mejores hermanos que alguien puede pedir, gracias papas. Mama, papa perdónenme por esto, por hacerlos sufrir, por irme de su lado, pero las cosas se dieron así, yo no las elegí, solo les pediré una cosa más, sean felices, vivan sus vidas y no se terminen de distanciar por mi culpa –miraba a cada uno a los ojos a medida que los iba nombrando-. Ah y chicos vivan y disfruten todo lo que yo no podre, seré feliz si se que ustedes lo son, vivan sus vidas chicos sin olvidar nunca que lo más importante es la persona que ahora tienen a su lado, y Alice hay un sobre para ti en la mesita de noche, es un último favor –mis parpados comenzaron a ganar peso y todo quedo negro-. Los amos. –fue lo último que pude decir.



Pov narrador.
Renee se lanzo sobre el cuerpo de su hija llorando, al igual que todos en la habitación.

-              No Bella! Abre tu ojitos bebe! Abre los ojos! Mama te ama pequeña, no la dejes sola. –la escena podía romperle el corazón a cualquiera. Charlie y Carlisle trataron de contener a Renee pero todo era inútil, ella seguía llamando a su hija, pidiéndole que despertara, que abriera sus ojos. Esme por su parte lloraba en silencio tenia la mano de su pequeña hija, porque así ella consideraba a la castaña que yacía inconsciente en esa cama. En su silencio pedía a Dios que cuide de ella.
Los cuatro chicos aun estaban en Shock, no lo podían creer, había tantas cosas que les quedaron sin decir, tantos abrazos sin dar, tantos momentos sin vivir, no podía ser cierto, tenía que ser una mala broma, su amiga no los abandonaría, no así. Emmett sentía que una parte de él había muerto con su Bellita, su pequeña hermanita testaruda. Rosalie no podía dejar de llorar, ella que siempre había sido la fuerte del grupo, que siempre había estado ahí para sus amigos, ahora había perdido a una de sus mejores amigas y no sabía qué hacer, no sabía cómo reaccionar, que se suponía que haría, que debía hacer, en ese momento de lo único que fue capaz fue de abrazar a su novio que lloraba y sufría igual que ella. Jasper por su lado tenia la mente en blanco, el que siempre había sido el más brillante del grupo en ese momento no pensaba, porque sabía que pensar atraería el sufrimiento, miro a su novia que se encontraba a su lado, la vio llorando desconsoladamente y la abrazo. Alice que agradeció desde el fondo de su roto corazón el apoyo de su Jas, solo podía pensar en Bells, en su mente corría una ráfaga de imágenes de los hermosos momento que habían vivido, las sonrisas que ella misma había provocado en la dulce chica castaña que se encontraba que parecía dormir como un ángel.
En ese momento uno de los aparatos comenzó a pitar de forma descontrolada, todos centraron su atención en Carlisle.

-              Deben salir. –dijo el padre de los chicos Cullen, el sabía lo que esto quería decir. El Dr. Gerandy entro corriendo acompañado de dos enfermeras. Miro a todos los presentes y supo que el momento había llegado, Bella le había dicho que era consciente de que su vida se estaba acabando y le había comunicado su decisión de despedirse de toda su familia.

-              Deben salir todos, lo lamento y mucho pero no pueden estar aquí ahora. –dijo Gerandy a todos los presentes. Alice uso la única parte de su cerebro que aun no había sido consumida por el caos de su cabeza y busco lo que Bella le había dejado en su mesa de noche.
Todos salieron de la habitación y fueron a los bancos de sala de espera, en los últimos meses este hospital se había convertido como en una segunda casa para todos, pasaban más tiempo aquí que en sus respectivos hogares.
Alice se apresuro a abrir el sobre, dentro de este había otro sobre y una nota. Tomo la nota entre sus manos y comenzó a leerla.

Mi pequeña Alice,
Si estás leyendo esto es porque mis fuerzas ya se han agotado. Lamento mucho el sufrimiento por el que te estoy haciendo pasar, a ti y a todos, fui en ser egoísta hasta el último aliento. Lo cierto es que nunca pensé que mi enfermedad se extendería tanto, nunca pensé que me llegarían a ver así, lo lamento Al, en serio.
Esta carta es por un motivo muy distinto. El sobre que tienes en este momento en tus manos son mis palabras de despedida a para tu hermano, si algún día preguntara por mi dáselo por favor.
Adiós pequeña, nunca olvides que eres una de las personas más importantes para mí, una de las mas amadas.
Te ama Bella.

Alice guardo la carta en su bolso y no le dijo a nadie su contenido, este sería el último secreto que le guardaría a su amiga de ojos chocolate.
Todos estuvieron sentados sin decir una palabra, las lagrimas y sollozos hablaban por si solos. Media hora después el Dr. Gerandy fue donde ellos se encontraban, sus ojos también estaban inundados de lágrimas.

-              Se ha ido –esas tres palabras fueron para todos los presentes como una daga directo al medio de sus corazones-. Lo lamento mucho. –el pobre hombre se fue arrastrando los pies de vuelta a consultorio, donde se encerró a llorar la muerte de la pobre joven.
Al día siguiente enterraron a Bella. Todo el pueblo acudió al cementerio a darle el último adiós a la pequeña hija del jefe de policía, la joven que todos recordaban por su increíble bondad y sus mejillas sonrojadas. Ese día el sol brillo en Forks, era el primer día del invierno pero aun así el sol calentó el rostro de todos quienes rodeaban la fría lapida de mármol.
Renee se llevo la mano a su mejilla disfrutando de lo que para ella era la última caricia de su hija, porque si había algo de lo que estaba segura era de que su hija ahora estaba en un lugar mejor, un lugar que se había ganado y en el que algún día se volverían a encontrar.
Esme abrazaba a su hija, a su vez Carlisle las abrazaba a ambas, todos enterraban una parte de su corazón en ese lugar, una parte de su alegría e incluso de sus vidas.
Rosalie y Jasper estaban abrazados al lado de sus padres. Emmett por su parte se mantuvo apartado, no sabía cómo afrontar lo que estaba pasando, a pesar del tiempo que tuvo para prepararse.
Luego del funeral todos se fueron a sus casas.
Los cuatro Cullen iban en el auto de Carlisle, el ánimo de los pasajeros era tan triste como sus vestimentas. Llegaron a sus casas sin intercambiar ni una palabra.

-              Aquí hay algo extraño. –dijo Esme antes de abrir la puerta de su casa.



Edward Pov.

Llevaba casi seis meses lejos de casa. Mis primeros meses en la universidad fueron estupendos, si bien al principio extrañe un poco mi hogar, mis amigos e incluso a Bella, pero no me arrepentía de mi decisión. A mi edad no podía casarme con mi novia del instituto, eso estaba bien para mis hermanos, pero no para mí, yo quería conocer, experimentar y savia que cuando regresara a sentar cabeza ella aun estaría ahí esperándome.
Me encontraba en el aeropuerto de Seattle, había adelantado mis vacaciones navideñas porque mis padres me tenían algo preocupado, últimamente casi no me atendían el teléfono y cuando lo hacían los escuchaba extraños, la voz de Esme era sufrimiento puro, también llevaba un mes sin hablar con mis hermanos y cuñados.
Salí del aeropuerto y tome un taxi, llame a mi familia para avisar de mi llegada pero todos tenían los celulares apagados y no atendían el teléfonos. Fui todo el camino escuchando mi reproductor de música y mirando la copa de los arboles.

-              Llegamos. –me informo el conductor. Le pague, me ayudo a bajar las maletas y se fue.
Llame a la puerta de casa pero nadie abrió, rebusque mis llaves en el equipaje de mano y entre mis cosas. Llame a mis padres y hermanos pero nadie respondió. Fui al garaje y el único auto que faltaba era el de mi padre, eso no tenía sentido.
Mire mi reloj eran las doce del medio día, regrese a la sala y me acomode frente al televisor a esperar que alguien llegara.
Eran pasadas la una cuando escuche que alguien abría la puerta. Por ella entro toda mi familia, Alice, que venía abrazada a Emmett, lloraba de forma desconsolada, igual que mi madre. Los cuatro vestían de negro, de forma muy sencilla, cosa que me extraño mucho en mi hermana.

-              Hola familia. –les dije sonriendo. Mi madre mi miro sorprendida, una pequeña sonrisa quiso manifestarse en la comisura de sus labios pero el insistente llanto se lo impidió.

-              Pero qué pasa? Quien murió? –pregunte en broma. Podría jurar que vi odio en los ojos de mi hermana cuando me escucho, se aferro más e Emmett e intensifico su llanto.

-              Lárgate a vivir tu vida y déjanos en paz. –me dijo mi hermano, sus palabras estaban cargadas de odio puro, luego se llevo a Alice escaleras arriba.
Mi madre me miro como queriendo decir algo pero sus palabras fueron ahogadas por un nuevo sollozo, subió rápidamente las escaleras. Me quede solo con mi padre en la sala.

-              Creo que debemos hablar Edward. –yo solo asentí, no entendía nada.

-              Ven siéntate hijo. –en rostro de mi padre dejaba ver un rastro de secas lagrimas, acompañado de un cansancio incomparable.

-              Que paso papa? Realmente alguien murió? –la última palabra fue solo un susurro.

-              Si hijo, alguien falleció, alguien muy importante para esta familia o para casi todos al menos.

-              De quien hablas? –no teníamos tíos ni abuelos, no entendía de quien podía estar hablando.

-              Bella falleció ayer Edward.

-              Que Bella? –no podía ser ella.

-              Isabella Swan, murió de cáncer Edward. –no supe reaccionar, los ojos de mi padre volvieron a llenarse de lagrimas. Esto tenía que tratarse de una broma de mal gusto, no podía ser cierto, si hace menos de seis meses había estado con ella, la había visto en perfectas condiciones. Cuando mi cabeza volvió a conectarse con el resto de mi cuerpo vi que mi padre se encaminaba a la escalera.

-              Espera! –cuando me miro sus ojos no reflejaron ningún sentimiento- Como fue?

-              No quiero hablar de eso.

-              Por favor, necesito saber.

-              Está bien, te lo contare todo, pero que quede claro Edward que este tema no se vuelve a mencionar, ya todos sufrimos demasiado y los únicos recuerdos que queremos tener de Bella son los buenos –se me formo un gran nudo en la garganta, solo pude asentir débilmente para que continuara-. Hace cerca de seis meses Bella se entero que tenía un tumor maligno en el cerebro, yo la vi un poco extraña y le sugerí que se hiciera algunos estudios, los pronósticos eran muy malos, debía someterse a un tratamiento de quimioterapia para reducir el tumor que se encontraba en un lugar inoperable. El tratamiento no lo curaría por completo pero al menos le garantizaba mas años de vida, por razones que ella nunca confeso, se negó a hacer el tratamiento, dijo que viviría los meses que le quedaban, el mismo día que se entero de la enfermedad sufrió un desmayo en la sala de la casa de Charlie, se golpeo la cabeza en un escalón, eso empeoro mucho su estado, estuvo hospitalizada más de una semana. Cuando regreso a su casa estuvo viviendo parte del día aquí, cuando Charlie estaba en el trabajo y luego se quedaba con su padre. Siguió más o menos así hasta que su estado se agravo, entraba en pequeños lapsos de coma, a veces quedaba “dormida” en medio de una conversación y se mantenía así por horas o días. Renee se vino desde Jacksonville y Charlie dejo de ir a trabajar, todos estábamos al pendiente de su salud, ese cambio solo quería decir una cosa, el tumor había crecido. Poco después tuvo que ser hospitalizada, su cuerpo se negaba a tolerar los alimentos y su mente sufría un gran deterioro diariamente. Un mes después, ayer, falleció. –la última palabra floto en el aire. Era mucha información, debía procesar todo rápido porque las preguntas que no hiciera ahora no las podría formular después.

-              Cuando fue? –esa fue la primera que llego a mi mente.

-              Cuando fue qué?

-              Cuando lo supieron?

-              El día que tú te fuiste. Cuando te encontraste con bella en su casa, el día de la despedida, ella estaba llegando del hospital, el Dr. Gerandy acababa de darle los resultados de sus exámenes. Ella debía de decidir si se sometería o no al tratamiento. Luego de que te fuiste ella sufrió el desmayo al entrar a su casa.

-              Eso quiere decir que todo fue mi culpa, si yo la hubiera escuchado. Cuando la vi supe que estaba mal y sabia que me mentía pero no insistí, no me importo, solo continúe con mis motivos egoístas –rememore la conversación de ese día, el día de la despedida-. Ella me lo advirtió, me dijo que no estaría para cuando yo regresara pero no le di importancia.

-              Este es un conflicto tuyo y de tu conciencia Edward, en el que yo no puedo ayudar. Ahora si me disculpa me siento cansado y quiero ver como se encuentra tu madre. –se fue sin esperar ninguna respuesta de mi parte.
Me quede unos segundos parado ahí, al pie de la escalera, aun sin reaccionar subí arrastrando mis pies. Cuando pase junto a la puerta de Alice no me anime a golpear, con qué cara podía mirar a mi familia, a mis amigos. Entre en mi habitación, mire todo a mí al redor, todo se veía tal cual lo había dejado, pero nada era igual. La última vez que había estado en esta habitación sabía que existía una dulce chica de ojos color chocolate que me amaba con toda su alma, pero esa chica ya no existía, se dejo morir por todo el sufrimiento que yo le genere. Su muerte era mi culpa, la chica más dulce del mundo había perdido la vida solo por mi culpa. La verdad de mis pensamientos me abrumo, me lleno de rabia. Tome la silla del escritorio y la estrelle contra el ventanal, la lluvia de vidrios produjo un fuerte estrepito. Arroje todos los cd´s al suelo y seguí tirando contra las paredes todo lo que estuvo a mi alcance.
No escuche en qué momento se abrió la puerta del dormitorio pero cuando vi en esa dirección ahí estaba toda mi familia. Mi madre me miraba asustada, mi padre sorprendido, Alice triste y Emmett decepcionado.

-              Edward… -comenzó a decir mama.

-              No! –la pare antes de que llegara a decir nada. Salí de la habitación casi atropellándolos a mi paso y fui directo al garaje, tome las llaves de mi volvo y salí a gran velocidad. Cuando iba a pasar por la puerta de mi casa tuve que parar de forma violenta, Alice se encontraba parada en mitad del camino.

-               Esto es para ti. –me entrego un sobre blanco y se apresuro de regreso a la casa. Volví a poner el auto en movimiento y salí de ese lugar de forma estrepitosa.
Comencé a dar vueltas por el pueblo, no sabía a dónde ir, que podía hacer para sacar todo esto de mi cabeza? Donde se encontraba el interruptor capaz de apagar los sentimientos?
Mientras estaba recorriendo Forks vi que la mayoría de los negocios se encontraban cerrados, cosa rara en mitad de semana, disminuí la velocidad al pasar por la puerta de la heladería, en esta divise un cartel que rezaba “Cerrado por duelo. Descansa en paz Isabela”. Mi rabia se intensifico.
No me di cuenta en qué momento había sucedido, pero me encontraba en la puerta del cementerio. Baje del auto con el sobre que Alice me dio en mi mano. Comencé a buscarla, con cada lapida que pasaba el corazón me latía mas rápido. Hasta que la encontré. Las letras grises sobre el mármol blanco rezaban: “Isabella Swan (1992-2011) Te amaremos hasta el fin de los tiempos”. Esas simples palabras eran más que suficientes, no se necesitaba hablar de logros, de familia o de cualquier tontería, solo importaba que cualquiera que haya conocido a Bella la llevaría siempre en su corazón, así como yo. Apreté mis puños de pura impotencia y sentí el sobre. Lo abrí para ver de qué se trataba y ahí estaba su caligrafía, mis ojos se llenaron de lágrimas.

Edward:

Es probable que nunca llegues a leer esta carta, pero de todas formas quise aferrarme a la idea de que algún día al menos preguntarías por mí a tu hermana.

Solo quería que sepas que en el fondo de mi corazón agradezco que no estuvieras a mi lado en mis últimos momentos, no hubiera podido resistir que me vieras así. Si bien ahora sé que no me amas, y que probablemente nunca lo hiciste, de todas formas no habría resistido ver tus hermosos ojos cargados de lastima.

Lástima. Eso es lo único que sientes todos quienes me rodean, hay días que no lo soporto y que los obligo a dejarme sola ya que si bien es cierto que yo no elegí un destino tan doloroso de todas formas lo prefiero porque sé que mi vida se acabara pronto y es la única forma en que dejare de sufrir tu ausencia.

Lamento mucho no haber sido suficiente para ti, para merecerte, pero tú si fuiste todo lo que yo desee y me regalaste los momentos más felices de mi corta vida.

Adiós mi amado Edward.

Tuya siempre, Bella.

-              Como pude ser tan egoísta? Como pude ser tan miserable con el ser más puro del planeta? Lo siento Bella, no supe valorarte, no supe amarte como tú te lo merecías. Soy el culpable de que ahora te encuentres ahí y no sé como viviré con este sentimiento. Soy  tan egoísta, aun sigo pensando primero en mi cuando ahora lo único que importa es que no estás, esto no es justo. Debí ser yo Bella, no tu, tu tenias mucho para darle a este mundo, mucho amor en tu ser. Porque te fuiste Bella? Tenias que esperarme no irte. Porque Bella?
Ahí me quede llorando sobre la tierra revuelta donde ahora yacía el cuerpo de la mujer que me amaba pero que yo no supe amar.


 


Capítulos

Capitulo 1:

 


 
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