De sirvienta a princesa... ¿y luego que? (+18)

Autor: SaynaCullen
Género: Romance
Fecha Creación: 27/04/2013
Fecha Actualización: 19/08/2014
Finalizado: NO
Votos: 11
Comentarios: 15
Visitas: 14836
Capítulos: 9

Bella Swan trabaja en una empresa de limpieza para poder ayudar a sus padres. Charlie ha quedado en silla de ruedas después de un accidente y ya no es el padre cariñoso que era antes.

Edward es el heredero de un trono árabe, sus padres le presionan para que se case e intentando huir de las conversaciones incomodas se va a Nueva York un tiempo.

¿Cómo se unirán sus vidas? Y cuando eso ocurra, ¿el amor será lo suficientemente fuerte para las circunstancias? Registrada en Safe Creative.

Hola, os traigo a mi bebe número dos, espero de todo corazón que os guste y me dejeis comentarios diciendomelo. Disfrutar leyendo tanto como dirfruto yo escribiendo. Ademas, ¡acepto sugerencias!

¡Besos, amores y a leer!

Sayna C. 

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Capítulo 9: Capítulo 9

LOS PERSONAJES PERTENECEN A STEPHENIE MEYER, LA HISTORIA ES MIA

Esta prohibida su copia y su distribución. Esta registrada en Safe Creative.

"Capítulo 9"


BPOV

-Bella – susurró sentándose junto ha mi - ¿Qué ocurre?

-Es que... – me sorbí la nariz – Antes todo era sencillo, ¿sabes? Sólo Edward y Bella, sin presiones ni preparativos de boda ni nada.

-Pero cariño – me sonrió dulcemente – Edward es un príncipe, cuando te comprometiste con él tenías que ser consciente de lo que eso conlleva: responsabilidades. – la miré llorosa – En un principio todo puede resultar abrumador pero no es para tanto, sólo hay que practicar, y tienes todo nuestro apoyo – sonrió – Ahora deja de llorar y vamos a trabajar. Tenemos muchas cosas que hacer para que tengas una boda impresionante. – abrió los ojos para enfatizar. Reí.

-Gracias, Esme. – le abracé – Necesitaba esto.

-De nada, Halua. Siempre que necesites hablar dímelo pero también te aconsejo que hables con Edward. No te guardes tus inquietudes.

EPOV

-Necesito los papeles para la reunión de esta tarde, Lubna.

-En seguida. – volteé la mirada a la pantalla del ordenador, mientras revisaba unos balances.

La puerta se abrió dejando pasar a mi secretaria, Lubna, con los papeles.

-Aquí tiene. – me los entregó – A llamado su Alteza Carlisle. – fruncí el ceño abriendo el dossier.

-¿Que quería?

-Saber si usted estaba en la oficina – dejé los papeles en la mesa y la miré con atención.

-¿Por qué?¿Necesitaba algo? – se encogió de hombros.

-Solo preguntó si estaba y después colgó.

-Bueno, - me acomodé en la silla – si vuelve a llamar me lo pasas. – asintió y se fue.

Minutos después, la puerta volvió a abrirse para dejar pasar a Said.

-Su Alteza. – dijo burlón, rodeé los ojos.

-Said...

-Le felicito, me he enterado de su próxima boda. Americana, ¿eh? – suspiré apoyándome en el respaldo del sillón. – He visto fotos de ella, una preciosidad, se le puede comparar con Aahsaya. – gruñí. Alzó las palmas de sus manos delante de él intentando aplacarme. – Hey, tranquilo, rompecorazones. Tienes a dos mujeres hermosas detrás de ti y no lo aprovechas, déjame una a mi, ¿no?

-¿Qué es lo que quieres? – cuestioné, se dejó caer en la silla en frente de mi.

-¿No puedo visitar a mi primo en el trabajo? – se indignó.

-¿Que quieres? – pregunté de nuevo.

-Bueno, resulta que somos familia, y soy tu primo favorito – alcé una ceja y le miré expectante – Te vas a casar y no me has presentado a la novia. – soltó indignado – Así que, si Mahoma no va a la montaña, en este caso tú eres Mahoma y yo la montaña, - rió – la montaña va a Mahoma. – solté una carcajada – Venga, en serio, tengo que conocerla. ¡Dejaste plantada al bombón de Aahsaya! Tengo que ver a Isabella con mis propios ojos.

-Said... – suspiré – La conocerás esta noche en la fiesta de compromiso y lo sabes – me sonrió inocentemente – Así que, ¿qué quieres? – sonrió y luego suspiró poniéndose serio.

-El tío Carlisle me ha pedido que venga a hablar contigo. – me erguí en la silla, cualquier humor en el ambiente se esfumó.

-¿Sobre que?

-Quiere que te convenza de que Aahsaya es la mejor opción.

-No me lo puedo creer. – me levanté y rodeé la mesa, paseándome de un lado a otro furioso.

-Ya le dije yo que si había dicho que no sería no. – se dijo a sí mismo. Suspiró y se levantó encarándome.

-Tengo que admitir que Aahsaya sería una esposa... prácticamente perfecta pero tu padre no te puede obligar a casarte con ella. Le dije a tío Carlisle que no intentaría convencerte de nada pero que hablaría contigo. – rió – Eso sí, no le dije sobre que hablaríamos.

-Pero es que él y yo hablamos, me dijo que le iba a dar una oportunidad a Bella y ahora te manda aquí para que me hables de la otra. – negué incrédulo.

-Tío Carlisle está acostumbrado ha hacer su voluntad pero cuando se dé cuenta de que no puede hacer nada se dará por vencido.

-Pero es que se está comportándo como un niño – exclamé. Me palmeó la espalda.

-Tía Esme se encargará de castigarlo, créeme, ella misma me lo ha dicho – movió las cejas sujestivamente, me estremecí. Se carcajeó. – Cuéntame de Bella. – Se sentó de nuevo en la silla. Sonreí dulcemente.

-Ella es perfeccta. Es dulce, compasiva, fuerte, determinada, con carácter... Es simplemente lo que hubiera elegido.

-Y anda que si lo has elegido. – reímos.

La puerta se abrió sin previo aviso dejando pasar a mi padre acompañado de Aahsaya. Mi sonrisa se fue al garate.

-Edward, hijo, ¿cómo estás? – sonrió, se la devolví forzosamente.

-Bien.

-Edward – Aahsaya se acercó poniendo su mano en mi hombro y dándome dos besos - ¿Qué tal?

-Bien. ¿Y tú?

-Perfecta. – Said carraspeó llamando nuestra atención. – Oh, ¿cómo estás Said?

-No tan bien como tú Aahsaya. – cogió su mano besándola, ella sonrió complacida.

-Tú siempre tan encantador. – rodeé los ojos. Coquetos.

-¿Qué haces aquí Said? – preguntó mi padre.

-¡Vamos tío! Todos sabemos porque estoy aquí. – miró significativamente a Aahsaya quién apartó la mirada indiferente. – Y quien es la principal interesada también. – papá frunció el ceño y me miró.

-Edward...

-Papá, no. – apreté los dientes enfadado. - ¿Vienes a háblame de lo que Said me estaba diciendo? Si es así, tengo que preparar unos papeles para la reunión con Unite Computer.

-De eso ya hablaremos en su momento. – dijo molesto – Estoy aquí por otra cosa. – asentí y les indiqué que se sentaran haciendo yo lo mismo. – Ya sabes que Aahsaya es mi pupila y quiero que aprenda un poco de la empresa así que ella vendrá a la oficina y te ayudará en todo lo que sea necesario. No vendrá todos los días, solo algunos, digamos unas tres veces por semana.

Lo miré sorprendido. Y enfadado. Estaba decidido a meterme a Aahsaya por los ojos, a la fuerza si era necesario. Pero que hiciera lo que le diera la gana, yo no iba a caer en su juego.

-Si es lo que quieres – soné indiferente. Carlisle sonrió complacido.

-Será un placer trabajar contigo Edward. – sonrió Aahsaya.

-Bueno, bueno... Yo me tengo que ir. – Said se levantó del sofá donde se había sentado.

-Si, yo también tengo cosas que hacer. – Carlisle se levantó y se abrochó la chaqueta del traje. – Aahsaya, sería bueno que te quedaras y le ayudaras con la reunión.

-Por supuesto, nos vemos esta noche.

-Hasta esta noche. – sonrió mi padre paternal. – Adiós, Edward. – salió de mi oficina junto a mi primo dejándome a solas con Aahsaya.

-¿De que trata la reunión? – preguntó acomodándose.

Pasé las siguientes horas explicándole la situación y terminando de preparar los papeles. Cuando llegó la hora de la reunión, Aahsaya me acompañó y ayudó en todo lo necesario.

-Gracias, has sido de gran ayuda. – le dije sinceramente una vez estuvimos en la oficina.

-No te preocupes, a sido interesante. – sonrió y después bajó la mirada. – Edward. – dió un paso hacia mi. – Quiero que sepas que, aunque tu padre esta empeñado en que estemos juntos, yo no quiero obligarte a nada. Si te vas a casar con Isabella es porque tienes que sentir algo por ella y tú y yo no nos conocemos lo suficiente. – suspiré.

-De verdad, Aahsaya, siento mucho que hayas pasado por todo esto. Te aseguro, - agarré sus hombros – de verdad, que si nunca hubiera conocido a Bella nos hubiera dado una oportunidad.

-Edward. – se le quebró la voz. Fruncí el ceño.

-No llores. – limpié la lágrima que había caído por su mejilla. Inclinó la cabeza a mi mano.

-No quiero hacerte las cosas más difíciles, - susurró – pero tengo que decírtelo. – la miré expectante. – Llevo años enamorada de ti.

Fui bajando la mano lentamente mientras la miraba a los ojos sorprendido. ¿Años?

-De pequeños nos cuidaban juntos cuando nuestros padres tenían algún compromiso. Después, de adolescentes, cuando pasábamos las vacaciones juntos siempre nos lo pasábamos bien y nos divertíamos. – me sonrió y después suspiró – Cuando me dijeron que me iba a estudiar fuera me negué, no quería separarme de ti, pero me dijeron que tu también te ibas... Simplemente me resigné. – observé su mirada triste y no pude evitar sentirme mal.

-Aahsaya...

-No – se limpió la lágrima que cayó por su mejilla y sonrió forzosamente. – Yo no me meteré en tu matrimonio y no te preocupes por Carlisle, yo hablaré con él.

-Gracias, Aahsaya. – cogió mis manos entre las suyas y las apretó.

-No, no. No me des la gracias. Se ha creado una situación incómoda, ¿no? – rió acongojada.

-Ven aquí. – la acerqué a mi pecho y la abracé.

Siempre nos habíamos llevado relativamente bien y sabía que nuestro no-compromiso le había dolido pero no imaginé que ella me amara. Acaricié su cabello y después la separé de mi y la miré a los ojos.

-Lo siento. – sonrió de nuevo y se limpió las mejillas.

-Me debo de ver horrible. – rió. Cogió su bolso y sacó un pequeño espejo y comenzó a arreglarse el maquillaje.

Mi móvil sonó en mi bolsillo, lo cogí. Era Rosalie.

-Hola, Rose.

-¿Dónde estás? – preguntó enfadada.

-Humm, ¿trabajando? – obvié.

-¿Pero sabes que hora es? – chilló – Tienes que estas aquí cuanto antes, te tienes que bañar, vestir, arreglar. ¡Muchas cosas!

-Vale, vale. – reí – Voy de camino.

-Esta bien, te espero. Cuando llegues me llamas.

-Ok. ¿Emmett ha llegado? – pregunté.

-No, supongo que lo hará en cualquier momento, salió esta madrugada de Londres pero ha echo escala en Francia por unos asuntos que tenía que resolver. – asentí.

-Bueno. – miré de reojo a Aahsaya que se había terminado de arreglar y estaba concentrada en un teléfono. Bajé la voz y pregunté. - ¿Y cómo está Bella?

-Desesperada. – rió- No creo que soporte por más tiempo a mamá y a Alice. – reí quedamente.

-Dile a mamá que la deje respirar un poco.

-Se lo diré. – se notaba la sonrisa en su voz. – Venga no tardes.

-No. – rodeé los ojos – Adiós. – corté la llamada. Me giré para encontrarme a Aahsaya de pie ya con sus cosas en la mano. – Era Rosalie, - guardé el teléfono en mi bolsillo. – tengo que irme.

-Claro, yo también, tengo que arreglarme para esta noche. – asentí.

-¿Quieres que te lleve? – ofrecí – Paso por tu casa de camino a Palacio.

-Vale, gracias. – sonrió.

-No hay de que. – cogí mis cosas y salimos de la oficina. – Asalamu alaikum, Lubna.

-Alaikum salamu, señor Cullen, señorita Al Amri . – asintió.

Bajamos al garaje y le abrí la puerta del coche y después subí. Cuando salí por la puerta ya tenía una camioneta negra detrás en la cual iban mis guardaespaldas. Durante el viaje hablamos de la empresa y de los viejos tiempos, cuando eramos unos atolondrados adolescentes. Paré en la puerta de su casa y baje a abrirle la puerta.

-Bueno, nos vemos más tarde, Edward- sonreí.

-Hasta luego. – caminé a la puerta del conductor pero paré cuando Aahsaya me llamó. - ¿Si?

-Quiero que sepas que yo soy tu amiga. – dió un paso hacia mi. – Estaré aquí para lo que necesites.

-Gracias, Aahsaya. – sonreí – Te digo lo mismo. Si necesitas algo, cualquier cosa, búscame. – me sonrió y asintió, se despidió con la mano caminando hacia la puerta de su casa.

Me monté en el coche y me fuí.

APOV (Aahsaya)

Dejé el bolso en el sofá y caminé hacia la cocina.

-Ramia – la llamé - ¡Ramia!

-Señorita. –la chica se paró delante de mi con las manos cruzadas detrás de ella.

-Dame un vaso de agua. –asintió y me sirvió el agua. Me senté en la encimera mientras bebía.

-¿Está mi madre?

-La señora ha ido al aeropuerto a recoger a su hermana y su sobrina. Su padre esta trabajando.

-Ah. ¿ya han traído mi traje de esta noche? – me levanté yendo a mi habitación con Ramia pisándome los talones.

-No – paré en seco y me giré a mirarla.

-¿Y eso por qué?

-Señorita, - tembló – llamaron diciendo que tenían que darle un retoque porque...

-¡Es casi la hora! – grité - ¡Ve a por mi vestido! Y diles que más les vale que esté perfectamente.

Entré a mi cuarto furiosa. Cogí una almohada de mi cama y la golpeé repetidamente contra esta, gritando de frustración.

-Isabella – dije con asco. – No sabes lo que te espera, zorra.

Pensé en Edward y en el futuro que nunca tendríamos. Hoy me había tratado tan bien, con tanta consideración. Me senté en la cama.

"Te aseguro, de verdad, que si nunca hubiera conocido a Bella nos hubiera dado una oportunidad"

Grité tirando la almohada al suelo. Esa maldita era la culpable de que Edward y yo estuviéramos separados.

-Yo solo quería casarme con el hombre que amaba. – le dije al aire sintiendo mis lágrimas caer. – Solo deseaba que Edward me quisiera. –chillé.

Sentía que mi respiración se agitaba y mi pecho se contraía. Nunca había sentido el dolor que estaba sintiendo ahora. Había dado por sentado desde hace mucho tiempo que me casaría con Edward y no pensé nunca que iba a ocurrir esto.

Ver como la miraba, como la tocaba, como le hablaba, me destrozaba cada vez más. ¡Eso tendría que ser para mi!

-Me tendría que amar a mi – sollocé llevándome las manos al rostro.

No se cuanto tiempo estuve llorando pero cuando oí abrirse la puerta principal me levanté y me metía a bañarme sabiendo que era mi madre con mi prima y mi tía.

Depués de bañarme salí envuelta en un albornoz y con una toalla en la cabeza. Encima de mi cama se encontraba Aamal sentada mirándome con una sonrisa.

-¡Prima! – se acercó a darme un abrazo que devolví.

-Aamal. ¿Cómo estás? – pregunté.

-Estupéndamente, pero dime. ¿Tú cómo estás? – preguntó seria – Sé que no te vas a casar con Edward. De verdad que lo siento, habibi, sé que lo estas pasando mal – me miró con tristeza. – Siempre has estado enamorada de él. – suspiré.

-Ya - susurré y me dirigí a la cama donde estaba tendido mi kaftan amarillo con detalles en hilo de plata, con su cinturón delgado de piedras preciosas incrustadas.

-Aahsaya. – dijo con reprobación.

-¿Qué? – me giré molesta.

-¿De verdad vas a dejar que esa extrangera – señaló la puerta – te lo quite?

-Aamal- sonreí - ¿Acaso no me conoces? Edward es mio. – dije seria – Le eh esperado mucho tiempo como para que venga la americana esa a quitármelo.

-¿Entonces? – preguntó riendo complacida - ¿Qué harás?

-De momento no puedo hacer mucho – me seque el pelo con la toalla y cogí el secador. – Esme apoya la boda, al igual que Rosalie y Jasper. Ya sabes que aunque sea solo el mejor amigo de Edward para él es como un hermano. Su opinión vale mucho y Jasper piensa que Bellaescupí – es perfecta para Edward.

-¿Tan bonita es la chica? – me giré hacia Aamal que estaba medio tumbada en mi cama.

-Es más que bonita, es bella. – reconocí.

-Bueno, pues vamos a arreglarte para que estés deslumbrante – se animó levantándose y parándose a mi lado delante del espejo. – Conseguiremos que te cases con Edwardasentí.

-Con el apoyo de Carlisle será más fácil. – nos sonreímos.

-¿Carlisle no estás de acuerdo?

-No, - reí – piensa que yo soy mejor opción y no se ha cortado ni un pelo en dejárselo claro a todos. Se ha obstinado más porque Edward le ha enfrentado y le ha llevado la contraria. Isabella no tiene la menor oportunidad con él. – sonreí maliciosa.

-Bien – me felicitó Aamal. – Ahora tenemos que conseguir que sea el propio Carlisle quien se empeñe en separarlos, mientras más al margen quedes mejor. Que toda la culpa se la lleve su Alteza.

-Eso es brillante, Aamal. Carlisle ma abrirá la puerta y andará el camino por mi, cuando llegue el momento solo tendré qie dejarme ver. De momento seré la pobre Aahsaya – me lamenté teatralmente – enamorada del príncipe Edward. – reímos. Me senté en la silla de delante del tocador mientras Aamal me terminaba de secar el pelo. Paró un momento, me miró a los ojos a través del espejo y acarició mi cabello.

-Te juro que te casarás con Edward, prima. – le sonreí y acaricié su mano.

-Confio en ti, Aamal. Sé que Edward será para mi.

BPOV

-Espera un momento – exclamé zafándome de sus manos. Alice me miró enfadada.

-Bella, por favor, quédate quieta. ¡Vamos a llegar tarde!

Rosalie entró en la habitación vistiendo un precioso kaftan rosa decorado con hilos plata. Tenía un gancho en forma de flor blanca a un lado de su cabello, apartándoselo de la cara. Nos miró sonriendo y señaló la puerta con su pulgar.

-Los invitados están llegando y Edward está a punto de bajar. – me observó – Bella estás preciosas. – le sonreí agradecida.

-Tú también estas muy guapa, Rosalie. – la alagué.

-Venga Bella, siéntate. – me urgió Alice llevándome al asiento del tocador. – Rosalie, ¿han terminado ya los estilistas con el pelo de tu madre?

-Si – asintió – Vienen enseguida.

-Ok. – suspiró y miró a su alrededor buscando algo. – Bella, - la miré. - ¿Dónde está tu vestido?

-En el vestidor – tocaron a la puerta y Rosalie fue a abrir, eran los estilistas.

Habían pasado todo el día arreglándome. Hace una hora me habían puesto una mascarilla que me había quitado hace unos minutos cuando me dí la última ducha. Entraron dos mujeres de aspecto moderno cargando dos maletines grandes cada una.

-Pasar – las invitó Alice.

A los cinco minutos me encontraba frente al espejo mientras me hacían un peinado elaborado mientras la otra chica me ponía una crema de olor dulzón en las manos mientras me las masajeaba. Cuando terminó con las manos hizo lo mismo con los pies. Al acabar me maquillaron en tanto que me ponían toda esa crema por todo el cuerpo.

-Mírate, Bella. – me alentó Rosalie cuando terminaron. Cuando me miré me sentí satisfecha del trabajo que hicieron, mi cabello estaba perfecto y el maquillaje era leve; los labios al natural con un poco de brillo color carne, y los ojos solo marcados con lápiz y rimel. Sonreí y me volví hacia las mujeres.

-Gracias, habéis hecho un trabajo excelente. Sukran.

-De nada – me dijeron y se marcharon dejándonos a solas.

Alice sacó el kaftan, que era verde oscuro, de la bolsa y lo dejó en la cama separando las dos partes del vestido. Me quité la bata quedando en ropa interior.

-Rosalie, cógele el pelo. – dijo Alice mientras cogía la parte del vestido uqe se abotonaba por delante de arriba a abajo, como una camisa pero hasta los pies.

Pasé los brazos por las estrechas largas mangas para después abrocharlo entero. Volví a pasar los brazos por las mangas de la otra parte del kaftan de mangas anchas que me llegaban hasta los codos. Este no se abotonaba sino que se sujetaba con un cinturón de oro con piedras incrustadas por mi cintura, y me lo ajustaron.

Al verme en el espejo me quedé maravillada y mientras Rosalie me ponía un velo verde bordado de hilo de oro con algunas piedras preciosas. Me lo pasó por el pelo tapándomelo completamente y rodeando mi cuello como el típico velo musulmán. (Foto). Pesaba bastante. Por último, me puse unas sandalias de tacón a juego con el kaftan. Después de mirarme al espejo, me giré hacia Alice y Rosalie que me observaban con una sonrisa.

-Estás preciosa – sonreí feliz.

-Gracias. – me sentí emocionada.

-No llores que estropeas el maquillaje. – me advirtió Alice.

-Vale, vale. – me eché aire con las manos aguantándome las lágrimas.

Tocaron a la puerta y entraron Kate y Peyton, ambas vestidas elegantemente.

-Edward se va a caer de espaldas, Bells. – dijo Kate mirándome de arriba a abajo.

-¡Bella estás guapísima! – exclamó Pey.

-Gracias. – sonreí. Esme entró seguida de mi madre y dos señoras que no conocía.

-¡Suin! – exclamó y me abrazó. – Estas hermosa. – susurró emocionada.

-Gracias, Esme.

-Bella. – mamá me abrazó a sollozando – Estas muy guapa. – Cuando se separó me di cuenta de que de sus ojos no salía ni una lágrima. Me reí por eso, típico de Renee. – Vas a ser la envidia de todo el mundo. Peyton, hazme una foto con tu hermana.

Peyton encendió la cámara y nos fotografió. Durante unos quince minutos estube haciéndome fotos con todas las chicas mientras Esme hablaba con las dos desconocidas. Al terminar se acercó a mi con ellas.

-Bella, te presento a Rama y Lamia. Son las tías de Carlisle.

Les sonreí amablemente y las salude, me hablaron pero no entendí nada. Miré a Esme.

-Dicen que eres muy hermosa y que están muy contentas con esta unión. – me reí.

-Sukran. – agradecí. La que parecía ser la mayor se acercó y me agarró la mano mirándome a los ojos y me dijo una palabra mientras me miraba seria. Esme frunció el ceño.

-¿Qué ha dicho? – le pregunté.

-Solo que te cuides. – le restó importancia.

-Oh. Bueno... – miré a la señora que aún sujetaba mi mano – Sukran. – sonrió y palmeó mi mano soltándomela.

-¿Vamos? – asentí y bajamos al piso de abajo.

Nos dirigímos hacia la zona donde se rezaba en palacio, era como una pequeña mezquita, aunque de pequeña no tenía nada dado que cabían 80 personas perfectamente. Allí nos esperaba el sheikh junto con los testigos, la familia y el Al-Walliyy. Íbamos a redactar el contrato matrimonial y el Al-Walliyy era el que se encargaba de verificar que lo que yo había predispuesto en el contrato estaba escrito en él correctamente. Jasper era mi Al-Walliyy.

Después, celebraríamos el compromiso con una fiesta llamada Al-kitab del Kitab. Los invitados nos esperarían en la sala hasta que se realizara el contrato y todo lo que conllevaba.

Antes de acercarnos a ellos, me bajaron más el velo hasta taparme casi toda la cara.

-Agacha la cabeza para ver el suelo y no tropezarte. – me aconsejó Rosalie.

Entramos en la sala alfombrada que no tenía ningún mobiliario propio. Allí se encontraban Carlisle, Edward, Jasper, Charlie, Emmett y tres ancianos. Estaban todos sentados en el suelo frente al sheikh. Este era un hombre con un traje típico árabe y de barba gris. El hombre me miró y extendió sus manos hacia mi, llamándome. Me dirigí hacia él junto a Edward, que estaba de pie a un lado de la puerta. Nos sentamos en unas cómodas sillas que estaban delante del sheikh que se quedó de pie. Cuando nos sentamos el sheikh comenzó a leer suras del libro sagrado que hablaban de Dios, la pareja, el matrimonio y el futuro. Edward iba traduciéndome a medida que el hombre hablaba.

Habló sobre la unión de dos personas, sobre Dios y como este siempre proporcionaba la felicidad a dos personas amadas.

Cuando acabó dijimos todos:

Amín.

Un hombre joven le entregó un papel al sheikh, era el contrato matrimonial. El sheikh lo leyó. En el contrato ponían las peticiones de los cónyuges para el matrimonio. Yo había pedido expresamente que se respetasen mis decisiones y opiniones, que cuando tuviéramos hijos la custodia sería compartida independientemente de la situación entre Edward y yo. Nuestros hijos tendrían la doble nacionalidad y yo tendría el derecho de viajar con ellos a donde fuera, además, si el primer hijo que tuviéramos fuera mujer, esta heredaría el trono igualmente. Y la petición más importante: yo sería su única esposa.

Después de que el sheikh lo leyera se lo entregó a Carlisle que lo leyó junto a Edward y después se lo entregó a Jasper. Él me lo leyó y me indicó que era lo que Carlisle, como rey, había añadido.

"En caso de ser necesario para el futuro de Dojail,

El prícipe Edward Antony Cullen,

tendrá derecho a casarse por segunda vez."

Jasper me explicó que era algo que todos los jeques debían añadir en caso de que se pidiese la monogamia en un matrimonio real.

Además, Edward me declaraba como la única heredera al jecado (trono/corona) junto a él.

Rosalie, Emmett y el hombre que le entregó el contrato al sheikh eran nuestros testigos. Una vez leído el contrato y que tanto Edward como yo lo aprobáramos, el sheikh declaró que ya estábamos espiritual y legalmente comprometidos bajo las leyes del islam.

Esme le entregó a Edward una caja en la cual había un anillo de oro con un zafiro azul cuadrado en medio y con dos diamantes a cada lado. (Foto).

-Si ya tengo un anillo - susurré.

-Ese es un anillo que yo te dí a ti de mi parte. Es algo entre tu y yo. Este, - señaló el anillo de la caja – te lo da mi familia porque te acepta. De esta manera te dan la bienvenida. No tiene que ser necesariamente un anillo, puede ser cualquier joya pero pensé que te gustaría más un anillo.

Un mechón de cabello le caía sobre la frente, se lo aparté y le miré. Sus ojos estaban más verde que nunca. Sabía que Edward me estaba hablando pero no escuchaba nada de lo que estaba diciéndome. Nunca me había sentido así: tan contenta. Sentía que mi pecho podría explotar en cualquier momento de lo pleno que lo sentía. Mi corazón latía con fuerza y constancia, y sabía que era porque me sentía viva.

-Bella... – Edward me miró extrañado.

-¿Mmmm?

-¿Te pasa algo? – rió.

-¿Qué? – fruncí el ceño. – No.

-Te has quedado en la luna.

-Estaba pensando. – suspiré. – Estoy muy feliz.

-Ya también. – me acarició la mejilla.

-¿Qué me estabas diciendo?

-Ah. Que me dieras tu mano para ponerte el anillo.

-Oh.

Se la entregué y me lo colocó en la mano contraria de donde estaba el otro anillo. Le dediqué una sonrisa sintiendo las lágrimas en mis ojos, quería besarle hasta quedarme sin aliento pero en su lugar lo abracé.

Esme se acercó a nosotros y nos abrazó, felicitándonos. Después nos levantamos y salímos de la estancia y en el pasillo nos felicitaron todos. Busqué a Edward pero no lo por ningún lado al igual que todos los demás hombres, incluido mi padre. Mamá se acercó y me dió un fuerte abrazo.

-Estoy muy feliz por ti mi niña. – me susurró. Estaba un poco sorprendida porque Reneé normalmente no era tan cariñosa. – Felicidades.

-Gracias, mamá. – se separó de mi y me acarició la cabeza sobre el velo ajustándomelo para que se me viera claramente la cara. Sus ojos brillaban, no sabía si por la alegría o porque estaba a punto de llorar.

-Oh, - suspiró – te quiero mucho, Isabella, aunque este último tiempo no lo haya demostrado lo suficiente.

-No importa, mamá. – se me formó un nudo en la garganta. – Yo se que es así, eres mi madre, ¿no?

-Sí – rió llorosa y suspirando se disculpó para ir al baño. Me quedé observándola caminar hasta que sentí una mano en mi hombro.

-Bella, tenemos que ir al salón. – me dijo Alice, asentí.

Acompañada por todas las mujeres con Rosalie a mi derecha, Peyton a mi izquierda y Esme a su lado. Entramos a la sala bajo los cantos lícitos y tambores. Saludamos a todo el mundo uno a uno mientras la música sonaba. Esme me presentó a todos.

-Assalamu alaikum – saludé a los Al Amri, era la familia de Aahsaya. Esta estaba a un lado de sus padres vestida con un kaftan amarillo con un cinturón de plata. Junto a ella estaba la hermana mayor de su madre y la hija de la misma, Aamal.

-Alaikum salam. – contestaron

-Soy la mamá de Aahsaya. – me tendió la mano y sonrió forzadamente. Sabía que no debía de estar nada feliz dado que era su hija la que debería estar en mi lugar, técnicamente claro. – Tú debes de ser Isabella. – dijo la señora del velo azul a conjunto con su traje. – Felicidades por tu compromiso.

-Sukran.

Saludé a su hermana y su sobrina (que me miró penetrantemente, analizándome) y a su marido. Este solo asintió.

-Felicidades Bella, estas preciosa. – alagó Aahsaya dándome la mano. Asentí en agradecimiento. Ella sonrió y se giró hacia mi suegra.– Esme, ¿kaif kalak?

-Bien, sukran. – me volví hacia Rosalie cuando me llamó.

-¿Qué ocurre?

-Ven. – cogió mi mano – Continuemos saludando.

estuvieron presentándome más personas e incluso conocí al embajador de Estados Unidos en Dojail.

-Señor, McCroguer, a sido un gusto conocerle.

-El gusto ha sido mio señorita Swan. – le sonreí amablemente.

Me dirigieron a una mesa grande que estaba en el frente en la cual ya estaban sentados Carlisle, Edward y Emmett. Jasper y Alice también estaban ya que Jasper había sido el Al-Walliyy en la ceremonia.

-Bella – Kate apareció delante de mi junto a Josh antes de que llegase a la mesa. – ¡Felicidades, amiga! – exclamó abrazándome.

-Gracias, Kate. – reí. como Rosalie, Payton y Esme se fueron a la mesa dejándonos solos. – Hola Josh.

-Hola, Bella. Felicidades.

-Gracias.

-Yo voy a saludar a Edward. – besó la mejilla de Kate antes de alejarse.

-Ya eres una mujer casi casada. Espero que no te pongas tan gorda como todas estas.

-¡Kate! Baja la voz. – la regañé. Movió la mano quitándole importancia.

-Ahora lo importante es otra cosa. – dijo seria y acercándose a mi. - ¿Porque no me has hablado de la tal aa... la saya... ¡La tía esa!? – chilló. Suspiré.

-Kate...

-No, Bella, no. Soy tu amiga y te puedo ayudar en lo que sea. – miró a Aahsaya de reojo. – Sobretodo para auyentar a exprometidas. – medio gritó.

-¡Shhh! – le tapé la boca. – ¡Kate! – la regañé – Ella no es mala. En realidad, no me ha hecho nada. Es verdad que no vamos a ser las mejores amigas obviamente pero tampoco es una borde de mierda. Es bastante... cordial. – arrugué el rostro.

-Uy, si. Supercordial. – masculló, la miré mal. - ¿Qué? Si hubieras visto como "felicitó" – hizo comillas – y saludó a Edward seguro que coincidirías conmigo en que estaba siendo más que cordial. Descarada diría yo. – acabó indignada. Prefería hacer como que no había escuchado nada.

-Kate. – cerré los ojos con fuerza y después la miré riendo. – Pareces tú la novia.

-Si yo fuera la novia, le dejaría claro que a la saya esa...

-Aahsaya.

-¡Cómo sea! Le dejaría claro, "cordialmente" que el novio es mío. – me señaló acusadora.

-Me da igual lo que haga – miré sobre su hombro a Edward que reía con Emmett. Sonreí. – Eso es lo único que me importa. – se giró siguiendo mi mirada. Se volvió hacia mi mordiéndose la mejilla interior.

-Venga ve, luego hablamos. – me empujó hacía la mesa principal.

-Te quiero. – besé su mejilla y me fuí.

Edward al verme llegar se levantó y se acercó a mi.

-Hola. – sonreí.

-Hola – me ayudó a sentarme en frente de él y al lado de sus padres y su hermana.

-¿Cómo estás? – preguntó.

-Feliz. – agarré su mano a través de la mesa.

-Yo también, habibi. Estás muy guapa. – me sonrojé.

-Gracias. Tu estás muy bien.

-Gracias – me sonrió.

Estuvimos conversando durante mucho rato cuando se oyó un sonido muy fuerte. Se trataba de un hombre mayor que estaba encima de una plataforma encendiéndo un micrófono.

-Assalamu alikum. – saludó enérgico.

-Alaikum salamu – respondieron varios.

Empezó a hablar en árabe y yo no entendía más que palabras sueltas. El señor me miró y dijo en inglés:

-Lo siento, se me olvidó que nuestras futura princesa no maneja aún nuestro idioma. – sonrió y continuó su discurso en inglés. – Hoy es un día especial para nuestro país y para nosotros mismos. Hemos empezado la nueva generación de Dojail. El príncipe Edward se ha comprometido con la señorita Isabella ala que recibimos con los brazos abierto y con mucha felicidad. –nos miró directamente a nosotros y señalándonos dijo – Felicidades. Les deseamos que Allah les provea de paz, felicidad y muchos hijo. Alhamdulila. Amín.

-Amín – dijimos Edward y yo junto a otros, entre ellos toda la familia.

-¡Vivan los príncipes y el futuro de Dojail! – exclamó alzando su copa (sin alcohol) - ¡Salud!

-¡Salud! – brindamos unos con otros.

A continuación, las luces se apagaron y sonó la música. Aparecieron por la puerta unas mujeres vestidas con la típica ropa de baile árabe. Se pasearon por toda la sala moviéndose al ritmo de la canción. Una de ellas se acercó a nuestra mesa y movió las caderas de un lado a otro rápidamente, haciendo sonar las monedas que colgaban de su ropa roja.

No podía dejar de mirarla, se movía como si estuviera flotando. Combinó el movimiento de las caderas con las manos e hizo eses con el cuerpo. Se movió a nuestro alrededor sensualmente. Ella era la única que tenía cubierta la boca con un pequeño pañuelo rojo. Tenía los ojos maquillados de forma que su mirada era misteriosa y su piel dorada en combinación con su pelo negro y el juego de luces la hacían parecer un sueño.

-Impresionante, ¿eh? – murmuró Rosalie a mi lado.

-Si. – susurré.

La bailarina continuó bailando y moviéndose al ritmo de la música. Las demás bailarinas se juntaron delante de nosotros haciendo una coreografía. La gente empezó a aplaudir y yo con ella. Miré a Edward que me miraba con los ojos brillosos. Le sonreí y él me correspondió.

-Te quiero - articuló sin ningún sonido.

-Y yo a ti – contesté. Me mordí el labio.

Terminó el baile y todos aplaudieron y la música continuó mientras las bailarinas desaparecían. La gente salió a bailar, los hombres hicieron un baile muy gracioso que consistía en cogerse de los hombros y bailar con los pies siguiendo la canción, tanto Jasper como Edward y Emmett participaron.

-Vamos, Bella. – Rosalie cogió mi mano estirándome, me levanté siguiéndola a la pista.

-¡Rose! – estiré de su mano. Yo no se bailar esto.

-No importa. Ya aprenderás. Es tu fiesta, tienes que bailar. Solo fíjate en mi y muévete al ritmo de la música.

Movió las manos a su alrededor curvándolas y girándolas a la vez que movía las caderas y los pies.

-¿Quieres que haga eso? – la cuestioné alzándo una ceja. Dejó de bailar y me miró seria.

-Baila – ordenó. Cogió mis manos indicándome como moverlas. – Mueve la cadera así. – me indicó. La imité y después me dijo como mover los pies. – Muy bien. – me felicitó. Reí y me dejé llevar por la música. Baile con Rose y después con Alice y Kate se unieron a nosotras. Nos enseñaron pasos nuevos dependiendo de la canción que sonaba. Una hora después me sabía más de 7 pasos de baile diferentes, y me salían muy bien.

Bailamos y nos divertimos durante lo que parecían horas y cuando nos cansamos nos sentamos de nuevo.

-No sabía que bailaras tan bien. – me felicitó Edward.

-Gracias. Rose y Alice ayudaron mucho. – reí.

-¡Suin! – exclamó un hombre al lado de Edward que iba acompañado del que le entregó el contrato al sheikh en la ceremonia.

-Bella, él es Rayah, - señaló al primero. – un viejo amigo. Y este, – señaló al otro – es mi primo Said.

-Mucho gusto – les saludé con la mano.

-El gusto es todo nuestro – contestó Said.

-Edward está muy bendecido, cualquiera lo estaría con una mujer como tú. – me sonrojé.

-Lo estoy Rayah, - me miró con una sonrisa. – claro que si.

.

.

.

-Edward. – se acercó la madre de Aahsyaa y le abrazó. Habló rápidamente en árabe sonriendo de oreja a oreja. Edward se veía incómodo y sonreía forzosamente, asintiendo.

Seguido, el padre de Aahsaya le dió la mano. No entendí lo que le dijo pero si comprendí cuando Edward le dió las gracias por lo que supuse que le había felicitado.

Ninguno de los dos me felicitó, solamente me miraron, asintieron y se giraron a saludar a Carlisle y Esme.

Aahsaya abrazó a Edward y le habló en árabe rápidamente.

Alice llamó mi atención hablándome de algunas ideas que se le acababan de ocurrir para la boda. La escuché, aunque aún estaba pendiente de Edward y Aahsya que seguían hablando. Kate apareció a mi lado uniéndose a la conversación cuando Aahsaya y Edward llamaron su atención.

-¿Y esa? ¿Va a estar toda la noche pegada a él o que? – la miré un momento por su tono alto.

-Estarán hablando de algo importante.

-Si claro, - me miró fijamente – de lo verdes que tiene Edward los ojos y el bonito contraste que hace con su traje. – dijo irónica.

-Enhorabuena, Isabella. – interrumpió Aahsaya mi réplica. Intenté sonreirle, Kate en cambio no cambió su gesto de pitbull lo más mínimo. Le dí un pellizco disimulado. Te llevas al mejor hombre de Dojail. – me sonrió.

-Lo se. – sonreí feliz.

Aahsaya me miró absorta en sus pensamientos durante lo que parecieron horas. La forma en la que me miraba me inquietó, como si quisiera hacerme desaparecer. Pero la mirada apenas duró unos segundos porque enseguida me volvió a sonreír como si nada.

-Estos días nos veremos más, ya sabes, para ayudarte con todo lo de la boda. – alcé una ceja.

-¿Cómo? – fruncí el ceño. – No es necesario Aahsaya, entre Esme, Alice, Rosalie, Kate y yo nos apañamos. – intenté disuadirla de su idea de ayudar.

-Tranquila, Isabella. Estoy segura de que te seré de mucha ayuda. – miró detrás de mi y saludó a alguien. – Bueno, Isabella, te dejo. Nos vemos mañana. – se alejó con su andar elegante.

-Ni si quiera ha saludado. Zorra. – rodeé los ojos.

-Como te iba a saludar si la estabas matando con los ojos. – le dije.

-¡Ah! Ahora la defiendes. – dijo indignada. Solté una carcajada y pasé un brazo por sus hombros.

-No seas tonta. – besé su mejilla mientras reíamos.

Un flash nos cegó, resultó ser mi hermana que nos había echo una foto con la cámara. Se había auto proclamado la fotógrafa oficial de la familia Swan.

-¿Qué? – preguntó cuando la miramos mal. – Salíais muy monas. – se encogió de hombros.

-Ohh, ven aquí. – la abrazamos entre las dos riendo como tonta.


Hola corazones, ¿cuanto tiempo verdad? No tengo excusa más que no eh tenido tiempo, entre el fin de curso y que me eh ido a vivir a otro país me ha sido prácticamente imposible. Que sepáis que tengo varios capítulos escritos pero aún los tengo que pasar al ordenador con sus respectivas correcciones, eliminaciones y adhesiones. Espero que os haya gustado el Aahsaya POV, he querido añadirlo para dejar claro que lo que Aahsaya siente por Edward no se trata de interés económico, de poder o de una obsesión. La pobre esta enamorada de el de verdad. No todas las enamoradas deciden sacrificarse para que el hombre que aman sea feliz con otra, unas deciden luchar, y de las que luchan unas lo hacer limpiamente y otras utilizan todo tipo de armas. Buenas o malas. Aahsaya se encuentra entre el último grupo y hará todo lo que esté en su mano (y lo que no) para quedarse con Edward.

Bueno mis amores, os dejo y hasta la próxima. Un besito muy grande y espero mucho comentario que si esta vez son muchos os juro por lo mas sagrado que subiré el próximo capítulo lo antes posible.

PD: ¡Acepto sugerencias!

¡Un beso y feliz verano!

Sayna T.

Capítulo 8: Capítulo 8

 


 


 
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