De sirvienta a princesa... ¿y luego que? (+18)

Autor: SaynaCullen
Género: Romance
Fecha Creación: 27/04/2013
Fecha Actualización: 19/08/2014
Finalizado: NO
Votos: 11
Comentarios: 15
Visitas: 14670
Capítulos: 9

Bella Swan trabaja en una empresa de limpieza para poder ayudar a sus padres. Charlie ha quedado en silla de ruedas después de un accidente y ya no es el padre cariñoso que era antes.

Edward es el heredero de un trono árabe, sus padres le presionan para que se case e intentando huir de las conversaciones incomodas se va a Nueva York un tiempo.

¿Cómo se unirán sus vidas? Y cuando eso ocurra, ¿el amor será lo suficientemente fuerte para las circunstancias? Registrada en Safe Creative.

Hola, os traigo a mi bebe número dos, espero de todo corazón que os guste y me dejeis comentarios diciendomelo. Disfrutar leyendo tanto como dirfruto yo escribiendo. Ademas, ¡acepto sugerencias!

¡Besos, amores y a leer!

Sayna C. 

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 7: Capitulo 7

LOS PERSONAJES PERTENECEN A STEPHENIE MEYER, LA HISTORIA ES MÍA

Esta prohibida su copia y distribución. Esta registrada en Safe Creative.

"Capítulo 7"


BPOV

-¿Que haces aquí? – tartamudeé.

-He venido ha recogerte como acordamos – contestó mirando por encima de mi cabeza.

-V-vale – pestañeé nerviosa – Voy por mi bolso y…

-¿Puedo pasar? – señaló la casa.

Abrí y cerré la boca como un pez sin saber que contestar. Me hacia ilusión que quisiera conocer mi casa pero… No quería, no estaba preparada para ver el rostro que pondría al verla.

-Pues… es que… - alzó las cejas – de acuerdo, pasa – me lamí los labios nerviosa.

Agachó la cabeza para pasar por la puerta mirando todo atentamente. Con la presencia de Edward, la casa parecía incluso más pequeña de lo que ya era. Le acompañé al salón decidida a salir cuanto antes de allí.

-¿No están tus padres? – cuestionó sentándose en el sofá, abrí la boca para contestar pero me vi interrumpida por la voz de Renee acercándose.

-No, Charlie – dijo con voz cansina – Ahora puedes hacer el favor de dejarme en paz – cerré los ojos avergonzada, sintiendo mis mejillas arder.

-Renee, estoy hablando contigo. ¡Ven aquí! – Renee apareció seguida de Charlie en la silla de ruedas - ¡Renee, dime…! – se quedaron parados al vernos en el salón.

-¿Y tú quien eres? – preguntó Rene con una mirada de apreciación. Charlie gruñó, rojo de rabia.

-Soy Edward Cullen, un gusto conocerlos. – extendió la mano hacia ellos, saludándolos.

-¿Qué haces aquí? – Preguntó Charlie – Si pretendes vendernos algo…

-¡Papá! – exclamé, me miro furibundo.

-Entonces seguro que eres un abogado de esos, ya les he dicho que no les debo nada.

- Papá, para - le mire fijamente.

-No se preocupe señor Swan, no soy nada de eso – me miró esperando mi aprobación. Respire hondo y asentí – Soy el novio de su hija Isabella.

Se formo un silencio profundo, nadie dijo nada. Renee nos observaba con una mirada pensativa, Charlie… no sabía que expresión tenía.

-¿Desde cuando? – soltó.

-Unas semanas – contestó tranquilo Edward. Renee sonrió satisfecha y se sentó en el sofá indicándole a Edward que hiciera lo mismo.

Edward sonrió y me cogió de la mano para que me sentara a su lado.

-No sabíamos que nuestra querida Isabella tenía novio. No sabe cuanto nos alegra que tenga a alguien en quien apoyarse. Nuestra situación no es la mejor, Isabella ha trabajado mucho para ayudarnos, se merece un respiro. – Renee miro inquisitivamente a Edward - Supongo que mi hija le habrá puesto al tanto de todo, ¿no? – mire a mi madre incrédula.

-Bella me ha contado lo que ocurrió. Lo lamento. – miro fijamente a mi padre a los ojos, este ni siquiera se digno a contestar. Renee carraspeó y se irguió sonriendo.

-Bueno, pues cuéntanos algo de ti, Edward. ¿Cuántos años tienes?

-Veinticuatro años.

-Oh, eres muy joven – sonrió– En realidad no nos separa tanta edad – coqueteó. Me tape el rostro avergonzada. No me lo puedo creer, pensé.

-Mamá. – le advertí entre dientes.

-¿Y a que te dedicas? – continuo pasando de mi.

-Soy empresario, llevo la empresa familiar.

-Oh, ¿es muy importante la empresa esa?

-Renee, deja ya al chico – intervino Charlie sorprendiéndome – Háblanos de tu familia. ¿De donde eres? – me tensé, miré a Edward esperando su respuesta. Me apretó la mano para que me relajase.

-Soy de Dojhail, un país de África. Mi madre se llama Esme y mi padre Carlisle. Tengo una hermana de 21 años.

-¿Cómo se llama?

-Rosalie, esta casada y tiene tres hijos.

-Oh – se sorprendió Renee.

-¿Qué te trae por Estado Unidos? – le preguntó Charlie.

-Hemos tenido algunos problemas en la empresa y he tenido que venir a solucionarlos. Pero ya esta todo bien.

-¿Tus padres están aquí? Me encantaría conocerlos – inquirió Renee.

-No, no están.

-¿Y no podrían venir? ¡Es una ocasión especial!

-Desgraciadamente no podrá ser. Tienen mucho trabajo y a no ser que sea algo oficial no podrán venir - mis padres le miraron extrañados. – Ellos son los reyes de Dojhail, como comprenderán no pueden dejar sus deberes así como así.

Charlie tosió ruidosamente y miro a Edward sorprendido. Renee tenía la sonrisa del gato de "Alicia en el País de las Maravillas" pintada en la cara, miraba a Edward como si fuera algo sobrenatural y el brillo en sus ojos era tan potente que podría tener luz propia.

Que estas diciendo, Bella. Deja de desvariar.

-¡Un príncipe! – Exclamó extasiada – Espero que no se sienta incomodo en nuestra humilde morada, alteza. –Charlie masculló palabras ininteligibles.

-Llámeme Edward, por favor. Después de todo soy su yerno. – mi madre rio tontamente.

-Entonces llámame Renee – dijo con voz sugerente.

-Bueno, nos tenemos que ir. me levanté y Edward me imitó.

-Pero porque. Deja que se quede un rato más. Tenemos tanto de lo que hablar.

-Mamá, Edward había venido a recogerme. Vamos a salir.

-Vale, pero después puedes venir a cenar – replico dirigiéndose a Edward.

-Mejor otro día, hoy ya tengo un compromiso. – dijo amable, saco el móvil y mando un mensaje rápidamente.

-El jueves no trabajo por la tarde, podría hacer la cena. Algo especial – mire a Edward dudosa.

-Estaría bien – asintió.

-Voy por mis cosas. – corrí a la habitación, cogí mi chaqueta y mi bolso. Cuando volví al salón mi madre y Edward reían alegremente, a Charlie no se le veía por ningún lado – Mamá, Peyton volverá más tarde.

-¿Dónde esta? – frunció el ceño.

-En casa de Brooke. –cogí la mano de Edward para irnos.

-Edward, a sido un placer conocerte – se despidieron con dos besos en las mejillas.

-Igualmente, Renee.

Salimos de la casa y bajamos por el ascensor en silencio. Edward tenía una cara de satisfacción increíble, yo en cambio estaba molesta por lo ocurrido momentos antes.

-¿Por qué estas enfadada?

-¿Quién te ha dicho que lo estoy? – contesté cortante.

-Estás enfadada – afirmó.

-¿Yo?... ¡Nooooo! ¡Que va! – no pude evitar ser irónica. Salimos del edificio y el chófer estaba esperando a Edward en la puerta. Entré en el coche y Edward se sentó a mi lado.

-¿No querías que conociera a tus padres? – frunció el ceño.

-Claro que si, pero me hubiera gustado que me lo consultases antes, quería hablar primero con ellos.

-Entonces… - sonrió feliz – Ya habías contemplado la posibilidad de presentármelos.

-Si, pero eso no es el tema Edward. No me gusta que hagas cosas tan importantes como esta sin consultarme. ¿Qué hubieses pensado si yo hubiese hecho lo mismo con tus padres?

-No lo habrías hecho. – rio, se estaba tomando esto a broma y no me hacia ninguna gracia. Al ver mi semblante serio carraspeó dejando de reírse – Lo siento. De verdad.

-Lo se, - susurré acariciándole la mejilla – pero no es solo eso Edward. Has quedado para una cena con mi madre, otra vez sin consultarme y les has contado de golpe todo: que eres mi novio, que tienes una empresa, que tus padres son los reyes… ¡Al menos no las has contado que tu hermana esta casada con el príncipe de Inglaterra! – Levanté las manos dejándolas caer de nuevo, frustrada. Me cogió del mentón obligándome a mirarle.

-Lo siento, pero pensé que ya que esta en tu casa podríamos decirlo todo de una vez sin demorar tanto.

-Pero aún es pronto…

-¿Acaso no estas segura de lo nuestro? - me preguntó tenso, pude ver como contraía a mandíbula.

-¡Por supuesto que si! - le dije firme – Pero deberías habérmelo preguntado. – le señalé, me cogió la mano llevándosela a los labios.

-Lo hecho, hecho esta. No volveré ha hacer algo así sin consultarte, pero en mi defensa te digo que no lo he hecho premeditadamente. Vi la oportunidad y la aproveche – le mire reprochándole – PERO, - levantó el dedo índice acallándome – no lo volveré ha hacer sin preguntarte, te lo prometo. – Asentí satisfecha, me miro sonriendo – Les he caído bien, incluso a tu padre, creo.

-¡Tonto! – le empujé levemente riendo. Realmente me alegraba que no tuviera una primera mala impresión de mis padres. Edward no se había dado cuenta de como la mirada de mi madre brillo con codicia al saber que Edward era alguien adinerado.

-Hey, - me obligó a mirarle – Te quiero, habibi*.

-Y yo a ti – sonreí, me beso dulcemente y no pude evitar suspirar. Me paso un brazo por los hombros, apoyándolo en respaldo del asiento, pasando el otro por mi cintura.

Después de todo, no importaba que fuera un príncipe, yo intentaría ser lo mejor ara el. Sacaría lo mejor de mí, para que me quisiera como yo le quería o más.

-¿Qué pasa?

-Nada. ¿Por que?

-Tu semblante ha cambiado radicalmente.

-Estaba pensado en ti – alzó las cejas – Bueno, en que eres un príncipe.

-Bella…

-No – le callé – No me importa, tenias razón. No importa que seas un príncipe, yo te quiero a ti. – le dije mirándole a los ojos. Me sonrió con la felicidad pintada en los ojos, me atrajo hacia él besándome con tanto sentimiento que me emocioné.

-No sabes lo que significan tus palabras para mí. He pasado toda mi vida rodeado de gente por interés, por eso no te conté nada.

-Lo se, Ed. – le acaricié la mejilla – Eso ya no importa.

.

.

.

Peyton y yo mirábamos a mamá incrédulas. Había venido del trabajo dos horas antes cargada de bolsas de compra. En cuanto había dejado todo, había sacado su libro de recetas del cajón y se había dispuesto a cocinar lo más elaborado de su lista. No es que mama no supiera cocinar, antes lo hacia constantemente pero desde que trabajaba se negaba a acercarse a la cocina.

-Le ha pegado fuerte eso de que Edward es príncipe – me susurró Pey.

-Y que lo digas – contesté.

Desde que Edward había venido, mi madre me había tratado muy bien. Siempre pendiente de mi, si sabia que iba a salir con él, venia a supervisar mi aspecto. Incluso me había dicho que íbamos a irnos de compras. Se podía ver su felicidad a kilómetros, nadie e podía quitar la sonrisa de la cara.

Ayer nos había contado que había visto a su antigua mejor amiga, Ana Carrington, había ido a comprar a la perfumería donde trabajaba mamá. Al verla, se había burlado de ella, diciéndole que había pasado de ser la presidenta del club de té a ser la dependienta de un perfumería. Mamá, por supuesto no se podía quedar callada y le tuvo que contar que mi novio era un príncipe, como era de esperar Ana no le había creído ni una palabra. Por este motivo mamá se había propuesto que mi relación con Edward fuera seria de verdad. Ayer me dijo…

Cariño, tienes que aprovechar y cazarlo como sea, no tendrás una oportunidad como esta. Cuando estés comprometida con él se lo presentaremos a Ana. Así esa zorra falsa se callara la maldita boca.

Ciertamente su mirada me había dado un poco de miedo.

-Bella, ¿qué haces ahí parada? – me preguntó con los brazos en garras - ¿Peyton?

-Pues… - la miré dudosa - ¿Ayudarte a cocinar?

-No – nos miró con desesperación – tendríais que estar arreglándoos.

-Pero si te ayudamos acabaremos antes y nos podremos arreglar antes.

-No, arreglar el salón e iros a duchar. En cuanto ponga el pollo en el horno me iré yo a duchar. Bella, mientras Peyton se baña saca la ropa que te vas a poner y avisa a tu padre que en cuanto terminé le ducharé. – asentimos y salimos de la cocina.

-Esto es peor de lo que pensaba – suspiré, pasándome las manos por la cara. Esto aún no había empezado y ya quería que acabase.

-Ni que fuéramos unas niñas pequeñas. No se preocupa nunca de nosotras y de repente se hace pasar por la madre ejemplar- miré a Peyton advirtiéndole - ¿Qué? Es la verdad, ese papel no le pega. - Dicho este se encerró en el baño llevándose la toalla.

Me dirigí al armario del cual saque un vestido de color beige (N/A: ¡es el e la película, Amanecer parte 1! Para las que no se acuerdan, cuando se van de luna de miel, el vestido que lleva puesto) y saqué unos tacones bajos a conjunto. Después me dispuse a avisar a Charlie. Toque la puerta de su habitación, aunque estaba abierta, porque no quería discutir por una tontería. Igual que mi madre había cambiado su actitud respecto a mí al enterarse de que Edward era mi novio, Charlie me seguía tratando como siempre, bueno casi. No me trataba bien, pero tampoco tan mal como antaño. Simplemente pasaba de mí.

-Mamádice que cuando termine te ayudara a bañarte – asintió volviendo su mirada a la televisión, me giré para irme pero Charlie me llamó - ¿Si?

-Entra y cierra la puerta – tragué en seco al ver que quería hablar conmigo a solas, la última vez que lo hicimos fue antes de su accidente para hablar de la universidad y las fiestas de esta – Quiero que sepas que me alegro mucho de que tengas un novio tan atento como Edward. – no me miraba a la cara yo no me había apartado de la puerta después de cerrarla – Deberás cuidar bien de él si no quieres que alguna arpía te lo quite. – Entonces me miró y por un momento logré ver a mi padre de nuevo – Y ten cuidado, no se sabe cuando la persona que quieres puede traicionarte. No dejes que te utilice. – asentí de acuerdo con él.

-Descuida, Edward me ama. Me lo ha demostrado.

-Tú solo… cuídate. – Asentí emocionada al saber que a pesar de todo, Charlie se seguía preocupando por mí aunque fuera un poco – Puedes irte y cierra la puerta al salir.

Así lo hice, cuando llegué a la habitación sentí como las lágrimas de felicidad se deslizaban por mis mejillas. El agua de la ducha ceso, me limpie las lágrimas rápidamente para que Peyton no me viera.

-Bella no se que ponerme – entró con prisas a la habitación – ¿Que me pongo?

-No se Pey, mira en el armario. – Me miró enfadada, suspiré – Te puedes poner esos pantalones vaqueros que te compraste en la Feria de Marzo con una camiseta. La verde quedara bien, los zapatos elígelos tú. Y hazte una coleta. ¿Contenta? – me sonrió corrió a abrazarme sosteniéndose la toalla con una mano.

-Gracias, te quiero.

-Y yo a ti, ve a vestirte.

Me duché y cuando terminé me fui a la habitación, Peyton ya estaba vestida y se había recogido el pelo en una coleta como le dije, ahora se estaba maquillando. Me sequé bien el cuerpo y después me puse la ropa interior para volver a envolverme el cuerpo con la toalla para maquillarme.

-¿Por qué no te vistes entera y después te maquillar? – me miró extrañada Peyton.

-Es que tengo un vestido beige y no quiero que se manche. Y estoy segura que con lo nerviosa que estoy me mancharé. – me sonrió dulcemente y me abrazo.

-Me alegro mucho de que seas feliz, hermanita. Te lo mereces mas que nadie, y no estés nerviosa, aunque cenaras en pijama Edward te diría que estas guapa.

-Lo se, ante todo un caballero – rodó los ojos y me empujó para que empezara a maquillarme.

El timbre sonó, me mire por última vez en el espejo. El vestido me quedaba perfecto y los tacones me estilizaban las piernas, me había planchado el pelo y lo había dejado caer por mi espalda. Abrí la puerta, Edward estaba parado delante de mí con una sonrisa y una botella de vino en la mano. Detrás de él, estaban Alice y Jasper.

-Hola, amor. – Me acerqué dejar un beso en sus labios y después me giré a saludar a mis amigos - ¿Cómo estáis? No sabía que ibais a venir.

-Si quieres nos vamos. – bromeó Jasper.

-No, como crees, sois bienvenidos aunque sea de apéndice - le seguí la broma y estallamos todos a carcajadas.

Los lleve al salón y se sentaron en el sofá cuando entró mi madre. Llevaba una falda de tubo negra con una blusa morada y unos tacones a juego y el pelo, por primera vez en mucho tiempo, se lo había dejado al natural: suelto y ondulado.

-¡Edward! Me alegro tanto de que estés aquí - se abrazaron y Edward le ofreció la botella.

-He traído una botella de Chateau Tour*, espero que sea de vuestro agrado.

-Gracias, pero no tenias que haberte molestado – me fijé en que mi madre ya no coqueteaba con Edward, ahora lo miraba con verdadero aprecio. Entrecerré los ojos, desconfiada, esto tenía que ver con Ana seguro.

-No podíamos venir con las manos vacías. Mira Renee, - señaló a Jasper y Alice, que se levantaron en seguida – él es Jasper Whitlockmi mejor amigo y su esposa Alice.

-Mucho gusto, yo soy Renee, la madre de Bella.

-Igualmente – contestaron Alice y Jasper.

Charlie apareció empujado por Peyton, que nada mas ver a Edward se acercó a saludarlo. Después de hacer todas las presentaciones pasamos a la mesa a cenar. Durante la cena me di cuenta que ni Jasper ni Alice probaron el vino. Me hice una nota mental para preguntarle a Edward sobre ese tema más tarde.

-Esto esta delicioso, Renee. – alagó Edward.

-Oh, eres tan amable. – Sonrió avergonzada – Pero come, come. No de vaya a enfriar.

Las conversaciones continuaban. Al parecer, Alice y Peyton se habían caído muy bien porque no dejaron de hablar desde que nos sentamos en la mesa, mi padre hablaba con Edward y Jasper de quien sabe que. Y yo, al igual que mi madre, estaba en todas las conversaciones, aunque yo un poco mas allá, en mi mundo. Estaba feliz de que Edward conociera a mis padres y aunque en un principio me enfade, ahora siento que es un alivio no haber tenido que decírselo yo.

-Estas muy pensativa - me susurró Edward al oído, sobresaltándome.

-No, solo estoy en mi mundo, no te preocupes. – Le sonreí para tranquilizarlo, me devolvió la sonrisa junto a un beso - Cena. – le insté.

-De acuerdo, mamá.

-No creo que pienses eso – me burlé.

-No le hago a mi madre lo que te hago a ti – replicó.

-Estoy segura de que no, seria algo muy raro – rio dejando un beso en mi mejilla.

-Descarada.

-Pervertido – le sonreí, volviendo a posar mi atención en la cena.

.

.

.

-Bueno, Edward, - empezó Charlie – creo que es hora de que hablemos de tus intenciones con Isabella. – me sorprendí ante sus palabras, en un pasado hubiera supuesto que haría esa pregunta pero estando las cosas como estaban desde su accidente no me esperaba ni que apareciera en la cena. Me tenía confundida, entre la conversación que tuvimos antes y esto… no sabia que pensar.

Edward carraspeó, dejando su café en la mesita de la sala. Hacia un rato que habíamos terminado de cenar y nos habías trasladado a la sala a tomar café y conversar. Cuando oyeron las palabras de papá, todos se callaron esperando a respuesta de mi novio.

-Señor Swan, quiero ha Isabella sinceramente. Nuestra relación no a sido acelerada, nos hemos tomado nuestro tiempo para ver como están las cosas y… - me miro al los ojos, le devolví la mirada con una sonrisa en la cara. Parecía tan serio cuando hablaba con mi padre, si, los nervios me estaban jugando una mala pasada – Creo que es lo que estaba buscan, es todo lo que podía desear, su hija estará de acuerdo conmigo, ¿no?

-Por supuesto – asentí rápidamente – Estoy muy contenta con mi relación con Edward, papá. Se que él me quiero como yo le quiero y me respeta. Confiamos en el otro y eso es la base de toda relación.

-Nosotros lo tenemos mas que estudiado – bromeó Edward, le empuje por el hombro juguetonamente - Quiero que esto dure, mis intenciones con Isabella son serias, señor Swan. – se dirigió a mi padre, serio de nuevo.

-Bien, – asintió Charlie – es lo único que quería saber. Ahora si me disculpáis yo me retiro ya, estoy cansado. Buenas noches. – dicho esto se dirigió hacia la puerta del salón.

-Le acompaño y vuelvo – dijo Renee siguiéndole.

-Me temo que nosotros también nos retiraremos – me informó Edward, asentí y lo cogí de la nuca acercándole para besarle.

-Gracias – en seguida entendió a que me refería.

-No tienes porque darlas, solo le he dicho la verdad. Tú eres todo lo que buscaba. – sentí como mis ojos se aguaban de la emoción, lo abrace escondiendo mi cara en su cuello, intentando controlar las lágrimas. No lloraría, no tenia motivos para hacerlo.

-Ya estoy aquí – me aparté para mirar a mi madre – ¿Queréis mas café?

-No hace falta, mamá. Ya se van – nos levantamos del sofá. Edward y Jasper cogieron sus abrigos y Alice cogió su bolso y se puso la chaqueta.

-¿Por qué? Quedaros un poco más y tomamos una copa – intentó persuadirles.

-Gracias, Renee, pero ya es tarde y mañana trabajamos – le dijo Alice, Renee suspiró con resignación.

-Está bien, gracias por haber venido – abrazó a Alice despidiéndose para después hacer lo propio con Jasper y Edward.

-Tendremos que ir de compras como hemos quedado. - le recordó Alice a Peyton – Bella, nos acompañará.

-No crees que tendrías que preguntarle primero, amor. - le dijo Jasper.

-Déjalo, Jasper. No tiene remedio – le quité importancia.

-Nos vemos, Alice. Tienes mi número, ¿no? - preguntó Peyton abrazándola.

-Claro.

-La cena ha sido deliciosa, Renee. - alagó Edward.

-Gracias, la próxima vez nos invitas tú a cenar.

-Cuando quieras – asintió sonriéndole - ¿Vamos? Buenas noches.

-Buenas noches – respondieron mamá y Peyton.

Acompañé a los demás al portal del edificio.

-Adiós, Alice – le di un abrazaron y me aparté para darle otro a Jasper – Adiós, Jazz. Que paséis buena noche.

-Igualmente, Bells.

-Y recuérdale a tu hermana nuestra salida y tú...

-No me voy a librar, lo se. - reí.

Se despidieron dirigiéndose al coche para darnos privacidad. Miré a Edward y le sonreí cogiéndole las manos.

-Gracias por venir.

-De nada – me besó abrazándome contra su pecho – Mañana te paso a recoger al trabajo – me aparté mirándole ceñuda – Iremos a mi casa, quiero presentarte a alguien. - sonrió.

-¿Alguien? - pregunté ilusionada.

-Ah, ya lo veras.

-¡No te hagas el interesante! Venga dime – chillé.

-No, mañana paso a buscarte – asentí feliz pero después me acordé que mañana era viernes.

-No puedo – hice un puchero – Cuando termine en la casa de los Alen tengo que ir al Starbucks.

-Me he tomado la libertad de llamas para pedirles ese día libre por motivos personales.

-Edward, - le regañé – no puedo perder los días de trabajo.

-Lo se, pero como últimamente has hecho muchas horas extras no te lo van a descontar del sueldo. Según tu jefe, eres una empleada excepcional – sonreí a sus palabras.

-Entonces todo bien. Salgo a las seis pero necesito pasar por la empresa porque ya he terminado este trabajo, mañana es el último día, y tengo que fichar. Pensaba pasar pasado mañana pero ya que estamos...

-¿No se supone que terminas la próxima semana? - Preguntó.

-Si, - jugué con la solapa de su chaqueta, arreglándosela para que no tuviese frío – pero la señora Alen ha encontrado a una chica fija. Yo me ofrecí pero no quiso – suspiré - A lo mejor no le ha gustado mi forma de trabajar.

-No te mortifiques más con eso, halaua*.

-Puede que la próxima semana me quede a trabajar en la empresa porque esta todo ya repartido hasta dentro de dos semanas. Tendré menos trabajo y menos dinero. ¡Hiuju! - exclamé irónica. Suspiré cansada y le miré a los ojos – Será mejor que te vayas antes de que desesperen.

-Que lo hagan, me estoy despidiendo de mi novia – susurró acercándose a mis labios.

Nuestros labios se encontraron enviándome un estremecimiento por todo el cuerpo. Enredé mis dedos en su cabello atrayéndolo más a mí, sus manos se deslizaron hasta mi cintura atrapándome en un abrazo muy agradable. Nuestras respiraciones estaban agitadas, reclamando por aire. Terminó el beso dejando pequeños y castos besos en mis labios.

-Buenos noches. – Musitó – Ana behibek*. - le miré emocionada.

Con el tiempo iba aprendiendo alguna que otra palabra suelta del árabe. Me hacía mucha ilusión saber los máximo posible e intenté demostrarle en ese momento que me interesaba de verdad todo lo que tenía que ver con él, incluso sus raíces.

-Y yo, habibati*. Ana behibak*, mucho. - me abrazó fuertemente, ilusionado. - Sueña conmigo – le susurré al oído. Me soltó dirigiéndose a la puerta – Yo soñaré con Kellan Lutz. - se giró arqueando una ceja, sostuvo la puerta a medio abrir.

-Tal vez tu querido actor desaparezca un día de estos.

-No serás capaz – reí – Venga, vete.

-¿Me estás echando? - exclamó fingiendo hacerse el ofendido, rodé los ojos.

-Sip – se carcajeó, le envié un beso e hizo como si lo cogiese y se fue.

Subí a mi casa para encontrarme con mi madre para en la puerta. Rodé los ojos, ya empezamos. Cerré la puerta pasando por su lado sin mirarla.

-¡Bella! - me gritó obligándome a mirarla y entonces sonrió tranquila – Esto es lo mejor que has hecho en tu vida, un novio rico. Quien lo iba a decir.

-Mamá no estoy con Edward por dinero y no le voy a pedir para solucionar nuestros problemas si es lo que estas pensando – me miró ofendida.

-¿Cómo puedes pensar eso de mi?

-Porque te conozco, mamá – recogí los vasos poniéndolos en el fregadero. Peyton estaba recogiendo la sala y sacudiendo los sofás.

-Isabella Swan – dijo severa – Solo estoy pensando lo mejor para ti – suavizó su voz acercándose y rodeándome con un brazo - ¿Sabes como será tu vida a partir de ahora? Tendrás lo que tenías antes y más, ni siquiera hace falta que acabes la carrera. Serás una princesa con empleados a tu servicio y todos los caprichos que puedas imaginar y...

-Mamá, - la interrumpió Peyton que acababa de entrar a la cocina – dale un respiro.

-Y tú – cambió su tono a uno de reproche – podrías aprender de tu hermana y buscarte un novio con dinero en lugar de salir con tus amigos esos de poca clase.

-¿Te refieres a Brooke? - interrogó Peyton tranquila, aunque yo sabía que se estaba enfadando.

-Si, esa chica es la peor influencia que podrías tener.

-Hace poco pensabas que era una de las mejores amigas que tenía – le echó en cara mi hermana.

-Es verdad, mamá. No puedes discriminar a sus amigos por que no tengan dinero, al fin y al cabo nosotros tampoco tenemos – le dije.

-No es verdad. - negó rotundamente – Estas con Edward, – suspiré exasperada – es un gran partido rico, guapo y te quiere. Eso es lo más sorprendente de todo. ¡Te quiere! Y estoy segura de que esto va a boda, no lo puedes dejar. Y como os casareis todo lo que es de él es tuyo y por tanto tienes un rango, señorita. - me señaló con el dedo índice, miré a Peyton, que cada vez estaba más enfadada – Por tanto tenéis que empezar a juntaros con gente de esa clase. Nuestra clase. – se irguió enfatizando, me llevé la mano al rostro esperando que terminara de decir estupideces – Como Alice, – sonrió feliz – esa si que es una buena amiga para ti Bella, no como esa Kate que nadie sabe lo que parece. Alice es distinguida y elegante, sofisticada. También en buena amiga para ti Peyti, y aunque es un poco mayor no importa será buena influencia para ti. Te ayudará a formarte como una dama, debes tomarla como... como... como tu ejemplo a seguir. - giró su rostro para mirarme y puso sus manos en mis hombros – Tú debes hacer lo mismo, pronto serás una princesa. ¡Y después una reina! Isabella Swan reina de Dojhail. - levantó una mano simulando un letrero - Suena bien, ¿verdad? - rio extasiada.

-Mamá... - hablé entre dientes.

-No. - me cortó seria de nuevo – Tenéis prohibido salir con esa gente.

-¿Qué? - jadeó Peyton.

-¡Mamá, basta ya! - la callé alejándome de ella, poniéndome junto a Peyton – no puedes prohibirnos salir con nuestros amigos de toda la vida por que YO este saliendo con un príncipe. Somos NOVIOS no estamos comprometidos ni nada por el estilo. Déjalo ya, ¿vale? - terminé molesta. Durante unos minutos Renee quedó muda pero se recuperó rápidamente.

-Deja tú de decir tonterías, nena. Vas a hacer todo lo posible por casarte con Edward – me señaló enfadada. Por un momento pensé que me estaba amenazando pero deseché la idea rápidamente. Renee no haría eso. ¿O sí? - Tienes que sacarnos de esta miseria, somos tu familia. ¡Hazlo por nosotros! - gritó alzando las manos – Después de todo lo que te hemos dado – lloriqueó – No puedes ser tan mal agradecida – volvió a enfurecerse.

-¿Mamá te estas oyendo? - pregunté incrédula.

-Te estas pasando. - comentó Peyton.

-Bella, – me llamó más tranquila acercándose a mi – hija. – me abrazó – No seas necia. Ese hombre te quiere, aprovéchalo.

-No estoy con Edward por dinero, Renee. - Peyton me miró sabiendo que ya estaba muy cabreada. Nunca llamaba a mi madre por su nombre si no estaba muy pero que muy enfadada – Le quiero a él.

-Pues mucho mejor – dijo contenta – Tú le quieres y él a ti. ¿Cuál es el problema? - negué viendo que esto era imposible – Pues ya está. - finalizó la discusión completamente feliz – Solo queda que te pida matrimonio.

-Renee, deja de meterle cosas en la cabeza a Isabella. Ese hombre no se casara con ella. - interrumpió Charlie, le miramos. Me sorprendí por su cambio tan radical, hace poco estaba preocupado por mi, me aconsejaba, pero al mirarle a los ojos me di cuenta que el hombre que antes estaba interrogando a Edward, preocupado por mi, había desaparecido. Volvía a ser el de siempre. Tal vez estaba intentando asegurar su futuro, me dijo una voz interior. - Ella no es lo suficiente para un hombre como él – sentí mi corazón encogerse – Es un príncipe, un noble. ¿Qué podría ver en una chica de baja clase y sin gracia como tú? - se me cortó la respiración antes las duras palabras de mi padre. - Si tuvieras algo... llamativo lo comprendería pero eres lo que se denomina una chica del montón. - sonrió, sentí mis ojos llenarse de lágrimas y me aparté de mi madre respirando hondamente, intentando no humillarme delante de Charlie más de lo que él lo estaba haciendo. Y aunque estaba acostumbrada a sus desprecios, lo que me acababa de decir me tocó hondo porque tenía razón. ¿Qué pudo haber visto Edward en mí? - No me miréis así, solo intento protegerla de una futura decepción.

-No sabes nada, papá. - replicó Peyton – Si fuera cierto lo que dices, porque vino a presentarse antes nosotros oficialmente.

-Que más da eso si vive en otro país y es de otra clase social. Si le da la gana no volverá a vernos. - me giré para continuar recogiendo la mesa y esconder las lágrimas que ya no pude retener.

-¡Charlie! Deja de decir eso, Bella es muy hermosa y se va a casar con el príncipe. - gritó Renee – Además de que es muy buena persona, entregada, honesta, leal. Deberías de estar orgullosa de tener una hija como ella – le regañó Renee. Me sorprendí de que mi madre me defendiera y más de que pensara todo eso de mí.

-Una hija como ella, por supuesto... - susurró jactándose.

-Si, y pronto te tendrás que acostumbrar a estar rodeado de gente refinada y elegante. A si que espero que tus estúpidos comentarios se queden en este cuarto. Y tú, – señaló a Peyton – tiene terminantemente prohibido salir con Brooke. A partir de ahora somos gente de otro estatus. ¡No puedes juntarte con ella! - exclamó asqueada.

-No voy a dejar de ver a mi amiga porque tu pienses que como no tiene dinero no es buena influencia.

-¡Poco me importa! No sales con ella y punto, es mi última palabra.

-¡Pues lo siento, mamá! Pero no quiero. - Renee jadeó sorprendida, era la primera vez que Peyton la desobedecía – Es mi mejor amiga y la quiero.

-Es solo una amiga, ni que fuera tu novia. Puedes encontrar más, hacer nuevas amigas pero buenas. - me apoyé en la encimera cansada. Estaba segura de que esta discusión duraría horas. Miré el reloj y rodé los ojos. Llevábamos ya una hora discutiendo.

-¡No! No voy a dejar de ver a mis amigos por que a ti te da la gana.

-Soy tu madre y vas a hacer lo que yo te diga. ¡Y punto! - gritó Renee.

-¡No! - gritó Peyton.

-¡Callaos ya! - chillé exasperada, sentía mi cabeza palpitar de dolor. Estaba cansada solo quería darme un relajante baño y dormir hasta tarde, pero era imposible. Mañana tenía que trabajar. - Basta, por favor, basta. Renee, Brooke es su amiga desde antes de que nos mudáramos aquí. Su amiga de la infancia la conoces desde que tenía pañales no puedes separarlas. Y Peyton déjalo ya, entiende la postura de mamá – iba a replicar pero la callé – No digo que la compartas solo entiéndela. Ya se que no tiene sentido pero ella es así intenta razonar con ella y no discutir.

-No soy una niña pequeña – se quejó mamá.

-Pues te estas comportando como tal – le eché en cara. Miré a Charlie que miraba todo desde la puerta, entretenido. Negué viendo como mi padre en vez de intervenir observaba todo como si fuera un partido de béisbol. - ¿Y tú no piensas decir nada?

-Ven a mi cuarto, tenemos que hablar. - fue lo único que dijo antes de marcharse sonriente. Me froté la cara y miré a mi madre y mi hermana, señalándolas.

-Dejarlo, ya. ¿Ok? Ahora vengo a ayudaros.

-No, Bells, cariño. Vete a dormir ya. - me dijo mi madre más tranquila pero sin apartar la mirada de mi hermana. Peyton me miró regalándome una sonrisa, se la correspondí diciéndole silenciosamente que lo sentía. Me sonrió y asintió, comprendiéndome.

-Vete y duerme, mañana tienes que trabajar. - me acerqué y dejé un beso en su mejilla y me dirigí al cuarto de papá. A mitad de pasillo volví a oír sus gritos.

-Dime.

-Acércate. - me aproximé un poco más a la cama y esperé que me dijera lo que me tenia que decir. Movió su silla de ruedas dejándola al borde de la cama, preparándose para subir con la ayuda de mamá. - ¿Ya has cobrado? - miré al techo. Por que más iba a querer hablar conmigo si no es dinero.

-No, pero te digo ya que esta semana y la que viene no tendré mucho dinero porque la casa que me tocaba esta semana ha encontrado una empleada fija – me miró molesto.

-Si fueras un poco más inteligente hubieras conseguido ese puesto – me mantuve en silencio, esperando que continuara. Se secó el sudor de la frente y suspiró nervioso – No se que harás pero necesito dos mil dólares para el miércoles – abrí los ojos sorprendida y negué muda.

-No creo que me den más de mil dólares y en el otro trabajo no me pagan hasta el viernes. Si esperas puedo darte...

-No. He dicho el miércoles.

-¿Y de donde lo saco? - exclamé, se encogió de hombros.

-Pídeselo a tu querido novio. - sonrió con sorna – Estoy seguro que si le das unos mimitos después te dará lo que quieras.

-No te permito... - le señalé.

-Tú no eres nadie para permitirme o no nada – habló sobre mi voz, enfadado – Quiero dos mil dólares para el miércoles. Ni un día más. - dijo con tono amenazante, se empezó a desvestir para ponerse el pijama. Estaba estática en medio de la habitación, me miró interrogante - ¿Qué? Vete -señaló la puerta – ¿Qué esperas? Un mapa.

Me giré dirigiéndome a la puerta cuando Charlie me volvió a llamar. Detuve mi andar pero no le di la cara.

-Espero que le saques todo el dinero que puedas antes de que te deje. Porque estoy seguro de que lo hará. Desde que estas con el traes menos dinero y eso no es buenos, Isabella. Juega con el nene de papi todo lo que quieras, pero sácale todo el dinero que no estás trayendo. De algo te tiene que servir ese niño bonito, ¿no? Haz lo que haga falta – me susurró, sentía como se me lo estuviera susurrando al oído para que no se me olvidara nunca – ¿Me has entendido? Lo que sea.

Salí de la habitación rápidamente sin mirar a Charlie. Estoy harta, harta. Me duché y me tumbé a dormir, dispuesta a olvidar todo esto. Tendría que encontrar la manera de conseguir dos mil dólares, así tuviera que hacer horas extras. Pero tenía una cosa clara: a Edward no le pediría ni un céntimo.

.

.

.

.

-Pasa – me abrió la puerta.

Edward había venido a recogerme a la empresa. Tal y como había predicho, esta semana trabajaría limpiando en la empresa por las mañanas. Lo único bueno era que tenía las tardes libres. Me senté en el sofá mientras Edward iba a la habitación.

-No me ibas a presentar a alguien – grité para que me oyera.

Volvió con un portátil que dejó en la mesa del centro.

-Si – se quitó la chaqueta.

-¿Dónde está? - pregunté buscándole con la mirada.

-Espera – dijo sentándose a mi lado – No seas impaciente. - encendió el ordenador quitándose la corbata. Cuando terminó me miró – Le he hablado a mi hermana de nosotros. - le miré sorprendida – Quiere conocerte.

-¿Esta aquí? - susurré.

-No, - rio – nos conectaremos por Skype.

-Oh – minutos después el teléfono de Skype estaba sonando.

Delante de mi apareció una rubia preciosa. Tenía el pelo largo, ojos castaños y labios carnosos. Sonrió contenta cuando vio a Edward.

-Marhaba, yamil. Ana twahchtek bezaf. (Hola, guapo. Te echo de menos)

-Wahana ahact taka (Yo también), Rose. Asili a youlema ilus makhablu (Siento no haberte llamado antes), estaba un poco ocupado.

-No pasa nada, ya me comprarás algo cuando nos veamos – le quitó importancia - ¿Kaif kalak? (¿Qué tal estas?)

-Bijair, al handulil'llal (Bien, gracias a Dios). Mira, te presento a Bella. - dijo ya en inglés, me acercó a la cámara para que Rosalie me viera.

-Hola, - saludé - ¿Qué tal?

-Bien – contestó dándome una sonrisa – Me han hablado tanto de ti que siento que te conozco de toda la vida. ¡Mon dieu, Eddie tiene novia! - aplaudió feliz. Oí a mi novio suspirar a mi lado, Rosalie rodó los ojos al verle – Si ya se, no te gusta que te llamen Eddie, vous êtes très infantile*.

-Rosie Rose, - dijo Edward con una sonrisa maliciosa, a su hermana en cambio se le fue la sonrisa del rostro - ¿Te acuerdas? Dulce Rosie – reí.

-Esta bien, Edward – me miró – Mi hermano me ha dicho que tienes una hermana. Peyton, ¿no?

-Si, tiene 17 años.

-Oh, a mi me habría encantado tener una hermana pero no pudo ser – dijo compungida.

-Pobrecita – se burló Edward - ¿Dónde están mis sobrinos?

-Ismael esta con su padre, ya sabes que no se despega de él y Marie esta aquí, espera. - desapareció de la pantalla y volvió segundos después con una nena preciosa.

Tendría dos años más o menos, su cabello corto y rizado era rubio, sus ojos eran marrones y sus mejilla, regordetas, estaban rojas resaltando sus pequeños labios carnosos. Aplaudió riendo, mostrando sus mini dientes. Sus ojos brillaron cuando a Edward. La sonrisa de su tío era tan tierna que sentía que me emocionaba.

-Hola, princesa. - le dijo con vos suave.

-¡Tito! ¿Chuche? - extendió la mano a la pantalla, sonreí sin poder evitarlo.

-Cuando vaya a visitarte te traeré una bolsa entera, hubbi*.

-¡Lá*! - volvió a estirar la mano - ¡Chuche!

-Amor. El tío Eddie no está aquí – le susurró Rosalie dulcemente, a la niña se le llenaron los ojos de lágrimas - ¿Ves lo que haces con tus regalos? - le reprochó Rosalie a Edward.

-Princesa, le je dado las chuches a tu papi – le tranquilizó Edward – Ves a verle, yala yala*. - la alentó.

Marie se retorció en el regazo de su madre queriendo que la bajase.

-Adiós, Tito – exclamó, despidiéndose con la mano y yéndose corriendo.

-Es una niña preciosa, Rosalie – le dije.

-Gracias. Aunque es un poco caprichosa por culpa de su padre y su tío. – miró a Edward significativamente, este solo rio.

-Es mi nena, déjame complacerla. – Rosalie rodó los ojos.

-No hay casa. Bueno, yo me tengo que ir. Me alegro mucho de haberte conocido, Bella. Espero que podamos vernos pronto en persona.

-Igualmente, Rosalie.

-Adiós, Rose. Te llamo luego. Salúdame a Emmet y a todos los demás. Cuida a mi nena, ¿eh? - le advirtió.

Después de estar unos minutos más despidiéndonos la comunicación se cortó. Suspiré dejándome caer en el respaldo del sofá.

-¿Qué te a parecido mi hermana? - me preguntó acomodándose junto a mi, apoyé mi cabeza en su pecho.

-Es guapa y muy simpática. Me recuerda a Alice – reímos.

-Han pasado mucho tiempo juntas – sonrió – Bella.

-¿Uh? - contesté.

-Para mi lo que tenemos es algo serio – me aparté mirándole dolida.

-Para mi también – acaricié su mejilla – Conocerte es una de las mejores cosas que me han pasado. - me acerqué a sus labios, rozándolos levemente.

Cogió mi rostro entre sus manos atrayéndome a su boca. Me besó con ternura, lentamente, nuestras lenguas se enrollaron, peleando y reconciliándose, jugando y descansando. Llevé mis manos a su cabello atrayéndolo a mí. Sentí sus manos rodeando mi cintura sentándome en su regazo. Dejó mis labios y continuó, besándome el cuello. Gemí. Mordió el lóbulo de mi oreja y lo besó enviándome un escalofrío por todo mi cuerpo.

Durante el tiempo que llevábamos juntos no nos habíamos acostado. Muchas veces, en nuestras sesiones de besos habíamos llegado al punto de casi hacerlo pero Edward lo detenía. Yo estaba dispuesta a hacer el amor con él. Quería entregarme a él porque lo deseaba. Era virgen pero no una completa ignorante y Edward lo sabía. Había tenido dos novios, uno peor que el anterior. Eran lo que se dice: experiencias que mejor no recordar. Aún así, no había perdido la virginidad con James, mi segundo novio, pero si me había iniciado en el sexo. Solíamos jugar pero nunca llegábamos al final porque no me sentía cómoda. Pero con Edward era diferente, era mi Ed y lo quería y él a mí. Pero se negaba, decía que yo no era cualquier chica y que quería hacer las cosas bien.

Besé sus labios de nuevo introduciendo mi lengua en su boca, explorándola. Bajé las manos por su cuello y pecho, empecé a desabrochar su camisa. De repente, Edward agarró mis manos poniéndolas a mi espalda. Nuestras respiraciones estaban agitadas debido a la falta de oxígeno. Me miró serio dándome a entender que no. suspiré derrotada y le robé un casto beso. Me sonrió y me besó de nuevo.

-¿Comemos algo? - le pregunté, me besó de nuevo asintiendo.

.

.

.

.

Me encontraba en casa de Alice con mi hermana. Me estaba preparando para mi cita con Edward, hoy era nuestro aniversario, llevábamos ya seis meses juntos oficialmente, casi ocho desde que nos conocimos.

-¿Y este? - colocó un vestido de tirantes corto de color negro encima de la cama.

-Bella este está bastante bien. A mi me gusta. - dijo Peyton, que estaba sentada en la cama. Hice una mueca.

-Es que... No, saca otro. - después de habernos parado toda la mañana de compras habíamos venido a su casa. Peyton se quedaría a dormir, a Alice se le había ocurrido hacer una "fiesta de pijamas". Kate también se quedaría pero ahora estaba trabajando cuando terminara vendría.

-Este es perfecto, Bella, no importa lo que digas – me mostró un vestido de color coral que era ceñido por el pecho y después la gasa caía hasta por encima de las rodillas, tenía una sola manga larga que caía libremente por el brazo. Sacó unos tacones turquesa y una americana del mismo color. – Póntelo, venga. Te vistes y lista – me miro de arriba abajo, revisándome. – Tienes el pelo… maquillaje… ropa… ¡Vístete! – me apresuró.

Después de vestirme y retocarme el maquillaje esperé a que Edward pasara a por mí. Quince después sonó el timbre.

-Vamos, Bella – Alice me empujó contra la puerta principal a la vez que arreglaba mi chaqueta y me tocaba el pelo. – Pasarlo muy bien. Después podéis iros a bailar para celebrarlo y tal y cual. ¡Venga vete ya!

-A lo mejor si me soltaras me podría ir – repliqué.

-Oh, lo siento. – Se lamentó avergonzada – Es que estoy tan emocionada. – grito con una mirada extraña. Entrecerré los ojos mirándola fijamente pero segundos después desistí y abrí la puerta.

Ahí parado se encontraba Edward vestido con un traje gris oscuro, camisa azul y corbata oscura. Su cabello estaba tan perfectamente rebelde como siempre, me sonrió cálidamente y extendió su mano en mi dirección.

-Hey. ¿Cómo estas? – sonreí.

-Bien – le bese en los labios - ¿Y tú?

-Bien. ¿Vamos? – asentí.

Subimos al coche y partimos hacia La Bella Italia, un restaurante italiano en el que habíamos cenado un par de veces.

-Estas muy guapa – sonrió – Supongo que tengo que darle las gracias a Alice. – le miré indignada.

-¿Qué te hace pensar que Alice me ha arreglado! Se hacerlo sola, sabe.

-Cómo te has pasado el día con ella pensé...

-Pues no pienses. - le corté molesta.

-Vale... - me miró confundido. Le miré fijamente y cuando le vi fruncir el ceño no aguante más la risa.

-¡Es una broma! - exclamé – Tonto, no pongas esa cara. - me acomodé en el asiente – Alice es un demonio, me ha tenido toda la mañana de compras después el pelo, el maquillaje... - bufé – Lo peor el vestido.

-¿Por qué? Yo te veo bien. ¿No te ha gustado?

-Claro que si, pero he tenido que elegirlo entre miles – alcé las manos – Para que veas todo lo que hago por ti, ¿eh?

-Gracias, cariño. - me cogió la mano – Pero tú te ves bien con cualquier cosa. - sonreí agradecida.

Cuando entramos en el restaurante el maître nos llevó a nuestra mesa. Edward me ayudó a sentarme y después se sentó en frente de mí.

Ordenamos la cena y estuvimos hablando de todo y nada. Una vez terminamos, abordó de nuevo el tema que llevaba semanas dejando caer. La Universidad.

-Me gustaría que la terminaras. No me importa donde, solo acaba tus estudios.

-No soy una completa ignorante, Ed. - bromeé.

-Calla – rio – Lo digo en serio.

Suspiré y le miré.

-Edward tienes que entender que este no es el momento adecuado para plantearme eso. Aún tengo que trabajar por mi familia – jugueteé con mis uñas poniendo las manos encima de la mesa – Me gustaría terminarla, por supuesto, – sonreí triste – pero si me pongo ha estudiar ahora, tendría que dejar al menos un trabajo y ellos... No, más adelante – abrió la boca para protesta – Y no voy a dejar que me pagues la universidad – le corté – Ni que me prestes el dinero. - suspiró resignado y un poco enfadado.

-De acuerdo, no insistiré más en el tema. Pero dentro de poco no te faltara nada. - asentí para tranquilizarlo y le di una sonrisa. Atrapó mi mano a través de la mesa. - ¿Vamos?

Después de pagar la cuenta partimos a su departamento. Al llegar sirvió dos copas de vino y se sentó a mi lado frente al fuego de la chimenea.

-Edward. - le llamé acordándome de algo.

-Si – me miró.

-En la cena en mi casa trajiste vino pero no Jasper ni Alice bebieron y tu si, pero muy poco. Quiero decir... ¿Tú no eres musulmán? Digo si es asó, no se supone que no debes beber alcohol. - bajó la mirada avergonzado.

-Es cierto, cogí el vicio de adolescente. No he bebido mucho estos últimos años pero por mis padres y por mi estoy intentando dejarlo completamente. Aún así, cariño, el vino es sin alcohol – susurró.

-Oh – me sonrojé, rio ligeramente acariciando mi mejilla.

-Bella, hay una razón por la que te he traído a mi apartamento – dijo repentinamente serio.

-¿Nuestro aniversario? - intenté bromear – Por cierto, feliz aniversario.

-Felicidades para ti también. Pero no estamos aquí solo por eso. Te tengo un regalo. – entonces me acordé del mío.

-Yo también te tengo un regalo – me levanté corriendo, busqué en mi bolso y volví a su lado - ¡El mío primero! - exclamé.

-Vale. Vamos a ver – canturreó abriendo la caja.

-Se que te parecerá algo muy cliché y todo eso, pero lo vi y en seguida pensé en ti. Tal vez no sea tan bueno como los que ya tienes pero creo que te servirá. - balbuceé nerviosa. Finalmente vio el regalo y me dio una sonrisa.

-Es muy bonito. Gracias, amor. - me besó dulcemente. Le ayudé a ponerse el reloj, tenía la correa de piel gris oscuro y el reloj en sí, era de plata – Me gusta mucho, de verdad.

-De nada. - contesté feliz.

-Y ahora, - se estiró para alcanzar una caja que no había visto. Estaba envuelta en papel de regalo rojo y era igual de grande que una caja de zapatos. - tu regalo. - me la entregó y emocionada empecé a abrirlo. Cuando abrí la caja solo encontré papel de tul fucsia y plumas blancas.

Lo miré confundida. Me señaló la caja como animándome a continuar. Quité el tul y encima de una pequeña almohada negra, se encontraba un precioso anillo de compromiso. Foto anillo

Sentí mis ojos llenarse de lágrimas cuando me golpeó la realidad. Acaricié el anillo suavemente y miré a Edward esperando una respuesta. Me sonrió cálidamente y cogió el anillo entre sus manos ofreciéndomelo.

-Feliz aniversario. - susurró cerca de mi rostro - ¿Qué dices? ¿Aceptas o no? - al oír sus palabras sentí mi corazón palpitar rápidamente y el miedo atravesarme el cuerpo. Le di una mirada en la que le decía como me sentía respecto a esto.

Edward solo suspiró.


*halaua: dulzura.

*La: no.

*Hubbi: corazón.

*Yala yala: Significa vamos pero por costumbre se dice dos veces en lugar de una, no es para darle rotundidad solo por costumbre.

*Ana behibek: te amo, y lo dice el hombre.

*Ana behibak: te amo, pero lo dice una mujer.

*habibi: mi amor, pero lo dice un hombre.

*habibati: es como habibi pero lo dice una mujer.

*Vous êtes tres infantile: eres tan infantil.

*Chateau Tour: una botella de vino Francés.

¡Ya estoy de vuelta! Queria avisar que a partir no actualizare tan seguido porque ya he subido todos los capitulos que tenia escritos, ahora estoy escribiendo el 8 y espero subirlo pronto.

He estado investigando mucho sobre el idioma árabe y su cultura. Yo soy de África pero no soy árabe, compartimos la misma religión pero no la cultura. Espero que si algún árabe esta leyendo la historia me disculpe si no lo he escrito bien. De todas formas os dejaré aquí la traducción. A lo largo de la historia aparecerán mejor conversaciones en árabe ya que, desde el punto de vista de EPOV no hace falta y desde el punto de vista de BPOV cambiará porque ira aprendiendo árabe.

Por experiencia propia se que el árabe no se aprende en días pero en la historia no me voy a estar demorando mucho por dos razones:

1-Es una historia ficticia y estoy intentando hacerlo lo mejor posible.

2-Por que va ha pasar mucho tiempo. Como veis en los capítulos el tiempo pasa volando. Durante su matrimonio lo ralentizaré pero también pasará tiempo. Me planteo incluso que pasen años. ¡Pero no de sopetón, no os pénseis que pasara super repido.

Y en agradecimiento  a los comentarios y votos y, tambien para compensar el tiempo que os hare esperar, un adelanto:

"[...]

-Me iré la próxima semana.

-¿Cómo es eso? ¿Por qué no me lo has dicho?

-Lo siento, Bella, pero no puedo soportarlo...

[...] "

¡Taran! Buenos nos vemos en... calculo que en dos semanas como mucho tendré terminado el próximo capítulo porque ya lo he empezado pero no prometo nada. Me daré más prisa si tengo mas comentarios y votos, jejejejejeje.

Besito, abrazos y amores. ¡Os quiero!

Sayna C.

 

 

Capítulo 6: Capitulo 6 Capítulo 8: Capítulo 8

 


 


 
14442176 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10759 usuarios