Diario de una mente

Autor: FICQUITO
Género: + 18
Fecha Creación: 19/04/2018
Fecha Actualización: 07/05/2018
Finalizado: NO
Votos: 1
Comentarios: 4
Visitas: 13762
Capítulos: 8

Los Cullen reciben un libro, no saben quién lo ha enviado; sienten curiosidad y deciden leerlo. En Phoenix vive Isabella, una adolescente de 16 años quien vive su vida con mucha dificultad, sin saber que sus pensamientos, están siendo leídos por una familia de vampiros. (Aclaro que el libro NO es crepúsculo)

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Capítulo 4: Locura

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Stephanie Meyer.

El texto en negrita: pensamientos de Isabella, el contenido del libro.

El texto normal: comentarios de la familia Cullen.


 

 Capítulo 3: Locura... Leyó Edward con el ceño fruncido.

- No me gusta cómo suena aquello - dijo Jasper.

- Ni a mi - le respondió Edward.

Cuando desperté, estaba en mi habitación, muy desorientada pero luego de unos segundos recordé lo que había estado a punto de pasar en ese callejón.

Casi me habían violado, por suerte habían personas que escuchando mis gritos pudieron llamar a la policía para ayudarme. Sentí que me faltaba el aliento, comencé a sudar y a temblar… Empecé a llorar maldiciendo mi suerte, entonces mi puerta se abrió y mamá asomó la cabeza. Se dio cuenta de que estaba despierta y sollozando quedamente, entró completamente y me abrazó, ella también lloraba y pedía disculpas, yo no sabía por qué. Cuando ambas estuvimos mas sosegadas ella me miró y pude notar que estaba enojada ¿Enojada?

- ¡Jum! no la va a regañar después de una situación así ¿verdad? - preguntó Alice, los demás se encogieron de hombros.

- ¿Por qué no me esperaste como te lo pedí, como me lo prometiste? me prometiste que no te moverías ¿Por qué te fuiste? - ella estaba muy molesta, pero sus ojos mostraban sufrimiento y desesperación. Me di cuenta de que ella realmente sí había vuelto a buscarme, pero ¿Cómo era posible que no me haya visto? si pasaron tres horas, lo vi en mi reloj al salir del restaurant. Ella no me vio y yo me quede tres horas esperándola allí pensando que solo habían pasado veinte minutos. No era posible. Sentí que la desesperación se apoderaba de mí.

- ¿De qué hablas? mamá estuve esperándote tres horas y tú no volvías - mi madre se mostró confusa.

- ¿Qué? no es cierto, me demoré solo diez minutos, estaba viendo la hora y cuando te fui a buscar no estabas. Regresé a casa pensando que habías vuelto tú sola, que te habías aburrido de esperarme, pero cuando llegue aquí, tú no estabas y no me contestabas el celular, no sabes lo que llegue a pensar... - sollozó volviendo a su desesperación, mas yo lo único que podía hacer era aferrarle la mano fuertemente, pensando en lo que me acababa de decir.

Ella no me vio y ni siquiera habían pasado veinte minutos sino diez, mucho antes, pero entonces... No lo entiendo ¿Cómo es que no me vio? si yo no me moví de allí desde que ella se fue. Estaba tan confusa, realmente no me cabía en la cabeza, no había una explicación lógica para esto, lo sabía. Mi respiración se aceleró más todavía.

- ¿Cómo es eso posible? - preguntó Jasper.

- No tengo idea - dijo Carlisle.

- Mamá, yo no me moví de allí te lo juro - le dije con nuevas lágrimas en los ojos - Cuando vi mi celular me di cuenta de que habían pasado tres horas, y tú no volvías, y no me moví - me senté y en volví mis piernas con mis brazos, me moví adelante hacia atrás muchas veces repitiendo - no me moví, yo no me moví mamá, no me moví... - sentí a mi mamá abrazarme y empezar a susurrarme palabras tranquilizadoras, me acostó y arropó esperando a que me durmiera, me acarició suavemente mientras seguía susurrándome palabras bonitas, y entonces me dormí.

Edward suspiró fuerte.

Cuando desperté estaba completamente sola, estaba en mi habitación y las luces estaban apagadas. Me giré en la cama para mirar al reloj de mi mesita de noche que tenía luz propia, eran las tres justa de la mañana, mis padres estarían profundamente dormidos a esa hora pero no tenía ni idea de por qué me había despertado si seguía teniendo mucho sueño y me sentía muy cansada, entonces escuché un ruido; era lejano, se parecía al sonido que hacen los pies al pisar un montón de hojas secas, de otoño. De pronto se detuvo, se volvió a escuchar pero estaba vez como si estuvieran corriendo. Luego volvió a parar y escuché como se abría una puerta, pero no era la puerta de mi habitación era "esa" puerta, la de la pared blanca.

Me tapé sólo dejando mis ojos al descubierto, me puse el pelo sobre ellos para que el que sea que entrara no pudiera ver que lo miraba. Abrí un poco los ojos pero lo suficiente para poder ver y observé que la puerta se abría iluminando la habitación, parecía que del otro lado era de día, pude ver una luz blanca y luego unos árboles y mucho verdor por todas partes.

- Eso suena muy Forks - dijo Emmett

- No se sabe, ya que en ninguno de los tres capítulos ha señalado en donde vive - dijo Edward con sequedad, por alguna razón (que él no entendía bien porque) no quería que nadie le hiciera daño a Isabella y le molestó de sobremanera saber que alguien podría estar entrando a su habitación por las noches. Jasper lo miro confuso pero Edward le ignoro dejando que pensara que su molestia se debiera a las constantes interrupciones de Emmett.

Pero también cómo una figura alta, de hombros anchos entraba a mi habitación por aquella puerta, la dejó abierta, pero no pude verle el rostro ya que estaba a contraluz, sólo podía ver su silueta que era delgada pero se notaba lo musculoso así que asumí era un hombre.

- Diablos, esa chica es un imán para los malos rollos, entra en uno y no pasa mucho tiempo y ya está en otro - dijo Emmett negando con la cabeza incrédulo.

Al principio me asusté pero entonces oí su voz... llamándome.

- Isabella.

Parecía como si se estuviera asegurando que estuviera durmiendo.

- Isabella.

Dijo en un tono más alto agachándose al lado de mi cama quedando frente a mí ya que yo estaba de lado. Levantó una mano y me acarició suavemente la cabeza, estaba frio, pero su caricia me calmó ya que lo hacía con mucha ternura y delicadeza como si fuera lo más frágil y valioso del mundo.

Edward frunció el ceño disgustado.

- Shshshshs no te preocupes pequeña, porque ese hombre morirá. Pagará muy caro por haber tratado de dañarte, yo me encargaré - aunque sus palabras llenas de malicia y amenaza deberían haberme aterrado, me tranquilizó. Sentí como mi cuerpo se relajaba lentamente. A pesar de lo que decían sus palabras, su voz era dulce, cariñosa, amable. Con su mano que todavía me acariciaba la cabeza la movió para poder remover el pelo de mis ojos y movió la sábana de modo que pudiera ver mi rostro. Yo tenía los ojos cerrados, tenía la fuerte impresión de que si abría los ojos, ese ser tan dulce y cariñoso me dejaría, y no sabía por qué pero no quería eso. Sentí una caricia fría pero suave en mi mejilla izquierda y supe que eran sus dedos, luego sentí como se inclinó y sentí sus labios contra mi frente, se separó un poco quedando su boca muy cerca de la mía.

- No volverán a hacerte daño. Es una promesa, princesa - pude oler su aliento, me desorganizó todos mis pensamientos; era exquisito, había notado que de su mano y él mismo se desprendía como un olor a miel y lila, pero de su boca salía más concentrado y lo más delicioso que haya podido oler, estaba mesclado con algo más que lo hacía mucho más delicioso si es posible.

Edward tuvo que detenerse al escuchar varios jadeos. Levantó la mirada y toda su familia lo observaba.

- ¿Qué? - preguntó, antes de que pudiera leer la mente de cualquiera le contestaron.

- Ese es tu olor - le dijo Alice - Tú hueles como miel.

- Si pero... Ella dice que está mesclado con algo más y yo solo huelo a... - trató de explicar.

- No es cierto - le dijo Rosalie - Hueles a miel, lila y luz de sol, pero ella no es vampiro así que no podría identificar lo último.

- Esto es ridículo, no conozco a ninguna Isabella y no es posible que sea yo, en Forks no vive ninguna Isabella - dijo Edward tratando de hacerlos entrar en razón.

- Bueno, a menos que tengas una doble vida por las noches y nos estés ocultando algo - le dijo Emmett pero con tono de broma.

- Eso no es cierto - dijo Edward con los dientes apretados.

- Talvez este libro sea para eso, para descubrir a Eddie - dijo Emmett solando una carcajada. Edward le gruñó.

- Cálmate cielo. Emmett, ya deja a tu hermano y Alice, puede ser una coincidencia nada más - dijo Esme tratando de calmar a Edward pero este había quedado bastante perturbado con lo que habían dicho sus hermanos.

Lo sentí acercarse otra vez y escuché como respiraba profundamente como si también estuviera oliéndome, aproveché su cercanía y volví a olerlo, era como una maldita droga, una exquisita, deliciosa y envolverte droga. Luego volvió a besarme pero esta vez en la mejilla y cuando se separó de mi y caminó hasta la puerta volví a tener miedo, vi como cerraba suavemente dejando mi habitación a oscuras. Su perfume aún se sentía en el aire, hice una respiración profunda y me quedé dormida otra vez.

A la mañana siguiente cuando me desperté, me sentí tan cansada que decidí que era mejor quedarme acostada, eso era mejor que enfrentarse al interrogatorio de mis padres. Me acomodé y me arropé bien cuando de repente escucho a mi mamá llamarme:

- ¡Isabella! ¡Isabella!

Oh no, no quiero levantarme.

- ¡Isabella! ¡Isabella! el desayuno está listo.

- ¡No quiero! - le grite de vuelta, no tenía hambre. Además todavía tenía mucho sueño. No contestó como pensé que haría así que me encogí de hombros y me acomodé otra vez pero...

- ¡Isabella! ¡Isabella! ¡A comer! - aaaash no puede ser.

- ¡No quiero mamá, te dije que no quiero! - le volví a gritar ¿Es que acaso está sorda?

- ¡Isabela! ¡Isabella! ¡Baja a comer! - volvió a gritar.

- ¡Que no quierooooo! - esta vez le grité más fuerte ¿Es que no me escuchaba? o ¿Sólo lo hacía para molestarme?

- Que extraño ¿De verdad su madre no la escucha? - se preguntó Carlisle

En eso escucho unos pasos apresurados por el pasillo y veo como mi madre entra agitada a mi habitación.

- ¿Qué sucede? - me preguntó y yo la miré molesta.

- Te dije que no quiero comer mamá, quiero quedarme acostada y tu seguías llamándome - ella me miró confusa.

- Yo no te he llamado cielo - dijo asustada. ¿Qué? ¿Cómo qué no?

- Si te oí - le dije sentándome

- No cielo, yo estaba en el jardín.

- Pero mamá, me llamabas para comer - le porfié

- No hija, ni siquiera hago el desayuno todavía - dijo nerviosa. Dejé de mirarla y me puse a pensar ¿Quién diablos me estaba llamando? pero si yo oí clarito la voz de mi madre.

- Tal vez su mente colapsó y ahora sí que está loca - dijo Emmett

- Emmett - lo reprendió Esme

- ¿Qué? es una opción - dijo encogiéndose de hombros.

Comencé asustarme ¿A quién había oído si no era a mi madre? ¿De verdad estoy loca? ¿Y lo de anoche? ¿Había sido un sueño? no, ese olor tan endemoniadamente exquisito no podía ser fruto de mi imaginación. Todo era tan loquísimo.

Mi madre interrumpió mis pensamientos.

- ¿Cielo te sientes bien? - me preguntó. No, me hubiera gustado responderle pero...

- Si, estoy bien. Tal vez estaba soñando... - miré el reloj - Se me hizo tarde para la escuela.

Ella sólo sonrió.

- No importa, ya hablé con el director - dijo sentándose enfrente de mi - Y puedes faltar toda lo que queda de la semana.

- No es necesario mamá - le dije tratando de levantarme, mas ella no me lo permitió.

- No te preocupes, ahora sólo debes descansar y relajarte, nada más. Ya luego nos preocuparemos de los demás ¿De acuerdo? y no quiero quejas - me dijo empujado mis hombros hasta lograr que me acostara de nuevo.

- Gracias madre... Por todo, pero esta vez no voy a permitir que esto destruya mi vida, no otra vez - le dije, ella me miró con terror.

- ¿Lo recuerdas? - me preguntó con lágrimas empezando a caer por sus mejillas.

- Sí, anoche cuando... - vacilé un poco - Cuando estuvieron a punto de violarme... Otra vez, tuve como una regresión o casi, no lo sé, lo sentí tan real pero era como si estuviera viéndolo desde fuera de mi cuerpo de niña, mamá ¿Por qué no me dijeron lo que me había sucedido? ¿Por qué lo ocultaron? - le pregunté serena, para mi asombro.

- Porque decidimos que ya con lo que estabas pasando era suficiente, no podíamos dañarte más, es todo culpa mía - sollozó - Si hubiera estado más pendiente de ti, no habría pasado lo que pasó.

Me senté y la abracé tratando de calmarla.

- No fue tu culpa. Quizás hubiera pasado de todos modos, eso nadie lo puede saber, y si yo no te culpo tu tampoco tienes derecho a hacerlo - le dije de manera suave.

Ella levantó la cabeza y me miró.

- Oh, mi niña, lo siento tanto - me dijo acariciándome la cara, yo negué con la cabeza

- Tranquila, como ya te dije no dejaré que esto me afecte - le sonreí y ella hizo lo mismo pero su rostro todavía mostraba dolor.

- Ahora tengo hambre mamá - le dije y aunque no estaba muy segura de querer quedarme sola estaba decidida a no dejarme caer por mi familia, por mi vida, por mí.

- Que bueno que piense de esa manera, así todo será más fácil - dijo Jasper sonriendo.

- Está bien, te prepararé algo - dijo mi madre, me dio un beso en la frente y se marchó a la cocina.

Me quedé sentada por unos segundos, esperando tal vez que pasara lo que habitualmente me pasaba, que me descontrolara y empezaran los ataques de pánico y ansiedad, pero... Nada de eso pasó.

- Uff - suspiraron todos, eso quería decir que al menos ya tenía un poco de control sobre sí misma.

Me levanté un poco más animada, me fui al baño, me desvestí y me metí a la ducha, abrí el grifo y dejé que el agua caliente relajara mis músculos, aunque me sofoqué un poco, claro al vivir en Phoenix
,

- Ahí esta, vive en Phoenix, bastante lejos y muy diferente a forks - dijo Edward pero los demás solo se encogieron de hombros, ya que tampoco tenían pruebas más que el aroma de Edward para saber si era él o no. Además ¿Por qué él habría de estar mintiendo?

Era muy difícil que te diera frio y necesitaras de una ducha caliente, pero a mí me relajaba mucho. Agarré la botellita del champo y lo mezclé con mi cabello, de pronto empecé a escuchar un zumbido, no alcance a asustarme ya que inmediatamente me di cuenta que era música y muy movida, cerré los ojos y aclaré mi cabello, no sé cómo paso pero de pronto me di cuenta que estaba moviendo mi cuerpo al ritmo de la música, se sentía extraño, ya que jamás había bailado y al descubrir esto me di cuenta cuan deprimida, amargada y triste había estado en todo este tiempo, se sentía tan bien, era como una liberación de tenciones. Me sentí contenta y muy optimista, no sabía que la música pudiera hacerme sentir tan viva.

Edward sonrió sintiéndose feliz por ella, ya era hora que pudiera experimentar algo más que dolor.

Sabía que no debía desconcentrarme, era muy común en mi hace destrozos cuando me desconcentraba, pero la música me envolvía, moví mis caderas de un lado a otro, la canción terminó, pero inmediatamente después comenzó otra y la reconocí de inmediato, "Careless wishper de George Michael"

- Vaya, que buena es esa canción - dijo Emmett

Era envolvente y sensual. Otra vez comencé a moverme pero esta vez más suave, la canción terminó. Me había demorado más de lo normal escuchando esa canción, comenzó otra más movida, seguí bailando a la vez que me bañaba, cogí una botella de la pequeña repisa a mi lado, vertí un poco en la mano y luego la pasé por mi pelo haciendo mucha espuma, que buena estaba la música pero... ¡Oh! olí mis manos y me di cuenta de que ¡Me había echado jabón en el pelo!

Emmett casi se cae del sofá, jasper estaba doblado de la risa y Edward tuvo que detenerse por que la risa lo sacudía de tal forma que no pudo seguir leyendo, Carlisle y Esme estaban sonriendo, pero Alice y Rosalie tenían una expresión de horror en el rostro, el jabón podía dañar su cabello.

Cerré los ojos y suspiré fuerte, luego comencé a reírme, sabía que no debía desconcentrarme pero ah qué más da. Me enjuagué el pelo y me puse bálsamo para que no quedara tan áspero. Volví a tomar el jabón líquido y vertí un poco en una esponja, la pase por mis brazos mientras escuchaba la nueva canción que comenzaba a sonar pero de pronto sentí una sensación extraña, era como un cosquilleo... A la altura del vientre y torso, bajé la mirada y me di cuenta de que estaba pasando la esponja por mi pecho izquierdo...

Edward carraspeó y se removió incomodo, Jasper al sentirlo se rió.

- Cállate - le dijo Edward, Emmett se reía escandalosamente cuando se dio cuenta de lo que le tocaba leer a Edward. Alice y Rosalie sólo sonreían y Carlisle y Esme estaba con expresiones imperturbables.

... Se sentía muy agradable pero... ¿Qué diablos pasaba? retiré la esponja y la sensación desapareció, fruncí el ceño, volví a pasar suavemente la esponja y la sensación volvió, sonreí, nunca me había dado cuenta de esto, me encogí de hombros. Escuché que sonaba otra canción y sin decidirlo realmente me empecé a mover al ritmo de la música, el cosquilleo seguía, no entendía por qué antes no me había dado cuenta de lo agradable que se sentía, tal vez era porque siempre estaba preocupada por algo, pensando y estando indiferente a lo que pasaba a mi alrededor, era como si mi mente estuviese dormida, o en modo automático. No había nada nuevo ahora a la hora de ducharme. Bajé mi mano con la esponja por mi estómago y suspiré, el agua todavía corría por mi espalda. Fregué mi cintura y mis caderas, bajé un poco más y me estremecí, la esponja estaba justo entre mis piernas y se sentía muy bien, el cosquilleo aumentó, pero luego baje a mis piernas enjabonándolas también.

Edward suspiró aliviado, por saber que no tendría que leer algo que lo hiciera avergonzarse.

Volví a subir y enjaboné partes donde todavía no lo había hecho. Al terminr dejé la esponja a un lado y me enjuagué el cuerpo, luego pase mi mano por mi entrepierna para aclararla de jabón, pero no me di cuenta de donde metí mi mano y el cosquilleo que había sentido en mi vientre lo sentí esta vez justo allí, donde había rosado mi mano. Me sonrojé, ahora sabía exactamente lo que pasaba, me sonrojé más sintiendo que el cuerpo entero me latía, pero ¿Por qué me avergonzada de mi misma? no estaba haciendo nada malo ¿O sí?

- Claro que no, eso es muy normal, todo el mundo lo hace - dijo Carlisle, si Edward pudiera sonrojarse estaría mas colorado que un tomate.

Moví mi mano un poco más y entonces oí un gemido... Aparté mi mano e inspeccioné a mi alrededor. Estaba sola ¿Ese gemido había sido mío? sacudí la cabeza, sintiéndome mal: culpable, no debería estar haciendo eso.

Cerré la llave de la ducha y salí pero antes de envolverme me dediqué a observarme en el espejo de cuerpo entero que había en la puerta. Vi mi cabello de color chocolate, largo hasta casi mi baja espalda. Comencé a conocerme a mí misma, mis ojos de un intenso color chocolate me miraban como si fuera una desconocida, probablemente lo era. Mis largas pestañas estaban curvadas hacia abajo en algunas partes, mi nariz pequeña y respingada, siendo tan pálida se veían un poco de pecas por aquí y por allá, y mi boca de un bonito color sonrosado. Me acerque un poco al espejo, jamás me había mirado con tanto detenimiento, luego me alejé y seguí observando, conociéndome.

- Eso es bueno, aprender a conocerse es muy saludable - dijo Carlisle.

- Si, sobretodo en la manera en que lo estaba haciendo en la ducha - dijo Emmett con una risotada - ¡Ouch!- se quejó Emmett, Rosalie le había golpeado pero sonreía, Edward sintió tanta vergüenza, que Jasper no pudo soportarlo y trato de calmarlo.

Mi cuello tenía la altura justa y moví la cabeza hacia los lados y me di cuenta de que tenía un lunar en el lado derecho. Bajé mirando mis hombros, mis codos, mis manos, no me había dado cuenta pero mis uñas estaban largas y muy limpias, luego volví a mirar al espejo, a mis senos...

Edward carraspeó pero no dejó que ni Emmett y Jasper dijeran nada.

Sentí un calor en la cara cuando miré esa parte, no eran pequeños pero tampoco grandes, yo creo que estaban bien... Me encogí de hombros y observé mi estómago plano tocándolo con la punta de los dedos y lo sentí duro, me moví poniéndome de lado, dándome cuenta de lo delgada que estaba, no sabía si estaba bien o me faltaban unos kilos.

Carlisle frunció el ceño pensando que tal vez habría días en que no comía, sabiendo el daño que eso podía causarle.

Mis caderas no eran muy anchas y pude notar lo poco de vello púbico que tenía ¿Eso era normal? teniendo dieciseis ¿No debería tener más? no es que me queje, miré mis brazos y no había ni un solitario pelo.

- Que afortunada - dijo Alice, no es que a ella le salieran es más jamás tenía que depilarse, pero a lo largo de los años cuando trabajaba como estilista y diseñadora había conocido a una cuantas mujeres que habían tenido mas de un dolor de cabeza por el problema de los pelitos indeseados.

Miré mis piernas también y estaban totalmente peladas. Me reí, ya que jamás me había preocupado de eso. Di media la vuelta y moví mi pelo para poder observar mi espalda, igual de pálida que el resto de mi cuerpo, baje más la mirada y me reí al observar "esa" parte de mi anatomía, no era pequeño pero tampoco grande hasta ser grotesco.

- ¿De qué parte de su cuerpo está hablando ahí? - preguntó Emmett perdido.

- De su trasero Emmett, su trasero - le dijo Rosalie, al parecer perdiendo un poco la paciencia.

- Aahh - dijo Emmett y luego rió.

Luego me di cuenta de que había pasado algo por alto en mis caderas, había unas marcas

- ¿Qué? ¿Marcas? - se sorprendió Rosalie, Edward asintió.

Eran como unos círculos alargados, o rectángulos ovalados. Había cuatro a cada lado, fruncí el ceño confundida ¿Cómo demonios habían llegado esas marcas allí? me abrace cruzando los brazos por mi estómago y puse mis dedos encima de las marcas... Eran marcas de dedos, aunque todavía sobresalían, parecía que esas manos eran más grandes que las más, no entendía ¿Acaso el hombre del callejón me había apretado las caderas hasta marcarme? no recordaba ningún dolor en mis caderas si no en otras partes de mi cuerpo, pero... No, Eso se pasó de locos y no debía pensar más en ello, no todavía, no podía echar a perder este momento de tranquilidad.

Volví a escuchar de nuevo la música.

Me di la vuelta y me miré en el espejo otra vez. Avisté mi rostro descubriendo que había vuelto esa seriedad que ya empezaba a odiar. Sabía que no arreglaría nada mostrándome seria y deprimida, así que a sonreír y en ese momento mi boca se movió formando una gran sonrisa.

Todos los cullen sonrieron también mostrándose contentos porque Isabella decidiera no deprimirse.

Me puse bizca y me reí de mi reflejo.

Los cullen rieron con ella.

Que bien se sentía sonreír...

Entonces, de repente escuché un sonido extraño. Otee la ventana del baño y estaba entreabierta, fruncí los labios y el ceño. Que raro, hubiera jurado que cuando entre estaba cerrada, me aproximé un poco...

- Ay no, este libro no te deja descansar ni un poco ¿Es que acaso la chica no puede estar un rato tranquila? - se quejó Emmett en broma, suspirando fuerte - Adelante Edward, venga ya - y Edward prosiguió no sin antes darle una mirada molesta.

Pero creí que sería una mala idea, debería vestirme o taparme con algo porque si alguien la había abierto, eso quería decir que podían verme desnuda. Oh no, llevé un brazo para tapar mis pechos y la otra mano para tapar mi entrepierna, me di la vuelta para sacar una toalla del estante y me sorprendí al ver que no había ninguna.

- Que mala suerte - dijo Jasper ceñudo.

¿Cómo era posible? si cuando entré estaba lleno de toallas chicas y grandes ¿Dónde demonios estaban?

La ventana. Miré a la derecha para darme cuenta que ahora estaba abierta hasta atrás, y eso no era todo.

Los cullen contuvieron el aliento esperando que Edward leyera más rápido para saber lo antes posible lo que ocurría, Edward leyendo en sus mentes la ansiedad se apresuró a leer.

Justo cuando clavé mi mirada en ella, vi con horror como una mano blanca, muy blanca se deslizaba de adentro hacia afuera hasta perderse de vista.

Me quedé paralizada, todavía tapando con mis brazos mis partes íntimas. No era posible, alguien estaba en los alrededores de la casa, tal vez habían saltado la muralla o abierto el portón pero ¿Cómo es que mi madre no había visto nada y no había venido a por mí? tal vez eso significaba que ella aún no sabía nada. Observé detenidamente la ventana sintiéndome muy débil, mi vista se nublo en los bodes...

- Parece que se va a desmayar - dijo Emmett

- Cualquiera se desmayaría del susto de ver una mano en la ventana de tu baño ¡Y estando desnuda! - exclamó con horror Rosalie

Y entonces la mano se volvió a posar en la ventana de golpe y pude ver también pelo, no se de qué color era exactamente. Salté hacia atrás y grité con todas mis fuerzas pero luego no pude ver nada más porque todo se volvió negro.

- Vaya, pobrecita. Tremendo susto que se dio - dijo Alice

- Si, bueno ¿Ya termina? - preguntó Emmett ansioso por volver a leer.

- No, aún no. Pero de todas formas no te tocaría a ti - le dijo Edward.

- Ouh - dijo Emmett decepcionado.

Escuchaba voces, aunque todavía no podía abrir mis ojos era como si un sopor me adormeciera, como si algo me impidiera reaccionar y despertar, aUn así podía escuchar y entender lo que decían.

- ¿Pero qué es lo que pasó? - preguntó alguien.

- No lo sé - le contestó una voz cargada de angustia y desesperación - Escuché un grito y cuando vine a verla la encontré tirada desnuda en el baño.

- ¿Qué le habrá pasado? se asustó con algo seguro

- No lo sé, la puerta estaba abierta de par en par y eso me parece raro, ella siempre la cierra.

- ¿No era la ventana la que estaba abierta? - preguntó Emmett confundido.

- No, aquí dice puerta - le respondió Edward encogiéndose de hombros.

Poco a poco comencé a recordar y entender. Me habían encontrado desmayada en el baño. Pero, era extraño que dijeran que la puerta del baño estaba abierta, si yo ni siquiera tuve tiempo de abrirla para salir...

... La ventana, no dijeron nada sobre la ventana. Entonces eso quiere decir que ahora está cerrada y que cuando me encontraron también lo estaba. De pronto supe que podía abrir los ojos y lo hice. Allí muy cerca de mi estaba mi madre abrazada de mi padre que todavía llevaba su uniforme de policía.

- ¿Su padre es un poli? - pregunto Emmett.

- Al parecer sí - dijo Carlisle

- Tal vez por eso él estaba en ese mismo momento en el callejón, puede que él mismo la estuviera buscando - dijo Edward - Y quizás por eso cuando Isabella era pequeña y pasó lo que pasó la policía llego rápido, usualmente se demoran.

- Eso tiene mucho sentido - dijo jasper asintiendo.

Cuando me vieron despierta se acercaron a mí con expresiones preocupadas.

- Cielo, cariño ¿Estás bien? - me preguntó papa, yo asentí.

- Cielo ¿Qué pasó? - preguntó mamá. Dudé un momento no sabiendo si decirle o no.

- Es mejor que les diga, no los puede dejar con esa preocupación y la incertidumbre de no saber que ocurrió - dijo Esme preocupada.

- No lo sé, pero yo si fuera ella no diría nada - dijo Rosalie, Esme la miro interrogante - Lo siento Esme pero no me gustaría que me tacharan de loca sabiendo que lo que pasó realmente si pasó.

Esme la miró pero no dijo nada.

- No lo sé - le dije decidiéndome a último segundo, fingiendo no recordar. Estaba tan confusa, eso había sido real, pero si les decía a mis padres ellos se preocuparían aún más y ya no quiero más, no quiero preocuparlos más, no quiero que sufran por mi culpa, no quiero que se culpen por mi mala salud mental como sé que harán si les digo lo que pasó, no, no puedo hacerles esto, porque no se lo merecen.

A estas alturas Esme tenía sus manos en su corazón y tenía una inmensas ganas de abrazar y consolar a Isabella, era tan noble lo que estaba haciendo, enfrentando todo eso sola para no preocupar a sus padres. Eso le decía a Esme lo buena de corazón que era, sólo que eran demasiadas cosas malas por las cuales había pasado, Edward estaba de acuerdo con su madre y se lo hizo saber con una pequeña sonrisa.

Y como si de pronto recordara dije:

- Fue una araña, era enorme. Lo siento, me asusté - sonreí para tranquilizarlos - Estoy bien, no me hubiera desmayado si hubiera tenido algo en el estómago, pero estoy bien.

- ¿Te duele algo? - preguntó mama, yo negué y ella suspiró aliviada - Está bien, que susto.

- Lo lamento mamá, papá.

- No cariño. Está bien, no te disculpes, no es culpa tuya - me dijo papa dándome una tierna sonrisa, me besó la frente - íré ahora mismo a comprar un insecticida ¿Ok cielo?

- Ok papi - salió de la habitación en silencio, mi madre me miró y sonrió.

- Te dejaré para que te vistas ¿Si? - miré hacia abajo y sólo estaba tapada con una toalla, me sonroje furiosamente haciendo a mi madre reír. Juro que al escucharla sentí un calor en el cuerpo, fue como si me hubiera quitado un gran peso de encima al escucharla - Baja pronto para que puedas desayunar - besó mi frente igual que mi padre y salió. Me senté en la cama, ahora estaba sola y sabía que cualquier cosa podía pasar, esperé un poco más y cuando nada pasó me levanté con cuidado comenzando a vestirme rápido, Salí de mi habitación sin siquiera mirar al baño cuando pasé por allí, cerré despacio y bajé las escaleras.

Mi madre estaba en la cocina, era temprano todavía por lo que supe que no había estado desmayada por mucho tiempo. Salí por la puerta principal al jardín mirando hacia todos lados y encontrando que no había nada extraño.

Giré a la izquierda y rodee la casa hasta llegar al patio trasero. Levanté la vista hacia arriba para ver la ventana de mi baño la cual estaba cerrada. No había nada de lo que había temido encontrarme, una escalera o algo por el estilo, no había nada y tampoco había un árbol cerca como para escalarlo y acercarse lo suficiente para abrir la ventana o meter la mano dentro. A menos que el fisgón supiera escalar una muralla igual que las arañas. Buena mentira, al menos había conseguido lo que quería, no preocupar a mis padres.

- ¿Todavía sigues pensando que ella debería decirle a sus padres lo que vio? - le preguntó Rosalie a Esme. Esme suspiró pensando en la respuesta.

- La verdad ya no sé. Si alguno de ustedes estuviera en su situación yo querría que me dijeran lo que les pasa, porque no soporto el pensar que pasaran solos por todo lo que ella ha pasado - Rosalie iba a protestar pero Esme levantó un dedo - Pero, si yo estuviera en la posición de Isabella probablemente hubiera hecho lo mismo.

- Mmm eso está bien, pero ella en algún momento se dará cuenta de que no es posible pasar por todas esas cosas sola, tarde o temprano tendrá que decirle a sus padres, sólo está alargando el momento - dijo Alice - Ella colapsará si no pide ayuda - todos guardaron silencio. No sabiendo que más decir.

- Ese es el final del capítulo - dijo Edward - ¿Quién quiere leer el próximo?

- Yo lo haré - dijo Esme, Edward le paso el libro.

 

Capítulo 3: Abrir Capítulo 5: Bronce

 


 


 
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