Love Me (+18)

Autor: Lily_cullen
Género: + 18
Fecha Creación: 07/08/2015
Fecha Actualización: 25/10/2015
Finalizado: SI
Votos: 2
Comentarios: 45
Visitas: 82930
Capítulos: 47

 

Edward Cullen: modelo profesional con un status muy alto y maravillosamente guapo.

Isabella Swan: asistente personal de Tanya Denali de Status Model Management. Y como no enamorada de Edward Cullen.

Edward Cullen tiene una vida muy complicada tanto por sus constantes viajes de trabajo como por su vida personal. Por eso y por otros motivos no está dispuesto a complicarse más la vida empezando una relación con nadie. No está dispuesto a estar en una relación ni a comprometerse. Pero cuando se encuentra con Isabella Swan instantáneamente siente una atracción hacia ella, pero con el tiempo se convierte en algo más. ¿Se dará la oportunidad de amar y de ser amado?  

Isabella Swan ama y odia su trabajo, lo ama porque siempre se puede recrear la vista con los exquisitos especímenes con los que trabaja. Y lo odia porque le toco una jefa de lo más irritante, difícil, y aparte criticona. Pero aparte de eso, cuando conoce a Edward Cullen se siente inevitablemente atraída por él, pero ella sabe que no es conveniente sentirse atraída por un modelo y mucho menos enamorarse, y menos especialmente de él, pero la atracción entre ambos es simplemente inevitable.

 

 

Lo persoajes le pertenecen a Stephanie Meyer, esta historia esta adaptada en el libro Working it de kendall Ryan, yo solo lo adapte con los prsonajes de Edward & Bella 

Espero les guste :)

           

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Capítulo 45: Si Acepto

Edward

 

 

 

 

Ver a Bella llorar enormes y pesadas lágrimas me rompió el maldito corazón. No estaba seguro de cómo me las había arreglado para estropear la propuesta, pero de alguna manera lo había hecho. Un sollozo brotó de su garganta y separó sus labios. La abracé, acaricié su espalda y la dejé llorar. Al menos no se apartaba. La sostuve y me balanceé con ella en mis brazos, dejando que sus lágrimas empaparan mi camisa mientras frotaba ligeramente su espalda. Me rompía verla de aquella forma. 

Finalmente, respiró profundo y dio un paso atrás. Sus mejillas estaban mojadas por las lágrimas, sus ojos rojos e hinchados. 

— Bella, nena. Por favor, dime algo, me estas matando.

Cruzó la habitación y se sentó en la cama. —Lo haré. Solo. . . necesito un minuto. —Sus ojos se encontraron brevemente con los míos, y lo que vi allí hizo que mi pulso se disparara. Confusión. E incertidumbre.

Asentí y esperé, incapaz de hacer otra cosa. Prácticamente podía ver las ruedas girando en su cabeza mientras luchaba por organizar sus pensamientos. No tenía ni idea de lo que la tenía en tan fuerte conflicto, pero era obvio que estaba luchando. 

— Deja que te traiga un vaso de agua fría. —Entré al baño contiguo y llené un vaso con agua del grifo, aunque solo fuera por romper un momento la tensión tarareando entre nosotros.

Echándole un vistazo al espejo del baño, el hombre devolviéndome la mirada estaba hecho un desastre. Mi piel estaba pálida y sin vida. Me veía como la mierda. Joder, me sentía como la mierda sin Bella. No creía que ella entendiera jamás lo mucho que la necesitaba. Aspiré profundamente, sabiendo que iba a tener que buscar dentro de mí para encontrar las palabras adecuadas para llegar a ella.

Momentos más tarde, volví a su lado con el vaso de agua y una caja de pañuelos. Lo aceptó todo y después de limpiar sus mejillas y sonarse la nariz, tomó un sorbo de agua y luego me devolvió el vaso. 

— Gracias. Siéntate —me ordenó, ahora un poco más serena. Palmeó la cama y me senté a su lado. 

— Sabes que nunca te haría daño intencionalmente. Lo sabes, ¿verdad? 

Ella asintió con la cabeza. 

— Quiero que lo nuestro funcione. Aparté a Tanya de mi vida, pensé que desvincularme con ella era todo lo que necesitábamos para finalmente seguir adelante solo nosotros dos. Nunca pensé que un video que se grabó hace dos años pudiera interponerse entre nosotros. 

Se chupó el labio inferior, muy silenciosa e insegura.

— Dime por qué estás llorando —la persuadí, sin saber si podía tomar su mano. En su lugar, apreté los puños a mis costados. 

— Porque. . .

Usando dos dedos, levanté su barbilla para que sus ojos se encontraran con los míos. — ¿Porque qué, nena? 

— Porque. . . ese futuro contigo. . . es todo lo que siempre he querido. 

— Y. . . —solicité. 

Absorbió, su barbilla temblando. —Y, sé que este no eres tú. No es lo que quieres, y no voy a presionarte. No quiero que hagas esto, que hagas éste gran gesto sólo para ganarte mi perdón por tu video de sexo.

Santa mierda.  Sus palabras se sintieron como un puñetazo en el estómago. — ¿Eso es lo que piensas que ha sido? ¿Alguna clase de regalo disfrazado? ¿Alguna clase de penitencia por mis pecados? 

Ella asintió con cuidado. 

— No soy bueno con las palabras bonitas, eso está claro, pero te prometo que quise decir cada palabra de esa propuesta. Quiero que estés siempre conmigo. Te necesito como nunca he necesitado nada. ¿Cómo no puedes ver eso? 

— Te creo. Es solo que no puedo dejar de pensar que lo estás haciendo por las razones equivocadas.

Entonces me di cuenta y la esperanza se disparó en mi pecho. 

— Nena, soy un bastardo egoísta, confía en mí. Hago esto por todas las razones equivocadas. Porque quiero que seas mía. Para siempre. No puedo dejarte ir. Quiero que nos comprometamos a estar juntos porque no puedo perderte. Te compré el anillo incluso antes de que el video saliera a la luz. Supe que quería casarme contigo hace meses. He estado intentando desesperadamente que te vinieras a vivir conmigo.

— Edward. . .

Ella gimiendo mi nombre fue el sonido más dulce. Señal de que sus defensas estaban cayendo y se estaba permitiendo ceder. 

Podía decir que estaba nerviosa pero solo porque había pensado que estaba proponiéndoselo por razones equivocadas. Necesitaba que supiera cuan increíblemente especial era para mí. La miré a los ojos, sosteniendo su cara cuidadosamente a unos pocos centímetros de la mía. 

— Eres increíble. Me encanta todo de ti. —Acaricie suavemente su mandíbula—. Me encanta lo suave que eres. Y adoro la forma en que hueles. — Presioné la nariz y la boca en su cuello, saboreando mientras continuaba—. Quiero besar cada pedazo de ti —susurré contra su cuello. Dejó escapar un suave gemido por mis palabras—. Y puedo. Porque eres mía. —Me sonrió, relajándose un poco más—. Tan hermosa —murmuré contra sus labios. 

Me puse de rodillas frente a ella, levantando su mano izquierda hacia mis labios. Besé su dedo desnudo donde debería ir el anillo y deje que mis dientes apretaran ligeramente la carne. Quería que entendiera que este dedo era mío para marcar.

Los ojos de Bella se abrieron cuando el significado detrás de mi gesto le llegó. Su respiración se enganchó y se mordió el labio inferior. 

— Túmbate —murmuré, instando a que se acostara sobre la cama y organizando las almohadas detrás de ella. Se acomodó contra ella de forma que descansó delante de mí. Quería que estuviera cómoda y feliz. Había aceptado mi explicación, pero eso no significaba que hubiera dicho que sí a mi propuesta. Joder, me habría gustado tener un libro de jugadas para esto. Estaba fuera de mi elemento. A lo grande. 

— Cierra los ojos —le susurré. 

Ella obedeció, dejando que sus ojos se cerraran. 

Era tan impresionante ella allí, esperándome. Largas pestañas apoyadas en sus mejillas, nariz delicada, la familiar inclinación de su barbilla, y el ligero esbozo de la clavícula en su escote. El deseo cortó a través de mí. Quería hacer cosas malas con ella y acariciarla al mismo tiempo. Mi mente daba vueltas con lo que debía hacer primero. 

Llevé mis manos a su cara, acunando su mandíbula y acariciando suavemente sus mejillas con mis pulgares. 

— Tan suave. —Me incliné sobre ella y mordí su labio inferior. Sentí su boca subir en una sonrisa. 

— Mmm. Esto se siente muy bien. —Respiró. 

— Quiero hacerte feliz.

Ella dejó escapar un pequeño gemido feliz. Un buen comienzo. 

Presioné un tierno beso en su boca y la lengua sobre sus labios hasta que éstos se separaron, chupando su lengua dentro de mi boca. Ella inhaló bruscamente por la sorpresa de mi lengua chupando la suya, y sus ojos se abrieron lentamente antes de ir a la deriva cerrados. Nos besamos apasionadamente durante varios minutos y todo mi cuerpo se relajó con el suyo. 

— Quiero cuidar de todas tus necesidades —susurré, rompiendo el beso. 

Había querido que esta noche fuera perfecta. Esta propuesta lo era todo para mí y ahora que el momento había pasado estaba desesperado por recuperarlo. De recuperar de alguna manera la magia. Me acosté a su lado, entrelazando nuestras manos izquierdas. Sus dedos se cerraron alrededor de los míos. 

— Te amo, Bella. Permíteme hacerte mi esposa y amarte por el resto de mi vida. 

Ella me miró y sonrío, murmurando las mejores cuatro palabras que había escuchado nunca. 

— ¿Dónde está mi anillo?

 

 

 

 

Bella

 

 

 

Seis meses después. . .

 

— ¿Que estás hacienda todavía en el trabajo? —Irrumpió Rose en mi oficina, los tacones haciendo eco mientras caminaba por los suelos de madera—. He estado bombardeando tu teléfono por una hora. Saca tu trasero de esa silla.

Miré sobre la pantalla de mi ordenador, haciendo una breve pausa en mi trabajo antes de dejar que mis dedos toqueteen en busca de mis llaves. No quería perder mi tren de pensamientos.

— Un segundo. Tengo unos cuantos emails que enviar.

— Noticias de último momento, cariño, te vas a casar mañana. —Rose soltó una risa.

Una sonrisa imparable se formó en mi boca y sonreí hacia ella. Me preguntaba si debería sentirme nerviosa o asustada. . . pero solo sentí nerviosismo. Edward y yo habíamos estado viviendo juntos por unos meses y nunca habíamos estado más felices. Abrimos la oficina de caridad el mes pasado y las cosas habían ido de ocupadas a locas. Gracias a Dios por la ayuda de mi madre y Rose con los planes de la boda. Y Edward tomó la responsabilidad de planear nuestra luna de miel. De otra manera nunca habríamos sobrevivido. Sentí un poco de culpa por dejar a Sue cocinar y limpiar, pero la ayuda extra había sido una bendición.

Di clic para enviar el último email a mi asistente. Juré que nunca usaría breves mensajes, notas garabateadas en notas para comunicarme con ella, como el método de Tanya cuando era su asistente. En su lugar la trataba como un humano con un cerebro funcional. Simplemente quería asegurarme de que ella sabía todas las cosas vitales que se debían terminar en nuestra ausencia por las siguientes semanas.

 

— Ya casi estoy lista. —Miré hacia Rose dando vueltas por la oficina que Edward me había alquilado en la zona residencial. Era un largo desván con luces, ventanas espaciosas y pálidos suelos de madera. Las paredes seguían de un blanco rígido y los muebles básicos, pero era perfecto. Había venido unas cuantas veces a la semana y trabajó junto a mí, los trabajos de modelaje volviéndose menos y menos frecuentes, lo cual nos sentaba bien. Ahora que habíamos creado nuestra asociación de caridad, era donde ambos queríamos pasar nuestro tiempo.

Apagué mi portátil y enderecé los papeles que tenía en mi escritorio. No tenía sentido irme y dejar el lugar con basura. Me enorgullecía lo que hacía. Era trabajo que importaba.

Después de hablar por meses sobre en lo que valdría la pena invertir nuestro tiempo, Edward decidió iniciar una caridad de niños que necesitaban cirugía y no podían permitírselo. Su organización financio cirugías plásticas y procesos médicos para niños necesitados. Habíamos trabajado con familias en cosas como paladares hundidos y cirugías de reconstrucción. Mi vida eran agotantes días pegada al teléfono con hospitales y compañías de seguros, encontrando donantes, y conectando con familias. Muchas cosas mundanas, también, como averiguar la página Web, respondiendo a montañas de emails, y haciendo jarra tras jarra de café para darnos combustible.

La ostentación y el glamour del mundo del modelaje habían sido reemplazados por ayuda para niños y ganar una imagen positiva en las maneras más básicas. Ayudándolos a tener la importancia que necesitaban y merecían. Me llenaba el corazón el saber que estábamos ayudando a familias, que estuviéramos haciendo una diferencia en la vida de otros.

Tenía el mejor trabajo del mundo. Y al hombre que amaba profundamente justo a mi lado. Excepto esta noche. Esta noche era tiempo de chicas con Rose, y Edward estaba quedando en tomar unas bebidas con Emm.

— Última oportunidad. . . en lugar de reservar para cenar podríamos ir a un club de striptease masculino. . . —Rose sonrió cruelmente.

— Tengo cero interés en ir a un club de striptease, pero gracias. —Además, sabía que no era mi última oportunidad. A Edward no le importaría si de repente me desertaba un día y le decía que quería tachar eso de mi lista de deseos. Él me había compartido con su amigo, por amor a Dios. No es que Rose necesitara saber eso. Ella ya odiaba a Emmett por alguna extraña razón. No quería hablarle sobre el trío. No tenía ni idea sobre cómo reaccionaría.

— Bien. Aburrido entonces. Cena, bebidas, y tiempo de chicas.

— Suena perfecto para  mí. —Edward y yo habíamos acordado en pasar la noche separados por la anticipación de hacer nuestro día de boda mucho más especial cuando estuviéramos reunidos mañana en el altar.

Para ser honesta, sin embargo, tenía mis dudas en cuanto a sus habilidades de permanecer alejado. Estaba preparada para recibir una llamada a las tres de la mañana pidiéndome que volviera a casa para que así él pudiera dormir.

 En lugar de una ostentosa cena en un restaurante de lujo que sirviera varios tipos de comida que jamás podría diferenciar, relajarme en pijamas y comida para llevar sonaba celestial.

— ¿Sabes lo que realmente me gustaría? —bromeé, moviendo mis cejas para burlarme de ella.

Rose se inclinó más cerca, obviamente esperando que mis pensamientos fueran algo traviesos, como un club de striptease.

— ¿Qué?

— Ir a nuestra casa —nuestra vieja casa— ordenar pizza, beber vino, y ponernos al día con una charla de chicas. No me odies porque sé que hiciste un milagro en llevarnos a cenar a ese ostentoso restaurante. . . pero como que siento que quiero quedarme en casa. . .

Rió.

— Me encanta que estés bien con comer pizza la noche antes de tu boda y no algún zumito rápido.

—Demonios no. O el vestido encaja o no lo hace. Y Edward no me ama por el tamaño de mi talla.

Sonrió. 

— Ustedes son jodidamente demasiado tiernos para que pueda soportarlo. Es un trato, solo si la charla de chicas incluye que escupas algunos secretos de la polla de tu prometido y sus habilidades en la cama.

Sonreí diabólicamente.

— Para eso necesitaremos tequila en lugar de vino.

— Whoa. Vamos. Tenemos que hacer una parada de camino a casa por tequila. —Sonrió, tomando mi mano y sacándome fuera de la oficina.

Capítulo 44: Marry Me Capítulo 46: Epílogo

 


 


 
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