Love Me (+18)

Autor: Lily_cullen
Género: + 18
Fecha Creación: 07/08/2015
Fecha Actualización: 25/10/2015
Finalizado: SI
Votos: 2
Comentarios: 45
Visitas: 82951
Capítulos: 47

 

Edward Cullen: modelo profesional con un status muy alto y maravillosamente guapo.

Isabella Swan: asistente personal de Tanya Denali de Status Model Management. Y como no enamorada de Edward Cullen.

Edward Cullen tiene una vida muy complicada tanto por sus constantes viajes de trabajo como por su vida personal. Por eso y por otros motivos no está dispuesto a complicarse más la vida empezando una relación con nadie. No está dispuesto a estar en una relación ni a comprometerse. Pero cuando se encuentra con Isabella Swan instantáneamente siente una atracción hacia ella, pero con el tiempo se convierte en algo más. ¿Se dará la oportunidad de amar y de ser amado?  

Isabella Swan ama y odia su trabajo, lo ama porque siempre se puede recrear la vista con los exquisitos especímenes con los que trabaja. Y lo odia porque le toco una jefa de lo más irritante, difícil, y aparte criticona. Pero aparte de eso, cuando conoce a Edward Cullen se siente inevitablemente atraída por él, pero ella sabe que no es conveniente sentirse atraída por un modelo y mucho menos enamorarse, y menos especialmente de él, pero la atracción entre ambos es simplemente inevitable.

 

 

Lo persoajes le pertenecen a Stephanie Meyer, esta historia esta adaptada en el libro Working it de kendall Ryan, yo solo lo adapte con los prsonajes de Edward & Bella 

Espero les guste :)

           

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Capítulo 24: Complicaciones

Edward y yo descansamos relajándonos gran parte del día hasta que alguien llamó a la puerta al final de la tarde.

Era una botella de champán servida desde el conserje. La nota decía:

Para Edward y Bella. ¡Disfrútenla!

Con amor,

Tanya.

— ¿Ves?, te dije que ella había recapacitado —dijo Edward, descorchando el champán con un fuerte chasquido.

Ella estaba siendo demasiado agradable. Igual que sabía que me alojaba en su habitación y sólo iba a la mía a cambiarme de ropa. Pero sonreí y acepté una copa de champán.

— Te amo, Bella.

Él no podía dejar de decirlo. Lo cual me parecía bien. 

  — Yo también te amo —Le sonreí y luego tomé un sorbo de mi bebida. Mmm. Efervescente y dulce—. ¿Edward?

— ¿Hmm?

— Quiero que vengas conmigo a casa, que veas de dónde soy, que conozcas a mis padres.

Su mirada se suavizó. —Me gustaría eso.

Todavía no habíamos hablado de lo que sucedería una vez que dejáramos París, pero mantenía la esperanza de que sacáramos adelante una relación real en Nueva York. Sabía que él viajaba mucho por trabajo pero, con la aprobación de Tanya, yo podría viajar con él.

Mi teléfono sonó en mi bolso, y eché un vistazo. Era Tanya. Esto era extraño. Rara vez  me llamaba. Por lo general me enviaba un texto. 

— ¿Hola?

— Hola cariño. ¿Recibieron la entrega?

¿Cariño? Eso era nuevo.

— Sí, gracias. Edward ya nos sirvió una copa a cada uno y es delicioso. Fue muy considerado de tu parte —Mi voz sonó ligera y alegre. Buen trabajo, Bella. Silenciosamente me di unas palmaditas en la espalda. Una manera de ser cortés con la ex de tu novio. Me sentí orgullosa. Muy adulta.

— Maravilloso. Bueno, disfrútenlo, y más tarde me encantaría que pudieras pasar por mi habitación. Me gustaría hablar sobre cómo agregar más responsabilidades a tu rol. Has demostrado ser muy capaz.

¿Qué? ¿En serio?  —Oh, está bien. Eso suena genial. Sólo necesito una ducha, y. . .

Tanya me cortó. —Tonterías, todos somos prácticamente familia. Sólo ven cuando quieras. . .

— Está bien, lo haré. Nos vemos pronto.

Colgué el teléfono, profundas líneas de confusión grabadas en mi cara.

— ¿Quién era? —preguntó Edward, tomando un sorbo de champán.

— Era Tanya. Creo que me quiere promover.

Su sonrisa iluminó su rostro. —Ves. Te dije que todo saldría bien, nena. Te amo.

— También te amo —dije, distraídamente. No me fiaba de Tanya para nada. Sólo tenía que averiguar su ángulo con este movimiento.

Estaba demasiado distraída para disfrutar del champán con Edward, y después de varios minutos, él se rió entre dientes, instándome a visitarla. 

— Sólo ve —Rió—. Llámame después.

— Lo haré. Gracias —Le di un beso rápido en los labios y salí.

Cuando llegué a la suite del ático, me detuve ante la adornada puerta esmaltada en crema y oro. Suavicé mis manos sobre mis pantalones negros de vestir que me había puesto y enderecé el dobladillo de mi blusa de color burdeos. Esto saldría bien tenía que hacerlo. Llamé a la puerta y levanté la barbilla. No la dejaría intimidarme. No podía.

Cuando Tanya abrió la puerta, se veía como la mierda. Nunca la había visto vestida de manera informal en pantalones negros de yoga y una camiseta de gran tamaño que le llegaba hasta las rodillas. Su pelo estaba recogido en una coleta descuidada y no llevaba ningún tipo de maquillaje.

— ¿Tanya? —Mi voz salió ronca—. ¿Estás bien?

Ella tragó saliva y asintió. 

— Bien, amor. Entra —Ella se retiró a la sala de estar y la seguí, cerrando la puerta tras de mí. Se dejó caer en el sofá y acurrucó las piernas debajo de ella.

Me senté frente a ella en el sillón. — ¿Estás segura de que te sientes bien?

Se echó a reír inquietamente. —Me veo como la mierda, ¿no?

Mordí mi mejilla. ¡Cierra el pico, Bella!

— Estoy bien, de verdad. Acabo de tener una serie de citas con el médico últimamente, y estoy agotada.

 

— Oh, bueno, lo siento, y no me refiero a que te veas mal. Yo sólo nunca te había visto, ya sabes —tartamudeé— sin combinar.

— Es absolutamente cierto —Ella agitó la mano con desdén—. Quería hablar contigo sobre tu posición.

Mi estómago dio un pequeño vuelco. —Está bien.

— Es bastante obvio que has sido más que capaz con tus tareas asignadas. Edward confía en ti —y tú sabes que yo confío en su juicio. Así que. . . me gustaría ampliar tu rol, darte un poco más de responsabilidad. Por supuesto, vendría con un aumento de sueldo también. ¿Cómo suena todo eso?

¿Qué se supone que debías decir cuando tu jefa se entera de que estás saliendo con su ex aventura y te ofrece más dinero? No había ninguna guía para eso, pero estaba bastante segura de que debía sentirme agradecida. 

— Suena fabuloso. Gracias por la oportunidad.

— Maravilloso. Esperaba que dijeras eso. Voy a necesitar ayuda con la Semana de la Moda de Nueva York en la primavera, sobre todo por todas estas citas con el médico que he mencionado.

Quería preguntar si estaba bien, o si había algo que pudiera hacer para ayudar, pero algo en su postura me hizo detenerme. No era asunto mío, así que me limité a asentir. 

— Por supuesto.

— Asistir a castings, hablar con los diseñadores, ayudar a preparar a los chicos.

— Puedo hacer eso. Cualquier cosa que necesites —Wow, quizá mi trabajo de asistente iba por fin a dar sus frutos. Iba a ascender en el mundo.

— Brillante. Te mandaré un correo electrónico más tarde esta noche con detalles. Pero por ahora, si me disculpas, me gustaría tomar una siesta.

— Por supuesto —Salí, dejando a Tanya acurrucada en el sofá.

Cuando Tanya finalmente me escribió esa noche, yo estaba acostada en la cama con Edward, usando su iPad para un video chat con Rose. Pero cuando el correo electrónico de Tanya llegó, me senté y le dije a Rose que hablaría con ella más tarde.

Empezaba con mi nueva paga un aumento saludable de mi salario anterior. Y entonces entraba en detalle sobre mis deberes en la preparación para la Semana de la Moda de Nueva York.

En la última línea del mensaje, finalmente descubrí su estratagema. Me marcharía de París en dos días.

 

 

* * * *

Nuestra relación era tan nueva, tan frágil, que temía lo que podría significar la distancia. Si fuera un curso de la vida de una película, huiría con este hombre y nunca miraría hacia atrás. Pero, lamentablemente, la vida no funciona de esa manera.

Todo el trayecto hasta el aeropuerto, Edward me dijo que estaba orgulloso de mí, y que debería estar emocionada con esta oportunidad. Yo no podía evitar pensar que era sólo una estratagema de Tanya para deshacerse de mí desde que ella se había enterado de mi relación con Edward.

Yo confiaba en él, pero eso no quería decir que estaba feliz sobre él pasando tres semanas en Paris con la mujer con la que había tenido un romance permanente. No confiaba en ella. En absoluto.

Edward pagó para cambiar mi asiento a primera clase, a pesar de que le dije que no era necesario, y luego me acompañó hasta donde la seguridad lo permitía.

— Hey, son sólo tres semanas ¿Qué puede pasar? —Él ahuecó mis mejillas con sus grandes palmas, mirándome a los ojos con una mirada preocupada.

— Tres semanas y dos días —señalé.

Edward sonrió y apretó sus labios con los míos. —Hablaremos cada noche. Te  enviaré textos sucios. Todo saldrá bien. Ya lo veras —Me sonrió

Me reí a pesar de mi mal humor. — ¿Me dices que me enviarás textos sucios? Hablas como un verdadero maldito romántico justo ahí.

— Lo que sea por ti, nena. Te amo, Bella.

— También te amo —le dije, bebiendo de esa brillante mirada que iba a extrañar tanto —Compórtate.

— Lo haré, lo prometo. Tú también —Edward me jalo para acurrucarme en sus brazos, levantando mis pies del suelo así podía acunarme en un abrazo de todo el cuerpo. Me fundí en su abrazo.

Podíamos hacer esto, ¿verdad? Eran tan sólo unas semanas.

 

* * * *

 

Fue cada vez más difícil ponerme en contacto con Edward en las semanas que siguieron. Tal vez eran las seis horas de diferencia, o nuestros horarios de trabajo, pero estábamos raramente a tiempo para hablar. Lo único que me ayudaba a pasar el tiempo era que había tomado una de las camisetas de Edward de París. Su aroma masculino todavía se aferraba a la tela, y cada noche había enterrado la cara en el algodón y respirado hondo.

Cuando el aroma finalmente se disipó, me preocupé de que fuera de alguna manera una señal de que las cosas se estaban cayendo a pedazos entre nosotros.

Edward tenía problemas para dormir por la noche otra vez y me dijo que había comenzado a tomar sus pastillas. Esto me había preocupado, pero lo entendí. El hombre necesitaba dormir. Cenaba la  mayoría de las noches con Tanya, sobre lo que traté de ser madura, ellos eran los únicos que quedaban en París desde que Ángelo había vuelto a Nueva York unos días después de mí para preparar otra gran campaña. Pero mis viejas dudas e inseguridades sobre su relación comenzaron a deslizarse de nuevo.

Había estado trabajando tanto desde que había regresado, que Rose y yo no habíamos tenido una noche de salida de chicas adecuada aún.

Así que esta noche ella había insistido en hacer algo. La verdad, era exactamente lo que necesitaba para dejar de pensar en las cosas.

Nos aventuramos en la parte alta, incluso derrochando por un taxi, así no teníamos que hacer frente a caminar hacia y desde el metro en calzado que era más lindo que cómodo. Rose estaba vestida con vaqueros negros estrechos y un hermoso par de Jimmy Choos. Yo estaba en vaqueros y un par de botas negras altas. 

Me encantaba el otoño en Nueva York. Había un nuevo guardarropa que necesitaba. Yo misma me había lanzado a ir de compras, adueñándome como si fuera mi trabajo. Fue la distracción perfecta. Rose estaba muy feliz de ayudar. Ella me mostró las mejores tiendas de la ciudad donde podíamos conseguir una oferta en la última moda.

Entramos en el club demasiado ruidoso y codeé nuestro camino hacia el bar. Había sido una semana muy larga y nada sonaba mejor que una cerveza bien fría. Por desgracia, el bar estaba rodeado de tres profundidades de clientes agitando billetes en el aire, intentando captar la atención de los camareros con exceso de trabajo. Costaría un rato hasta que nos dieran las bebidas.

— Ugh. Parece que no conseguimos la nota de que era noche de gilipollas hoy —dijo Rose por sobre la música.

— ¿Qué?

— Odio a los tipos como esos —Ella lanzó una mirada molesta hacia el grupo de chicos metidos en una cabina en la esquina de la zona VIP.

Los chicos parecían estar celebrando algo. Botellas y vasos de chupito cubrían su mesa, y se reían en voz alta y compartían golpes con los puños.

— Oh, Dios mío. ¡Ese es Emmett! —Tiré de la mano de Rose—. Vamos.

— ¿Lo conoces?

Me reía hacia Emmett. Por alguna razón, estaba despojado en una camiseta negra sin mangas y pantalones vaqueros y llevaba un par de gafas de sol. En el interior. Y no cualquier tipo de gafas. En forma de corazón, rosas, gafas de sol brillantes de mujer.

Me detuve frente a su mesa. — ¿Emmett?

Su mirada cubierta de gafas locas se encontró con la mía. 

— ¿Gominola? —Saltó de su asiento y me abordó en un abrazo—. ¿Qué estás haciendo aquí?

Me sentí deseando desembuchar que Tanya me había desterrado de Francia una vez que se enteró de que Edward y yo estábamos juntos, pero en cambio cortésmente le expliqué que había vuelto para trabajar en la Semana de la Moda de Nueva York en la primavera.

Se quitó las gafas tontas y su mirada vagó detrás de mí y se aferró a Rose. 

— Preséntame a tu amiga —Su tono era decisivo y él estaba prácticamente follándola con los ojos. Claramente, a Emmett le gustaba lo que veía.

Y Emmett borracho no era rival.

— Oh, cierto. Emmett, esta es Rose.

Rose lo observó con frialdad, con una expresión aburrida y poco impresionada.

— Hola, gatita. —Sonrió Emmett.

Rose puso los ojos en blanco ante su línea cursi. — ¿Tienes orejas? Ella acaba de decirte mi nombro. Úsalo.

Emmett se volvió hacia mí y su sonrisa desigual me dijo que estaba varias bebidas por delante de nosotras. 

— Ohh. . . ella es dinamita. Me gusta eso.

— ¿Abrazando a tu gilipollas interior esta noche? —replicó Rose, abriendo mucho los ojos, como para hacer un punto.

Uno de los lados de la boca de Emm se curvó. — ¿Es Rose abreviatura de algo?

Su barbilla se levantó. —Rosalie. Pero si deseas que tus testículos permanezcan conectados a tu cuerpo, atente a Rose.

Emmett se agachó, inconscientemente ahuecando su virilidad. —Me he vuelto muy aficionado a estos muchachos, así que Rose.

No sabía lo que había hecho que sus garras salieran, pero ver su intercambio de fuego era entretenido.

— Bueno. . . estábamos intentando tomar una copa en el bar. . . —Rose miró con nostalgia en la otra dirección.

Emmett negó con la cabeza. —Tenemos una camarera, ella estará aquí en un minuto. Será más rápido.

Me senté en la cabina junto a Emmett, y Rose se deslizó a regañadientes a mi lado.

Emmett nos presentó a sus amigos, que, en función de su altura y características, supuse que eran también modelos. Yo ahora estaba acostumbrada a estar alrededor de modelos, y a Rose, bendecida con una autoestima saludable, no le hacía inmutarse.

Emmett le hizo señales a la camarera e hicimos nuestro pedido. Él pidió que las bebidas se añadieran a su cuenta.

— ¿Qué pasa con las gafas, Emm? —Señalé a las gafas de color rosa que yacían desechadas junto a él.

Él se encogió de hombros. —Las encontré en la mesa. ¿No son lindas? —Se las puso de nuevo y me sonrió. Oh sí, él estaba destrozado. Era divertido y juguetón cuando estaba borracho. Rose puso los ojos en blanco, claramente no divertida.

Emmett se inclinó más cerca, lanzando su brazo alrededor de mis hombros.

— El Gran Edward no está aquí para estropearnos. . . puedes jugar con mi APA de nuevo más tarde —Él mostró sus dientes blancos hacia mí, sonriendo alegremente.

Sacudí la cabeza y me reí. Mientras hay quienes pensaban que era una forma grosera de prácticamente proponerme sexo, yo sabía que Emmett sólo estaba bromeando. Rose me lanzó una mirada inquisitiva, pero yo sólo me reí.

Miré mi teléfono otra vez, preguntándome por qué no había oído sobre Edward en todo el día. Traté de no pensar en el hecho de que estaba solo con Tanya en la ciudad más romántica del mundo.

 

 

 

 

Edward

 

 

 

Abrí la puerta de mi habitación de hotel para encontrar a una Tanya surcada por las lágrimas y sollozando.

— ¿Qué pasó? ¿Qué está mal? —La guie dentro y cerré la puerta. Ella se estrelló contra mi pecho, enterrando su cara en mi camisa mientras lloraba. Llevé un brazo alrededor de ella, haciendo mi mejor esfuerzo para consolarla.

— Tuve mi última inseminación hoy —Ella tomó aire para estabilizarse, sus ojos mirando hacia el suelo—. No van a hacerme nada más, porque no es seguro tomar esos medicamentos durante  más de doce ciclos. Esta fue mi decimotercero. Tuve que rogarles —dijo ella, su voz apenas un pequeño chirrido.

Nunca la había visto tan abajo. —Así que todavía hay una oportunidad, ¿no?

— No. Simplemente sé que no va a funcionar. ¿Por qué lo haría? Los otros doce no lo hicieron. Tal vez Dios o quien sea que está allí arriba —Levantó la mirada hacia el techo— no quiere que sea madre.

Me quedé en silencio, sin saber cómo consolarla. Estaba completamente fuera de mi elemento.

— E incluso si pudiera encontrar un nuevo médico para convencerlo de que trabaje conmigo y tomar otra ronda de tratamiento, nos vamos a ir en un par de semanas y estarás de vuelta en Nueva York, ocupado con tu nueva novia, demasiado ocupado para ayudarme con mis inyecciones.

— Hey —Extendí mi mano por la suya—. Nunca voy a estar demasiado ocupado para ti.

Ella entrelazó nuestros dedos. —Lo sé. Eres demasiado bueno para mí.

Sin saber qué más hacer, la acerqué a mi pecho para darle un abrazo, y Tanya se acurrucó contra mi cuello.

Después de unos momentos, los sollozos acumulados en su pecho se habían calmado y sus manos se deslizaron por mis costados para ahuecar mi trasero.

Di un paso atrás. —Tanya —supliqué, mi tono una débil excusa de una advertencia. Sería tan fácil caer de nuevo en nuestros viejos roles, caer en la cama juntos, consolarla de esa manera. Pero me di cuenta de que esto nunca me hizo feliz. Nunca pude dormir por la mierda de las veces que compartimos una cama. Eso estaba sólo reservado para Bella.

Ella secó las lágrimas de sus mejillas y parpadeó hacia mí. Tanya era una mujer hermosa, incluso con sus lágrimas. Pero yo no podía hacer esto.

— Edward. . . —Ella no dijo nada más, sólo continuó rogándome con sus intensos ojos azules.

— Si pudiera solucionar esto, Tanya, lo haría. Sabes eso.

El reconocimiento pareció hacer click para ambos al mismo tiempo mientras nuestras miradas se encontraban y ella daba un paso más cerca. —Ed, tú podrías arreglar esto. Podrías darme un bebé. El pequeño bebé más hermoso.

— Tanya. . . —Trague fuerte y negué con la cabeza.

— Ed. . . nadie lo tiene que saber. . . Isabella no tiene por qué enterarse. . .

Solté un suspiro de frustración. Tanya había trabajado duro para construir mi carrera, hacerme rico y exitoso en los últimos cinco años. Había trabajado sin parar para mí, renunciando a citas y relaciones. . . y no podía dejar de preguntarme si ella no hubiera estado trabajando tan duro para mí, tal vez se habría establecido con un matrimonio y niños ahora.

La llevé a la cama y nos sentamos cada uno en el borde. Odiaba la mirada de esperanza en sus ojos. Crecer sin mi propio padre me hizo absolutamente seguro de que tendría hijos algún día, quería criarlos.

— Nadie lo sabrá nunca —susurró en voz baja.

Le di a su mano un apretón. —Te voy a llevar al baño. ¿Quieres quedarte aquí conmigo esta noche? ¿Ver películas? ¿Ordenar servicio de habitación?

Ella sonrió débilmente. —Gracias, querido. Eso es brillante. Exactamente lo que necesito.

No hay problema. Me levanté de la cama, dejándola para preparar un baño de burbujas en la gran bañera de hidromasaje. Necesitaba llamar a Bella, pero me conformaba con enviarle un texto rápido, mientras la bañera se llenaba.

Yo: Algo ocurrió esta noche. Demasiado ocupado para hablar. Te extraño.

 

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Chicas les juro que aquí quise ahorcar a Ed. Como es eso de que. “Nunca voy a estar demasiado ocupado para ti” O sea está poniendo en segundo lugar su, ya de por si precaria relación con Bella, caro le va a salir esto a Ed.

 

Chicas prepárense mentalmente porque se viene una mezcla de emociones en el próximo capítulo. Uno donde tal vez quieran ahorcar a Edward y darle donde más le duele. Jajaja. Bueno, al menos eso me paso a mi jejeje ^^  

 

 

Matuu2014: No te preocupes por decir que Edward es estúpido créeme que yo también lo pensé, es que en serio no se puede ser más estúpido que eso, no sabes que, si se puede, porque de no haberla dejado dormir con ella y haber “bebido tanto” no hubiera pasado nada con Tanya. Oh bueno, ya veremos que hace Edward al respecto. ^^

 

Musa77: Si hablamos de complicaciones, complicación lo que se viene con Edward Y Tanya. Y con los embustes de ella, es que no se puede ser más bitch que ella. Y Edward permitiéndolo, por supuesto. Pero ya veremos qué pasa en los próximos capítulos. ^_^

 

 

 

 

Aquí les dejo el adelanto ^_^

 

 

 

 

 

— Vamos. Tanya quiere que todos nos juntemos en la sala de conferencia para hacer algún gran anuncio.

 

Lo miré con curiosidad. Tal vez iba a anunciar mi ascenso. Me levanté de la mesa y permanecí un poco más alta sobre los tacones. Lo he hecho bien en París, y me hospedé con todas sus demandantes divas con una sonrisa en la cara. Fue compensador.

 

— ¿Qué crees que podría ser? ¿Escuchaste algunos rumores? —pregunté mientras nos aventurábamos a bajar por el corredor.

 

Ángelo asintió, una tímida sonrisa adelantándose en su boca. —Sí. El rumor es que finalmente está embarazada.

 

 ¿Qué? — ¿Tanya? ¿Embarazada? —No podía imaginarla como una madre. Para nada.

 

El ceño fruncido de Ángelo se juntó. —Pensé que sabías que Edward estaba ayudándola a quedar embarazada, dándole esas inyecciones de fertilidad, llevándola a las citas con el doctor.

 

 

 

 

 

Tanya apareció un momento después con Edward a su lado. Quería correr hacia él, lanzarme a sus brazos, pero la abultada habitación prohibía eso. Encontró mis ojos y contuve el aliento. Se veía terrible. Cansado y molesto por algo. Como si acabase de tener algunas noticias terribles. No había querido nada más que verlo durante las tres semanas anteriores, pero de repente me sentía insegura. Insegura sobre donde estábamos parados, insegura sobre sus distantes llamadas ese último par de semanas. ¿Había cambiado de opinión sobre mí? ¿Sobre querer una relación?

 

En contraste, Tanya permanecía a su lado viéndose con los ojos brillantes y el pelo atado. Lo que sea que había estado enfermándola en París obviamente se había terminado. Se veía bien. Feliz. Más feliz de lo que la había visto en mucho tiempo. Me preguntaba si lo que Ángelo había dicho podría ser verdad. . .

 

Antes de que pudiera procesar todas las entrelazadas emociones sobrecargando mi sistema, Tanya se aclaró la garganta para hablar.

 

Toda la habitación estaba en silencio.

 

— Gracias por todo vuestro trabajo mientras estábamos lejos. Nuestro querido Edward lo ha hecho genial como siempre. —Le sonrió cariñosamente—. Pero el motivo por el que quería reunir al grupo hoy es para compartir unas grandes noticias. —Cuando sonrió de nuevo a Edward tuve un ataque con una sobrecogedora urgencia por golpearla en la cara. Con una silla—. Estoy embarazada.

 

Mi estomagó se revolvió violentamente, volviéndose amargo mientras mi desayuno amenazaba con hacer una aparición. Si Ángelo había tenido razón sobre esto. . . ¿también tenía razón sobre Edward tomando un rol activo? Ya estaba incomoda con su relación, pero ser mentida durante meses hasta terminar. . . me sentí enferma.

 

— ¿Quién es el padre? —preguntó alguien detrás de mí.

 

Una lenta sonrisa se curvó en la boca de Tanya y sus ojos encontraron los de Edward.

 

— Alguien siempre muy querido por mí.

 

 

 

 

 

 

 

— Lo siento. Esto simplemente ha sobrepasado los límites de lo que puedo soportar. Han sido demasiados secretos. Demasiadas mentiras en cuanto a esa mujer concierne. No puedo. Ya no puedo hacer esto.

 

— Adiós Edward.

 

— Nena, por favor. . . —Intento abrazarme cuando pase a su lado, pero no se lo permití. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Capítulo 23: Estoy Enamorado De Ti Capítulo 25: No Todo Dura Para Siempre

 


 


 
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