Energía al Límite (+18)

Autor: angiie0103
Género: Romance
Fecha Creación: 24/04/2012
Fecha Actualización: 24/06/2012
Finalizado: SI
Votos: 6
Comentarios: 60
Visitas: 63175
Capítulos: 37

Bella es una adolescente que vive la vida al máximo, se deja llevar por los vicios y sus hormonas. Un día conoce a Edward, quien la tratara de alejar de ese mundo perverso. 


Bueno, primero que nada, esta es una historia original de Daddy's Little Cannibal, que por cierto adoré! Y me vi en la obligación de traducir...

 

 

Esta historia no me pertenece, la autora es Daddys Little yo solo traduci que quede bien claro

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Capítulo 6: Borrón y vida normal

Llegué a la puerta del departamento y la abrí apresuradamente. Bajé las escaleras a toda velocidad, con el pulso aceleradísimo, pero cuando por fin pisé el hall de entrada para salir del edificio, él ya estaba ahí —obviamente el ascensor era más rápido—, estaba más pálido que de costumbre y en sus ojos, noté su desconcierto. Pasé por su lado y lo obvié, pero él me siguió.

—Ey, Bella, Bella ¿Qué pasa? —me frenó tomando mi brazo.

—Nada, Edward, me tengo que ir, es tarde —no sabía qué decirle, me sentía rara.

—¿Cómo nada? ¿Por qué te vas así? —insistió ansioso.

—¿Cómo así? Me voy, mira el cielo, ya está aclarando —di una excusa estúpida.

—¡Te estás arrancando! —me dijo desilusionado.

—No es cierto —rápidamente hice parar un taxi y me subí desesperada.

El auto partió y de reojo vi que él se había quedado en la vereda, parado, probablemente confundido, pero yo no me podía dar el lujo de tener una relación, él me gustaba demasiado y eso era peligroso.

Pasó la semana sin penas ni glorias, intenté ponerme al día con el colegio, porque iba francamente a pique. En mi casa me desconocían, jamás había estado tan callada y tranquila, pero en realidad, no podía dejar de pensar en lo que había sucedido el sábado anterior. Siempre había jugado, pero jamás me había entregado de ese modo. Fue extraño, sentía que una parte de mí se había ido y no tenía vuelta atrás, incluso, tenía la sensación de estar sucia, y lo peor, era que no podía contárselo a nadie. Lo mejor sería que buscara otra —u otro— distracción, y me olvidara de lo que había pasado esa noche, para siempre.

El viernes llegué a la casa después del colegio, tiré la mochila, cerrada, ni siquiera miré ni ordené los cuadernos y luego, me fui a ver televisión. No podía sacarme esa imagen de mi mente: él sobre mí, sus gestos, su aroma, la manera en que habíamos tenido sexo y de cómo me había penetrado ¡Había sido muy doloroso! Yo me imaginaba algo absolutamente distinto, algo más entretenido, en cambio, quedé muda y me sentía indecente. Continué recostada. Mi móvil comenzó a vibrar, disparando luces de colores, haciendo un verdadero espectáculo, como cada vez que me llamaban. Con pereza moví mi mano hacia el velador y cuando miré ¡Edward! Mi corazón se comprimió y unas mariposas ridículas bailaron en mi estómago, estuve a segundos de contestarle, pero tenía que dejarlo, no podía ser. En menos de cinco minutos, volvió a sonar el móvil, pero no contesté. Llamó nuevamente, pero lo omití, mientras, sentía que me ahogaba de emoción ¡Esto era absurdo!

Finalmente, cuando dejó de insistir, sonó nuevamente el teléfono, era Joyce.

—Oye perna, tengo un carrete donde unos amigos de mi prima.

—¿Quiénes irán? —no quería encontrarme con Edward.

—Unos minos nuevos, no los conoces, enfermos de ricos ¿Te tinca? —dijo efusivamente.

Mmmm ¡Ya! —podía ser la manera de olvidarme de lo que había pasado.

—Te pasó a buscar ¿Te pondrán atados tus viejos para salir?

—No para nada, esta semana he sido un angelito —solté una carcajada.

A las nueve llegó Joyce.

—Mamá voy a salir con Joyce —anuncié entusiasmada.

—¿Me pediste permiso? –dijo para no sentirse mala madre, pero en realidad, su consentimiento daba lo mismo, si yo quería salir, lo haría.

—Chao.

—¡No vuelvas tarde! —gritó, por decir algo.

Cerré la puerta y me subí al auto. Joyce traía una botella con roncola, para la previa, obvio. Además, andaba con unos vasos plásticos. Nos estacionamos unas cuadras antes de llegar a la casa de los minosy bebimos una par de vasos cada una. Ya me sentía media arriba de la pelota y se me estaba olvidando lo que había sucedido la semana pasada. Partimos al carrete y efectivamente, estaban bastantepotables ¡Muy ricos! Había un morenazo que me tincó de entradita. Nos sentamos en el living y nos dieron otras roncolas. Subieron la música, el ambiente estaba que ardía, no había parado de mirarme con el minazo de ojos marrones, con pinta de latin lover, así que me paré a la cocina a buscar hielo y él me siguió. Todos estaban medios ebrios —incluyéndome—, así que nadie notó mi desaparición.

Entré a la cocina, y él cerró la puerta detrás de mí, sonrió, me agarró por la cintura y me besó, pasando su lengua, fresca y húmeda, a mi boca. Le respondí con demasiado énfasis, y prontamente, bajó sus manos hacia mis glúteos. Yo —como andaba media prendida— bajé mi mano a su masculinidad, notando que se excitaba. Sacó mi chaqueta, bajando aún más el escote de mi polera, liberando uno de mis pechos, que toqueteó y besó con ansiedad. Me subió al mesón de la cocina y él se instaló entremedio de mis piernas, apegándome a su cuerpo, rozando su pelvis con mi intimidad. El asunto iba subiendo de tono e intentó desabrochar mi pantalón, pero unos golpecitos en la puerta nos interrumpieron.

—¡Abran la puerta! Necesito sacar las bebidas —era la voz de un hombre.

Estaba muerta de la risa, me acomodé la polera, mientras él intentaba pasar desapercibido. Abrió la puerta y sonreímos como estúpidos.

—¡Uf! No me han visto —agregó el muchacho, riendo. Sacó las bebidas y salió, pero antes dijo— tenemos unos bien buenos que nos vamos a fumar ahora.

Alex, creo que así se llamaba mi acompañante de turno, me miró y ya que se nos había bajado algo la temperatura, me dio la mano y salimos al patio de la casa ¡Era enorme! Todo estaba oscuro, pero se escuchaban las risas de la gente y obviamente, olimos de inmediato ese aroma dulzón tan particular.

Nos pusimos en una orilla del círculo, Joyce había desaparecido, lo más probable es que estuviese en una pieza con alguien, era normal en ella, bueno y en mí también, pero sus encuentros eran más power. Llegó mi turno, y lo miré, era un pito más gordo de lo normal y quedaba poco, así que me pasaron una pinza, porque me quemaba las yemas de los dedos. Di dos o tres piteadas, cuando empecé a sentir que el mundo giraba a mi alrededor. Alex me tomó, arrastrándome hacia un lugar aún más oscuro. Alcancé a notar que intentó desabrochar el botón de mi pantalón, pero yo me sentía mal. No pasó mucho tiempo cuando un mar de vómito compulsivo se apoderó de mí y me tumbé de rodillas a devolver todo en el pasto. Alex se corrió y noté que fue a buscar a alguien. Me cogieron en andas, arrastrándome al baño, mientras una mina, que no conocía, me tomó el pelo en un moño. Yo seguí vomitando. Escuché unas risotadas a lo lejos

—¡Está con la pálida en mala! —mi piel estaba helada y no podía mantenerme en pie.

Alguien me tomó y me llevó a una pieza, donde me dejaron en penumbras. Cuando desperté estaba algo mejor, pero aún mareada y con un dolor de cabeza asqueroso. Busqué a Joyce, pero no encontré a nadie, así que tomé mi móvil y la llamé. El sonido provenía de la habitación del lado. Golpeé, pero no contestaron, entonces ¡Abrí! Y ahí estaba ella, acostada, completamente desnuda, junto a un mino que en mi vida había visto y de seguro ella tampoco.

—Vamos —le dije media somnolienta. Miró la hora y abrió los ojos como platos.

—Sí.

Se paró, sin ropa —era el ser menos pudoroso que había conocido—, agarró sus cosas, se vistió y salimos. De nuevo estaba amaneciendo ¡Uf! Tendría show con mi mamá de nuevo. Llegué a mi casa y metí la llave muy sigilosamente, menos mal, no se dieron cuenta, y me fui a acostar. A las diez mi mamá pasó la aspiradora, a propósito, claro. Me tuve que vestir, con ese ruido infernal, era imposible dormir. Cuando miré el móvil, vi que tenía cinco llamadas perdidas ¡Edward nuevamente! Inspiré hondo y me fui a la ducha, lo mejor era ignorarlo, no me quería echar a perder la vida con un mino.

Ese sábado fuimos a la casa de unos amigos de mis papás, pero fue una fomedad y se hizo tan tarde, por lo que tampoco pude salir, así que me quedé viendo películas ñoñas en la tele.

La semana que siguió, me porté súper, fui al colegio todos los días, al menos, hasta el viernes, cuando me encontré con Rob.

—Hola rica —me besó muy cerca de la comisura de los labios, como saludaban casi todos "Los Jotes".

—Hola —sonreí, después de todo, Rob me caía bien.

—Oye, vamos donde Christian —levantó las cejas graciosamente y sonrió.

—¡Uf! Y yo que iba a completar la semana yendo a clases —reí.

—Bueno, no eres una santa ¿o sí? —me guiñó un ojo.

—Casi —sonreí.

—¡Aaaah, verdad! —se acordó de nuestro encuentro y siguió— pero eso lo podemos arreglar —me tomó por la cintura y caminamos juntos hasta la casa de Christian, el sitio de reunión clandestina permanente.

Llegamos y nos abrió Erick —él había quedado muy picado conmigo, desde el incidente del auto—, y a penas nos pescó. Hoy había otras minas de turno. Obviamente, empezaron de nuevo con la famosa botellita y Rob estaba ansioso por jugar. Joyce no había llegado, al parecer no sabía, así que teníamos chipe libre con Rob, no había nadie que se pusiera celosa.

El juego empezó y las primeras parejas desaparecieron, incluyendo a Rob. Inusitadamente sonó el citófono y luego, la puerta. Christian abrió, mientras yo iba por unas cervezas, para continuar, quedábamos pocos. Era él ¡Tan mino! Bello como el solo y enfermo de rico. Me miró y sonrió. Me puse muy nerviosa y me levanté del sillón para ir a la cocina. Mientras, se afinaban las últimas parejas, entre ebrios y volados, pero cuando iba saliendo, de regreso al living, se puso frente a mí y cerró la puerta tras él.

—Sabía que te podía encontrar aquí —sonrió y me derretí por completo, pero fingí al máximo, para que él no lo notara.

Modismos

Pique: en decadencia, en caída.

Perna: tonta (manera cariñosa en que se tratan algunas amigas).

Carrete: fiesta, reuniones sociales con trago.

Minos: hombres.

Ricos: buenos mozos.

¿Te tinca?: ¿Te gustaría?

Potables: ricos, buenos mozos.

Tincar: gustar.

Prendida: semi ebria.

Pito: cigarro de marihuana.

Piteadas: fumar marihuana.

"La pálida": depresión de la marihuana cuando se ha consumido en exceso o con trago.

Ñoñas: tontas, romanticotas, inocentes.

Chipe libre: sin restricción.

Volados: bajo efecto de la marihuana.


Como veran hoy subi demasiado temprano, pero es porque se que despues no tendre tiempo de actualizar, asi que no las voy a dejar esperando nuevamente...

Como siempre espero que les guste el fic. Chicas nunca digo esto porque se que es dificil hacerlo pero si pueden dejen sus comentarios no pido votos porque yo no escribo para eso, solo quiero saber que van pensando de la historia.

Besos a todas las que siguen este fic.

Capítulo 5: La primera vez Capítulo 7: Destellos de pasión

 
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