Energía al Límite (+18)

Autor: angiie0103
Género: Romance
Fecha Creación: 24/04/2012
Fecha Actualización: 24/06/2012
Finalizado: SI
Votos: 6
Comentarios: 60
Visitas: 63184
Capítulos: 37

Bella es una adolescente que vive la vida al máximo, se deja llevar por los vicios y sus hormonas. Un día conoce a Edward, quien la tratara de alejar de ese mundo perverso. 


Bueno, primero que nada, esta es una historia original de Daddy's Little Cannibal, que por cierto adoré! Y me vi en la obligación de traducir...

 

 

Esta historia no me pertenece, la autora es Daddys Little yo solo traduci que quede bien claro

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Capítulo 35: Giro en 360º

El viaje había sido ¡Increíble! La amaba tanto, ella era mi vida, mi razón de existir Su voz, su calor, la tibieza de su piel, su sinnúmero de niñerías que me hacían reír ¡Ella era perfecta! Jamás encontraría otra igual ¡Cuánto amaba a esa niña que de un minuto a otro se había convertido en mi mujer!

Ella decidió ir con su madre unos días de vacaciones, y qué podía hacer, era su madre al fin y al cabo, no había opción de nada, debía oírla, después de todo ya no viviría más con ella. Sin embargo, cada vez que recordaba que había interrumpido el embarazo de Bella, el camino de nuestro hijo, quería meterla tras las rejas por desgraciada, pero también, tenía conciencia que no podía envenenar más la mente de mi amor, porque ella sufrió bastante con todo lo del embarazado y que siguiera haciéndolo, era lo último que quería.

El jueves, de la semana que ella no estuvo, fui a la casa de James, con Jasper y un par de amigos más de la universidad. Les contaría la "buena" nueva: me casaría.

Llegué al departamento de mi amigo y tras unas cervezas les dije, me sentía feliz.

–¿Me estás "gueviando"? –dijo Jasper sorprendido.

–No, es cierto, se lo pedí ahora en el viaje –acoté tajante.

–¡Estás "cagaó"! –se entrometió James.

–¿Por qué? Yo estoy enamorado y quiero estar con ella ¿Algún problema?

–¡Sorry! –exclamó Jasper– pero es una niña chica, Edward, porque ¿Me equivoco, o aún no ha cumplido 18?

–Es verdad, pero ya salió del colegio ¿Cuál es el problema? –insistí molesto.

–No sé Edward, yo que tú lo pensaría mejor, ya no estamos en el siglo pasado y bueno casarse tan jóvenes, no sé, puede que no resulte en el tiempo –continuó James.

–Bueno, les estoy informando no más, no quiero la opinión de ustedes –reí irónico.

Ellos quedaron atónitos, pero en verdad me importaba un "carajo", yo había tomado una decisión y la iba cumplir, Bella era mi mundo y junto a ella sería feliz.

Esa noche de vuelta a mi casa me di cuenta de que se me había quedado el móvil, pero no fui capaz de devolverme, era muy tarde y probablemente, James ya se había acostado. "Mañana lo recupero", pensé, total, Bella no estaba y ella era la única persona que me podía llamar con urgencia, mi familia siempre lo hacía a la casa. Bella al parecer estaba en un lugar con poca señal, porque no nos habíamos podido comunicar ni un solo día, y las veces en que la llamé no pude comunicarme con ella, se iba derecho al buzón de voz. La última vez que alcancé a llamarla le dejé un mensaje.

"Mi vida he intentado varias veces hablar contigo, pero al parecer no tienes señal. Te amo y te extraño demasiado. Vuelve luego por favor… Te adoro mi pequeña niña".

La tarde del viernes llamó Jasper para que saliéramos esa noche.

–¡Está bien! –contesté de inmediato, creo que no sería un pecado, podría ser la última noche de soltero, aunque nunca tuve intenciones de engañar a Bella, porque no había ninguna otra mujer, sobre la faz de la tierra, que despertara lo mismo que ella en mí.

Llegué a la famosa "Cueva" y cuando estaba en la puerta, recordé que el "idiota" ex de Bella trabajaba ahí, pero era tarde, tenía la entrada en la mano y no tenía cómo avisarle al resto que no ingresaría, andaba sin mi móvil.

No me costó nada ubicarlos, siempre se ponían donde mismo, en una orilla de la pista de baile, entre la barra y ésta, pero más hacia el lado del segundo nivel. Los saludé y sentí que me tomaron por la espalda alegremente.

–Hola guapo –una voz de mujer susurró en mi oído.

–¡Angela! –ella era una compañera de curso muy amorosa, que ya no compartía todos los ramos con nosotros, porque se había atrasado un poco en segundo año, pero que sin duda nos conocía desde nuestros "inicios" de universidad.

–¡Se casa! ¿Lo puedes creer? –agregó James irónico.

–¡Nooooo! –agregó ella sorprendida–¿Quién es la afortunada? –preguntó.

–La colegiala que lo tiene de un… –soltó un carcajada burlesca James.

Lo miré y negué con la cabeza.

–¿Una niña que fue a tu casa cuando estábamos todos en la mañana? –preguntó.

–Sí, ella, pero ya salió del colegio –agregué alegre.

–¡Uf! Ahora es madura –siguió James.

–¡Ya! ¡Para! En serio –amenacé a James, ya se le estaba pasando la mano.

–¡Sorry novio! –rompió a reír.

–¡Vamos a bailar! Pronto serás de propiedad privada –sonrió Ángela.

Fuimos a la pista a bailar. Me reí bastante, Ángela era muy divertida. Todo iba bien, hasta que oí la voz de Bella y por su tono, me di cuenta de inmediato que no estaba contenta.

–Hola –su voz era lúgubre.

–¡Bella! –tendría problemas, por su rostro ¡Uf!

Ángela se fue.

–Veo que no pierdes el tiempo –dijo con la mandíbula tensa y vi el odio en sus ojos.

Se fue y obvio, la seguí. Cuando salí estaba llorando sentada en la cuneta. Me senté frente a ella y mi corazón me decía que algo no iba bien, y ¡Así fue! Ella se paró de inmediato y gritó, casi como poseída.

–Edward ¿Por qué lo hiciste? ¡Yo te amaba tanto! –lloraba sin control.

–¿Cómo que me amabas? –su frase en "pasado" quebró mi alma.

–Así será siempre ¿Cierto? Me engañarás la vida entera –no sabía lo que hablaba.

–¡No te estaba engañando! ¡Sólo bailaba Bella! –dije desesperado ¡No la quería perder!

–¿Por qué no me contestaste el celular? –me increpó con rabia.

–Se me quedó donde James, ayer por la tarde –sentí que unas lágrimas de impotencia cayeron por mi rostro.

–No te creo… ¡Te odio Edward Cullen! Mejor que esto acabé aquí –tomó el anillo y lo lanzó al suelo con ira ¡Me quise morir!

–¡Bella no me hagas esto! ¡Por favor no! ¡Yo te amo mi vida! –la seguí mientras ella caminaba.

Se fue por la costanera y de inmediato busqué mi auto para seguirla, sin embargo, cuando la iba a llamar, ya estaba subiendo al auto de ese imbécil, alcohólico y drogadicto, sentí pavor de que le pasara algo. Decidí seguirlos, aunque sabía que ella estaba furia conmigo.

El manejaba zigzagueando de un lado a otro, no sabía cómo pararlo, podía ser peor ¡Ella se tenía que bajar de ahí! De repente, en menos de un abrir y cerrar de ojos, el auto se fue directo a un poste de luz y sin pausa, se estrelló contra él.

–¡Noooooooooooo! –grité desesperado, detuve el auto y me bajé corriendo, pero esos escasos metros se hicieron eternos– ¡Bella! ¡Bella!

No tenía cómo llamar a una ambulancia ¡Estaba desesperado! Pasó un auto y me paré en medio y le pedí que llamara a una ambulancia. Volví donde Bella y la vi por la ventana, tenía sangre en la cabeza y sus pulsaciones estaban muy bajas.

–Mi amor, mi vida ¿Me oyes? –acaricié su rostro tibio y sentí que me moriría.

¡No podía moverla! ¡Qué haría!

–¡Bella! Mi amor ¡Te amo! No me dejes ¡Por favor! –sentí que me corrieron hacia atrás con fuerza, eran los bomberos.

¡Estaba en shock! Mi amor estaba ahí aplastada por esos fierros y yo no la podía ayudar. En minutos de lucidez miré la parte de adelante del auto y me fijé que todo estaba retorcido…

–¡Déjeme verla! –le supliqué al paramédico. Mientras veía que intentaban resucitar a los otros dos cuerpos.

Había gritos, luces de ambulancias, policías, gente mirando ¡Era todo confusión! Nadie me contestó cuándo pregunté por ella, y enseguida, alguien me tomó por la espalda, era Jasper.

–Tranquilo Edward ¡Estará bien! ¡Calma amigo!

Quería ir donde Bella, no podía dejarla ni un minuto sola. Jasper tomó mi auto y me llevó al hospital. Bajé enloquecido y un médico se acercó a nosotros.

–¿Qué es usted de la joven? –dijo serio.

–El novio –sentía que mi estómago se contraía.

–¿Cómo está? –dije desesperado, hecho un mar de lágrimas.

Él suspiró y me miró.

–Está estable dentro de su gravedad –fue categórico.

–¿Qué pasó con los chicos? –preguntó Jasper.

–No pudimos hacer nada, a la chica, la salvó el cinturón de seguridad –el doctor era impenetrable. Él preguntó– ¿Dónde se puede ubicar a los padres de Isabella?

–¡Edward! ¿Cuál es el número de su casa? –preguntó Jasper algo más calmado, intentando hacerme entrar en razón.

Se lo dije de memoria, mientras intentaba salir del estado catatónico en que me encontraba ¡Si a ella le pasaba algo, moriría!

–¿Ella estará bien cierto Jasper? –le decía incoherente.

–Sí amigo, estará bien…

Un rato después vi llegar a Reneé, pero no lo hablé, ella se acercó histérica.

–¿Dónde está mi hija? –dijo con los ojos llenos de lágrimas.

No contesté y Jasper la llevó con el doctor. Al rato la vi salir, hecha un mar de lágrimas y eso me alarmó sobremanera.

–¿Cómo está Bella? ¿La pudo ver? –mi corazón se saldría del pecho.

–Mi niña está inconsciente… –dijo como ida.

–¿Cómo dice? –veía todo lejano como si fuese un mal sueño.

–Tienen que ver cómo evolucionará en las próximas 48 horas –fue categórica.

Me senté en un rincón del hospital, mientras pasaban camillas de urgencia, todo era atairado, pero para mí se había detenido el tiempo ¿Cómo se puede pasar del cielo al infierno en unos momentos? Hace un par de semanas éramos los seres más felices del mundo y ahora mi vida se estaba muriendo en una sala de urgencias…

–¡Yo la amo! –dije llorando desesperado y Jasper me contenía en un abrazo.

Los días continuaron y aún no la podía ver, estaba en la UTI, la única que podía visitarla, tan solo unos segundos, era su madre. Nos tocó estar días completos, ella –Reneé– y yo, mirándonos las caras, pero sin decir una sola palabra. Los días se me hacían eternos, hasta que finalmente un día, Reneé se acercó a mi lado y me dijo: "despertó".

Esos ojos celestes, que tanto detesté en otros minutos de mi vida, ahora me daban esperanza.

–¿De verdad? ¡Gracias! ¡Gracias! –sentía que los caían lágrimas en los ojos.

Una semana después, recién la pude ver. En su rostro aún quedaban rastros del accidente. La sala era solitaria y ella se veía tan desprotegida ¡Cuánto amaba a esa mujercita de cabellos alborotados y ojos marrones!

–Hola –le dije con los ojos humedecidos, pero intentando contener las lágrimas.

Ella sonrió y sus ojitos de niña tímida se iluminaron a tal punto, que pensé, por unos minutos, que era un ángel, mi milagro. Tomé su mano con ternura y ella acarició, levemente, mi piel con sus lánguidos y traslúcidos dedos de porcelana.

–¡Te amo! –besé su frente.

Dos semanas después le dieron el alta ¡Por fin se iría a su casa! Eso habíamos acordado con Reneé, aunque por mí, se hubiese ido a la mía. Ese fin de semana llegó su padre y oí que conversaba con Reneé.

–Está todo listo para que se vaya conmigo.

–No creo que sea el momento Charlie –dijo ella dubitativa.

–¡Tú no tienes derecho a decir nada Reneé! Esto ya fue la gota que rebalsó el vaso. Definitivamente nunca debió quedar a tu cargo –dijo furioso, pero intentando contenerse.

–Charlie yo no lo entendía, pero ahora está con Edward ¡Él la adora! No te la puedes llevar…

–Me importa un comino la relación que tenga con él. Ella se va conmigo. Además, ahora necesitará rehabilitación y tranquilidad, que tú no le puedes entregar –fue hiriente.

–¡Piénsalo bien! –dijo Reneé en defensa de Bella.

–Hablaré con ella en cuanto esté un poco mejor…

Yo albergaba la esperanza que Bella le contara de nuestros planes, pero, después y con el dolor de mi alma, me di cuenta que no fue así.

La semana siguiente me llamó Bella, quería que la pasara a buscar. Su voz tenía un tono extraño, pero lo ignoré. Llegué a buscarla y la ayudé a subir al auto, porque aún andaba con muletas. Fuimos a una placita con vista al mar. Eran más de las seis de la tarde y el sol se pondría luego. Bajamos del coche y nos sentamos en un banco, frente al mar.

–Edward, necesitaba hablar contigo –sus ojos estaban tristes.

–¿Qué pasa? –tomé su mano, pero ella no respondió a mi caricia.

–Iré con mi padre… –vi caer un par de lágrimas de sus ojos.

–¿Qué dices? Y ¿Lo que habíamos acordado? –sentía que me habían dado un balde de agua fría.

–No es el momento ¡Lo siento! ¡Créeme que sí! –no paraba de llorar, sé que tenía tanta pena como yo.

–¿Por qué cambiaste de idea? –mi voz se comenzó a quebrar.

–Tantas cosas…, pero la más importante, es que te mereces alguien mejor, alguien que no te arrastre tantos problemas.

–Yo te amo –sentía que mis palabras perdían fuerza ante su decisión.

–Y yo te amo a ti mi vida –acercó sus hermosos y deliciosos labios rojos y nos besamos.

Esa fue la última vez que sentí sus labios ¡Por Dios! ¡Cuánto la extrañaba! Sentía el alma hecha añicos, no podía olvidarla ¡Jamás lo haría! Cada noche al cerrar los ojos la veía: su risa, esa mirada de niña indefensa y traviesa a la vez, la tibieza de su piel y su compañía ¿Cómo podía doler tanto el amor? Esto era terrible, a veces sólo quería morir.

Bella se fue. Tiempo después supe por Joyce, quien había vuelto con James, que ella entró a estudiar diseño gráfico.

Terminé mi carrera el año siguiente, con todos los honores correspondientes, y por lo mismo, me ofrecieron una beca a Inglaterra por tres años… Lo dudé en un inicio, pero Alice me convenció que era lo mejor, así que me fui.

No hubo día que no me acordara de ella, los primeros cuatro años con mucho dolor, luego, con calma, y finalmente, con gran alegría ¡Había sido la época más maravillosa de mi vida! Y quedaría grabada en mi alma por la eternidad.

Capítulo 34: Amore della mia vita Capítulo 36: Miles de días sin ti?

 
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