Energía al Límite (+18)

Autor: angiie0103
Género: Romance
Fecha Creación: 24/04/2012
Fecha Actualización: 24/06/2012
Finalizado: SI
Votos: 6
Comentarios: 60
Visitas: 63177
Capítulos: 37

Bella es una adolescente que vive la vida al máximo, se deja llevar por los vicios y sus hormonas. Un día conoce a Edward, quien la tratara de alejar de ese mundo perverso. 


Bueno, primero que nada, esta es una historia original de Daddy's Little Cannibal, que por cierto adoré! Y me vi en la obligación de traducir...

 

 

Esta historia no me pertenece, la autora es Daddys Little yo solo traduci que quede bien claro

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Capítulo 32: Parte II

Nos devolvimos al barco, Edward, evidentemente no tardó en alcanzarme. Subí rápido y él me miraba con sus ojitos ocres llenos de vida. Una vez arriba, pasaron más caipiriñas, y creo que Edward se tomó ¡Tres! Cuando el jamás bebía tanto, pero en fin, eran tan ricas y refrescantes que daba lo mismo.

Una pareja de argentinos nos comenzaron a conversar, y curiosamente, el idioma no fue ningún impedimento, era increíble la cantidad de gente que hablaba inglés sin mayor dificultad. Fue entre risas y todo que Edward ya iba para la cuarta caipiriña, lo miré extrañada y estaba con las mejillas, justo al borde de los ojos, muy coloradas, creo, ahora, que no era sólo el sol, también había influido el alcohol ¡Tan bello que era! No podía dejar de mirarlo y la argentina, tampoco ¡Argh!

La música se subió de volumen, mientras navegábamos por esas calmas aguas del Atlántico sur, y Edward comenzó a bailar, por supuesto, muchísima gente lo miró, pero como todos andaban en buena onda, no importó, pero debo reconocer que inicialmente me dio algo de vergüenza, porque nadie más estaba bailando y él andaba medio prendido, pero demás que no era el único, porque unas parejas por ahí, intentaron bailar también ¡Había muy buena onda en el barco! Me tomé otra caipiriña para ponerme a tono, y menos me importó.

El exquisito de Edward andaba con unos pantalones muy livianos y una camisa blanca, creo que de lino, que lo hacía ver aún más perfecto. Su cabello broncíneo brillaba bajo el sol como rayos de oro. Extendió su brazo para llamarme y yo lo seguí, mi vestido era una solera blanca, tejida y andaba con una pintoresca flor roja en mi oreja. Me aferró por la cintura hacia él ¡Ya éramos el espectáculo del barco!

Acercó su rostro al mío y susurró en mi oído.

–¿Sabías que tú eres sólo mía? –sus ojos de miel cruzaron mi corazón.

Asentí y él me besó sin que nadie más le importara, este momento era sólo de nosotros dos. Luego, pegó su rostro a mi cabeza y se mantuvo así, bailando conmigo lentamente, mientras sonreía ¡Cuánto amor!

Llegamos a puerto y todos descendimos del barco, algo mareados, no sé si por el vaivén propio del mar, o producto de las famosas caipiriñas.

El paseo en el barco incluía una ida a almorzar a una Churrasquería. Eran unos restaurantes de tenedor libre, muy característicos de Brasil. Llegamos y de inmediato fuimos al mesón de la comida ¡Era demasiada! De diversas variedades y estilos, incluso había sushi. En un enorme plato blanco, puse la cantidad de ensaladas que pude y luego, le incorporé distintos quesos en trozos: gruyere, edam, incluso algo de salame. El plato de Edward era desproporcionado con todo tipo de carnes y muy pocas ensaladas ¡Tan típico de los hombres! Comimos hasta decir basta y finalmente, terminé con el postre. Saqué una exquisita torta que ya había probado en el desayuno de la posada, era de biscochuelo, blando, algo húmedo y perfectamente esponjoso, relleno con manjar, dulce y delicioso, y por fuera con muchísimo merengue y coco rallado ¡Qué delicia! Con todo lo que había comido y tomado en el viaje, volvería una bolita, pero si era junto a Edward, daba igual.

Después de almorzar fuimos a la calle de los bikinis en Cabo Frío, había muchísimos, de todas tallas, colores y a precios muy módicos. Me compré tres ¡Eran lindísimos! Mientras me probaba el último y Edward, los pagaba, porque en realidad todo había sido por cuenta de él, susurró en mi oído.

–Me los tendrás que modelar –su hálito suave y tibio me estremeció por completo.

Lo miré seductoramente y pegué mis labios en su oído.

–Es mejor sin nada… –mordí mi labio inferior, sin querer, pero al mirar a Edward era inevitable.

Él sonrió inevitablemente y nos fuimos de la mano de la tienda, mientras, noté, que las vendedoras se miraron y rieron ¡Para variar se habían dado cuenta de nuestras cosas! ¿Seríamos muy evidentes? Creo que sí, jajaja.

De regreso a la posada, tomamos un baño en la piscina nuevamente. No había nadie, porque ya estaba oscureciendo –en Brasil la noche llega muy temprano– y nos sumergimos en el agua tibia y deliciosa. Lo tomé por el cuello y lo besé, mientras mis piernas se acomodaban entre sus caderas de manera instintiva.

–¿Se darán cuenta? –murmullé en su oído.

Edward pareció ponerse en alerta, pero con su calma habitual me arrastró a la orilla de la piscina.

–¡Ven! –vi el deseo en sus ojos que se derretían ante nuestros encuentros.

No lo dudé y lo seguí, mientras el agua caía por todo mi cuerpo. Edward me miró e hizo una seña. Al salir de la piscina había un punto ciego para los otros y como ya estaba casi totalmente oscuro… no habría problema.

En un costado de un bar en que no había nadie, Edward me besó con desenfreno. Su boca húmeda y tibia, que se sentía más cálida en mi piel, porque mi cuerpo se estaba enfriando a causa del agua sin secar, recorrió mi cuello y sin problemas bajo hacia uno de mis pechos, devorándoselo con ansiedad y provocando que mi piel, y éstos, se erizaran por completo. Una de sus manos bajo hasta mi parte más íntima y se introdujo por debajo de mi tanga, provocando la excesiva fluidez de mi sangre y las interminables ganas de tenerlo en mí.

Toqué su masculinidad y ya estaba completamente endurecida para mí. Él me tomó por las caderas, bajó lo justo y preciso su traje de baño, y se introdujo en mí. El calor en nuestra parte íntima era más evidente, porque nuestros cuerpos, aparentemente, estaban más fríos. El roce, aunque ya lo hubiésemos hecho miles de veces, era siempre tan intenso y febril, que lo repetiría un millón de veces más sin problemas y con mucho gusto.

Su pelvis intentaba estar lo más unida con la mía, y yo sentía las contracciones en mi interior, al igual que el exceso de humedad. Sus ojos estaban clavados en mí, pero en un placer divino. Unas casi incontrolables ganas de gritar se apoderaron de mí y él, siempre atento a todo, ahogó mis quejidos con su deliciosa boca de miel.

Esa noche fuimos a comer y luego a bailar, y después… obvio ¡Lo mejor de todo! Él.

Los días transcurrieron de mil maravillas, todo perfecto, rico, lindo ¡Las mejores vacaciones de mi vida!

El último día antes de irnos, fuimos a buzear, era lo que nos quedaba por hacer, porque habíamos recorrido todas las playas de Buzios, y salimos cada noche, y las veces en que llovió, lo aprovechamos en la habitación.

Llegó la Van a buscarnos y nos llevaron a buzear. En el lugar había unas especies de cuevas gigantes y el mar era aún más transparente en ese lugar, además de bello y calmo. Nos pusieron unos trajes ajustados y nos sumergimos a descubrir las maravillas del océano. Todo claro, tan distinto a la vida terrestre, pero precioso. Edward me llevó a un lugar un poco más apartado, ya estaba atardeciendo, el agua tibia chocaba con la poca piel que nos quedaba en contacto con ésta.

–¡Te amo! –le dije con el corazón rebosante de alegría.

–Y yo a ti mi vida –sus ojos de miel estaban titilantes de emoción.

Me besó con la boca aún salada, pero esa sensación entre sal, humedad y tibieza me haría perder los estribos en cualquier momento. Tomó mi mano por debajo del agua suave y puso un anillo en uno de mis dedos.

–¿Quieres ser mi señora? –ahora se puso serio.

–¡Claro que sí mi vida! –creo que sentí unas lágrimas caer por mis mejillas.

–Entonces es un trato –me dijo con los ojos vidriosos, pero una gran sonrisa.

Tomé su rostro entre mis manos y lo besé hasta perder la conciencia y hundirme en la felicidad del amor verdadero.

 

Capítulo 31: Nueva aventura juntos... Parte 1 Capítulo 33: Del cielo al infierno

 
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