Energía al Límite (+18)

Autor: angiie0103
Género: Romance
Fecha Creación: 24/04/2012
Fecha Actualización: 24/06/2012
Finalizado: SI
Votos: 6
Comentarios: 60
Visitas: 63173
Capítulos: 37

Bella es una adolescente que vive la vida al máximo, se deja llevar por los vicios y sus hormonas. Un día conoce a Edward, quien la tratara de alejar de ese mundo perverso. 


Bueno, primero que nada, esta es una historia original de Daddy's Little Cannibal, que por cierto adoré! Y me vi en la obligación de traducir...

 

 

Esta historia no me pertenece, la autora es Daddys Little yo solo traduci que quede bien claro

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Capítulo 19: Inevitable

Ese frío jueves, me levanté con un mal presentimiento, a pesar de que todo iba muy bien entre Edward y yo. Él había perdonado mi infidelidad, y yo lo amaba más que nunca. Llevábamos más de siete meses de relación con el amor de mi vida.

Yo era absolutamente de él, mi corazón estaba entregado por completo a Edward. Èl era mi vida, mi amor, mi razón de existir, aunque me había costado trabajo asumirlo.

Las interacciones con mi mamá, eran frías y distantes. Ella odiaba que yo pololeara, decía que él sólo me tenía para acostarse conmigo, y que en cuanto se aburriera, me dejaría. Y todo lo decía sin base alguna, porque yo nunca, jamás, había reconocido a mi madre que tenía relaciones sexuales con Edward, pero supongo que ese sexto sentido de madre, la mantenía en alerta, más de lo recomendable.

Cuando llegué en la tarde, me fui a mi dormitorio, como ya era costumbre, sin cruzar palabras con Reneé. Hasta que de repente oigo que me grita, para que vaya al baño. Ella venía del supermercado.

–¡Bella! ¡Bella! –decía casi al borde la histeria.

Me paré con pereza y fui donde mi madre. Ella estaba en cuclillas guardando mis productos de perfumería y en cuanto llegué a su lado, me increpó con sus ojos azules.

–¿Qué pasó? –dije con lata.

–¡Este es tercer mes que te compro toallas higiénicas y veo que no las has ocupado! –parecía alarmada.

–Es que ese último tiempo se me ha desordenado en algo la regla –contesté de improviso.

–¿Cómo es eso de que se han desordenado? –los ojos celestes casi se salieron de su órbita.

–Sí, ya no soy tan regular…

–¿Tú eres tonta o me estás tomando el pelo Bella? –dijo furiosa, ya de pie.

–¿Por qué? –me asustó.

–¿Desde cuándo te estás acostando con tu noviecito?

–Yo no… –respondí perpleja.

–¡Para de mentir Bella! –me apretó el brazo con fuerza.

–No es lo que piensas –me defendí.

–¡Más te vale! Supongo que no eres tan estúpida de no tomar precauciones al menos –continuó furiosa.

–No –murmullé.

Ahora me sentía aterrada ¿Era posible? Yo pensé que sólo sería un desorden hormonal ¡Nada más! Me metí a mi cuarto ¡Aterrada! ¿Podía ser posible? ¡Oh, no! Eso sería un desastre. Mi corazón comenzó a latir con desenfreno y ¿Si era cierto? ¡Nooooo! Eso no podía ser verdad, pero… no nos habíamos cuidado, aunque yo contaba que en el día 14 de mi ciclo no tuviésemos relaciones, sin embargo, quízás no era suficiente.

Acomodé la cabeza en los cojines y sentí que me faltaba el aire, veía como si todo me daba vueltas y vueltas sin parar ¡Oh, por favor! Si eso fuera cierto, Edward me dejaría y de aquí -en mi casa-, lo más probable, es que echaran ¡No podía ser! ¡Oh, no!

En toda la noche no pude pegar un ojo. Las imágenes de la cantidad de cosas malas que pasarían si eso fuese cierto ¡Eran innumerables! Sentí pánico, tanto que quedé paralizada. Cerca de las doce me llamó Edward y no fui capaz de contestarle ¿Qué le diría? ¡Uy! Parece que serás padre ¡Nooo! Ni soñarlo, jamás.

Me levanté cerca de las seis. Entré a la ducha y luego, me vestí, como siempre. Salí de mi casa cerca de las siete ¡Estaba perpleja! ¿Qué haría ahora? Fui al colegio y no oí nada en toda la mañana, tampoco hablé con nadie, no era capaz de articular palabra. Finalmente, sonó el timbre para salir. A diferencia de otras veces, no salí disparada para ir donde Edward, más bien, un pie pedía permiso al otro para avanzar, pero cuando salí, para mi sorpresa ¡Edward me esperaba en la puerta! Con una gran sonrisa, su cabello broncíneo desordenado y los ojos miel iluminados.

–Hola mi amor –me besó en los labios.

Tomó mi mano con cariño y entrelazó sus dedos lánguidos y tibios con los míos, dándome seguridad y amor. Caminamos media cuadra hacia el auto, él me abrió la puerta del auto y no dejaba de posar su mirada en mí.

Como pocas veces, había un dejo de sol entre las nubes, que encendían aún más nuestra palidez. En todo el camino sólo miré por la ventana, no fui capaz de entablar conversación. Edward me miraba de reojo, algo extrañado, y tomó mi mano con cariño mientras conducía. Llegamos a su edificio, estacionamos en el -3 y luego, subimos hacia el departamento ¿Se lo debía contar? Y ¿Si se alejaba de mí? Sentía terror, pánico y rabia, por no haber tomado precauciones. ¡Cuánto me odiaba en este minuto por eso! A pesar de que no tenía ninguna certeza.

Edward abrió la puerta de su departamento y la sostuvo para que yo entrara. Me pidió la mochila y fue a su pieza a dejarla, como ya se había hecho costumbre. Cuando volvió, me abrazó y después, besó mi frente. Con este gesto, el sentir sus tibios labios en mi piel, no aguanté más y el nudo en la garganta, produjo un mar de lágrimas que rodaron por mis mejillas sin cesar.

–¿Qué pasa mi amor? –acarició mi rostro con ternura.

–Te cuento, pero júrame que no me dejarás… –rompí a llorar cómo una Magdalena.

–¡Dime! –parecía algo tenso.

–Es que… –no podía hablar por las lágrimas.

–¿Qué pasó Bella? ¡Dímelo de una vez! –sus ojos caramelos se habían endurecido.

–Parece que estoy embarazada –lo solté de una vez y lo miré fijo, quería ver su reacción.

–¿Qué? –quedó paralizado.

–Pero ¿Tú no tomabas pastillas? –estaba nervioso, sus ojos lo delataban.

–¡No! ¡Nunca te dije eso! –respondí con furia.

Lo quedé mirando perpleja ¿Él me culpaba a mí? ¿Cómo me contestaba de ese modo? ¡Imbécil!

–Sabía que no te podía contar –dije bajo una tela nublada de lágrimas y giré la manilla para salir. Al parecer mi mamá tenía razón.

Me tomó por el brazo con fuerza.

–¡Bella! Mi vida… ¡Perdona la reacción! Pero no esperaba esta noticia –ahora sus ojos de miel volvieron a ser líquidos.

–Y ¿Qué pensaste que te diría? –exclamé furiosa.

–Pensé que me ibas a decir que te habías involucrado con alguien más –sonrió suave.

–¡Idiota! –le dije con rabia.

Él me tomó con fuerza y me aferró a su pecho, mientras susurraba en mi oído.

–Mi amor pase lo que pase, siempre estaré contigo –besó mis labios, con los suyos cálidos y exquisitos.

Sentí que el alma me volvía al cuerpo y mi estómago se contrajo con sus dulces palabras.

–¿De verdad? –pregunté insegura.

–Te doy mi palabra… si existe alguna cosita dentro de ti, lo hicimos los dos y jamás, nunca te dejaría por eso, todo lo contrario ¿Aún no entiendes que te amo? –tomó mi rostro entre sus manos.

–Tengo mucho miedo –sollozaba sin tregua.

–No lo tengas mi vida…

Sus abrazos era lo más reconfortante que me podía pasar en este minuto. Me cogió por la cintura y con su mirada clavada en la mía, preguntó.

–¿Qué tan segura estás de estar embarazada?

–No ciento por ciento, pero hace dos meses que no llega mi regla –respondí entre lloriqueos.

–¿Por qué no me lo habías dicho? –acarició mi cabello.

–Es que… pensé que era un desorden hormonal, pero nunca me imaginé esto, hasta ayer en la tarde, cuando Reneé me increpó y se dio cuenta que yo llevaba más de dos meses sin usar toallitas.

–¿Ella ya lo sabe? –estaba descolocado.

–No, pero lo sospecha.

–Entonces vamos a salir de dudas en seguida Bella –se paró como un resorte del sofá.

–¿Qué harás? –dije angustiada.

–¿En las farmacias venden test de embarazo cierto?

–Eso creo… –contesté insegura, y a pesar de que no era el momento, me puse algo celosa, en realidad más que algo.

–¿Por qué sabes tú de eso? –pregunté molesta y agregué– acaso ¿Esto ya te ha pasado antes? –sólo imaginarme que podía ser positiva su respuesta, me dio un escalofrío de rabia.

–No, pero es vox populi. Tengo compañeras ¿Te acuerdas? –curvó sus labios dulcemente.

–Con ventaja –le recordé con furia.

–Pero, no es por eso mi amor –besó mi frente y luego mis labios y agregó– aunque te molesten los detalles, antes siempre usaba preservativo.

–¿Antes? ¿Tantas hay? –dije todavía iracunda.

–Bella, no viene al caso, en serio, pero para que te quedes tranquila, no, nunca había estado en esta situación antes –ahora estaba serio.

Desapareció por la puerta y yo me quedé en su living, aterrada, preparándome para lo que venía. En menos de veinte minutos estaba de vuelta. Abrió la puerta y estaba serio, hasta que se acercó a mí.

–¿Sabes lo que me dijo la vendedora de la farmacia? –rió incrédulo.

–¿Qué? –pregunté ansiosa, quería terminar pronto con este calvario.

–"Felicitaciones joven", y me entregó el test pack ¿Lo puedes creer? –soltó una risa nerviosa.

La verdad, lo ignoré un tanto. Tomé el test y comencé a leer las instrucciones. Me metí al baño, pero no tenía ganas de hacer pipí, así que tuve que salir, tomar como tres vasos de agua gigantes, que casi me hacen vomitar, y volví al baño, media hora más tarde. Puse esa cosa como termómetro e hice pis en ella. Ahora era la cuenta regresiva… cinco interminables minutos.

–¿Estás bien Bella? –gritó mi dulce amor.

No respondí, estaba atónita mirando el test, hasta que una línea rosada se marcó verticalmente y a poco andar ¡Una línea horizontal! ¡Oh, no! ¡No podía ser cierto! Desesperada tomé el aparatito y lo puse a la luz y ahí estaba la cruz, perfectamente delineada. Inspiré hondo, pensé que me desmayaba, tragué saliva, abrí la puerta y Edward estaba ahí, expectante. Me lancé a sus brazos y comencé a llorar sin parar, desconsolada, sentí pánico fluir por mis venas.

–¿Qué haré ahora? ¿Qué haré? –lloraba sin parar en medio de los fuertes brazos de mi amado.

–Mi amor, yo estaré contigo siempre –juró con un gran suspiro.

Alcé mi vista y lo vi, unas lágrimas tímidas rodaban por su piel de porcelana y sus ojos estaban enrojecidos y tan asustados como los míos.

–Te prometo, que pase lo que pase, yo estaré junto a ti –me besó con pasión.

Su cariño me desconcertaba, en realidad me amaba, tanto como yo a él y esto, esto era la prueba más fuerte que nos podía poner la vida, creo.

Un par de horas después, aún atónitos y sentados en la alfombra de su living, y cuando ya estuvimos más calmados, Edward me dijo, bajo la poca luz de afuera que nos iluminaba, porque no habíamos sido capaces ni de encender una lámpara.

–Tenemos que contarle a tu mamá –enrolló mi cabello.

–No aún –le supliqué.

–Mientras antes mejor, tu vientre crecerá y será demasiado evidente.

–Es que… no…

–Mi amor, confía en mí –me besó con convicción.

Su tranquilidad me atrapó y no tuve más opción que confiar en él ¿Qué más podía hacer bajo estas circunstancias?

Capítulo 18: Bella Vs. Edward Capítulo 20: Traición

 
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