Energía al Límite (+18)

Autor: angiie0103
Género: Romance
Fecha Creación: 24/04/2012
Fecha Actualización: 24/06/2012
Finalizado: SI
Votos: 6
Comentarios: 60
Visitas: 63186
Capítulos: 37

Bella es una adolescente que vive la vida al máximo, se deja llevar por los vicios y sus hormonas. Un día conoce a Edward, quien la tratara de alejar de ese mundo perverso. 


Bueno, primero que nada, esta es una historia original de Daddy's Little Cannibal, que por cierto adoré! Y me vi en la obligación de traducir...

 

 

Esta historia no me pertenece, la autora es Daddys Little yo solo traduci que quede bien claro

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Capítulo 14: Sorpresas Ingratas

Había pasado dos semanas desde que nos habíamos reconciliado y ¡Ahora sí que me sentía absolutamente enamorada! Me costaba asumirlo, pero era cierto, el amor había golpeado a mi corazón, y aunque me había resistido en un inicio, era difícil abstraerse de alguien como Edward ¡Tan bello! ¡Tan infinitamente rico! Sus manos tibias eran perfectas y provocaban que mi cuerpo se pusiera en alerta de inmediato y mis hormonas ¡Uf! mezcladas con las feromonas del amor, me agitaban por completo y caía rendida a sus pies.

El incidente con la tal Kris había quedado aclarado, sin embargo, su otra amiga Eve me caía muy bien, era simpática y lo mejor ¡Estaba enamoradísima de un amigo de Edward! Por lo tanto, quedaba descartada como competencia, sobre todo, esto significaba un alivio, porque era muy linda y además, tenía una gran ventaja sobre mí, era más grande y compañera de universidad de Edward.

El próximo fin de semana viajaría la hermana de Edward, que era dos años mayor que él, se llamaba Alice. Acompañé a mi novio a buscarla al aeropuerto. Era una mujer un poquito más bajita que yo, menuda, de pelos erizados y ojos miel, igual que él. En cuanto se vieron se lanzó a los brazos de su hermano, lo que, reconozco, me causó algo de celos, se notaba que se querían tanto, tanto. A los dos le brillaban los ojos y ella acariciaba su rostro como si fuese su novia.

Después de los respectivos cariños y abrazos, Edward me presentó.

—Alice, te presento a Bella, mi novia… —rió algo incómodo.

—Hola Bella —me dio un gran abrazo. Olía de maravilla— soy Alice, la hermana regalona de Edward.

—La única que tengo —corrigió él con una sonrisa en los labios.

—Pensé que eran tres… —interrumpí.

—Sí, contestó Edward, pero el otro es hombre, se llama Emmett.

—¿Emmett? No me habías hablado de él… —intenté recordar.

—No, bueno, en realidad me llevo mejor con Alice, somos más compinches.

—Cierto, con mi hermanito somos como dos almas gemelas —exclamó Alice muy entusiasmada.

—Se nota —dije algo picada, pero en verdad, Alice me agradaba.

Nos fuimos los tres a almorzar. Pedimos unos aperitivos, algo restringidos por Edward, y lo pasamos de mil maravillas ¡Alice era muy simpática! Además, era increíblemente hermosa, todos los hombres se volteaban a mirarla y ella, muy digna, ni siquiera los miraba… Acabamos de almorzar y junto al café vino la lluvia de preguntas.

—Bella y ¿Tú que estudias? —sus ojos de miel brillaban de entusiasmo.

—Bueno, yo… —miré a Edward algo complicada.

—Está en el colegio aún, en tercero medio —respondió Edward, notando mi incomodidad.

—Sí —agregué algo tímida.

Ella quedó sorprendida por un momento, pero luego, siguió la conversación normalmente.

—Y ¿Qué te gustaría estudiar? —insistió con el tema.

—Mmmm, la verdad, aún no lo tengo claro —en realidad ni siquiera lo había pensado.

—Pero ¿Te gusta algún área más que otra? —Alice esperaba expectante mi respuesta.

—No, la verdad, no sé —dije sin más preámbulos.

—Aún le queda un año para pensarlo —agregó Edward sonriendo y acariciando mi mano por debajo de la mesa.

Esa tarde me quedé con ellos y en la noche salimos los tres a un pub, y así estuvimos, hasta que apareció Jasper, andaba con tres minos más, pero ellos se fueron. Jasper, era rubio y pálido, pero muy llamativo, claro que una especie distinta, no de mi gusto. En cuanto se vieron, noté que a Alice se le iluminó el rostro y no despegó una gran sonrisa en toda la noche. Finalmente, terminamos los cuatro yendo a bailar y ellos, no se despegaron ni un segundo en toda la noche.

—¿Qué onda tu hermana y Jasper? —le dije a Edward, mientras lo tomaba por el cuello.

—No sé, parece que química pura —sonrió y les echó un vistazo.

—Parece que se conocieran de toda la vida, no se han despegado —insistí.

—Así parece…

—Y Jasper ¿No sale con alguien? —pregunté curiosa.

—No, en realidad, no, bueno, Eve es su eterna enamorada —exclamó algo triste.

—¿En serio?

—Sí, es complicado —hizo un gesto de incomodidad— por un lado esta Eve, mi amiga querida, que todo le cuesta tanto, siempre, y… bueno, Alice es mi hermana.

—Sí, estas entre la espada y la pared…

—Bueno, yo no, él —y continuó— yo te tengo solo a ti y con eso me basta y me sobra—susurró en mi oído, provocándome un escalofríos.

Mis sentidos se pusieron el alerta de inmediato.

—Edward —dije mientras mordisqueaba su oreja.

—¿Qué pasó? —sonrió algo pícaro.

—Ahora está tu hermana —hice un puchero— ella me cae bien, pero no podremos hacer cositas ricas—reí mordiendo mi labio inferior.

—Mmmm, tienes razón —algo estaba tramando.

—Entonces no nos haremos cariñitos —puse cara de niña mimada.

—Eeeeh, ahí veremos, porque al menos yo, muero por estar contigo —besó mi cuello con su boca húmeda y me estremecí de pies a cabeza.

Nos besamos y bailamos toda la noche. Apenas me tomé un ron, prefería estar con Edward que arriba de la pelota. Pasado las cinco nos fuimos. Dejamos a Alice en el departamento y Edward le advirtió.

—Voy a ir a dejar a Bella —le dio un beso en la mejilla.

—Ok ¡Pórtense bien! —nos guiñó un ojo, pero ya nos había sacado el rollo completo.

—Bueno mamá —Edward le devolvió una sonrisa.

Salimos del departamento y entramos al ascensor, pero en vez, de presionar el -3, donde estaba su estacionamiento, marcó el 22, que era el último piso.

—¿Dónde vamos? —pregunté algo intrigada.

—Mmmm ya lo verás… —humedeció mi cuello con sus labios tibios.

Suponía a lo que íbamos, pero no dónde. Le devolví una sonrisa, lo tomé por el cuello y lo comencé a besar desenfrenadamente. Su cuerpo comenzó a reaccionar instintivamente.

Nos bajamos en el último piso, llegando a la azotea, pero antes, había una caja escala muy discreta. Lo presioné con fuerza por la espalda y él bajó sus manos a mis glúteos para acariciarlos con fuerza. Nuestros cuerpos se iban entibiando cada vez más. Bajé mis labios deseosos de su piel y besé su cuello con demasiadas ganas. Subió mi polera y acarició mis pechos, mientras yo sentía urgencia por tenerlo dentro de mí nuevamente.

Toqué su masculinidad y estaba completamente endurecida. Él también me necesitaba. Desabroché el botón de mi pantalón, en cuanto mi lengua jugaba con la suya, húmeda y tibia. Con mis mismos pies ayudé a sacar mis zapatillas y luego, continué con mis pantalones. Con rapidez desabroché el botón de su jeans y también su cinturón. Bajé su cierre y con demasiada prisa, él se sentó sobre uno de los escalones. No había tiempo que perder. El pantalón se lo bajó levemente, al igual que sus sexies boker negros. Sentía esa urgencia indescriptible por tenerlo dentro. Me senté sobre él, acomodando mis piernas sobre las suyas, y lo hice con tanta rapidez, que no me di cuenta que mi tanga aún estaba puesta, pero ya era demasiada la ansiedad. Edward, tomó mi la parte de abajo de mi ropa interior y sólo la hizo hacia un lado y por fin, lo pude sentir.

Su erección entró en mi cavidad sin mayor dificultad y ahora era mi turno. Me empecé a mover más hacia él, lo sentía dentro de mí, y eso era maravilloso. Nuestros quejidos eran inoportunos para el lugar, así que Edward me calló con un beso, demasiado ardiente, que me excitaba aún más. Tocaba su pelo broncíneo, mientras nuestros cuerpos encontraban su compás lujurioso. Los movimientos cada vez se intensificaron más y sentí como mi interior se contraía por estar con él. Sus grititos eran cada vez más fuertes y buscaba con ansiedad mi boca para ahogarlos, hasta que… finalmente, acabó en mí y yo junto a él.

Volvimos a la realidad y ambos empezamos a reír ¿Cómo podía ser tanto? Era tan magnífico estar unidos, era la sensación más exquisita que había sentido en mi vida. Me levanté y me puse los pantalones, mientras él me seguía besando con una gran sonrisa en los labios. Su boca era tan fenomenal, sus labios suaves y rubíes me invitaban a besarlo en cada instante, junto a él nada más era necesario.

Bajamos aún medios acalorados y despeinados, y mutuamente nos ayudamos a darnos mejor aspecto, junto al espejo del ascensor, pero nuestra necesidad era tan grande que costaba controlarse. Llegamos al subterráneo y partimos a toda velocidad, aún con el frenesí irrigando por las venas.

Antes de bajar, le di un beso largo y desesperado, quería tenerlo conmigo de nuevo, pero, era muy tarde y ya me había desaparecido el día entero.

Abrí la puerta de entrada y estaba todo oscuro, al parecer habían salido. Tomé una polera larga y me metí a mi cama, feliz, pensando en Edward y creo que de repente me dormí. Sentí que alguien tocaba uno de mis pechos, abrí los ojos y ¡Era Phil! El marido de mi madre ¡Qué horror! Le grité angustiada.

–¿Qué mierda te pasa Phil? –dije algo aterrada y pude sentir su hálito con alcohol.

–Ya eres una mujercita no… –intentó acostarse a mi lado, pero yo me corrí en menos de un segundo.

–¿Qué te pasa idiota? –dije con el corazón acelerado.

–Que tiene… tu mamá no está, ella jamás lo sabrá –intentó levantarse con dificultad.

Corrí al baño y me encerré, mientras sentía que mi cuerpo transpiraba de angustia. Phil insistía golpeando el baño.

–Oye Bells, no te haré nada que no hayas hecho –se largó a reír.

Temblaba de pies a cabeza y ni siquiera había atinado a sacar el móvil de mi habitación, para llamar a alguien. Unas lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos y sentí mucha pena. Nunca, jamás me imaginé algo así… yo que lo quería como a un padre. Mi corazón se comprimió, pero el susto me mantenía en alerta. Estuve horas escondida en el baño, hasta que oí que mi mamá había llegado. Abrí la puerta con terror y vi que Reneé se dirigió a su habitación. Inspiré profundo y volví a mi cuarto, pero no pude pegar un ojo en toda la noche. La felicidad se había acabado.

Capítulo 13: Mi versión de los hechos Capítulo 15: Hombre de ensueño

 
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