Energía al Límite (+18)

Autor: angiie0103
Género: Romance
Fecha Creación: 24/04/2012
Fecha Actualización: 24/06/2012
Finalizado: SI
Votos: 6
Comentarios: 60
Visitas: 63172
Capítulos: 37

Bella es una adolescente que vive la vida al máximo, se deja llevar por los vicios y sus hormonas. Un día conoce a Edward, quien la tratara de alejar de ese mundo perverso. 


Bueno, primero que nada, esta es una historia original de Daddy's Little Cannibal, que por cierto adoré! Y me vi en la obligación de traducir...

 

 

Esta historia no me pertenece, la autora es Daddys Little yo solo traduci que quede bien claro

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Capítulo 2: Secuelas

Sabía ¡Siempre me pasaba! Después de vomitar todo se volvía una pesadilla, por eso evitaba en lo posible llegar a ese extremo, sin embargo, no pude más, sentía que el mundo daba vueltas a mi alrededor y me costaba fijar la vista, por mucho que lo intentaba, era imposible. Respiré hondo y me entregué en brazos de ese desconocido que me cogió con fuerza por el brazo y me ayudó a vomitar. Entre mi sensación de desrealidad —como estar viviendo un sueño— oí que este chico, hablaba con el guardia gorilote de la puerta.

—Ella no puede entrar —dijo ese hombre de negro apostado en la puerta.

—Viene conmigo… —insistió él.

—Está absolutamente borracha y además es menor de edad. Esta niñita tiene todos los fines de semana el mismo problema, yo no sé cómo en la casa no le ponen freno —comentó el guardia molesto.

—Anda ¡Déjame pasar! —insistió mi acompañante de voz dulce.

—Edward —siguió el hombre— ella es un cachito… —le advirtió.

—Está bien, pero no la voy a dejar acá afuera para que la violen —respondió firme.

—Bueno, no sé si le afectará en algo, es bastante osada… es más, no salió sola… Seguramente la dejaron botada por escandalosa —soltó una carcajada.

—Josh, mírala, es una niña ¿No te da pena? —mi acompañante intentaba persuadir al guardia.

—La verdad no, pero ya que insistes tanto ¡Pasa con ella! ¡Entra, antes que se den cuenta y los echen a los dos!

El gorilote se hizo a un lado y nos dejó entrar.

—Ey, ¿Cómo te llamas? —me habló con dulzura mientras afirmaba mi rostro.

—Be… —no pude continuar porque una arcada gigante se apoderó de mi estómago y lo vomité en los zapatos.

—¡Oh, por Dios! —exclamó algo molesto.

Me instaló en un sillón negro, tipo cuerina, y me eché hacia atrás a descansar. La luz me molestaba sobre manera, me daban más náuseas. En seguida llegó él con toalla de papel y limpió mi rostro y parte de mi falda.

—Ey nenita no te puedo dejar aquí sola ¿Con quién viniste? —insistió.

—Con una amiga… —con mucho esfuerzo alcancé a articular algunas palabras.

—¿Cómo se llama? —acercó su hermoso rostro ¡Parecía un ángel!

—¿Eres un ángel? —toqué su nariz con la punta de mi dedo índice. Me costaba fijar la vista, lo veía doble.

Noté que él curvó esos carnosos y exquisitos labios rubí en una sonrisa y corrió un mechón de mi cabello por detrás de la oreja.

—No, pero en este momento soy una especie de guardián —volvió a sonreír.

—¡Oye, oye! —quise llamar su atención— ¿Te puedo besar? —sus labios se notaban suaves y quería devorarlos.

—No creo que sea el mejor momento —rió.

—¿Por qué no? —insistí, quería abalanzarme sobre él, pero no tenía fuerzas y me costaba trabajo manejar mis brazos.

Mmmm, estoy resfriado —sonrió, creo que para tranquilizarme.

—¡Aaaah! Pero, cuando te mejores ¿Puedo besarte? —toqué sus labios con la punta de mi dedo índice e intenté introducirlo en su boca, pero él me dio un dulce beso en la punta del dedo.

—Por supuesto, cuántas veces quieras…

—¡Qué bueno! —le regalé una sonrisa, que al menos intenté que fuera seductora.

—Y ¿Cómo se llama tu amiga? —insistió.

—¡Uy! Ahora no quiero verla, me quiero quedar contigo ¿Puedo? —lo miré para convencerlo.

—Ella te debe andar buscando, otro día ¿Está bien?

—Joyce, así se llama…

—Joyce —murmuró, miró hacia los lados y atrás, al parecer la buscaba. Luego, fijó la vista nuevamente en mí— ¿Cómo es ella físicamente?

—¡Ooooh! Te quieres quedar con ella, yo no te intereso —dije frustrada.

Él sonrió y acarició mi rostro.

—No, me quiero quedar contigo, pero… necesito encontrarla —me susurró al oído.

—¡Ah! ¿Verdad? —seguí.

—Te lo prometo —se besó los dedos que formaban una especie de cruz.

—Bueno, es flaca, como de mi porte, crespa, rubia, de ojos verdes.

—Gracias. Espérame un minuto, pero no te muevas porque te vendré a buscar —amenazó.

—Ok —me eché en el respaldo del sillón.

Cerré los ojos y todo daba vueltas y vueltas sin parar. Cuando volví a abrirlos, vi la cara de Joyce.

—¡Apareciste! —la increpé.

—Bella ¿Dónde te habías metido? —dijo molesta.

—Salí, salí, salí a dar una vuelta —sonreí.

Mi acompañante incógnito miró a Joyce y alcancé a notar que le guiñó un ojo. Mi amiga me tomó por el brazo, pero me fui de espaldas. El ángel terrenal me cogió oportunamente para que no cayera de bruces al suelo. Pasé mi brazo por su espalda.

—Creo que las dejaré en la puerta —agregó preocupado. Noté que frunció en entrecejo— ¿Cómo se van a ir?

—Con Rob, él es mi novio y nos pasará a dejar a las dos.

—¿Seguro? —insistió el guapetón.

—Sí —respondió mi amiga con certeza.

A lo lejos distinguí unos gritos eufóricos, eran ellos, "Los Jotes". Sin darme cuenta, me cogieron en andas entre dos personas y me subieron al auto. Sentía que estaba apretada, pero no me importó, entonces me recosté sobre un hombro desconocido, mientras el auto se iba a toda velocidad.

Entre sueños sentí una mano grande y tibia que subía por debajo de mi falda, y con las pocas fuerzas que me quedaban le pegué para sacarla, pero insistió con más ansias. Intentó reiteradas veces meter la mano por debajo de mis nalgas. Abrí los ojos y una silueta que no alcancé a distinguir con claridad, acercó su rostro al mío. Cerré mis párpados y sentí una efusiva lengua que se introducía en mi boca y yo, respondí como pude. Las manos seguían tocándome por todo el cuerpo, por debajo de mi falda, para después subir hasta mis pechos, ejerciendo presión sobre ellos. En pocos instantes el coche se detuvo.

—Joyce, dile a tu amiguita que se baje —musitó una voz brusca, seguida de risotadas.

Se abrió la puerta del auto y alguien me jaló con potencia, dejándome en la entrada de mi casa. Había césped, así que me acosté sobre éste y cerré los ojos, porque la luz de los focos de la calle me molestaba tanto, tanto, que nuevamente iba a vomitar. Me relajé y me quedé medio dormida.

Con brusquedad sentí que alguien me pegaba en la cara y hablaba con urgencia.

—Isabella, Isabella ¡Bella! ¡Despierta! —era la voz de mi madre.

—¡Déjame aquí! Yo mañana converso con mi papá —respondí.

—Nada… ¡Qué mañana! ¡Levántate!

Escuchaba sus instrucciones, pero no podía ni quería levantarme.

—¡Déjame tranquila! —le grité.

Ahora la oía histérica.

—¡Párate y entra! —me jalaba por el brazo y la espalda, intentando sentarme, pero mi cuerpo no respondió.

Por unos minutos la dejé de escuchar, hasta que apareció Phil, mi padre postizo, que en realidad era como el verdadero.

—¡Bella!

—Te digo que esta niñita no responde ¡Otra vez llega así de ebria! —lloriqueaba Reneé, mientras Phil me tomaba en brazos y me arrastraba a la habitación.

—¡Apaguen la luz! —les decía.

Alguien abrió mi cama y me acosté. Mientras oía la discusión.

—Está niña tiene sólo dieciséis años y mira como anda de borracha ¡Parece una cualquiera! —exclamó Phil.

—Lo sé, lo sé —lloraba mi madre, desesperada.

—Tendrás que mandarla con Charlie —su tono fue imperatorio.

—Pero, tú sabes que él tiene su familia Phil, nunca la ha querido realmente.

—Tú verás qué harás con tu hija, pero esto no puede seguir ¡Es una vergüenza!

La discusión continuó por varios minutos más, pero yo me dormí con el mundo dando vueltas a mi alrededor. Bajé un pie para anclarme, pero no daba resultado. No sé cuánto tiempo después desperté con ganas de vomitar, pero cuando me iba a poner de pie, me di cuenta que no podía levantar ni siquiera la cabeza, así que desagüé ahí mismo y luego seguí durmiendo, no fui capaz de ponerme de pie.

El sol empezó a pegar fuerte por la ventana, obligándome a abrir los ojos de par en par. Osé mover la cabeza y ¡Oh, no! Me sentía morir: la cabeza se partiría en dos y las náuseas me revolvían el estómago. Me tomé del borde la cama y me arrastré a la orilla, reptando por la cama, hasta que pude bajar los pies. Cuando de repente, veo a mi mamá en la puerta con los ojos desorbitados de furia.

—¿Dónde te metiste ayer? —me interrogó indignada.

—No sé, con Joyce…

—¡Cómo no sabes! —me cogió de un brazo con fuerza.

La miré, mi estómago estaba a punto de estallar nuevamente.

—Y ¡Mírate! Estás toda vomitada, pareces una pordiosera ¡Levántate! —me jaló con fuerza a la ducha. La encendió, estaba helada como hielo, pero igual me zambulló— ¡Cuándo salgas hablaremos! —amenazó.

Desperté con la ducha, casi congelada, porque recién estaba llegando la primavera y las cañerías estaban frías como iceberg. Sentí como si me clavaran agujas por todo el cuerpo. Me sequé, pero antes de salir, tuve que levantar la tapa del wc y volver a vomitar. Llegué a mi habitación, ella me esperaba parada, al borde de la cama.

—¡Tú vas a limpiar todo esto! ¡Estás castigada por un mes! —me amenazó con fiereza.

No la tomé en cuenta y me empecé a vestir. Tuve que deshacer mi cama completa, cambiar sábanas, echarlas a la lavadora y luego, me volví a recostar, a pasar el resto de caña que me rebanaba los sesos.

Durante todo el día nadie me habló, pero mejor, así no me molestaban. Al otro día sonó el bendito despertador a las seis treinta de la madrugada ¡Uy! ¡Qué asco, ahora al colegio! Me levanté con pereza y me metí a la regadera. Salí con el pelo empapado, me vestí y partí a clases.

—¡Sécate el pelo Bella! —me gritó Reneé.

La ignoré, tomé mi mochila y me fui. Camino al cole, me encontré con Christian —él también era de "Los Jotes"—. Se acercó a mí con una gran sonrisa.

—¿Dónde vas Bella? —me tomó por la cintura y me dio un beso casi en la comisura de mis labios.

—¿Dónde crees? —le respondí apestada.

—Vamos donde Duncan, está solo… —me guiñó un ojo.

Mmmm, puede ser…

—¡Vamos! Para que te vas a ir a aburrir al colegio.

—Ya, está bien —en verdad no costó demasiado convencerme.

Caminamos a la casa de Duncan. Cuando llegué estaba Rob —el infaltable—, James, Erick y mi querida amiga ¡Joyce!

—Y tú ¿Qué haces aquí? —me dijo con una sonrisa que no supe interpretar.

—Me invitaron ¿Algún problema o sólo tú puedes venir? —le devolví su ironía.

Era pasado las nueve de la mañana cuando abrieron unas cervezas. Oíamos música y reíamos. De repente, sonó el timbre, habían invitado a un grupo de chicas más. Yo estaba sentada entre Christian y Duncan, cuando este último tuvo la brillante idea de jugar a la botellita. Nos pusimos todos alrededor de la mesa de centro y la botella comenzó a girar. Primero, fue el turno de Rob, lo siguió una de las invitadas, la pelirroja. Se dieron un besote y luego, volvieron a sus puestos.

—¡Ah, pero qué aburridos! —exclamó Duncan— la que viene no es aquí.

—¡Hay varias piezas disponibles! —rió Christian.

En medio de gritos y posiciones no acertadas de la botella, Erick encendió un pito, que pasó por la misma ronda que esperaba impaciente el veredicto de la botella. Abrieron más cervezas, éste era mi tercer copón. La botella, de vidrio café opaco, siguió dando vueltas, hasta indicar a Rob nuevamente. Duncan la volvió a girar y la punta de ésta me señaló a mí. A Rob se le dibujó una gran sonrisa en el rostro y sus cabellos con rizos dorados, parecieron alborotarse ante la noticia. Se paró como resorte y me tendió la mano, yo le di la mía y me arrastró hacia la habitación contigua.

Aclaraciones de modismos

Cachito: es una persona irresponsable que trae problema a los demás.

Cuerina: imitación de cuero, pero de más baja calidad.

Flaca: delgada.

Anclarse: es una especie de mito, que se refiere a que cuando alguien está ebrio, al acostarse, debe bajar el pie para que no le dé vuelta todo a su alrededor.

La botellita: es un juego que consiste en girar la botella y a quienes ésta apunte, deberán besarse.

Capítulo 1: Una noche más... Capítulo 3: Juegos

 
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