Sentíamos fuertemente nuestros corazones vibrar por la noche que estaba en su clímax. Las luces eran fuertes e intermitentes y la música sacudía el piso y las ventanas. Nuestros cuerpos sudaban al compás de la música, invadiéndonos los sentidos, haciéndonos estremecer y despertar cada uno de ellos. Mientras más cerca estábamos unos de otros, rozándonos, era mejor la sensación, la idea era compartir. Sabía que Erick, Rob y James morían por mí. En todas las fiestas querían bailar conmigo, me miraban, y se peleaban por estar junto a mí, a pesar de ser amigos ¡Eso era lo más excitante! Yo era su trofeo, lo sabía, ellos me querían, me deseaban, porque yo era la mejor, la más linda y la más atractiva de todas mis amigas e incluso, de cada grupito de mujeres que había esa noche y en el colegio.
Andrew, el chico a cargo de la barra, era mi amigo —también le gustaba, era evidente— y siempre me regalaba todos los rones que quería, no importaba, él haría lo que fuera por estar conmigo. Cuando Andrew tenía algo de tiempo, yo bailaba con él, y bueno, si alguien más se quería sumar ¡Bienvenido! Yo bailaba y sabía que los ojos de cada hombre en ese lugar me observaban, sobre todo con esa mini de jeans, que me llegaba un poco más abajo del trasero —la había comprado la semana pasada y ya había causado furor—, era insinuante, pero ¡Qué importaba!, si todos me deseaban de igual modo.
Para arriba usé con un strapless negro, que acentuaba aún más mis pechugas, definiendo mi cintura. Todavía recuerdo el comentario de Erick, "esa mujer tiene algo que me revoluciona las hormonas, ¡Secreta feromonas!". Por supuesto, lo ignoré y seguí bailando, la noche era joven, recién empezaba. Cogía mi pelo al bailar, sintiendo como los cuerpos de mis amigos se peleaban por acercarse al mío. Yo podía bailar toda la noche, me sentía perfecto, antes de venir había tomado unos aperitivos, porque mis papás tenían una comida en la casa. Después, me pasó a buscar Joyce.
Camino a la "Cueva del Ratón", nos fumamos un pitito como de costumbre, total, era inofensivo. Llegamos directo al bar y luego, comenzamos a bailar solas al son de la música, hasta que llegaron "Los Jotes". Ellos eran el grupo con minos más ricos de todo el vecindario, y a éste, pertenecían Rob, James, Erick, Patrick, Italo y otros. A penas nos encontramos, Rob y Erick se acercaron a nosotras. A esa altura estaba en el tercer ron, pero seguía sobria.
La noche se estaba tornando acalorada y demasiado entretenida. Como siempre, no faltaban los buitres —literalmente hablando— que intentaban besarme, o simplemente aprovechaban la ocasión para darme un agarroncito bajo la falda o en una pechuga ¡Calientes!, pero a esas alturas daba lo mismo, eran juegos.
Erick se puso más aguja y aprovechó el momento en que fui a buscar otro ron donde Andrew. Me arrastró hacia el baño de hombres, más bien al pasillo, que era lo suficientemente oscuro para sus intenciones. Me cogió de un brazo y luego, chocó sus labios con los míos en un fuerte e intenso beso. Rápidamente acarició uno de mis senos, primero por encima y al instante, metió la mano por debajo, sobajeando uno de ellos, intentando besarlo, pero lo detuve. Él sabía que yo estaba media arriba de la pelota, y aún así, insistió, hasta que accedí. Su cuerpo estaba cada vez más encima del mío, podía sentir como acercaba su cosa entre medio de mis piernas, pero intenté alejarlo.
—¿Vamos al auto, Bella? —me susurró al oído mientras me aprisionaba por la espalda.
Asentí ¿Por qué no? Después de todo ya estábamos ahí. Me tomó una mano, llevándome hacia los estacionamientos. Entramos al coche por el asiento posterior. Se sentó, cogiéndome por la cintura para que me acomodara de frente a él, con las piernas separadas, amoldadas a cada lado de sus caderas.
La voz de Erick iba cambiando de intensidad, cada vez se agitaba más, llegando a los jadeos y acrecentando sus caricias. Levantó mi polera y dejó al descubierto mis pechos, que no paró de besarlos y acariciarlos. Luego, introdujo su lengua con furia en mi boca y me aprisionó más a él, mientras sus manos pasaban por debajo de mi falda e intentaban bajar mis pantaletas. Entonces, lo paré en secó.
—No —le dije mientras continuaba.
—¿Qué tiene? —me decía con la voz distorsionada, mientras insistía con sus dedos ansiosos.
—¡Nooo! —lo aparté con furia.
Me miró con los ojos desorbitados.
—¡Pendeja estúpida! —me empujó un poco brusco.
Me hizo a un lado y se subió el cierre del pantalón —no sé en qué minuto lo bajó— y salió del auto, obviamente también tuve que bajar del coche. Como quedé sola opté por volver a entrar, tenía que encontrar a Joyce, pero antes de llegar a la puerta del recinto, casi al lado de unos de esos guardias gorilotes, me tropecé en la vereda y caí, aunque no me dolió. Como pude me levanté y traté de entrar, pero cuando llegué a la puerta, me tuve que devolver porque tenía ganas de vomitar. Devolví toooodo. Me sentí mareada y me tumbé a los pies de un árbol a esperar que saliera mi amiga.
En mi estado de semi consciencia, miré hacia arriba y un bello chico, pálido y hermoso, me tendió la mano, ayudándome a ponerme de pie. Sonrió y me acompañó hasta la entrada de "La Cueva".
Modismos
Minos: hombres
Aguja: Jote. Insiste en "cortejar", aunque no esté siendo bien recibido.
Arriba de la pelota: borracho
¡Muchas gracias a quienes leen mi fic!
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