Mi corazón siempre sera tuyo (+18)

Autor: solcullen
Género: Romance
Fecha Creación: 11/08/2011
Fecha Actualización: 11/02/2013
Finalizado: SI
Votos: 100
Comentarios: 536
Visitas: 365410
Capítulos: 32

Fic recomendado por LNM

 

La lluvia caía sin cesar, golpeaba fuertemente mi ventana, el viento azotaba fuertemente las copas de los árboles, ya sin hojas. Era invierno, un crudo y frío invierno, pero más frío se había vuelto su corazón... Y aquí estaba yo, perdida en mis pensamientos, como cada día preguntándome: ¿cómo un amor tan grande podía haber terminado en esto? Juntos, pero tan lejos a la vez... ¿Será que esta lucha constante terminará alguna vez? ¿Será que alguna vez el corazón de mi gran amor, Edward Cullen, Mi Edward, volverá a latir por mí otra vez?Mi nombre es Isabella Swan y esta es mi historia...

 

 

 

La historia es completamente salida de mi imaginación, los personajes pertenecen a Stephenie Meyer.

 

 

Este Fic. esta protegido por derechos de autor por Safe Creative. ¡NO APOYES EL PLAGIO!

 

NO DOY AUTORIZACIONES, PARA SU PUBLICACIÓN, EN NINGUNA PÁGINA DE FACEBOOK, BLOGS O SIMILARES. LAS ÚNICAS PÁGINAS AUTORIZADAS, SON: LUNANUEVAMEYER Y FANFICTION.NET. GRACIAS POR LA COMPRESIÓN.

 

Las invito a pasar por mi nuevo Fic. "El Chico de Ipanema"

 

 

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 17: Mi corazón siempre será tuyo. Parte 2

En el capitulo anterior:

 

…….Si te subes a los cajones y luego a las repisas las podrías alcanzar y ver si es eso, con lo que tanto sueñas…me recomendó mi ángel malo, y por primera vez en la vida esta vez le haría caso, aunque me diera un buen golpe en el suelo, solo había un problema…Edward

 

 

Capitulo 17: Mi corazón siempre será tuyo. Parte 2

 

 

Estaba calculando la distancia de lo mas alto del closet al piso cuando mi mirada se encontró con la de Edward, me observó unos segundos entrecerrando los ojos y después sonrió con una sonrisa que no supe descifrar… ¡diablos! ¿Me habrá pillado? ¡Di algo!… me recordó mi ángel malo…

 

-Amor ya esta listo el baño- le dije con mi mejor de cara de inocencia para que no descubriera mis intenciones, pero me dio la impresión que no me creyó nada de nada, me conocía muy bien.

 

-Vamos ya muero porque me acaricies la espalda.

 

Me tomó de la mano, me dio un casto beso en los labios y me llevó al baño.

 

Nos metimos al jacuzzi, y me senté detrás de Edward rodeándolo con mis piernas, me puse a acariciar su espalda mientras el tomaba mis pies y le hacia masajes con sus pulgares.

 

Me eche aceite para masajes en las manos y exploré cada centímetro de su sexy y masculina espalda, masajee a conciencia sus hombros, su cuello, de cuando en cuando iba dejando castos besos por donde mis manos pasaban.

 

-Mmm, así amor…  que rico…ahí, ahí…- ronroneaba Edward  cuando masajeaba alguna parte que tenía tensa.

 

-Relájate amor, estas muy tenso.

 

-Es que ha sido una semana de locos, la próxima semana comenzaremos a volar.

 

-¿En serio? Wow esa si que es una buena noticia, ¿estás nervioso?

 

-Un poco, estoy más ansioso, porque según como nos vaya ahora son solo 10 los que irán a Pensacola a hacer la transición a piloto de combate.

 

-No estés ansioso Edward, ya verás que serás el mejor, si ya tienes las mejores notas, tranquilo amor y relájate.

 

Seguí con mi tarea de relajar la espalda de Edward, poco a poco  fui bajando lentamente, presionado intensamente los lugares que estaban tensos, memorizando cada centímetro de su sedosa piel,  amaba esos sexys lunares que tenía en su espalda, los que tenía en su nuca a cada lado justo donde terminaba el pelo, no quería olvidar ninguna parte, quería grabar a fuego en mi memoria cada parte de su ser. Era tan hermoso mi Edward, besé cada lunar con devoción, mientras Edward seguía dando placenteros masajes a mis pies, que estaban logrando excitarme otra vez, más sus gemidos de placer debido a mis masajes ya me tenía de nuevo a sus pies.

 

Cuando mis manos llegaron a su espalda baja, Edward tomó una de mis manos y la llevó hasta su intimidad, por lo visto, yo no era la única que se había excitado con las caricias.

 

-Esta parte también la tengo tensa mi amor- dijo juguetonamente mientras me invitaba con una de sus manos a masajear  su enorme erección.

 

-Mmm, ya veo ¿quieres que te ayude a relajarla?- le contesté sensualmente para seguir su juego, lo que hizo que me sonrojada furiosamente y escondiera mi rostro en su espalda como si me pudiera ver debido a mis declaraciones.

 

Realmente Edward lograba sacar a una Bella desconocida para mi, era un hecho me había convertido en una descarada, pero solo con el, solo para el.

 

-Tonta Bella- me reprochó tiernamente riendo a carcajadas- te apuesto a que estas roja de vergüenza ahí atrás-mientras su mano se aferraba a la mía para marcar el ritmo de los movimientos que quería sobre su erecto miembro.

 

Solté una risa ahogada, como me conocía, seguramente ya estaba imaginando la cara que yo tendría. Decidí que esta vez le demostraría una Bella mas decidida; yo manejaría esta vez la situación.

 

Me levanté de la posición en que estaba, para sentarme a horcajadas encima de Edward. Lo abracé por el cuello y el posó sus manos en mis glúteos.

 

-¿Crees que tengo vergüenza?- pregunté sensualmente, mientras restregaba mi intimidad contra su erecto pene, produciendo una deliciosa fricción.

 

-Si- me contestó pagado de si mismo, buscando mis pezones para succionarlos, lamerlos y morderlos enloquecedoramente haciendo que se me escaparan sonoros gemidos de placer.

 

Sus labios viajaron subiendo hasta mi cuello que mordió suavemente tirando de mi piel y ronroneó en mi oído:

 

-Jamás debes tener vergüenza conmigo amor, juega conmigo todo lo que quieras soy tuyo, seré para ti lo que tu quieras que sea.

 

No pude evitar sonreír y morderme el labio inferior Edward se estaba entregando a mí como un esclavo a su ama.

 

Moría por sentirlo dentro de mi, pero quería que esta vez el me lo pidiera, que el suplicara que le hiciera el amor.

 

Busque sus labios y lo bese furiosamente, nuestras leguas comenzaron un sensual juego al ritmo del movimiento de nuestros sexos. Disminuí la velocidad de mis movimientos hasta un punto enloquecedor.  Podía sentir con cada vaivén la punta de su miembro rozar la entrada de mi intimidad, pero cuando Edward aferraba mis glúteos intentando entrar, me separaba un poco de el para volver a jugar lo que provocaba que Edward soltara sensuales gruñidos impacientes que me volvían completamente loca y me hacían sonreír.

 

Una de sus manos buscó mi intimidad para acariciar  de manera experta mi clítoris, mandando latigazos de placer a todas mis terminaciones nerviosas.

 

Los ojos de Edward me miraban oscurecidos de pasión, su respiración era agitada, pesada se notaba que moría por enterrarse dentro de mí.

 

-Cabálgame mi hermosa amazona, cabálgame salvaje mi diosa- suplicó gruñendo excitado.

 

Sin pensarlo mucho más tomé su pene y lo acomodé en mi entrada, para introducirlo lenta y tortuosamente,  para comenzar un suave, profundo y delicioso vaivén.

 

-Así- gemí en su oído cuando sentí que lo tenía completamente dentro de mí.

 

-Siii, asiii…aaah… eres exquisita, tan estrecha amor- susurró con voz ronca.

 

Comenzamos una suave danza, fundiendo nuestra pasión en una sola. Subía y bajaba lentamente, quería amarlo, sin prisa con calma, quería prolongar el maravilloso momento de sentirlo dentro de mí, ese momento único donde Edward era completamente mío.

 

 Me abracé a su cuello y lo besé dulcemente, mientras Edward se dejaba amar por mí, acariciando tiernamente mi espalda con sus suaves y grandes manos, de ves en cuando las aferraba a mis caderas, para embestirme mas profundo.

 

Estábamos haciendo el amor de una forma muy tierna, nunca dejamos de besarnos, nuestras ardientes caricias estaban llenas de amor. Jadeábamos extasiados por las maravillosas sensaciones en la boca del otro.

 

-¡Oh dios Edward!- solté sin más, desfallecería de placer en cualquier minuto.

 

Comencé a subir y abajar mas rápido, mas duro, Edward me ayudada con las manos puestas en mis caderas y elevando sus caderas.

 

-Aaah… así mi diosa, cabálgame salvaje amor- me pidió en un sexy jadeo ardiente.

 

Nuestros movimientos se volvieron casi frenéticos,  desesperados, apoyé mis manos en sus hombros para poder ver su cara de placer al llegar al éxtasis total y así mirándonos intensamente a los ojos, llegamos juntos al punto culmine del placer, ese punto que solo dos almas que se aman como las nuestras pueden lograr. 

 

Seguí moviéndome lentamente para prolongar un poco mas nuestro orgasmo, mientras lo besaba dulcemente acariciando su cabello.

 

-Te amo- susurró en mis labios.

 

-Y yo a ti- contesté deteniéndome totalmente para abrazarme a el.

 

Edward rodeo mi cintura con sus fuertes y protectores brazos, nos quedamos un momento abrazados en silencio con mi cabeza apoyada en su hombro, normalizando el latir de nuestro corazón, nuestra respiración. Lamentablemente nos tuvimos que separar me levanté y me acurruque su lado, Edward besó tiernamente mi frente, mientras me atraía mas hacia el si se podía.

 

Nos quedamos abrazados, con nuestras piernas entrelazadas disfrutando del agua tibia, mi cabeza descansaba en su pecho uno de mis brazos aferrado a su cintura, mientras Edward acariciaba tiernamente mi espalda, de vez en cuando dejaba pequeños besos en el tope de mi cabeza, el silencio era muy cómodo, estábamos felices otra vez en nuestro mundo perfecto. Poco a poco sentí, como su respiración se fue acompasando, levanté mi rostro para observarlo. Estaba con sus ojos cerrados, mi Edward se estaba quedando dormido.

 

-Edward- lo llamé bajito.

 

-Mmm.

 

-Salgamos del jacuzzi amor, te estas quedando dormido.

 

-Un ratito más- suplicó susurrando.

 

-Vamos, terminaremos como pasas, además ya pronto debo volver  cenar, Charlie esta más tirano que nunca esta semana, esta indignado porque no iré a Francia.

 

-Eso no es ninguna novedad, Charlie siempre esta indignado si la cosa tiene que ver conmigo- dijo entre cabreado y divertido- vamos antes que se moleste mas el ogro, se arrepienta y te lleve a Paris con el.

 

Salimos del Jacuzzi, nos envolvimos en unas toallas y salimos del baño para vestirnos. Mientras Edward se vestía, lo sentía murmurar cabreado, cosas como… “ya vera” “pronto a mi me tendrá que pedir permiso”…, realmente no tenía muy claro a que se refería, algo me decía que tenía que ver con Charlie, pero no lo presionaría sabía que Edward, estaba cansado de esconderse y decir mentiras por la terquedad de mi padre.

 

Cuando llegamos a casa de mis padres, Charlie esta sentado en la sala leyendo un libro y Renée venia  bajando las escaleras con Emmy detrás.

 

-¡Edward cariño! que sorpresa que estés por aquí hoy- exclamó feliz mi madre acercándose a nosotros para abrazar y besar a Edward- Esme se acaba de ir, vino a dejar a Emmy y a ver los últimos detalles de la cena del sábado, estoy tan feliz de que pasemos la navidad juntos.

 

-¡Hola Renée!- la saludó devolviendo su abrazo, mientras Emmy saltaba ansioso a los pies de Edward para saludar a su papi, después de agachó y revolvió los pelos de la cabeza de Emmy- hola peludo yo también te extrañe.

 

-Bella hijita me imagino que ya no das más de felicidad, siempre tan lindo Edward dándote sorpresas- me guiñó un ojo pícara como si supiera en que estábamos hace unas horas atrás, lo que hizo que me sonrojara furiosamente- llegan justo para la cena. 

 

Cuando pasamos al living para saludar a Charlie, lo escuché murmurar… mmm llegó Edmund súper…, murmullo que por cierto también escuchó Edward, apreté su mano cariñosamente y lo miré pidiendo disculpas, Edward solo sonrió y negó con la cabeza; pobre me daba la impresión que ya comenzaba a acostumbrarse a las pesadezes de mi padre, o que esto lo estaba tomando como un reto o casi una lucha de egos ya que a el también le gustaba picar a Charlie acercándose a mi un poco mas de lo permitido a los ojos de mi padre lo que me ponía muy nerviosa.

 

-Hola papá- lo saludé dándole un beso en la mejilla y susurré en su oído… por favor papá sabes bien que se llama Edward se amable ¿si?…

 

-Hija, Edmu…-carraspeó un poco -Edward.

 

-¿Cómo esta señor Swan?- saludó mi Edward extendiéndole su mano.

 

Charlie le estrechó la mano sin siquiera mirarlo y se notó que se la apretó mas de la cuenta, pero no le contestó en cambió se dirigió a mi.

 

-Isabella, ¿no se supone que andabas con Alice y Rosalie?

 

Vi como Edward torcía el gesto al escuchar que me decía Isabella.

 

-Y con Jasper y Emmett, papá te lo dije veinte veces antes de salir.

 

-Ah, de veras, tan bien que me cae ese Emmett.

 

“No como otros” pensé que terminaría de decir.

 

 

-Bella, que te he dicho del saco de pulgas, no lo quiero metido en la sala, llévalo a tu cuarto ahora.

 

-Papá, no es un saco de pulgas y mamá me deja tenerlo donde quiera, deja la pesadez ¿si?-¡agh! que fastidio todo por que Emmy era de Edward y mío.

 

Justo llegó mi Renée a salvar la situación.

 

-Charlie, chicos la cena está servida pasemos al comedor por favor.

 

Durante la cena, todo estuvo relativamente tranquilo. Papá se dedicó a interrogar a Edward de cuando comenzaría a volar y cuando se iría a Florida, a mi me daba la impresión que mas bien quería echarlo a volar mas que cualquier otra cosa.

 

Edward por su parte estaba aguantando estoicamente sus interrogatorios y hasta había mantenido sus manos en los límites establecidos para Charlie.

 

-Hija, por cierto, hoy te llamó un compañero de la universidad de lo más educado y amable- anunció con una sonrisa malvada- Thomas Moore ¿lo conoces?

 

Abrí mis ojos como platos… ¡hay dios porque tenía que hacerme esto a mí!... ¿No se supone que soy su hija?

 

-¡Charlie!- le advirtió Renée abriéndole sus ojos como diciendo “silencio”, pero a el no le importó pues continuó.

 

-Dijo que tenía tu reloj, que lo habías extraviado en la pista de patinaje en hielo hoy cuando casi te caíste. Le dije que mañana en la mañana te encontraba en casa para que viniera de dejártelo.

 

Pasé mi mano por mi muñeca para comprobar que lo que decía era cierto, ni siquiera había notado que no lo tenía. Edward apretó su mandíbula fuertemente, tomó mi mano y la otra la cerró tan apretada, que la piel de sus nudillos se llegaba a ver traslucida, sus ojos se volvieron fieros.

 

¡Rayos porque me pasaba todo a mi!... Miré a Edward tratando de decirle que no tenía idea de donde había conseguido Thomas mi teléfono y decidí que era hora de callar a Charlie.

 

-Por mí que se lo quede, me importa tan poco ese reloj que ni siquiera había notado que no le tenía, además mañana en la mañana no estaré aun me falta comprar los regalos para Emmett y Jasper así que saldré temprano con Edward, si lo quiere venir a dejar que se lo entregue a la señora María- sentí como Edward relajaba su agarre de mi mano y sonreía triunfal, tratando de parecer interesado en el postre.

 

-Bella no puedes ser mal educada con ese chico, nosotr…

 

-Fin de la discusión- lo corté- no me interesa y punto, esta claro.

 

La verdad no acostumbraba a ser mal educada con mi padre, pero ya me estaba hartando, cuando entendería que era Edward el hombre que había elegido para amar toda la vida.

 

Después de eso la cena paso en un incómodo silencio, hasta que terminó, Charlie se fue a su despacho, Renée se despidió de nosotros dándole mil disculpas a Edward por la actitud de mi padre y nosotros nos fuimos a ver una película a esperar a que Charlie se fuera a acostar, para que Edward se pudiera colar a mi cuarto.

 

Ya comenzaba a quedarme dormida en los brazos de Edward cuando sentimos que Charlie cerró la puerta de su despacho y salió en dirección a las escaleras.

 

-¡Al fin!- exclamé impaciente.

 

Caminamos tomados de la mano intentando hacer el menor ruido posible al subir las escaleras y caminar por el pasillo, menos mal que la pieza de mis padres quedaba al otro lado del pasillo, porque las carcajadas ahogadas eran imposibles de contener debido al supuesto acto “prohibido” que estábamos cometiendo o quizás Edward se imaginaba la cara morada de rabia de Charlie al encontrarlo acostado conmigo en mi cama, pobre mi padre no se en que mundo vivía, como no se había dado cuenta que ya no era una niña sino una mujer.

 

Apenas pasamos la puerta de mi cuarto Edward la cerró con llave y nos tiramos a la cama a partirnos de la risa como niños malcriados por nuestra travesura. Me levanté de la cama a lavarme los dientes y a ponerme el pijama de gatitos que a Edward tanto le gustaba, no era sexy ni nada por el estilo, pero sabía que al le encantaba, aun no entendía porque.

 

Cuando salí del baño Edward ya me esperaba acostado sentado con su espalda apoyada en el respaldo de la cama con su torso desnudo… ¡hay dios que hombre mas sexy!... me mordí el labio inferior… ¡otra vez ya me estaba dando calor!...Edward notó como estaba, sonrió de una forma malditamente hermosa y divertida y negó con su cabeza, sabía que otra vez no se arriesgaría a que Charlie nos pillara, la última vez habíamos metido tanto ruido que Charlie terminó haciendo una visita a mi cuarto par ver que me sucedía y mi pobre Edward terminó nuevamente escondido desnudo en el closet cerca de media hora, hasta que Charlie después de mil preguntas se convenció de que tenía una horrible pesadilla y que por eso estaba tan agitada.

 

-Mi gatito con pijama de gatito, ven aquí mi amor, te ves sexy- dijo tiernamente mientras me acunaba en sus brazos dejando un beso en el tope de mi cabeza y nos tapaba con las cobijas- buenas noches mi amor.

 

-Buenas noches amor- besé tiernamente sus labios- ¿Me cantas mi nana hasta que me duerma?

 

-Tus deseos son órdenes para mi, mi pequeña consentida.

 

Escuchando la hermosa y aterciopelada voz de Edward me dormí.

 

 

Cuando desperté Edward ya no estaba, como siempre, se tiene que haber escabullido en la madrugada con ayuda de la señora María o a esta altura de la misma Renée.

 

Me levanté de un salto y me fui directo a la cocina tenía mucha hambre, además me debía apurar ya eran casi las nueve y Edward pasaría por mi a las diez y media.

 

Cuando entre a la cocina encontré a Charlie que estaba apoyado en la barra de esta tomando café leyendo el periódico, era extraño verlo tan tarde en la casa pero estaba enojada con el así que no le preguntaría porque estaba en casa a esta hora.

 

Pase directo al refrigerador para sacar el jugo, sin siquiera saludar.

 

-Buenos días hija.

 

-Mmm- le contesté tomando un vaso de los muebles y me serví jugo sin prestarle atención.

 

-¿Te pasa algo Bella? ¿Estas enojada?

 

Lo miré unos instantes furiosa. Todavía tenía el descaro de preguntar después de cómo trato a Edward anoche en la cena. Me tenía más que harta, todo el tiempo atacándolo, diciéndole cosas desagradables interrogándolo como si fuera el peor de los delincuentes  y lo peor de todo intentando que Edward y yo discutiéramos por cosas que ni siquiera había hecho, menos mal que ayer Edward había olvidado el tema de Thomas rápidamente.

 

No podía ignorar más esta situación esta vez lo encararía, no me quedaría callada como siempre lo hacía, siguiendo sus ordenes, si quería pelea la tendría.

 

-¿Bella?

 

-¿Sabes papá? siempre he tratado de ser la hija ideal para ti, pero tu no eres el padre modelo que crees ser- Charlie abrió sus ojos como platos, dejo su taza de café en la barra y puso toda su atención en mi doblando el periódico dejándolo a un lado.

 

-¿Qué quieres decir? Explícate.

 

-Muy simple verás…mmm…por donde empezar… ah si, ya se, partamos por la carrera que estudio; sabes bien que no me gusta, que yo quería estudiar música en Juilliard, que quería irme con Ángela a Nueva York…

 

-Pero si tu hubieses ido a Nueva York, no hubieses conocido a Edward- atacó de vuelta sin dejarme terminar mi discurso, quería darme en mi punto débil para refutar mis argumentos, pero no se lo permitiría.

 

-¡No involucres a Edward en esto papá! ese es un tema del cual ya te voy hablar, se lo que estas intentando hacer y no lo conseguirás.

 

Frunció el entrecejo y se cruzó de brazos esperando a que continuara.

 

-Sin embargo me tuve que quedar aquí y estudiar lo que tú querías que estudiara, para que después me haga cargo de las empresas, para que tu hija sea una reconocida economista así como lo eres tú, pues claro- dije con sorna- la hija de Charlie Swan no podía ser menos que su padre que dirá la alta sociedad de Boston ¿no?

 

Su expresión poco a poco fue cambiando ahora estaba furioso pero no me importaba, era ahora o nunca, ya había tomado el valor de decirle por primera vez lo que pensaba de el.

 

-Siempre estas viajando nunca estas, sin embargo quieres tener todo controlado mis amistades, con quien salgo, a donde voy y por sobre todo no soportas a Edward ¿podrías decirme de una vez que tienes en contra de el? ¿Qué es lo que te ha hecho tan terrible que no lo soportas? ¿Pertenece a nuestra “sociedad” no?- dije enfatizando sociedad haciendo en gesto de comillas con mis dedos.

 

-No me gusta para ti, eso es todo, aun no entiendo que les ves. Entiendo que sea tu primer novio y que estés encandilada porque el chico parece salido de esas revistas que compra tu madre, pero el no te dará un futuro como el que yo he soñado para ti…

 

-¡Oh vamos por favor!- grité exasperada sin dejarlo terminar, dejando el vaso de jugo de forma violenta encima de la mesa de la cocina- no me hagas reír, ¿crees que de eso se trata? ¿Qué estoy con Edward porque es un chico guapo? Nunca pensé que me creyeras tan básica papá.

 

Charlie al ver que estaba enfurecida, actitud que jamás vio en mí hacia el, bajo un poco su guardia, relajó su expresión y continuó dándome sus argumentos.

 

-Hija, compréndeme por favor, a lo mejor Edward no es un mal chico, se que pertenece a nuestra sociedad y que sus padres tiene tanto o mas dinero que nosotros, pero esa no ha sido su elección de vida; te arrastrara por todo el país y quien sabe mas donde, gracias a la elección que ha hecho y esa no es vida para ti- dijo con solemnidad para que sus palabras sonaran mas convincentes.

 

-Sabes Charlie, no sabes y no entiendes nada de nada. No me importara seguirlo hasta el fin del mundo si fuese necesario, porque lo amo, es el hombre que he elegido para pasar el resto de mi vida y estoy muy feliz que al menos uno de los dos, si podrá cumplir su sueño. Nuestro amor no es egoísta, como el que tu profesas hacia mi, viendo solo tus intereses particulares y sabes que más, no me importa el dinero ni donde estaré en unos años mas mientras tenga la certeza que el estará a mi lado y por último no te debería dar esta información, pero te la diré haber si logro que te caiga mas en gracia, Edward tiene mas dinero que tu y su familia juntos lo heredó de su abuela Elizabeth supongo que conociste a Elizabeth Cullen ¿no?

 

Charlie abrió sus ojos como platos, pero recompuso rápidamente el gesto y continuó en su posición.

 

-De todas maneras, no me importa y no me gusta, ese chico te hará sufrir, no consentiré que unas tu vida con el, esa no es vida para ti, a la sombra de un sueño que no es el tuyo.

 

-¿Y a ti te importaron mis sueños?- le dije desafiante- No por supuesto que no. No me tientes, no sabes lo que dices, ¿sabes que podría salir por esa puerta sin llevarme nada y no volver nunca más? ¿Que no necesito nada de ti? Es mas, me libraría al fin de estudiar esa carrera que tanto odio.

 

-¿Qué quieres decir? ¿Como que no necesitas nada de mi? ¿En que andas con Edward, Bella, que yo no lo sé? si ese chico te ha puesto una mano encima lo mataré con mis propias manos- gritó furioso haciendo un gesto con sus manos como si realmente tuviera el cuello de Edward entre ellas.

 

-Jajaja, por favor papá, despierta en que mundo vives no tengo diez años ¿sabes?, no me obligues hacer las cosas mal, el día que me vaya de esta casa quiero salir vestida de blanco y tu brazo fuerte sea el que me acompañe y cobije para entregarme a mi marido y te guste o no esa persona será Edward a si que será mejor que te comiences hacer la idea en este mismo instante porque no será de otra forma.

 

Me acerqué a el y besé su mejilla.

 

-Te quiero papá, trata de entender por favor ¿si? -acaricie su cara con ternura y salí de la cocina a toda velocidad a encerrarme a mi cuarto.

 

Cerré la puerta con pestillo y me apoyé en ella, solté una carcajada nerviosa, sin poder creer lo que había hecho, me había enfrentado a mi padre, por primera vez en mi vida le había dicho lo que pensaba de el, por un momento me invadió la pena, quizás había sido un poco dura con el y apenas lo deje hablar, pero realmente confiaba que esta vez me entendiera y me apoyara que se diera cuenta que por mas que se empeñara en odiar a Edward no lograría nada porque mi elección ya estaba hecha.

 

Miré la hora en el reloj que estaba en el buró, era las nueve treinta ya se me hacia tarde, y por culpa de Charlie no había desayunado. Me duché a toda velocidad y comencé a arreglarme. Desde que estaba con Edward trataba de arreglarme muy bonita para no “desentonar” o su lado, cosa que realmente era imposible, pero lo intentaba de verdad, me gustaba estar siempre perfecta para el, aunque tenía mas que claro que aunque me pusiera un saco encima Edward diría que estaba hermosa; sonreí ante mis pensamientos era la verdad y tenía muchísima suerte aun no comprendía que es lo que me encontraba Edward, pero como un acto imposible de procesar el me amaba así tal cual como era yo algo torpe, flacucha y sin mucha gracia.

 

Me puse un sweater negro de cuello alto muy ajustado, una falda de jeans muy corta, medias negras con diseño y unos zapatos de tacón imposible todo el guardarropa por supuesto gracias a mi gran amiga Alice Brandon, que se dedicaba a llenar mi closet con la hermosa ropa de la cual era dueña y además diseñaba. Alisé mi pelo a conciencia y me hice unos tirabuzones en las puntas, me pinte tenuemente. Cuando terminaba de ponerme brillo en mis labios sentí que tocaban el timbre.

 

Tomé mi cartera y salí en busca de mi Edward. Baje las escaleras lo mas rápido que me lo permitieron mis tacones, para encontrarme con el, con mi milagro personal que me esperaba de pie en el hall de entrada de mi casa.

 

Bello, hermoso como siempre ahí estaba de pie cual adonis, vestido con unos jeans desgastados, tennis, una polera de manga larga gris con cuello en V y su abrigo tomado de forma desinteresada  en una de sus manos. Cuando llegué donde el me puse de puntitas y me colgué de su cuello como siempre para besarlo, aun con tacones me era imposible alcanzar su estatura.

 

-Buenos días princesa, estas hermosa- saludó para volverme a besar apasionadamente, abrazándome por la cintura y levantándome del piso.

 

Ya nos comenzábamos a perder en nuestro propio mundo cuando sentimos un carraspeo detrás, lo que hizo con separáramos rápidamente. Me puse roja como un tomate al ver quien era.

 

-Buenos días Edward- saludó mi padre amablemente, acto que no pasó desapercibido ni para mi ni para el.

 

-Buenos días señor Swan- saludó Edward soltándome y extendiéndole la mano incrédulo sin entender que le sucedía a Charlie, era la primera vez que usaba un tono tan amable para dirigirse a el. 

 

-¿Dónde van chicos?

 

-Vamos al centro comercial papá, recuerdas que ayer te comenté en la cena que aun me falta comprar los regalos para Jasper y Emmett.

 

-Ah… si…de veras…- contestó dudoso mirando el piso, como pensando algo- bueno que lo pasen bien, voy a mi despacho a buscar mi portafolios, yo también me voy ya es muy tarde.

 

Besó mi frente, se despidió de Edward dándole la mano y desapareció rumbo a su despacho.

 

De camino al centro comercial, le conté a Edward lo sucedido con Charlie esta mañana y que quizás gracias a eso, se debía su cambio de actitud, por supuesto a Edward no le pareció nada de bien que le haya faltado el respeto a mi padre ni por el ni por nadie, pero ya estaba hecho además por lo visto algo había removido en su conciencia, ya que nunca lo vi actuar tan amable con ninguno de mis amigos, como hoy en la mañana.

 

Ya llevábamos parte de la mañana en el centro comercial, el regalo de Emmett ya lo habíamos comprado, la verdad no era muy difícil saber que le gustaba mi hermano oso, era un niño gigante a si que unos nuevos y terroríficos juegos de x-box lo harían muy feliz, ya me lo imaginaba sonriendo con sus ojos brillantes mostrando sus adorables hoyuelos retando a Edward y Jasper una partida de x-box para ver quien ganaba uno de sus sangrientos juegos, por lo demás Edward no lo hacía nada de mal, aunque intentaba hacerse el serio sus ojitos brillaban como niño pequeño cada vez que su hermano lo invitaba a jugar. Pero aun nos faltaba el de Jasper.

 

Entramos a una librería a buscar algún libro de la guerra civil, tema que le apasionaba a Jasper.

Edward estaba unos estantes mas allá mientras yo intentaba buscar algún libro que se acomodara a mis expectativas de lo que le quería regalar.

 

Justo cuando encontré un libro hermoso, empastado, con hojas elegantes y brillantes levante mi vista en busca de Edward para mostrarle el libro me encontré con una desagradable imagen.

 

Estaba mi Edward rodeado de tres rubias oxigenadas, plásticas todas muy sonrientes coqueteándole,  por supuesto la más hermosa se había colgado de unos de sus brazos. Se veía muy incómodo y algo molesto se notaba que quería zafarse de la situación. Deje el libro donde lo había encontrado y me acerqué a ver quienes eran las zorras regaladas que estaban acosando a mi Edward.

 

-¡Ay Eddie tu siempre tan lindo! ¿andas comprando nuestros regalos de navidad?- dijo la oxigenada que estaba colgando del brazo de Edward, batiéndole las pestañas mirándolo con cara de tonta enamorada con sus profundos ojos azules.

 

-Eres un ingrato, ayer te fuiste sin siquiera despedirte de nosotras- le reprochó la que era mas baja de las tres haciendo un cínico puchero y meciéndose de lado a lado.

 

¡Demonios! me hervía la sangre, que se creían esas tontas regaladas coqueteándole a mi Edward, esto no se quedaría así, es este preciso instante marcaría mi territorio. Me acerqué donde ellos y taconee el piso varias veces impaciente, para captar su atención.

 

Una de ellas se dio cuenta de mi presencia junto con Edward que extendió su mano para atraerme hacia el. Me tomó por la cintura y besó mi frente mientras las tres plásticas me miraban de arriba abajo examinado mi atuendo, como si tuvieran vista de rayos X, me sentí muy incómoda pero no me intimidarían.

 

-Tanya, Kate, Irina, ella es mi no…- trató de presentarme Edward, pero Tanya que era la regalada que se encontraba colgada de su brazo no lo dejo terminar.

 

-Tu hermana menor supongo, ¡Ay! ¡Tan tierno Eddie comprando regalos con tu hermanita! ¿Andas de canjuro hoy?- exclamó con su chillona voz.

 

-Y adoptada pues no se parecen en nada, mira nada mas a la pobrecita-dijo Irina mandándome una mirada envenenada.

 

Edward se tensó, su semblante se volvió severo y yo estaba que echaba humo por las orejas, que se creían las muy malditas, no dejaría que me humillaran de esa forma, les demostraría que Edward era mío y de nadie mas.

 

-Bella Swan la “novia” de Edward- dije escupiendo las palabras con una sonrisa cínica mostrando todos lo dientes, abrazando a Edward por la cintura poniéndome de puntitas para alcanzar sus labios.

 

Lo besé de una forma “algo” más que tierna y casta, sentí que Edward ahogaba una carcajada.

 

Las tres abrieron sus ojos como platos no dando crédito a la escena que tenían frente a ellas, pero la regalada mayor no se daría por vencida.

 

-¿Novia? Jamás me habías dicho que tenías novia aquí en Boston Eddie- le reprochó como si  le debiese explicaciones.

 

-Teniente Denali le he dicho miles de veces que tengo novia, pero al parecer usted no escucha cuando le hablo.

 

Que va escuchar, si con la cara de tonta que trae cuando lo mira- pensé, y al parecer hoy tampoco lo iba hacer porque ignoró totalmente lo que le contestó Edward para continuar.

 

-Eddie cuantas veces te he dicho que no me llames por mi grado, somos “amigos” no es necesario.

 

-Es necesario cuando usted rebasa los límites de la confianza que le he dado.

 

La tonta regalada hizo una mueca de desagrado al ver que Edward había establecido un límite más que claro para ella, luego se dirigió hacia mí.

 

-¿Ya encontraste algún libro que te guste princesa?- me preguntó tiernamente ignorando la presencia de las tres plásticas.

 

-Si, esta en el estante de ahí.

 

-Excelente, comprémoslo y nos vamos almorzar.

 

-¡Que bien! ¿Podemos almorzar todos juntos?- insistió Tanya viendo que Edward las ignoraba olímpicamente.

 

-Lo siento señoritas, pero el poco tiempo, que paso con mi novia no lo comparto con nadie, nos vemos en Newport, adiós.

 

 

Me tomó de la cintura y me dirigió hasta los estantes donde había dejado el libro, lo tomé, fuimos a pagarlo y salimos de la librería hacia algún restaurante del centro comercial, bajo la atenta y asesina mirada  de las tres oxigenadas que se quedaron clavadas en el lugar después de la respuesta de mi Edward.

 

A penas salimos de la tienda estallé en carcajadas, aunque ahora estaba mas interesada en saber quien era esa zorra que acosaba a mi novio en la semana cuando yo no podía estar ahí para marcar mi territorio, los celos me carcomían por dentro.

 

Elegimos un lindo restaurante mexicano para almorzar que estaba en el patio de comidas del centro comercial. Nos sentamos en la terraza y llegó el mesero al pedir nuestra orden, pedimos quesadillas y dos tequilas margaritas que no estuviesen muy fuertes.

 

Por más que intenté no parecer molesta mis celos me ganaban, sabía que Edward no tenía la culpa, pero jamás había hablado de ellas y eso me tenía muy enojada.

 

-¿Amor, estás enojada?- me preguntó sonriendo hermosamente y acercando mi silla, a la de el todo lo que pudo, para poder abrazarme por la cintura.

 

-No- dije mirando en otra dirección sabía lo que venía y ya no lo quería escuchar, ya era tarde.

 

-Veo que ha vuelto mi gatito enfurruñado- dijo con humor-¿me dejaras contarte quienes son?

 

-No.

 

-Bella, amor no te pongas así, no tienes porque tener celos y lo sabes.

 

-No, no y no, no quiero escucharte ya no me lo contaste ya no me interesa.

 

Me tomó de la cintura y me sentó en sus piernas.

 

-¡Edward! estamos en público- le reproché para que me soltara.

 

-No me importa, me escucharas gato mañoso- me dijo con un serio tono de voz, pero la verdad se notaba que gozaba más de la cuenta con mis celos y mi enfurruñamiento.

 

-No, no quiero, no te quiero escuchar, ya no te quiero- dije cruzándome de brazos y haciendo un mohín como niña pequeña.

 

Lo que provocó que estallara en sonoras carcajadas.

 

-No me vas a escuchar- afirmó divertido.

 

-No.

 

-Ya no me quieres-dijo ronroneando en mi oído, para luego pasar la nariz sensualmente por la piel de mi cuello inspirando.

 

-No- dije sin mucha convicción.

 

Sentí que Edward rió contra la piel de mi cuello mientras tomaba mi cara con ambas manos delicadamente para besarme de una forma que debiera estar absolutamente prohibida a la cual obviamente no me pude negar.

 

Sus besos eran abrumadores, siempre lograba que sintiera la cabeza desconectada del cuerpo. Poco a poco fue bajando la intensidad del beso para terminar dándome ultimó y tierno beso. Me observó un instante con esa sexy sonrisa torcida que me quitaba el aliento y aceleraba aun más mi corazón.

 

-Ya se que no me quieres y eso es porque me amas tanto como te amo yo a ti, ahora mi pequeña consentida ¿me dejarás que te cuente?

 

-¡Eres un engreído!- dije escondiendo mis carcajadas en su pecho, ya no podía seguir molesta con el, era tan tierno y malditamente convincente- esta bien, te escucho- resoplé rendida.

 

-Kate, Irina y Tanya son hermanas. Kate e Irina son compañeras mías en algunos ramos, ya que obviamente ellas no serán pilotos de combate y Tanya es la doctora de el centro médico de la base naval, a ella la conocí cuando estuve en Chicago- dijo con una mueca de desagrado como acordándose de algo.

 

-Nunca las nombraste, Riley tampoco ¿Porque?

 

-Porque no le vi la importancia, son muy desagradables e insistentes, nunca se dan por vencidas cuando alguien osa a decirles que no, con Riley siempre las tratamos de evitar todo lo que podemos.

 

Yo ya me imaginaba cual era “esa” insistencia… malditas zorras, pensé.

 

En ese instante llegó el mesero con nuestra orden. Me senté nuevamente en mi silla para poder almorzar. Justo antes de que el mesero se fuera Edward sonrió malvadamente y le pidió si podía traer el ají más picante que tuviera.

 

-¿Desde cuando comes ají, amor?- pregunté curiosa.

 

-No es para mi-me contestó conteniendo sus carcajadas- que te acabo de decir de lo insistentes que son- dijo mirando hacia la entrada de restaurante.

 

Y casi como por acto de magia las tres plásticas hicieron aparición en la entrada del lugar, mientras el mesero dejaba el plato con ají en nuestra mesa, era muy rojo y estaba molido lo habían convertido en una especie de pasta que parecía mas Ketchup que ají.

 

-Edward que vas…

 

-Sshh- dijo con una sonrisa pícara callándome con un dulce beso, ya es hora que aprendan y así de paso le demuestro a mi celoso gatito que solo tengo ojos para el y para nadie mas, tu solo observa ¿si?

 

Comenzamos a comer desinteresadamente, como si no hubiésemos advertido su presencia, hasta que las tres regaladas llegaron a nuestra mesa.

 

-¡Eddie! decidimos olvidar lo grosero que has sido y venir a acompañarlos a almorzar- dijo Tanya sentándose a la mesa sin siquiera pedir permiso.

 

Llamo al mesero para que trajera una silla más y le pidió tres margaritas para todas.

 

-¿Qué están comiendo?- preguntó mientras miraba la carta con atención.

 

La sonrisa malvada que tenía Edward era impagable, no se como no se daba cuenta la muy tonta, yo solo esperaba poder contener mis carcajadas, cuando vi las intenciones de mi amor.

 

-Quesadillas, ¿quieres probar?- dijo con la voz mas inocente que le había escuchado en estos meses.

 

Corto un pedazo y lo untó en el ají, mas que lo unto lo baño en ají y se lo ofreció. Realmente cuando Edward se proponía ser malvado lo era y mucho, solo esperaba que esa vena malvada jamás la ocupara conmigo.

 

Tanya al ver ese gesto amable de parte de el, recibió el tenedor encantada de la vida y sin pensarlo se metió el pedazo completo a la boca. Edward y yo estábamos que estallábamos de la risa.

 

Ella abrió sus ojos desmesuradamente al sentir el sabor en su boca, lo trago apenas y se comenzó a echar aire con la mano en su lengua haciendo gestos desesperada con la otra mano para que le trajeran agua.

 

-Tanya ¿que te pasa hermanita?- preguntó Kate sin entender nada, mientras a Tanya le comenzaban a salir lágrimas por los ojos.

 

-¿Qué tienes? ¿Qué le diste Edward?- preguntó furiosa Irina.

 

Justo en eso llegó el mesero y le puso sus margaritas en frente.

 

Tanya lo tomó y se lo tragó de un sorbo desesperado, ahora ya era imposible contener la risa, aparte de que le picaba y ardía como los mis demonios terminaría borracha, toda la situación era mas que divertida.

 

Cuando dejo la copa en la mesa miró a Edward con ojos asesinos.

 

-¡Edward!- bramó con su estridente voz- ¡eres un maldito, que me has dado!

 

-¿Yo? Nada, Teniente Denali lo mismo que comemos Bella y yo- le respondió inocentemente, apretando sus labios para contener su risa.

 

-¡Mientes! ¡Dios soy alérgica al ají!- gritó como una loca poniéndose de pie tambaleándose junto a sus hermanas- ¡y tú de que te ríes niñita!- ya verás Edward esto no se quedará así, nunca pensé que me harías algo como esto- dijo al borde de las lágrimas de rabia mientras sus labios se comenzaban a hinchar, se dio la vuelta violentamente y salió del restaurante con Kate e Irina pisando sus talones.

 

Apenas salieron estallamos en sonoras carcajadas llamando la atención del resto de los clientes que nos miraban como si estuviésemos locos.

 

No podía para de reír de solo de imaginar como se vería Tanya como un pez globo

 

-Eres un ser muy malvado Edward Cullen y me encanta- dije sentándome nuevamente en sus piernas para besarlo apasionadamente.

 

-Eso es para que aprenda una vez a no seguirme a todas partes y también para que nunca más te pongas celosa de ella y de nadie.

 

Después de la divertida lección que Edward le dio a Tanya y a sus hermanas, terminamos de comer tranquilos y felices.

 

Por la tarde nos fuimos al departamento a descansar de la ajetreada mañana en el centro comercial. Nos recostamos en la cama muy juntitos. Edward estudiaría un rato un enorme manual de aviación mientras yo veía una película.

 

Me acurruqué a su lado y apoyé mi cabeza en su hombro, mientras acariciaba tiernamente su pelo. Estaba terminando la película que veía cuando sentí que la respiración de Edward se iba acompasando más y mas. Levante mi cabeza para mirarlo, se había quedado profundamente dormido, se veía tan tierno, parecía en verdadero ángel caído del cielo.

 

Tomé el libro y se lo saqué de sus manos con mucho cuidado para no despertarlo, sabía que estaba cansado, que la exigencia física y mental a la que estaba sometido era muy estricta. Cerré el libro lo deje en el velador sin hacer ruido y lo arropé bien con el cobertor. 

 

Cuando dejaba un dulce beso en sus labios, lo recordé otra vez…las bolsas de Tiffani…Me debatí unos instantes que hacer, pero ayer ya lo había decidido y esta era una perfecta oportunidad para cumplir mi objetivo. Espere que la respiración de Edward se volviera mas profunda y pesada, para que no se fuera a despertar al no sentirme en la cama junto a el.

 

Me levanté con mucho cuidado y me fui en la punta de mis pies al vestidor, caminado con mucho sigilo, evitando meter el más mínimo ruido y además preocupada de no chocar con ningún objeto debido a mi inevitable torpeza.

 

Una vez estuve dentro respiré mas tranquila Edward no había despertado y la primera parte de mi plan ya estaba concretada. Tomé aire varias veces para darme valor y concentrarme en mi objetivo ya que estaba bien alto. Escale con mucho cuidado lo cajones y luego las repisas rogando no caerme, hasta que llegué a la parte de mas arriba, sonreí exultante de felicidad al ver las bolsas esperando aun ahí por mi.

 

Mi corazón comenzó a latir desbocado, estaba muy nerviosa pensando en lo que me encontraría o más bien pensado que ojala fuera eso que yo quería encontrar. Las abrí con mucho cuidado y me encontré con varias cajas de distintos tamaños, pero la que a mi interesaba obviamente tenía que ser la que pareciera poseedora de un anillo.

 

Cuando la tuve a la vista la tomé con dedos temblorosos… no lo hagas Bella… me dijo mi ángel bueno… ¡hazlo, hazlo!… me exigía el malo.

 

Abrí la cajita lentamente y mis ojos no daban crédito a lo que veían, la caja estaba completamente vacía en el lugar del anillo había un papelito doblado con mucha prolijidad.

 

Lo tomé y lo desdoblé completamente, la hermosa y elegante letra de Edward estaba estampada en el.

 

“¿Buscas algo gatito curioso?”

 

 

 

Continuara……

 

……………………………………………………………………..

Espero sus votitos y comentarios!!!!!! J Son los que me ayudan a seguir….

 

Chicas!!!!!!!!!!!!!!!! Siento mucho la tardanza no tengo excusas, pero la verdad me cuesta cada día mas escribir, como algunas saben en un mes mas me voy a vivir a santiago y eso me tiene muy ansiosa y triste, espero de verdad su compresión.

 

Estoy muy feliz!!!!!!!! Esta semana mi fic salio recomendado por LNM!!!!!!!!! Un gran honor para mi, gracias!!!!!!!!!!!     Vero te adoro!!!!!!!!!!!!! J

 

 

Decidí nuevamente subir una parte, ya que casi voy a cumplir un mes sin subir y no me gusta hacerlas esperar tanto!!!!!!!!!!!! Espero tenerles pronto la continuación que ya tengo gran parte escrita, pero aun me faltan detalles importantes y a mi juicio es la parte que mas les gustara del capitulo o bueno eso espero.

Nuevamente gracias por el apoyo las adoro a todas.

 

Especialmente a Silmo, ani, vicko, bells, Rbb, a mis hijas y hermanas del chat!!!!!!! gracias por soportarme todas las tardes, noches, por sus ideas y mis constantes y a veces insoportables dudas. La quiero a todas!!!!!!!!!!

 

PD: GATITO EN FURRUÑADO NO TE SIENTAS SABES QUE TAMBIEN TE ADORO!!!!!!!!!


También muchas gracias a mis lectoras silenciosas!!!!!!!! J

 

Besos

SOL

Capítulo 16: Mi corazón siempre sera tuyo. Parte 1 Capítulo 18: Mi corazón siempre será tuyo. Parte 3

 


 


 
14430601 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10748 usuarios