Muchas Gracias a Mi Beta Bella Sool Onuma por su ayuda y dedicación.
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—Isabella, ¿ya estas lista, princesa? —preguntó Ian desde la puerta de mi habitación.
Estaba muy nerviosa, en cinco días me iría a Washington para acomodarme, una semana antes de que las clases en WSU comenzaran.
Me encontraba empacando para marcharme a Forks junto a mi tío, tendría que ir a buscar mis cosas y salir de nuevo con Angela.
La melodía de DNA de Little Mix comenzó a sonar, ¿quién estará llamando…? Caminé hasta la mesa de noche para tomar mi Blackberry y vi el nombre de mi salvador. Una gran sonrisa se dibujó en mi rostro ante aquel recuerdo.
—Hola, preciosa, ¿cómo estás hoy?
—Muy bien, Anthony, ¿tú cómo estás? —Sonreí felizmente, en verdad estaba de muy buen ánimo.
—Mucho mejor ahora que escucho tu voz. Cuéntame, ¿llegas hoy a Forks?
—Sí, ya terminé de arreglar todo y en unas pocas horas estaré rumbo a casa —respondí gustosa y alegre porque lo vería.
—Okey, preciosa. Entonces iré a recogerte. —Iba a protestar cuando él me interrumpió—. Y no acepto un "no" como respuesta.
—No te preocupes, yo te aviso en cuanto pueda, ¿sí? —Mi tío entró a la habitación y me hizo señas de que ya teníamos que irnos—. Te dejo Anthony, Ian me está avisando que ya nos vamos. Nos vemos en unas horas.
—Bueno, nena. Te dejo entonces para que termines con lo tuyo.
Anthony me llamaba todos los días. Conversábamos y a veces me hacía reír con sus ocurrencias, para mí no era un secreto que le gustaba aunque por más que intentaba llamar mi atención, en ese aspecto no lo lograba. Esa noche en el hospital intercambiamos números y desde entonces estábamos en contacto.
Como era de suponerse, Ian me trajo a New York para cuidarme, se sentía culpable por haberme dejado sola y enfadado porque mi amiga se había ido y no le avisé. Tuve que calmarlo y explicarle que ella salió de viaje y yo simplemente no quería molestarlo. Ninguno de los dos tenía la culpa, el verdadero Jacob tarde o temprano saldría a la luz.
Tanya también llegó esa noche al hospital, dijo que se había quedado con una amiga, "la excusa de siempre". Sentí una breve alegría al verla llegar, pensé que Edward estaría con ella pero mis ilusiones se fueron abajo cuando me percaté que se encontraba sola, aunque en parte me aliviaba que fuera así.
Por más que trataba de sacar de mi mente a Edward no podía y era muy extraño debido a que apenas habíamos cruzado un par de palabras, todo lo contrario con Anthony que cada día buscaba la manera de hacerme sonreír.
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—¿Segura que quieres ir sola? Yo puedo acompañarte, princesa.
No había visitado sus tumbas… Me dolía, pero tenía que ir antes de viajar a Washington.
—Tranquilo, estaré bien. Volveré pronto. —Él ya había ido pero en esa ocasión yo no quise. Hoy tenía que hacerlo.
Odiaba los cementerios. El lugar no era feo, en realidad estaba muy bien cuidado y limpio. Caminé por varios caminos entre lápidas, recordaba dónde estaban ellos. No lo había olvidado…
Las dos sepulturas estaban allí en el suelo y, hermosas flores amarillas las adornaban alrededor… Me senté en el césped en medio de ellas con cuidado.
—Los extraño tanto… —Suspiré y una lágrima descendió por mi mejilla. No podía estar aquí sin llorar.
—Mamá… ¡Oh! Renée, te extraño tanto, todo lo que me ha pasado… —Sollocé, recordando lo de Jacob—. Tengo mucho miedo...
El tiempo fue transcurriendo y cuando revisé mi teléfono para ver la hora ya eran las 11 am. Llevaba dos horas aquí pero me sentía muy bien, más aliviada y tranquila. Por más loca que pareciera, sabía que ellos de alguna manera me escuchaban, que estaban conmigo y me cuidarían.
—Los amo —murmuré.
Me levanté para irme a casa. Ian seguramente se encontraba loco de histeria, aunque no me había llamado.
De pronto, sentí una brisa refrescante y tal vez me estaba volviendo lunática pero pude sentir una leve caricia en mi rostro. En ese momento, lágrimas salieron por mis ojos y sonríe feliz por haber venido. Ellos estaban conmigo, en mi corazón.
Tal vez en el fondo de las tinieblas comenzaba a brillar la luz…
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Unos días después…
—Ang… Esto es enorme, creo que Ian se ha sobrepasado. Es demasiado espacio solo para nosotras dos —expresé, mientras terminaba de dar el recorrido junto a ella por el apartamento que mi tío había comprado para mí enWashington.
Estaba compuesto por una gran sala de color crema, muebles de madera, comedor, una enorme cocina y tres cuartos con sus respectivos baños… Completamente equipado, no me extrañaba que hubiera comida también.
—Podríamos buscar una compañera. —Sugirió. No era mala idea, me parecía muy exagerado solo para dos personas.
—Yo las puedo acompañar. —Me di la vuelta para encontrarme a Anthony que tenía en sus manos las últimas maletas de nuestra mudanza.
Cuando le conté que nos mudábamos, se ofreció muy amablemente a echarnos una mano.
Caminé hacia él para dejar un beso en su mejilla y sonrió ante ese gesto.
—Muchas gracias por ayudarnos.
Me sentía muy bien junto a Anthony y estaba claro que a él le pasaba lo mismo, aunque no de la misma manera que yo. Para mi suerte, entendió que no lo veía de otra forma, solo como un amigo, recuerdo muy bien su respuesta…
—Ya caerás, preciosa…
Él es un gran chico pero por razones que conozco perfectamente, no puedo abrirle mi corazón. Yo me lo prometí.
—Ya Bella se fue a su mundo. —Chistó Angela. Al parecer me estaba hablando y no le preste atención.
—No seas pesada Ang y vamos a arreglar todo esto. Estoy agotada. —Le hice señas para que recogiera las maletas, se acercó para agarrar las que pudo y se fue directo al cuarto que ya había elegido para ella.
—Me tengo que ir, preciosa, dejaré que se acomoden. Llámame si necesitas algo. —Depositó un beso en mi frente acercándome más a él con su mano en mi cintura. Anthony y sus dulces gestos. Seguro cualquiera se enamoraba…
—Lo haré, no te preocupes. —Lo acompañé hasta la puerta.
No podía retrasar más mi tarea aunque lo quisiera, teníamos que hacer de este apartamento nuestro nuevo hogar.
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Ayer habíamos dejado todo arreglado. Nuestra ropa y cosas personales ya estaban en su debido lugar, así que decidimos salir a conocer un poco los alrededores y familiarizarnos con el lugar, ya que para las dos era la primera vez que estábamos lejos de Forks.
Pullman era una hermosa ciudad, no muy diferente en el clima a la nuestra. Caminamos por varias tiendas, visitamos lugares turísticos y algo que nos hizo sentir bien fue que las personas eran muy amigables y hospitalarias.
Ya casi habíamos recorrido media ciudad y estaba cansada… Revisé mi celular, 2:00 pm. ¡Mierda! Puse la pantalla del celular frente a Angela deteniéndome para que mirase la hora.
—¡Dios! Ya decía yo que porqué tenía tanta hambre. —Empezó a reír cuando notó que llevaba varias horas caminando y no habíamos ingerido nada desde el desayuno.
Comencé a mirar por los alrededores buscando un lugar donde pudiéramos almorzar…
—Ven, vamos allí —dije señalando un bello restaurante llamado "Amanecer".
Entramos al lugar que era realmente hermoso, sencillo, pero no le quitaba lo confortable y bonito. Los colores crema resaltaban y armonizaban muy bien, pequeños detalles como adornos y cuadros daban al restaurante un toque hogareño. Nos ubicamos en una de las mesas que nos permitía observar la calle.
En pocos minutos vino una amable señora de unos sesenta y pocos años a tomar nuestra orden, ambas pedimos unas hamburguesas con papas fritas y las bebidas.
Angela y yo seguimos conversando de cómo sería todo en la universidad, estábamos muy emocionadas. Las dos estudiaríamos la misma carrera, me alegró mucho cuando anunció que la habían aceptado. Hubiera sido muy malo venir acá sin tener ningún conocido.
La misma mujer que nos atendió puso nuestro pedido en la mesa… La comida se veía tan apetecible… Y cuando la llevé a mi boca, no lo pude creer, era la hamburguesa más exquisita que había comido en mis diecisiete años de vida.
Ang quedó igual, porque apenas el plato con la hamburguesa tocó la mesa, lo atacó. Sí, teníamos hambre.
Devoramos nuestra comida junto con las Coca-colas y seguimos platicando hasta que una voz llamó mi atención. Una joven abrazaba efusivamente a la señora que nos había atendido y hablaba con ella. Las dos se veían felices juntas, tal vez eran familia. La chica miró hacia nuestra mesa y caminó sonriente hasta nosotras.
—Hola, bienvenidas. —Su voz era linda, tendría unos dieciocho años aproximadamente… Se notaba su belleza y que realizaba ejercicio, por sus torneadas piernas.
—Muchas gracias —respondió Ang al notar que yo solo me había quedado viéndola.
—Alice Cullen. —Entonces algo hizo clic en mi mente, Cullen… Cullen… El apellido de Edward… Pero no podía ser… ¿serían familia?
—Alice… Gracias por la bienvenida, mi nombre es Angela y ella es mi mejor amiga, Isabella.
Nos presentó a las dos ya que me había quedado sin habla. No… tal vez solo era una casualidad, el mismo apellido no significaba que él estuviera por acá… o quizás sí, nunca supe en dónde vivía. Finalmente decidí dejar mi debate mental para poder hablar.
—Dime Bella. Son muy amables todos aquí. —Le di mi mejor sonrisa y ella me la devolvió dando una rápida mirada de aprobación a la señora que nos había atendido.
Alice pasó un buen rato charlando con nosotras, nos contó que el restaurante es de su abuela, la mujer que nos había atendido. Ella también entraría a la misma universidad que nosotras, quería estudiar administración para tener su propia empresa de moda. Intercambiamos números y quedamos en vernos en la noche en un club de la ciudad. No tenía muchas ganas, pero insistió demasiado poniendo cara de borreguito. No pude negarme.
Estábamos en el apartamento, las horas habían pasado rápidamente y solo faltaba una para vernos con Alice. Aproveché un momento para llamar a Ian que se había ido a Nueva York, le comenté sobre nuestro día y pidió que nos cuidáramos al salir. Su voz sonaba cansada, le pregunté cómo estaba todo y respondió que no me preocupara por nada, sin embargo, no me convenció.
Después de tanto buscar entre mi ropa me decidí por un jeans, una blusa negra de tirantes y zapatos de tacón del mismo color. Estaba arreglando mi cabello cuando la música de mi celular me distrajo. Miré la pantalla sonriente… era Anthony.
—Hola, preciosa, ¿qué tal pasaste tu día? —Se escuchaba animado y feliz.
—Muy bien, grandote, ¿y tú? —Le había puesto ese apodo al darme cuenta lo pequeña que me sentía en sus brazos, o a su lado—. Te extrañé. —En verdad lo había hecho, me parecía raro que no hubiese llamado en todo el día.
—Un poco ocupado, princesa. Disculpa por no llamarte antes. —Entonces pensé en invitarlo, quería verlo.
—¿Estás en Pullman? Una amiga que conocimos hoy nos invitó a un club en el centro de la ciudad. Creo que se llama "One Two One" o algo así —leexpliqué sin recordar muy bien el nombre.
—Sí, nena, estoy aquí todavía. Me parece muy buena idea, nos vemos allí en media hora. —Su voz subió de tono a causa de la alegría.
—Okey, grandote. Yo salgo en un momento con Ang, así que avísame cuando llegues. —Y corté la llamada.
Terminé de acomodar mi cabello dejándolo suelto y saliendo junto a Angela hacia el club. Alice me mandó un mensaje diciendo que llevaría unos amigos y eso me tenía muy ansiosa, tal vez él estaría allí… ¡Quizás Edward sí estaba allí!
Llegamos al lugar que estaba repleto de personas. Caminamos hasta encontrar a Alice con otras chicas y tres chicos más con ella… ninguno era Edward.
Los chicos se presentaron… Emmett, el más grande de todos, a simple vista intimidaba un poco pero cuando lo tratabas podías ver que era de lo más agradable y muy mono; continuó Jasper, el novio de Alice, rubio, alto y bien parecido, un poco serio pero me simpatizó; y por último, Ben, un moreno conversador el cual dejó encantada a Angela a primera vista. También estaba una rubia despampanante, Rosalie, parecía una chica fría y "plástica", pero era un amor.
Comenzamos a conversar y nos fuimos conociendo. Todos estudiaban en WSU y fue una noticia que me alegró, ya que tendríamos más conocidos allí. Sentí mi teléfono vibrar y me alejé un poco del grupo, donde el ruido de la música y las personas no estorbaran para escuchar.
—Preciosa, ya estoy afuera.
—Bien, grandote. Estamos dentro, en las mesas de arriba.
El club contaba con dos pisos. El superior tenía mesas y podías observar como desde abajo la gente bailaba, ya que ahí se encontraba la pista de baile.
—Okey, sé donde es. Voy subiendo.
Di la vuelta para regresar con el grupo y estar pendiente de que Anthony nos encontrara cuando lo vi… Era Edward y estaba allí junto a todos. No era casualidad… Se conocían. Mis pies se movían solos mientras me acercaba más a él… Estaba realmente guapo. Me sentía como una polilla que volaba hacia la luz, él era mi luz…
Cuando giró y me miró, pude notar lo sorprendido que estaba por encontrarme, pero también se veía feliz.
¡Esa jodida sonrisa!
—Edward —dije en un susurro.
Escuché un carraspeo, volteé y era Anthony que había llegado pero se veía enfadado, su ceño estaba fruncido y respiraba fuertemente. Todos los presentes estaban con la boca abierta, menos Ang…
¿Qué mierda sucedía aquí?
Edward quedó frente a Anthony y su cara cambió completamente... Estaba asombrado pero no molesto.
—Edward. —Su voz sonó dura, su mirada lo retaba de alguna manera.
¡Mierda!… Si las miradas mataran, Edward Cullen estaría frío desde hace unos cuantos segundos.
—Anthony —contestó.
No entendía nada… ¿Cómo demonios se conocían estos dos?
"El mundo es un pañuelo, Isabella" replicó mi conciencia…
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