
Una vez ya recuperada la respiración por completa y con normalidad, me levanté del suelo y me dirigí hacia Edward para disculparme por si yo era la culpable y le había herido, explicarle mis razones de haber actuado así y… bueno disculparme mil y una de veces por haberle incitado—pero no exactamente—a hacer lo que había hecho, porque no podía soportar verle de esa manera, verle sufrir en silencio, torturándose consigo mismo. - Edward…- le dije acariciándole el hombro— yo.. - No, Bella, no ha sido culpa tuya… ha sido mía por haber dejado que viniera Jessica… siento haberte hecho pasar por esto… lo siento… - No, Edward, no digas sandeces. Ha sido culpa mía, tu no tenias intención… trajiste a Jessica para que yo la conociera… era tu mejor amiga… y te pido perdón… es que a ella…. le gustabas, Edward. Ella no toleraba el pensar que tú fueras de otra, que estuvieras conmigo… yo me puse a la defensiva, porque sabes que no podría ni imaginar una vida sin ti y no quería que ella te ganara y bueno… me dejaras… y me molestó bastante que tuvieras un regalo para ella y no tuvieras nada para mí… aunque mi regalo siempre seas tu, Edward... pero no sé, me molestó… y por eso, si viste que no me comporté bien… ahí tienes mis explicaciones…- le dije bastante disgustada- … ¿que puedo hacer para que me perdones?
- Bella…sabes de sobra que no te dejaría por mucha Jessica que se presentara en mi camino…entonces lo que tenias eran celos… querías protegerme de ella… y ella se volvió contra ti… mira que hablamos de ese tema los dos… y no pudo hacerlo ni por mi… -dijo Edward mientras iba a sentarse en mi cama. -…yo ya sabía que le gustaba pero nunca me lo dijo… nunca hubiera creído que llegara a estos extremos… lo llevábamos bien… en fin… Bella, sabes que te perdono siempre… a más, no me dejaste acabar cuando le di el regalo a Jessica, dejé el tuyo para lo último, cuando ella no estuviera, porque se pondría más celosa aún— dijo esbozando media sonrisa, y yo me senté a su lado, en la cama, para hablar más de cerca. Bella, ¿puedo pedirte un favor? - Llegaría al fin del mundo por ti- le respondí mientras se me acercaba y rozaba sus labios contra mi oreja. - Abrázame fuerte… y no me dejes jamás- me susurró al oído cuando me envolvió con sus brazos esbeltos y fornidos. Por un momento, me encontré atrapada entre ellos. Él apretó su torso robusto contra el mío, delicado y endeble, con la fuerza suficiente para expresar sus sentimientos, sin causar daños- Perdóname, ¿vale? esto no sucederá nunca más, no dejaré que te ocurra nada malo… - ¿Y que pasa con mi regalo?- le pregunté mientras inspiraba el olor que desprendía la ropa de Edward con una sonrisita tímida. - De acuerdo… deberás esperar… tardaré en dártelo un ratito, ¿esperarás? - Todo lo que haga falta- dije dejando salir un pequeño suspiro. Edward salió por la puerta y la cerró dejándome a mí en la habitación, que empezaría a llenarse de impaciencia y emoción en unos momentos, sobre todo si tardaba demasiado.
Aproveché la ocasión para reflexionar, que hubiera pasado si Edward no llegaba a tiempo para detener a Jessica y ella me hubiera clavado sus colmillos en mi cuello… Yo ya me temía, que un día de estos, Edward me mordiera porque por mucho que él no quisiera, se le iban acabando las fuerzas de resistencia hacia mí y acabaría descontrolado por la sed… Tenía presente que, si llegaba a ser una como él, de esa especie, sería como una bestia, que mataba seres vivos para saciar lo que nadie podría dar nunca en su sano juicio, su sangre.
Tampoco tenía otra alternativa… esa era la decisión… ser o no ser un vampiro… si quería permanecer con Edward para siempre, era el precio que tenía que pagar… transformarme en un monstruo y acabar con la vida de animales –hasta la de la gente—para sobrevivir como tal… un precio justo… para mi punto de vista… Llegó Edward, que estaba al otro lado de la puerta, y dijo en voz alta: - ¡Bella! ¡Cierra los ojos mi amor! ¡Te he traído el regalo! - ¡De acuerdo, Edward!- cogí su pañuelo rojo que tenía guardado en mi cajón y me tapé los ojos con el. No se veía nada. Así mejor, ¡más emoción habría!- ¡Ya puedes pasar, cielo! Él pasó, se acercó hacia mí—podía notar que estaba sentado con migo en la cama—y me dijo: - Amor mío, ya son cinco meses que estamos juntos, tú y yo, unidos hace ya nada más ni nada menos, 6 mesecitos, ¡cielín! MEDIO AÑO!- dijo con mucho entusiasmo. Entonces, Edward me desató el pañuelo que llevaba colocado en la cabeza para tapar mis ojos y poder ver ese regalo tan especial que me hacía mi novio.
Al abrir los ojos, me encontré a Edward, con un lazo atado al cuello y vestido de esmoquin para la ocasión, iba muy bien peinado y lucía una sonrisa de oreja a oreja que le hacía que sus dientes brillaran...
- Bella, el regalo soy yo, y estos cinco meses que he estado con tigo y espero haberte entregado toda la felicidad y amor que necesitases y que no estuvieras insatisfecha con migo, porque no lo aguantaría. Y en este pack, viene otro regalo más especial aún… Me quedé con la boca abierta de par en par y los ojos los tenía como platos. Ese era mi regalo…Edward era mi regalo y cinco meses de experiencias con él…el mejor regalo que he podido tener en la vida. - Y el otro regalo…- Edward me cogió la muñeca y sacó una cajita que abrió y sacó su contenido sin que pudiera verlo- es que seas mi prometida, esposa o como quieras llamarle el resto de mi vida…- y me puso un anillo de oro en el dedo anular, mientras sonreía satisfecho de hacerme ese regalo y emocionado a la vez- …y no admito un NO por respuesta… Eso me mató, —en sentido figurado—no me caí al suelo de un desmayo de milagro.
Me dejó estupefacta, pasmada y no me lo creía. - P...pero M…Edward…lo dices… ¿en serio?…- le dije con voz temblorosa—porque si es una broma no me hace… - ¡Cállate y bésame! Y cortándome la frase, me cogió de mi rostro, lo acercó al suyo y me estampó un beso en los labios, el más dulce que nunca me había dado, el más especial y bello, el más importante, el más sincero…
Mientras me besaba, acariciaba y jugaba con mi pelo, me rozaba la mejilla y me agarraba con más fuerza por la cintura en cada instante y casi no podía ni respirar. Me besaba con tanta pasión, que no tenia tiempo... ni de coger una bocanada de aire, pero conseguí decir estas palabras:
-Edward…si…quieres que sea tu esposa…durante… el resto de tu vida…Transfórmame… - ¡¿Cómo dices?!- dijo parando el beso en seco - Si transformaste a Jessica, transfórmame a mí también- le dije seriamente - Quieres que te transforme… tienes razón, transformé a Jessica…bueno, déjame reflexionar, por favor, Bella…necesito tiempo para pensar… Entonces, Edward salió por la puerta para ir a su casa. Yo le comprendo, necesita tiempo... espero que en ese tiempo piense bien y me diga que sí.
Y allí estuve cuando se fue, plantada en el mismo sitio, observando el anillo de oro que tenía en mis manos, en el que se podía leer: …“Juntos por siempre: Edward y bella”…
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