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EDWARD POV:
-¿Qué paso Bella? ¿Qué te hice? – le pregunté preocupado. No sabía la razón por la cual estuviera tan enojada conmigo.
-No te hagas el cínico conmigo. – respondió, molesta. ¿Cómo? Ahora si que no entendía nada. – No te preocupes, me importa bien poco lo que hagas con tu novia. – No sabía qué decir. Me percaté de que le hizo una señal a alguien, pero estaba más preocupado de Bella. No entendía por qué diablos había tomado esa actitud conmigo. – Así que con permiso, me voy. Ah, y otra cosa más. No quiero saber nada más de ti. - ¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué demonios le hice? – Para mí solo serás el hermano de mis mejores amigos y nada más.
Me sonrió y continuó con su camino, dejándome ahí de pie, observándola marcharse, dirigiéndose hacia Mike, que la esperaba.
La sangre comenzó a subir y a producir la ira que sentía cada vez que veía que el estaba cerca. Empuñé mis manos, listo para poder ir y romperle la cara a ese idiota, pero me contuve.
Los observé platicar durante un momento.
Ella rodeó sus brazos en el cuello de su “noviecito” y lo besó.
Golpee la pared y comencé a caminar hacia la salida de la preparatoria. A unos cuantos pasos, se encontraba uno de los tantos bosques que habían en la localidad de Forks.
Camine hasta que no ver a nadie ni a nada. Miré hacia todos lados para asegurarme de que estaba solo y…
-¡Mierda! – grité, descontrolado. - ¡¿Qué demonios?! ¡¿Por qué Bella me trata de esa forma?!
De pronto, sentí un crujido.
-Edward… - sentí la voz de Tanya tras mi espalda. - ¿Edward, qué pasa? – preguntó, con la respiración entrecortada ante el ejercicio. – te ves muy alterado.
-No es nada. – mentí, molesto. Quería estar solo. – pero ahora quiero y necesito estar solo. Así que por favor, vete.
-¿Estar seguro de que no quieres compañía? – preguntó, esforzándose para que su voz chillona sonara sensual, lo cual no daba resultado para mí. – Así podríamos terminar lo que empezamos hoy. – se acercó y comenzó a recorrer mi pecho con su dedo índice.
-Te lo dije hoy en la mañana y te lo vuelvo a decir ahora. Lo de nosotros fue un error. – dije, alejándome de ella.
Por alguna razón, su cuerpo me producía de todo menos ese agrado que se siente cuando quieres a alguien. Ni siquiera me excitaba o me tentaba.
Me agarró del brazo con brusquedad.
-Tú sabes perfectamente que te mueres por mí. – replicó con demasiada seguridad.
Me dio la impresión de que intentaba convencerse más a ella misma que a mí.
-Tanya, fue un error. Yo quiero a otra. Solo estuve contigo para darle celos pero no resultó y ahora no sé por qué razón no me quiere hablar.
-No me digas eso. ¡No mientas! Solo me quieres a mí. - se acercó nuevamente, agarrándome por el cuello de la camisa. – además, si eso fuera cierto, si te rechazaron ¿qué mejor que olvidar las penas con otra?
Lo pensé por un momento. Llegué a la conclusión de que su propuesta no era tan descabellada como se oía. Debía olvidar a Bella ya que mas que mal, ella no quería ni verme.
-Tienes razón, pero quiero decirte algo y espero que te qquede bien claro. Comencé, con seriedad.
-¿Qué cosa? – preguntó con una sonrisa dibujada en sus labios.
Se oyó el sonido del timbre que anunciaba el regreso a clases.
-Quiero que sepas que tú no me gustas, no me interesas en lo más mínimo y que estoy contigo solo para poder encajar en este lugar.
Abrió los ojos como platos.
Procesó mis palabras por un momento.
-Bueno, si eso quieres… pero con una condición. – me miró con los ojos entrecerrados.
-¿Cuál sería?
-Serás mi novio.
-Está bien. – extendía mi mano para cerrar el trato. Ella la cogió y me acercó a ella de un tirón. Para ser tan delgada, tenía mucha fuerza. – sus labios chocaron con los míos con fuerza y empezó a besarme frenéticamente.
No pude hacer otra cosa que corresponderle.
Ella entrelazó sus manos alrededor de mi cuello y yo la tomé de la cintura. La imagen de Bella se presentó en mi cabeza, haciéndome estremecer. Abrí los ojos y no pude evitar sentir asco. Ella no era como mi Bella. No era ni la mitad de hermosa que ella.
La obligué a caminar regreso a la civilización.
-Tengo clases. – le explique.
Ella me siguió en silencio.
Llegamos a la entrada del aula. El profesor Banner aun no llegaba así que nos quedamos afuera.
De pronto, la vi sonreír maliciosamente. No le presté atención ya que estaba vagando en mis pensamientos.
Me agarró de la camisa y me besó. No entendía su necesidad de mantener nuestros labios unidos.
Me separé un poco de ella y miré hacia uno de los lados para ver si venia el profesor, pero alguien más se había quedado parada observándonos. Bella.
Cuando nuestras miradas se encontraron, siguió con su camino, dirigiéndose hacia la salida.
Ahora entendía esa sonrisa.
La iba a seguir, pero Tanya me lo impidió.
-Tanya, debo ir a ver a Bella. – la vi perderse en la puerta de salida. - ¡Bella! – grité, un tanto desesperado.
-No te preocupes por ella. – dijo, indiferente. - ¿Qué te parece si nos saltamos esta clase y nos vamos a nuestro lugar secreto?
-¡No Tanya! – la regañé. – Voy a ver a Bella.
Bufó y se fue a no sé dónde.
Corrí para poder alcanzarla, pero no la encontré por ningún lado. Recordé que el día anterior me había dado su número de teléfono así que le marqué.
Timbró dos veces y me envió al buzón de voz.
-Por favor Bella, contéstame…
Volví a marcar, pero me envió directo al buzón. Había apagado su celular.
Ahora sí que no me perdonaría si algo le ocurría.
Me quedé allí, esperando a que algo sucediera.
Sentí unos sonidos medios extraños provenientes a uno de los lados del edificio.
Caminé deprisa a ver de quien se trataba. Rogaba a dios por que fuera Bella al sentir una risita de mujer.
-¡Ay Mike! ¡Eres un goloso! – reconocí esa voz.
Pero esperen, ¿dijo Mike?
Me acerqué un poco más para tener mayor visión y audio.
Era Tanya junto a Mike.
Me apoyé en la pared cerca de ellos. Saqué mi celular, lo dejé en el suelo, apuntando en su dirección y comencé a grabar todo.
-Veo que se divierten. – dije, con calma.
Ambos se giraron al sentir mi voz, con la sorpresa rebosando en sus rostros.
-¡Edward! – gritó Tanya, arreglándose un poco la ropa. – Todo es un terrible malentendido. Te lo juro…
-¡Ha! – rompí a reír. – sí, lo veo. – dije con sarcasmo. – Espero que no pretendas que te crea con esa estúpida frasecita ¿o sí?
-No te burles de ella. – dijo Mike, enojado.
-Yo que tú, me quedaría con la boquita bien cerrada y me preocuparía de otras cosas chico bonito. – repliqué, desafiante. – No creo que a Bella le agrade mucho saber que su perfecto noviecito está revolcándose con una perra mientras está con ella…
Me miró sorprendido, con los ojos bien abiertos. Empuñó su mano y la levantó en señal de amenaza.
-No te atreverías a decirle…
-No me subestimes. – dije, sonriente. Esto sí que me favorecería. – soy capaz de eso y mucho más. – le guiñé un ojo.
-¡Maldito! – se abalanzó sobre mí, pero antes de que se acercara lo suficiente, le asesté un puñetazo en el rostro. El golpe lo tomó por sorpresa, haciendo que su cuerpo cayera al suelo, dejándolo tendido con la nariz sangrando. – ¡Bella nunca te creerá! – gritó, mientras se esforzaba para levantarse.
Aunque me costara admitirlo, el tenia mucha razón. Ella no le creería a una persona que viene conociendo. Era más que obvio que el imbécil de Mike terminaría ganando, pero el no debía saberlo.
-No lo creo. – mentí.
Se levantó por completo e intentó asestarme a la cara, pero fui más rápido y le di otro golpe.
Tanya, desesperada, corrió al auxilio de Mike.
-¡Ya basta Edward! – pidió ella, con los ojos anegados en lágrimas.
-No te preocupes, ya terminé. – di media vuelta y comencé a caminar. - Pero quiero que sepan algo. – me volví. - Me dan asco. No puedo creer lo canallas que son. – les recriminé, mirándolos a ambos con odio. – y tú. – apunté a Tanya. – pidiéndome que saliera contigo, gracias a dios que no tuvimos nada.
-Pero Ed…
Le hice un gesto con la mano para que se detuviera.
-Cállate. No quiero escuchar más ese maldito tono de voz. Eres tan chillona… no veo cómo la soportas. – dirigí mi vista a Mike. – y tú. Engañando a una hermosa mujer que te quiere. No soy capaz de tolerar eso así que tienes dos opciones.
Una parte de mí, se sentía como un hipócrita. Si él se enterara de lo que hicimos Bella y yo…
-¿Qué?
-La primera es que te alejes de Bella. – sonreí maliciosamente.
-¿O qué? – preguntó desafiante.
-O, le contaré de toda la verdad y prometo dejarte mal delante de todo el mundo.
Era un poco exagerado, pero me refería solo al cuerpo estudiantil.
-No te creo. No lo harías. – dijo entre dientes.
-Si no me crees, espera y verás.
-No lo haré. No quiero perder a Bella. La quiero demasiado.
Reí a carcajadas.
-Qué buena forma de demostrarle tu amor. Engañándola, que lindo... – dije con sarcasmo.
-La amo.
-No mientas. Si la amaras como dices, jamás hubiera sido capaz de meterte con ésa.
-¿Cómo? – chilló Tanya. - ¿La amas? No lo puedo creer. Siempre me decías que me amabas mientras hacíamos el amor.
Él, la miró y sonrió.
-Creo que no conoces la diferencia entre una mujer y un juguete.
Ella lo abofeteó con fuerza.
-Creo que mejor los dejo para que solucionen sus problemas. – dije, dando media vuelta. – Mike, ya estás advertido. – le dije sobre el hombro.
-No lo haré.
Sentí unos pasos apresurados en mi dirección.
Ella rodeó mi cintura y me apretó con fuerza.
-Por favor Edward. – suplicó. – No le digas a nadie sobre nosotros. Por favor. Te lo ruego.
-Tú, no me pidas nada. Solo le voy diré una cosa más. – ambos me observaron atentos. – Tienen suerte de que no soy un soplón, pero no esperen que me quede de brazos cruzados. Esto no se queda así. No señor.
-¿Qué harás? – preguntaron al unísono.
-Ya lo verán.
Agarré mi celular del piso y me marché.
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