De pronto algo agarró mi brazo pero no lograba ver que o quien era el que me movía de lado a lado. Caí. Cerré los ojos esperando un impacto que no llegó. No escuchaba ni mis propios gritos, me costaba respirar. Simplemente el silencio y la oscuridad empapaban cada parte de mi ser mientras caía en un vacío infinito
Seguía perdida en ese vacío pero el algo que tiraba de mi ahora lo hacia con mas fuerza. Me estiraba por ambos lados. Como si dos fuerzas jugaran a romperme, una estirando de cada uno de mis brazos.
Entonces el impacto llego y el dolor si lo sentí. Caí de lleno sobre una superficie dura y húmeda. Lentamente los sonidos llegaron de nuevo a mis oídos. Podía oír la voz de Alice diciendo mi nombre y a lo lejos se oía gruñir a alguien y el impacto de las rocas al chocar. Del mismos modo que el sonido, la imagen inundó lentamente mis ojos.
Paul convertido en lobo gruñía a Alec. Mi madre estaba entre Alec y el lobo intentando que la pelea se disolviera mientras mi padre se peleaba con Alec para alejarlo de su enemigo.
Cuando abrí completamente los ojos la tía Alice me ayudó a incorporarme. ¿Qué me había pasado? No entendía nada.
- Ya está aquí – susurró Alice en tono vampirico.
De pronto la pelea cesó. Todos me miraban. Mi madre quería acercarse a mi pero temía dejar a Paul solo, lo mismo le pasaba a mi padre.
- ¿Que ha pasado? – logré decir.
- Alec es lo que ha pasado – gruñó la tía Alice.
Alec intentó acercarse a mi, pero mi padre le cortó el paso. En sus ojos era la tristeza la que estaba presente y sentía que necesitaba mi abrazo y yo se lo debía. Él había sido mi refugio y mi confidente durante un año. Merecía mi consuelo.
Me levanté y me di cuenta de que me dolía mas el cuerpo de lo que parecía. Sentía todo el cuerpo entumecido y dolorido. Pero aun así decidí acercarme a mi amigo.
Esta vez fue la tía Alice la que quiso impedir que me acercara a él.
La miré a los ojos para que viera que de verdad quería acercarme a él. Ella miró a mi padre en busca de una respuesta.
- Papa, no va a hacerme daño ¿verdad?
Muy a su pesar, mi padre asintió.
Me acerqué a él bajo la atenta mirada de tres vampiros y un lobo.
Cuando estaba lo suficientemente cerca como para tocarle él se abalanzó sobre mi y me abrazó como nunca lo había hecho. Hundió su cabeza en mi hombro. En ese momento estaba totalmente segura de que si los vampiros pudieran llorar, él lo habría hecho.
- Lo siento – susurró en mi oído – pero no ví otra forma de escapar.
Me separé de él lentamente para mirarle a los ojos. Ahora la tristeza había dejado paso al arrepentimiento.
- Lo de la oscuridad y el silencio fue cosa tuya. – no era una pregunta, recordaba perfectamente cual era su don.
- Lo siento – volvió a decir.
Comprendí que la caída al vacío que sentí durante la oscuridad era también culpa suya.
- Así es – me interrumpió mi padre – Quiso escapar contigo, te agarró y saltó por la ventana.
Las lágrimas y la rabia se apoderaban de mi lentamente hasta que no pude controlarlas mas.
- ¡Yo no quería escapar! – grité furiosa.
- Lo se – dijo arrepentido bajando la mirada.
Intenté calmarme y cuando estuve segura de poder mantener un tono de voz razonable hablé de nuevo.
- ¿Por qué lo hiciste Alec? – pregunté
- Por que no quería volver a verlo cerca de ti – gritó – conocí a alguien en una situación similar a la tuya y no acabó bien. No quiero que te pase lo mismo a ti. – no sabía de que estaba hablando pero le dolía hablar de ese tema, se veía en sus ojos
Intenté hacer como si no hubiera pasado nada y me acerqué a Paul.
- Espera – dijo mi padre. – dice Paul que ahora vuelva, va a buscar algo de ropa.
Asentí. Tardó pocos minutos en volver pero se me hicieron eternos. Quería saber ya que era lo que Jake quería de mi.
- Vamos – dijo Paul tendiéndome una mano.
La cogí y empezamos a caminar pata adentrarnos en el bosque.
- Él no te merece – gritó Alec a mis espaldas.
Me gire lentamente y clavé mi mirada en sus ojos.
- ¿Y tu si? – pregunté.
Era mas que evidente que Alec sentía algo mas que amistad hacia mi, aun que yo nunca me había planteado que él pudiera ser mas que un amigo. También era mas que evidente que mi pregunta le doló y en el fondo a mi también pero no podía esperar mas.
Cuando nos aseguramos de que nadie podía oírnos nos paramos. Paul me encaró.
- Supongo que es el momento – dijo en tono ausente
- Si, lo es – contenté.
Sin decir nada mas sacó un sobre del bolsillo de sus pantalones y me lo dio.
El sobre era blanco y el papel estaba gastado, aun así las palabras que anunciaban la carta me hicieron sentir otra vez que se encendía la luz de la esperanza.
Las leí miles de veces, no eran un espejismo, eran reales. Jake no se había olvidado totalmente de mi.
Las volví a leer, esta vez en voz alta, por última vez, antes de abrir el sobre.
Para Nessie de Jake
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