Capítulo 9: La fecha
Bella POV:
Me quedo callada unos segundos. Lo típico hubiese sido que me pusiera a llorar y saltara a sus brazos, pero, obviamente eso no va a pasar jamás en la vida. Que lastima que me pidan matrimonio de esa manera, sin amor.
No puedo sentir emoción por esta proposición. Edward espera mi respuesta y suspiro antes de asentir.
-Sí, Edward… Acepto ser tu esposa
Espero que se levante y termine con este momento pero lo que hace es sonreír de manera que casi me está dejando sin aliento.
Edward ahora sí se levanta y me abraza fuertemente sin que yo lo espere. Al principio quiero apartarme pero cuando aspiro su delicioso aroma, al notar lo bien que me siento entre sus brazos, le correspondo. Yo también lo estoy abrazando aunque no de manera tan confiada como él a mí.
-Muchas gracias por aceptar, Bella- susurra en mi oído lo cual me hace estremecer-. El que hayas aceptado, me… Me hace feliz
Lo suelto un poco y lo miro. Él me observa y yo me pierdo en sus ojos azules.
-¿De verdad? – pregunto algo maravillada.
-De verdad, Isabella… Estoy feliz, así que no arruines el momento con tus tonterías… Te quiero a ti, Bella, te quiero conocer a ti… Déjame hacerlo por favor
-Yo…
-No digas nada Isabella- susurra-. Cierra los ojos
-¿Qué?- respondo respirando con dificultad debido a que Edward está a punto de besarme.
-Cierra los ojos- me pide de nuevo y lo hago. Cuando nuestros labios por fin van a encontrarse alguien entra de manera brusca al cuarto. Es Ángela.
-¡Isabella, Isabella… Tienes que ver esto!- grita pero de repente nos mira aterrorizada cuando él y yo nos apartamos rápidamente. Su rostro pasa del horror a la vergüenza-. Lo siento, lo siento, lo siento, oh Dios, soy demasiado torpe
Y sale corriendo de la habitación. Me empiezo a reír para que no se note mi decepción. Realmente deseaba ese beso, pero esto es lo mejor. Edward suspira frustrado pero después se ríe un poco.
-Creo que siempre nos interrumpen- me dice.
-Puede ser una señal de que no debemos besarnos
-No cantes victoria, tal vez esto sea una señal de que por ahora no es lo correcto
-¿Por ahora?
-Sí… Por ahora
Y se inclina para depositar un beso en mi mejilla, muy cerca de los labios. El maldito se larga, dejando mi rostro ardiendo como nunca y con el corazón acelerado; escondo la cabeza en las almohadas de mi nueva cama y comienzo a refunfuñar.
¿Por qué me pasa esto a mí? ¿Por qué me siento tan nerviosa cuando Edward se me acerca más de lo normal? No creo estar enamorada… Pero lo siento muy cerca; tan cerca que me perturba.
Mi rostro ya no arde, pero mi corazón sigue latiendo fuertemente al pensar en ese beso que me dio Edward. Me toco la mejilla y se me escapa un suspiro audible… Yo quiero regresar a mi casa, ¿Pero cómo lo conseguiré si cada vez me siento más y más atraída por Edward?
Me levanto de la cama y me dirijo hacia la ventana para contemplar la ciudad. Apenas es medio día y no hay nada interesante que ver. A mí me gusta observar la ciudad cuando anochece.
Cierro la ventana y observo mejor la habitación. Frente a mi cama hay una televisión plasma y al lado de esta hay una puerta. Me pregunto si será el baño.
Me acerco a la puerta y la abro con cuidado, como si la perilla fuera a romperse. Con una risita termino de abrir para encontrarme con algo sumamente espectacular; el baño.
Es extremadamente genial. Corro hacia el jacuzzi que está al fondo y miro toda la habitación; es hermoso lo que veo. La ducha tiene puertas transparentes y parece ser eléctrica la regadera. Al fin podré darme una ducha de agua caliente de nuevo. Admito que esa es una cosa que extraño de mi pésima vida del pasado que por extrañas circunstancias de la vida, vuelve a ser mi presente.
Salgo del baño inmediatamente y me dirijo hacia la maleta que Edward ha traído aquí. Saco rápidamente mi toalla y mi ropa interior. Cuando la tengo, voy de nuevo al baño y me desvisto con urgencia. Quiero bañarme con agua caliente.
Cuando por fin estoy en la ducha y siento el agua caliente en todo mi cuerpo me entra un sentimiento de culpabilidad. No debo disfrutar esto, sino detestarlo. Pongo el agua fría y tiemblo porque el cambio ha sido muy brusco.
Cierro los ojos y trato de imaginar que estoy en mi casa, que este solo es un día más en donde iré a trabajar y regresar a mi casa en donde vivo sola y feliz.
Estoy a punto de lograrlo, pero de repente comienzo a sentir lo diferente que se siente este piso y el olor del baño. Esta no es mi casa y por lo tanto, haber puesto el agua fría fue una estupidez.
Abro los ojos, frustrada y pongo el agua caliente de nuevo. No importa si cambio el agua o no, no importa si esto me gusta o no; nada puede cambiar esto que ocurre, nadie puede evitar que me case con Edward.
Me limito a bañarme de manera normal y cuando termino me siento un poco más relajada. Me cambio y regreso a mi habitación para ponerme un pantalón de pijama y una camisa de tirantes; mi cabello está húmedo, pero no quiero usar la secadora que he visto que me pusieron en el baño.
Sé que es un poco tonto ponerme la pijama tan temprano, pero es que no puedo ir a ningún lado y tampoco quiero hacerlo.
Estoy acostada en la cama, viendo la televisión. Es bueno poder ver los canales de una buena manera y sin luchar con la antena. Me rio al recordar los berrinches que hacía cuando recién llegué a mi casa y me ponía a pelear con la antena de la televisión para que funcionara.
Cuando me doy cuenta, en vez de reír estoy llorando. Extraño mi casa, quiero regresar. Apago la televisión y me limpio las lágrimas. Tal vez pueda dormirme un rato.
Estoy a punto de dormir pero tocan a mi puerta y me levanto de manera brusca.
-Pasa Ángela- le digo pero cuando abren la puerta me doy cuenta de que no es ella, es una señora de aproximadamente unos cincuenta años, con un uniforme de empleada domestica. Tiene un rostro muy amable y se nota que es buena persona. Su tono de piel dorado me dio envidia.
-Buenas tardes, señorita Isabella, he venido para avisarle que el almuerzo está listo y para ponerme a sus órdenes, mi nombre es María
-Mucho gusto María- respondo algo avergonzada. No quiero que me trate como a una patrona o señora-. Dígame Isabella, solamente y no me hable de usted, yo solo soy una persona normal
-Con todo respeto, usted no es una persona normal, es una Swan, el joven Edward me dio órdenes muy estrictas de tratarla como si fuese una reina
-Hablaré con ese imbécil- mascullo. María abre mucho los ojos por la sorpresa-. No se preocupe María, hábleme de manera normal, no me importa lo que diga ese tipo
María se ríe.
-Está bien, Isabella, te hablaré de manera normal- contesta y yo sonrío-. Pero en ese caso tú también hazlo, eso de que me hables de usted me hace sentir vieja
Me carcajeo.
-También a mi- respondo-. Está bien, María… Te hablaré de manera normal yo también
-Bueno, Isabella… El almuerzo está listo
-¿No está Edward en la casa?- le pregunto mirando mi atuendo.
-No, se fue a atender unos asuntos de su trabajo, pero me pidió que te informara que te prepararas, que esta noche te iba a invitar a cenar
-¿Qué?
-Sí, eso dijo, pero por lo pronto ven a almorzar
-Está bien…
Ambas salimos de la habitación y nos dirigimos abajo en donde Ángela ya estaba almorzando con Ben. Me dio ternura el traje que este traía.
-¿Le compró ropa?- le pregunto a Ángela mientras cargo al bebé y le doy
un beso.
-Sí- contesta ella con una gran sonrisa-. Tiene ahora su bañera, su ropa, sus juguetes y su cuna… Es hermoso
-Me alegro que te guste- respondo feliz y me siento a un lado de ella.
Segundos después, María me sirve mi almuerzo y me retira a Ben de los brazos.
Ángela y yo comemos y platicamos sobre mi cena con Edward. Ella me dice lo que debo ponerme.
-No me pienso poner un vestido- le gruño-. Ni que fuera tan importante- estoy mintiendo, si es importante y estoy nerviosa pero jamás lo pienso admitir.
-Claro que es importante, es una cena con tu novio
-Edward no es mi novio- murmuro-. Solo es mi prometido
-¡Pues prometido es algo más!- exclama y se ríe.
-Pero ya sabes lo que ocurre con eso- mascullo.
-Perdona que me meta en asuntos que no me corresponden pero… ¿No amas al joven Edward?- pregunta María. Niego con la cabeza.
-No, no lo amo, no es mi pareja de verdad, solo me estoy casando por conveniencia o algo así
-Pero Isabella… No necesitas casarte por…
-Todo será como un intercambio- le explico-. Él me dará lo que quiero y yo le daré lo que quiere
María me mira algo… Decepcionada.
-No creo que ese sea el motivo por el que el joven Edward se case… Yo lo veo muy enamorado, sus ojos brillan otra vez, incluso más que antes, cuando él estaba con…Tu hermana
-Edward sigue amándola a ella, yo lo sé- respondo con amargura-. A mí no me puede querer
-¿Por qué dices eso?
Me siento frustrada de nuevo. No quiero volver a repetir la historia de la sustituta.
-Porque mi hermana murió hace poco, por eso no puedo creer que me quiera y hablando de ella… ¿No sabes cómo murió? En el artículo no lo explicaron muy bien…
-No fue asesinada por unos ladrones- dice con coraje-. Ella tenía problemas con la mafia, cosa que Edward no sabe y que no quiero que llegue a enterarse, por favor, no le digas
-¿Problemas con la mafia? – pregunto con los ojos muy abiertos.
-Sí, el jefe estaba enamorado de ella, Kristen y él se conocieron en un bar, meses antes de que ella conociera a al joven Edward
-Creo que me retiro, no es un asunto que me corresponda- dice Ángela y se lleva a Ben con ella. No la puedo detener porque miro a María fijamente, esperando que me cuente más.
-¿Cómo sabes todo eso?- cuestiono muy seria.
-Hasta hace dos días trabajaba en casa de tu prometido… Cuando él y Kristen eran novios, prácticamente vivían juntos y yo trabajaba para ellos… La mayoría del tiempo Kristen estaba en ese departamento aunque ella tenía su pent-house… Era una chica buena aunque muy vanidosa, pero eso no le impidió que me tomara cariño y confianza y que yo también lo hiciera… Isabella, si te digo todo esto es porque eras su hermana y tienes derecho a saber la verdad, además confío en que serás discreta con este asunto
Asiento aunque mi mente está un poco distraída. Me imagino a Kristen y a Edward viviendo juntos… Seguramente no hacían nada bueno. Eso me provoca cierto malestar pero decido concentrarme en lo que María me dice.
-Bueno, continuaré… Kristen me tenía confianza y un día llorando desesperada me contó todo lo que te estoy diciendo a ti… Me dijo también que ese hombre no la dejaba de molestar, que amenazaba con matar a Edward si no accedía a meterse con él
-¡¿Kristen engañó a Edward?!- exclamo. Mi voz sube dos octavas por la sorpresa.
María asiente con una mirada triste.
-Sí, en más de tres ocasiones accedió a tener relaciones con él por miedo a que le pasara algo malo a Edward, pero cuando éste le pidió matrimonio se sintió valiente y decidió terminar con las amenazas, pero eso encendió la furia del hombre y la amenazó con matarla a ella
-Y la mataron- susurro.
-Sí- suspira María-. De hecho un día antes, ese hombre se casó con otra mujer y Kristen se sintió aliviada por lo tanto dejó de tener miedo y se veía feliz con los últimos preparativos para la boda, estaba dando órdenes como siempre y a mí me dijo que todo estaba resuelto, que estaba lista para empezar su nueva vida… Ese mismo día, Edward salió de la ciudad, tenía que arreglar unos asuntos del trabajo para dejar todo listo para la boda, Kristen se quedó en su casa pero a mí no me gustaba nada que estuviera sola y por eso fui a verla, para ver si la convencía de regresar al departamento del joven Edward pero encontré algo espantoso- se estremece.
-¿Vio el cuerpo de mi hermana?- estaba a punto de soltar lágrimas. Siento lo mismo que sentí cuando me enteré de la muerte de Kristen, angustia, ansiedad. Mi pecho arde como aquella vez.
María se estremece y tiene los ojos llorosos.
-Sí, Isabella… Vi el cuerpo de Kristen o más bien… Lo que quedó de él
-¡¿Qué?!
-¿No te preguntas por qué no fue velada en un ataúd?
-Me dijeron que la cremaron…
-No, no fue por eso… A ella la hicieron pedazos, cuando llegué, su cuerpo ya no era tal… Los intestinos y órganos estaban repartidos por toda la sala, los hermosos muebles estaban llenos de sangre, fue algo demasiado cruel, quisimos creer que no era el cuerpo de ella pero los exámenes de ADN confirmaron que si se trataba de Kristen
-¡Son unos desalmados!- grito, pero de repente me viene un ataque de nauseas. Veo borroso por las lágrimas que estoy derramando. Tengo furia también; deseos de matar a ese imbécil que asesinó a mi hermana y que la amenazó.
-Isabella, ¿Qué te sucede?- pregunta María mientras trata de sostenerme.
-Nada- le respondo respirando profundo. Me limpio las lágrimas-. Voy a la recámara, no me siento bien, me he mareado
-Por lo que te conté ¿No es así?
Asiento. Las nauseas son por haber imaginado el cuerpo destrozado de mi hermana.
Después de eso me largo a mi recámara en donde me encuentro con Ángela.
-Isabella, no te molestes porque entré- me pide-. Quería conocer tu cuarto
-No te preocupes- le contesté con voz desganada.
-¿Qué sucede, Isabella?
-Me han contado lo de mi hermana, pero no quiero hablar de eso
-Ah, ya entiendo- dice seria pero después sonríe-. Vamos a ver tu clóset, en mi cuarto han puesto uno y hay ropa demasiado genial, tiene que haber cosas más espectaculares en el tuyo
Me rio, olvidando por un momento lo de Kristen o por lo menos, trato de hacerlo.
-¿Y dónde se supone que está mi clóset?
-Aquí está- responde abriendo la puerta que está frente a la puerta del baño.
-Vamos pues- respondo de mala gana mientras camino hacia la puerta. Esperaba encontrarme poca ropa pero lo que vi fue impresionante. No parece un clóset, parece una boutique en miniatura. En el centro del pequeño cuarto está una mesa en donde hay muchas joyas. Miro los collares y demás accesorios con cara de perplejidad; Ángela no se queda atrás, está boquiabierta por lo que ve.
Observo el resto del clóset y miro la ropa. Cada cosa está en su lugar y organizada por colores. Esta debió ser la ropa de Kristen; ella solía acomodar su ropa de esta manera.
-Este vestido es perfecto- dice Ángela mientras saca un vestido color rojo-. Deberías ponértelo hoy
-¿Estás bromeando verdad?- le pregunto mientras toco el atrevido vestido. Está demasiado escotado para mi gusto y extremadamente corto.
-Te lo pondrás y no discutas
-Tal vez no me quede
-Te quedará de maravilla, Isabella… Con solo verlo se nota que esto está hecho para ti
-Estaba hecho para mi hermana- farfullo. Ángela me mira mal.
-Isabella… Si no te sientes cómoda con esto, ¿Para qué diablos lo haces? Déjalo y vuelve a casa
-¿Por qué dices esto?
Me sonríe un poco.
-Se te nota que no quieres hacer esto… Isabella, no estás obligada, yo entenderé perfectamente
-No Ángela… No te he traído aquí para eso… Yo quiero que vivas aquí
-No tienes que sacrificarte por mí
-No me estoy sacrificando- miento y Ángela alza una ceja.
-¿Ah no?
-No me mires así- le pido-. Me casaré con Edward, haré lo que tengo que hacer… Esto ya no es solo por ti… Yo quiero ayudar a más gente cuando obtenga esa herencia
-Entonces sopórtalo de la mejor manera, no te quejes- dice seria-. Al final vendrán cosas buenas, ayudarás a la gente y volverás a tu casa y será todo como si no hubiese pasado nada
-Te olvidas de algo- le recuerdo-. Mi hijo… Voy a estar irremediablemente atada a esto por ese niño o niña
-Demonios- masculla-. Entonces quéjate todo lo que quieras, estás hundida en esto de por vida
-Sí- suspiro-. Ya no hay marcha atrás
En ese momento se oye el llanto de Ben. Me doy cuenta de que Ángela tiene un aparato en las manos. Es un monitor para bebé.
-Debo ir con él- dice Ángela-. Ve la ropa y elige algo
Y se va corriendo. Me río de su reacción mientras miro lo demás. Hay vestidos demasiado atrevidos aquí. Sin duda mi hermana fue una descarada. Abro un cajón y me quedo muda al ver la diminuta ropa interior.
-Esto es una maldita broma- gruño. Bueno, al menos tengo mi propia ropa interior o… Puedo ponerme esta porque nadie la verá. Yo he decidido que jamás me acostaré con Edward.
Al salir del clóset me pongo a ver televisión pero de repente vuelvo a imaginar lo que María debió haber visto esa noche que asesinaron a mi hermana. Las nauseas me vuelven a invadir.
No soporto, hablar sobre sangre, imaginarla, ni mucho menos verla. Me empiezo a sentir débil y a veces me desmayo, por eso siempre tuve claro que no estudiaría medicina.
Intento dormir para que las náuseas se me pasen y lo consigo después de media hora… Estoy tan cansada.
Cuando apenas me parece poner la cabeza en la almohada, unos gritos procedentes de Ángela me despiertan.
-¡Isabella, Isabella!- exclama-. Tienes que despertarte, ya es casi hora de que te vayas a cenar con Edward
-¿Hora de qué?- pregunto confundida mientras me incorporo un poco. Suelto un bostezo.
-Te tienes que arreglar, ya son las ocho
-¿Las ocho?- digo ya más despierta… ¿Acaso dormí tanto?
-Sí…
Después de eso entra María a la recámara y me mira de forma reprobatoria.
-Deberías arreglarte ya- me dice.
-¿Qué me voy a poner?- cuestiono-. No pienso ponerme nada de lo que está ahí y no sé como arreglarme
-Nosotras te arreglaremos- asegura María y después entra al clóset. Después de unos segundos sale con un vestido precioso de color azul rey. No es tan atrevido como los otros vestidos.
-Ese vestido es decente- admito.
-Es hora de que te cambies- dice Ángela dando saltitos como niña pequeña.
Media hora más tarde, estoy cambiada, maquillada y peinada. María y Ángela han hecho un excelente trabajo aunque aun siento que me mataré con estos tacones que tengo puestos.
-Te ves impresionante- murmura Ángela.
-Estás hermosa- susurra María. Tengo que darles un poco de razón… Me veo muy bien. No puedo dejar de mirar mi rostro; parece irreconocible. Mis ojos se agrandaron más por el maquillaje, parecen más expresivos y mi cabello luce hermoso. Creo que ellas deberían poner un salón de belleza; no les iría nada mal-. Kristen, que en paz descanse, me tiene que perdonar pero tú eres más linda…
-Pero éramos iguales- les digo. Estoy ruborizada.
-Sí, pero Kristen pensó que si se operaba o si se hacía muchas cosas sería más bella- me cuenta-. Si la hubiese conocido cuando lucía como tú hubiera impedido que se operara
Me río para evitar que note lo avergonzada que estoy. Yo jamás me he sentido más bonita que Kristen, de hecho… Ella siempre fue la más bella.
De repente se escucha la voz de Edward. Nos está llamando y mi pulso se acelera por la emoción. Quiero verlo, quiero que él me mire a mí y gustarle. Maldita sea, es vergonzoso lo que siento, pero no puedo negarlo.
-Isabella, date prisa- me grita Edward, parece desesperado-. Hice la reservación del restaurante para las nueve y media
-¡Ya voy, no me apures!- le respondo gruñendo mientras salgo del cuarto. Ángela me da la bolsa a juego con mis zapatos, que ha preparado para mí. En ella está un pequeño perfume, cosméticos por si necesito retocarme el maquillaje y mi teléfono. Me encuentro lista aparentemente pero estoy hecha un manojo de nervios en este momento… ¿Por qué cuando iba a salir con Mike no me puse tan nerviosa? No quiero pensar en la respuesta; no deseo sonrojarme más de lo que ya estoy.
Mientras camino hacia las escaleras- con un poco de torpeza por cierto- me trato de calmar. Por favor, solo saldré con el molesto Edward Cullen. Solo es un amigo.
“Pero será tu esposo y el padre de tu hijo y quieres que te vea como mujer” me dice mi estúpida conciencia. Como sea, hoy no le haré caso y veré a Edward como lo que es… Un tipo creído y molesto.
Al bajar las escaleras ya me encuentro relajada y con la seguridad de que todo marchará bien; Edward debe estar acostumbrado a ver mujeres guapas, así que no se impresionará conmigo. Cuando lo miro lucho por no quedarme boquiabierta. Edward trae puesto un traje negro que lo hace ver más bello de lo que ya es. Los primeros botones de su camisa están desabrochados. Me pregunto cómo será su torso, como se sentirá.
Me fijo también en que su cabello color cobrizo está despeinado y sensual como siempre y sus ojos brillan al mirarme de arriba abajo. En ese momento me percato de que está boquiabierto. Me muerdo el labio, sintiéndome nerviosa otra vez.
-Te… Te ves… Wow- logra soltar y no evito el reírme de él-. Te ves guapísima
-Más que eso- lo corrige María tomándome por los hombros y acercándome a él-. Ella es perfecta
-Sin duda alguna- susurra Edward y me pongo más roja que un tomate. Para que no se den cuenta carraspeo.
-Vámonos Edward- le digo y él me ofrece un brazo el cual tomo. Al acercarme a él me llega el olor de su colonia. Es delicioso. Además, agradezco mucho que me sostenga, así no me caigo.
-Vámonos Bella- susurra en mi oído.
-Está bien
Nos despedimos de Ángela y María y salimos del departamento.
-De verdad te ves hermosa, soy muy afortunado- dice sonriendo. Suelto un gruñido.
-Tú no te ves nada mal- no solo eso, se ve magnifico, perfecto.
-Oh, vamos, he visto como me observabas… es seguro que te parezco algo más que decente
Y ahí estaba de nuevo el Edward creído. Me reí.
-Eso quisieras- le contesto.
Edward también se ríe y nos metemos en el elevador. Mientras vamos allí no hablamos nada. En el estacionamiento me dice a que restaurante me va a llevar y me quedo sorprendida, ese lugar es carísimo.
-Tenemos que ponerle fecha a la boda- comenta Edward cuando ya han pasado cinco minutos desde que nos fuimos.
-¿Y tenemos que ir a cenar para hacer eso?- pregunto.
-Sí… las personas así comenzaran a vernos juntos
-Yo no quiero eso- murmuro.
-No hago esto solamente por eso que dije, lo hago porque… quiero tener una cita
-Este tipo de citas no me gustan- susurro-. No es mi estilo
-¿Ah no?- lo miro, mira al frente con una expresión de vergüenza. No quiero que se sienta así.
-Mira, no es mi estilo, pero puede que me guste- me apresuro a decir-. Si la comida me gusta, tal vez regresemos- Edward me mira avergonzado todavía pero con una pequeña sonrisa.
-Bella, disculpa…
-Vamos, no hiciste una reservación para nada- lo interrumpo.
-Podemos ir a otra parte
-Te patearé el trasero si me llevas a otra parte, así que vamos
-Está bien
El resto del camino escuchamos música. Me siento cómoda hasta que llegamos al dichoso restaurante. Es… demasiado elegante para mi gusto y no puedo evitar odiarlo porque me recuerda a mi vida de antes. Si antes deseaba con fuerzas regresar a mi casa, ahora lo deseaba con triple intensidad.
No le digo nada a Edward porque no quiero que se sienta mal y trato de continuar con esta “cita” como si me gustara. De hecho, no es del todo mentira. Me gusta lo caballeroso y divertido que es Edward.
-Bueno… Ahora si debemos pasar a la conversación que nos interesa- me dice cuando ya pedimos nuestra comida. Me pongo rígida; es la hora de decidir la fecha-. El día de nuestra boda
-Ah, si- respondo.
-¿Cuándo quieres casarte?- pregunta mirándome a los ojos tan fijamente que me pone nerviosa. Me muerdo el labio de nuevo.
-No sé… eso debes decidirlo tú
-¿Te parece bien mañana?
-¡¿Qué?!
Él se carcajea. La gente nos está mirando y yo solo quiero desaparecer. Cuando ya todos vuelven a lo suyo Edward vuelve a hablar.
-Hablando en serio, ¿Cuándo quieres casarte?
-No mañana, definitivamente
-Eso lo sé, pero tiene que ser pronto
-Sí, tenemos que acabar con esto lo antes posible
-Yo quería proponerte algo- me dice cabizbajo y con las mejillas sonrojadas. Debe estar apenado o algo; se ve hermoso.
-¿Qué?
-Quiero… quiero ser tu novio antes de casarme contigo
-¿Qué?
-Sí… quiero tener citas contigo, pasarla bien
-¿Pero no podemos hacer eso siendo amigos?
-Pero quiero besarte- dice haciendo un puchero. Puedo sentir mi pulso acelerado por sus palabras y me doy cuenta de que ambos nos hemos inclinado demasiado. También nos estamos tomando de las manos. Las de él son tan suaves, tan perfectas.
-No debemos- mi respiración es entrecortada-. Solo somos amigos
-Pero quiero ser algo más, ¿qué dices Bella?
-Qué me des un tiempo, no me siento preparada- me aparto de él-. Yo… no te conozco del todo, tú acabas de perder a Kristen además
-Eso es cierto- está triste. Sin duda, soy una idiota; no quiero que Edward sufra pero lo provoco con mis tonterías, con mi rechazo. Él me gusta, pero no me puedo permitir estar con él.
-Perdóname- le digo-. No quería decir eso…
-No digas nada, Isabella- ahora me mira con dureza y eso me duele-. Nos casaremos en dos semanas, está decidido… Acabaremos con esto de una vez y podrás irte a tu casa
-Edward, por favor- supliqué. Quería que me perdonara; poco me importaba la fecha.
En ese momento llega el mesero con nuestra comida. No puedo comer, no cuando Edward ni siquiera me mira y está enfadado. Peor que eso… parece lleno de rencor, es un Edward que no se parece al que yo conozco.
Me limito a terminar la cena que me han traído sin fijarme en qué diablos estoy comiendo. Quiero irme de aquí y pedirle a Edward que me perdone.
Todo el camino de regreso vamos en silencio. Yo estoy muerta de miedo porque Edward sigue furioso. No lo quiero perder, deseo que regrese ese chico creído y burlón que era cuando nos fuimos del departamento.
-Adiós Isabella- me dice secamente cuando estaciona-. Desde aquí ve sola, me tengo que ir
-Edward, por favor perdóname
-No me has hecho nada- responde.
-¿Ah no? ¿Y entonces por qué estás enfadado? – mi voz tiembla. Quiero echarme a llorar por su actitud.
-No lo estoy- miente.
-¿Sabes? No te voy a insistir… lo siento por lo que te he dicho hace un rato
-No importa, ahora baja
Abro la puerta del auto y salgo. Hace frío y creo que me mataré con estos zapatos. Deseo quitármelos pero lo haré cuando esté en el elevador. No quiero que Edward me vea débil y mucho menos que vea las lágrimas que estoy derramando por la actitud que ha tenido. Cierro la puerta y con dificultad camino hacia el elevador.
Pero, soy demasiado torpe y me tropiezo en un escalón. Ahí es cuando me echo a llorar amargamente por ser tan estúpida. Seguramente a Edward no le importa que esté aquí.
-¿Por qué serás tan torpe con las zapatillas?- gruñe Edward mientras me trata de levantar. Lo miro avergonzada mientras acepto su ayuda-. ¿Por qué estás llorando?- pregunta asustado.
Sin poderlo evitar me abrazo a él y empiezo a sollozar. Edward me acaricia la espalda y luego me abraza fuertemente.
-¿Por qué lloras, cariño?
-Yo… Yo te lastimé, estás enojado conmigo y no me gusta- respondo llorando más. A estas alturas mi maquillaje debe estar hecho un desastre.
-No Bella, ya no lo estoy, cálmate, estoy aquí contigo
-¿Edward?
-¿Qué sucede?
-Nunca dejes de ser como eres… No me gusta que estés enojado, quiero que seas creído
Edward se ríe mientras entierra su rostro en mi cabello.
-¿De qué hablas? Yo no soy ningún creído
-Lo eres, pero me gustas así- confieso dejando de llorar. Lo miro.
-Bella, tienes manchada la cara- me dice.
Me ruborizo.
-Pero aun así te ves hermosa- susurra y acerca su boca a la mía. Pienso que alguien nos va a interrumpir pero me sorprendo cuando sus labios rozan los míos. Mi corazón comienza a latir desbocado y estoy temblando. Segundos después cierro los ojos y comienzo a responder a aquel beso de forma tímida y sintiendo miles de cosas.
Cuando terminamos de besarnos él junta nuestras frentes y me mira a los ojos.
-Estoy enamorado de ti, Bella- su respiración es muy agitada al igual que la mía-. Ahora lo sé
Sonrío de una manera tonta sin poderlo evitar. Sus palabras me parecen increíbles ¿Edward enamorado de mí? Él me corresponde. En este mismo momento descubro yo también que estoy perdidamente enamorada de él.
Pero yo… no se lo pienso decir. No puedo quedarme en este lugar. Este sentimiento debe desaparecer a como de lugar antes de que... Lo ame.
____________________________________________________
HOOOOOLAAAAA!!! Pliss perdon por tener abandonada esta historia, de hecho, este cap lo empece desde que subí el anterior y fui escribiendo poco a poco (cada vez que podía :( ) La escuela, los problemas en mi casa no me han dejado subir el cap, pero hoy fue mi ultimo día de escuela y para celebrarlo me he puesto a escribir :D Espero que les guste el capítulo.
Saludos a: YAMI_CRAZZII, CINTY, GLORIACULLEN, KEIT y ANGELES FRAGOSO. Perdón por tardar tanto, trataré de no volverme a ir jajaja. Gracias por su apoyo y por dejarme comentarios para apurarme jejej.
Bessoss!!
|