Hola chicas ya estoy por aqui de vuelta tras mis vacaciones. Aunque veo que me han castigado sin comentarios... solo he recibido uno :( Espero tener alguno más en este.
Por cierto que os ha parecido el trailer??
Besos.
Angy.
Querido Jasper:
Hola amor, quería escribirte para que supieses que esa mala mujer con la que andabas acostándote en el burdel, la gitana, se casará el día 17 de Julio con su comandante Vulturi. Te escribo para que veas que como siempre intuí esa mujer es una caza fortunas que solo quería tu dinero, pero que yo estoy aquí esperando por ti.
Te anhelo cada minuto que pasa, te necesito conmigo.
Siempre tuya.
María.
Jasper arrugó el trozo de papel y lo tiró a la chimenea. No podía ser, Alice, su Alice. Se había casado con ese imbécil, con ese animal hacía dos días. Si notarlo notó como rompió el vaso de ginebra que tenía entre sus manos dejándole sangre en las manos.
Decidió irse a la cama, no había causa a que siguiese despierto, a la noche siguiente volverían a California y le esperaba un largo viaje que afrontar.
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-¿Se puede saber que te pasa ahora Edward? –Bella estaba cada día más enfadada y harta del comportamiento de su amado esposo.
-¿A mi? Nada por supuesto. ¿Qué tal el paseo a media tarde con Lord Black? –Escupió el hombre con cierto retintín
-¿Así que es eso? No puedo ir a pasear con el que ES mi mejor amigo al que llevo casi dos años sin ver porque a mi esposo no le da la gana.
-Claro tu mejor amigo, todavía recuerdo el bonito abrazo en el que os fundisteis nada más veros.
-¿Qué querías que hiciese que le dijese hola y me fuese a mi cuarto? –Dijo encolerizada.
-Pues habría sido mucho más apropiado. –Le dijo sonriendo triunfante, pero para ella eso fue la gota que colmo el vaso.
-Edward Anthony Whitlock -Edward puso mala cara sabiendo que solo lo llamaba así cuando estaba realmente enfadada – ¡Lárgate de mi cuarto ahora mismo! –dijo ella mientras abría la puerta y le tiraba un manta.
A Edward no le quedo otro remedio que marcharse a la habitación de invitados refunfuñando y maldiciendo al "amiguito" de su esposa.
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En la gran mansión Cullen Mari Ángeles se despertó muy sonriente y llamo a su doncella, Tanya, para que le peinase, maquillase y vistiese. La mujer igual de víbora que su señora entro a la alcoba con la mirada gacha como dictaban las normas, pero en cuanto cerró la puerta del cuarto y miro a su amiga a la cara supo que algo tramaba.
-Muy buenos días mi señora, ¿cómo ha dormido? Por su sonrisa veo que bien –Se auto contestó la criada.
-Pues supones bien y estoy segura de que mi día va a mejorar así que date prisa en prepararme porque tengo que conversar con mi padre. –Le contesto con voz autoritaria.
Tanya le peino los bucles rojos haciéndole un recogido informal como a la pelirroja le gustaba. Le empolvo la cara y aplico algo de rubor a sus mejillas. El vestido que escogió la sirvienta era de un color salmón con detalles en blanco.
En cuanto la rubia mujer acabó, Mari Ángeles se fue corriendo escaleras abajo viendo a su padre y a su estúpida hermana pequeña desayunando.
Leticia era el ojito derecho de su padre y la pelirroja lo sabía muy bien. El color de pelo era entre rubio y castaño, muy bonito. Tenía el pelo rizado, era hermosa y si tenía aspecto de bobalicona, pero no lo era en absoluto. Ayudaba a su padre a administrar el dinero a los trabajadores.
-Buenos días padre, hermana. –Saludó a lo que ambos respondieron cortésmente.
Una de las criadas le sirvió el desayuno. Un café, un zumo y una variedad de manjares para que eligiese lo que quisiera. Desayunó a toda prisa ganándose una reprimenda de su padre, alegando que una señorita debía comer despacio y masticando todo lo que pudiese.
Cuando Carlisle acabó se dirigió a su despacho sonriendo como un tonto recordando una y otra vez sus encuentros con Esme. Pero una duda le carcomía. ¿Dónde estaba su verdadera hija mayor? Le tendría que preguntar a su dulce gitana.
Se disponía a leer el periódico cuando la puerta del despacho sonó. Indicó que pasasen dejando lo que estaba a punto de leer y cuando vio una cabellera rojiza supo que se trataba de Mari Ángeles.
-Padre, perdóneme que le moleste pero tengo algo importante que decirle. –Entro por la puerta sonriente con una falsa expresión de timidez.
-No te preocupes pequeña, dime a que debo tu presencia hija… -Carlisle llevaba días sabiendo que algo le pasaba a su hija "mayor".
-Verás. Los primero días… cuando llegamos… Yo vi a un joven muy apuesto y quede totalmente prendada de él… -Decía intentando parecer avergonzada. Carlisle asintió esperando saber el nombre del hombre. –Investigué sobre él y supe que se llamaba Jasper, Jasper Whitlock.
-Conozco al muchacho, su padre y yo fuimos muy amigos cuando éramos más jóvenes. Hablaré con él… creo que llegaban mañana por la tarde de Londres.
-Perfecto papi, te amo. –Y se fue sonriendo triunfante.
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-Venga chicos daros prisa en entrar que se hace tarde para llegar al barco. –Les alentaba la señora Whitlock a sus hijos y a su nuera. –Muchas gracias, ha sido una estancia de lo más agradable. –Agradeció a sus consuegros.
-No tan agradable… -refunfuño Edward por lo bajo mientras cogía a su primogénito en brazos.
-No tienes nada que agradecer Catalina, el placer ha sido todo nuestro. –Decidió contestar Lady Swan, ya que sabía que a su esposo, Lord Charlie, le fallaría la voz.
Por fin todos estaban metidos en la gran calesa. En un lado iban Isabella y Edward con su hijo y al lado de estos, Jasper. Justo en frente estaban los señores Whitlock. Catalina miraba preocupada a Jasper. Observaba el rostro de su hijo y luego su mano vendada consecutivamente. Anoche había visto como leía una carta y después como quebraba el vaso en su mano haciendo unos cortes poco profundos pero escandalosos.
Jasper estaba ido. Sabía que algo había pasado para que su Alice se hubiese casado con semejante personaje. En cuanto llegase a California le preguntaría a Carmen, ella tenía que saber algo. Y si no sabía nada, como última esperanza recurriría a Rosalie.
Estaba tan sumergido en sus pensamientos que no se enteró de que ya habían llegado hasta que su padre lo saco de sus cavilaciones.
-Hijo, ¿se puede saber en qué piensas? Baja ahora mismo. –Jasper hizo unos pequeños movimientos con la cabeza intentado despejarla.
-Si papá, lo siento. Estaba pensando en el negocio del que hablamos Lord Swan y yo. –Invento rápidamente.
Se metieron en el barco y se fue a su camarote correspondiente. Un habitación amplia, pero sin pasarse. Pronto trajeron su baúl con la ropa para que se cambiase, pero no tenía ganas de nada.
-Ve y diles a los señores Whitlock que estoy con dolor de cabeza y no me encuentro en condiciones de ir a cenar. –El trabajador del barco se fue de inmediato para avisar.
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Horrible. No había otra palabra para describir la noche de bodas de Alice. Había sido brusco, la había golpeado cuando no correspondía sus besos o caricias… Prácticamente la había violado.
Alice se deprimió al pensar en que le quedaba toda una vida con ese hombre. Unas interminables noches durante toda su vida. Ahora más que nunca estaba decidida a no contarle que estaba embarazada de Jasper. Esperaría un poco de tiempo y cuando creyese oportuno le haría creer que el bebé que esperaba era de ese hombre tan cruel con el que estaba casada.
La puerta de su habitación se abrió de golpe y ella se asustó al pensar que Aro volvía para seguir atormentadora. Pero no, el que entró por la puerta era el sargento García que al verla en las condiciones que estaba solo le faltó un poco para llorar.
-Mi pequeña niña… ¿qué te ha hecho ese animal? –dijo mientras se sentaba con ella en la cama.
No era de extrañar que el sargento se hubiese quedado así al verla. Estaba completamente desnuda, solo le cubría las sabanas de la cama. Su aspecto no era mejor. Tenía el pelo totalmente enmarañado, el labio inferior partido a causa de un bofetón y en el ojo izquierdo se le veía un tono rojizo que pronto se convertiría en un moratón.
Alice no aguanto y se lanzó a los brazos del hombre que a partir de ahora se convertiría, sin saberlo, en su único amigo allí donde se encontraba. Lloró todo lo que pudo y más y el hombre bajito se limitó a consolarla.
-García... García dime que soltaron a mi madre por favor –El sargento la miró confundido.
-Señorita… su madre lleva ya fuera de la prisión hace unos meses… le amenazó al comandante con algunas cosas y…
-¿¡Qué!? Dime que está de broma por favor. –García simplemente negó y entonces recordó cómo iban a engañar a la muchachita. –No es posible, no… -Y volvió a llorar todavía más mientras abrazaba, ahora, su vientre.
-Mi señora… ¿Por qué se abraza el vientre? –pregunto temiéndose lo peor.
-¿Puedo confiar en usted? –el hombre asintió y al ver la sinceridad en sus ojos Alice decidió contárselo. –Estoy embarazada García, de Jasper Whitlock.
El sargento perdió el color del rostro en el momento que lo supo. Ahora se confirmaban los temores del hombre y le aconsejo lo mismo que ya tenía pensado Alice.
Lo que no sabían es que su plan no iba a llegar a ningún lado porque alguien les había escuchado hablar. El soldado Montero. Un rubio de pelo corto que era igual de maquiavélico que el mismísimo comandante Vulturi.
El rubio se dirigió rápidamente hasta el cuartel donde estaba Aro. Entro al despacho sin llamar si quiera para contarle la noticia del embarazo de su esposa. Pero rápidamente tuvo que salir y pedir disculpas al encontrarse con una situación comprometida entre Aro y Mari Ángeles que estaban en pleno acto.
Mari Ángeles rápidamente tuvo que volver a acomodarse las enaguas y el vestido con ayuda del comandante que estaba enfurecido. Ella se fue no sin antes mandarle una mirada envenenada al soldado. Montero entro en cuanto se le dio permiso.
-Montero…por tu bien espero que sea importante –le aviso Aro.
-Créame que lo es… le va a interesar mucho.
-¿Pues a que esperas para decírmelo? –Dijo de manera indiferente.
-Es sobre su esposa –En cuanto dijo eso Aro se puso a escuchar atentamente mirando directamente al soldado –Ella está embarazada de Whitlock. La he escuchado hablar con García.
El rostro del comandante se puso pálido de la ira. Echo a Montero de malas maneras y tiró todos los papeles que había por la mesa. Ese hijo de perra no lo iba a dejar en paz ni aun así.
Se levanto de su sitio y se fue a su casa encontrándose en la entrada al sargento a quien no le comento nada. Entro directamente a su habitación donde encontró a Alice sentada acariciándose el vientre. Esta al verlo ceso rápidamente los movimientos de sus manos sobre su vientre.
-Así que estás embarazada de ese enclenque–Alice perdió el color del rostro.
-García se lo ha dicho…
-No. Me lo ha dicho uno de mis hombres cuando te ha escuchado hablar con él sobre ese asunto. Así que ahora responde. ¿De cuánto estas?
-No lo sé… -empezó a llorar otra vez y por eso se llevo otro golpe.
-Escúchame –le dijo agarrándola del mentón para que lo mirase –no le vas a decir a ese imbécil que estas en estado de él. Y si lo haces, te juro que mato al crío a golpes. Quiero que muestres indiferencia hacia él o también hare que lo apresen y lo maten.
Alice horrorizada asintió sin otro remedio.
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Ese día se oían también campanas. Con la misma función que una semana antes, pero con otros sentimientos.
El señor McCarty se casaba con la señorita Hale, la mediana, que llevaba un tiempo sin verse por la ciudad. A la gente le extraño que el único familiar de la mujer fuese el pequeño de los Hale, pero nadie dijo nada.
Llego el momento del beso y fue dulce, con todo el amor que sentía el uno por el otro.
En la noche después de demostrarse todo el amor apasionado que no habían podido demostrarse por orden de Claudia McCarty, Rosalie permanecía totalmente desnuda sobre el cuerpo de su ahora marido también desnudo. Este la mantenía fuertemente abrazada sobre su pecho.
-Rosalie, duérmete que mañana te espera un día muy ajetreado. –Le dijo el morocho sonriendo ante la cara de confusión de su esposa.
-¿Ajetreado? Yo esperaba que con una noche tan movida mañana pudiera dormir todo el día.
-Bueno pues dormirás todo lo que quieras cuando lleguemos a España. –Rosalie lo miro emocionada y le beso el bien tonificado pecho.
-Te amo/Te amo –dijeron los dos a la vez.
A la mañana siguiente rápidamente partieron.
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