Paula miró atentamente a Edward que quedó pensativo unos segundos y luego la miró con sus ojos claros y le sonrió cual niño pequeño, como si tuviese una información muy valiosa.

-Son bastantes, para que mentirte-.

-¿cuantos?-.

-El mayor era... Emmett Black-.

-¿Que le pasó?-.

-Tuvo un accidente en esta misma casa... lo encontraron sin cabeza en el sótano-.

-¿como pasó?-.

-Estaba metido en drogas... así que ajuste de cuentas-.

-Entiendo-.

-Luego son... Leah Black... ella está... ya sabes pirada-.

-¿Pirada?-.

-Si... intentó suicidarse en el desván de esta casa-.

-¿A caso ellos vivían aquí?-.

-Si, hasta que... el tercer hermano de la familia falleció... era el menor... Aro Black-.

-¿Con cuantos años?-.

-Siete... era adoptado, el doctor Black lo estaba criando y murió ahogado en la bañera, nadie sabe

porque, acusaron a su hermano Adam... pero salió ileso por falta de pruebas-.

-¿Acusaron a Adam?-.

-Hasta hace poco ha estado en un reformatorio... creo que el doctor sabía que fue él y por eso lo metió allí...-.

-Entiendo...-.

-Ese también está pirado-.

-No está pirado...-.

-¿Le conoces?-.

-Si, es paciente de mi padre-.

-Sabes puede hacer lo que quieras pero... ese tío no está bien de la cabeza ¿sabes lo que hizo?-.

-¿Que hizo?-.

-Mató a golpes a una chica... de su antiguo instituto la misma noche que encontraron a su hermano muerto en el baño de la planta superior-.

-Por lo visto ha muerto mucha gente aquí...-.

-Si... pero bueno, vosotros parecéis estar bien, en esta casa, yo no soy supersticioso-.

-Yo tampoco...-.

-Bueno... ¿quieres algo más?-.

-No gracias... estoy bien-.

-Mañana paso a traerte más deberes-.

-Muchas gracias-.

-Si quieres podemos comer juntos-.

-Claro, cuando quieras, mañana mismo yo preparo algo-.

-Mejor lo traigo yo-.

-Gracias de nuevo-.

-No hay de que-.

Edward se levantó de donde estaba y enseguida fue andando hacia la puerta principal de la enorme casa victoriana. Cerró la puerta detrás de él con un portazo y a los pocos minutos volvió a sonar la puerta y el timbre a la vez, fuertes golpes.

Paula se levantó de donde estaba y fue a ver que le había ocurrido a su nuevo “amigo” si es que podían llegar a serlo algún día, de echo, prometió venir otro día más.

Giró el picaporte de la puerta y la imagen de Adam la sobresaltó, su pelo estaba húmedo y sus labios unidos en una fina y dura líena, sus ojos eran fieros y estaban mirándola fijo y por largo tiempo.

-¿Quién es él?-.

-Él... es un compañero-.

-¿Compañero?-.

-Estaba enferma y me ha traido los deberes-.

-¿Porque no me has avisado?-.

-No tengo tu móvil todavía-.

-Me había preocupado por ti-.

Paula miró al hombre que tenía justo delante de él y se fijó en su ropa, tenía una camisa sin planchar demasiado bien, por lo visto se había esforzado en parecer presentable, unos pantalones vaqueros algo desgastados y unos zapatos negros converse .

-¿Quieres pasar?-.

Adam asintió y entró despacio acercando su cuerpo al de ella, su cabeza era alta, mucho más alta que la de Paula y la seguía mirando como nadie la había mirado hasta ahora. Paula cerró la puerta y sus labios se separaron sin quererlo.

Adam bajó su rostro al de ella y la miró a los ojos, una sonrisa se extendió en sus labios amplia y relajada, él era guapo cuando hacía eso, incluso más que cuando se dedicaba a mirarla fijo y serio.

Paula sintió un escalofrio apoderarse de su bajo vientre y enseguida un rubor en sus mejillas se hizo patente.

-¿Porque no me dijiste que eras de aquí?-.

-¿Como?-.

-Que habías vivido aquí-.

-No quería asustarte-.

La voz de Adam era baja y ronca, como un ronroneo de algún felino depredador. Fue caminando hacia el salón y se sentó en el lugar que Paula había ocupado anteriormente.

-No me has dicho que te ocurre-.

-Estoy costipada-.

-Verás que en unos días estás mejor-.

Ella asintió y quería saber si en esta casa había ocurrido algo más así... ¿Porque Ann no se lo había dicho en sus tantas visitas al salón y a su habitación y tantas tardes jugando cartas.?

-Tu padre... no se siente cómodo conmigo-.

Adam abrió su paquete de tabaco y sacó un cigarrillo llevándolo a su boca Paula intentó alargar la mano para tomar uno pero él negó en silencio.

-Te guardaré uno pero cuando estés recuperada-.

Ella asintió sin rechistar y no estaba acostumbrada a hacer algo así, pero él tenía razón... estaba enferma.

-¿Tu amigo va a venir más por aquí?-.

-Si... a traerme los deberes-.

-¿A que hora?-.

-¿Estás celoso?-.

Adam giró su rostro y sus ojos azules se fijaron en los de Paula que solo pudo agarrar con sus manos el cojín que sostenía sentada al otro extremo del sofá.

-Puede-.

-Yo...-.

-Me gustas Paula, me gusta mucho-.

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Esme salió del trabajo un poco antes había quedado con una vieja amiga, Jane para hablar sobre su marido. Jane era lesbiana y tenía una relación estable con una estudiante de segundo grado en la carrera de arquitectura llamada Alice, quizás por eso ella se sentía tan cómoda al hablar con Jane... al menos no se podía follar a su marido a sus espaldas.

Cuando ella entró en la sala donde su amiga estaba tomando un bonito bollo decorado y un café bastante bueno, se sentó enfrente y la miró con una sonrisa.

-Hola Jane-.

-Ey... hola Esme ¿como va?-.

-Bien-.

-¿Y la nueva casa?-.

-Bastante bien-.

-¿Y con Carlisle?-.

-Pues... no lo se, estamos juntos por Paula- Esme miró el centro de flores que había en una esquina de la mesa redonda donde las mujeres estaban sentadas intentando buscar las palabras correctas sin decir que era un cerdo hijo de puta que no merecía el más mínimo respeto- la otra noche tuve un encuentro sexual-.

-¿Con Carlisle?-.

-No, con otro hombre-.

Su amiga casi se atraganta con el café al escucharla y la miró fijo como Jane miraba cuando quería escudriñar en la cabeza de alguien.

-¿Le conozco?-.

Esme negó y una sonrisa salió de sus labios no demasiado orgullosa.

-Es... un paciente de él... mucho más joven que yo, podría ser mi hijo-.

-Wow! Un ToyBoy de los que se llevan ahora-.

-Shhh!- dijo Esme un poco avergonzada- solo fue esa vez-.

-Adelante no te cortes, el doctor se lo merece, se merece eso y más-.

Su amiga tenía razón... Carlisle se lo merecía, y si tan solo pudiese dejarlo... pero ella amaba al doctor aún que buscase consuelo y venganza en el cuerpo de otra persona.

-¿Crees que debo seguir viendole?-.

-¿Al amante? Definitivamente-.

Esme siguió pensativa por un momento... pero si eso era lo que necesitaba su matrimonio en este momento, lo haría, lo tendría... a como diese lugar.

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