Hope

Autor: vickoteamEC
Género: Drama
Fecha Creación: 16/02/2012
Fecha Actualización: 27/03/2012
Finalizado: SI
Votos: 12
Comentarios: 106
Visitas: 26625
Capítulos: 11

Y aquí estaba otra vez… recostada sobre la cama de él. Él… que aún me parecía un hombre completamente extraño. 

Y yo aquí, preguntándome de nuevo cómo había terminado en aquella situación.

Viendo cómo acariciaba suavemente y hablaba con dulzura, recostado sobre mi prominente vientre.

 

 

 

El amor no termina ni muere.   Sólo se transforma en un sentimiento más sublime, que sobrevive en el tiempo y vive alimentándose del recuerdo.

VICKOTEAMEC          


*******


Los personajes principales pertenecen a Sephenie Meyer, la trama es de mi total autoría. 

 

 

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Capítulo 9: INFINITO

 

 

 

 

Creo que la vida es un tesoro sin igual […] Aprendí que la vida por todo lo malo algo bueno te da.

Diego Torres.

 

 

 

 

Mi hermana y mis primas me organizaron un baby shower me regalaron cosas muy hermosas para mis bebés, el convivio fue de lo más animado y nos la pasamos genial.

Hubo un momento en el que Irina, Leah y yo estábamos en el mismo sillón conversando animadamente. Cada una teníamos una mano sobre mi gigantesco vientre, sintiendo las pataditas de los bebés.

-¿Ya les pusiste nombre?- preguntó Leah.

-No, no se me ha ocurrido nada- contesté apenada.

-Oh, entonces son bebita y bebito- dijo Irina, haciendo que uno de ellos golpeara contra su mano –Hola, bebé- dijo con voz melosa.

Siguieron hablándoles para que se movieran para ellas, luego llegó Jacob cargando un gran paquete, lo dejó a un lado y se quedó viéndonos por un rato.

-Hola, Jacob- dijo Edward llegando a su lado y ofreciéndole un vaso de refresco.

-Edward, dime que estoy soñando- le dijo Jake con voz fingidamente torturada.

-¿Por qué?- Jake le indicó que nos viera –Ah, por tenerlas a las tres juntas ¿cierto?- preguntó en son de burla.

-Ajá.

-¡Jake!- regañé poniéndome de pie con dificultad, Edward se acercó rápidamente para rodearme con sus brazos –Gracias- murmuré y me encaminé hacia Jacob.

-Estás…- dijo haciendo un ademán con sus manos.

-¿Enorme?- pregunté.

-También… pero iba a decir: resplandeciente- le sonreí -¿Irán a la fiesta de Adelbert?

-No lo creo- contestó Edward.

-Ya está cerca la fecha del parto y preferimos quedarnos- le dije.

-Ven acá, Bella- dijo Jake abriendo sus brazos. Me abrazó como pudo, luego se quedó un rato conviviendo con todos.

Más tarde la familia se fue y Edward y yo acomodamos las cosas en la habitación de los niños. Por fin podríamos usar otra habitación de las que teníamos desocupadas.

Pocos días después toda la familia se fue de viaje para la fiesta de mi primo.  Alex y Rick también fueron, con todo y que Ashley estaba a punto de nacer.

Un día después de que todos se fueran, estaba preparando la cena cuando sentí un fuerte dolor en el vientre, me detuve de la barra y respiré profundamente. No podían ser contracciones, aún faltaba tiempo para la fecha que estaba programada para la cesárea. Seguí con mi tarea, Edward aún no llegaba de trabajar, sentí otra vez el dolor intenso y me detuve de la mesa. A paso lento fui a sentarme a la sala para esperar a que el dolor pasara, en cuanto Edward llegara le pediría que me llevara al hospital.

Cuando la puerta se abrió yo estaba hecha un ovillo, respirando agitadamente y agarrando con fuerza mi vientre.

-¿Bella?- llamó y contesté con un fuerte gemido de dolor -¡Bella! ¿¡Qué tienes, amor!?

-Me duele- dije entre siseos y respiraciones.

-Ven, vamos al hospital- dijo ayudándome a ponerme de pie.

En cuanto mis pies tocaron el piso, él salió corriendo, sentí cómo me empapaba las piernas, miré el líquido correr y pegué un grito.

-¡Edward!

-¿¡Qué!?- dijo apenas asomando la cabeza por la sala.

-Se… me… rompió la… fuente- abrió los ojos desmesuradamente y continuó la carrera.

Vi cómo salió disparado como una bala hacia afuera, cargando un par de bultos. No reparé en averiguar qué eran, me concentré en no entrar en pánico.

-¡Vámonos!- dijo llegando a mi lado –Con cuidado, amor- nos subimos a la camioneta y comenzamos el viaje frenético por la ciudad.

Nunca imaginé que el temor me consumiera de esa manera, no quería, no podía… ¿si les pasaba lo mismo que a Deb?, ¿podría ser igual de mala con ellos para traerlos a este mundo? No quería que ellos salieran jamás de mí, pero algún día tendría que pasar, pero cuando ese momento llegó, con él llegaron mis peores temores, mi inseguridad y mi desesperación. Además, era muy pronto.

-Ya vamos a llegar, mi amor- juró Edward. Antes de que me aferrara con todas mis fuerzas a la manija del auto y pegara un grito.

-¡EDWARD!- grité a todo pulmón.

-Aquí estoy, mi amor- dijo tomando mi mano con firmeza.

-No me dejes sola- supliqué sollozante.

-Nunca, mi bella Bella.

Cuando llegamos al hospital no sé cómo se las ingenió para sacarme del auto entre mi caos y mi dolor, mucho menos cómo hizo para tomarme en brazos. Creo que no dio ni un paso cuando un equipo de enfermeras y médicos nos rodearon. Cuando Edward me puso sobre la camilla y lo perdí de vista me sentí desesperada. Comencé a llamarlo a gritos.

-¡Aquí estoy!- dijo de no sé dónde.

-¡No te veo!- sollocé.

-Acérquese- dijo alguien y como por arte de magia el rostro de Edward apareció en mi campo de visión. Suspiré aliviada.

-Edward, tengo que revisarla- dijo una voz que identifiqué como la de mi doctora. No miré para cerciorarme de si así era, no quería perder de vista a Edward.

-No importa. Quiero que esté conmigo- dije jadeante.

-Está bien- contestó y comenzó con la revisión.

Después de unos minutos la doctora se incorporó y comenzó a dar órdenes a diestra y siniestra. Yo sólo era consciente de la voz de Edward y del dolor que amenazaba con partirme en dos.

-Vamos al quirófano- fue en ese momento cuando vi por primera vez a la doctora –Bella, tenemos que traer a tus hijos al mundo.

-P…pe…pero… ¿y la cesárea?

-No hay tiempo, ni siquiera puedo ponerte la epidural. Tendremos que traerlos en parto natural.

-¡No! ¡No quiero! ¡Ponme la epidural!

-Bella, mi amor…- dijo Edward.

-¡No!- sentí que comenzamos a movernos -¡NO!- grité sintiendo cómo algo se desgarraba en mi garganta. No quería pasar por lo mismo de nuevo, no estaba lo suficientemente segura como para seguir con eso, no podría traerlos a salvo.

Llegamos al quirófano en medio de un caos total. Me reusaba a seguir las instrucciones, mis hijos no podían nacer aún, no debían. Lloraba desesperada, busqué apoyo en Edward pero él se puso de su lado y me pedía que hiciera lo que me indicaban. No podía hacerlo, no me sentía lo suficientemente valiente para hacerlo.

-¡Bella!- dijo la doctora casi subiéndose encima de mí para poder hablarme viéndome directo a los ojos –Hasta éste momento los mellizos no han sufrido. Pero si sigues con esa tonta actitud, vas a hacerles mucho daño. Isabella, necesito que pujes cuando te lo pido. Tus hijos están perfectos, llegaron un poco antes de tiempo, pero necesito que me ayudes ¡ya! Por favor, ayúdame a ayudarlos. Edward está contigo, yo estoy aquí para recibirlos y ahí está el pediatra listo para atenderlos. Ahora, Bella, traigamos a tus hijos al mundo- su tono fuerte y demandante fue tan convincente que sólo di una pequeña mirada a Edward, para luego asentir y prepararme para hacer lo que la doctora me decía.

-Vamos, mi amor. Sé que tú puedes, vamos a hacerlo- dijo Edward, me besó en la frente y apreté su mano con todas mis fuerzas –Te amo, lo harás fenomenal. Estoy aquí, amor.

-Ahora, Bella- indicó la doctora –Puja.

Realicé mi mejor esfuerzo, seguí las indicaciones de la doctora y me apoyé en las palabras de aliento de Edward. Trataba de estar lo más calmada posible, hice todo cuanto me dijo la doctora.

-¡No han salido!- chillé entre jadeos entrecortados.

-Ya casi, Bella. Hazlo una vez más- pidió. Tomé aire, empujé con fuerza y sentí cómo algo salía de golpe –Ya está aquí, falta muy poco, dame tu mano- le di mi mano temblorosa y la guió entre mis piernas para que sintiera la piel húmeda de mi bebé.

-Ya puedo ver su cabecita, mi amor. Ya está aquí- dijo Edward emocionado, a punto de soltar el llanto.

-Una vez más, Bella- dijo mi doctora.

Me sentía cansada, pero no podía dejarme envolver en el sentimiento, aún quedaba trabajo por hacer. Pujé una vez más y mi bebé por fin salió.

-Oh, aquí está. Es un precioso varón, felicidades, Isabella- canturreó la doctora.

Escuché un ruido como un burbujeo, luego un fuerte llanto a todo pulmón. Sonreí, di gracias a Dios y me apoyé en Edward.

-Es hermoso, mi amor- dijo besando mi frente.

-Ven aquí, papá- dijo la doctora llamando a Edward –Corta aquí- supuse que sería el cordón –Bella, ahora vamos a sacar a tu pequeña a la vida- asentí, levemente.

-Aquí estoy, mi amor. Aquí estoy- decía Edward una y otra vez.

-¿Qué le hacen?- le pregunté a él con respiración agitada.

-El pediatra está con él, todo va bien.

-¿En serio?

-Sí, amor. Vamos por mi princesa- asentí y seguí las instrucciones de la doctora. Unos minutos después mi pequeña gritó igual que su hermano, justo en ése momento me sentí dichosa, completa y la más feliz del mundo.

Edward salió de mi campo de visión un momento, me concentré en las últimas indicaciones de la doctora y luego me dediqué a observar a Edward que parecía niño pequeño, no hallaba ni a cuál cunita voltear, les sacaba fotos como loco, les hablaba, reía y lloraba. Sentí mi corazón rebosante de felicidad y dejé caer un par de lágrimas de dicha. Era un llanto puro y sentimental, que salía directo de la felicidad de mi corazón, desde el alma.

Unas enfermeras ayudaron a Edward poniéndole un pequeño bultito de sábanas en cada brazo. Me miró con una sonrisa resplandeciente y se acercó con cuidado.

-Díganle  hola a mamá- susurró. Se inclinó para dejarme verlos, estiré mis brazos, tomé a la pequeña y luego él acomodó al niño.

-Edward- dije con una sonrisa y toda la felicidad que sentía.

-Gracias, amor- dijo besándome delicadamente –Gracias.

Me concentré en los angelitos que sostenía en brazos. Él tenía la cabeza lisa, sin un solo pelo, tenía la piel blanca y sonrosada, sus facciones tenían algo de Edward, pero se parecía más a mí, tenía la forma de mis mejillas, mi nariz, su barbilla y ojos grandes. Ella, en cambio, tenía la cabeza tupida de cabello cobrizo, la piel sonrosada, las mejillas encendidas de rosa intenso, ojos grandes y la cara de papá. 

Estuvimos unos minutos más en el quirófano, luego se llevaron a los bebés y a mí me prepararon para llevarme a mi habitación. Estaba desesperada por estar de nuevo junto a mis hijos y Edward. A pesar de no ser tanto tiempo, a mí me pareció eterno, los minutos se consumían lentamente haciéndome sentir más y más ansiosa por tenerlos cerca.

Cuando por fin me llevaron a mi habitación entró un Edward resplandeciente a saludarme con un hermoso beso. Estábamos muy animados, hablamos sobre lo hermosos que eran y a quién se parecían más. Poco tiempo después dos enfermeras entraron empujando las cunitas de mis hijos y poniéndolas a un lado de mi cama.

-No lo puedo creer- dije mientras veía emocionada las cunitas de mis niños.

-Pues créelo, ellos ya están aquí, están sanos, son perfectos y son nuestros- me dijo Edward sonriendo con un brillo que jamás había visto en sus ojos. Luego se acercó y me besó tenuemente. Hasta ese momento fui consciente del cabestrillo que llevaba Edward en la mano.

-Amor, ¿qué te pasó?- le pregunté.

-Eres más fuerte de lo que esperaba- dijo haciendo que me sonrojara.

-Lo siento.

-Es el precio de querer a mis mellizos- dijo haciéndome reír.

-Son hermosos- susurré embelesada con mis bebés y cambiando de tema.

-Por supuesto que lo son, son nuestros hijos y no podría ser de otra manera- reí levemente -Cielo,  deberías dormir un poco- dijo acariciando mi mejilla.

-Edward- regañé sin quitar los ojos de las cunitas.

-Amor…- alcé la vista y me encontré con sus hermosos ojos verdes tratando de convencerme.

-La enfermera dijo…

-Pero no han despertado. Si lloran te juro que no te detendré- prometió con una mirada muy convincente.

-Está bien- dije como niña pequeña. Edward acomodó mis almohadones, me dejé caer suavemente cuando… mi pequeña lloró fuerte y claro.

-Shhh, vas a despertar a tu hermanito- dijo Edward alzando en brazos a nuestra pequeña hija. Estiré mis brazos impaciente –Ve con mamá antes de que me salte al cuello- bromeó.

-Edward, no le digas eso a la niña- dije con reproche haciéndolo reír –Ya, mi amor. Sé que tienes hambre, preciosa- le dije mientras nos acomodaba. Sentí la mirada de Edward mientras me preparaba para darle de comer a la bebé.

-¿Tienes una idea de lo mucho que soñé con éste momento?- dijo Edward viéndonos con ternura.

-Aww, mi amor- dije sollozando. Se acercó para juntar nuestras frentes y luego rozar nuestros labios.

-Te amo, princesa- le dijo a la niña que nos observaba atenta con sus hermosos ojitos esmeralda y luego besó su cabecita cobriza.

-Danaelí- murmuré.

-¿Danaelí?- preguntó y asentí.

-Pensando en el nombre de nuestros seres queridos, se me ocurrió: Lisa Danaelí.

-Es hermoso. ¿Y a él? ¿Cómo lo llamaremos?- Edward fue a la cunita y lo tomó en brazos, eché a andar mi imaginación, pero él interrumpió mis cavilaciones -¿Qué te parece…?

-¿Cuál?

-Christopher Raphael.

-Me gusta- dije sonriente.

-Hola Lisa Danaelí y Christopher Raphael- dijimos al unísono. Dany sonrió sin dejar de comer y Chris hizo ruiditos mientras se removía entre los brazos de su papá.

Mi familia llegó al otro día muy temprano, Alex me hizo burla diciendo que “siempre tenía que adelantarme en todo”. Cuando me dieron de alta, detrás de nosotros iban Carlisle, Reneé, Alex y Rick.

Cuando estuvimos en la comodidad de nuestra casa, me sentí por fin en paz, por fin completa, por fin infinitamente feliz. Cuando todos estuvimos juntos, fuimos a la capilla que estaba cerca de mi casa a agradecer por mis hermosos angelitos, regresamos a casa e improvisamos un gran festejo que terminó en una parrillada hasta el anochecer. Por fin era yo el motivo de que la familia aumentara y eran mis hijos los que nos hacían más felices y dichosos. Todos nos estuvimos muy animado casi hasta el anochecer, era tanta la euforia que no quería que terminara ese día jamás.

Disfrutaba cada momento al lado de mis niños, eran un gran regalo del cielo y hacía lo mejor para ellos. Eran mi todo, el complemento perfecto en mi matrimonio, lo más hermoso y por lo que siempre estaría agradecida.

Además, era de lo más divertido ver a Edward involucrado con los bebés. Creo que nunca podré olvidar su rostro cuando tuvo que cambiar el primer pañal, lo perdido que estaba cuando preparó el primer biberón y lo histérico que se puso cuando nos despertaron la primer madrugada. Era la primera vez que él lidiaba con algo así y cada vez que aprendía algo nuevo me parecía el hombre más perfecto y encantador del mundo. 

Cuando mis hijos cumplieron un mes, Lichi organizó una cena familiar. Ese día hubo “casa llena”. Estaban Charlotte, Leah y las gemelas que por cierto estaban cada vez más grandes y hermosas; Jacob e Irina; Silvia con Zack, Emily y el pequeño Peter; Dereck, Sophie, Alexein y Sarah; Adelbert y Sonia; Alice y Jasper; Rose y Emmett; mamá y Carlisle; Alexandra y Rick con la hermosa Ashley de dos semanas de nacida; y Edward, Dany, Chris y yo.

-Tía, ¿recuerdas cuando querías la casa llena de niños? Pues, ya tienes nueve pequeños corriendo o llorando, esparcidos por toda la casa- dije cuando estábamos en el patio.

-Dame a ese principito- dijo tomando a Christopher de mis brazos –Pero aún les falta mucho para llenarme ésta casa de niños- abrí la boca incrédula.

-Tía, estás realmente loca si crees que tendré otro hijo-dijo mi hermana sentándose a un lado de mí.

-Hola, hermosa- dije hablando con mi sobrina para después tomarla en brazos.

-¿Quién te dijo a ti? Aún faltan Rosalie, Alice e Irina- dijo mi tía.

-A bueno…- dijo Alex haciendo un ademán.

-¿Qué yo qué?- dijo Rose cuando pasaba junto con Alice frente a nosotras.

-Que mi tía dice que faltas de traerle un bebé- explicó mi hermana.

-No te preocupes, tía, en ocho meses te lo traigo- dijo Rosalie.

-¿¡Qué!?- preguntó Alice.

-¡Felicidades!- dije poniéndome de pie para darle un caluroso abrazo.

La cena tuvo como tema principal al futuro nuevo miembro de la familia. Quedamos en reunirnos pronto y cada quien se fue a su hogar.

*

*

*

El tiempo pasaba rápido, mis gemelos estaba a punto de cumplir cinco años y yo me sentía cada vez más feliz. Un día estaba preparando el almuerzo, cuando cruzó por mi mente algo que creía que era hora de hacer. Edward llegó del trabajo, igual que cualquier otro día, cargó a los niños para llenarlos de besos, luego fue a la cocina para robarme un apasionado beso.

-Edward…- llamé su atención cuando comenzó a besarme el cuello.

-Los niños están muy entretenidos.

-No, no es eso. Quiero hablar de algo contigo.

-¿Qué pasa, Bella?- dijo separándose de mí.

-Amor, ¿crees que es hora de que los niños sepan de Débanhi?

-¿Te sientes lista para eso?- asentí –Entonces sí, cuando quieras.

-¿Me vas a ayudar?- me atrajo en un abrazo.

-Por supuesto, mi bella Bella. Si me necesitas, estaré a tu lado. Siempre.

-Gracias- dije para después besar sus labios –Ahora ayúdame a poner la mesa- me sonrió y acomodamos todo.

-Niños- dije a mitad del almuerzo, Edward tomó mi mano que descansaba sobre la mesa –Quiero contarles algo.

-¿Un cuento, mami?- preguntó Christopher con inocencia.

-¡No, Chris! Un cuento no, es algo en serio- contestó mi pequeña. Volteé a ver a Edward y nos sonreímos.

-Hijos, yo tengo… tuve… yo…

-Su mamá tiene un angelito muy especial- dijo Edward, ayudándome.

-¿Dónde?- preguntaron al unísono.

-En cielo, niños. Lo que pasa, es que su mami tuvo un bebé mucho tiempo antes de que ustedes nacieran, pero esa bebé era tan hermosa que no pertenecía a la tierra…

-Era del cielo- concluyó mi hija a la historia de Edward.

-Sí- susurré.

-¿Dónde está su cunita, mami?- preguntó Chris.

-¿Quieren ir?

-¡Sí!- dijeron al unísono, muy emocionados.

Después de comer nos preparamos para visitar a mi amada Debie. De camino al cementerio llegamos a una florería, yo compré un pequeño y hermoso arreglo de rosas blancas y rosas; Edward compró un peluche; y  Chris y Dany llevaron una preciosa rosa y un globo de helio cada uno.

Caminamos por el cementerio en calma, Edward tomaba la mano de Dany y yo la de Chris. Cuando estuvimos frente a la tumba de mi hijita nos detuvimos.

-¿Aquí es, mami? ¿Aquí está mi hermanita?- preguntó Dany.

-Sí, mi amor. Aquí es- dije. Luego ellos se soltaron y corrieron hasta que se toparon con el altar, abrieron sus bracitos y se abrazaron de él.

Me conmovieron tanto que no pude evitar soltar el llanto. Edward pasó un brazo a mí alrededor y nos quedamos un rato viendo como hablaban hacia su hermanita. Luego nos pidieron que les ayudáramos a amarrar los globos, dejamos las cosas en el pequeño altar y nos quedamos un momento ahí.

-Bella- me llamó Edward en voz baja.

-¿Sí?

-Tal vez te parezca algo raro pero…

-¿Qué?

-Es que… aquí, en la presencia de todos nuestros hijos. Quisiera preguntarte algo.

-¿Qué cosa, Edward?

-¿Quieres casarte conmigo?

-Edward, ya estamos casados- dije alzando la mano en donde descansaban mis anillos.

-Sí, pero…

-¿Pero?

-Amor… ¿te sientes lista para que nos casemos por la Iglesia?

-Edward- susurré.

-¿Quieres casarte de nuevo conmigo?

-¿Tú qué crees?

-¿Qué sí?- asentí, le sonreí y me abrazó dulcemente.

¿Cómo podría negarle algo? ¿Cómo era posible que fuera más perfecto? Mi vida no podía ser mejor. Por fin, después de la gran prueba de vida, vi mis esfuerzos y sacrificios recompensados.

Por fin podía ofrecer mi felicidad a Dios y pedirle su bendición para el resto de mi vida al lado de Edward, al lado de mi amor. Por fin podía agradecer el maravilloso regalo de ser madre de dos niños estupendos, con gusto los aceptaba y recibiría todos los que ÉL quisiera mandarme.

Desde que había enlazado mi vida a la de Edward me sentía lista para afrontar cualquier reto de la vida. Porque por fin estaba completa, al lado de mi otra mitad.

 

 

*************

 

Hola!!!!

Muchas gracias por sus hermosos comentarios a toooodas!!!! ahhhhhhh!! las adoro!!!

*-*

a todas todas!!! las que son lindas! las que son dulces! las que son malvadas ¬¬ ... a todas!!! las quieeeeeeeerooo muchotote!!!

Bienvenidas las nuevas lectoras!!!! 

ya estamos en la recta final... y con eso llegan mis "vacaciones" como escritora.

u_u    comienzo a ponerme triste.... sólo nos queda un sabadito más     u_u

 

Ha sido un verdadero placer hacer esta historia y compartirla con ustedes... un gran placer... GRACIAS

 

Besos de bombón!

nos leemos el próximo sábado con el capitulo final.

;)

 




 

Capítulo 8: ¿QUÉ MÁS PUEDE PASAR? Capítulo 10: UN VISTAZO HACIA EL FUTURO

 
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