El camino que he recorrido, no me ha dado ningún resultado, realmente me estaba frustrando.

Retrocedí varias veces y avanzaba otro tanto, los días empezaban a pasar más lentos, tampoco tenía ánimo de cazar, en mi mente solo había espacio para Bella, a ratos me inundaban los recuerdos, nuestros momentos juntos en su habitación, su voz, su esencia, su rostro amable, sus besos, sus caricias, su mirada. Rayos… como quería estar ahora con ella, consolarla, estrecharla y decirle como la amaba, que todo lo que había hecho era por su bien, que me perdonará, que yo no quería hacerlo, pero luego recordaba porque lo hice y todo quedaba en nada.

No encontraba ningún rastro, me paseaba dos o tres veces por el mismo lugar, rastreando. Me dí cuenta no era muy bueno rastreando, mis otras habilidades me servían un poco a cambio.

El tiempo era  inconstante, llovía seguido, disminuyendo las posibilidades de encontrar cualquier pista, eso también me frustraba. 

A veces pasaba por ciudades pequeñas donde aprovechaba de aparentar ser humano, me cambiaba de ropa, registraba en hoteles todos los recepcionistas se revolucionaban cuando sacaba la tarjeta dorada con la cual podía conseguir cualquier cosa, aunque mi estadía era demasiado corta para obtener provecho.    

Así recorrí, varias partes del país, sin alejarme mucho del lugar donde había encontrado la huella de Victoria. Era el punto base, el inicio de mi búsqueda, cada vez que no conseguía seguir un rastro, volvía a empezar allí. Había partido de allí hacia el sur y sur oeste,  hacia el este y al noreste, aun quedaban lugares hacia donde partir.

Sabía que estaba perdiendo el tiempo en este sitio, era de noche había luna, estaba consiente que algo brillaba, pero en mi no causaba efecto, para mi todo estaba oscuro, me encontraba en un amplio campo de trigo, estaba recostado en el centro, con los ojos cerrados y los brazos colocados sobre mi abdomen, imaginando que sería de ella, habían pasado dos meses, dieciséis días y cuatro horas desde que deje a Bella en el bosque. El remordimiento era terrible, las ganas de verla me enloquecía, extrañaba su aroma, su risa, su amor. De todo lo que le dije ese día, lo único que era cierto era que su memoria me olvidaría, quizás ya lo estaba haciendo, alomejor ya había retomado su vida, cada día recordándome menos, estaría comenzando otra vez, en el instituto, saliendo con chicos, enamorándose otra vez, ya temía que alguien se le acercara en plan de conquista, tenia varios pretendientes para mi pesar, no podía negar que estaba muy pero muy celoso, el solo hecho de imaginar a Bella caminando abrazada o besándose con alguien que no fuera yo, me hacia gruñir, pero no la culparía, ella era libre de hacer lo que quisiera, también era una de las razones que me impulsaron a dejarla, que ella viviera y fuera feliz, no podía ser tan egoísta y no tenia ya ningún derecho sobre ella.

 Para Bella yo tenía que ser solo un recuerdo, el primer amor nada mas, un amor que talvez yo mismo había matado.

 Mi amor le hacia mal, era una enfermedad de la que pronto se sanaría.

 Sabia perfectamente que el tiempo pasaba  nos alejaba mas, muchas veces quise volver, para quizás verla de lejos o solo escuchar su voz otra vez pero no sería capaz de aguantarme las ganas de correr a su lado también quedaba en nada, no me atrevía a hacer nada, existía la posibilidad de que me estuviera odiando, yo… yo no soportaría su desprecio, pero para como la trate, era lo menos que me merecía.

 Yo sin su amor, no valía nada, me fundí en la noche donde la soledad me aguardaba siempre junto con la desolación.

El tormento en mi interior, nunca iba acabar, yo tampoco iba a dejar que se esfumará.

De pronto el viento se intensificó, una corriente me inundó, respiré hondo, mis ojos abrieron de para en par, era el olor que estaba buscando, lo sabia, me incorporé en un segundo y me dispuse a seguirlo, esperando encontrar por fin a Victoria, respire otra vez el olor venia de suroeste y me eche a correr.