My darkness and your light (+18)

Autor: Bella_Yexsi
Género: + 18
Fecha Creación: 12/03/2013
Fecha Actualización: 30/07/2013
Finalizado: NO
Votos: 7
Comentarios: 6
Visitas: 14680
Capítulos: 12

Había decidido que ya no confiaría en nadie, estaba cansada y desilusionada de las personas que me rodeaban. Le había abierto mi corazón sin darme cuenta y él no había dudado un segundo en destrozarlo y ella, la que creía que era mi hermana, mi confidente, me había engañado todo este tiempo. ¿Cómo es posible que las cosas puedan cambiar tan rápido? Un día ser tan feliz y sólo en un abrir y cerrar de ojos, ver que todo cambiará y encontrarme en ésta oscuridad totalmente sola. ¿Estaría por siempre así?

 

Las invito a unirse al grupo en Facebook https://www.facebook.com/groups/553792507977549/

Aca publicare adelantos, actualizaciones, imagenes y muchas cosas mas. Podran dar su comentarios sobre los capitulos.

Link del Trailer http://www.youtube.com/watch?v=3rohGFZQ2Sw

 

Att; Yexsi Granado

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Capítulo 8: Esto No Puede Ser

Capítulo beteado por Sool Onuma, Betas FFAD. 

www.facebook.com/groups/betasffaddiction

Que lo disfruten chicas

 

—¿Bella estás aquí o qué? —preguntó Ángela, sacándome de mis pensamientos.

—Sí, acá estoy; deja de ser tan pesada. ¡Dios! —contesté acomodándome en el sofá para ponerle atención a lo que me decía.

—No es ser pesada Bells, has estado totalmente despistada este día. Si quieres que me vaya, solo dímelo —aseguró mirándome fijamente.

—Sabes que no te irás, Ang. Por ti es que me he quedado en Forks, no quería irme con Ian. Por favor, si te vas Josefine irá una vez más con el chisme a él y me vendrá a buscar —le pedí, uniendo mis manos en manera de súplica.

—Está bien, Bells pero aunque sea préstame atención a lo que te hablo. ¿Qué película veremos?

Ang y yo nos encontrábamos sentadas en la sala de mi casa buscando entre unas películas que ella había comprado eligiendo una para ver, pero ¡por Dios!, eran puras películas de amor... Todas melosas y de Disney. No podía ser más inoportuna.

—Es que... Ang, ¿cómo vas a traer estas ridiculeces? —repliqué cabreada, no estaba de humor para ver películas en las que el verdadero amor existe con finales felices. Ridiculeces...

—Pero Bells, no sabes la que tengo. Encontré la peli del libro ese que estás leyendo. —La miré confundida.

—¿Del libro que leo? ¿Te refieres a Crepúsculo? —pregunté un poco más entusiasmada.

—Sí, sí Bells de ese mismo. Así que, ¿la vemos o no? Si quieres la guardo y bueno, nos vamos a dormir —dijo guardando la que tenía en sus manos junto a las otras que estaban en su mochila.

—¡Hey Ang! No, vamos a verla. —¿Quién lo diría? Ahora podré tener una imagen clara del chico guapo.

Pasamos la noche viendo la peli y realmente había quedado un poco decepcionada. En el libro había muchas más cosas, estaba más detallado pero no estuvo mal. Realmente el protagonista me había encantado aunque como en todas las películas de amor, el chico perfecto que ama a su chica y todos viven felices por siempre. Las  historias de amor y Disney tienen la culpa de todas las decepciones amorosas, vivimos pensando en que encontraremos al hombre ideal como en todas éstas y ¡pum! la realidad nos golpea con toda su fuerza.

Decidimos irnos a dormir y Angela se quedó junto a mi cuarto. Había sido un día movido y el sueño se estaba apoderando de mí. Primero pidiéndole para que intercediera por mí con Ian y así poder quedarme tranquila acá; suplicándole a él junto con mi amiga para que aceptara mi propuesta de que ella me estaría acompañando en las vacaciones mientras él regresaba de New York  y compartiendo con Ang para que no se fuera a su casa como había amenazado todo el día por mis idas a mi habitación.

No había visto a Tanya en todo el día y tampoco a su amiguito... ojalá ya se hayan ido de aquí. En definitiva, ya tenía suficiente con Angela para tener que aguantar a la estúpida de Tanya con su “no amigo-no novio” en la casa.

Anoche se había puesto muy raro todo.

Iba a responder, cuando escuché unos pasos acercándose. Los dos nos volteamos hacia la puerta…

—Eddie, ¿por qué tardas tanto? —Era Tanya, ellos… ellos estaban juntos, pero si no eran amigos ni novios. ¿Qué eran?

Los dos nos giramos al mismo tiempo a la entrada de la cocina y me quedé boca abierta con lo que vi. Tanya venía con unos shorts cortos blancos, descalza y en sostén. En definitiva, ella no tenía ninguna vergüenza.

Se quedó plantada en la entrada al verme, su mirada iba de mí hacia él. La tensión en estos momentos era más que evidente. El silencio era incómodo, hasta que él decidió hablar.

¿Cuántas veces tengo que decirte que no me llames así, Tanya? preguntó con enfado mientras se levantaba. Rodó los ojos ante su pregunta y siguió mirándome. ¿Qué le sucede? Pensé cabreada… Yo no soy como ella, no caería tan bajo en meterme con alguien con quien ella estaba.

Tanya no se movía de donde estaba, sabía que estaba esperando a que me fuera. Argg… Ni me interesa, pensé y me levanté decidida en irme de nuevo a mi habitación.

Fue un placer hablar contigo, Isabella. ¿Qué demonios? ¿Está loco? Dios… si antes Tanya me odiaba pues ahora deseará mi muerte, eso estaba más que seguro.

No quise voltear a verlo, le daría otra razón a ella de hacer más miserable mi vida si es posible.

¿Qué mierda te pasa Edward? Escuché gritar a Tanya furiosa mientras yo me dirigía a mi habitación. Edward… Edward… su nombre era hermoso.

Iba tan metida en mis pensamientos caminando a mi dormitorio cuando me choqué con algo. Subí lentamente mi rostro para encontrarme con unos atrapantes y bellos ojos verdes. “Espacio personal, Isabella” me reprendió mi conciencia.

—Lo siento… eh… creo que debo prestar más atención —murmuré alejándome de él para seguir mi camino.

—No te preocupes, fue mi culpa… —aseguró dejándome sorprendida ante su contestación. Me volteé para verlo.

 El chico era muy atractivo… Estaba con unos monos azules claros y una camisa blanca.

—No, tranquilo. Ang tiene razón… siempre estoy metida en mi mundo y no presto mucha atención a lo que pasa a mi alrededor —expliqué sorprendida por mi sinceridad y dándome cuenta desde cuando me pasaba esto. Mis padres vinieron inmediatamente a mi memoria.

Edward se había quedado observándome como queriendo guardarme en su memoria.” Ya estás imaginando cosas” replicó mi conciencia.

—Eh… bueno, buenas noches. —Estaba decidida a irme a mi habitación que estaba a solo unos pasos, pero él me detuvo de nuevo con una pregunta.

—Isabella, ¿hice algo? —Su voz era suave y calmada con un poco de ¿culpa? Pero, ¿por qué?

—No te entiendo —expresé girándome nuevamente hacia él, levantando una ceja.

—Pues…tu actitud conmigo… sé que no me conoces mucho y yo tampoco a ti, pero me gustaría que fuéramos amigos. —Y me regaló esa sonrisita torcida que seguro dejaba a cualquiera como una idiota.

—Mira Edward —mi voz era firme—, no necesito un amigo y mucho menos uno de Tanya. Así que por favor, ahórratelo. —Finalicé cabreada entrando finalmente a mi habitación para acostarme.

Me había bañado, cambiado y ahora me encontraba en mi cama pensando en la idiotez de Edward.  ¿Ser mi amigo? Si era lo mismo que me preguntara, ¿quieres que Tanya joda tu vida hasta que no quieras vivir más? Sí, eso mismo era.

Sabía muy bien cómo serían las cosas… Edward tenía esa pinta de hombre de conquistas, esos chicos a las que todas caen a sus pies con un gesto o una palabra, uno como Jacob… Argg… el hijo de su madre… Sus palabras todavía no las había olvidado: “Yo sé que sin mí no podrás estar bien”.

Odiaba que tuviera razón, no porque sin él estaría mal, solo el estar mal. ¿Cómo demonios podía estar bien? Mis padres muertos y mi “hermana” una zorra que se había follado a mi novio quien sabe desde cuándo.

Bueno, aunque no todo estaba tan destruido… Angela, Ian y Josefine han estado conmigo, aunque a veces me sofocan. “Solo se preocupan por ti” objetó mi conciencia. Lo sabía, ellos estaban aquí pero, ¿por cuánto tiempo? Por más que ellos estén a mi lado me siento sola.  ¿Tal vez algo está mal en mí?

.

.

.

Decidí bajar a la cocina por un vaso de agua después de estar todo el día durmiendo en mi habitación. Antes de las cosas que han pasado no dormía tanto, me encantaba despertarme temprano, valorar cada momento de felicidad que tenía, pero ahora los sueños eran mucho mejor que la realidad. Algunas noches soñaba con ellos o con…

“No, Isabella, tienes que sacártelo de la cabeza” reprendió mi conciencia.

Desde aquella noche en que hablé con Edward; el chico del prado en mis sueños tenía rostro y podía verlo claramente, era él. Estaba loca, no podía permitirme pensar en eso.

 

Angela había pasado temprano por mi cuarto para avisarme que tendría que salir de viaje con sus padres hasta la semana que viene para visitar a su abuela.

Fue como música para mis oídos. Se disculpó como diez mil veces por dejarme y no quedarse conmigo, pero yo internamente gritaba de felicidad por quedarme sola al fin.

No había comido nada en todo el día. Levanté mi mirada para ver que el reloj de la cocina marcaba las 2.00pm. Dios… pero sí que dormí.

Me dispuse a hacer un poco de comida. No era una experta, pero gracias a mi nana había aprendido una que otra cosa. Después de una hora y dejar un gran desastre en la cocina, estaba lista la pasta con un pollo en salsa.

Pasé mi vista por la cocina… ¡Qué desastre! Todo estaba sucio; platos y ollas regados pero si solo fue pasta y pollo, ¿cómo pude haber hecho esto? Después iría a limpiar pues mi estómago ya ardía de hambre. Me senté en la isleta de la cocina para degustar mi obra de arte con un vaso de jugo de naranja… Mmm… No estaba nada mal. Mi nana era buena mentora.

Terminé de comer para ponerme a limpiar el desastre. “Mejor la próxima te mueres de hambre Isabella, muy buena idea la de ponerte a cocinar” chistó mi conciencia.

Primero, iba a limpiar los mesones, estaban todos llenos de salsa.

Segundo, lavé las ollas y platos, ordené todo y limpié hasta el piso. Argg… La próxima me muero de hambre, repetí.

Dejé la cocina reluciente y yo quedé hecha un desastre. Me limpié el sudor que corría por mi rostro, estaba agotada. ¡Pero qué buena manera de pasar el día! Nótese el sarcasmo.

Me dirigí hacia mi habitación para darme un baño y sacarme la suciedad de encima.

—¿Estás bien? —Me di vuelta al escuchar una voz detrás de mí. Era él… ¿No se había ido? Su mirada brillaba y parecía estar muy feliz por algo.

—Ehh… Sí, estoy bien. —Edward parecía estar aguantando la respiración para no romper a reír. Levanté mi ceja molesta. ¿Se va a reír de mí?— ¿Por qué aguantas la respiración? ¿Algo te causa risa? —pregunté con voz firme y los brazos en jarra.

Él no respondió pero su sonrisa se hizo más grande y comenzó a reír ruidosamente, era contagiosa y yo no pude seguir seria ante él. Comencé a carcajearme también. Sabía que estaba hecha un desastre; mi cabello estaba suelto y todo desaliñado.

Parecíamos dos niños riendo después de haber hecho una travesura.

 Me sentía tan bien…

—Lo siento. —Se disculpó agarrando su estómago que seguro dolía al igual que el mío por tanta risa—.  ¿Estabas limpiando? —Su mirada brillaba mucho más que antes. Desde lo de mis padres no reía, ni siquiera con los locos chistes y ocurrencias de Angela para sacarme aunque sea una sonrisa.

—No, estaba cocinando —respondí mientras jugaba con mis manos y sentía arder mis mejillas.

—¿Y te ensuciaste toda, solo cocinando? —No podía ni verlo a la cara, tenía tanta pena. Si hubiera visto el desastre de la cocina, seguro no habría parado de reír.

—Aja…—Me limité a contestarle. La vergüenza podía conmigo, en estos momentos estaba segura que parecía un tomate. Era algo que no podía evitar cuando me apenaba algo.

Pasaron unos minutos y los dos nos quedamos allí en silencio. Me había quedado pegada al piso y mis pies rehusaban moverse. Era como si mi cuerpo fuera un imán al igual que el de él, sentía la necesidad de estar cerca… “¿Mierda, que te sucede?” reprendió mi conciencia.

—Isabella, sonrojada te ves preciosa. —Sentí como todo se me vino encima, esas palabras fueron suficientes para sacarme de mis pensamientos y poder volver a tener el control de mi cuerpo.

Subí las escaleras rápidamente sin levantar la vista a él y sin darme vuelta.

 “No lo puedes hacer, no puedes ser su amiga” me repetía una y otra vez.

Estaba con la espalda recostada en la puerta ya dentro de mi habitación, sentía que mi respiración era irregular, ¿las manos me sudaban?...

 ¡Maldición! Bufé… ¿Qué demonios me estaba pasando con Edward?

Se tiene que ir, tiene que hacerlo… 

 

Hola chicas. Bueno quisiera saber si el fic les gusta, lo que sucede es que veo que no muchas dejan sus comentarios o votos. No soy una diva ni nada por el estilo escribo por que lo amo pero publico aca para que como yo algunas les gusta leer en esta pagina y disfruten del fic. 

 

Solo quisiera saberlo para ver si lo sigo actualizando aca o no. Besos...

 

Att: Yexsi Granado

Capítulo 7: POV Edward Capítulo 9: Mala Jugada

 
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