Edward Pov:
Desde mi reloj pude ver que habían pasado casi 9 horas desde que le había puesto el calmante a Isabella, con el propósito de que descansara de la tortuosa noche parecía haber tenido. Le había hecho varios exámenes de sangre, y aún esperaba por los resultados, estaba impaciente por que despertara de una maldita vez, había algo en ella que no me dejaba despegar los ojos de ella, había algo que me atraía hacia ella, como el magnetismo... Pero no sabía que era, no sabía que era lo que me retenía en ese cuarto, que era lo que no me dejaba quitar el ojo encima de ella, lo que no me permitía dejar de cuestionarme quién era ella, cómo era ella, por qué ella...
Con esas preguntas en mi cabeza estuve un buen rato observándola, viendo como fruncía su pequeños labios rosados en señal de disgusto, viendo como respiraba un poco alterada. "Tal vez está teniendo un mal sueño", pensé para mi mismo.
En ese momento entró Victoria, una enfermera del hospital de medio tiempo, que parece más una ramera urgida de sexo. Entró a la habitación en la que me encontraba con Isabella sin previo aviso. Dirigió su mirada a la mía, y la suya describía a una mujer que lo único que le interesa es restregar sus senos plásticos y su culo inyectado en la cara de cualquier hombre, y así hacer dinero fácil. Si alguien me pregunta por qué Victoria trabajaba en este Hospital, cuando podía hacer millones de dólares como prostituta, le diría que era simplemente para guardar apariencias, pero me enteré por medio de mi padre Carlise, dueño y fundador de este Hospital, que la familia de Victoria la obligó a trabajar en un lugar "decente", no querían que su pequeña niña terminara en un prostíbulo, pero ya era demasiado tarde, ella no trabaja en prostíbulo como tal, peor, trabaja desde su casa.
Victoria ya se me habían insinuado millones de veces, pero su encanto de prostituta no producía ningún efecto sobre mi, y menos mal que no lo hacía, no me imagino saliendo con esa ramera, ni si quiera me imagino como su amigo.
La única persona que producía un efecto sobre mi, se encontraba en ese momento al lado mío, acostada en una camilla, y yo esperando a que despertara.
La voz insípida y chillona de Victoria me sacó de mi burbuja personal...
-Dr. Cullen- y aquí vamos de nuevo.
-¿Qué quiere Victoria?- me estaba impacientando, esa sonrisa picarona de su cara no se le quitaba ni con un balde de agua fría.
-Ayy, no sea tan malo conmigo- dijo tratando de hacerse la ofendida ante mi pregunta, me sacaba de mis casillas la gran perra esa. -Solamente vine a entregarle los exámenes de sangre que me pidió de "esa" de ahí.- Esto último lo dijo señalando a Isabella con su dedo índice y haciendo una mueca de disgusto y repugnancia.
-Déme esos exámenes- me tendió los exámenes y se los arranqué de las manos -Ya se puede retirar antes de que "esa" despierte- le contesté irónico y se fue de la habitación inmediatamente, y menos mal que lo hizo, me había hecho enojar llamando a Isabella como una cualquiera... Aunque tal vez lo era.
Ese último pensamiento no quería tomármelo muy enserio, así que para distraer a mi mente me ocupé en abrir los benditos exámenes.
Los abrí, y lo que leí en ese papel no tenía precio...
Tenía altos niveles de alcohol en la sangre, muuy altos debería decir.
Ese último pensamiento que tuve sobre si era o no una cualquiera, volvió a mi cabeza de manara casi automática. Ya estaba al borde de la locura, ¿Y si lo era? ¿Quién era ella en verdad? y lo más importante ¿Por qué no podía dejar de pensar en ella? ¿Por qué no podía sacarme su rostro de mi mente?
Esto era muy estúpido, realmente estúpido, ni siquiera la conozco, no se quien era ella realmente, y ahí me encontraba yo, hablando como si de verdad me importara y me preocupara por ella. Obviamente me preocupaba de su salud, es mi trabajo, para eso me gradué de médico, para salvar vidas, ese era mi propósito de vida, ya que hace nueve años no pude salvar la de ella por el simple hecho de que no sabía nada sobre el tema, y mucho menos sabía cómo detener una hemorragia, y por eso murió Tanya, por culpa de ese maldito infeliz que la mató por culpa del alcohol, por ser un borracho de mierda... Y también por mi ignorancia con respecto a la medicina, por no estar preparado para casos de emergencia como lo fue ese día en particular, día que no quiero recordar y por lo que luchaba todos los días para salvar vidas como médico...
En un instante me encontraba leyendo los resultados de los exámenes de sangre de Isabella, y al siguiente me encontraba pensando en Tanya, y en cómo el infeliz de su padre la había matado junto con su madre, por haber ingerido altos niveles de alcohol, más de los que su cuerpo podía resistir. Así se encontraba Isabella, los niveles de alcohol en la sangre eran elevados, exageradamente elevados.
No me di cuenta de que varias lágrimas ya corrían por mis mejillas hasta que Isabella empezó a mover sus manos, y luego sus piernas. Abrió sus ojos lentamente y parpadeó varias veces, mientras que yo limpiaba las lágrimas que se habían escapado de mis ojos.
Todo mi mundo y mi universo se detuvieron cuando me miró directamente a los ojos, su mirada era profunda y cálida, me inspeccionó de pies a cabeza, era como si fuese un alienígena, como si estuviera buscando algún signo de sospecha en en mis ropas, algo por lo que debería desconfiar de mi. Por lo que me presente para aclarar todas sus dudas, y para que ella aclarara las mías.
-Buenos días Srta. Swan, soy Edaward Cullen, su doctor, ¿cómo se siente? ¿Tiene alguna molestia en particular?- su cara pareció relajarse al escuchar mis palabras, tal vez se alegrara de que no fuera un ser peligroso. Inmediatamente me respondió.
-Y... Y-o... Yo- suspiró con algo de fuerza e inmediatamente volvió a inspeccionarme con la mirada que se posaba en cada parte de mi cuerpo como buscando alguna falla. Pasó un buen rato y nunca respondió a mi pregunta por lo que volví a hacerla.
-¿Cómo se siente?- me empezaba a desesperar, la curiosidad me carcomía por dentro. Ella por su parte, abrió sus ojos mostrando asombro, como si su cabeza hubiese hecho un click sobre lo que le pasó, lo cual me moría por saber.
-He estado mejor- fruncí mis labios desaprobando su respuesta. Le iba a preguntar sobre lo ocurrido la noche anterior, cuando me atacó por sorpresa con una pregunta que no me esperaba por el momento. -¿Dónde estoy?-
Hola chicas! :D No puede actualizar en transcurso de esta semana porque estuve atacada con pruebas en el liceo, y no pude encontrar el momento para escribir :(, pero no se preocupen que las voy a recompensar, (; ahora es que sus dudas van a ser aclaradas poco, y esto se pone cada vez más interesante >:).
Dejar comentarios es casi tan bueno como si Edward Cullen posará su intensa mirada de color verde mientras dormimos.
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