Tormento

Autor: andreaa
Género: General
Fecha Creación: 15/11/2009
Fecha Actualización: 22/11/2009
Finalizado: SI
Votos: 8
Comentarios: 41
Visitas: 35873
Capítulos: 30

De un día para otro todo cambia, la persona que creías que iba a estar a tu lado siempre, desaparece sin mas y incluso tu familia se vuelve un extraño para ti.

Nadie es capaz de darte ni una mínima parte de lo que necesitas, solo quieres escapar, pero no puedes.

Entonces, ¿que haces?

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Capítulo 8: Sangrecaliente

 

Eran las seis de la tarde pero tenía ganas de meterme en la cama y no despertar en un par de semanas. Bueno, me conformaba en no despertar hasta el día siguiente. Cuando abrí la puerta de mi habitación una silueta sentada en mi cama me dio la bienvenida.

 

-          Hola pequeña. – susurro esa voz masculina.

-          Me has asustado – dije acercándome a la cama.

 

Me senté a su lado y mire sus ojos, ese extraño refugio que me había acogido en tan poco tiempo.

 

-          ¿Cómo estas? – me preguntó Alec.

-          No lo se – contesté – Mal supongo.

 

Él me acarició. Era extraño pero me sentía mejor a su lado. Mejor que cuando intentaba consolarme mi familia.

 

-          Tengo sueño – susurré.

 

Alec se levantó de la cama.

 

-          No – sonó como un grito desesperado, pero no quería que se fuera. – Quédate hasta que me duerma

 

Me miró, primero extrañado pero después me sonrió levemente.  Mientras yo me metía en la cama el fue a buscar un libro a su habitación. Se sentó en el sillón, cerca de mi.

 

-          ¿crees que volverá? – Pregunté en un susurro. Me lo preguntaba a mi misma pero él se dio por aludido.

-          No te merece – susurró.

-          Si que me merece.

 

El silencio se hizo mas que evidente. Miré hacia la puerta de cristal, tapada por una cortina. La misma puerta que Jake  había rito para llamar mi atención, la misma puerta que fue testigo de nuestros besos y de nuestro amor.

 

El sol se iba escondiendo lentamente pero algunos rallos perezosos seguían inundando de luz aquella tarde tan oscura para mi. Uno de esos rallos se coló a través de las cortinas impactando en la piel de hielo de Alec.

 

La parte de su cara que estaba expuesta al sol brillaba como brillan miles de cristales rotos. Era hermoso. Era tan diferente a ver brillar la piel de los miembros de mi familia. Simplemente él era único

 

-          Que miras – dijo con una sonrisa pícara interrumpiendo mis pensamientos.

-          A ti – contesté. - ¿Qué lees?

-          Romeo y Julieta. – contestó.

-          Está algo pasado de moda ¿No crees?

-          Creo que el amor nunca pasa de moda

 

Esa respuesta me dejó sorprendida. Después de todo lo que había oído sobre él y sobre los Vultiris no imaginaba tener una conversación sobre el amor precisamente con Alec.

 

-          Supongo – contesté algo indecisa.

-          Es muy triste que tu, que has vivido tan pocos años, pienses que el amor es algo pasajero. Yo, en cambio, no lo he encontrado aun pero no me canso de buscarlo por que se que algún día llegará. – me sonrió – aun que lleve mas de doscientos años buscando.

 

Aun que sus labios mostraban una sonrisa sus ojos era el reflejo de la seriedad del asunto.

 

-          Léeme algo. – susurré.

 

Me acomodé en la cama esperando las palabras que me hicieran entrar en sueño. Su voz angelical acompañando a las hermosas palabras de William Shakespeare serían un conjunto perfecto para olvidar.

 

 

-          ¡Ah, querida Julieta! ¿Cómo sigues tan hermosa? ¿He de creer que la incorpórea Muerte se ha enamorado y que la bestia horrenda y descarnada te guarda aquí, en las sombras, como amante?...

 

Esas fueron las primeras palabras que me dedicó, él seguía recitando, casi sin mirar el libro, mientras mis ojos iban encontrando un dulce lugar donde descansar, se iban cerrando lentamente.

 

-          Con un beso muero.

 

Esas fueron las últimas palabras que oí antes de entrar en un profundo sueño.

 

 

 

 

 

La luz de una nueva mañana inundó la habitación despertándome. Habían pasado ya dos meses desde la marcha de Jake pero aun así cada mañana me despertaba con su rostro clavado en mis retinas y con sus últimas palabras, a voz de grito, retumbando en mis oídos.

 

Salí de la habitación con mi habitual pijama y como ya era costumbre Alec me esperaba en la mesa de la cocina con el desayuno.

 

-          Bueno días – le dije mientras me acercaba a él y besaba su mejilla.

-          Buenos días pequeña – contestaba, como siempre, con ojos dulces.

 

Sus ojos habían pasado de ese rojo tan espantoso a un color marron teñido por tintes rojizos. Era un color extraño pero al fin y al cabo él tampoco era una persona normal.

 

-          ¿Cómo has dormido hoy? ¿Pesadillas otra vez?

 

Asentí. Desde que Jake se había marchado me atormentaban unas extrañas pesadillas.

 

Siempre me encontrada en una especie de pasillo sin final. A ambos lados las paredes eran completamente lisas, sin puertas ni ventanas. Yo corría y corría hasta que llegaba a una puerta. Al principio la puerta no se podía abrir y yo me ponía muy nerviosa por que sentía que alguien quería hacerme daño. De pronto la puerta se abría y en el interior de esa enorme sala un hombre viejo con el cabello largo y canoso me miraba con ojos asustados y me susurraba: “No lo hizo por ti, ni por mi, tenemos que ayudarle”. De pronto ese hombre lentamente se convertía en él. Sus ojos, esos que tanto me gustaban, su sonrisa sus labios. Y justo en el momento en el que Jake iba a hablar conmigo alguien entraba por la puerta y todo desaparecía.

 

-          Si – contesté mientras bebía un sorbo de café. – ¿Cómo llevas la dieta? – pregunté sonriendo.

-          Bien, supongo. Aun no me he acercado a ningún humano. Tu eres la única sangrecaliente que está cerca de mi

-          ¿Tengo que preocuparme? – pregunté con una sonrisa inocente.

-          ¿por mi ataque? – preguntó con una fingida sorpresa – Por supuesto – respondió mientras me guiñaba un ojo.

 

 

 

Capítulo 7: Hola pequeña Capítulo 9: autocontrol

 
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