Bella Pov:
No se cuando tiempo había pasado desde que me había su sumergido en la más profunda y oscura de mis pesadillas, pero durante todo ese tiempo los recuerdos no pararon de llegar. Recuerdos de cuando me gradué de criminología, mi primera misión, el día en que me ascendieron al rango más alto, y cuando llegue a ser reconocida como la mejor en mi cargo de Agente. Recordar cuanto amaba mi perfecto trabajo, me hacía recordar a mi padre.
Él lo fue todo para mi, me había dado su amor y su apoyo incondicional cada vez que lo necesité. Me había enseñando cómo diferenciar el bien del mal, a ver una oportunidad en toda calamidad, a dar los primeros pasos en mi carrera, él fue la razón del éxito que logré en mi vida profesional. En conclusión, él era el hombre de mi vida, y me producía un dolor inimaginable e indescriptible saber que él ya no estaba, había muerto.
Debo reconocer que él no era perfecto, nadie lo es. Lamentablemente heredé la timidez de Charlie, nos costaba expresar nuestros sentimientos hacia los demás, no era fácil para nosotros mantener nuestras relaciones sociales estables ya que siempre queríamos pasar desapercibidos y no ser vistos por nadie.
Con respecto a mi vida sentimental debo decir nunca pasó a mayores, ya que cada vez que los chicos que me gustaban conocían a mi padre, este último siempre se encargaba de que no se atrevieran a llegar más allá de una simple relación de amistad, odiaba a mi padre por eso, y él siempre se excusaba diciendo que yo era la luz de sus ojos, que era su princesa y que no dejaría que nadie me lastimara y que simplemente ellos no eran apropiados para mi.
No sé si había hecho algo terrible en mi otra vida como para que me arrebataran de una manera tan cruel mi padre, no lo pude ver desde su muerte, y tampoco me dejaron enterrarlo, nunca supe que habían hecho con sus restos, y aunque sea imposible aun pienso que sigue vivo, aunque lamentándolo mucho la realidad es otro, él ya no esta vivo, y estoy sola.
Esos pensamientos abarcaron mi mente y mi corazón durante un largo rato, y aunque no sabía cuanto con precisión, sabía que había sido bastante. Empecé a un dolor punzante en la parte de las costillas, y con ese dolor desperté, enfoqué mi vista un par de veces ya que era de día y mis ojos no estaban acostumbrados a la luz después de haber permanecido durante un largo rato en esa horrorosa oscuridad, y además sentía mis ojos pesados, la muerte de mi padre había logrado deprimirme a un grado que jamás en toda mi vida había experimentado, había llorado más de lo que creía humanamente posible.
Cuando por fin pude enfocar mi vista en la habitación en la que me encontraba, me percate de ese olor en particular que tienen los hospitales; limpio, higiénico y antiséptico. Estaba en una habitación un poco grande, las paredes estaban pintadas de ese blanco pálido y mi brazo estaba conectado con un tubo a la máquina que monotoreaba los latidos de mi corazón, el cual se encontraba muy calmado, hasta que...
-Buenos días Srta. Swan, soy Edaward Cullen, su doctor, ¿cómo se siente? ¿Tiene alguna molestia en particular?
Mi corazón latió desenfrenadamente al escuchar esas palabras, era la voz más hermosa que había escuchado en toda mi vida, debía ser un hombre sumamente atractivo, por lo que alzé la vista inmediatamente para enfocarla hacia el lugar de donde provenía la hermosa voz, y al verlo sentí que mi corazón se detuvo, y que todo lo que existía alrededor de mi ya no tenía importancia, nada era más importante que él...
-Y... Y-o... Yo- que bien ya ni la voz me salía, era tan hermoso que dolía, te quitaba la voz, y hasta te sentías desnuda frente ese adonis.
Tenía el cabello un poco largo y rebelde y de un extraño color cobrizo, su tez era blanca y tenía unos ojos verdes esmeraldas que te hipnotizaban hasta la muerte. Estaba sentado en un sillón de cuero negro que se encontraba al lado de la camilla en la que me encontraba. Vestía un pantalón negro de vestir, unos mocasines del mismo color y tenía puesta la típica bata de doctor, aunque el tenía un bordado en el lado izquierdo de la bata a la altura del corazón que decía "Dr. Edward Cullen", su nombre era igual hermoso que él, aunque yo le hubiese puesto algo distinto, algo como"Dr. Edward Sexy Cullen".
Pasaron minutos o tal vez horas mientras nos estábamos mirando directamente a los ojos, sentí que el mundo se había detenido, que las manecillas del reloj ya no se movían, que sólo existíamos él y yo. Me perdí en esos ojos durante mucho tiempo hasta que él rompió el silencio preguntando:
-¿Cómo se siente?- esa simple pregunta me hizo salir de mi burbuja personal, había olvidado cómo había llegado a parar a ese lugar, ¿por qué estaba en un hospital? ¿Qué me había pasado? ¿Dónde me encontraba exactamente?
Con esas preguntas en mi cabeza los recuerdos de aquella noche comenzaron a ocupar mi cabeza y dolor que había sentido en mi costado izquierdo esa noche volvió, y al tocarme esa parte del cuerpo para amortiguar el dolor, caí en cuenta de que estaba vendada en toda la parte abdominal. Volví a fijar mi vista en el sexy doctor que mantenía su intensa mirada verde sobre mí y finalmente hablé:
-He estado mejor- al escuchar mi respuesta frunció sus preciosos labios, y me iba a decir algo pero le interrumpí. -¿Dónde estoy?
Hola chicas! Este ha sido el capítulo que más me ha costado escribir, pero bueno nada es imposible. :)
Dejar comentarios es casi tan bueno como si el Dr. Edward Sexy Cullen te hipnotizara con esa mirada verde intensa que posee. Jajajaja nos vemos chicas :D
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