Ya estaba hecho, ya estábamos rumbo a lo que tanto anhelaba desde aquel día en el que arrebataron a esa pequeña de mis brazos, ambos estábamos en un silencio para nada incomodo, solamente estábamos volando en nuestra propia imaginación, yo sin duda me imaginaba como sería el volver a verla, de seguro estaría algo más grande que como la recordaba y su pelo broncíneo más largo, sus ojos iguales, tan bellos y profundos, y su sonrisita intacta. Esperaba verla tal cual como la conmemoraba aunque sabía que no tenía comparación, mi memoria no le hacía competencia en lo absoluto, ella era única. Aunque claro, hablo como toda madre enloquecida por ver a su bebe, por ver a esa bebe que tanto ama y por quien luchó, aunque mucho no hice salvo ahogarme en llantos, si íbamos al caso Edward debería ser reconocido por salvar a nuestra pequeña, él fue quien la trajo de vuelta mientras yo colaboraba a duras penas.
No me di cuenta cuando Edward aparco frente a un gran hospital, ni cuando abrió mi puerta para permitirme que baje, el tacto de su piel con mi mejilla hizo que volviera a la realidad y darme cuenta que me estaba comportando como una loca, parpadee unas cuantas veces y tome la mano de Edward para bajar del auto cerrando la puerta detrás de mí. Mi marido paso su brazo por mi espalda y con la respiración contenida nos encaminamos al interior de aquel edificio color blanco.
Nos recibió una enfermera de edad mayor que nos guio hacía la recepción, donde encontramos a una mujer robusta con unos finos anteojos poseedora de una angelical sonrisa.
-Buenas tardes ¿En qué les puedo ayudar?-pregunto educadamente centrando su atención en nosotros.
-Estamos aquí para visitar a una bebe-contesto Edward ya que yo no emitía palabra.
-Perfecto, ¿Tienen autorización o son parientes?-inquirió tomando una cuaderno azul.
-Somos sus padres-respondió Edward sonriente.
-De acuerdo, díganme el apellido y nombre del bebe-pidió la mujer.
-Cullen. Renesmee Cullen-esta vez hable yo.
La mujer comenzó a rebuscar en el cuaderno levantando una ceja en símbolo de concentración.
-Aquí esta, se encuentra junto a otros bebes, ingreso hace dos días, estábamos algo preocupados por esta niña ya que ustedes no aparecían, acá tengo sus nombres Isabella Marie Swan y Edward Cullen ¿Me equivoco?
-Somos nosotros ¿Crees que podríamos verla?-pregunte.
-No hay problema, llamare a la pediatra a cargo para que los acompañen, tomen asiento por favor.
Hicimos lo que dijo y nos sentamos en unas bancas que daban frente al escritorio de la recepcionista, esta nos ignoró y comenzó a teclear el teclado de su computadora.
Edward llamo a la familia y les dijo dónde nos encontrábamos, decidieron esperar para darnos intimidad y nos desearon mucha suerte con todo.
Una mujer con coleta alta y una bella sonrisa se acercó a nosotros con una lista en las manos.
-¿Cullen?-pregunto en voz alta.
Edward y yo nos incorporamos rápidamente y la mujer nos dedicó una mirada tierna.
-Soy Sally la pediatra a cargo, ¿Están aquí para ver a la bebe?-pregunto.
-Eso mismo-contesto Edward dedicándole una sonrisa que atonto a la médica.
-Perfecto, síganme-dijo guiándonos por unos pasillos en donde se veían niños por todas partes, había algunos que daba pena mirarlos y otros que te destrozaban.
Cada paso que daba siguiendo a la médica mi corazón se aceleraba y mi mano apretaba con más fuerza la que tenía entrelazada con la de Edward, aparte mi vista de la espalda de la pediatra y la enfoque en el rostro de Edward, él estaba serio pero podía notar en sus ojos como toda esta situación lo inquietaba y emocionaba. Se percató de que lo estaba mirando ya que su rostro se enfocó en el mío y ambos, aunque sea en una milésima de segundo, nos dijimos todo con esa mirada, fue allí donde me empecé a sentir tranquila y ansiosa a la vez, fue allí cuando la doctora disminuyo el paso quedando frente a una puerta, fue allí donde mi respiración se hizo estática.
-Bien, detrás de esta puerta se encuentra su hija, debo decirles que se encontraba en un perfecto estado de salud, no presentaba ningún signo de malestar ni nada por el estilo, solo les diré que sean silenciosos ya que hay algunos otros bebes durmiendo dentro, reconocerán a su hija por el nombre que lleva en la cuna-dijo la médica esperando una respuesta pero ambos solo pudimos asentir rápidamente.
La pediatra abrió la puerta y mi corazón bombeo unas cuantas veces hasta que reaccione y supe que debía entrar, que allí se encontraba mi pequeñita, camine hacia el interior de la habitación con Edward a mi lado, ambos no decíamos ni una palabra, reinaba el silencio y los bebes, había algunos en incubadoras y otros muy pequeñitos recién nacidos pero yo solo me desespere con el corazón a mil buscando el nombre de mi hija en algunas de las cunas.
Entonces sin siquiera revisar el nombre supe que era ella, en ese momento que observe esos ojos verdes que miraban todo a su alrededor con curiosidad. Era ella. Sonreí sin poder evitarlo, las lágrimas ya emergían involuntarias por mi mejilla y Edward sonreía a mi lado fregando sus ojos. Me reprimí mentalmente, no tenía nada que ver de como la recordaba, mi memoria me engaño todo este tiempo, ella era sin dudarlo la pequeñita más hermosa y perfecta que alguna vez vi. Se encontraba algo más grande y no era para menos ya que hace poco había cumplido sus cinco meses. Como un acto reflejo mis brazos buscaron lo que hace tanto anhelaban, me incline hacia ella y la tome con delicadeza su calor era tan familiar que hacían que estos meses sin ella desaparecieran, era como si nunca se hubiera ido de mi lado, la apreté a mi cuerpo y deje su aroma me invadiera, sonreí con lágrimas de felicidad. Al fin la tenía conmigo en cuerpo y alma.
-Te amo mi amor, te amo hija mía-murmuraba Edward que ahora nos abrazaba a ambas.
-Ay dios, hija, te extrañe tanto-solloce acunándola con todo el amor posible.
Al fin volvíamos a ser esa familia que construimos, por fin me sentía completa, ahora estábamos como siempre tuvimos que estar, Edward, yo y nuestra hija. Renesmee solamente observaba a su alrededor y nos dedicaba una que otra sonrisa, era como si entendiera todo, le acaricie la mejilla una y otra vez, aun no podía creer que la tenía en mis brazos. Me percaté de que Edward estaba desesperado por cargarla por lo que sonriendo le pase a la bebe y este solo pudo dejarle besos por todo el rostro.
Ambos nos quedamos embobados admirando con toda la felicidad del mundo al ser que creamos, ni el sonido de la puerta ni de algunos bebes llorando nos interrumpió de este mágico momento, solo puse atención cuando la pediatra se acercó a nosotros.
-¿Están bien?-pregunto ya que mi cara no debió haber estado en las mejores condiciones.
-Sí, estamos bien. Me preguntaba cuando nos la podemos llevar a casa-inquirió Edward.
-Pues vengo para hacerle el chequeo si es que sigue bien, solo tendrán que firmar los papeles y podrán irse con su hija hoy mismo-dijo sonriente.
-¿Hoy mismo?-pregunte sin podérmelo creer, eran muchas emociones juntas.
-Sí, claro que si me permiten llevarla a observaciones-dijo extendiendo sus brazos a Edward para que le dé a la bebe.
-Claro, no hay problema-Edward le entrego la bebe, cosa que no me sentó de todo bien.
-Pueden acompañarme si así lo desean-ofreció con mi hija en brazos, no dudamos un segundo en aceptar la propuesta.
Caminamos de nuevo por los largos pasillos del hospital siguiendo a la médica, nos dirigimos a un consultorio que supuse era de la pediatra y estaba completamente ambientado para niños, esta coloco a mi hija en una pequeña camilla donde se removió e hizo algunas caras que no supe identificar. Con Edward tomamos asiento pero nos manteníamos atentos en esa pequeña que era nuestra vida, la médica comenzó a revisarla, tomarle medidas entre otras cosas.
-Parece que todo está perfecto, se encuentra saludable-dijo sonriente.
-Genial, eso significa que podemos llevárnosla con nosotros-afirmo mi marido.
-Sí señor, tan solo firmen los papeles. Tienen suerte es una bebe muy hermosa-dijo observando a Renesmee detenidamente.
-Ya lo creo-respondí perdida en la figura de mi hija.
La pediatra coloco a Renesmee en mis brazos y nos dejó solos un momento mientras ella iba en busca del papeleo. Nos quedamos aguardando mientras yo acariciaba el suave cabello de la niña. El teléfono de Edward sonó y este lo saco de su bolsillo para contestar.
-¿Hola?-contesto.
-Alice. Sí, está aquí con nosotros ¿Puedes creerlo? Gracias Al. Hoy mismo volveremos con ella, dile a la familia que se junte en casa, lose gracias hermanita. Adiós.
-¿Cómo se lo tomo?-pregunte sonriente.
-Se puso a chillar al teléfono y despertó a su bebes, nos esperaran todos en casa-dijo guardando su celular.
En ese momento entro la médica con unos papeles y se sentó al otro lado del gran escritorio que nos separaba.
-Aquí tengo los papeles, solo deben firmar-dijo entregándonoslos.
Comenzamos a leer lo que decía y luego que verificamos que todo estuviera correcto tomamos una birome y ambos firmamos.
-Creo que eso es todo, suerte, pueden llevarse a su niña a casa-dijo sellando nuestras firmas.
Y así con la más grande sonrisa salimos del hospital, todavía no daba crédito a lo que mis brazos cargaban. Subimos al auto y sonrientes tomamos rumbo a nuestra casa, ya todo estaba perfecto, ya teníamos lo único que pedíamos en esta vida y era a nuestra niñita.
Los autos de la familia aparcados frente a nuestra casa no nos asombraron ya que era más que seguro que Alice uso la llave que tenía. Una vez que Edward estaciono bajamos y nos encaminamos a la casa, no me sorprendió que estuviera abierta. Cuando entramos vi a ocho pares de ojos adultos enfocados en mí y en la pequeña que cargaba, solté una risa de felicidad y todos comenzaron a aplaudir y a correr hacía donde yo me encontraba, la primera fue Alice que me abrazo con lágrimas de emoción, luego me vi rodeada por toda la familia y obligadamente tuve que darles la bebe a todos, la alegría se contagiaba en el ambiente, al fin sonreíamos, sobre todo yo, esto era todo lo que quería y porque luche. Luche por ser feliz.
-Estamos tan contentos por ustedes, felicidades chicos-dijo Carlisle que observaba con amor a Renesmee en brazos de Esme, bueno en realidad todos miraban a Renesmee como lo hacía Carlisle.
-Gracias papá, nosotros también-le respondió Edward.
-Felicidades hija, lo lograste, te admiro-dijo mi padre acercándose a mí para después abrazarme con fuerza-sé que todo lo que pasaste fue por mi culpa y lo lamento mucho pero ahora solo quiero que vuelvas a ser feliz ¿De acuerdo?-insistió mirándome fijamente a los ojos totalmente conmocionado.
-Lo prometo-dije volviéndolo a abrazar.
Y así pasamos la mayoría de la tarde, felicitándonos y disfrutando de la personita que volvía a nosotros, que nunca se había ido de nuestros corazones, pero sí de nuestras vidas y ahora que la teníamos de vuelta estábamos más que contentos.
La noche cayo y todos comenzaron a retirarse hasta que la casa quedo vacía. Observe como mi hija quedo profundamente dormida en el carrito que estaba en la sala y sonreí, era tan normal y extraño a la vez volver a verla aquí. Camine hacía Edward que me esperaba con los brazos abiertos en el sofá y le bese tiernamente la mejilla.
-Gracias-susurre.
-¿Porque?-pregunto intrigado.
-Por cumplir tu promesa, gracias por traerla de vuelta-dije.
-De nada amor mío, siempre supe que volvería con nosotros, solo teníamos que luchar y ser fuertes por ella y dio resultado, tan solo mira, está a nuestro lado-dijo enfocando la vista en Renesmee.
-Ya, me siento en paz-dije soltando un suspiro envolviéndome en el silencio de la noche.
-Yo también corazón-acoto Edward.
Luego de que con Edward cenáramos y nos empezáramos a sentir como en casa otra vez, decidimos que era hora de dormir. Tome a Renesmee del carrito y me dirigí escaleras arriba con Edward siguiéndome detrás, esta noche no pretendía dejarla dormir en otra habitación que no sea la nuestra, por lo que luego de amamantarla de nuevo, cosa que me hizo sentir maravillada, la recosté sobre mi cama y fui en busca del suave enterito rosa que usaba para dormir, le cambie los pañales y le coloque la ropa. Edward había entrado a bañarse y yo me encontraba preparándome para dormir.
-Se ve tranquila-dijo Edward saliendo del baño y cubriéndose con una toalla.
-Es porque tiene pañales limpios-le conteste en forma de broma una vez que termine de cepillar mi cabello.
Edward se cambió y abrió la cama acomodando a Renesmee en el medio y luego se recostó al lado de esta que no paraba de mover sus manos y piernas con gracia. Observe como Edward enterraba su cara en el cuello de nuestra hija dejando besos, la escena me hizo sonreír. Me acerque a ellos y me acosté en la cama al otro lado de mi hija.
-A dormir preciosa-susurre dando un dulce beso en la cabecita de Renesmee.
Con Edward nos acomodamos para dormir y este coloco a nuestra niña boca abajo sobre su descubierto pecho, me acurruque al lado de Edward y quede frente al rostro de Renesmee, sus ojos ya se empezaban a cerrar y hacía gestos extraños. Mi marido me rodeo con su brazo libre, ya que el otro acariciaba la espalda de la bebe, y yo solo me limite a suspirar satisfecha.
Era todo y a la vez el comienzo de algo grande. Cada paso, cada pensamiento y cada acción que realice en mi vida me llevaron a esto y no me arrepentía en lo absoluto, era más de lo que deseaba y de lo que imaginaba. Las piedras en el camino sirvieron y me ayudaron a crecer como persona. Ahora entendía la frase de todo dolor tiene su recompensa, y yo estaba viviendo ese premio, ahora mismo estaba disfrutándolo y deseando con mí ser que perdurara hasta el final de mis días. Tan solo la felicidad para cada integrante de mi familia.
Y sabía que aunque haya sufrido por las causas que se presentaron y que mi vida no haya sido un cuento de hadas, en este preciso momento la sentía perfecta, aunque esa perfección sea inexistente, se podría decir que era algo cercano a ello. Y también feliz. Porque con Edward nos merecíamos esto y por un lado lo logramos, luchamos por ser felices y lo conseguimos aunque sea por un tiempo breve o eterno nadie podría cambiar lo que ahora estábamos viviendo, simplemente felicidad.
FIN.
Holaaa! y como dije, llego el final, doy mil gracias a quienes acompañaron esta historia, a su apoyo y sus paciencia por los capítulos. Y sobre todo agradecer a LNM por permitirme compartir estas locas historias. Gracias de corazón a todos y espero que apoyen mi proximo Fic. Besos, Victoria.
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