BELLAPOV
Edward me llevó en su coche a casa. La verdad es que el frío se me estaba pasando,y mientras él conducía me apoyé en su hombro y me dormí.
-Bella, despierta hemos llegado…-me susurraban al oído.
-Mmmm…
-Estamos en casa.-me aterroricé de inmediato.
-¡¿QUÉ?! ¡¡¡No me hagas esto!!!
-Shhshhhh, tranquila, estamos en mi casa, aunque debería decir nuestra casa.
-¿Nuestra?
-Vivirás conmigo, mientras dormías pasé rápido por tu casa a coger las cosas, están en el maletero.
Me alegré tanto que no dudé en abrazarlo y besarlo como nunca.
-¡Gracias, Edward, graciasss! ¡Ahora me dejarán en paz!-dije mientras le abrazaba.
-Por ti haría todo y más.-dijo, y me besó.-Bueno, vamos a instalarnos.
Edward salió, cogió las maletas y después me abrió la puerta del coche.
-¿Seguro que quieres que esté aquí contigo? No quiero ser una molestia…-dirigí la mirada al suelo con lágrimas en los ojos, por pensar que puede que se arrepintiera.
-Bella, mírame.-lo hice, y se me resbaló una lágrima. El me la limpió con un beso.-No estés mal, yo te amo y te quiero conmigo, si no te molesta, y dada la situación no me importa mucho si estás a gusto fuera de tu casa, no quiero que vuelva ocurrir, y aquí no pasará nada.
Al decir eso empecé a llorar como una madalena, nunca nadie me había tratado tan bien.
-Bella, ¿he dicho algo, o el venir aquí...?-estaba nervioso tratando de tranquilizarme.-No llores, tranquila.
-Lloro de felicidad, nunca nadie me ha tratado así, ni me había querido tanto.
-Nunca te sentirás sola, óyeme, nunca más, mientras que siga vivo me tendrás para todo.
Entramos en su portal, y subimos en ascensor hasta su piso. Mientras tanto, nos mirábamos, sonreíamos y nos dábamos cortos besos. Al llegar, abrió la puerta de su casa y me llevé una sorpresa. Era enorme. Nos acomodamos en su habitación. Me encantaba. Era negra y blanca, muy moderna. Al terminar, me puse un pijama para estar cómoda y fui al salón con Edward.
-Edward, ¿por qué tienes una casa tan grande si vives solo? Bueno, vivías.-corregí sonriéndole.
-La verdad, no es mía, es de mi madre. Verás, mis padres murieron en un accidente de tráfico cuando mis hermanos y yo éramos .Mis tíos Carlisle y Esme son como mis padres, siempre lo han sido desde entonces. Cuando leyeron el testamento nos dejaron multitud de cosas, ya que tenían mucho dinero. Entre ellas, dejaron esta casa. Como éramos niños, lo dejaron tal como estaba. Cuando ya fuimos adultos, mis hermanos se fueron a vivir con sus respectivas parejas a la casa de éstas, mientras que yo estando soltero, me quedé con esta casa. Ahora también es tuya, Bella.
Algo me extrañó mucho, ¿nunca había salido con nadie?
-¿Nunca has tenido pareja a parte de mi?
-Nunca.
-Yo, la verdad es como si fueras el primero, porque ya conoces al otro.-dije con un escalofrío.
-Tranquila, te aseguro que no te hará nada mientras yo esté a tu lado.
- Lo sé, y gracias por ir a buscarme, lo pasé fatal.-dije ya llorando.
-¿Por qué? ¿Te ha hecho algo ese malnacido?-Mierda. Demasiada información.
-Eh…no, nada… ya sabes, lo pasas mal cuando te secuestran.
-¿De verdad? No me mientas con esto, Bella. Solo quiero saberlo.
-Tengo sueño, ¿vamos a la cama?-intenté cambiar de tema.
-Vamos, necesitas descansar.-se levantó, me tomó de la mano y me llevó a la habitación. Él tan solo se puso un pantalón de pijama, dejó su torso al descubierto. Nos acostamos y Edward nos cubrió con las mantas.
-Duerme bien, Bella. Te quiero.
-Te amo.
Estaba en mi casa, con Edward. Pero de pronto el desaparecía. ¡Edward! ¡Edward! Lo estuve llamando y nada. De repente, apareció Riley, y intentó tomarme. ¡NOOOO! ¡DÉJAME! ¡PARAAAA! No me dejaba, estaba totalmente acorralada cuando…
-¡Bella! Despierta, por favor, despierta…-decía Edward sacudiéndome levemente.
-¡Ahh!-grité sentándome rápidamente. Estaba sudando y llorando a la vez.
-¿Por qué no me dijiste que ese imbécil te quiso violar?-Mierda. He hablado en sueños otra vez. Suspiré antes de hablar.
-No quería preocuparte, además no lo consiguió, estoy bien.
-No, no lo estás. Si lo estuvieras no habrías soñado eso.-dijo Edward exasperado, enterrando el rostro entre sus manos.-Además, me podrías explicar cuándo te has hecho esto entonces, ¿verdad?-dijo señalando mi pierna, en el muslo. Tenía un enorme cardenal.
-Edward, de verdad siento no habértelo contado, sabría que te pondrías así, o peor. Por favor, estoy bien, es solo que me llevé un pequeño golpe, pero tranquilízate, no me gusta verte así.-dije acariciándole la mejilla, y casi sonriendo.
-Sólo quiero que me prometas algo, por favor. Si sientes algo por mí, promételo.
-Lo que sea.
-No me ocultes nada más, y menos algo así.
-Lo prometo, Edward. Lo siento…-dije, pero se me quebró la voz al final por las lágrimas que caían por mi rostro.
-Ya, ya, shhh, tranquila… no te preocupes, no estoy enfadado, solo que estaba muy preocupado por ti. Ahora intenta volver a dormir, son las cinco todavía.
Me arropó de nuevo, me pasó un brazo por la cintura y me dio la mano. Y así me dormí sabiendo que él estaría a mi lado, siempre.
|