Edward abrió la puerta del copiloto, para que Bella subiera al auto, camino rápidamente para subirse, cuando él estuvo dentro del auto, la miro intensamente a los ojos.
- No sabes como me alegra volver a verte, tan pronto –
- A mí también me alegra verte – respondió ella tímidamente.
- Hoy estas simplemente… espectacular – No pudo evitar mirar las largas y hermosas piernas de Bella.
- Gracias – dijo ella muy roja.
- Bueno, vamos que se nos hace tarde – y así puso en marca el auto – y ¿Cómo te fue en el gimnasio? – Pregunto muy curioso.
- Muy bien, Hoy tenía mucha energía y pues aproveche para que me hicieran un masaje –
- Que envidia – Edward se imagino esa escena y le salió un leve gruñido de sus labios.
- Envidia? – pregunto Bella confundida – Cuando quieras vamos para que te hagan un masaje, mi masajista hace unos espectaculares, te deja como nuevo – Edward sonrió pícaramente.
- No lo digo por eso – dijo el con la mirada fija en el camino.
- entonces ¿Por qué?- pregunto extrañada.
- Lo digo por… - tomo mucho aire – que… a mi me hubiera encantado se el que te hiciera el masaje…- Bella no sabía que decir, la tomo por sorpresa, aparte de estar totalmente colorada, pero lo pensó por un segundo y le dijo:
- A mi también me hubiera encantado – Dijo con un tomo entre sexy y pícaro, Edward sonrió – y bueno me vas a decir ¿Para donde vamos? –
- Bueno, como ya te había dicho es una pequeña sorpresa. No seas tan ansiosa, que pronto llegaremos.
- mmm... – Hizo un puchero, Edward tuvo unas ganas locas de detener el auto y besarla hasta que sus labios quedaran exhaustos. Suspiro ante la impotencia, ya que para el Bella era un Ángel y se iba a comportar como ella se lo merecía. El camino fue muy cómodo.
Edward le conto un poco de su vida en Londres, de sus años en la Universidad. Ella le hablo de su amistad con Alice y su niñez.
- Bueno hermosa dama llegamos – Bella observo por la ventana y se vio que estaban frente al muelle.
-¿Qué hacemos aquí?- pregunto ella.
- Bueno, vamos a navegar un rato… ¿Te agrada la idea?, además el atardecer de hoy es perfecto, claro no tanto como tú.
Bella no aguanto el impulso y le dio un suave y rápido beso en la mejilla a Edward; pero con ese simple rose, los dos sintieron que miles de mariposas revoloteaban en sus estómagos. Edward puso su mano donde ella había dejado ese tierno beso y pensó << maravilloso>>
- ¿Vamos? –
- ¡Sí! – dijo ella muy emocionada.
Bajaron juntos del auto y se dirigieron tomados de la mano, al hermosísimo Yate, perteneciente a la familia Cullen.
Edward la ayudo a subir al yate y después de esto se dirigieron a la cabina donde se encontraba el timo. Así dieron marcha, adentrándose en el mar. Después de 15 minutos de viaje, detuvo el yate y condujo a Bella a la Proa del yate, la cual tenía muchas almohadas blancas, en el piso.
- Ya regreso preciosa – dijo él, ella asintió, luego de unos pocos minutos apareció el con un bandeja en una mano y en la otra una botella de Champaña. Bella se encontraba acomodada sobre una de la mullidas almohadas, Edward puso el plato frente a ella; en la bandeja había una buena cantidad de Canapés de salmón y brochetas de langostinos y champiñones, los preferidos de Bella.
- Me encanta, todo estos –
- Si lo sé, por eso lo prepare especialmente para ti –
- ¿Cómo sabes que me gusta todo esto? – levanto una ceja
- La verdad es que tuve un poco de ayuda – Dijo un poco apenado, Bella sonrió.
- Gracias, por hacer todo esto –
- Lo hice con mucho gusto. Espérame un momento se me olvido traer las copas, ya regreso – en segundo regreso con las copas y una hermosa rosa roja. Le tendió la rosa a Bella y le dijo – Para ti- Así se dispuso a destapar la campaña.
Bella sentía como todo fuera un sueño, Edward era el hombre perfecto, o eso parecía, era simplemente hermoso, la luz que había en ese momento era la de la luna, bajo esa luz se veía aun mas “exquisito” por decirlo de una manera. El sirvo las dos copas, le dio una a Bella.
- Quiero, hacer un brindis, quiero brindar por ti, por esta hermosa noche y porque aceptaste venir conmigo esta noche – Chocaron sus copas, mientras se miraban fijamente a los ojos.
- Ven, siéntate a mi lado – Dijo Bella, mientras palmeaba una almohada a su lado , el sin pensarlo dos veces, se sentó a su lado enseguida – Abre la boca- Bella le ordeno, el hizo lo que ella le ordeno, ella tomo un canapés y se lo puso en la boca a Edward y él lo mordió, así que el tomo otro e hizo lo mismo que ella.
- Delicioso – dijo el
- Me encantan - y << tu mucho mas>> pensó Bella.
Así comieron todo lo que había en la bandeja, dándose pequeños bocados entre sí. Y así siguieron su conversación.
- Así que te gusta mucho leer – Dijo él.
- Si me encanta –
- Y cuál es tu libro favorito –
- Cumbres Borrascosas – Dijo ella muy segura – Y ¿el tuyo?-
- La Balada del Café Triste – Dijo el muy seguro – y ¿Qué tipo de música escuchas? –
- Debussy es genial –
- Enserio, a mí me encanta. Claro de luna es genial –
Siguieron hablando por un buen rato, hablaron de sus familias, sus amigos y otras cosas triviales. Lo que le importaba era estar juntos.
- Ya regreso, se me estaba olvidando algo – Se levanto y se dirigió otra vez a la parte inferior del yate.
Bella contemplaba el hermoso cielo estrellado, todo era tan romántico; Jacob nunca tuvo un detalle así con ella, ni en su mejor época. Edward ya había empezado a entrar en su corazón y no iba a poner freno a eso tan especial que sentía por él.
Estaba segura de que Edward Cullen, se iba a convertir en el gran amor de su vida, en el verdadero amor.
En ese momento entro Edward con otra rosa en una mano y en la otra un plato sobre el que había una caja de deliciosas, trufas de chocolate blanco, los ojos de Bella destellaban felicidad.
- Al sí que te ayudo mucho, adoro esas trufas. ¿Ya las has probado? –
- No la verdad no, pero me dijeron que son exquisitas –
- ¡Ven! – volvió a ordenarle Bella y tomo el plato para ubicarlo sobre sus piernas y el volvió a ocupar su lugar – Cierra los ojos – dijo pícaramente, el levanto una ceja pero hizo lo que ella le pido – Ahora abre la boca – tomo una trufa y la introdujo dentro de la sensual y provocativa bosa de Edward, Bella mordió su labio, ante esa imagen. Tenía unas ganas enormes de probar eso labio, se preguntaba a que sabían. Él cuando sintió la trufa en su boca, la mordió y la saboreo. <<Ojala los besos de Bella sean así de dulces>> pensó Edward. Abrió los ojos y la miro fijamente
- Mi turno – dijo e hizo lo mismo el con ella, cuando Bella saboreo la trufa, salió de sus labios un leve gemido.
<<Que tentación>> pensó él. Pasaron el resto de la velada recostados sobre las mullidas almohadas contemplado el firmamento.
El camino de regreso a casa de Bella, se le hizo muy corto, no querían separarse uno del otro. Edward la ayudo a bajar del auto y la escolto hasta la puerta de la mansión Swan.
- Mi bella dama, ya estas sana y salva en tu casa. Gracias por permitirme pasar estas horas a tu lado.
- Gracias a ti por esta maravillosa noche –
- Fue con el mayor de los gustos – Dijo acercándose a ella, para así poder acariciar la mejilla de Bella. Que sensación tan maravillosa la que sentían. Cuando se dieron cuenta sus frentes estaban juntas y cada vez sus labios se acercaban cada vez más….
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